Un rostro del pasado


Preparatoria Asahiyama...

El día de escuela de Fuutarou transcurrió normalmente. Bueno, tan normal como podría haber sido cuando tenías un yeso firmado con...

- ¿Quién te firmó eso, Uesugi? ¡Confiesa!

- ¡Tuvo que ser Nakano-san! ¡Es la única que pasa tiempo con él!

- ¿Entonces es verdad que sí están saliendo?

- ¡YA CÁLLENSE! – les gritó finalmente. – ¡TODOS ESTÁN EQUIVOCADOS!

El grito sirvió para espantar a todos los curiosos, aunque los murmullos no se detuvieron. En ese momento estaba sentado con Yotsuba mientras comían en la cafetería, y el chico estaba perdiendo el apetito por culpa de los curiosos que venían a hacerle preguntas o a burlarse por la firma que tenía en el yeso.

- De verdad lo siento mucho, Uesugi-san. – se disculpó la chica del lazo.

- ¿Por qué te disculpas? – preguntó él. – Tú no fuiste la que me firmó esto.

Una de las preocupaciones de dejar que Ichika se quedase a dormir en su casa fue precisamente que se metiera a hurtadillas en su cuarto mientras él dormía. Y efectivamente lo hizo, y Raiha admitió felizmente que le prestó sus marcadores para que le firmase el yeso. Eso por sí mismo no parecía algo malo, si no fuese por el mensaje que le puso.

Su yeso tenía ahora escrito en kanji la frase "Mejórate pronto". Para él eso habría sido suficiente, ¿así que por qué agregarle en letras occidentales la palabra "LOVER"? Y peor aún, la letra "V" la había sustituido por un enorme corazón rojo. El mensaje había sido escrito con marcadores indelebles, así que no podía borrarlo ni tuvo tiempo de buscar algo para taparlo antes de marcharse a la escuela. Raiha y sus padres lo encontraron muy divertido, pero a él le parecía bochornoso, especialmente ahora que toda la escuela lo podía ver.

- Ya sabes cómo es Ichika. – continuó Yotsuba. – Se ve que tú le gustas y creo que quiere que todos lo sepan.

- Bueno, podría haberme firmado el yeso con su nombre. – dijo Fuutarou. – Así todos sabrían que es ella y no tú.

- Lástima que no traje marcadores para firmártelo yo también. – dijo Yotsuba.

- Olvida eso, hay otra cosa de la que necesitamos hablar. – dijo el chico. – Hoy no estarás con el club de atletismo, ¿verdad?

- No, hoy no, así que podemos estudiar sin problemas. – aseguró la chica Nakano con una gran sonrisa. Eso era un gran alivio.

- Bien, tendremos que trabajar al doble para reponer el tiempo perdido de ayer. – dijo Fuutarou severamente. – Y además...

- ¿Además?

Fuutarou se quedó viendo momentáneamente a la chica del lazo. Lo idéntico de su rostro con el de sus hermanas nuevamente le hizo ver a esa niña igual que lo hizo con Ichika e Itsuki antes por un momento, pero la visión se desvaneció más rápido. En el posible, aunque improbable caso que fuera una de ellas, Yotsuba era la única que él tenía la certeza al 100% que no podía ser.

Ahora, si fuese una de las demás...

- Nada. – dijo él. Mejor no pensar en eso de momento, ya habría tiempo para ello luego de que hubieran estudiado.

Aunque incluso si lo hacían, Fuutarou se preguntaba si podría concentrarse. Con esos recuerdos regresándole, y el misterio de si una de las quintillizas fuese la niña que conoció o no, iba a ser muy difícil enfocarse en sus deberes. Si fuera por él, le daba igual que fuese una de ellas o no, simplemente quería aclarar la duda para quitarse de encima ese tormento de no saberlo.

- "¿Por qué no insistí más en preguntarle su nombre?" – pensó. – "Me estaría evitando todo este embrollo si me lo hubiese dicho."

En todo caso, sería más rápido hacerlo con todas las hermanas juntas, para salir de ello de una buena vez. Con suerte esperaba que estuviesen en el apartamento durante su sesión de estudios, ya que Ichika dijo que hoy no asistiría a clases.

- ¿Hmm? – De pronto miró hacia la puerta, y le pareció ver una familiar mirada, cuya dueña se escondió apenas él volteó a ver. Momentáneamente se detuvo de escribir la tarea que le pondría a Yotsuba para mirar de nuevo.

- ¿Qué pasa?

- Nada, solo creí ver a alguien. – dijo él.

Solo fue por un segundo, pero estaba seguro que se trataba de Eba, la capitana del club de atletismo. Seguramente estaba acechando para ver cómo llevarse hoy a Yotsuba, pero de manera preventiva él le dijo que apagara el celular mientras estaban en la biblioteca para evitar interrupciones. Aun con el yeso, ella no se les iba a acercar mientras él anduviera cerca.

- "Eso es otra cosa, necesito hablar con ella seriamente." – pensó. – "Quizás nos podamos entender y llegar a una especie de acuerdo."

La negociación no era su fuerte, excepto cuando tuviese fichas de intercambio para ofrecer. Con Nino había funcionado ya que ella fue la que se le acercó con algo que quería, y él era quien mantenía las deudas, pero en este caso, él no tenía ningún control sobre Yotsuba que pudiese ejercer de manera legal.

Si Ichika o alguna de las demás hubiera estado disponible, podrían haber usado sus palancas de hermanas mayores para hacer algo al respecto, pero mala suerte para él, no fue así.

- Ya terminé, Uesugi-san. ¿Qué tal lo hice?

El chico cogió la hoja de ejercicios de inglés que les habían dejado esa mañana y se puso a revisarla. Sorprendentemente estaba encontrando menos errores que de costumbre, la chica iba mejorando a buen ritmo.

- Algunos fallos, pero en general está bien. – dijo él con aprobación, haciéndola sonreír triunfante. En ese instante, sonó la campana para la hora del almuerzo. – Mejor nos damos prisa en ir a comer, todavía tenemos mucho por delante.

- Déjame te ayudo. – le dijo Yotsuba pasándole sus muletas para que pudiese pararse, y con eso ambos abandonaron la biblioteca para dirigirse a la cafetería.

Al salir de la biblioteca el peliazul echó un breve vistazo por encima del hombro, y vio de nuevo una coleta ocultándose por otro lado del pasillo. Si no fuese porque se estaba muriendo de hambre aprovecharía de ir a hablar con ella en ese momento, pero ya habría tiempo después para eso.

Por ahora, tenía demasiadas cosas en la cabeza, y con su estómago demandando alimento, no iba a poder organizarlas bien.

(--0--)

Apartamento Nakano, un poco más tarde...

Afortunadamente, la sesión de estudios transcurrió sin ningún tipo de interrupción. Fuutarou estuvo complacido de ver que a pesar de su ausencia Yotsuba no había estado holgazaneando y terminó todos los deberes que les habían dejado en clase. No obstante, sabía que no se podía descuidar y por eso fue doblemente estricto con ella para reponer el tiempo perdido del día de ayer.

El chico Uesugi tuvo suerte que Miku e Itsuki decidieron sumarse a la sesión para echarles una mano en sus puntos fuertes, y con eso terminar las asignaciones de historia y ciencias naturales más rápido. Nino no quiso estudiar con ellos, pero constantemente iba y venía trayéndoles bocadillos y bebidas para mantener el reloj andando y que repusieran sus energías. Sin duda había sido un día bastante productivo para compensar lo de ayer.

- Yotsuba, las fechas aquí están mal. – dijo Miku, señalando las respuestas en el examen de historia. – La primera batalla de Azukizaka fue en 1542, y la segunda en 1564.

- Hmm, ¿cómo te las aprendes de memoria? – preguntó Yotsuba. – A mí siempre me enredan.

- Y aquí confundiste de nuevo los huesos. – dijo Itsuki, sosteniendo uno de biología. – El hueso del muslo es el fémur, el radio y el cúbito son los del antebrazo.

También agradeció que esas dos le ayudasen a corregir sus respuestas, de esa manera se ahorraba algo de tiempo al tener que revisarlas él mismo individualmente. Lo malo era que todavía tenía que ocuparse de los dos mayores talones de Aquiles de la chica del lazo, al tener que revisar en su totalidad las tareas de matemáticas e inglés, pero dadas las circunstancias, toda ayuda era apreciada.

Sin embargo, en medio de la sesión Fuutarou no podía evitar seguir viendo la hora a cada tanto, preguntándose cuándo llegaría Ichika. Sabía que los rodajes a veces duraban hasta tarde, pero estaba esperando verlas a las cinco para poder hacer la pregunta que le había estado rondando desde el otro día. Sentía que si no despejaba esa duda no se podría concentrar como era debido, y si se le hacía demasiado tarde, tendría que irse a casa y preguntarles otro día.

- "Entre más lo aplace, más difícil será preguntarles. Mejor que me quite eso de encima de una buena vez."

- Uesugi-san, ¿esta me la marcaste mal? – preguntó Yotsuba, señalando su examen de inglés.

- ¿Eh? – dijo él tomando la hoja y verificando. – Ah, tienes razón. Perdona, ya lo corrijo.

- Oh, ¿el cerebrito perfeccionista cometió un error? – comentó Nino medio burlonamente.

Fuutarou la miró con los ojos en rendijas, pero no se atrevió a replicar. La chica tenía razón, era muy inusual que él cometiera un error de ese tipo, siempre era muy meticuloso. Esa duda lo tenía descontrolado y era mejor despejarla para evitar que volviera a suceder.

Por otro lado, el hecho de que Yotsuba se percatara de que él había cometido un error era un indicio de que se estaba volviendo más perceptiva. Estaba progresando, era una buena señal.

- ¿Acaso tienes algo en la mente? – preguntó Itsuki. – Te he notado un poco distraído hoy. Sin mencionar que pareces estar mirando el reloj cada media hora o algo así.

- ¿Se nota? – preguntó él. – Supongo que... bueno, sí hay algo que me ha estado molestando estos días. Necesito preguntarles algo, pero preferiría que estén todas. Eso me ahorrará tiempo.

- ¿Por qué quieres que estemos todas? – preguntó Nino. – Si tienes algo que decirnos escúpelo, y luego puedes decírselo a Ichika. O nosotras podemos preguntárselo por ti, si tienes tanta prisa.

- No, créanme, esto es algo que necesito preguntar de frente. – les dijo.

La razón era mucho más personal. Tenía la sensación de que, si les hacía la pregunta de frente, sabría por sus reacciones si le decían la verdad o no. Quería estar totalmente seguro de aclarar la duda que lo atormentaba.

- ¡Ya llegué! – anunció la voz de Ichika, tras ingresar al apartamento, dejando su abrigo colgado en el perchero.

- Bienvenida, Ichika. – la recibió Yotsuba. – Por fin ya estamos las cinco.

- Vaya, menos mal. – dijo el chico Uesugi levantándose con sus muletas. – Bien, si son tan amables, necesito que las cinco se sienten en el sofá.

- Aguanta un poco. – dijo Nino. – Primero vamos a cenar, Ichika debió tener un día muy largo. Tú también, siéntate con nosotras.

Fuutarou quiso replicar algo, pero ya que no estaba en su propia casa, no podía hacer mucho. Además, aunque lo dijo en tono mandón, el que Nino le invitase a que se sentara con ellas a comer era una gran mejora en el trato, pensaba él.

Después de comer, las cinco hermanas se sentaron en el sofá, todas mirando expectantes mientras el chico las contemplaba una por una. Ichika como siempre solo sonreía, Nino cruzaba los brazos y movía el pie impacientemente, Miku permanecía neutral, Yotsuba apretaba los puños con expectación, y finalmente Itsuki solo se veía confundida.

El joven finalmente tomó un profundo respiro antes de hacer la pregunta.

- ¿Alguna de ustedes me conoció desde antes?

Silencio sepulcral. Ninguna de las quintillizas mutó su expresión, quedándose estáticas momentáneamente. Aunque quizás fuese mientras asimilaban lo que acababa de decir.

- Disculpa, ¿quieres repetir lo que acabas de decir? – fue Nino la que preguntó.

- Creo que es mejor que reformule mi pregunta. – dijo Fuutarou. – Hace cinco años, ¿alguna de ustedes visitó Kioto?

Ahora la reacción sí fue notoria: las hermanas empezaron a murmurar entre ellas "¿Cómo lo sabe?", "¿Acaso estuvo allí o qué?" y cosas similares, hasta que finalmente volvieron a calmarse e Ichika tomó la palabra:

- Eh... sí, estábamos de visita con mamá. ¿Pero eso qué tiene que ver con...?

- Uesugi-kun. – la interrumpió Itsuki. – ¿Tiene esto algo que ver con... eso que hablamos el otro día?

- ¿Eh? ¿Qué, ustedes hablaron de algo? – dijo Yotsuba, yéndosele encima. – ¡Cuéntame, cuéntame!

- ¡Ya basta, quítate de encima, no te diré nada!

- Yotsuba. – la detuvo Fuutarou. – No molestes a Itsuki, será mejor que se los diga yo mismo. Esto me ha estado atormentando desde hace días y quiero quitarme las dudas de encima.

Así, el chico comenzó a relatar su historia igual como se lo dijo a Itsuki en el hospital, descontando lo de la invasión alienígena y agregando algunos detalles que se le escaparon la primera vez. Las reacciones fueron variadas: desde solo una ligera sorpresa para Miku, hasta una mirada muy interesada por parte de Nino al llegar a la parte de la promesa que hicieron juntos.

Para concluir y enfatizar su punto, el chico cogió su libreta y sacó la foto de su yo de doce años, desdoblándola para que pudiesen verla completa. Ahora sí, cuando la acercó lo suficiente, la sorpresa de las quintillizas fue colectiva.

- No... no puede ser que...

- Esa es...

- ... ¿una de nosotras?

Nino se puso de pie y le quitó la fotografía para poder verla más de cerca. Le dirigió una mirada desconcertada, y sin perder tiempo corrió escaleras arriba. Minutos después volvió con un álbum de fotos familiares, y hojeando rápidamente la abrió en una que mostraba una foto de cinco niñas que saludaban a la cámara haciendo una V de la victoria, todas idénticas entre sí.

Los colores de cabello no coincidían, pero eso se debía en parte a que la foto de Fuutarou se veía mucho más descolorida por el tiempo. Por lo demás... el parecido era inconfundible.

- Como lo sospeché. – dijo Fuutarou. – De acuerdo, ¿quién fue de ustedes? ¿Quién fue la que compró esos cinco amuletos para éxito los estudios?

Ninguna pareció atreverse a responder, y se miraron entre ellas como buscando ayuda. La respuesta estaba muy cerca, pero a la vez... ¿por qué lo carcomía la duda? ¿Tendría que preguntarles una por una?

- ¿Ichika?

- No, qué va. Yo no recuerdo haber comprado amuletos en ninguna parte. – dijo la hermana mayor.

- ¿Nino?

- ¿Para qué iba a querer un amuleto de esos yo? – dijo sacudiéndose el pelo con altivez.

- ¿Miku?

- No. – dijo secamente la hermana mediana.

- ¿Yotsuba...? No, no hay manera de que hayas sido tú.

- ¿Eh? – La chica del lazo ladeó la cabeza, lanzándole una mirada confusa.

- Olvídalo, no me hagas caso. ¿Itsuki?

- Hum... bueno, sí recuerdo tener un amuleto de esos guardado, pero no sé si lo compré o me lo regalaron. Fue hace mucho tiempo. – replicó la menor.

El chico pasó su mirada una y otra vez entre todas las hermanas. La evidencia fotográfica era irrevocable, tenía que ser una de ellas. Pero si ese era el caso, ¿realmente no lo recordaba? ¿O estaba ocultándose de él?

- Fuutarou-kun, quizás... la culpable no esté entre nosotras. – intervino de pronto Ichika.

- ¿Qué quieres decir?

- No todos saben esto, pero... en realidad nosotras somos... sextillizas.

- ¿Cómo? – exclamó el chico.

- Sí. Tenemos una sexta hermana, y su nombre es, o mejor dicho era, Mutsumi.

- ¿Qué dijiste?

- ¡¿Eso es verdad?! – exclamó Yotsuba. – ¡¿Entonces donde está Mutsumi?!

- Esto es algo muy secreto. – dijo la hermana mayor con una voz misteriosa. – A decir verdad, ella desapareció en un accidente de tráfico cuando éramos muy pequeñas. Todas la creímos muerta, pero nunca encontramos su cadáver. Así que es posible que...

- ¡Ah! ¡Entonces la niña de la foto de Uesugi-san podría ser Mutsumi! – gritó la chica del lazo. – ¡No estaba muerta después de todo!

- Así es. – dijo Ichika. – Es posible que ella haya...

Mientras Ichika comenzaba a relatar un montón de cosas que sonaban salidas de una telenovela llena de clichés, Fuutarou se llevó la mano a la frente. Si bien lo de la sexta hermana sonaba demasiado conveniente, parecía mucho más probable el hecho de que simplemente había conocido a una chica que se parecía a ellas. Tal vez solo fuese una pariente lejana que ni ellas conocían, o ni siquiera eso. No era como que en la vida real no existiese gente que tenía cierto parecido entre sí, sin tener realmente ningún parentesco.

- "Es cierto, no sé en qué estaba pensando." – dijo para sus adentros. – "¿Cómo pudo siquiera ocurrírseme que ella se haya podido convertir en una de estas idiotas revoltosas?"

Se la imaginó momentáneamente con una bata de laboratorio, gafas cuadradas de borde delgado y con aspecto intelectual mientras sujetaba una tabla de notas. Podría haberse convertido en una estudiante de medicina, o tal vez en una bibliotecaria. Algo que requiriese usar el cerebro, tal como lo habían prometido. Nada como estas cinco, de ninguna manera.

- Bueno, bueno, ya está bien. – interrumpió finalmente los relatos locos de Ichika. – Creo que ya tengo mi respuesta. La chica que conocí definitivamente no está en esta sala. Con eso ya podré al menos sentirme tranquilo. Además, hay otras cosas que urgen de momento.

Caminó con las muletas dirigiéndose hacia Yotsuba, que lo miró con expresión interrogante.

- Yotsuba, mañana irás de nuevo con el club de atletismo, ¿verdad? – le dijo, a lo cual la cuarta hermana respondió asintiendo. – ¿Será posible que te acompañe? Creo que necesito decirle algunas cosas a la capitana.

(--0--)

Tarde del día siguiente, campo de entrenamiento de Asahiyama...

No fue fácil convencer a la chica del lazo de dejarle venir con ella, pero finalmente accedió. Fuutarou sabía que necesitaba urgentemente hablar con la capitana del club de atletismo. Tal vez podían llegar a un acuerdo que los beneficiara a ambos sin interferir con los planes de ninguno.

Mientras Yotsuba y las demás miembros del club de atletismo corrían las vueltas alrededor del campo, Fuutarou hablaba con Eba.

- Déjame ver si te entiendo. – dijo la chica de pelo largo, con una voz tan dulce que a Fuutarou casi le provocaba diabetes. Complementaba perfectamente esa mirada tenebrosa suya. – Te rehúsas a que Nakano-san se nos una a tiempo completo.

- Entiende que no puede hacerlo. – dijo Fuutarou. – Ya de por sí está en aguas calientes por haber sido suspendida de su antigua escuela, y tiene que subir sus notas si quiere regresar.

- Pareces muy interesado en que ella regrese a su antigua escuela. – dijo Eba como quien no quisiera la cosa.

- Es para lo que me están pagando como su tutor. – señaló él. – Mira, no te estoy pidiendo que ella se salga de tu club. Simplemente quisiera que llegáramos a un acuerdo. Establecer un horario para que no interfiera ni con sus prácticas, ni con las clases.

- Hmm, pero dime, ¿realmente crees que eso sería lo mejor para ella? – preguntó Eba cruzándose de brazos y mirando fijamente a Fuutarou. El chico tuvo que reprimir el impulso de retroceder; no quería dejarse intimidar por ella.

- Explícate. – exigió cortésmente.

- Mira, entiendo que tú solo intentas hacer tu trabajo como tutor de Nakano-san. – dijo Eba. – Pero yo como capitana del club de atletismo también tengo mis responsabilidades, ¿sabes? Debo hacer lo que es mejor para mi equipo, y en este momento necesitamos de ella.

- ¿Realmente es así? – dijo Fuutarou, tratando de mantener su compostura. – ¿Seguras que no están pensando que ella haga todo el trabajo y las haga ganar?

- ¿Me crees tan egoísta? – dijo la capitana, poniendo los brazos en jarras. – Nuestras victorias siempre son esfuerzos conjuntos, nunca dependemos solo de una para que lleve el peso. Pero Nakano-san, ella tiene un talento increíble, es un verdadero diamante en bruto, y como tal necesita ser pulido para que pueda brillar.

»Por eso necesita entrenar con nosotras. Ella no nació para ser una cerebrito amargada y aburrida. Ella nació para correr como una verdadera atleta. Con empeño, podría hasta llegar a las olimpíadas. Si la obligas a concentrarse solo en estudiar, no harás más que ser un lastre para ella.

- Un... ¿lastre? – Esa palabra encendió algo dentro de Fuutarou. Sintió que una vena comenzaba a palpitarle en la sien tras ese comentario.

- Piénsalo, ¿crees que le estás haciendo un bien a Nakano-san obligándola a estudiar? ¿Por qué más bien no intentas apoyarla en algo para lo que puede ser buena?

- Escucha, es verdad que soy su tutor, pero también... también soy su amigo y me preocupo por ella. – dijo él tras encontrar las palabras apropiadas. – Y sé muy bien que si no pasa sus materias tendrá problemas.

Esta parte era cierta; Yotsuba tendría problemas con su padre si no le iba bien en los estudios. Y a su vez, el propio Fuutarou tendría problemas por no cumplir la promesa de ayudar a que pudiese reunirse con sus hermanas, si bien esto no lo hacía por él mismo, sino porque sabía que era importante para todas ellas. Estar juntas como familia.

- Pero no tiene por qué preocuparse. Incluso si no le va bien en los estudios, puede salir adelante con su talento. Ella tiene un gran potencial, ¿y tú no quieres que lo aproveche? ¿Y aun así te dices ser su amigo?

Fuutarou estuvo a punto de replicar, pero se detuvo en seco, quedándose con la palabra en la boca. Algo en esas palabras le tocaron un nervio bastante sensible, pero no haciéndolo enojar, sino poniéndolo a reflexionar en lo que acababa de decir.

Por un momento, el chico Uesugi visualizó en su cabeza la imagen de Yotsuba, corriendo por una pista y rompiendo la banda de la línea de meta mientras alzaba los brazos de manera triunfante. Sin contar el hecho de que sus ropas atléticas dejaban poco a la imaginación, podía imaginarla radiante de felicidad y saltando victoriosa, sujetando entre sus manos una brillante medalla de oro.

Era una imagen que, si lo pensaba, no le resultaba desagradable en lo más mínimo.

Yotsuba era una gran atleta, y Fuutarou lo sabía. Pensándolo bien, Eba tenía un punto al decir que, si lograba atraer la atención de los cazatalentos, no tendría que preocuparse por los estudios. Podría fácilmente abrirse paso con su talento deportivo, y se abriría un gran futuro de esa manera. Llegar a ser profesional e incluso hasta las olimpíadas... no sonaba tan descabellado.

¿Tenía razón en lo que decía? ¿Estaba limitando a Yotsuba para que desarrollara su potencial?

- Uff, ¡Eba-san! – exclamó Yotsuba de repente corriendo hacia ellos. – Cincuenta vueltas, terminado, tal como lo prometí.

- ¿Oh, en serio? Vaya, eso fue más rápido de lo que pensé. – dijo la capitana.

- ¿Me puedo marchar por hoy? – preguntó Yotsuba, poniendo las manos en posición de súplica. – De verdad necesito volver a casa; tengo que estudiar con Uesugi-san.

Eba pareció querer gruñir algo, pero de algún modo mantuvo la compostura. Fuutarou por su parte tuvo un impulso momentáneo de sonreír triunfante, pero con lo que acababan de hablar, se le apagó casi de inmediato.

- Bueno, si ya terminaste el entrenamiento de hoy, no tengo más opción que dejarte ir. – le dijo.

El chico Uesugi apenas tuvo un par de segundos para sentir alivio y saborear su triunfo hasta que la chica de pelo largo se le acercó a Yotsuba, y le habló de nuevo con esa voz que era una extraña mezcla de dulzura y un tono salido de ultratumba que le helaba la sangre.

- Pero no se te olvide, a partir del fin de semana vamos a hacer un campamento de entrenamiento, y esperamos que asistas con nosotras, ¿lo recuerdas?

- Eh... sí, lo recuerdo. – dijo Yotsuba. – Aquí estaré, lo prometo.

- Bien, tú y tu amigo se pueden marchar. Nosotras seguiremos entrenando.

Antes de irse con las demás, la capitana le dirigió a Fuutarou una mirada que claramente decía "no te la vas a llevar", y este no pudo más que apretarle los dientes en respuesta.

- Uff, fui lo más rápido que pude para terminar antes. – dijo Yotsuba, estirando los brazos y las piernas. – Estoy exhausta, pero todavía tenemos tiempo para estudiar hoy, ¿no?

Fuutarou miró el reloj de su teléfono celular. Era impresionante lo rápido que la chica podía correr cuando lo necesitaba. Calculando lo que les tomaría ir a su casa, les daría por lo menos para una sesión de tres horas. No tanto como él querría, pero por lo menos era algo.

No obstante, las palabras de la capitana del club de atletismo todavía le estaban dando vueltas en la cabeza. ¿Estaría haciendo lo correcto en querer obligar a Yotsuba a estudiar? ¿No le vendría mejor quedarse en ese club, donde fácilmente podría convertirse en una verdadera estrella del atletismo?

- Pensándolo bien... tal vez podamos dejarlo por hoy. – le dijo. – No hace falta que te presiones mucho, y quizás sea mejor que termines junto con todas las demás.

- ¿Eh? ¿Estás seguro? – preguntó Yotsuba. Por alguna extraña razón, parecía decepcionada.

- Descuida, podemos reanudarlo mañana. Usaré mi tiempo hoy para preparar tus ejercicios de matemáticas.

- Si tú lo dices. – Yotsuba se encogió de hombros, y volvió junto con el resto del club. – ¡Oigan, Eba-san, chicas! ¡Creo que no me tendré que ir todavía, puedo seguir un poco más!

Mientras miraba a Yotsuba volver al entrenamiento, Fuutarou se retiró lentamente, pensando profundamente en lo que acababa de ver. ¿Se estaría imaginando cosas al ver a Yotsuba decepcionada? No era que ella odiase estudiar, pese a no ser buena en ello, pero... para una chica tan atlética como ella debía ser muy aburrido comparado a hacer ejercicio al aire libre.

¿Estaba siendo egoísta por pensar en su trabajo como tutor, y no en lo que sería mejor para su alumna?

- "Tal vez... le iría mejor si se queda aquí a tiempo completo. Una beca deportiva también es una forma de asegurarse el futuro."

(--0--)

Un poco más tarde...

Pese a lo que dijo, Fuutarou no se fue directamente a su casa para comenzar a preparar los ejercicios de matemáticas. En lugar de eso, tomó un autobús para ir a la panadería de su madre. Quizás comer algo allí le ayudara a pensar más con claridad u ordenar sus ideas.

No sabía qué hacer. Sinceramente, no tenía la más remota idea de qué se suponía que debía hacer en este momento.

Desde que tomó la decisión de ser un estudiante modelo, Fuutarou siempre había creído que era una persona inteligente, alguien que siempre sería capaz de encontrar la solución a cualquier problema por medio de la lógica. Pero lo que estaba sucediendo ahora no tenía una solución que pudiese considerarse "lógica". No, el problema que tenía en su interior era más del tipo "emocional", algo para lo cual, odiaba admitirlo, él tenía poca o ninguna experiencia.

- Por Dios... ¿qué se supone que debo hacer? ¿Darme por vencido y dejar que ella se vaya con el club de atletismo? – se preguntaba.

Usando la lógica, la solución era muy simple: Yotsuba no debía irse con ellas, sino quedarse con él estudiando para los exámenes. Así él podría dedicar de lleno el tiempo para enseñarle, y recibir su paga por ello. En otro momento, podrían haberlo llamado egoísta y él lo aceptaría sin rebatirlo, y hasta se enorgullecería de serlo. Estaba en su naturaleza.

La cosa era, pasar tiempo con Yotsuba había hecho que, casi sin darse cuenta, se encariñase con ella. Ya no era solo su estudiante, era prácticamente la única amiga que tenía en la escuela, alguien con quien podía pasar el rato y que, aunque a veces pudiera ser una idiota insoportable, era buena compañía. Además, no se le olvidaba lo mucho que ella le ayudó en la prueba de valentía, o sus visitas mientras estuvo en el hospital (aunque fuese mayormente para no atrasarse con los deberes, apreciaba también que viniera a verlo solo para alegrarle el día).

- ¡Bienvenido! ¡Ah, Fuutarou! – lo saludó su madre en cuanto entró, haciendo sonar la campanilla.

- Con permiso. – dijo el chico ingresando al local, aunque se llevó una pequeña sorpresa de ver allí un par de caras conocidas.

Concretamente, eran Ichika e Itsuki, las cuales sostenían una gran bolsa llena de pan cada una, y ambas también se notaban sorprendidas de verlo allí, ya que sabían de los planes que tenía.

- ¿Qué sucede, Fuutarou-kun, por qué la cara larga? – preguntó la Nakano mayor. – ¿Las cosas no fueron bien con el club de atletismo?

- Algo así. – dijo él. – Pude hablar con esa capitana y... me dijo algunas cosas que me dejaron pensando.

- ¿Qué cosas? – preguntó Itsuki.

- Nada de lo que debas preocuparte. Ya me las arreglaré. – dijo él, acercándose a la caja registradora. – Llevaré lo de costumbre, mamá.

Estuvo a punto de sacar el efectivo de su billetera para pagar, pero Ichika se le adelantó, pasando su tarjeta. Él la miró extrañado, y la hermana mayor le sonrió como siempre lo hacía. Antes de que pudiese decir algo, ella le dio un empujoncito para apartarlo.

- Cargue a mi cuenta lo de Fuutarou-kun, señora. – le dijo. – Itsuki-chan, no te molesta irte sola a casa, ¿verdad?

- Para nada, ¿pero por qué? – preguntó extrañada la menor.

Fuutarou estuvo a punto de protestar algo hasta que la pelirrosa, sonriendo furtivamente, mostró su teléfono deslizándolo hacia una foto que claramente le tomó cuando se quedó a pasar la noche en casa de él (hizo una nota personal de que de sus próximas pagas apartaría un poco para poner un cerrojo o algo para limitar el acceso a su habitación), y la mirada que le dirigió decía claramente decía "no digas ni una palabra o sino..."

- Presiento que Fuutarou-kun en este momento necesita urgentemente de alguien con quien hablar. – prosiguió la hermana mayor. – Señora Uesugi, ¿está bien si me lo llevo por un rato?

- ¡Oye!

- En absoluto. Sé que serás amable con él, te lo encargo. – dijo la mujer siguiéndole el juego y claramente muy divertida con su vergüenza.

Mientras su mamá le empacaba lo de costumbre y recibía el pago de Ichika, Fuutarou se resistió el impulso de rodar los ojos, ya que esos segundos de silencio le dieron tiempo de ponerse a pensar. Quizás realmente necesitaba hablar con alguien, y si Ichika se estaba ofreciendo voluntariamente, ¿para qué negarse?

...

La mayor de las quintillizas lo acompañó hasta una pequeña plaza, donde los dos se sentaron en una banca a comer tranquilamente su pan. Extrañamente, el pan recién horneado de su mamá no fue suficiente para alzarle los ánimos de vuelta a Fuutarou, y fue evidente que Ichika lo notó, ya que al terminarse el suyo tomó la palabra.

- Entonces, ¿puedo asumir que no lograste que Yotsuba renunciara al club?

- Pensé que si hablaba con su capitana podríamos llegar a algún tipo de acuerdo. – dijo el chico. – Pero está claro que no dejará que Yotsuba se vaya por las buenas. Está planeando llevárselas para un campamento de entrenamiento.

- Eso son malas noticias para ti, obviamente. – dijo Ichika.

- Para mí, claro que lo son. – asintió Fuutarou. – Pero no estoy seguro de que lo sean para Yotsuba.

La pelirrosa le dirigió una mirada confusa. Eso no extrañó nada a Fuutarou, ya que dudaba que ella o alguna de las demás estuviera al tanto de lo que estaba sucediendo. Sin embargo, el semblante de la hermana mayor se tornó más perspicaz.

- Algo me dice que tiene algo que ver con lo que sea que te hayan dicho. – comentó. – Cuéntame, ¿qué fue con exactitud?

Fuutarou alzó una ceja. ¿En serio se notaba tan obvio que era eso lo que lo estaba afectando? ¿Cómo era posible que esta chica, que era tan desordenada, fuese capaz de leerlo tan bien incluso antes de que él le dijera nada?

- He estado pensando... ¿no sería lo mejor para Yotsuba quedarse en ese club? – dijo finalmente. – Es decir, con su talento podría llegar a ser una gran corredora. Tal vez sería lo mejor para ella, y yo sería un mal amigo por no apoyarla en algo en lo cual tendría futuro.

- ¿Estás seguro de ello? – inquirió Ichika.

- Es decir, no solo le va bien, sino que parece agradarle mucho a las demás. Encaja muy bien allí, y se nota que se siente a gusto.

- Dime algo, ¿ya le preguntaste si quiere estar allí? – insistió la hermana mayor.

- Por supuesto que... – Fuutarou se quedó con la boca abierta, dándose cuenta que por inercia había estado a punto de decir "sí". En realidad, no le había preguntado. Simplemente lo asumió por default que Yotsuba querría estar allí porque parecía estar a gusto.

Ichika se percató de esto, y exhaló un suspiro de resignación, antes de mover la cabeza negativamente. Acto seguido volvió a mirarlo y empezó a hablarle con su tono de "hermana mayor seria".

- Fuutarou-kun, pensaba que eras más listo que eso. – le dijo. – Es verdad que Yotsuba se encuentra en su elemento cuando hace deportes, pero también se siente muy a gusto cuando estudia contigo. Me he dado cuenta, incluso cuando no estás ella pone todo su empeño en los deberes que le dejas.

- Ella siempre pone todo su empeño a todo lo que hace. – puntualizó el chico.

- Cierto, pero eso no es a lo que me refiero. ¿Tú crees que Yotsuba solo estudia contigo para mejorar sus calificaciones?

- ¿Y eso no es obvio?

Ichika se llevó una mano a la cara, dejando al chico perplejo. Esa era una expresión que claramente denotaba que había algo de lo que él no se había dado cuenta y que, a juicio de Ichika, debería estar a plena vista. Pero entre más trataba de lanzarle indirectas, no hacía más que confundirlo todavía más.

- Fuutarou-kun, Yotsuba estudia contigo porque quiere hacerlo. No lo hace porque se sienta obligada ni mucho menos porque le preocupen sus calificaciones. Ella lo hace por ti, porque le agradas y se siente a gusto contigo, ¿es que no te has dado cuenta?

- Me lo recuerda constantemente. – dijo él. Al principio era molesto, no lo negaba, pero al pasar el tiempo llegó a apreciar su compañía. – ¿Pero eso qué tiene que ver?

- Mira, ya sabes que Yotsuba jamás le niega ayuda a nadie cuando se lo piden, ¿verdad? – dijo Ichika. – El club de atletismo es algo a lo que ella se siente obligada porque se lo pidieron. Pero si mal no recuerdo, tú nunca le pediste que te ayudara con la prueba de valentía durante el campamento escolar, ¿o sí?

Fuutarou se quedó en silencio. Nuevamente se había quedado sin poder replicar, ya que Ichika tenía toda la razón. Fue Yotsuba la que se ofreció voluntariamente a ayudarlo, y aunque él lo aceptó porque realmente necesitaba de esa ayuda, no se había puesto a pensar en ello.

Antes creía que Yotsuba solo era amable con todos por igual y por eso no daba tratamiento especial. ¿Cómo no se había dado cuenta de eso?

- Entonces, lo que me estás diciendo es que Yotsuba no está con el club de atletismo porque quiere, pero a mí me ayudó porque quiso hacerlo. – dijo al finalmente asimilar el mensaje.

- ¡Ping-pong, tenemos un ganador! – exclamó la hermana mayor con una risita. – Creí que te habrías dado cuenta antes.

En retrospectiva, no había visto señales que ahora debían haberle resultado muy obvias. Recordó que la primera vez que Eba vino a buscar a Yotsuba para que le ayudase con las carreras de relevos, la chica del lazo le lanzó una mirada que casi parecía estar pidiendo que la salvaran, como si no quisiera ir. Y hoy, cuando terminó la práctica y le dijo que quería ir a estudiar aunque fuese un poco, ¿por eso se había decepcionado de que él no aceptara?

- Fuutarou-kun, dime la verdad: ¿qué es lo que te preocupa con todo esto? – dijo Ichika, lanzándole una mirada compasiva.

Fuutarou bajó la cabeza, meditando la respuesta. En los últimos meses, aunque le costase admitirlo de dientes para afuera, le había tomado un gran aprecio a Yotsuba como amiga y compañera de clases, y se sentía motivado a ayudarla más por hacerle un bien al reunirla con sus hermanas que porque le pagaran.

- Supongo que... me preocupaba que ella ya no me necesitara. O peor, que me estuviese convirtiendo en un lastre para ella.

En particular lo segundo. Su meta ser alguien de quien otros pudieran depender, para nunca convertirse en una carga. No solo para sus padres, sino para todos en general.

- Tú nunca serás un lastre para Yotsuba. – aseguró Ichika. – Y creo que estarás de acuerdo que en este momento lo mejor para ella es que salga de ese club, y para ello te necesita.

- Sí, tienes razón. – dijo él. – Debo convencerla de no ir a ese campamento. Necesitamos toda la semana para poder estudiar.

- ¡Ese es el espíritu!

Fuutarou fue a ponerse de pie bruscamente, olvidándose por un momento de su pierna enyesada hasta que el dolor se lo recordó. Afortunadamente, Ichika reaccionó a tiempo y lo atrapó antes de que se fuese a caer, y amablemente le pasó sus muletas para que pudiera apoyarse.

- Wow, wow, cuidado, que todavía no te recuperas del todo. – le dijo.

- Gracias... – dijo él aliviado. – Y oye, gracias también por la charla. Realmente la necesitaba.

- Oh, no tienes nada que agradecerme. Haría lo que fuese por ti, L-O-V-E-R...

La última parte la dijo lanzando una mirada a la firma del yeso, causando que el chico se ruborizara. No veía la hora de poder quitárselo para ya no andar con esa vergonzosa marca por todos lados.

Con todo, realmente apreciaba el apoyo de Ichika, y ahora tenía más confianza en sí mismo. Ya sabía cómo iba confrontar de nuevo al club de atletismo para ayudar a Yotsuba a salir de ese atolladero. Ella necesitaba de su ayuda para salir de allí, y él no iba a negársela.

(--0--)

Al día siguiente, preparatoria Asahiyama...

El plan de Fuutarou era muy simple; hablar de nuevo con Yotsuba y convencerla de renunciar al club de atletismo para evitar que fuese a ese campamento. De esa manera podrían dedicarse las semanas restantes a estudiar para los exámenes finales.

El problema fue que la chica del lazo no asistió a clase aquel día, y cuando intentó contactarla, no respondió ni a sus llamadas ni a sus mensajes de texto. Eso era realmente extraño. Fue al campo de entrenamiento de la escuela y preguntó, pero nadie había visto a Yotsuba ni a las del club de atletismo. Sin más opciones, se dirigió hacia el edificio anexo donde estaban los cuartos de clubes (lo cual no era sencillo al tener que ir con muletas).

Y cuando finalmente dio con el cuarto del club de atletismo, se llevó una nefasta sorpresa.

- ¡¿Qué diablos?!

Pegado en la puerta habían dejado un letrero con el aviso: "Nos hemos ido de práctica, estaremos fuera todo el día". Y en una esquinita, muy pequeño para notarse a simple vista, estaba el pequeño garabato de una carita sacando la lengua y jalándose el ojo que Fuutarou tenía la extraña sensación estaba dirigida hacia él.

- No es posible. Esto tiene que ser obra de esa chica Eba. ¡Se llevó a Yotsuba a propósito! – exclamó furioso. ¡Argh!

Quería gritar, quería despotricar, pero en ese estado no podía hacerlo. No pudo más que ponerse a golpear la puerta con rabia con sus puños.

- Tú eres... ¿Uesugi-kun? – dijo de pronto una voz femenina.

Fuutarou se giró para ver que se trataba de esa chica castaña con quien Yotsuba a veces pasaba el rato fuera de las clases. Tardó un momento en recordar su nombre, hasta que vino a su cabeza que Yotsuba le había pedido ayudarla para juntarse con Maeda durante el campamento.

- Eres la amiga de Yotsuba... Matsui, ¿no es así? – preguntó él secamente. – ¿Viniste a buscarla también?

- Sí, sabía que estos días ha estado con el club de atletismo. – dijo la castaña. – Venía porque quería advertirle algo sobre Eba, pero no responde a mis llamadas.

Fuutarou sintió algo de alivio de saber que no era solo a él a quien no le respondía, pero eso fue pasajero, ya que otra cosa inmediatamente ocupó su pensamiento.

- ¿Qué quieres decir con "advertirle"? – preguntó.

- ¿No lo sabes? Una amiga mía está en la misma clase que Eba, y aparentemente está a riesgo de ser suspendida de sus actividades si no sale bien en los exámenes finales. – explicó Matsui. – Está organizando ese campamento de entrenamiento para escaquearse sus deberes.

- ¿Por qué no me sorprende? – dijo Fuutarou con resignación. – ¿No sabrás a dónde podrían haber ido, por casualidad?

- Creo que están dando un tour completo por la ciudad, para familiarizarse con la ruta que dará el maratón. – dijo la chica.

Fuutarou se llevó la mano a la cara. Debió imaginarlo, seguramente Eba estaba buscando la manera de mantenerlos lejos para evitar que él pudiese sacarla del club. Si estaban dando el maratón por toda la ciudad, significaba que podrían estar en cualquier parte, y probablemente le dijeron que apagara su celular para evitar interrupciones y distracciones (o en términos técnicos, que él pudiese contactarla).

- Creo que no tengo más alternativa. Supongo que solo me queda ir a su casa y esperarla allá. Con suerte, quizás vuelva al anochecer.

- ¡Oye! – lo llamó Matsui cuando estaba por irse. Fuutarou volteó a ver por encima del hombro. – Esto... quería darte las gracias.

- ¿Las gracias? – preguntó él confuso. – ¿Por qué?

- Yotsuba me dijo que fuiste tú. Nos sorteaste a mí y a Maeda-kun juntos para la prueba de valentía. – dijo la castaña en voz baja ligeramente nerviosa, antes de hacer una reverencia. – Así que... muchas gracias por eso.

- No tienes que agradecerme nada, lo hice porque ella me lo pidió. – replicó él encogiéndose de hombros.

- Oye, no es por nada, pero... creo que tú le gustas, ¿sabes?

Fuutarou levantó una ceja. ¿De qué estaba hablando esta chica? ¿No se estaba refiriendo a él y...?

- ¿No lo sabías? Yotsuba siempre me habla muy bien de ti, de lo inteligente que eres y de lo mucho que la apoyas. Me costaba un poco creerlo, pero quizás no eres tan malo como creía.

- Muchos me dicen eso. – dijo él. – Pero vamos, Yotsuba y yo solo... somos amigos, es todo.

- Si tú lo dices.

Fuutarou no dijo más nada, y sujetando fuertemente sus muletas se dispuso a marcharse. Por alguna razón, esa breve charla con Matsui le sirvió para que se le bajara un poco la irritación por no haber encontrado a Yotsuba, pero ahora le estaba dando vueltas otra cosa en la cabeza.

Concretamente, lo que dijo Matsui sobre que él le gustaba a Yotsuba. ¿Realmente así era?

(--0--)

Unas horas después...

Debido a que estaba con la pierna enyesada, Fuutarou no tuvo que hacer clase de Educación Física aquel día, lo que le dejó la última hora libre. En vista de que no tenía nada más que hacer en la escuela, pensó en irse temprano, y tal vez esperar en el apartamento de las Nakano a que Yotsuba llegara.

Sin embargo, sin darse cuenta había tomado la ruta escénica, ya que tenía demasiadas cosas en la cabeza. Aunque se le había bajado la irritación por no encontrar a Yotsuba, ahora de nuevo no podía dejar de pensar en ella. O más concretamente, en las palabras de Matsui sobre ella.

Lo que no entendía era, ¿por qué de pronto le estaban resonando más de lo normal? Antes no les había dado importancia.

No era la primera vez, desde luego; muchos en la escuela estaban convencidos de que había algo más entre los dos, y él simplemente ignoraba los rumores, porque sabía que se estaban haciendo falsas ideas. Típico de los estudiantes que les encantaba chismorrear.

Pero el hecho era que, en estos meses, la relación entre los dos había pasado a ser más que solo de profesor y estudiante. Él no tenía interés en ser su amigo, pero en parte la insistencia de Ichika por "llevarse bien" le hizo que sin darse cuenta terminase aceptando que sí, la consideraba una amiga. Por molesta que fuese a veces, esa chica era un sol radiante de alegría que simplemente no era posible odiar.

Y eso le preocupaba. Él prefería mantener su relación estrictamente platónica. Tanto le repetían que podrían estar saliendo, que a veces casi se lo creía.

- "¿Qué es esto? ¿Acaso me estoy sintiendo atraído a ella? No, eso jamás, no puede ser."

Luego de haber caminado un buen trecho con sus muletas, se detuvo cerca de un enorme lago, aprovechando la sombra debajo de algunos árboles.

No era que resultara fácil. Objetivamente, Yotsuba era una chica con muchas cualidades que la harían atractiva, tanto físicamente como en personalidad: era atlética y de buen cuerpo, alegre y entusiasta, y por tonta que fuese, su sonrisa le daba cierto encanto. De hecho, si ella se le acercase con esa intención, hasta él dudaba que pudiese resistirse.

Y pese a lo que todos decían, Ichika, su primo Kintarou, sus padres, y ahora también Matsui, él no percibía que Yotsuba mostrase ese tipo de interés en él. Lo trataba como a un amigo, quizás un mejor amigo, y actuaba legítimamente como una compañera de estudios más que una alumna, pero más allá de eso... no, no tenía esa intención.

Fuese romántico o platónico el sentimiento, el hecho era que él realmente se preocupaba por la chica del lazo, y quizás por eso era que se había estado cuestionando todo el asunto de si debería interponerse entre ella y el club de atletismo, y de si realmente querría dejarlo.

O más bien, tal vez lo que le preocupaba era que ella dejase de necesitarlo.

- "Necesitarme... no me necesitará una vez que mejore sus calificaciones y pueda volver a su antigua escuela."

Y de nuevo, venía otra vez aquel pensamiento. Para eso lo habían contratado, para enseñarle a Yotsuba y que mejorase sus calificaciones para poder volver a Kurobara con sus hermanas. Y él le había prometido que eso haría. Pero cuando hubiera cumplido... ¿sería capaz de arreglárselas por sí sola, y sin él?

O más bien lo que se preguntaba era... ¿acaso la iba a extrañar cuando se fuera?

- ¿Cabizbajo otra vez?

Una voz femenina que no reconoció del todo le habló. Estaba tan ensimismado que ni se percató de que alguien se le acercaba. Al voltear a ver en la dirección, lo primero que vio fue un par de botas blancas, seguidas por un abrigo largo del mismo color. Detrás de este caía una larga cabellera de un rosa oscuro que se le hizo familiar. Y entonces, bajo un sombrero con un lazo...

- Tú...

La joven frente a él inmediatamente avivó sus recuerdos. Era inconfundible: esa cabellera era del mismo color y longitud proporcional que el de la niña a quien recordaba haber conocido hacía cinco años en Kioto. Ahora llevaba gafas cuadradas de marco delgado, y sin duda le daban un aspecto intelectual, tal como se la imaginaba, y además parecía haber crecido en estatura y hombros casi tanto como él. De nuevo volvió a frotarse los ojos para asegurarse que esta vez no estaba viendo visiones, y cuando eso no lo convenció, cogió su libreta para mirar la foto.

- Ha pasado un largo tiempo, Fuutarou Uesugi-kun. – le dijo con una hermosa y radiante sonrisa.

No podía equivocarse, tenía que ser ella. Estaba tan pasmado que no sabía qué hacer. De hecho, si no fuera por tener la pierna enyesada, tal vez su primera reacción sería darse la vuelta y tratar de salir corriendo, ya que no se sentía digno de verla todavía.

- Es... es cierto. – dijo él, rascándose detrás de la cabeza y tratando de sonreír. – Me... me da gusto ver que estés bien.

Ella sonrió, antes de dirigir la mirada a su pierna enyesada. – Veo que tú también, al menos en su mayor parte. ¿Qué te pasó?

- ¿Esto? No es nada, solo... un accidente que tuve esquiando. – le dijo. – Me repondré en unas semanas.

- Menos mal, aunque... por esa firma, diría que tuviste quien te cuidara. ¿Acaso encontraste a alguien especial?

- ¿Qué? ¡No, esto no... no es lo que piensas! – empezó a decir frenéticamente, y sin estar del todo seguro por qué.

Ella simplemente se rio divertida, con esa misma risa que tenía de hacía cinco años. Era inconfundible.

- ¿Qué tal si nos ponemos al día? – le preguntó, antes de mirar alrededor y divisar un muelle cercano lleno de botes. – Ah, ya sé. ¿Qué te parece si tomamos uno de esos?

...

Fuutarou solo había visto esto del paseo en bote de remos en las películas. Jamás se imaginó estar en medio de uno, mientras remaba hacia el centro del lago. Todo el rato miró fijamente a la chica, cuyos ojos simplemente se contentaban con mirar a su alrededor en silencio.

Era una imagen que quería grabarse en su memoria. Esa dulce niña había crecido para convertirse en una joven realmente hermosa, y solo verla hacía que el corazón del muchacho comenzara a latir acelerándose.

Al llegar al centro y detenerse, supuso que debía abrir la conversación. Empezando por la pregunta que más lo aquejaba.

- Creo que... nunca me dijiste tu nombre.

- Rena. Mi nombre es Rena. – replicó ella. – Ya han pasado cinco años, ¿no es así?

- Más o menos.

- Y cuéntame, ¿qué has hecho en todo este tiempo? ¿Has estudiado mucho? – preguntó interesada.

Fuutarou no supo cómo empezar. Era muy fácil decirle "sí, de hecho, soy el primero en mi clase", pero por alguna razón, no se sentía con ganas de presumir o sonar arrogante delante de ella. Luchó por un rato para encontrar las palabras, y finalmente las pronunció:

- Me... he esforzado. Lo suficiente como para que me contraten como tutor privado.

- Hmm, qué interesante. – dijo ella, poniendo la mano bajo su mentón. – ¿Tienes muchos alumnos?

- No muchos realmente. Es solo una compañera de clases, aunque es hija de una familia rica, así que me pagan bien por ello.

- Ya veo. – dijo Rena. – ¿Y cómo es ella?

Fuutarou de nuevo se quedó en silencio, preguntándose por donde iniciar. Había mucho que podría decir sobre Yotsuba, aunque finalmente decidió que podría ir por el comienzo.

- Es la cuarta de cinco hermanas, quintillizas de hecho. Por difícil que parezca de creer.

La última parte hizo que Rena arqueara una ceja, como sorprendida de lo que dijo. Sin embargo, su silencio y expresión daban a entender que quería que él continuase hablando, y que este parecía un detalle sin mucha importancia. Admitiéndolo, él esperaba a que tuviera una reacción un poco mayor que eso.

- En fin, si tuviera que describirla con una sola palabra... diría que es una idiota. – dijo sin rodeos.

- ¿Oh? ¿Eso no es un poco cruel?

- Si decir la verdad es cruel. – respondió él. – Fue expulsada de su antigua escuela por reprobar sus clases y transferida a la mía. Tiene talento para los deportes, y al parecer se enfocó tanto en esto que descuidó sus deberes. Eso es lo que la convierte en una idiota. Y no sabes los quebraderos de cabeza que me causa durante nuestras clases.

- Puedo imaginármelo. – dijo Rena.

- Pero aunque sea una idiota, admiro su dedicación. Pone su todo empeño en lo que hace, aunque no siempre le salga bien. Siempre está dispuesta a ayudar a quien se lo pida, aunque tiene problemas para decidir sus prioridades. Es una idiota de buen corazón, así que a pesar de todos esos dolores de cabeza... no la puedo odiar. Es como si estar con ella fuera suficiente para avivarme el día.

- Suena a que es alguien muy especial para ti. – sonrió la chica, haciendo que Fuutarou se ruborizara ligeramente.

- Yo no diría "especial". Es decir, es una buena amiga y me agrada, y admito que desde que la conozco mis días son menos aburridos. Pero no es que seamos tan cercanos. – dijo él encogiéndose de hombros.

- ¿De verdad? ¿No son tan cercanos como para que ella te escriba "Lover" y con un corazón en ese yeso? – le dijo burlonamente.

Fuutarou rodó los ojos, y estuvo a punto de replicar que en realidad la firma era de una de las hermanas de Yotsuba. Sin embargo, por alguna razón tuvo el presentimiento de que Rena no le creería si se lo decía, o quizás lo malinterpretase, así que se lo guardó.

En vista de que él no respondía, Rena decidió proseguir: – Pero me impresiona, si te contrataron como tutor privado, quiere decir que de verdad te has convertido en un excelente estudiante. Tal como lo habías prometido.

- Todavía no lo suficiente. – dijo él. – Espero que mis calificaciones basten para asegurarme una buena universidad. Así mis padres no tendrán que gastar un solo centavo en mí, y podrán concentrarse en pagar sus deudas.

- Hmm, ¿todavía tienen dificultades económicas?

- Bueno, no tantas como hace cinco años. – dijo él. – Mamá pudo sacar adelante su negocio, la panadería que siempre quiso abrir. Pero fue solo gracias a que tuvimos ayuda, y todavía estamos pagando deudas por el préstamo inicial. Por eso tomé este trabajo. Si puedo ganar mi propio dinero mis padres podrán ocuparse más de Raiha, y yo podré concentrarme en ir a una buena universidad.

- Es admirable. – sonrió Rena. – Parece que tienes muy claro tu futuro a corto plazo, ¿no?

- Supongo que sí. – dijo él con modestia. – ¿Y qué hay de ti? ¿Has hecho algo de tu vida?

- Hmm, bueno, se podría decir que sí. Asisto a una escuela privada, aunque estoy tratando de equilibrarla con mi trabajo para empezar a independizarme.

- ¿Y en qué trabajas? – preguntó él con interés. Si asistía a una escuela privada, seguramente ella también había logrado mejorar su situación, tal vez consiguió una buena beca.

- No me lo creerías si te lo dijera. – sonrió ella. – Pero por lo que me cuentas, te ha estado yendo bien, y aun así te ves algo decaído. ¿Hay algo que te preocupe?

Fuutarou se quedó viéndola a los ojos fijamente. Su mirada reflejaba genuina preocupación por él. Pese a que no la había visto en más de cinco años, era como si apenas hubiera sido ayer aquel fatídico encuentro en Kioto que cambió su vida totalmente.

Tal vez necesitaba una opinión de alguien externo para saber qué hacer en esta ocasión.

- Te dije que mi alumna es buena en los deportes, ¿no? – dijo finalmente. – Sucede que el club de atletismo de mi escuela se aprovechó mientras estuve en el hospital para reclutarla. Ella tiene este... complejo de que cuando le piden ayuda es incapaz de negarse y... bueno, te imaginarás la clase de problemas que eso trae.

- Sin duda. – asintió Rena. – Te preocupa que eso le quite tiempo para estudiar contigo.

Fuutarou sonrió al asentir. Rena seguía siendo una chica lista, le agradaba ver que no tuvo que explicárselo para que entendiese esa parte. Sin embargo, faltaba la otra.

- En parte sí. Pero además de eso... hay otras cosas que me han estado molestando estos días.

- ¿Qué cosas?

- Empiezo a preguntarme... ¿cuál es nuestra relación? ¿Somos compañeros de estudio, profesor y alumna, amigos, o quizás algo más? Hay muchos que me dicen que yo le gusto, pero francamente... no sé cómo podría alguien como ella gustar de alguien como yo.

- Explícate.

- Ya lo dije antes, ella no parece tener inclinaciones académicas, pero tiene talento para los deportes. Podría ser una gran atleta si se dedicara a tiempo completo. En cambio, yo soy un nerd que es bueno académicamente, pero nunca fui bueno para las actividades físicas. Aunque ella me arrastró a hacer un poco de ejercicio, pero... bueno, ese no es el punto.

»Mi punto es, antes solo estaba enseñándole para que me pagaran por ello, y quería mantener nuestra relación así, pero ahora lo hago porque realmente quiero ayudarla. A pesar de su torpeza, es una buena chica, y sé que es importante para ella y para sus hermanas estar juntas. Tengo este... extraño deseo de hacer eso por ellas, y no estoy seguro de por qué.

- Tal vez sea porque se ha convertido en alguien importante para ti. – dijo Rena. – Quizás... mucho más que yo.

- ¿Qué? ¡No, no me malentiendas! Ella es una buena amiga, pero jamás podría...

- Fuutarou-kun, dime una cosa. – lo interrumpió. – Esa promesa que hicimos, ¿aún te aferras a ella? ¿Sientes que has podido cumplirla?

Fuutarou estuvo a punto de decir "por supuesto", hasta que asimiló la primera parte de la pregunta. ¿A qué se refería con eso de "aferrarse" a la promesa?

- ¿Por qué me haces esa pregunta?

Notó que la mirada de la chica se humedecía, y su tono se había vuelto repentinamente melancólico. Aún estaba sonriendo, pero ahora, era una sonrisa claramente triste.

- Me alegra ver que has podido convertirte en un excelente estudiante, y que has mantenido la promesa que hicimos. Es más que lo que he podido hacer yo.

- No entiendo, me acabas de decir que...

- Dije que asisto a una escuela privada. Pero no soy ni de cerca la mejor de mi clase. Si acaso, estoy apenas por encima del promedio. No te llegaría ni a los talones, fallé estrepitosamente.

Rena bajó su mirada. Las lágrimas en sus ojos comenzaban a hacerse más evidentes, al grado que en cualquier momento comenzarían a caer. Él no soportaba ver eso, e involuntariamente alargó la mano para tratar de atraparlas, pero ella lo detuvo.

- No, está bien. No es necesario que te preocupes más por mí. – le dijo. – Cumpliste tu promesa, y eso es todo lo que importa. Ahora puedo sentirme tranquila.

- Me estás confundiendo. Escucha, si estás teniendo dificultades con gusto puedo ayudarte, juntos podemos...

- No. – dijo ella terminante. – Eso no será necesario. Después de todo, esta será la última vez que nos veremos.

- ¿Qué dices? – exclamó él sorprendido.

- Encontré un nuevo sueño. – dijo ella. – Y he decidido perseguirlo. Vine a verte porque no quisiera encadenarte al pasado. Especialmente dado que es evidente que no me necesitas.

Dirigió la mirada hacia la firma en el yeso. De nuevo lo estaba malinterpretando todo; primero, ni siquiera era de Yotsuba, y segundo, tampoco Ichika era su novia ni mucho menos. Esta última sí gustaba de él, pero no era algo recíproco. Así que si ese era el problema...

¿Pero cómo decírselo? Sabía lo que quería decirle, pero no encontraba las palabras. Estas se le fueron al llegar a su boca y fue como si su voz se le desconectara en un instante. Simplemente no salieron, por más que él trató de forzarlas.

- Creo que deberíamos volver. – dijo ella. – ¿Me permites? Quisiera remar de vuelta.

Él no fue capaz de negarse. Rena tomó los remos y llevó el pequeño bote lentamente de regreso al muelle. Ninguno de los dos pronunció una sola palabra; el único sonido que se oía era el chapoteo de los remos en la superficie del agua.

Una vez llegaron al muelle, Rena amablemente le ayudó a salir con cuidado del bote para que no fuese a caer al agua con ese yeso, y luego a apoyarse sobre sus muletas. Acto seguido metió la mano entre su abrigo y le entregó algo, sujetando la mano de él entre las dos suyas.

- Los recuerdos que compartimos siempre serán preciosos para mí. – le dijo. – Tanto los de hoy, como los de hace cinco años. Pero es tiempo de que tomemos caminos separados.

- Aún no lo entiendo. – dijo Fuutarou. – No nos hemos visto en todo este tiempo, ¿y reapareces en mi vida solo para despedirte de mí? ¿Por qué?

- Ya te lo dije. – dijo Rena. – Cumpliste tu promesa, y estoy feliz por eso. Pero es obvio que ya no me necesitas, sobre todo cuando ya tienes a alguien especial en tu vida.

- ¿Lo dices por esto? – Fuutarou movió su pierna enyesada para enfatizar su punto. – Esto no es nada, te aseguro que...

Rena lo silenció con un dedo y murmuró un "shhhhh", aún con esa sonrisa melancólica suya. Era hermosa y a la vez dolorosa. No soportaba verla y al mismo tiempo, no podía dejar de mirarla. Su cerebro le gritaba que borrase esa imagen por el dolor que le provocaba, mientras su corazón demandaba grabársela en lo más profundo, por ser la última vez que la vería.

- No te aferres al pasado. Tienes un gran futuro por delante, yo lo sé. – dijo Rena. – Y te daré un último consejo. Si esa chica realmente te quiere, no la dejes ir.

Antes que él pudiese decir nada, Rena le plantó un ligero beso en la mejilla. Eso fue suficiente para dejarlo congelado, y mirando como ella se alejaba lentamente. Se detuvo apenas una última vez para mirarlo por encima del hombro, y la imagen de esa triste sonrisa le quedaría grabada profundamente, junto con las últimas palabras que escaparon de sus labios.

- Adiós, Fuutarou-kun...

Y con ello, la chica comenzó a correr, perdiéndose entre la espesura de los árboles que rodeaban ese lago. Para cuando el cuerpo le reaccionó, ya se había ido, y se había quedado en estado catatónico al punto que, incluso con la pierna sana, no habría podido perseguirla.

Después de eso, abrió la palma de su mano, mirando el objeto que le había dejado antes de irse. Se trataba de ese pequeño amuleto que ella había comprado cinco años antes, para éxito en los estudios.

El muchacho sintió algo rodando por sus mejillas, y al tocarse los dedos, vio que estaban húmedos. No recordaba cuando fue la última vez que derramó lágrimas por razones emocionales, pese a que no era de esos que seguían esa creencia anticuada de "los hombres de verdad no lloran".

Apretando el amuleto entre sus manos, se permitió soltar unas cuantas más. Estaba solo, pero si alguien llegaba a verlo, no le importaba.

Tanto que se esforzó por cumplir esa promesa, para volver a verla, ¿y había sido por nada? ¿Realmente habría valido la pena lo que hizo durante estos cinco años, para convertirse en el estudiante que era?

Esta historia continuará...

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