Volviendo a levantarse

Camino a la Preparatoria Asahiyama...

Ya habían transcurrido dos días desde que Fuutarou y Yotsuba tuvieron su conversación y pudieron aclarar las cosas. Al fin el chico pudo entender todo lo que había pasado y el porqué tras las acciones de la chica del lazo y aunque por dentro seguía un poco molesto (concretamente por lo del beso robado), no podía culparla totalmente por habérselo ocultado todo este tiempo.

Detrás de su exterior alegre y lleno de energía, Yotsuba guardaba un montón de problemas personales y complejos, que al parecer no había superado del todo. Cuando era niña, había sido su obsesión por ser la mejor entre sus hermanas, y ahora, su complejo de culpa por todos los problemas que había causado por querer escapar de ello. Al parecer, ni siquiera tenía claro qué era lo que quería para sí misma. Si lo pensaba bien, él tampoco estaba muy claro con lo que quería hacer de su vida, y de no ser por ella, tal vez ahora ni siquiera lo estaría considerando con tanta seriedad.

Al menos, ahora que las cosas parecían haber vuelto a la normalidad, relativamente hablando, tal vez podrían intentar encontrar su camino juntos.

– ¡Uesugi-saaaaaaan!

Y allí estaba ella, oportuna como siempre, llegando por detrás para saludarlo chocando contra él, a la misma hora y en el mismo lugar. Ya lo había hecho tantas veces que sus reflejos estaban condicionados y sabía exactamente cuándo apartarse y agarrarla del lazo para frenarla. Y así lo hizo.

– Te estás oxidando un poco en esto. ¿Por qué no intentas algo diferente? – le dijo luego de soltarla.

– Jeje, más bien yo diría que tú estás mejorando. – replicó ella.

El chico se encogió de hombros, pero no pudo evitar que ella le sacara una sonrisa brevemente. Se alegraba mucho de que hubiese vuelto a ser como siempre, aunque por dentro él sabía que las cosas no se iban a resolver de la noche a la mañana, incluso después que se aclararon todos, o al menos casi todos los malentendidos de lo que había sucedido. Por ahora, volver a actuar como siempre lo hacían les estaba ayudando a que las cosas retornaran a su cauce normal, un paso a la vez.

Después de todo, él prometió que no iba a presionarla, al menos hasta que ella estuviese lista para perdonarse a sí misma. Pero eso no quería decir que no pudiese echarle una mano por el camino para ayudarla a recuperarse en las otras áreas. Aunque algunas de ellas no fuesen su fuerte, como los deportes.

...

La mañana transcurrió bastante tranquila. Durante el descanso posterior al almuerzo, Fuutarou finalmente encontró una oportunidad para conversar con Maeda y Takeda y contarles un poco de lo que había pasado en los últimos días. Por supuesto, los detalles más importantes se los guardó para sí mismo, pero básicamente les dijo que Yotsuba había estado teniendo algunos problemas relacionados con su pasado de los que había tenido mucho miedo de hablar con nadie, y aunque le había costado que se abriera, finalmente pudo sincerarse al respecto. Fuutarou apreció mucho que los dos entendieran que el asunto era "privado" y no insistieron en indagar más a fondo.

– Parece que está de mejor humor estos últimos días. – comentó Takeda. – Eso es bueno, se le extraña un poco cuando no está por aquí para animar el ambiente.

– Aunque no es que esté muy animada, no como siempre al menos. – dijo Maeda. – Matsui me dijo que todavía no está de vuelta a su 100% en el equipo de voleibol. Y esta semana tienen un partido importante.

– ¿Qué tan importante? – preguntó Fuutarou interesado.

– Según me dijeron, se enfrentarán a las campeonas regionales, la preparatoria St. Elmore. – dijo Maeda. – Quedaron entre los cuatro mejores el año pasado en las nacionales.

– No sólo eso, su jugadora estrella, Sanae Hayakawa, es también considerada la MVP de toda la prefectura de Aichi. – agregó Takeda. – Mi prima no deja de hablar de ella y de lo mucho que desean derrotarla después del año pasado.

Fuutarou recordaba vagamente que habían mencionado algo al respecto. Yotsuba no había mencionado a la jugadora por nombre, pero sí se le había escapado el de la preparatoria a la cual querían enfrentarse, lo cual tenía sentido por tratarse de la primera a nivel regional, sin mencionar que era una escuela privada y de alto prestigio hasta donde él sabía.

Sonaba a que la tendrían muy difícil, pensaba Fuutarou. Definitivamente iban a necesitar a Yotsuba si querían tener una oportunidad. Aunque la chica del lazo había recuperado un poco el ritmo en las clases, no se podría decir lo mismo del club de voleibol. Si bien había podido volver a los entrenamientos, aún no la dejaban volver a jugar, y había pasado los últimos partidos calentando el banquillo. Algo decepcionante, pero no era como que él pudiera hacer mucho al respecto, ¿verdad?

– "Quizás... podría ir a verla mientras entrena. Aunque sea para ofrecerle algo de apoyo moral."

No era mucho, pero quizás serviría para motivarla un poco. Aunque tendría que pedir permiso para que le dejaran entrar al gimnasio, ya que no era parte del club.

En ese momento, Ichika entró y se les acercó para saludarlos. Fuutarou en ese momento se acordó de algo más, ya que su padre le había pedido un favor esa mañana y pensó que Ichika podría echarle la mano con él.

– ¿Cómo están? – dijo la pelirrosa. – ¿Todo bien por aquí?

– Todo bien, Ichika-san. – dijo Maeda. – Oye, felicidades por ese último papel, estuviste increíble.

– Jaja, al menos esta vez no me mataron, ¿verdad? – bromeó ella. Se había convertido en una broma interna apostar sobre si el personaje de Ichika moriría o sobreviviría en las películas de terror, y en la última había logrado llegar ilesa hasta el final. – Por cierto, Fuutarou-kun, ¿dijiste que querías pedirme un favor?

– Ah sí. – replicó él. – Resulta que en el estudio fotográfico donde trabaja mi papá, un brote de gripe atacó a varios de sus modelos y parece que se quedaron cortos de personal. Y justo cuando tendrían varias sesiones para una campaña publicitaria. Pensé que podrías estar interesada.

– Hmm, suena bien. Aunque no sé si pueda ir, entre filmaciones y la escuela, mi agenda ya está apretada. – dijo Ichika. – Pero, podría decirles a algunas de mis hermanas, si quieres.

– Papá dijo que cualquier ayuda será valiosa. – dijo Fuutarou.

– Hablaré con ellas después de clases para ver si están disponibles. Si no, trataré de ver si encuentro algún espacio en mi agenda para ayudar un poco, ¿está bien?

– Gracias, de verdad lo aprecio. – respondió él.

En eso sonó la campana, y todos fueron a sus asientos, aunque Maeda y Takeda se quedaron con él por un momento, mirándolo con expresión intrigada.

– ¿Qué? – preguntó.

– Nada, sólo que... ustedes dos siguen llevándose bien, incluso después de haber roto. – comentó Maeda. Fuutarou simplemente se encogió de hombros.

– Bueno, ya les dije que no rompimos en malos términos. Simplemente no funcionó. – dijo el chico Uesugi. Decidió que como no quería seguir hablando de eso, sería mejor desviar la conversación. – Por cierto, y ya que estamos en ello, ¿a alguno de ustedes le interesaría trabajar de modelo en el estudio de mi viejo? Necesitan modelos de ambos sexos, después de todo, y les pagarán bien por las molestias.

– Ja, a mí no me veas, hermano. – Maeda se rio. – Yo no tengo cara para hacer de modelo, pero quizás este de aquí sí. – señaló a Takeda.

– ¿Yo? ¿Hacer de modelo?

– ¿Por qué no? Eres el más popular entre las chicas de nuestro año y quizás de toda la escuela. – dijo Fuutarou. – Les vendría bien alguien como tú. Y si no puedes, seguro debes conocer a alguien que sí podría, ¿no?

Takeda no parecía convencido del todo, pero no tuvieron tiempo de seguir conversando ya que estaba a punto de iniciar la siguiente clase. En cuanto a Fuutarou, él ya había cumplido con informarles, aunque fuese para enviarles uno o dos pares de manos extra al estudio de su padre para que pudieran ayudar.

Por su parte, él tenía otra cosa en la mente de momento, y eso era darle la mano a Yotsuba en el voleibol, aunque no fuese su área de mayor experticia.

Gimnasio de la preparatoria...

– Muy bien. Vamos, tú puedes hacerlo.

Se había estado diciendo esto a sí misma todo el rato, pero sin importar cuánto lo intentara, todavía no lograba recuperar su toque. Todos los balones que intentaba sacar terminaban golpeando la red. A raíz de eso, había decidido practicar sus remates, aunque eso era difícil cuando no tenías a alguien que pudiese colocarte el balón a la altura apropiada para poder saltar y golpear. Ahora toda la cancha estaba repleta de balones regados por todas partes, evidencia de sus fallos como jugadora.

Aunque había logrado convencer a la entrenadora de dejarle volver a las prácticas, todavía no había recuperado su puesto como titular, y tampoco se veía muy inclinada a dejarla participar en los partidos. Pese a que había resuelto sus problemas externos, los días sin practicar le pasaron factura, y ahora estaba teniendo dificultades para volver a ponerse en forma.

– Dios, ¿por qué me cuesta tanto? Esto nunca fue un problema para mí.

El resto del club se había marchado ya a casa, pero ella le pidió a Matsui que le dejara quedarse en el gimnasio una o dos horas más para seguir entrenando, así que le dejaron las llaves para que cerrara una vez que hubiese terminado. Desde luego, siendo el voleibol era un deporte que no se puede jugar solo, era mucho más difícil practicar de esa forma. Pero en ese momento, no veía otra cosa qué hacer.

Especialmente porque se acercaba un partido importante. Hasta ahora, habían tenido oponentes accesibles, pero su oponente en la próxima ronda sería la escuela privada St. Elmore. Donde estaba la mejor jugadora de toda la prefectura, Sanae Hayakawa.

– Tengo que ponerme de vuelta en forma. – se dijo con determinación, cogiendo otro balón. – Si no lo hago... no, no puedo seguir en la banca viendo como las demás hacen todo. Tengo que hacer algo por el equipo.

– Practicar sola no te servirá de mucho.

La repentina voz la hizo sobresaltarse. Al darse la vuelta vio a Fuutarou apoyándose contra la pared, con los brazos cruzados y viéndola con una expresión muy seria. ¿En qué momento entró? ¿Y cuánto tiempo llevaba allí?

– U-Uesugi-san. – La chica sentía que las manos le temblarían si no fuera porque en ese momento estaba agarrando un balón. – ¿Q-qué estás haciendo aquí?

– Me dijeron que te ibas a quedar más para entrenar. – dijo él simplemente. – Le pregunté a Matsui si podía venir a verte, y accedió. Debo decirlo... no me gusta mucho lo que estoy viendo.

– Jejeje, es comprensible. – replicó ella. – Ah, la verdad es que ya no sé qué hacer. Pensé que si trabajaba más duro que el resto podría recuperarme y volver a jugar. Ya no quiero ser más un lastre que sólo calienta la banca.

– El esfuerzo es admirable, pero lo estás dirigiendo mal. – El chico se acercó y le quitó el balón de las manos. – El voleibol no se puede jugar en solitario. Vamos, yo te ayudaré.

– ¿Eh? ¿Acaso tú juegas?

– Obvio que no, pero puedo colocarte los balones para que remates. – dijo él. – También, puedo pararme al otro lado para recibir tus saques. Será mucho más fácil si tienes un objetivo al cuál apuntar, ¿no crees?

Un objetivo al cuál apuntar... sí, ahora que lo pensaba, eso era lo que siempre le había faltado. Durante casi toda su vida, o al menos desde que su madre murió, siempre había estado perdida, sin rumbo, sin una meta real. Algo en lo cual concentrarse...

– Sí, tienes razón. – admitió finalmente. – Perdón por las molestias.

– ¿Qué estás diciendo? Vamos, ayúdame a recoger todos estos balones, rápido. – le dijo él.

Los dos empezaron a recoger los balones regados para echarlos en la cesta metálica, que movieron hasta un lado de la red para ponerlos al alcance. Hecho esto, Fuutarou cogió el primero y lo lanzó al aire. Yotsuba saltó para rematar, y Fuutarou se percató de que estaba golpeando con los ojos cerrados. Naturalmente, el balón salió desviado, y el chico volvió a tomar otro y lo levantó para ella. Otra vez, la chica saltó y trató de golpear con los ojos cerrados. ¿En qué diablos estaba pensando?

– Whoa, whoa, un momento. – le dijo. – ¿Estás tratando de golpear el balón con los ojos cerrados? ¿Qué te crees, la protagonista de un manga de deportes?

– Jejejeje... lo siento. – Yotsuba se rascó detrás de la nuca, claramente avergonzada. – Es sólo que me puse algo nerviosa, contigo aquí.

– Ah, cielos. – suspiró el chico cogiendo otro balón. – Vamos, tienes que enfocarte y mantener los ojos abiertos, sino obviamente no le vas a pegar.

Estaba tomando de vuelta su tono estricto que utilizaba cuando era su tutor. Casi lo echaba de menos, la verdad, pero eso de alguna manera le sirvió para sacudirse los nervios. Volvió a tomar su posición y sólo para estar segura, se golpeó las mejillas con las palmas. Fuutarou lanzó por tercera vez el balón al aire.

– ¡Ei!

Esta vez sí mantuvo los ojos bien abiertos y pudo golpear en la dirección correcta, salvo que se fue un poco lejos y cayó fuera de los límites de la cancha. Pero al menos era una mejora.

– Bien, eso estuvo mejor. – replicó él. – Sólo apunta más hacia abajo la próxima vez.

Yotsuba asintió, y Fuutarou lanzó otro balón al aire. Aunque le tomó unos cuantos intentos más, poco a poco comenzó a agarrar el hilo de nuevo, golpeando más fuerte y más hacia abajo, hasta que finalmente los balones comenzaron a caer en zona buena. Estaba recuperando su ritmo, y se sentía feliz cada vez que Fuutarou le decía "¡Bien!" al dar un remate certero.

Los dos continuaron así hasta que la cesta se vació totalmente, y después de volver a llenarla, la trasladaron a la zona de saque. Esta vez, Fuutarou se paró al otro lado de la cancha para recibir los balones. Básicamente, el objetivo era que ella apuntara hacia donde él estaba. No como si fuera un jugador del equipo contrario, sino simplemente como un objetivo en el cuál enfocarse.

– ¡Allá voy! – dijo mientras preparaba un saque con salto.

Al golpear el balón este salió un poco desviado, pero pasó lo suficientemente cerca de Fuutarou como para que este diera un gesto de aprobación, antes de moverse hacia el otro lado. Naturalmente, estaba poniéndola a prueba para ver si era capaz de controlar la dirección de sus saques y enviar el balón hacia donde quería que fuese. Tuvo algunos fallos, particularmente con el saque con salto, pero en general, no lo estaba haciendo tan mal, al menos a comparación de sus primeros partidos oficiales.

Era muy extraño; Yotsuba creyó que se derrumbaría teniendo a Fuutarou observándola todo el tiempo mientras entrenaba, pero en realidad, se sentía bastante tranquila. Por primera vez en mucho tiempo no se estaba preocupando por lo que podría salir mal, o por cometer errores. Simplemente estaba haciendo lo que tenía que hacer, lo que quería hacer.

No estaba sola. Podía apoyarse en él.

La cuarta Nakano continuó hasta que de nuevo la cesta de balones se quedó vacía. Mirando por la ventana, ambos notaron que el tiempo se había pasado volando y la tarde empezaba a caer. Recogieron los balones lo más rápido que pudieron y abandonaron el gimnasio, cerrando la puerta y entregando las llaves al conserje.

Normalmente, los dos hablaban bastante en sus caminatas a casa (o más bien, ella hablaba mientras él escuchaba), pero aquel día ella no se sentía particularmente conversadora. Era comprensible, ya que después de todo lo que había sucedido, todavía se les hacía un poco incómodo a veces retomar sus conversaciones como antes, y pasaría un poco de tiempo antes de que pudiesen hablar como solían hacerlo.

Sin embargo, Fuutarou se había tomado la molestia de venir a verla en el gimnasio y echarle una mano para que no tuviese que entrenar sola. Aún quedaban algunos días antes del próximo partido, y aunque no había garantía de que la dejarían jugar, no haría daño estar preparada.

– Bueno, hasta aquí te acompaño. – dijo él una vez que llegaron a la entrada del edificio Pentagon. – Nos vemos mañana.

– Ah, Uesugi-san, espera. – le dijo. El chico se detuvo y se giró para verla. – Um... ¿crees que... podrías venir mañana también al gimnasio? Después del entrenamiento, quiero decir.

– ¿Planeas quedarte entrenando más mañana? – dijo él. – Pero tenemos una sesión de estudio, ¿recuerdas?

– Ah, es cierto. – Yotsuba se golpeó la cabeza. Qué tonta.

– Aunque... no creo que haga daño si empezamos un poco más tarde, y compensamos el fin de semana. – dijo él, llevándose la mano a la barbilla. – Puedo reajustar el horario un poco, pero tendrás que decírselo al resto. ¿Podrás?

– ¡Claro que puedo! – exclamó ella. – Discúlpame si te causo molestias.

– Oye, no te agobies por eso. – replicó él. – Te dije que quería estar para ti si me necesitabas, ¿recuerdas?

Sí, eso le había dicho. Incluso aunque no se lo pidió hoy, el chico pudo ver que ella todavía necesitaba algo de ayuda adicional, y estaba dispuesto a dársela. Bueno, ella ahora acababa de pedirle que la ayudara mañana de la misma forma. ¿Estaría mal si abusaba de ello sólo un poco más?

– Cierto. – admitió ella. – En ese caso, ¿podrías seguir ayudándome todos los días en el gimnasio, al menos hasta el siguiente partido? No sé si me dejarán jugar, pero... quiero estar preparada, sólo por si acaso.

– Descuida. Si sigues esforzándote de ese modo, el resto del equipo lo notará. – dijo él. – Ya verás que pronto volverás a ser la misma del partido de práctica contra Honmoku.

Esas palabras le inyectaron una enorme dosis de confianza. Significaba tanto que él creyera en ella, que tuvo que contenerse el deseo de saltar y abrazarlo. Aunque no creía que eso le fuera a molestar, ambos habían decidido tomarse las cosas con calma de momento, así que ese gesto estaba fuera de discusión, por ahora.

– Gracias, de verdad. – le dijo. – Me voy a esforzar, lo prometo.

Y diciendo esto, ambos se despidieron, y él siguió su camino a casa mientras ella ingresaba al edificio, sintiéndose mucho más animada de lo que había estado desde el viaje a Kioto. Parecía que por fin las cosas comenzaban a mejorar para ella.

Cementerio de la ciudad...

Igual que todos los días 14 de cada mes, aquella mañana Itsuki había ido al cementerio a presentar sus respetos a la tumba de su madre. Sin embargo, aquel día en particular no había sido la única en ir a ese lugar.

Para cuando Yotsuba se había levantado, Itsuki ya se había marchado sola, como siempre lo hacía, y la cuarta hermana terminó saliendo tan deprisa que no se terminó la tostada, sino que se la llevó en la boca y terminó comiéndosela por el camino. Se fue con mucha prisa, esperando poder alcanzarla mientras todavía estuviera allí.

Afortunadamente, cuando llegó Itsuki todavía estaba frente a la tumba de su madre, haciendo su habitual rezo. La cuarta hermana se aproximó, y se aclaró la garganta para captar su atención.

– ¿Hm? ¿Yotsuba? – dijo al abrir los ojos y verla.

– Hey. ¿Te molesta si te acompaño? – replicó Yotsuba.

Itsuki se apartó para hacerle espacio y que ella también pudiera arrodillarse. Normalmente, la menor de las Nakano era la única que venía todos los 14 de cada mes, y sólo en el aniversario venían las cinco al mismo tiempo a presentar sus respetos, pero hoy, Yotsuba se sentía con ganas de querer conversar no sólo con su madre, sino también con Itsuki, ya que sabía que ella había sido la más apegada a Rena antes de que muriera.

– Oye, Itsuki. – le preguntó para romper el silencio. – ¿Cómo crees que se sentiría mamá si estuviera aquí ahora?

Itsuki volvió a abrir los ojos para ver a su hermana. Parecía un poco sorprendida por la repentina pregunta, y no era de extrañarse.

– ¿A qué te refieres? – preguntó.

– Lo que quiero decir es... bueno, con todo lo que ha sucedido, todos los problemas que causé... – Yotsuba todavía se esforzaba por mantener la compostura. – ¿Tú crees que... estaría molesta conmigo? ¿Incluso decepcionada?

Itsuki permaneció en silencio, como si meditase la respuesta. La hermana menor miró hacia la lápida con el nombre de su madre, y luego hacia el cielo brevemente, antes de girarse de nuevo hacia Yotsuba.

– Realmente no sabría decírtelo. – dijo Itsuki. – Después de todo, mamá muy rara vez tenía que disciplinarnos. Shimoda-san me ha contado que cuando trabajaba como profesora era muy estricta, y sabía aplicarles mano de hierro a los estudiantes problemáticos.

– Me habría gustado que nos enseñara. – comentó Yotsuba. – Tal vez ella habría podido disciplinarme mejor, y evitar que perdiera mi camino.

– Yotsuba, ¿por qué sigues preocupada por esto? – preguntó Itsuki.

Yotsuba la miró de nuevo, sin saber qué responder. A pesar de haberse desahogado con Fuutarou antes, era obvio que esos sentimientos no iban a desaparecer de la noche a la mañana. Todavía sentía que necesitaba hablar con sus hermanas al respecto, especialmente ahora que ya se habían calmado luego de aquella acalorada discusión del otro día.

– Cuando hice aquella promesa con Uesugi-san, quería ser la mejor para poder ayudar a mamá. – le dijo. – Después ella murió, y pensé que si seguía por ese mismo camino podría hacer que ella se sintiera orgullosa de mí. Sé que no es excusa para cómo las traté, pero...

– Oye, tú no eres la única que se vio afectada por la muerte de mamá. – interrumpió Itsuki. – Todas tratamos de lidiar con su partida lo mejor que pudimos. Quizás debimos hablar un poco más sobre ello.

Yotsuba estuvo de acuerdo con eso. La muerte de su madre las afectó tanto, que se les hizo muy difícil hablar al respecto, y trataban de no mencionarlo más de lo necesario. En retrospectiva, tal vez eso también agrandó la brecha entre ellas y contribuyó a que se separaran más a lo largo de los años.

– Si quieres mi opinión... no creo que mamá se habría enfadado contigo. – dijo Itsuki. – Ella nunca fue tan dura con nosotras cuando cometíamos errores, y creo que si te viera ahora, estaría feliz de que hayas recuperado el camino.

– No lo hice sola. – dijo Yotsuba. – Todas ustedes tuvieron que empujarme para que finalmente decidiera dejar de huir de mi pasado.

– Pero diste el paso, y eso es lo que importa. – señaló la menor. – A todo esto, ¿cómo van las cosas en el club de voleibol?

– Ya me dejaron volver a los entrenamientos, pero no sé si podré jugar en el próximo partido. – confesó Yotsuba. – Uesugi-san dijo que me ayudará a practicar después de clases, aunque tendrá que ajustar un poco el horario de estudio.

– Bueno, eso me suena a que tendremos horas extras el fin de semana. – dijo Itsuki pensativa.

– Perdón por eso. – se disculpó Yotsuba.

– Oh, no es que me queje, ni tampoco te estoy culpando. – respondió rápidamente Itsuki. – No está de más reforzar un poco de vez en cuando, y si es para ayudarte, tanto mejor. Y quizás, podríamos pedirle a mamá su bendición para que te dejen volver a jugar pronto.

Eso sonaba bien. Las dos hermanas volvieron a rezar en silencio, y Yotsuba le suplicó mentalmente a su madre que le ayudara. Realmente quería volver a jugar, se estaba esforzando por recuperar su filo, y aunque no había garantía de que la dejaran jugar en el siguiente partido, quería finalmente dejar de ser un lastre para el equipo. Como lo había sido para su familia.

– "No... no eres un lastre... nunca lo fuiste..."

– ¿Hmm? – Podría jurar que escuchó una voz susurrándole. Esa voz sonaba como... – ¿Mamá?

– ¿Qué pasa? – preguntó Itsuki, perpleja.

Yotsuba miró a su hermana, y luego alrededor, como si quisiera asegurarse de que no había nadie más cerca de ellas. Finalmente se encogió de hombros y le dijo que no era nada. Tal vez fuera sólo su imaginación, por ese deseo que tenía de que su mamá estuviera aquí para guiarla.

No sabía si sus ruegos serían escuchados, pero al menos por el momento seguiría esforzándose. Ahora sí tenía claro lo que debía hacer para que su madre estuviese orgullosa de ella.

Varios días después, en el domo deportivo...

Los días se sucedieron uno tras otro. Yotsuba continuó esforzándose en las prácticas más que nadie, quedándose un par de horas adicionales luego que todos se habían ido para seguir entrenando, mientras Fuutarou la acompañaba para supervisarla y ayudarla en lo que podía. Al principio el progreso era lento, pero poco a poco fue recuperando su ritmo. Y tanto sus compañeras como la entrenadora lo notaron.

Sin embargo, al llegar el día del partido, la entrenadora Kitano decidió que todavía no estaba lista para volver a ser titular, y aunque le permitió estar en la banca, le dijo que al menos por ahora no quería que el equipo dependiera de ella, y sólo entraría en caso de una emergencia. Hasta ahora se las habían arreglado relativamente bien sin ella, aunque en parte había sido porque los oponentes a los que se habían enfrentado no eran tan fuertes.

Hoy era diferente. Se estaban enfrentando a los campeones regionales, y pronto dejaron claro que la reputación de su jugadora estrella, Sanae Hayakawa, estaba bien merecida. Hayakawa era una estudiante de tercer año, bastante alta para su edad (posiblemente superando en estatura a todas las demás presentes a excepción de Akira), con cabello claro y ojos muy afilados. Su sola presencia era imponente, y eso se hizo notar en la cancha. Desde el banco, Yotsuba la veía jugar, y le surgía un deseo enorme de poder enfrentarse a ella. Ahora entendía por qué Iruka y Takki estaban tan empeñadas en querer derrotarla.

Las cosas no pintaban muy bien. Asahiyama había perdido el primer set por siete puntos de diferencia, y ahora en el segundo, aunque sólo iban perdiendo por tres, los ataques de St. Elmore, o para ser más precisos, de Hayakawa, eran implacables. Habían reforzado la defensa y gracias a eso se las habían arreglado para no quedarse tan atrás como antes. Pero St. Elmore estaba a sólo cuatro puntos de ganar este set, y si lo hacían, el partido sería suyo y ellas quedarían eliminadas.

Y allí estaba Yotsuba, aplanándose las sentaderas en el banco mientras el equipo sufría. La entrenadora Kitano le había dicho que no podría entrar a menos que hubiera una emergencia. ¿El hecho de que estaban perdiendo no contaba como una?

– ¡Punto para St. Elmore! ¡Cambio de servicio! – anunció el árbitro luego de que Hayakawa anotó con un remate poniendo el marcador 22-18 a favor de St. Elmore y recuperando el saque.

– ¡Ánimo, chicas, todavía podemos remontar! – gritó Yotsuba desde el banco, viendo que no podía hacer nada, pero las piernas le temblaban. El impulso de salir a la cancha era cada vez más difícil de contener.

Yotsuba vio cómo, mientras las jugadoras de St. Elmore se rotaban y se preparaban para sacar, Kotomi se acercaba a Matsui y le decía algo al oído, y tras unos segundos, la capitana del equipo asintió. Parecía que tenían un plan.

El árbitro dio el silbatazo para sacar, y en cuanto el balón vino a su lado de la cancha fue recibido por Matsui, que lo levantó lo más alto que pudo, para Kotomi, con la intención de hacer un ataque a dos tiempos desde la zona de atrás. Kotomi dio un enorme salto para golpear por encima de la línea de los tres metros, lo que claramente tomó desprevenidas a las jugadoras de St. Elmore, ya que ellas normalmente atacaban desde el frente junto a la red.

El ataque tuvo éxito y Kotomi logró anotar para ellas, pero tuvo un costo.

– ¡Aargh!

Kotomi puso mal un pie al aterrizar y de pronto se quedó en el suelo encogida, sujetándose el tobillo mientras gruñía de dolor.

– ¡Tiempo fuera! – gritó la entrenadora Kitano, mientras todas las demás corrían para ver cómo estaba Kotomi. – Ishihara-kun, ¿te encuentras bien?

– Ayayay, me duele... – se quejó Kotomi. Matsui y Rin la ayudaron a levantarse mientras cojeaba. Llamaron al oficial médico y tras quitarle el zapato y el calcetín se dieron cuenta de que se había inflamado muy seriamente.

– No podrás seguir jugando así. ¡Cambio de jugadora! – ordenó la entrenadora Kitano. – ¡Nakano-kun, empieza a calentar!

Yotsuba se quedó paralizada al oír su nombre. Y no fue la única: los espectadores y el equipo contrario también se quedaron en shock. No era una sorpresa, después de todo, tras su desempeño en los primeros partidos y su ausencia en los subsiguientes, probablemente no esperaban mucho de ella.

Pero de nuevo, la entrenadora dijo que entraría en caso de "una emergencia". Y una jugadora lesionada definitivamente contaba como una emergencia.

– Nakano-kun, ¿no me escuchaste? – preguntó la entrenadora, sacándola de su trance.

– ¿Eh? ¡Ah, sí claro! – Yotsuba se puso de pie de un salto y empezó a hacer estiramientos mientras sacaban a Kotomi de la cancha. Los médicos se la llevaron a la enfermería, pero no sin que antes le dirigiera algunas palabras.

– Contamos contigo. No nos defraudes.

Yotsuba simplemente asintió, y tras terminar su calentamiento y el tiempo fuera, todas volvieron a posicionarse en la cancha. El marcador estaba 22-19, y aunque todavía podían remontar, el que sus rivales estuvieran por delante les ponía mucha presión encima. Matsui le dijo que a partir de ahora intentarían hacer ataques a dos tiempos desde atrás cuando tuvieran la oportunidad. Ese era el plan que había discutido con Kotomi, pero le falló cuando ella tuvo ese mal aterrizaje.

Así que ahora dependía de ella. Sin presiones.

– ¡Va! – exclamó Rin, haciendo su saque de caída especial. Normalmente, esta táctica les servía para asegurarse un par de puntos, ya que el equipo contrario tardaba por lo menos unos tres intentos para agarrarle el ritmo y recibirlo correctamente.

Sin embargo, pasó lo impensable: la líbero de St. Elmore no sólo le encontró el tiempo preciso al primer intento, sino que la armadora pudo colocársela perfectamente a Hayakawa para que rematara.

– ¡No lo harás! – gritó Akira posicionándose para bloquear.

El bloqueo no logró devolver el remate, pero sí hizo que el balón se elevara sobre su lado de la cancha muy convenientemente. Matsui lo pidió y en una fracción de segundo le lanzó una mirada fugaz a Yotsuba antes de colocarlo para ella. La cuarta Nakano supo exactamente lo que tenía que hacer.

Las de St. Elmore tenían tanta confianza en su ataque que en ese momento estaban descuidando su defensa, dejando un hueco bastante evidente hacia donde podía apuntar. Recordando sus entrenamientos con Fuutarou, se imaginó por un momento que él estaba allí, en esa zona vacía, y golpeó con toda su fuerza apuntando hacia ese punto.

Por un momento creyó que se le había ido la mano, pero el árbitro marcó que el balón había caído en zona buena, aunque a casi nada de cruzar la línea. Con eso, el marcador quedaba 22-20, y mientras sus compañeras la felicitaban, las jugadoras de St. Elmore parecieron no inmutarse. Seguramente creyeron que sólo fue un golpe de suerte, además que todavía seguían arriba en el marcador.

– "No, no fue un golpe de suerte. Vamos, tienes que confiar más en ti misma." – se dijo mentalmente.

Rin volvió a sacar, y de la misma manera volvieron a recibirlo sin dificultades, colocándolo para Hayakawa. Esta vez remató con tanta fuerza que Akira no lo pudo bloquear, pero afortunadamente Takki se anticipó, lanzándose al suelo para recibirlo, y Matsui la colocó para Iruka de espaldas, que consiguió anotar también. Ahora sólo estaban a un punto de diferencia, y el peligro de perder parecía conjurado al menos temporalmente.

Rin decidió cambiar de táctica, optando esta vez por un saque con salto apuntando hacia una de las esquinas. La líbero del equipo contrario logró recibirlo, y de nuevo colocaron para un ataque por parte de Hayakawa, que esta vez apuntó hacia donde estaba Yotsuba. Afortunadamente, la Nakano consiguió recibirlo bien pese a que la tomó desprevenida, mandándosela a Matsui para que pudiese levantarla. Iruka corrió hacia el lado opuesto de la red para fintar, y en ese momento Yotsuba supo que estaban de nuevo haciendo una jugada de engaño para otro ataque desde atrás.

– ¡Lo tengo! – exclamó mientras saltaba, decidiendo el objetivo en una fracción de segundo antes de rematar.

Otra vez, faltó muy poco para que el balón cayera fuera de la línea, pero el árbitro volvió a declarar punto para ellas, y con eso el marcador quedaba igualado. Eso sólo les dio fuerzas, tanto a Yotsuba como al resto del equipo, ahora que habían logrado empatar y sólo necesitaban remontar para ganar este set. La Nakano se miró las manos: por primera vez en mucho tiempo sentía que podía lograrlo. No, que TODAS podían lograrlo. Al fin estaba ayudando al equipo, en lugar de ser un lastre para ellas.

– Podemos hacerlo... no, ¡vamos a hacerlo! – exclamó finalmente, al no poder contener más su energía. – ¡Vamos, chicas, sólo tres puntos más!

El grito pareció infundir fuerzas en todo el equipo, y de inmediato comenzaron a atacar con fuerza, logrando remontar con dos tantos seguidos de Yotsuba desde atrás. Aunque esto pareció encender a Hayakawa, que logró anotarles una vez frenando un poco su impulso, el set concluyó 23-25 a favor de Asahiyama, cuando hicieron una jugada de engaño haciéndoles creer a las de St. Elmore que volverían a atacar desde atrás con Yotsuba, en realidad le pasó el balón a Iruka, anotándoles el tanto ganador del set y con eso empatando el partido.

– ¡Buen trabajo todas! – las felicitó la entrenadora Kitano.

Todas comenzaron a chocar las manos. Antes del descanso, Yotsuba se dio cuenta que los cordones de uno de sus zapatos se habían desatado, y se agachó para atárselos. Mientras lo hacía, alguien se le acercó, y al levantar la mirada se percató que se trataba de Hayakawa.

Desde abajo se veía aún más imponente, y no pudo evitar tragar algo de saliva cuando la miró a los ojos. Vista de cerca parecía que podría perforarla con rayos láser o algo así.

– Así que tú eres Nakano. – le dijo. Yotsuba se puso de pie, y aun totalmente erguida era bastante alta, quizás tanto o un par de centímetros más que Fuutarou por su estimación.

– Eh, sí, soy yo. – replicó ella. No tenía idea de lo que querría, pero no se dejaría intimidar.

– Escuché que Asahiyama había conseguido una buena jugadora este año. – continuó Hayakawa. – Pero cuando vi tus primeros partidos, pensé que sólo eran rumores exagerados.

Yotsuba tragó saliva. No era de sorprenderse, después de todo sus primeros partidos fueron menos que estelares, y no hizo más que causarle problemas al equipo.

– Bueno... no me sentía muy dispuesta. – respondió la Nakano. – Estaba teniendo muchos problemas personales, y no podía concentrarme en el juego. O en nada realmente.

– Hmm, y he de suponer que ya habrás resuelto esos problemas, ¿no? – inquirió Hayakawa, cruzando los brazos.

– Eh... más o menos. – dijo Yotsuba. No podría decir que estaban "resueltos", pero al menos sí iba en camino de arreglar algunos de ellos.

– Estaba empezando a creer que ningún equipo sería pieza para nosotras en la prefectura, pero en cuanto entraste, se volvió interesante el partido. – Sonrió ligeramente. – No tienes tanto en estatura, pero rara vez veo a alguien capaz de saltar así, y con un remate casi tan fuerte como el mío.

– Eh... ¿gracias, supongo? – dijo Yotsuba, sin estar segura de si era un halago o una amenaza. Hayakawa se le acercó un poco más, y habló en voz más baja.

– Que te quede claro, no tengo intenciones de perder este partido, pero en lo que queda, espero que hagas que valga la pena.

Y sin decir más, se fue con sus compañeras, dejando a Yotsuba perpleja por un momento. Le llevó unos segundos asimilar lo que acababa de decir, y entendió que estaba viéndola como una oponente digna. Una oleada de emoción invadió a la Nakano, que de inmediato volvió a la banca con sus compañeras para el descanso antes de empezar el siguiente set.

– Hey, ¿qué te dijo Hayakawa? – preguntó Iruka.

– Pues... me dijo que hiciera que el resto del partido valiera la pena. – respondió Yotsuba. Iruka miró a la susodicha, y luego a Yotsuba de nuevo antes de sonreír.

– Grandioso, en ese caso, vamos a darle lo que pide. ¿Recuerdas lo que te dije, que se burló de mi estatura y de la de Takki el año pasado? Bueno, hoy es el día de la venganza, así que contamos contigo.

– ¡Dalo por hecho! – dijo Yotsuba chocando las manos con su compañera.

El descanso se pasaría volando. Yotsuba estaba ansiosa por volver a la cancha. Los atletas siempre se crecían al enfrentarse a un oponente fuerte, y con Hayakawa del otro lado, tendría que dar por encima de su 100% si quería ayudar al equipo a ganar. Y con el recordatorio del deseo de revancha de Takki e Iruka, tenía motivación adicional para ello.

...

Luego del breve descanso y el cambio de cancha, las jugadoras de Asahiyama se colocaron de nuevo en posición para iniciar. Esta vez le entregaron a Yotsuba el saque inicial para abrir el set, y la Nakano se percató de que Hayakawa se había colocado en la fila de atrás, pese a que durante todo el partido se había enfocado en hacer ataques cerca de la red. ¿Planeaban hacer ataques desde atrás también?

El silbato del árbitro para comenzar la sacó de su estupor, y lanzando el balón hacia el aire ejecutó un saque con salto. Lograron recibirlo, y la armadora colocó el balón para Hayakawa, que efectivamente ejecutó un ataque desde atrás, con tal fuerza y precisión que pasó rozándole el pelo a Yotsuba antes que pudiera reaccionar.

– ¡Punto para St. Elmore! – declaró el árbitro.

– ¡No te preocupes, Yotsuba! – gritó Matsui. – ¡Es sólo un punto!

Yotsuba no estaba nerviosa, aunque ese ataque realmente la tomó desprevenida. Así que también podía golpear desde atrás. Parecía que quería vencerlas en su propio juego y por eso las estaba retando. Tendría que estar mucho más atenta.

Cuando las de St. Elmore sacaron, el balón se dirigió hacia la esquina de Yotsuba, que logró recibirlo sin problemas. Matsui de nuevo se lo preparó, y la Nakano rápidamente vio un hueco en la fila trasera hacia donde apuntar, devolviéndoles el favor y con eso recuperando su saque rápidamente. Yotsuba le lanzó una mirada fugaz a Hayakawa, que pareció sonreír de lado. El desafío había sido aceptado.

A diferencia del primer set, que las estaban prácticamente aplastando, y en el segundo, que sólo pudieron mantenerse a la defensiva para evitar que se ampliara la brecha hasta que Yotsuba entró, esta vez los dos equipos se soltaron totalmente a la ofensiva. El balón iba y venía de ida y de vuelta, y la brecha de puntos era casi inexistente, pues por cada tanto que ellas lograban, St. Elmore se los devolvía por dos, y luego ellas hacían lo propio, provocando que el partido se escalara cada vez más.

La tensión en el aire iba en aumento. Hayakawa rara vez fallaba sus ataques, y cada vez que lo hacía Asahiyama tenía que aprovecharlo para volver a remontar. Aunque sólo había jugado el último tercio del segundo set y ahora el actual, Yotsuba se sentía como si hubiese estado todo el partido en la cancha, y no quería imaginarse cómo se sentirían sus compañeras al estar tan abrumadas con toda esa presión.

– "Deben estar exhaustas." – pensó. – "Con más razón debo aprovechar que todavía tengo energía."

Las cosas se complicaron cuando por pura reacción saltó intentando bloquear un remate de Hayakawa que puso el marcador 22-24. El golpe fue tan fuerte que casi la hizo caer de espaldas, pero afortunadamente Akira la agarró antes que chocara contra el suelo.

– Uff, gracias. – le dijo.

– Déjame los bloqueos a mí. – replicó Akira. – Lo último que necesitamos ahora es que otra de nuestras estrellas se lesione.

Yotsuba echó una mirada a Kotomi en la banca, que ya había vuelto de la enfermería con el tobillo vendado, y entendió lo que quiso decir Akira. Los remates de Hayakawa eran tan potentes que incluso ella, su mejor bloqueadora, tenía problemas para detenerlos. A lo mucho, sólo había tenido éxito un tercio de las veces, pero eso las había salvado ya en varias ocasiones.

– ¡Punto de partido! ¡Saque para el equipo de St. Elmore! – declaró el árbitro.

Un punto, sólo estaban a un punto de perder. Si les anotaban ahora, todo se habría terminado. ¿Acaso este sería su regreso a la cancha, una derrota?

No, no podía permitirlo. ¡No iba a permitirlo!

En cuanto sacaron de nuevo, Takki recibió el balón y Matsui nuevamente se lo colocó a Yotsuba, mientras Iruka actuaba como carnada para despistar a sus adversarias. Una de las pocas ventajas que aún tenían era que, a diferencia de St. Elmore, que concentraba casi todos sus ataques en Hayakawa, ellas contaban con dos que les permitían hacer más combinaciones, y eso era lo que les había permitido mantenerse hasta ese momento en el partido. Tuvieron éxito, y con eso el marcador quedaba 23-24, pero el peligro del punto de partido seguía latente.

La rotación volvió a poner a Rin en la posición número uno, donde intentó nuevamente el saque de caída especial como si esperara un milagro, pero lograron recibirlo y prepararon su ataque. Akira se colocó frente a la red para bloquear a Hayakawa cuando se dispuso a rematar, apenas logrando un bloqueo defensivo mientras el balón se elevaba por encima de ellas, amenazando con caer detrás de la línea final.

– ¡No lo permitiré! – exclamó Takki.

En vez de hacer una salvada tradicional de voleibol, a Yotsuba le pareció más bien que la líbero hizo una rara mezcla de barrida con una chilena que se verían más bien en fútbol, pero eso salvó el balón. Iruka no esperó a que se lo colocaran, sino que saltó de una para rematarlo al ver que se dirigía a la red, y logró anotar para ellas, logrando igualar el marcador. Habían quedado en un deuce, así que ahora tenían que anotar dos puntos seguidos para poder ganarles.

– ¡Tiempo fuera! – ordenó Matsui, y todas las jugadoras se reunieron para planear su estrategia. – De acuerdo, ya casi lo logramos, pero si no podemos bloquear los ataques de Hayakawa, no podremos ganar.

– Me sorprende que no hayan perdido fuerza, considerando que ha prácticamente llevado a cuestas a su equipo todo el partido. – comentó Akira.

– ¿Qué debería hacer? – preguntó Michiru, que era la que estaba ahora en la posición número uno para sacar. Matsui se puso a pensar por un momento, y miró hacia el otro lado de la cancha.

– Los saques no nos están ayudando mucho. Haz lo mismo de siempre, y déjanos el ataque a nosotras. – dijo Matsui. – Akira, aún puedes bloquear, ¿verdad?

– Las manos todavía no me duelen tanto como para que no. – replicó la aludida. – Mientras ustedes se concentren en atacar, yo detendré a esa titán.

– Eres la única que tenemos de nuestro lado que le llega cerca en estatura. – dijo Matsui. – Fuera de bromas, contamos contigo. Iruka, Yotsuba, ustedes dos se ocupan del ataque. Golpeen tan fuerte como puedan ese balón.

– ¡Sí, capitana! – exclamaron ambas al unísono.

Hasta ahora sus estrategias habían resultado relativamente bien, pero en su estado actual era un alto riesgo. Una vez que sacaron, de nuevo las de St. Elmore prepararon su ataque para Hayakawa, y Akira se colocó para bloquearla.

O eso pareció: mientras Akira estaba bloqueándola, la armadora del equipo contrario colocó el balón para la otra rematadora, tomándolas desprevenidas y anotando. Todas miraron estupefactas, y al voltear a ver a Hayakawa, que sonreía con satisfacción.

– No soy la única rematadora en mi equipo, no lo olviden. – les dijo, antes de chocar los cinco con su compañera. – Buen golpe, Kurachi.

Las de Asahiyama volvieron a tensarse. Habían cometido un error al centrarse tanto en Hayakawa que habían olvidado al resto. Probablemente las de St. Elmore lo habían hecho a propósito durante todo el partido para que se acostumbraran, y ahora pagarían por ello.

– ¡No se desanimen, todavía no hemos perdido! – gritó Iruka.

Yotsuba se puso alerta. Si Akira tenía cubierta a Hayakawa, quizás alguna de ellas debería fijarse en Kurachi. Quizás, debía ser ella misma quien lo hiciera.

En cuanto dieron el silbatazo, el saque les vino desde encima, fácil para recibirlo y prepararlo. Matsui se lo envió a Iruka, que remató tan fuerte como pudo logrando volver a empatar, y volvieron a rotarse tras recuperar el saque. Una mirada fugaz de Matsui le indicó a Yotsuba que el próximo ataque, cuando lo hicieran, sería de ella.

– "Kurachi o Hayakawa... ¿quién de las dos lo hará?" – se preguntó mientras alternaba miradas entre una y la otra.

El ataque fue para Hayakawa, y afortunadamente Akira logró hacerle un bloqueo defensivo, permitiéndole a Takki recibir el balón, y a Matsui colocárselo. Al saltar para golpearlo, Yotsuba encontró que Hayakawa intentaba bloquearle, así que retrasó el golpe un segundo para pasárselo por un lado y lograr con eso anotar el punto de ventaja que necesitaban. El marcador ahora estaba 25-26 a favor de Asahiyama. Todas lo celebraron de inmediato, por fin estaban arriba.

Un punto más, sólo uno más, y ganarían. A pesar de eso, las de St. Elmore no parecían desanimarse en lo más mínimo, y es que con un solo punto de diferencia nada estaba escrito. Tenían que anotar para sellar el partido de una vez. De nuevo sacaron, y las de St. Elmore colocaron el balón para Hayakawa. A Yotsuba le pareció que ese fue el remate más fuerte que había dado en ese partido, ya que atravesó las manos de Akira. Por un milagro, Takki consiguió lanzarse y recibirlo. Matsui lo colocó para Iruka, que remató de inmediato, pero la líbero contraria también consiguió salvarlo. La armadora la colocó, e instintivamente Akira fue a bloquear a Hayakawa, pero el ataque no sería de ella, sino de Kurachi.

– ¡No lo harán!

Yotsuba no supo qué la impulsó a moverse, pero a pesar de que intentaron hacer un engaño, ella correctamente se había anticipado a que el ataque sería de Kurachi. Los ojos de ambas apenas se cruzaron por un segundo con la red separándolas mientras la Nakano saltaba alzando las manos para bloquear el remate. Concentrando toda su fuerza y determinada a ponerle fin a este encuentro de una vez, forzó el balón a irse al suelo del otro lado de la cancha. El silencio se apoderó de todas ellas, hasta que el árbitro lo rompió sonando su silbato.

– ¡Punto de set y partido! ¡25-27, la victoria es para Asahiyama!

Ganaron... habían ganado. Realmente habían ganado el partido, y contra las campeonas regionales. Yotsuba estaba tan ida tratando de asimilar lo que acababa de pasar, que no se dio cuenta hasta que todas las demás, incluyendo las de la banca (excepto Kotomi) se le abalanzaron encima y le hicieron montón abrazándola y gritando de júbilo.

– ¡Lo logramos, bien hecho, Yotsuba!

– ¡Excelente bloqueo, fue espectacular!

– ¡Eres la heroína del día! ¡Anotaste el punto del partido para nosotras!

– ¡Qué gran regreso!

Yotsuba tardó un poco en asimilarlo todo, los gritos de sus compañeras se volvían cada vez más entremezclados e ininteligibles, pero el sentimiento era claro. Habían ganado el partido, y ella había podido contribuir a lograrlo. Hacía mucho que no experimentaba esta sensación de triunfo, pero en vez de sentir que se quería adjudicar el crédito por la victoria, decidió que debía compartirlo.

– No, no fui yo. Todas lo logramos, juntas. – les dijo. – Gracias, gracias a todas por confiar en mí.

El festejo y las felicitaciones siguieron por un rato, hasta que las obligaron a formarse para saludar al equipo contrario dándoles la mano como era costumbre. Cuando Hayakawa se puso frente a ella, la jugadora estrella de St. Elmore no parecía enfadada por haber sido derrotada. Les estaba dirigiendo una mirada de respeto y dignidad.

– Realmente eres buena. – le dijo. – Qué pena que no hayas jugado el año pasado.

– Jeje, bueno, es que tenía muchas cosas que hacer. – dijo Yotsuba, rascándose detrás de la cabeza.

Hayakawa no dijo más nada, pero se acercó a Iruka y Takki, que la miraron con algo de aprehensión por razones bastante obvias. Sin embargo, igual que con Yotsuba, les ofreció la mano como buena deportista, y ellas lo aceptaron.

– Veo que ustedes dos se han crecido desde el año pasado. – les dijo. – Claramente las subestimé.

– ¿Significa que te retractas de lo que dijiste? – dijo Iruka. – ¿Por burlarte de nuestra estatura?

– Hmm... sí, por supuesto. Me... disculpo por lo que les dije. – respondió Hayakawa, al parecer algo avergonzada pero sin perder la dignidad.

– Las pequeñas también podemos. – agregó Takki. – Fue lo que te dijimos, ¿no?

– Claro. Pero bueno, dejando eso de lado, más les vale que vayan a las nacionales. Me sentiré muy enfadada por haber perdido contra ustedes si no lo hacen, ¿les quedó claro?

– Ten por seguro que lo haremos. – dijo Iruka. – Tenemos el mejor equipo, ¿no es así, Takki? ¿Yotsuba?

– Por supuesto. – dijo Yotsuba. – Les vamos a enseñar a todos.

El partido por fin había terminado, y aunque sólo habían avanzado a las semifinales y todavía tenían que ganar dos partidos más antes de ir a las nacionales, después de que le ganaron al equipo más fuerte de la prefectura, las jugadoras de Asahiyama estaban seguras de que ahora tendrían el camino libre.

Aunque las otras la invitaron a celebrar juntas (después de llevar a Kotomi al hospital para revisar su tobillo), Yotsuba les dijo que volvería a casa por su cuenta, ya que tenía otras cosas que atender. Era extraño; pese a lo intenso del partido (y de haber jugado poco menos de la mitad), no se sentía realmente tan cansada.

En tal caso, mejor poner esas energías a buen uso en el estudio, ya que tendrían un par de días de descanso antes del próximo partido.

Residencia Uesugi...

Fuutarou había pasado las últimas horas preparando el material de estudio para el fin de semana. Muy a su pesar, no había podido asistir al partido de Yotsuba, y ninguna de las Nakano estaba libre para hacerlo en su lugar e ir a apoyarla, así que no habría forma de saber cómo le fue hasta que se vieran para estudiar al día siguiente.

Aun así, el chico no estaba preocupado. Había estado ayudándola a entrenar después de las horas regulares toda la semana, y aunque le llevó un poco de esfuerzo, la cuarta Nakano había recuperado su filo poco a poco. Él estaba seguro de que ella haría un buen trabajo... en el caso hipotético de que le permitieran jugar.

– ¿Hmm? – El pitido y vibrador de su teléfono lo detuvo de escribir por un rato. Al revisar, se dio cuenta que se trataba de un mensaje de Takeda. – ¿Y esto?

El mensaje venía con algunos videos adjuntos, y únicamente decía "Creo que querrás ver esto." Tardó un poco en reproducirlos, pero se dio cuenta de lo que era rápidamente. Era el domo deportivo, donde se llevaban a cabo los partidos del torneo regional de voleibol. Seguro que fue para apoyar a su prima.

Parecía haber conseguido un buen lugar para grabar el partido, ya que no le era difícil distinguir a las jugadoras, pero no le dio mucha importancia hasta que una de las de Asahiyama aparentemente se lesionó al dar un mal aterrizaje, y entró Yotsuba para suplirla. Hasta ese momento parecían estar teniendo problemas, pero a partir de allí la marea cambió totalmente.

Estaba viendo a la Yotsuba del partido de práctica contra Honmoku. No, más que eso, estaba jugando todavía mejor que en ese entonces. Sus oponentes fueron duras y dieron pelea hasta el final, pero Yotsuba persistió, y al final ganaron siendo ella la que anotó el tanto que selló el partido. Después de aquel inicio tan aparatoso, no habría podido tener un mejor regreso, especialmente contra las oponentes que le tocaron.

– Bien hecho, Yotsuba. Qué lástima que no pude verlo en vivo. – se dijo mientras sonreía.

Por un momento pensó en mandarle un mensaje para felicitarla, pero luego decidió que sería mejor hacerlo en persona. Tal vez incluso llevarle un regalo, algunos panecillos o galletas de la panadería, para celebrar su triunfo. Después tendría que preguntarle a su madre si quedaba algo de las ventas de hoy.

– Parece que por fin has vuelto a ser la de siempre. Eso me alegra.

Aunque él sabía que los problemas de Yotsuba no se irían así sin más, era bueno verla regresando a la normalidad. Y más importante aún, estaba feliz de haber podido hacer algo para ayudarla a volverse a levantar.

Ahora sólo faltaba que pusiera esa misma energía en el estudio.

Esta historia continuará...

(-0-)

OMAKE – El fin de semana de estudio de Itsuki

Itsuki Nakano siempre había tratado de ser responsable con sus deberes, así que durante las sesiones de estudio trataba de esforzarse al máximo y mantener las quejas al mínimo.

Aunque eso no quería decir que no tuviera sus momentos de querer escapar un poco de los estudios. Particularmente, fue un poco inconveniente tener que estudiar este fin de semana, ya que en el restaurante de los hermanos Aldini iban a introducir un nuevo menú para el verano, y le preguntaron si quería ayudarles como catadora. Habría aceptado gustosa, pero lamentablemente no podía escaparse de esta sesión de estudio.

Bueno, la sesión como tal no había empezado, pero aún tenía que hacer buena parte de la tarea que le había dejado Fuutarou. Ya había terminado con Ciencias y Matemáticas, y ahora mismo se encontraba haciendo una traducción de un texto de Inglés.

– Hmm... ah, cielos, tanto estudiar está haciendo que me dé hambre. – dijo dejándose caer. – Nino, ¿ya terminaste esos bocadillos?

– Cinco minutos para salir del horno. – replicó la segunda hermana. – Y unos pocos más para enfriarse, ya que cuando salgan estarán ardiendo.

Itsuki se puso de pie y se dejó caer en el sofá. Tenía hambre, sí, pero no tanta como para querer quemarse la boca y la lengua. Ya llevaba casi dos horas ininterrumpidas de estar enfrascada en su tarea, así que tomarse un receso de diez minutos no le haría daño. Cogió su teléfono y se puso a navegar por las aplicaciones.

En eso, recibió una notificación de mensaje. Era de los hermanos Aldini, o concretamente de Isami, que le estaba enviando un archivo adjunto con una imagen y una receta. Desde que perdió aquel pequeño duelo culinario, Nino tomó un poco de interés en aprender más de comida italiana, y ellos ofrecieron enviarle algunas recetas sencillas que podría probar para practicar, usando desde luego a Itsuki como intermediaria. Bajo condición, desde luego, que no las compartiera públicamente, manteniéndolas dentro de su pequeño círculo.

– Oye, Nino. Isami-kun acaba de enviar otra receta. – avisó Itsuki.

– Compártela conmigo, después la veré. – replicó Nino. – No puedo quitar la vista de aquí.

Itsuki hizo lo que le dijeron, y le retransmitió el archivo a Nino vía mensaje. Aunque no sin antes echar un vistazo, y se dio cuenta que se trataba de otro postre. El título decía "castagnole", y en la imagen había algunos buñuelos redondos espolvoreados con azúcar. Se veían realmente deliciosos.

– Ah, ojalá y pudiera prepararlos yo misma. – suspiró.

Odiaba admitirlo, pero envidiaba un poco a su hermana y a los Aldini por ser tan buenos en la cocina, mientras que ella sólo sabía preparar arroz (con la máquina), y sólo era buena para comer. Tal vez, cuando tuviera algo de tiempo, les debería pedir que le enseñaran algo, algo sencillo que pudiese hacer ella misma, para hacerse bocadillos personales de vez en cuando.

Quizás podría hacerlo durante las vacaciones de verano, ya que tendrían tiempo de sobra para eso.


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