Viaje a Kioto, Parte 1

Preparatoria Asahiyama, Clase 3-1...

Tras salir de las presiones de los nacionales, el ritmo de la preparatoria volvió a la normalidad. Los estudiantes otra vez estaban tranquilos y libres de preocupaciones, al menos en su mayor parte. Sin embargo, mientras Takeda y Ohyama estaban hablándole a toda la clase del próximo viaje escolar, Fuutarou tenía otras cosas en las que pensar.

Particularmente, cuando le recordaron que el destino sería Kioto. No había ido allá desde hacía casi seis años. Regresar allí sin duda le haría rememorar muchas cosas, cosas que pensó que ya habría dejado atrás.

- "Rena..." – pensó en ese momento.

Todavía sonaban en su cabeza las últimas palabras que le dijo antes de desaparecer de su vida. "Si esa chica de verdad te quiere, no la dejes ir". Parecía muy simple de seguir, solamente aceptar a Ichika e intentar perseguir una relación con ella.

Pero últimamente ya no tenía tanta certeza de ello. Había otra cosa que considerar, y eso eran sus propios sentimientos. El muchacho no había puesto en duda los sentimientos de Ichika por él, pues la Nakano mayor se había esforzado por demostrarle una y otra vez lo mucho que lo quería. Y saber eso lo hacía sentirse más culpable por no corresponderle. Pensó que, si se daba el tiempo para aceptarla, llegaría a sentir lo mismo, pero no fue así.

Y no porque Ichika fuese una mala persona o porque no le gustaba, sino porque en el fondo había alguien más de quién, sin darse cuenta, su corazón se había prendado.

- "¿Cómo me metí en esto?" – pensó. La conciencia no dejaba de carcomerle por dentro. Tenía una linda novia que lo quería, ¿y a pesar de eso estaba mirando a otra chica? Y no cualquier chica, sino a una de sus hermanas. Todavía más sorprendente por el hecho de ser quintillizas idénticas.

Sin embargo, convivir con esas hermanas durante ya casi un año le hizo apreciar tanto las similitudes como las diferencias entre todas ellas. Y desde luego, siendo Ichika y Yotsuba con las que más tiempo pasaba, eso era todavía más notable con ellas.

Las dos eran chicas populares, extrovertidas y con gran facilidad para ganarse a la gente, pero cada una la hacía a su propia manera. Ichika era carismática y sociable, aparte de estar ganando cierto prestigio ya como actriz, mientras que Yotsuba era más del tipo que hacía que todos se divirtieran, sin desmeritar sus capacidades atléticas, que a pesar de no hacer tanto ruido últimamente, él sabía que todos hablarían de ella una vez que el equipo de voleibol empezara a competir. Era sólo cuestión de tiempo para que sus nombres sonaran por toda la escuela, y quizás la ciudad y más allá.

El punto era, que conocer tanto esas similitudes como diferencias, le había hecho darse cuenta de muchas cosas. Aunque cada una tenía muchas cualidades que la harían atractiva, Fuutarou había tenido tiempo de pensar no sólo en el tipo de persona con quien querría una relación, sino también qué tipo de relación quería con esa persona.

Y por mucho que le doliera admitirlo, eso no sería posible con Ichika.

- Uesugi-san... ¿Uesugi-san?

- ¿Eh? – La voz chillona le sacó de su ensimismamiento. Volteó para encontrarse con Yotsuba sentada en el pupitre de enfrente. – Perdona, ¿me decías algo?

- Oye, ¿estás bien? Has estado un poco distraído últimamente. – preguntó la chica del lazo.

- Parece que todavía no se sacude de encima la tensión por los exámenes nacionales. – comentó Ichika. – ¿Es eso, Fuutarou-kun?

- No exactamente. – dijo él. – Sólo... he tenido mucho en qué pensar últimamente.

- Bueno, entonces intenta relajarte. – dijo Yotsuba. – El viaje a Kioto será una gran oportunidad para divertirnos todos.

- Hablando de eso, ¿está bien que vengas? – preguntó Fuutarou. – ¿No se supone que tengas prácticas con el equipo de voleibol?

- Ah, con eso no hay ningún problema. – aseguró la cuarta hermana. – Serán sólo tres días, y las preliminares de la prefectura empezarán la semana después de que volvamos. Dijeron que estará bien mientras no tenga accidentes o algo que me deje fuera.

- Y por cierto, Fuutarou-kun, ¿ya decidiste con quién formarás grupo para el viaje? – preguntó Ichika, luego deslizándole la mano por encima de la suya sugestivamente. – Si no es así, con gusto podemos ir tú y yo.

La oferta sonaba tentadora, pero algo en él le hizo rechazarla. Ya que los grupos eran de cinco, él pensaba que tendría más sentido que las cinco hermanas Nakano decidieran ir juntas, y no sabía si las demás tomarían a bien que una de ellas se fuera con él en su lugar. Además, ya había hecho otros planes.

- A decir verdad... Maeda y Takeda me invitaron a que hiciéramos grupo nosotros tres. ¿Si eso no es un problema para ti? – inquirió quedamente.

Fuutarou pudo ver la decepción fugaz en el rostro de Ichika, pero la hermana mayor rápidamente volvió a sonreír. – Es una lástima. Bueno, tal vez para la próxima.

- Qué lástima que no nos dejen hacer grupos más grandes, pero ni modo. – dijo Yotsuba, luego alzando su puño en el aire. – Aun así, demos lo mejor para divertirnos, y que sea un viaje sin arrepentimientos.

Las dos hermanas se fueron a reunirse con las otras tres, dejando a Fuutarou a solas con sus pensamientos. Mientras iban a hablar con Nino, Miku e Itsuki, la mirada del chico se fijó en la chica de pelo naranja con el lazo. En ese momento estaba tan absorta hablando que ni cuenta se daría de la expresión de él.

Había intentado convencerse de que ella sólo era su mejor amiga, y que estaba bien que lo fuera. No fue la alumna más fácil o brillante, pero reconocía su esfuerzo, y le había ayudado a salir de esa coraza social que se había puesto encima a lo largo de todos estos años. Y le estaba profundamente agradecido por ello. Pero una parte de él ya no se sentía satisfecho con eso.

Y eso estaba mal. Estaba mal de muchas maneras. Ahora, él no era tan idiota como para intentar salir con otra chica a espaldas de su novia actual (eso nunca terminaba bien para nadie), pero después de mucho pensarlo, se dio cuenta que su relación actual difícilmente iba a algún lado. Para que las cosas pudieran funcionar, se requería que hubiese sentimientos de ambos lados.

- "Espero que Ichika pueda perdonarme por esto..." – pensó. En retrospectiva, si no les hubiese prometido primero a Maeda y Takeda que iría con ellos, tal vez habría aceptado la propuesta de Ichika de ir juntos. Quizás así tendría la oportunidad de hablar a solas con ella.

Entre más pronto lo hiciera, mejor. No podía dejar que se siguieran acumulando esos sentimientos dentro de él.

Al día siguiente, en el tren hacia Kioto...

Fuutarou no recordaba que los viajes en tren fuesen tan movidos y ruidosos. Por lo general, los pasajeros siempre permanecían sentados y callados, haciendo cualquier cosa, pero tratándose ahora de estudiantes que estaban a punto de embarcarse en una excursión escolar, era totalmente diferente.

Extrañamente, esto no le resultó incómodo en lo absoluto. Varios asientos más adelante, pudo ver a las quintillizas Nakano jugando a las cartas, y parecían estar divirtiéndose mucho. Él, por su parte, le había encontrado otra utilidad a su nuevo teléfono, ahora que intercambiaba apps de juegos, música y entretenimiento multimedia con Maeda y Takeda.

- No juegues, Uesugi, ¿en serio no tienes idea de cómo usar esta cosa? – decía Maeda. – Viejo, para ser el mejor estudiante de la escuela, eres muy lento para algunas cosas.

- En mi defensa, no veía la necesidad. – se defendió él. – Me limitaba a usar el teléfono para lo esencial, llamadas y mensajería.

- Bueno, es mejor que vayas expandiendo tus horizontes. – dijo Takeda. – ¿Qué te parece el que te envié?

- No está mal, debo admitirlo. – dijo Fuutarou. La app en cuestión era un juego de preguntas aleatorias que iban aumentando en dificultad, y al responder más y más se desbloqueaban trofeos. También era útil para estudiar.

- Sí, sí, ese está bueno para noches de trivias. – intervino Maeda. – Pero mejor jugar a algo bueno. ¿Qué tal una partida PvP en Captain Tsubasa Dream Team?

- Apenas tengo mi equipo armado. – dijo Fuutarou. – No sería justo enfrentarnos.

- Ah, no seas aguafiestas. Sólo un partido amistoso. – insistió Maeda.

Después de mucho insistirle, Fuutarou finalmente cedió a la petición de Maeda y comenzaron a jugar en modo PvP local. Aunque el juego fue bastante parejo, el equipo recién formado de Fuutarou no fue rival para el equipo más subido de nivel de Maeda, y fue un milagro que perdiera sólo por un gol gracias a haber reforzado la defensa. Lamentablemente, los delanteros de Maeda tenían disparos mucho más potentes y siguió insistiendo hasta que logró anotarle casi al final del partido.

Aunque perdió, tuvo que admitir que se divirtió bastante siguiendo las cinemáticas del juego, y al ver que Maeda estaba celebrando como niño en juguetería, decidió pedirle la revancha, que aceptó gustoso. Decidió hacer algunos cambios en su alineación para cambiar de estrategia y tomarlo por sorpresa.

- A ver si puedes hacerlo mejor ahora. – se jactó Maeda.

- Puede que te sorprenda. No todo son las estadísticas, ¿sabes? – dijo Fuutarou.

- Oye, Uesugi-san.

Cuando estaba a punto de arrancar el juego, una voz familiar lo llamó por atrás. Se giró para encontrarse con Yotsuba parada frente a él, y con una expresión muy seria por alguna razón. Eso era bastante inusual en ella.

- ¿Qué pasa, Yotsuba? – preguntó. – ¿Necesitas algo?

La chica del lazo no respondió de inmediato. En vez de eso, se quedó mirándolo fijamente, y el chico sintió que le bajaba un escalofrío por la espalda. Verla tan seria, en lugar de sonriente y risueña como estaba acostumbrado era... preocupante.

Yotsuba respiró profundamente y finalmente habló. Nada podría haberlo preparado para lo que dijo a continuación:

- Quería decirte... que me gustas mucho.

Fue como si alguien le hubiese aplicado un desfibrilador, ya que sintió como si un choque eléctrico surgiera desde su corazón y se esparciera al resto de su cuerpo. Se quedó con la boca abierta, con los ojos sin parpadear y mirando fijamente a Yotsuba, cuya expresión permaneció inmutable. Ni siquiera fue capaz de girar la cabeza para ver las expresiones de sus dos compañeros, pero tenía una ligera idea de cuáles serían.

- Eh... espera... qué...

Apenas pudo articular esas palabras, cuando de repente, Yotsuba sonrió de oreja a oreja, y comenzó a reírse.

- ¡Jajaja, sí, lo hice! ¡Te saqué una reacción! – le dijo apuntándole con el dedo. – ¡Anoten un punto para mí, chicas!

- ¿Eh? – Fuutarou sacudió la cabeza, y cuando se dio cuenta, Yotsuba estaba corriendo de vuelta a su asiento con el resto de sus hermanas. – ¡Hey, aguarda! ¡¿Qué fue eso justo ahora?!

- ¡Ah, es que estamos jugando al juego de "confiesa tu amor"! – explicó Yotsuba. – ¡A ver a cuántos les sacamos una reacción al decírselos! ¡Gracias de nuevo!

Y sin decir más, Yotsuba volvió al asiento con las demás, que parecían también estar riéndose muy divertidas con su juego. Fue entonces que finalmente pudo ver las caras de los que lo rodeaban: algunos hasta se estaban riendo por lo bajo. Pero no eran nada comparadas con las de Maeda y Takeda, que parecían a punto de estallar en carcajadas.

- Ni. Una. Palabra. – les dijo, e inmediatamente volvió a concentrarse en su teléfono para empezar el juego, aunque ahora difícilmente se podría concentrar en él.

Ahora mismo, sólo podía pensar en lo que sintió cuando Yotsuba le dijo esas palabras, y lo que sintió cuando le reveló que sólo era de juego. No podía decir en voz alta que una parte de él se ilusionó, que incluso se emocionó, de oírla decir eso. Pero naturalmente, le refrenó su parte racional, la que le recordaba que él estaba saliendo con Ichika ahora, y decir eso sería mal visto.

Y cuando le dijo que sólo estaba jugando... ¿qué sintió en ese momento? ¿Enojo? No, no podía enojarse con ella, si sólo era un simple juego, ella no tenía la culpa. ¿Decepción? Posiblemente, por esa parte de él que deseaba que no fuese un juego.

En serio, pensándolo racionalmente, ¿cómo podría alguien como Yotsuba gustar de ese modo de alguien como él?

Al llegar a Kioto...

Una vez en la estación destino, los alumnos salieron y se sentaron mientras los profesores daban las instrucciones finales. Les indicaron que se llevaran sólo lo esencial con ellos, y el resto de sus equipajes se los llevarían al hotel donde se iban a hospedar.

Mientras sus hermanas discutían sobre lo que harían, entre ir de compras, visitar lugares o ir a comer algo, Yotsuba se quedó mirando a Fuutarou mientras charlaba con sus dos compañeros. Le daba gusto ver que no estaba solo y que se llevara bien con ellos, pero una parte de ella lamentaba no haberle pedido formar parte del grupo.

- ¿Yotsuba? ¡Yotsuba!

- ¿Eh? Perdón, ¿decían algo?

- Oye, ¿estás bien? – preguntó Ichika. – Parecías distraída por algo.

- No, no es nada. Oye, ¿no te preocupa que Uesugi-san se vaya por su cuenta? – le preguntó, intentando desviar la atención.

- ¿Por qué? ¿Acaso a ti sí? – inquirió la hermana mayor.

Yotsuba no respondió de inmediato. Una parte de ella estaba a punto de decir que no, pero eso era una mentira muy obvia. Pero no quería estorbarle si quería pasar tiempo con sus amigos varones, y si no invitó a Ichika, menos iba a quererla a ella rondando.

- Bueno, hay muchas tiendas que quiero visitar. – dijo Nino. – Quizás pueda comprar algún buen regalo para Kintarou-kun cuando vuelva a verlo. O visitar de nuevo la ciudad con él.

- Yo quiero ir a este nuevo restaurante de comida italiana. – dijo Itsuki. – Los hermanos Aldini me dijeron que estaban interesados en comprar la locación para expandir su negocio, y querían que les hiciera algo de investigación preliminar.

- Es una excusa para ir a comer. – dijo Miku secamente, haciendo que Itsuki hinchara los cachetes.

- Lo de ir a comer no suena mal. – dijo Ichika. – Tal vez sea un buen sitio para invitar a alguien especial a cenar, ¿no, Itsuki-chan?

- N-no sé de qué me hablas. – replicó Itsuki, tapándose las mejillas que comenzaban a prenderse al rojo vivo.

Entretanto, mientras sus hermanas continuaban la discusión, Yotsuba miró distraídamente a Fuutarou yéndose con Takeda y Maeda por su lado. Por un momento le pareció que miraba por encima del hombro en dirección hacia ella, pero fue sólo por un momento. Mejor no seguirlo para no estorbarle.

- "Quería decirte... que me gustas mucho."

Aunque en ese momento sólo estaban jugando, se sintió muy feliz de poder decirle esas palabras de frente. Cada vez que pensaba en ello, de no haber podido decírselas, el pecho se le oprimía. Fue una oportunidad perfecta para dejarlas salir de una vez por todas.

Ahora por fin podría disfrutar del viaje sin arrepentimientos. Y mejor que él pensara que fue de juego, así no tendría que sentirse culpable por no darle una respuesta.

- "Lo que los demás no sepan no les hará daño." – se decía a sí misma.

Y sin embargo, a ella no dejaba de dolerle el corazón. A pesar de haberse prometido a sí misma que se olvidaría de él, que se sentiría feliz de que él estuviera con Ichika, no dejaba de atormentarla esa sensación, esa parte de ella que quería decirle toda la verdad. No sólo de sus sentimientos, sino de todo lo demás.

Pero no podía. Ya no era esa niña que él conoció, y no quería volver a serlo. Y él tampoco querría volver a ese pasado. Ambos habían cambiado, y ahora eran personas diferentes a las que solían ser entonces. Y eso también significaba tomar caminos diferentes eventualmente.

- ¿Yotsuba? Hey, despierta. – Esta vez era Nino hablándole y agitándole la mano enfrente.

- ¿Eh? Ah, perdón, ¿decían algo?

- Cielos, de verdad estás distraída. – dijo Nino. – ¡Vamos, hay mucho que ver!

- ¡Hey, espérame! – gritó Itsuki. – ¡No te vayas sin mí!

La segunda y quinta hermanas salieron de primeras, dejando a las demás mirándose entre sí. Miku simplemente se encogió de hombros y con un gesto de "Sigámoslas" se fue también tras ellas, a lo que Ichika se quedó viendo a Yotsuba.

- Yotsuba, ¿segura que te sientes bien? Has estado muy rara desde que llegamos.

- ¿Rara, yo? ¡No, cómo crees!

Eso era lo que intentaba decirle, y decirse a sí misma, pero la hermana mayor puso los brazos en jarras y la miró intensamente. Por un momento la chica del lazo casi empezó a sudar, hasta que Ichika suavizó su expresión.

- Hace mucho que no veníamos aquí. – comentó. – Ya han pasado casi seis años, ¿verdad? El tiempo sin duda vuela. Este lugar me trae muchos recuerdos, ¿a ti no?

- Hmm... sí, muchos. – admitió Yotsuba.

- ¿Crees que también le traiga recuerdos a Fuutarou-kun? – preguntó de nuevo Ichika, tomándola desprevenida. – Ambas lo conocimos en esta ciudad.

Las dos miraron hacia arriba. Desde donde estaban se podía ver el mirador en la cima de la colina. Aún recordaba cuando ambos subieron hasta allí, y la vista que daba de toda la ciudad. Era increíble, pero lo mejor de todo, había sido poder compartirlo con él en ese momento. Era un recuerdo que se había grabado profundamente en su mente, y en su corazón.

- Quizás, pero es mejor no pensar en el pasado. ¡Mejor sigamos haciendo recuerdos nuevos! ¡Deprisa, tenemos que alcanzar a las demás!

Y con eso, echó a correr tras sus otras hermanas, mientras Ichika le gritaba desde atrás que la esperase. Con todo, Yotsuba no se detuvo, ya que en ese momento tenía la vista al frente.

Aunque hubiese vuelto al lugar donde todo comenzó, ya no podía seguir viviendo de los recuerdos del pasado. Fuutarou había decidido seguir adelante con su vida, y ella tenía que hacer lo mismo. Y si eso significaba apoyar que él estuviera con alguien más... que así fuera.

- "Ya perdiste tu oportunidad. No tiene caso seguir lamentándote por ello."

Un poco más tarde...

El paseo por la ciudad resultó bastante tranquilo. Las cosas no habían cambiado demasiado desde su última visita hacía seis años, lo que daba una sensación de familiaridad que le hacía sentirse cómoda.

En cierto momento, pasaron enfrente de la misma posada donde se habían quedado a dormir durante aquella fatídica semana, lo que de nuevo avivó los recuerdos para Ichika. Todo había empezado por una inocente apuesta infantil, o al menos eso era lo que ella pensaba. Aunque se suponía que tenía que cuidarlas a todas al ser la mayor, en cierto momento se descuidó y una de ellas se fue por su cuenta.

Cuando Yotsuba regresó por la noche y les contó lo que había hecho, cómo conoció a un chico "muy interesante", Ichika fue la que se mostró más intrigada por esto. Yotsuba les contó cómo planeaba verse con él al día siguiente en el templo, para pedir un deseo juntos, y al día siguiente, estaba todavía más feliz por haberlo hecho.

Y al ver eso, Ichika no pudo evitar sentir algo de envidia. Ella también quería conocer a este chico tan "interesante".

...

- ¿Qué quieres decir? – preguntaba la Yotsuba de doce años, mostrándose algo enfurruñada.

- Lo que te dije. – dijo la Ichika también de la misma edad con aire de suficiencia. – No le dijiste que tienes hermanas, ¿verdad?

- De hecho sí lo hice. Él también mencionó que tiene una hermanita, ¿sabes?

- Pero no le dijiste que somos idénticas, ¿verdad?

Yotsuba se había quedado callada. Ichika sonrió al darse cuenta que había dado en el clavo, y que podría aprovechar ese minúsculo detallito.

- Apuesto a que, si cambiáramos de lugar tú y yo, él no se daría cuenta. – dijo Ichika muy segura de sí misma.

- ¡Te apuesto a que sí! – replicó Yotsuba, haciendo un puchero enojado. Se veía tan graciosa y adorable al hacerlo, y eso sólo motivó a la hermana mayor a querer hacerla caer en su pequeño juego.

- ¿En serio? En ese caso, ¿qué tal si mañana soy yo quien va a verlo? Está hospedándose muy cerca de aquí, ¿verdad?

La cuarta hermana hizo rechinar sus dientes, pero después de un rato terminó cediendo, y aceptó su desafío. De hecho, Ichika ni siquiera tuvo que convencerla de decirle todo lo que habían hecho ayer y hoy, ya que Yotsuba se los había contado con lujo de detalles. Siendo que Ichika había prestado mucha atención a todo, estaba segura de que podría engañar a ese niño.

Sobre todo porque Yotsuba ni se molestó en decirle su propio nombre, qué tontería de su parte.

...

De vuelta en el presente, Ichika recordó cómo cuando regresó a su cuarto por la noche, y le contó que Fuutarou no se había dado cuenta de nada, Yotsuba no se lo tomó nada bien. Se fue a sentar en un rincón sola, y cuando Ichika quiso hablar con ella, sólo le dijo "No es justo, yo lo conocí primero".

En ese entonces Ichika no pensó mucho en ello, y al ver lo enojada que estaba su hermana dejó que al día siguiente Yotsuba pudiera volver a jugar con su nuevo amigo. No era que Ichika quisiera robárselo, simplemente creía que estaban "compartiéndolo todo" como su madre les había enseñado.

- "Los dos han cambiado mucho desde entonces. Me pregunto... ¿habré cambiado yo también?"

Aunque una parte de ella le decía que sí, había cosas que siempre permanecerían igual. Incluso antes de confirmar que Fuutarou era aquel niño, Ichika podía notar lo bien que se llevaban él y Yotsuba. Quizás, aunque él no lo supiera, los dos estaban reconectando su vieja amistad de la infancia donde se había quedado. Un sentimiento como ese no podría morir tan fácilmente.

Especialmente porque en las últimas semanas, Fuutarou había estado algo distante. Al principio creía que tal vez se debía a que le daba su espacio para lidiar con su trabajo como actriz, pero conforme pasaba el tiempo, tenía la sensación de que había algo más. De hecho, siendo sincera no había podido sacudirse la sensación de encima incluso después de que empezó a salir con Fuutarou.

Aunque ella no creía que el chico fuese a hacer algún movimiento en su hermana, o hacer algo que se pudiera catalogar como "engañarla", lo cierto era que envidiaba que en ocasiones ellos podían hacer ciertas cosas juntos, como salir a trotar o al gimnasio. Seguro, ambos aseguraban que eran simplemente como amigos, y aunque al principio Ichika estaba convencida de eso... ahora no lo estaba tanto como antes.

Y eso la tenía preocupada por razones que no podía explicar.

- ¿Ichika? ¡Ichika!

- ¿Eh? – Al salir de su ensimismamiento, notó que las demás la estaban dejando muy atrás.

- Oye, ¿qué estás haciendo? – preguntó Nino. – ¿Te vas a quedar allí o qué?

- Disculpen, creo que... – Empezó a mirar alrededor y notó los baños que se encontraban allí. - ¿Saben qué? Necesito ir al baño. Ustedes adelántense, las alcanzaré después.

- ¿Estás segura?

- ¡Sí, descuiden! ¡Estaré bien!

Después de recibir una respuesta afirmativa de las demás que apenas alcanzó a oír, la mayor de las Nakano corrió hacia los baños femeninos. En realidad, no necesitaba ir, simplemente encontró un pretexto para irse por su cuenta. Distraída como estaba podría estropearles el viaje y eso era lo último que quería hacer.

Sin embargo, nada podría haberla preparado para ver salir de los baños masculinos justo al lado a la persona en quien había estado pensando hacía apenas unos minutos. Los ojos del chico Uesugi se ensancharon brevemente al verla.

- ¿Ichika?

- Ah, Fuutarou-kun, hola. – le dijo ella. – ¿No te habías ido con tus amigos?

- Les dije que se adelantaran. – respondió él. – ¿Y tus hermanas?

- Qué coincidencia, yo les dije lo mismo. – replicó Ichika. – Si me disculpas...

- Oye. – la detuvo de repente. – Cuando salgas... ¿podemos hablar sobre algo?

El tono del chico sonaba bastante serio, y al mirarlo a los ojos supo que tenía algo muy importante que decir. Y al hacerlo su corazón empezó a acelerarse, diciéndole que algo no andaba bien, por razones que no podía explicar.

- Seguro, sólo dame unos minutos. – replicó ella.

Una vez que entró al baño (que en realidad no necesitaba hacerlo) se miró en el espejo. El reflejo de una chica confundida y perpleja le devolvió la mirada. Todo lo que había estado pensando apenas unos minutos antes, esos pensamientos, dudas y preguntas que le daban vueltas en la cabeza, volvieron de nuevo con más fuerza, ahora que acababa de encontrarse con Fuutarou de nuevo.

Una parte de ella no tenía ganas de hablar en este momento. Más bien, quería escaparse, dejar que todo se esfumara y pretender que no sucedía nada. Actuar como si fuese sólo imaginación suya.

Pero la otra, le dijo que no podía escaparse. Enfrente de Fuutarou no podía portarse de manera egoísta. Si había algo que lo estuviera molestando de alguna manera, ella tenía que estar allí para él, y ofrecerle el apoyo que necesitara. Cualquier cosa que fuese, ella no podía eludirla.

Abriendo el grifo del lavabo, se salpicó un poco en la cara para salir de su trance. Lo que fuese que Fuutarou quisiera hablar con ella, era mejor escucharlo pronto. Salió del baño y se lo encontró recostado contra un poste, con los brazos cruzados y esperándola.

- Perdona la espera. – dijo al salir. – ¿Nos vamos?

El chico asintió, y le indicó que lo siguiera. Los dos comenzaron a caminar por la escalera derecha que llevaba hacia la cima. Andando lado a lado uno con la otra, ninguno de los dos dijo una palabra por un rato, aunque el silencio le dio algo de claridad a la mente de Ichika

Ella misma también tenía algunas cosas que preguntarle en el camino. Ahora sería tan buena oportunidad como cualquiera.

Por el camino hacia la cima...

Caminar por ese sendero le trajo muchos recuerdos al chico Uesugi. A pesar de que habían transcurrido ya casi seis años, no había cambiado casi nada. Estaba igual de vívido que en su memoria, algo que le traía tanto alegrías como penas.

Parecía que no importaba lo que hiciera, o a dónde fuera, su pasado continuaba atormentándolo. Pero eso tenía que terminar hoy. Había tomado una decisión y ahora, fuera cual fuese el resultado, no había marcha atrás. Tenía que hacerlo sin arrepentimientos.

- Fuutarou-kun, ¿para qué vinimos aquí? – preguntó Ichika, sacándolo de su trance.

Luego de mirar a su alrededor y de estar seguro de que no habría más nadie por allí, el chico Uesugi aspiró profundamente. Ya era el momento de la verdad, de sacarse todo lo que tenía en el pecho y ser sincero consigo mismo, y con ella.

- Ichika... esto no es nada fácil para mí. La verdad es que no sé ni por dónde empezar. Hay tanto que quiero decir, y pensé que estaría listo, pero...

- Está bien, cálmate. – dijo ella. – Puedes decirme lo que quieras. Te escucharé y si hay algo que pueda hacer para ayudarte, ten por seguro que lo haré.

Fuutarou la miró a los ojos. En estos últimos meses, ella había sido muy amable, dulce y atenta con él. Cualquier chico que se preciara la vería como la novia perfecta: hermosa, sociable y sin miedo a demostrarle su afecto. Y eso sólo lo hacía sentirse todavía más culpable por no corresponderle. Ella no se merecía eso.

- Ichika... quiero pedirte perdón. – logró decir, tras exprimir las palabras de su garganta.

La Nakano mayor lo miró confundida. Era natural; seguramente en ese momento estaría pensando "¿Perdón por qué, si no has hecho nada malo?" Y aunque técnicamente eso fuese cierto, en este caso el mal estaba en la inacción de parte de él.

- Estos últimos meses... he estado pensando en muchas cosas. No sé si es por mi falta de experiencia, o por otra cosa, pero... siento que no he sido un buen novio.

- ¿Por qué piensas eso? – preguntó Ichika, al parecer más confundida. Se tomó un momento para pensarlo y encontrar las palabras más apropiadas para expresarlo.

- No me malentiendas. No es que tenga un problema contigo ni nada de eso. Todo lo contrario; en este tiempo has sido muy buena conmigo, y me doy cuenta que lo que sientes por mí es real. De verdad lo aprecio, pero...

- ¿Pero? – inquirió de nuevo la pelirrosa.

Otra vez, el chico tuvo que pensar muy bien lo que iba a decir. La mejor forma que se le ocurría era explicarle exactamente lo que sucedía con un ejemplo, tal como hacía con las tutorías. Aunque no estaba seguro de si el único ejemplo que tenía serviría en este caso.

- No sé si tú hayas sentido lo mismo, pero... he tenido la sensación de que algo nos falta. Y no me deja tranquilo. Sé que no tiene sentido, pero...

- En realidad sí lo tiene. – respondió ella, interrumpiendo su tren de pensamiento. – Creo que la palabra que estás buscando es una "chispa" entre nosotros. Tal vez algo como lo que tienen Kintarou-kun y Nino, ¿verdad?

- ¿Cómo adivinaste? – preguntó Fuutarou, sorprendido. Ichika simplemente sonrió de nuevo.

- Bueno, ellos no se ven muy a menudo, pero cuando están juntos, siempre son muy cariñosos. – dijo la pelirrosa algo divertida. – Nosotros, por otro lado, aunque nos llevamos bien y nos divertimos mucho juntos, no tenemos esa chispa que hay entre ellos. Hasta yo lo he notado.

El chico se sorprendió de nuevo. La chica había dado en el clavo incluso antes que él pudiese mencionar a su primo y a la segunda hermana como ejemplo. Era bastante perspicaz, debía concederle eso. Pero fuera de admirar su intuición, eso le ahorraba tener que explicarse.

Al menos Ichika entendía de qué estaba hablando, qué era esa "chispa" que les faltaba, y que su primo y Nino sí tenían entre ellos. Y en retrospectiva, aunque no la había tenido con la Nakano mayor... sí la había experimentado con alguien más.

- Pensándolo bien, es normal. – dijo ella. – Nino es mucho más abierta para expresar sus sentimientos. Y yo... pensé que sería mejor tomarnos las cosas con calma.

Tomar las cosas con calma. Sí, él también pensaba que estaba haciendo lo mismo. Después de todo, estaba recién salido de un corazón roto, y pensó que debía seguir el consejo de Rena y darse otra oportunidad. Sin embargo, después de un tiempo se había empezado a replantear lo que le había dicho.

- Cuando Rena se fue, me dijo "Si esa chica de verdad te quiere, no la dejes ir". Pensé que en ese momento me estaba diciendo que debería darme una oportunidad contigo, pero ahora... ya no estoy tan seguro.

Se dio la vuelta para mirar hacia el camino por donde vinieron. Se le hacía muy difícil mirarla a los ojos, ya que sabía que inevitablemente iba a herirla con sus palabras. Aunque no fuese su intención, no podía evitar sentirse culpable al no poder corresponderle a sus sentimientos de la misma manera. Ella era una buena chica y no se merecía eso. Pero tenía que ser honesto; no había sentido en mantener una relación basándose en una mentira.

- Lo que intento decir es... que tal vez empecé a salir contigo por las razones equivocadas. – dijo finalmente Fuutarou. – En ese momento estaba dolido por lo de Rena, y pensé en sus palabras. Creí que si me daba una oportunidad tal vez podría sanar, e incluso llegar a sentir algo por ti. Pero ahora... me doy cuenta que no he sido justo contigo.

Se giró de nuevo y caminó hacia ella, tomándola de las manos. Hizo un esfuerzo para mirarla a los ojos, que en ese momento se abrieron por la sorpresa al grado de verse reflejado a sí mismo en ellos.

- Ichika, eres alguien maravillosa. Cualquier hombre que se respete y te conozca puede verlo. Por eso... espero que puedas perdonarme por no corresponder a tus sentimientos como te mereces. Es mi culpa por haber corrido a tus brazos buscando consuelo, y me siento terrible por eso.

Después de decirlo cerró los ojos con fuerza. Por un momento, casi se esperó que ella fuese a llorar, gritarle o algo por el estilo. No sabía mucho de relaciones, pero sí sabía que muchas chicas no se tomaban a bien este tipo de cosas, y si bien él se sentía mal por herirla, sabía que se sentiría peor si seguía jugando con los sentimientos de ella por puro despecho.

- Fuutarou-kun, mírame...

Con algo de miedo, el chico abrió los ojos de nuevo. Para su sorpresa, Ichika no estaba llorando o enojada, sino que sonreía. Pero había algo diferente en su sonrisa; no era forzada, pero había cierto aire de melancolía en ella.

- No tienes que disculparte conmigo. – le dijo ella. – A decir verdad... ya lo sabía. Pude notar que siempre mantenías tu distancia conmigo, así que por eso no quise presionarte. Pensé que sólo tenía que ser paciente, darte tiempo para que pudieras sanar, pero... es evidente que no funcionó.

- En verdad lo siento. Es culpa mía que esto no funcionara.

- No, no lo es. – aseguró la Nakano. – De hecho, te agradezco que me hayas dado una oportunidad. Y aunque no haya funcionado, no me arrepiento de nada. Las citas que tuvimos, los momentos que pasamos juntos, todo eso serán recuerdos muy preciados para mí. Y si no resultó, no hay nada que hacer. La vida sigue.

De acuerdo, se lo estaba tomando mucho mejor de lo que él esperaba, buena señal. Pero de nuevo, ella era una actriz, y tal vez se estaba forzando a poner un acto para que él no se sintiera tan mal al respecto.

- Es por Yotsuba, ¿verdad? Ella es quien realmente te gusta, ¿no es así?

El chico se sobresaltó ligeramente. En ningún momento mencionó a la cuarta hermana, pero antes de poder decir otra palabra, Ichika volvió a reír y prosiguió:

- No tienes que fingir. Los he visto desde que comenzaste a ser su tutor. La forma cómo interactúan, lo cercanos que se han vuelto todo este año, y el hecho de que siempre estás cómodo con ella. Es comprensible; estar con ella le alegra los días a cualquiera. Tú debes saber mucho de eso, ¿verdad?

Fuutarou volteó la mirada, pero no tenía sentido negarlo. Resopló resignado, pero también se rio un poco. En retrospectiva, aunque no hubo esa "chispa" de la que Ichika habló antes en su primer encuentro, tal vez sí la hubo cuando comenzó a conocerla mejor.

Efectivamente, el chico estudioso, gruñón y serio se había quedado prendado de esa chica atlética, torpe e infantil. Aunque lo negase, no podría ocultarle nada a la hermana mayor, siempre pendiente de todo.

- Supongo que... ella apareció cuando más la necesitaba. Mi vida se había vuelto una rutina constante y aburrida. Sólo me importaba el estudio y nada más. Nada de amigos, nada de vida social... no sé cómo pude desperdiciar todos estos años.

- Oye, no fueron un desperdicio total. – dijo Ichika. – Lograr ese ranking en los exámenes nacionales es algo increíble, así que algo bueno salió de ello. Pero está bien que te hayas dado cuenta que hay otras cosas aparte del estudio. Divertirte, gozar de tu juventud, eso también es importante.

Así era. Y si bien Ichika también había puesto de su parte en ayudarle con eso, no había duda que Yotsuba era la que le había dado el empujón inicial para salir de esa burbuja. Se suponía que él fuese su tutor, pero sin notarlo, ella le enseñó casi tanto como ella a él, o quizás más.

Y aunque no fueran pareja, hubo gente que asumió que estaban saliendo, así que quizás ellos podían ver la chispa entre ellos cuando él mismo no lo hacía.

- Es extraño. Al principio, creí que sólo era una chica tonta y alegre, y que jamás me podría fijar en alguien como ella. No podría ser más opuesta a mí en todo. Pero entre más tiempo pasábamos juntos... más me encariñaba con ella. Empezaba a sentirme algo triste cuando pensaba que tendríamos que separarnos al terminar el segundo año. No quería imaginarme cómo serían los días una vez que se fuera.

- Bueno, al menos te diste cuenta antes de que se marchara, y no después. – dijo Ichika. – Sabías lo que tenías antes de perderlo, y eso es algo positivo. De hecho, por eso le pedimos a papá transferirnos, así Yotsuba no tendría que despedirse de ti. No sólo tú la necesitabas, ella también te necesitaba a ti, más de lo que te imaginas.

No hubo ni un ápice de duda en las palabras de la Nakano mayor. Aunque eso él ya lo sabía, no tenía idea de que realmente fuese tan profundo. Siempre creyó que ella lo veía como a un amigo, y él también pensaba lo mismo de ella. Creía que eso estaba bien, pero ahora, las cosas habían cambiado.

- Sonará extraño que te pregunte esto, pero ¿crees que yo, ya sabes, le guste de esa manera? – inquirió tímidamente el chico.

- Oh, por supuesto que sí. – aseguró Ichika. – De hecho, en el campamento escolar del año pasado, traté de convencerla de que te invitara a bailar en la fogata, ya que no se atrevía a hacerlo.

Fuutarou hizo memoria del viaje. La chica del lazo sí lo había invitado a bailar... e inmediatamente dijo que sólo era una broma. Dicha memoria resonó con otra mucho más reciente, cuando iban en el tren esa misma mañana.

- Entonces, cuando estaban jugando a "confiesa tu amor"... ¿lo dijo en serio? – preguntó Fuutarou. – ¿No estaba jugando?

- Ya sabes, Yotsuba no es buena para fingir. – dijo Ichika. – Apuesto a que te sentiste muy ilusionado cuando te dijo eso, ¿o me equivoco?

La respuesta del chico fue una risita que no pudo reprimir. La Nakano mayor otra vez había dado en el clavo, aunque del tiempo que llevaba de conocerla, seguramente él era como un libro abierto para ella. No tenía sentido negarlo.

Después de un breve silencio, respiró profundamente, preparándose para lo inevitable. Era el momento de la verdad.

- Supongo que esta es la parte en la que... terminamos o algo así, ¿verdad? – dijo él rascándose detrás de la cabeza. – No habrá resentimientos ni nada de eso, ¿cierto?

- Claro que no. – aseguró ella. – Aunque es probable que la gente empiece a hablar así que, si alguien pregunta, terminamos debido a mi carrera de actuación.

- ¿Y eso no te hará quedar mal a ti? – preguntó Fuutarou. Tampoco era que quisiera dañar la reputación de Ichika en la escuela para salvar la suya.

Ichika simplemente se encogió de hombros. – Ya sabes cómo son las agencias en el mundo del espectáculo. Las actrices e ídolos siempre son más rentables cuando no tienen pareja, y por eso les prohíben salir con nadie. Y estoy segura que tú no querrías que yo abandone mi sueño, ¿o me equivoco?

Fuutarou no respondió, pero entendió lo que quería decir. Visto de esa forma, también había algo de verdad en lo que decía. Ichika siempre tenía que salir de incógnita cuando iba en una cita con él para evitar que la reconocieran, y su trabajo como actriz limitaba enormemente el tiempo que podían pasar juntos. Eso era un bache en su relación que difícilmente se podría salvar, y francamente, él no estaba seguro de si podría sobrellevarlo.

- Así que... si eso es lo que quieres, lo aceptaré. Si es Yotsuba quien realmente te gusta, entonces los apoyaré de todo corazón. – aseguró la hermana mayor.

A pesar de su melancolía, Fuutarou pudo ver que Ichika le sonreía y hablaba con toda sinceridad. Se sintió bastante aliviado; lo menos que quería sería cortar esa relación en malos términos, luego de que ella había sido tan buena con él. No la había lastimado demasiado al parecer.

- En verdad eres una buena chica. – dijo él. – Y sólo por eso, te perdonaré por lo de esa vez.

- ¿Esa vez? ¿De qué estás hablando?

- No te hagas la tonta. El beso que me robaste bajo la campana. Me tomaste por sorpresa y me dejaste en shock, ¿sabes? Mira que robarle a alguien su primer beso en la boca sin estar listo...

- No sé de qué me hablas. – dijo Ichika. – Yo nunca...

La chica se llevó la mano a la boca, como si acabase de darse cuenta de algo. Fuutarou se quedó mirándola fijamente. ¿Por qué lo estaba negando? No era para avergonzarse ni mucho menos; seguramente fue sólo algo hecho en el calor del momento, y él no le guardaría rencor por eso.

Justo cuando parecía que la conversación había terminado, todo indicaba que todavía ambos tenían algunas cosas de las que hablar.

Esta historia continuará...


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