Viaje a Kioto, Parte 2

Kioto, en el camino hacia la cima...

– Ichika... no es posible que no sepas de lo que hablo. Fuiste tú la que me dejó esa nota en las termas, y querías verme bajo la campana a medianoche. ¿Acaso lo niegas?

– Te lo juro, yo nunca te dejé notas, ¿y por qué iba a querer salir a medianoche de la posada?

El chico apretó el puño. ¿Por qué lo negaba? Tenía que ser ella, ¿quién más podría haber sido? ¿O acaso una de sus hermanas se disfrazó de ella para hacerle creer que era Ichika cuando lo besó?

Y entonces, los engranajes de su cerebro echaron a andar. Parecía improbable, pero... ¿y si eso era exactamente lo que había sucedido? Más aun, ¿y si la que lo había besado había sido...?

– No... – murmuró el chico, llevándose una mano a la boca para contener su aliento, mientras dentro de su cabeza las piezas del rompecabezas comenzaban a juntarse, y las implicaciones de ello no le estaban gustando para nada. – No es posible que...

– Fuutarou-kun, ¿quieres explicarme desde el principio? – preguntó la chica. – No entiendo todo lo que sucede, pero no me gusta nada tu cara. ¿Qué sucedió exactamente?

Pasaron unos segundos antes que Fuutarou volviera a mirar a Ichika. La expresión confusa en los ojos de la pelirrosa le hizo preguntarse por un momento si sólo estaba actuando para despistar, o si realmente no tenía idea de lo que sucedió. Una parte de él se sentía avergonzado de desconfiar de ella, pero era la única forma de estar seguro.

– El primer día cuando estábamos en las termas de su abuelo, tú... es decir, una de ustedes, me dejó una nota en la mano, diciéndome que fuera a verla a medianoche bajo la campana. En ese momento me pareció ridículo así que no le di importancia, pero...

– ¿Pero? – preguntó Ichika. Hizo una pausa para respirar y decírselo de frente.

– Por la letra, asumí que habías sido tú. – admitió. – Sonará extraño, pero me he fijado mucho en la caligrafía de cada una de ustedes cuando estudiamos. Aparte, ¿quién más si no tendría razones para citarme a esa hora?

- Bueno, yo lo haría si pudiera permanecer despierta a esa hora. – bromeó ella, como si intentase aliviar la tensión. No ayudó mucho realmente, pero él lo apreciaba de todos modos.

– Después, el segundo día, encontré otra nota cuando salía del vestidor. Misma letra y citándome en el mismo lugar, pero esta vez con más urgencia. – dijo. – Así que esa noche, en contra de todo mi juicio, salí de la posada y fui a la campana. Y allí...

Ichika esta vez no dijo nada, pero escuchaba muy atenta a todo lo que él decía. En ningún momento le desvió la mirada ni tuvo la más mínima reacción, lo que para él era una señal de que, muy probablemente, no le estaba mintiendo.

– Ichika... dime la verdad. ¿Realmente no fuiste tú? ¿No me dejaste esas notas para ir a verte por la noche bajo la campana?

– No, te lo aseguro. ¿Por qué piensas que fui yo?

– Porque tú... bueno, quienquiera que haya sido, salió cubierta con un sombrero que estoy seguro que era tuyo. Lo has usado muchas veces en nuestras citas, ¿no? Pero ahora que lo pienso, cualquiera de tus hermanas podría haberlo tomado para hacerse pasar por ti, ¿verdad?

– ¿Pero por qué iban a...? – Ichika en ese momento se llevó la mano a la boca, y sus ojos se abrieron de par en par, como si se acabase de dar cuenta de algo. – Aguarda... ¿dijiste que fue durante la segunda noche?

Fuutarou lo confirmó con un asentimiento. La expresión sorprendida de Ichika se tornó reflexiva por un momento, meditando sobre lo que le acababa de decir. Pasó un buen rato antes que la Nakano mayor decidiera finalmente mirarlo a la cara otra vez.

– Fuutarou-kun... en el caso de que tengas dudas, puedo probarte que tengo una coartada para ese momento. Las demás pueden confirmarte que a esa hora estuvimos hablando con papá. Excepto por...

El chico Uesugi se cruzó de brazos sin decir una sola palabra. Sin embargo, toda su atención estaba enfocada en la chica, pues estaba muy intrigado por lo que tenía que decir.

...

Si había algo que a Ichika Nakano le encantaba hacer cuando no estaba de actriz, eso era dormir. Tenía el sueño muy pesado y rara vez se despertaba por la noche, a menos que la perturbasen de alguna manera, o tuviera alguna preocupación latente.

Aquella noche, era lo segundo, y por eso se despertó cuando una de sus hermanas accidentalmente la tocó cuando se paró a toda prisa.

Hmmm... ¿qué pasa? – preguntó apenas entreabriendo un ojo.

Ah, perdón... es que necesito ir al baño.

Aún sin mirar en la oscuridad, reconoció al instante que se trataba de Yotsuba, y unos segundos después la vio salir del cuarto a toda prisa. Ichika se incorporó lentamente y tras frotarse los ojos y bostezar, miró a las otras tres que en ese momento se encontraban acostadas en sus propios futones. Se sentía un poco mal por despertarlas así, pero tenía algo importante que decirles a todas.

Chicas... despiértense un momento.

Hmm, más vale que esto sea bueno. – gruñó Nino con voz quejumbrosa. – Necesito mi descanso de belleza.

Miku se levantó también sin decir una palabra, pero Itsuki tardó un poco en despegarse de su almohada, murmurando algo de "Mamá, sólo un bocado más" antes de despertarse también por completo.

¿Qué quieres, Ichika? – preguntó la menor, al parecer enojada de que interrumpieran su sueño. – ¿Tienes idea de la hora que es?

Lo siento, de verdad. – se disculpó. – Pero necesitamos hablar. No había tenido oportunidad de decirles esto, pero quería pedirles que me ayudaran.

¿Ayudarte con qué? – preguntó Nino. Ichika respiró profundamente antes de hablar.

¿Recuerdan cuál era nuestro plan original? ¿Decirles a los profesores en la escuela que hicimos trampa en los exámenes para que nos transfirieran junto con Yotsuba?

Sí, pero ella nos delató para que no lo hiciéramos. – replicó Itsuki. – Y de todos modos ahora es un punto muerto, porque regresará con nosotras, ¿no?

La verdad... no creo que esa sea una buena idea. – dijo Ichika.

Ya se esperaba una expresión de asombro o un grito ahogado de parte de sus hermanas, que intercambiaron miradas sorprendidas. Naturalmente, la primera en protestar fue Nino.

¿Qué quieres decir? ¿No se supone que todo este tiempo se esforzó para que podamos estar todas juntas de nuevo? ¿Y vas a mandar todo lo que se esforzó al cuerno?

No estoy diciendo eso. – se defendió Ichika. – Sé que Yotsuba se ha esforzado mucho durante todo este tiempo. De hecho, ¿no se han dado cuenta que desde que se transfirió a Asahiyama ha cambiado mucho, y ahora es muy diferente a como solía ser en Kurobara?

De nuevo, las hermanas menores intercambiaron miradas entre ellas. La única que parecía querer protestar era Nino, pero se quedó con las palabras en la boca y no pudo refutar nada. Ichika aprovechó el impulso para continuar.

Piénsenlo. Desde que entramos a Kurobara, Yotsuba ya casi no quería pasar tiempo con nosotras. Y cuando le ofrecíamos ayuda, nos decía que no nos necesitaba, que podía hacerlo todo ella por sí sola. De hecho, parecía muy orgullosa de sí misma cuando lo decía, ¿no creen?

»Pero mi punto es, siempre me pareció que Yotsuba trataba de abarcar más de lo que podía. Metiéndose a todos los clubes deportivos, y equilibrarlo con los estudios. Siempre trataba de hacer demasiadas cosas y nunca le alcanzaba el tiempo.

Eso es cierto. – asintió Miku. Nino e Itsuki por su parte parecían seguir dudando. Para ninguna de ellas era un secreto que su cuarta hermana parecía estar distanciándose de ellas, no sólo en la preparatoria sino incluso desde la secundaria.

Pero desde que se transfirió, incluso aunque no vamos a la misma escuela, ahora pasa más tiempo con nosotras en casa. – prosiguió Ichika. – De hecho, he notado que últimamente parece irle mejor en todo lo que hace. En los estudios, y también en los deportes. Es como si hubiese encontrado el equilibrio que le faltaba a su vida.

Bueno, la verdad es que ya no se agobia tanto como antes. – dijo Itsuki. – ¿A qué creen que se deba?

¿Qué no es obvio? – intervino Nino. – Yotsuba está mucho más centrada desde que empezó a estudiar con Uesugi. Odio admitirlo, pero él parece haber influido de manera positiva en ella.

Exactamente. – dijo Ichika. – Fuutarou-kun es el tipo de persona que Yotsuba necesitaba en su vida. Alguien que pudiera enseñarle a ordenar sus prioridades, a ser más organizada. Y eso además tuvo el efecto de que parece haber vuelto a conectar con el resto de nosotras. Si ella vuelve a Kurobara, las cosas volverán a ser como antes.

De nuevo, las hermanas intercambiaron miradas entre ellas. No hacían falta palabras para entender que "las cosas volvieran a ser como antes" no parecía un buen prospecto para ninguna de ellas.

¿Y qué propones que hagamos? – dijo Nino cruzándose de brazos.

Ichika respiró profundamente. En teoría, el plan era muy sencillo, pero decírselos a las demás no sería tan fácil. Tenía que elegir cuidadosamente sus palabras para que la apoyaran en esto.

Cuando terminaron las clases, fui a hablar con papá. Le dije que sería mejor que Yotsuba se quedara en Asahiyama, y que yo misma también estaba dispuesta a transferirme. En ese momento, me dijo que no debía tomar la decisión tan a la ligera, pero tal vez, si habláramos todas con él, podríamos convencerlo. Ese era el plan original, después de todo. ¿Ustedes qué opinan?

Las tres hermanas restantes volvieron a intercambiar miradas. Ichika pudo ver que se lo estaban pensando profundamente. Después de un rato, Miku fue la primera en alzar la mano.

Me anoto.

Yo también. – la secundó Itsuki. – Es por Yotsuba.

Ah, qué remedio. – terció Nino. – Deberíamos haberlo hecho desde el principio y evitarnos las complicaciones.

Ichika sonrió al ver que tenía todo el apoyo de sus hermanas. Eso completaba la parte uno de su plan. Ahora, faltaba la parte dos, y la más difícil, pero antes de poder decir nada al respecto, Nino volvió a tomar la palabra.

Deberíamos ir y hablar con él mientras podamos. – dijo la segunda hermana. – De hecho, yo digo que lo hagamos ahora.

¿Qué, ahora mismo? – preguntó Ichika.

Seguramente debe estar dando un paseo nocturno por el jardín. Si esperamos demasiado se escapará con el trabajo y no tendremos tiempo de decirle. ¿Quién está conmigo?

...

Fuutarou terminó de escuchar el relato de Ichika. No se había distraído ni por un segundo, sino que asimiló cada una de las palabras que salieron de su boca. Ya sabía que ella y sus hermanas habían convencido a su padre de transferirlas para que Yotsuba no tuviera que hacerlo. Lo que no le dijo fue cuándo tuvieron dicha conversación.

Y precisamente, ese era el detalle importante aquí. Si Ichika decía la verdad (y él no creía que tuviese razones para mentirle), eso significaba que en el momento en que a él lo besaron bajo la campana, ella estaba hablando con su padre, junto con el resto de sus hermanas que podrían corroborar su coartada. Pero eso también significaba que una de ellas no estaba allí en aquel momento. Así que, juntando las piezas, todo indicaba que...

– No lo entiendo. – dijo Fuutarou. – Entonces... ¿eso significa que fue Yotsuba la que me besó? ¿Ella fue la que me dejó esa nota para que fuera a verla?

Así era. La caligrafía de las notas no se parecía a la de Yotsuba, y el sombrero que llevaba puesto junto con el pañuelo estampado de leopardo aquella noche, él sabía que eran de Ichika, pues los había usado en algunas de sus citas.

Si era por la ropa, Yotsuba fácilmente podría haberla "tomado prestada", tal vez incluso devolviéndola a su lugar una vez que ya no la necesitaba. Y en cuanto a la caligrafía, había una posibilidad, aunque fuese ínfima, de que la hubiese copiado. De hecho, una parte de él empezaba a sospechar que podría tal vez haberla ensayado cientos de veces, copiando las líneas hasta que le salieran lo más idénticas posibles.

– ¿Acaso Yotsuba estaba intentando hacerme creer que eras tú? ¿Por qué haría eso?

– La verdad no lo sé. – respondió Ichika. – Tendrás que preguntárselo tú mismo.

Oh, claro que planeaba hacerlo. La chica del lazo tenía muchas preguntas que responderle. Sin embargo, al menos esto aclaraba una de sus dudas. Ahora entendía por qué el beso bajo la campana se había sentido tan diferente a los demás que Ichika le había dado durante sus citas.

Y esa revelación hizo que le diera un torrente de emociones. Una parte de él estaba feliz de saber que su primer beso había sido con alguien que le gustaba. Pero la otra, que en ese momento era la dominante, estaba muy, muy enojada. Yotsuba ni siquiera había tenido el valor de confrontarlo de frente, sino que se hizo pasar por su hermana. Lo cual no le agradó en lo más mínimo, por varias razones.

– "Yotsuba... tú y yo tendremos que hablar muy seriamente."

En otra parte, al mismo tiempo...

Mientras Fuutarou se había quedado atrás con Ichika, el resto de las quintillizas había continuado su camino hasta la cima de las puertas infinitas y llegado al templo Inari. Miku se había agotado fácilmente, así que Yotsuba se había visto forzada a cargarla en la espalda para evitar retrasos.

Unos minutos después de separarse de ella, Ichika les dijo que se iría por su cuenta y que si lo preferían podían ir a donde ellas quisieran. A raíz de eso, las demás decidieron hacerle caso, y quedaron de verse de vuelta en el hotel al atardecer, eligiendo cada una su propio destino para pasar el resto del día.

Yotsuba había decidido visitar el templo de Kiyomizudera. El porqué, no estaba segura, pero parecía que había algo que todavía la ataba a ese lugar. El puesto de recuerdos donde había comprado los cinco amuletos aquella vez todavía seguía allí, incluso siendo atendido por la misma anciana que hacía casi seis años.

– ¿Se te ofrece algo, jovencita?

– ¿Eh? – La pregunta la sacó de su trance. – Disculpe, ¿me habla a mí?

– Llevas un rato allí. ¿Hay algo que se te ofrezca?

– No, no, para nada. Sólo estaba mirando, disculpe. – dijo la chica moviendo las manos frenéticamente y riéndose nerviosa.

La anciana se acercó inquisitivamente para mirarla. – Hmm... oye, me resultas un poco familiar. Ah, ya recuerdo. Compraste cinco amuletos hace ya seis años, ¿verdad?

El listón de Yotsuba se paró. ¿Cómo podía la anciana reconocerla desde hacía tanto tiempo, y con tantos clientes que debería haber tenido?

– Vaya, has crecido mucho, jovencita. ¿Te sirvieron los amuletos que compraste? Rara vez algún comprador vuelve aquí para agradecer o quejarse de que no funcionaron.

Yotsuba se rio nerviosamente. – La verdad es que... bueno, supongo que me sirvieron por un tiempo, pero después... no quise depender más de la suerte.

– No me digas. – dijo la anciana. – Bueno, hay mucho más en esta vida que la suerte, después de todo. Los amuletos no sirven de nada si no te esfuerzas para conseguir lo que quieres.

Yotsuba no tenía el corazón para decirle que en realidad no le sirvieron de mucho. Después de todo, se había esforzado más que ninguna de sus hermanas, o al menos eso era lo que pensaba. La suerte no tuvo nada que ver en ello; simplemente fue ella quien tomó malas decisiones, de abarcar más de lo que podía.

– ¿Y qué hay del chico que te acompañaba ese día? – preguntó la anciana. – Al parecer, también quería tener éxito en los estudios igual que tú.

– Ah, él está muy bien. De hecho... diría que le fue bastante mejor que a mí. – dijo Yotsuba.

Al menos, le había ido mejor académicamente hablando. Se había convertido en un excelente estudiante, pero eso fue a costa de volverse un asocial y un solitario, todo por estar tan enfrascado en sus estudios. Había cumplido su promesa, ¿pero a qué precio?

Era... deprimente verlo así, por no decir más, y fue por eso que ella trató en lo posible de alegrarle un poco la vida. Lo cual incluía además apoyarle para que fuese feliz con alguien que lo amara, aunque no fuese ella.

– Sabe, ya que estoy aquí, ¿podría darme dos de esos, por favor?

Señaló a donde estaban colgando los amuletos en-musubi. Amuletos para éxito en el amor.

– ¿Oh? Ya veo, ¿así que tienes a alguien especial? ¿Será acaso ese niño con el que viniste hace seis años...?

– ¿Qué? ¡No, no, para nada! – negó ella frenéticamente. – En realidad son para mi hermana y su novio. Quiero darles buenos deseos, usted sabe.

La anciana le lanzó una mirada inquisitiva, pero al parecer se tragó su excusa. Luego de pagarle por los amuletos y dar las gracias, se alejó de allí rápidamente, y una vez que estuvo fuera de vista, se quedó mirando su compra fijamente.

Había comprado esos amuletos por un impulso momentáneo. La verdad no podía creer que la anciana hubiera asumido de buenas a primeras que ella y su "amigo de la infancia" ahora eran novios, y una parte de ella se lamentaba de que no fuera así. Pero no tenía sentido lamentarse por ello. Ella había tomado su decisión de no actuar, y él ahora estaba con Ichika. Eso era lo que ella quería, que él fuese feliz con quien quisiera.

Aunque constantemente se repetía que estaba feliz por ellos y que apoyaba su relación, siempre había una vocecita detrás de su cabeza regañándola por no haber hecho nada. Ella conoció a Fuutarou primero, pasó más tiempo con él, hicieron muchas cosas juntos, y sin embargo no pasaron de ser más que amigos. Ella creía que así estaba bien, se conformaba con poder pasar el rato a su lado, hacer lo que fuera para sacarle una sonrisa.

Y con el tiempo, al ver a Fuutarou saliendo con su hermana, la vocecita se fue haciendo cada vez más y más fuerte. Cuando eran pequeñas, una parte de ella se sentía muy resentida con Ichika por quitarle sus dulces, sus pegatinas, e incluso a sus amigos. Quería tener algo que fuese suyo y de nadie más, que jamás se lo pudieran arrebatar. En su cabeza, la vocecita susurraba "dejaste que te quitara lo que era tuyo, otra vez".

– "No, ella no me quitó nada." – pensó. – "Él nunca fue mío para empezar."

Y sin embargo, eso no le impidió haber decidido convertirse en su hermana sólo por esa noche. Ya no podía más. Los celos y la envidia de verlos juntos, de pensar que podría haber sido ella la que estuviera allí si no hubiese sido tan cobarde, si hubiera tenido el valor de decirle de frente lo que sentía, toda la verdad... todo finalmente estalló. Por eso decidió que lo haría cuando nadie más pudiera verlos.

Siempre fue la que peor imitaba a sus hermanas, pero sólo por esa noche... tendría que convertirse en Ichika a como diera lugar. Le daría su sagrado primer beso a ese chico que era tan especial para ella, que había sido su primer amor, y con eso cerraría ese capítulo para siempre. Y él nunca tendría que saber que fue ella.

– "Es mejor así." – insistió. – "Ahora ellos están juntos, y eso no lo puedes cambiar."

Por eso se compró estos dos amuletos para el amor. Se los iba a regalar para dejarles sus buenos deseos, y que tuvieran éxito con su relación. Ya se había aferrado demasiado al pasado, y era tiempo finalmente de dejarlo atrás. Aunque eso significara dejar atrás también sus sentimientos.

En eso, su teléfono comenzó a pitar. Acababa de llegarle un mensaje de Fuutarou, bastante breve pero conciso: "Necesito hablar contigo. ¿Podemos vernos en el hotel?"

La urgencia que parecía cargar le extrañó, pero se imaginó que debía ser importante. Tecleó su respuesta diciéndole que llegaría un poco tarde, pero que lo vería después de la hora de la cena, si eso estaba bien para él. Una vez que le dijo que sí, decidió ir por un bocadillo rápido antes de regresar.

Para cuando volviera, seguramente las demás también habrían regresado, y con ello podrían discutir sus planes para el segundo y tercer día del viaje.

(-0-)

Un poco más tarde...

Ichika fue la primera en volver al hotel, luego de despedirse de Fuutarou que se fue a su propia habitación (que estaba compartiendo con sus dos amigos). Ninguna de sus hermanas había regresado todavía, lo que le dio tiempo de ordenar un poco sus pensamientos sobre lo que había sucedido, y la conversación que tuvo con Fuutarou unas horas antes.

– Yotsuba... ¿en qué estabas pensando?

Durante los últimos meses, decidió no seguir presionando a su hermana para hacer movimientos con el chico, aun sabiendo lo que ella sentía por él. Por un lado, debería haberlo visto como algo bueno, ya que significaba que tendría el camino libre, aunque eso resultó ser un punto muerto al final, ya que Fuutarou no sentía lo mismo por ella.

Sin embargo, en este momento otra cosa le daba vueltas en la cabeza. Por lo que Fuutarou le había contado, Yotsuba había intentado hacerse pasar por ella para robarle su primer beso. Si era sincera, no sabía cómo se suponía que debía sentirse al respecto. Técnicamente en ese momento Fuutarou era su novio, y la idea de que otra chica le hubiese robado el placer de tener un primer beso mutuo con él no le resultaba agradable, menos haciéndose pasar por ella.

Pero su parte de hermana mayor estaba muy ocupada tratando de comprender las acciones de Yotsuba como para enojarse con ella. Era extraño, pero la mayor de las Nakano estaba más tratando de entender qué llevó a su hermana a hacer eso. No sólo por las implicaciones, sino porque se estaba arriesgando a ser descubierta. De cierto modo, tuvo suerte de que Fuutarou no había decidido confrontarla antes, o de lo contrario ya se le habría descubierto el pastel.

– Fuutarou-kun... ¿por qué no me dijiste nada? – se preguntó. – En ese momento, tú...

Haciendo memoria, la mañana que se estaban marchando de Toraiwa, había notado que Fuutarou tenía una expresión muy extraña en el rostro cuando la vio. En aquel momento ella no le dio importancia, achacándolo a que tal vez no había dormido bien por alguna razón, pero ahora que lo pensaba de nuevo, al fin entendió todo lo que pasaba. La vio de esa manera porque creyó que había sido ella quien lo besó... y eso le hacía sentirse incómodo.

Aunque se sentía un poco herida por ese hecho, estaba segura que su conciencia no la habría dejado en paz si hubiera sido ella misma. Haberle robado un momento tan especial, algo que él querría compartir con la persona a quien realmente amaba, eso tal vez le habría ganado el odio del chico. Pero ahora le preocupaba más de lo que pensaba de su hermana. A juzgar por su reacción, no se tomó a bien la revelación de que hubiese sido Yotsuba, aunque fuese ella quien le gustaba.

Si tuviera que adivinar, probablemente se sentía molesto porque decidió hacerlo disfrazada, y no como ella misma. Eso sin mencionar que terminó desquitándose con Ichika, por haber pensado todo este tiempo que fue ella quien lo hizo, aunque al menos pudieron aclararlo antes que pudiera pasar a mayores, una vez que ella le aseguró que no tenía idea, y tampoco culpa de lo sucedido.

– ¿Qué debo hacer? ¿Debería confrontarla, o dejar que Fuutarou-kun lo haga?

La incertidumbre de lo que podría suceder entre esos dos no dejaba de atosigarla por dentro. La mitad de ella quería hablar con Yotsuba primero para aclarar las cosas, pero eso implicaba contenerse su propio deseo de reprimirla por esa acción tan imprudente y egoísta. Por otro lado, la otra mitad le decía que mejor era dejarlos a ambos arreglarse entre ellos, pero no tenía manera de saber qué tan enojado podría estar Fuutarou por todo el asunto. De algo sí estaba segura: contento no estaba.

– Ichika... ¿Ichika? – Una mano de pronto se agitó enfrente de ella, sacándola de su ensimismamiento, y al pestañear un par de veces vio a Itsuki mirándola fijamente. Al girarse vio que el resto de sus hermanas (a excepción de Yotsuba) habían entrado a la habitación y ella ni siquiera lo había notado.

– ¿Eh? Ah, hola, Itsuki-chan, chicas, ¿qué hay de nuevo?

– Cielos, ¿todo mundo anda hoy con la cabeza en las nubes o qué? – se quejó Nino. – Como sea, ¿has sabido algo de Yotsuba? Se fue por su cuenta y pensamos que tal vez estaría contigo.

– Huh... pues no, la verdad no tengo idea de dónde está. ¿Ya intentaron llamarla? – dijo Ichika.

– Sí, pero... ah, ya me respondió. – dijo Itsuki sosteniendo su teléfono.

El mensaje de Yotsuba decía "Disculpen, dejé mi teléfono en silencio y olvidé quitárselo después. Ya estoy llegando al hotel".Eso al menos sirvió para aliviar cualquier preocupación que tenían. Mientras Nino, Itsuki y Miku empezaban a discutir quién de ellas entraría a la ducha primero, Ichika seguía sentada en la cama y volvió a divagar en sus pensamientos hasta que la hermana faltante hizo acto de presencia.

– ¡Ya llegué! ¿Me extrañaron? – saludó apenas abrió la puerta.

– Ah, bienvenida, Yotsuba. – respondió Itsuki, antes de volverse hacia Nino. – De acuerdo, decidamos esto a la manera tradicional, ¿te parece?

– Si no hay más remedio. ¡Uno, dos, tres, piedra, papel o tijeras!

Ambas sacaron la mano abierta, así que de inmediato volvieron a intentarlo. Esta vez ambas sacaron puños cerrados, así que lo hicieron por tercera vez. Otro empate, esta vez con tijeras.

– ¿Eh? ¿Qué están decidiendo? – preguntó Yotsuba.

– ¡No nos distraigas! – espetó Nino. – De acuerdo, ahora sí la decisiva.

– ¡No pienso perder, Nino! – dijo Itsuki. – ¡Uno, dos, tres!

Siguieron intentándolo por un momento, pero siempre sacaban la misma, y continuaron así por un buen rato.

– Ah bueno, no importa. – dijo Yotsuba encogiéndose de hombros. – ¡Si me disculpan me voy a dar una ducha!

Y sin más, se metió al baño cerrando la puerta tras de sí, para consternación de la segunda y quinta hermanas, que empezaron a gritarle que saliera de ahí mientras golpeaban, pero el ruido del agua corriendo probablemente estaba ahogando sus gritos.

Ichika no pudo evitar reírse un poco con la escena, aunque había otras cosas que en ese momento la estuvieran molestando, y tenía que lidiar con ellas primero.

– Oye, ¿hay algo que te preocupe? – preguntó Miku, mientras Nino e Itsuki seguían golpeando la puerta del baño.

– ¿Eh? ¿A mí? No, qué va, no es nada. – aseguró Ichika tratando de sonreír.

– ¿Estás segura? – insistió la tercera hermana. – ¿Acaso... pasó algo entre ustedes dos?

Ichika no respondió. ¿Tanto se le notaba? Ciertamente la conversación con Fuutarou le había afectado en más de una forma, pero estaba tratando de no demostrarlo para evitar que las demás se preocuparan. Pero al parecer, Miku pudo ver a través de ella, así que no tenía sentido mentirle.

– No... me siento con ganas de hablar de eso ahora. – dijo Ichika. – ¿Podemos dejarlo para después?

Miku asintió, y afortunadamente no insistió más. Mientras Itsuki y Nino seguían discutiendo, Yotsuba salió del baño, y con eso la hermana intermedia aprovechó para colarse adentro de manera sigilosa, haciendo que la discusión entre las otras dos se intensificara y se culparan una a la otra por no estar pendientes, mientras Yotsuba intentaba mediar entre ellas.

Por su parte, Ichika permaneció en silencio sentada en la cama, observando a sus otras hermanas, o más concretamente, a Yotsuba. La chica del lazo estaba tan distraída haciendo de mediadora que no se percató de ello, y la mayor de las Nakano estaba haciendo un esfuerzo enorme por no estallar allí mismo para interrogarla. No sentía ser capaz de hacerlo enfrente de las demás y avergonzarla, a pesar de que tenía muchas cosas que preguntarle.

– Ah, Ichika, tengo algo para ti.

– ¿Eh? – De nuevo, había estado tan inmersa en sus pensamientos que no se percató que Yotsuba se había plantado frente a ella, sonriendo de oreja a oreja como de costumbre. – ¿Qué cosa?

– Ten. – dijo mientras le ponía en la mano algo pequeño, y al verlo notó que se trataba de un par de amuletos en-musubi. – Para la buena suerte en el amor. Uno para ti y uno para Uesugi-san.

– Ah... acerca de él... Fuutarou-kun me dijo que necesitaba hablar contigo de algo.

– Sí, ya lo sé. Iré un poco más tarde, después de cenar. ¡Nos vemos luego!

Y sin más salió de la habitación casi tan rápido como entró. Ichika se quedó mirando los amuletos, sin poder evitar sonreír con tristeza debido a la ironía. Amuletos para el amor, justo cuando ella y Fuutarou acababan de romper. Y por supuesto, Yotsuba no tenía ni idea de ello.

Pero no pasaría mucho antes de que lo supiera, y si no era por boca de Ichika, sería el propio Fuutarou quien se lo diría.

(-0-)

Unos veinte minutos más tarde...

Después de tomar sus turnos en la ducha, las hermanas se fueron a la cafetería del hotel, donde ya todos los alumnos se habían sentado para la cena. Como de costumbre, las cinco estaban compartiendo mesa, y mientras Nino e Itsuki se peleaban por algunas porciones adicionales (Itsuki quería una tercera, Nino una segunda), Yotsuba notó que Ichika había estado inusualmente callada durante toda la comida.

Más incluso que Miku, si creía que eso era posible.

– "¿Habrá pasado algo?" – no pudo evitar preguntarse, pero no se atrevió a decirlo en voz alta. En vez de eso, continuó comiendo mientras observaba alrededor del comedor ocasionalmente.

A unas tres mesas de distancia, Fuutarou se encontraba sentado con Maeda y Takeda. Era inconfundible; esos mechones levantados sobre su cabeza sin duda lo hacían destacar en todo el lugar. De vez en cuando, el chico Uesugi echaba una mirada hacia ellas, a lo que Yotsuba le respondía con una sonrisita y saludándole con la mano, antes de volver su atención a sus dos amigos.

Siendo sincera, sentía algo de curiosidad sobre de qué estaría hablando con ellos. Incluso de lejos, podía ver que tanto él como los otros dos tenían expresiones bastante serias, y tal vez las miradas que echaban alrededor era para comprobar que nadie había escuchado lo que decían. No que eso fuera muy difícil, con lo lejos que estaban y todos los murmullos de los demás estudiantes en el comedor.

– "Cosas de chicos, probablemente." – pensó.

Al cabo de unos minutos, Yotsuba vio que Fuutarou terminaba de comer y se excusaba, dejando a sus dos amigos en la mesa. Salió de la cafetería y nadie le prestó mucha atención, pero la chica del lazo notó que antes de cruzar la puerta volteó de nuevo a verla, y aunque fue sólo por un instante fugaz, juraría que vio una sombra muy extraña en sus ojos.

Le había dicho vía mensaje de texto que necesitaba hablar con ella. No le había dado detalles, pero no podía sacudirse una sensación de ansiedad por alguna razón. Tal vez sólo estaba poniéndose paranoica sin sentido.

Tal vez, lo mejor era ir a verlo y salir de eso de una vez, y con eso quitarse ese peso de encima. Así que alzó su tazón para bajarse la sopa de miso casi de un solo trago.

– ¡Aaahhh, gracias por la comida! – dijo volviendo a ponerlo en la bandeja. – Si me disculpan, ya me voy.

– Oye, Yotsuba. – dijo de repente Ichika, deteniéndola cuando se estaba poniendo de pie.

Yotsuba volteó a verla. Ichika se quedó estática, mirándola fijamente, pero después de un rato de no decir nada, terminó sacudiendo su cabeza.

– No, no es nada.

– Oye, ¿hay algo que te preocupe? – preguntó la cuarta hermana. – ¿Sucedió algo?

– No, no es nada de lo que debas preocuparte, en serio. – aseguró la mayor. – Mejor date prisa, Fuutarou-kun quería hablar contigo.

Yotsuba miró fijamente a su hermana. Tenía la extraña sensación de que le estaba ocultando algo, y no era muy diferente de cuando se daba sus escapadas para ser actriz. ¿Tendría algo que ver con Fuutarou? ¿Tal vez habían tenido una pelea o algo así?

No, no podía ser. Probablemente no era nada, así que cogió la bandeja para tirar los restos y dejarla en su lugar, mientras las demás se quedaban en la mesa.

Al salir de la cafetería, vio al otro lado del corredor que Fuutarou se había quedado apoyándose contra la pared, con los brazos cruzados y la cabeza algo gacha. Unos segundos después volteó a ver en dirección a ella, y debido a que estaba a contraluz no podía verle bien la cara.

Siendo sincera, verlo de ese modo le daba un poco de miedo. Aunque estaba segura de que no era nada serio, no lograba del todo sacudirse una extraña sensación en la parte trasera de su mente. Pero si seguía dándole vueltas al asunto, nunca lo sabría.

Con eso en mente, se acercó dando saltitos alegremente y se paró frente a él.

– Hola, Uesugi-san, ¿qué hay de nuevo? ¿Qué tal el viaje hasta ahora?

– Supongo que... no ha estado del todo mal. – dijo él. – Pero hay algo acerca de ti que me ha estado molestando últimamente.

– ¿Algo sobre mí? – preguntó ella, a medias curiosa y preocupada. Y de pronto le vino algo a la cabeza. – ¡Ah! ¡Es por lo del otro día, ¿verdad?! ¡Tuviste que ayudarme a terminar mi reporte y por eso...!

– Yotsuba...

– ¡De verdad lo siento, estaba practicando en el club de voleibol y se me escapó! ¡Sé que soy una idiota por causarte tantos problemas!

– Yotsuba...

– ¡No volverá a pasar, te lo prometo!

– ¡YOTSUBA! – gritó él alzando la voz, haciéndola callarse. – No, no se trata de eso. No tiene nada que ver con los estudios.

– ¿Entonces? ¿Acaso... hice algo malo?

El chico la miró fijamente. Su rostro estaba... bueno, no lo había visto tan frío desde que se encontraron en la cafetería el año pasado. Ella no recordaba haber hecho algo que pudiera incomodarlo, y si lo hizo, seguro que fue sin darse cuenta debido a su torpeza.

Fuutarou suspiró. – La verdad... es que no sé si deba llamarlo algo malo. Simplemente... es algo que necesito entender, y sólo tú puedes darme la respuesta.

– ¿Yo? – preguntó la chica del lazo. – Bueno... si eso piensas, haré lo que pueda. Lo que sea para ayudarte con lo que te molesta.

Un silencio sepulcral cayó en el corredor entre ambos. En los ojos de Fuutarou se veía claramente que estaba pensando, dándole vueltas en su cabeza cuál sería la mejor manera de empezar. Yotsuba, por su parte, sentía que aquel gusanillo de ansiedad que antes sólo le molestaba ligeramente, ahora estaba empezando a crecer.

– Hace meses, cuando fuimos a visitar la posada de aguas termales, pasó algo muy extraño. – comenzó a explicar Fuutarou. – Una de ustedes me dejó una nota para que fuese a verla a medianoche debajo de la Campana de los Votos.

Un ligero escalofrío bajó por la espina de Yotsuba, pero logró disimularlo. Necesitó de toda su fuerza para evitar tragar saliva y mantenerse estática.

– Y cuando la fui a ver... me besó. Fue mi primer beso, ¿sabes?

– A-ah, esa debió ser Ichika, ¿verdad? ¿Quién más si no iba a hacerlo?

– Sí, eso fue lo que pensé al principio. – Desvió la mirada ligeramente. – Pero ahora sé que no fue ella. Y una parte de mí se alegra de que no haya sido...

El corazón de Yotsuba comenzó a acelerarse. Tuvo que morderse el labio para reprimir el grito que estuvo a punto de escaparse de su garganta. Entretanto, los pies le estaban temblando, incitándola a darse la vuelta y salir corriendo fuera de allí. Tenía un muy mal presentimiento, que sólo se intensificó cuando Fuutarou volvió a mirarla directo a los ojos.

– Pero la otra parte... está molesta porque la responsable no tuvo el valor de encararme como ella misma, sino que se hizo pasar por Ichika. Y me hace preguntarme ¿por qué lo hizo?

Los ojos del chico la estaban perforando como si tuviese visión de rayos X. No... no podía ser que él... no podía haberla descubierto.

– Yotsuba... esa noche, fuiste tú, ¿verdad? ¿Tú me besaste bajo la campana?

No era una pregunta, era una declaración de los hechos. En ese momento ella no dijo nada: su cuerpo se puso en automático, giró sobre sus talones y salió corriendo por el pasillo hacia su cuarto. No podía mirar al chico a la cara, la vergüenza se apoderó de ella por completo y la hizo huir como una cobarde.

– ¡¿A dónde crees que vas?! ¡Vuelve, que no hemos terminado! – lo oyó gritar tras de ella, pero no se detuvo.

Apenas llegó a su puerta, se metió, la cerró casi de un portazo y le puso el cerrojo, la cadena y el pestillo, todos a la vez. Pudo escuchar a Fuutarou golpeándola desde afuera mientras todavía seguía gritándole.

– ¡Yotsuba, abre la puerta! ¡Yotsuba!

Pero la chica hizo caso omiso de los gritos y los golpes. Simplemente se puso de espaldas contra la puerta, como si intentara bloquearla en caso de que se le ocurriera derribarla a la fuerza. Aunque sabía que eso no era posible, una parte de ella sentía como si en realidad sí pudiera.

– "Ya lo sabe... sabe que fui yo..." – se llevó las manos a la cara. – "Dios mío, ¿ahora qué hago?"

Había sido una tonta. En aquel momento, pensando que se iría de Asahiyama y que ya no volvería a verlo tan seguido, estaba más que dispuesta a hacerse a un lado para que Ichika pudiese estar con él. Pero una parte de ella, la que siguió aferrándose a esos sentimientos que siempre tuvo por él, y que se negaba a dejarlos ir, le hizo sucumbir a sus deseos egoístas.

Quiso darle su primer beso, pensando que de esa manera podría expresarle sus sentimientos sólo por esa ocasión. Sería el final, un último capricho para poder decirle adiós a su primer amor, y dejarle el camino libre a su hermana. Si él pensaba que fue Ichika, tanto mejor, ya que él no necesitaba saber que había sido ella.

En retrospectiva, no sabía en qué estaba pensando. Ella siempre fue la peor para imitar a sus hermanas, tal vez porque desde niña tuvo ese deseo de ser diferente. Pero en aquel momento, creyó que podría pasar por Ichika, sólo por ese instante, y hacer que él lo creyera. Pasaron los meses y ella pensó, como los dos seguían saliendo, que las cosas iban bien.

Y entonces, su mente voló hacia el día de su cumpleaños, cuando los dos se quedaron atrapados en el ascensor durante aquel apagón. Lo que Fuutarou le dijo le hizo pensar que, tal vez, las cosas no estaban tan bien entre ellos dos como creía.

– "Pero eso ya no importa. Lo que importa es que me descubrió. Yo no quería esto, él no debía saberlo... ¿ahora qué haré?"

(-0-)

Quince minutos después...

Después de mucho insistir, las manos le dolían a Fuutarou de tanto golpear a la puerta, cuando quedó claro que Yotsuba no le iba a abrir. Por supuesto, hubo algunos que escucharon sus gritos y los golpes desde el corredor y vinieron a ver qué pasaba, incluyendo algunas de las quintillizas Nakano que ya iban también de regreso a su habitación.

El chico se puso bastante nervioso cuando Nino por poco se le fue encima, pensando que le había hecho algo malo a Yotsuba, pero afortunadamente Ichika la detuvo para que pudiera explicar lo que sucedió. No fue nada sencillo, ya que tuvo que irse de vuelta hasta lo sucedido durante el fin de semana en las aguas termales para que las otras pudieran entender cómo habían llegado hasta ese punto, culminando con el "rompimiento" que había tenido lugar apenas unas horas antes.

Miku e Itsuki parecían demasiado perplejas como para hablar, así que Nino tomó la palabra en nombre de todas para resumir todo:

– Entonces, déjame ver si entendí. Yotsuba se hizo pasar por Ichika para besarte bajo la campana.

– Así es. – dijo él.

– Y de alguna manera, ese beso te hizo darte cuenta que era ella quien te gustaba realmente. – continuó la segunda hermana.

– Así es.

– Pero habías creído todo este tiempo que fue Ichika quien te besó, hasta que finalmente la confrontaste al respecto.

– Según me dijo, ustedes cuatro estaban hablando con su padre cuando sucedió eso.

– Hmm... si esto fuese uno de mis dramas románticos favoritos, creo que lo estaría disfrutando y todo. – dijo Nino sarcásticamente.

– Nino, no es momento para bromear. – dijo Itsuki. – ¿Qué vamos a hacer ahora?

– Yotsuba no quiere salir. – dijo Miku levantando su teléfono, y mostrando una conversación por mensajes de texto, donde las únicas respuestas de Yotsuba eran emoticonos animados de una cabeza diciendo "No".

– ¿Podríamos usar las llaves de repuesto y abrir por la fuerza? – sugirió Nino.

– No serviría de nada. – dijo Fuutarou. – Cada habitación tiene pestillo y cadena por dentro. Seguramente los ha de haber puesto por si las dudas.

– Bueno, ¡no nos puede dejar aquí afuera para siempre! – dijo Itsuki.

Ichika suspiró. – Creo que sólo hay una cosa que podemos hacer. Fuutarou-kun, me duele decir esto, pero... tal vez sea mejor que te vayas por el momento.

Aunque Fuutarou ya se esperaba que le dijeran eso, no significaba que le gustara. Aun así, no dijo nada, ya que conocía a Yotsuba lo suficiente para entender que, si intentaba forzarla a hablar con él, sólo empeoraría las cosas.

– Sí, entiendo. Si me disculpan.

El chico se alejó, aunque no pudo evitar echar una mirada por encima del hombro hacia las cuatro hermanas, que se notaban bastante preocupadas. Por un momento se sintió tentado a quedarse escondido detrás de la esquina para escuchar, pero no fue capaz. Así que resignado, no pudo hacer más que dirigirse de vuelta a su cuarto.

– Hey, Uesugi, ¿qué pasa?

– Oímos gritos y golpes, ¿sucedió algo?

– Lo siento. – les dijo a ambos, Maeda y Takeda, antes de pasar entre ellos para entrar a la habitación. – Ahora no tengo ganas de hablar.

Antes de que pudieran preguntar, él ya se había metido al cuarto, y tras cerrar la puerta se dejó caer de espaldas en la cama. Se llevó las manos a la cara, ahora que ya tenía tiempo de pensar en lo que acababa de suceder con más claridad.

– ¿Cómo pude ser tan estúpido? – se regañó a sí mismo. – Obvio que esa no era la forma de abordarla.

Ahora que ya se había calmado un poco, se dio cuenta de que tal vez había sido demasiado directo al confrontarla. Se había dejado llevar tanto por su propia molestia al enterarse de lo que hizo, que no consideró cómo se sentiría ella al respecto. Por qué lo hizo, qué la llevó a ello, y por qué ahora que quiso interrogarla ella decidió huir de él.

Si lo que Ichika le había dicho era cierto, entonces Yotsuba había albergado sentimientos por él todo este tiempo. Eso lo dejaba aún más confuso, ante el hecho de que ella no hubiera actuado en ellos, y en lugar de eso se esforzara por apoyarlo en su relación con Ichika. A su vez, todo ese tiempo él se la pasó en negación, no queriendo admitir que ella empezaba a gustarle como más que sólo una amiga.

Aunque ya se había calmado, todavía estaba algo enojado con ella, por no haber tenido el valor de confrontarlo de frente. Pero no por eso la odiaba, algo en él le decía que Yotsuba debía haber tenido una buena razón para hacer lo que hizo. Y eso era lo que él quería saber.

– Yotsuba... ¿acaso me estás ocultando algo?

Esta historia continuará...


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