Capítulo 14

Toque la puerta varias veces con desesperación hasta que escuche "¡Pase!"

Entre eufórica a la oficina de la psicólogo y tome asiento sin perder tiempo.

— Lucía ¿Qué te trae por aquí? 

— Lo mismo de siempre —resumí.

La psicólogo miro a los lados y luego a mi y se encogió de hombres.

— ¿Qué es lo de siempre?

— Pues ya sabe, lo de la asexualidad.

— Muy bien, ¿Tienes nuevas dudas?

— Así como que una duda exacta... no. Pero podría hablarme mas del tema y así voy aprendiendo mas.

La psicólogo respiro profundo llenándose de la paciencia que requería para aguantarme.

— No soy una profesora Lucía, no estoy aquí para darte una clase. Estoy aquí para ayudarte a darle forma a tus pensamientos y entenderte mejor a ti misma.

— ¿Pero como voy a saber lo que no se, si no lo se?

Ella soltó una risa, y se apoyo en el escritorio para estar mas cerca de mi.

— ¿Has estado investigando como te dije? 

— Si.

— Muy bien, ¿Tienes alguna duda al respecto?

— Creo que no.

— ¿Hay algo que te inquieta?

Guarde silencio pensando.

— Ayer perdí el juego de voleibol. Fuimos descalificadas del campeonato, y ahora estoy un paso mas lejos de ganar la beca.

— ¿Y con eso como te sientes?

— Asustada, no quiero que Mateo me gane.

— ¿Por qué? —pregunto girando la cabeza con duda.

— Es una pregunta bastante tonta. Si el gana, yo pierdo la beca.

— ¿Segura?

Volví a guardar silencio.

— La verdad es que estoy confundida, el a veces es bueno conmigo, dulce, protector; pero luego es un completo imbécil, que me hace la vida imposible.

— ¿Y como te hace la vida imposible?

— Pues... haciéndolo.

— ¿Podrías ser mas explicita? —dijo levantando una ceja.

— Pues quiere quitarme la beca, ¿Le parece poco?

— Bueno, la beca es un derecho que tienen todos los estudiantes que se quieran postular, Mateo no esta haciendo nada malo.

— Pero sus padres tienen mucho dinero.

— No deberías suponer como es la vida privada de las demás personas. Sobre todo con tu experiencia personal. Cualquiera creería que eres una chica que lo tiene todo, pero en realidad tienes muchas inseguridades.

— Pero todos sabemos que los padres de Mateo tienen dinero, eso no es un secreto.

— Bueno, tal vez ahora estén en quiebra, o tal vez simplemente no quieran pagarle los estudios a su hijo y quieran que el busque sus propios medios.

— No había pensado en eso...

— A veces cuando ayudamos a nuestros amigos en sus problemas, nos damos cuenta que mágicamente los nuestros se vuelven mas pequeños de lo que pensábamos.

Asentí creyendo que entender a lo que se refería.

— ¿Eso es todo?

— Tengo una duda.

— Muy bien.

— En el hipotético caso que a mi me gustara un chico que ha sido un casanova toda su vida, un rompecorazones, mujeriego, sádico —la corte al ver el rostro de reproche de la psicólogo—, bueno, usted me entiende. ¿Cree que funcionaría una relación así? Siendo yo asexual.

— Eso solo lo podrán saber ustedes —dijo con una sonrisa—, te sorprendería lo mágico que puede ser hablar con el corazón, y se-re-na-men-te. Y cuando hay amor de verdad, las demás cosas son insignificantes.

— Entendí —dije con una sonrisa nerviosa.

Alguien tocó la puerta.

— ¿Eso es todo? —me preguntó.

— Si.

Me levante para retirarme y abrir la puerta.

Una chica con lentes de sol, un bastón en una mano y unas carpetas en otra paso con sumo cuidado.

— ¿Doctora María?

— Pasa, Angela.

La chica avanzo moviendo su bastón de un lado a otro para no chocar con nada, y fue cuando caí en cuenta que era invidente. 

— Aquí están los formularios que me pidió que le trajera.

— Muchas gracias —dijo levantándose y tomando las carpetas de la mano de la chica—  ¿Todo bien, Lucía? —me pregunto al darse cuenta que me había quedado como una boba mirando a la chica.

— Ehm si, yo ya me iba.

La chica se giro hacia mi al escuchar mi voz y me ofreció la mano.

— ¿Eres Lucía la presidente?

— Si —dije estrechando su mano.

— Es un placer, he escuchado mucho de ti, soy Angela —dijo con una sonrisa.

— Puedo imaginármelo —dijo con algo de fastidio, pero me retracte rápidamente sabiendo que no era culpa de ella—, es un placer igual.

— Les agradecería que las presentaciones fueran afuera de mi oficina —se quejo María.

Abrí la puerta dando espacio a que Angela pudiera salir sin problemas, y luego salí detrás de ella.

No pude evitar quedar mirándome a la chica, no tenia idea de que hubiera un ciego en la escuela. 

— ¿Estas ahí? —dijo la chica, parecía poder sentir mi presencia.

— Si, aquí estoy ¿Necesitas algo?

— No —dijo con una sonrisa—, muchas gracias. Pensé que tal vez tu querías decirme algo.

— ¿Yo? ¿Por qué?

— Porque te quedas mirándome.

— Q-que, ¿Cómo sabes eso? —ella rio.

— De alguna forma tengo que sobrevivir. Así que presto mucha atención a la intuición.

— Q-que, que bueno

— No te sientas mal por mi, estoy acostumbrada, además, no puedes extrañar lo que nunca tuviste.

Trague grueso al escuchar esas palabras tan frescas, cuando yo sentía que en su lugar me echaría a morir.

— Es... una forma muy positiva, eres muy positiva, te admiro.

Ella volvió a reír.

— Gracias, yo también te admiro.

— ¿A mí?

— Si, presidente de la escuela, capitana del equipo de voleibol, gran promedio, eres un ejemplo a seguir para cualquiera.

Sonreí, pero recordé que ella no podia verlo.

— Jaja, gracias, creo que es la primera vez que alguien me mira con admiración y no con... envidia.

— Aprendí desde muy joven que no hay que envidiar lo que los otros tienen, no sirve de nada, mejor es trabajar para alcanzar estar ahí.

— Tienes mucha razón ¿Qué año estudias?

— Segundo.

— Estoy segura que cuando llegues a ultimo año serás la presidente de la escuela.

— Bueno, siendo invidente lo dudo mucho.

— Oye no pienses así, estoy seguro que las personas votarían por ti. Estoy segura de que a pesar de todo no tienes ningún impedimento.

— La verdad es que se defenderme sola, pero aun así esta escuela no esta preparada para tener un alumno como yo. Estoy aquí porque le insistí a mi mama que quería estar en una escuela normal, quería conocer personas que, bueno, que pueden ver —dijo riendo de su propio "chiste".

— ¿Pero la escuela tiene los recursos especiales para ti?

— La verdad no, los libros que piden no tienen una versión audio y mucho menos braille, tengo que pedir ayuda constantemente a mis compañeros, y se que a veces eso puede ser un fastidioso. Al igual que al usar las computadoras, ninguna tiene un software que hable o un teclado especial para que pueda escribir. También a veces suelo chocar con cosas porque suelen moverlos de lugar, la verdad eso no pasaba en mi otra escuela.

— ¿Imagino que querrás regresar a tu otra escuela?

— La verdad es que no, me gusta conocer personas que tienen una vista diferente del mundo al que tengo yo, jaja, ¿Entiendes?, vista, jajaja.

Hice lo posible por no reír, ya que me parecía un chiste bastante negro para que ella misma lo hiciera. Pero al ver que ello no parecía molestarle en absoluto me sentí mucho mas relajada y sonreí.

— ¿Tienes algo que hacer después de clase? —le pregunté.

— Mmmm, no.

— ¿Te gustaría reunirte conmigo en una cafetería? 

— Por qué no.

— Genial.


En la tarde, en la cafetería la conversación con Angela fue muy aclaradora. Y entendí a la perfección lo que me quiso decir la psicólogo María. "A veces cuando ayudamos a nuestros amigos en sus problemas, nos damos cuenta que mágicamente los nuestros se vuelven mas pequeños de lo que pensábamos." Y así lo sentí, sentí que las incertidumbres sobre la beca, sobre el amor, y mis inseguridades no eran nada comparado al día a día que podia vivir Angela, y todas las personas que pudieran tener cualquier tipo de discapacidad. 

No se trataba de sentir lastima, pues es lo ultimo que ellos querrían, pero si es una nueva forma de ver las cosas, y entender que el tono de la vida va cambiando dependiendo del lente con el que se mire, ¿Entendieron? Lente, jaja. Ok, no. Si lo digo yo es cruel.

Al regresar a mi casa estaba decidida hacer un cambio importante, en mi vida, y la propuesta para la presidencia. Así que tome mi teléfono y llame a Miranda. Pero después de varios tonos, no contesto.

Volví a insistir, pero tranco la llamada. Así que decidí dejarle un mensaje.

"¡Tengo una nueva idea!"

Aunque vi que estaba en línea no vio ni respondió mi mensaje.

Decidí llamar a Julio.

— ¡Hola! —contesto él con entusiasmo—, te extrañe esta tarde, ¿Con quien me estabas engañando?

— Con una ciega —respondí y se hizo un silencio del otro lado—, ok, tal vez no debí decirlo de esa forma.

Julio comenzó a reír del otro lado.

— ¿Era un chiste negro o es en serio?

— De verdad, ¿Sabias que en la escuela había un invidente?

— Creo que se de quien hablas.

— Pues fui a la cafetería con ella, y hablamos mucho, y me hizo ver las cosas desde otro punto de vista, y quiero cambiar la propuesta de la presidencia. Una verdadera inclusión.

— Me parece perfecto.

— Gracias, estaba llamando a Miranda pero parece que me esta ignorando.

— Si... creo que esta molesta contigo, la ultima vez que la vi dijo algo como... "Bruja hipócrita" o algo así.  

Se hizo un silencio a través del teléfono.

— Bueno, yo solo digo lo que ella dijo.

— ¿Pero que le pasa?

— Creo que has estado descuidando mucho su amistad.

— Tal vez...

— Bueno, tal vez debería dejarte para que resuelvas tus asuntos.

Julio tranco sin esperar una respuesta. 

Volví a llamar a Miranda y esta vez si contesto.

— Oh, recordaste que existo ¿Qué quieres?

— ¿Quieres ir al cine a ver barbie?

Se hizo un silencio del otro lado.

— Bueno, pero estoy molesta contigo.

— Mejor comienza a vestirte si no quieres llegar tarde.

— Ya estoy lista.

A la hora nos encontramos en el cine, al principio Miranda me hacia la ley del hielo, pero luego no resistió mucho cuando comenzó a contarme que estaba saliendo con dos chicos. Y ambos lo sabían, y ninguno decía nada.

— ¿Puedes creerlo? ¡Es asombroso!

— La verdad es difícil de creer.

— Te lo juro, no les tengo que mentir ni inventar excusas, a ambos les parece bien que tenga otro novio.

— ¿Y no crees que ellos tendrán otras novias?

— Por supuesto, y la verdad me da igual.

— ¿Segura?

— Si, el echo de que salgan con otras chicas no quiere decir que dejan de atenderme, y eso esta muy cool.

La mire de arriba abajo, Miranda siempre había tenia una forma muy liberal de ver las relaciones.

— ¿Que? ¿Me vas a dar unos de tus sermones?

— No, ya entendí que todos tenemos formas diferentes de expresar nuestro amor, y eso esta bien.

— Ahora que aceptaste que eres asexual, te conviene decir eso ¿No?

— Así es.

Ambas reímos y disfrutamos de nuestra película, como en el viejos tiempos.



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