Tiempo de descanso - Parte 1

Preparatoria Asahiyama...

La semana de exámenes finales del trimestre siempre tendría a todos los estudiantes muy frenéticos y nerviosos, especialmente aquellos que dejaban los estudios para último minuto o estaban ocupados en actividades extracurriculares. Siempre era lo mismo, demasiado por hacer y casi nada de tiempo.

Una vez que se publicaron los resultados, Fuutarou vio cómo tanto las quintillizas como Maeda se buscaban desesperadamente entre las listas de aprobados, y reaccionaban con diferentes niveles de alivio y/o celebración. Miku e Itsuki simplemente suspiraron de alivio, mientras que Yotsuba chocó las manos con Nino e Ichika, y posteriormente también con Matsui, luego de que Maeda la puso en el suelo tras levantarla y darle vueltas en el aire, al darse cuenta que él también había aprobado por los pelos.

– Parecen estar muy felices. – Junto a él, Takeda también los observaba y no podía evitar reírse por lo bajo. – Supongo que ha de ser normal para las Nakano, debes sentirte muy orgulloso de ellas como su tutor, ¿verdad?

– Por supuesto. Aunque debo admitirlo, desearía que aspiraran más a aprobar con notas altas en lugar de simplemente evitar reprobar. – dijo Fuutarou.

– No seas tan duro con ellas. No todos son tan fuertes académicamente como nosotros. – señaló Takeda.

Fuutarou simplemente se encogió de hombros, pero le dio la razón. La inteligencia académica podía ser importante, pero si algo había aprendido a lo largo del último año era que había muchas cosas que eran igual o más importantes, cosas que había olvidado por concentrarse tanto en sus estudios.

Dicho eso, aunque habían salido bien de los exámenes, a los de tercer año les dejarían muchos deberes para el verano, y también tenían que empezar a estudiar para los exámenes de admisión para la universidad. Así que en estas últimas semanas tendrían mucho que hacer, si querían disfrutar de su verano.

Pensándolo bien, él todavía no había hecho planes para ese verano. En los últimos años había estado simplemente enfrascado estudiando para mantener sus calificaciones perfectas, sin salir a hacer nada o divertirse, aunque tampoco era que tuviese nadie aparte de su familia con quien quisiera pasar ese tiempo.

– ¡Uesugi-san! – El grito de Yotsuba, que venía corriendo hacia él en ese momento, lo sacó de sus pensamientos. La chica levantó su mano para chocar los cinco. – ¡Lo logramos, pasamos todos los exámenes!

– Buen trabajo. – dijo él, chocándole la mano y sonriendo ligeramente. – Aunque no olvides que todavía tenemos que hacer los deberes del verano.

– ¿Tienes que recordárnoslo? – intervino Nino, ligeramente molesta. – Déjanos olvidarnos del estudio por un día, vaya.

– Ya, ya, no te enojes, Nino. – dijo Ichika tratando de calmar a la segunda hermana. – En fin, ya que todos aprobamos, ¿qué tal si vamos a celebrarlo con unos helados después de clase? ¡Yo invito!

Al oír la oferta, Itsuki fue la primera en secundarla, seguida una por una por las demás. Fuutarou rodó los ojos, pero viendo que todas se notaban emocionadas, y pensando que se lo habrían ganado, decidió seguirles el juego e ir también. De todas maneras, ya faltaba poco para salir por ese día, así que relajarse un poco no les vendría mal.

...

Un poco más tarde, Fuutarou se encontraba en la puerta del gimnasio de la escuela, observando los entrenamientos del equipo de voleibol femenino. Aunque no fuese parte del club, lo dejaban estar mientras no interrumpiera por petición de Yotsuba, aunque ya no necesitaba quedarse para ayudarle a hacer entrenamiento adicional. Parecía que su sola presencia era suficiente para motivarla, y eso era algo bueno.

Hoy, sin embargo, no era el único que había venido a ver el entrenamiento.

– ¿Falta mucho para que terminen? – El chico se giró, y vio a Ichika, que se había acercado a la entrada del gimnasio. La mayor de las Nakano observó a las jugadoras, o más concretamente a su hermana que en ese momento daba un potente remate sobre la red.

– Creo que unos veinte minutos. – respondió él mirando la hora en su teléfono.

– Yotsuba parece haber recuperado su entusiasmo. – comentó Ichika. – Eso realmente me alegra.

– Sí, lo mismo digo. – asintió él. Por fin había vuelto a ser la misma de siempre, y haber clasificado para las nacionales era un plus. Eso les había subido la moral a todas las jugadoras del club, y con mucho.

– Por cierto... ¿ya tienes planes para el verano?

La pregunta lo pilló desprevenido. Casualmente, había estado pensando en ello desde que publicaron los resultados de los exámenes, y no pudo evitar sonreír con algo de ironía.

– Todavía no. Antes de eso, mejor terminar los deberes que nos dejaron para no preocuparme por ellos a último minuto.

– ¿Siempre pensando primero en el estudio? – preguntó Ichika con una ligera burla.

– Obvio. – dijo él. – Pero en serio, ¿no es mejor quitárselo de encima de una vez? Así después nos quedará todo el resto del verano para hacer lo que queramos, y divertirnos, ¿no estás de acuerdo?

– Hmm... visto de esa manera, supongo que tienes razón. – admitió Ichika. – En ese caso... ¿por qué no cambiar de aires?

Fuutarou volteó a verla de nuevo, desviando su atención momentáneamente de Yotsuba que continuaba con su entrenamiento incansable. Miró a Ichika con curiosidad, y de nuevo la pelirrosa le sonrió de una manera enigmática.

– ¿No te gustaría un lugar relajado, lejos de todo y de todos, donde podríamos estudiar sin que nadie nos moleste?

– ¿Conoces un lugar así? – preguntó Fuutarou. Pero antes que Ichika pudiera contestarle, un balón que salió desviado desde la cancha hacia ellos, interrumpiendo su conversación cuando Fuutarou tuvo que atraparlo para evitar que golpeara a Ichika.

– ¡Lo siento! – dijo la jugadora que lo mandó. Fuutarou simplemente le devolvió el balón y se encogió de hombros, antes de volverse hacia Ichika, que le sonrió con gratitud.

– Buena atrapada, gracias.

– No fue nada. Y bien, ¿en qué estábamos?

Ichika simplemente se rio. Le hizo una seña para que se acercara más y empezó a susurrarle al oído. Era un poco extraño, pero le hizo caso, y lo que empezó a relatarle lo dejó... sorprendido, por no decir más.

Todo indicaba que sus vacaciones de verano este año pintaban para ser muy, muy interesantes.

Una semana después...

Los últimos días antes del descanso por las vacaciones de verano se pasaron volando más rápido de lo que Fuutarou se había imaginado. El muchacho había pasado muy rápidamente de no tener planes a que le ofrecieran una oportunidad que bien podría no tener en mucho tiempo o quizás jamás en toda su vida.

Según Ichika le contó, como incentivo adicional para que aprobaran sus exámenes, su padre les había prometido una recompensa sorpresa, y en vista de que sacaron buenas notas, se la habían ganado. Dicha sorpresa resultó ser un pequeño viaje de vacaciones por dos semanas, a una casa de verano en una isla privada completamente equipada para divertirse, para ellas y cinco personas más si querían ir acompañadas. A Fuutarou le sorprendió esto un poco, que les dejaran irse a un lugar tan aislado sin supervisión, pero en vista de que habían cumplido sus dieciocho años, tal vez confiaba en que serían lo suficientemente responsables y no intentarían hacer nada extraño.

Naturalmente, el problema vino con quienes acompañarían a las Nakano en este viaje. Fuutarou tenía la primera plaza, y cuando les contó a sus padres, pensó que Raiha quizás querría acompañarlos. Para su sorpresa, su pequeña hermana rechazó la oferta, pues se había inscrito en un campamento de verano, y aunque dijo que lo apreciaba, prefería pasar tiempo con sus amigos de la escuela primaria. Fuutarou aceptó su decisión, así que su siguiente opción era su primo. Estaba bastante seguro que Nino se alegraría de que Kintarou viniera, y como era de esperarse el rubio aceptó sin dudar ni por un segundo.

En cuanto a las tres plazas restantes, Itsuki quiso invitar a los hermanos italianos, con quienes había hecho muy buenas migas en los últimos meses al haberse hecho una clienta regular en su restaurante, pero ellos le dijeron que no podían ya que tenían que trabajar, aunque se lo agradecieron. Fuutarou se preguntaba si acaso le gustaba alguno de ellos o sólo querría traerlos para que pudieran cocinar, pero eso todavía les dejaba tres plazas desocupadas. Miku sugirió que no le molestaría si invitaban a Takeda, y como Maeda tampoco había hecho planes, terminó uniéndoseles.

En cuanto a la última plaza, se enteró por Yotsuba que Matsui se había lastimado el codo durante un entrenamiento de voleibol tras las regionales. Aunque no era nada serio, le ordenaron descansar un poco del club para evitar que empeorase, y en vista de que su propio novio había sido invitado, Yotsuba le sugirió que también podría venir ya que coincidía con el período de su reposo.

Y así fue como había llegado aquí. Se había levantado temprano para llegar a la estación, mientras iba arrastrando una pequeña maleta con ruedas. Dentro no llevaba muchas cosas, sólo algunas mudas de ropa, trajes de baño, toallas de playa y lo típico para este tipo de viajes. Por supuesto, tampoco había olvidado traer sus libros y cuadernos para terminar sus deberes, que llevaba en su mochila en la espalda. No tardó mucho en ver a las cinco hermanas esperándolo en el punto de reunión designado, y ellas también lo vieron.

– ¡Ah, Uesugi-san! ¡Por aquí, por aquí! – Yotsuba empezó a agitar la mano para llamar su atención, y él sin dudarlo se fue hacia donde estaban.

– Hola. – las saludó, y las miró de pies a cabeza. – Puedo ver que ya están listas para el verano, ¿eh?

Efectivamente, todas llevaban ropas bastante ligeras, vestidos cálidos con sombreros de sol, o en el caso de Yotsuba una sudadera con el número 428 sin mangas, con shorts deportivos bastante cortos, y zapatillas deportivas en lugar de sandalias de tacón como las otras. También arrastraban maletas con ruedas o llevaban bolsos de viaje colgando del hombro

– Tú también pareces estar listo. – comentó Ichika. – Y eso que pasaste toda la semana haciendo las tareas y estudiando, ¿no?

– No me juzgues. – dijo él. – Y todavía no he terminado, apenas llevo la mitad. Entre más pronto lo acabe, menos me tendré que preocupar cuando volvamos a clase.

– Siempre siendo el cerebrito, ¿verdad? – dijo Nino sarcásticamente. – A propósito, ¿dónde está Kintarou-kun?

– Dijo que llegaría por su cuenta. – replicó él. – Mi tío está de turno hoy, así que no podrá traerlo.

Fuutarou sabía que su tío, el padre de Kintarou, era oficial de policía, y si estaba de turno su primo tendría que conseguir aventón con alguien más para venir. Después de todo, a donde iban no podía llevarse su motocicleta, ya que primero tenían que tomar el tren para ir al puerto, y de allí el barco que los llevaría a la isla privada.

A los pocos minutos, un auto convertible rojo aparcó cerca de donde estaban, y un chico con cabello rubio en punta saltó fuera de él. Tras mirar alrededor un poco y verlos, echó a correr hacia donde estaban sin tardanza. Fuutarou se sorprendió que su primo hubiese sido tan puntual en lugar de aparecerse tarde para llamar la atención.

– Hola, hola, ya llegó por quién lloraban, señoritas. – El rubio se volteó a ver a la segunda hermana, a quien le dirigió una de sus típicas miradas. – Nino, te ves increíble hoy.

– ¡Kintarou-kun! – exclamó la aludida, casi saltándole encima. Él la atrapó y le dio algunas vueltas antes de volverla a poner en el suelo. – Qué bien que hayas podido venir, tenía muchas ganas de verte.

– Lo mismo digo, preciosa, te extrañaba. – Kintarou le dio un beso, y luego se volteó hacia Fuutarou. – Hola, primo, gracias por haberme invitado.

– Agradécelo a ellas, yo sólo lo sugerí. – respondió Fuutarou encogiéndose de hombros. No le iba a mencionar que Raiha había sido su primera opción para invitar al viaje. Y hablando de ella, esperaba que se estuviera divirtiendo en su campamento con sus amigos.

– Y bien, ¿quién más vendrá con nosotros? – preguntó Kintarou. – ¿No dijeron que seríamos diez?

– Estamos esperando a los amigos de tu primo, y a la capitana del equipo de voleibol de Yotsuba. – explicó Nino, que miró el reloj en su teléfono. – Más vale que se den prisa, el barco saldrá en menos de dos horas.

– Disculpen la tardanza, el tráfico no estaba ayudando mucho.

En ese momento llegó uno de los mencionados. Takeda se aproximaba sin mucha prisa y los saludó. También llevaba su propia maleta, un poco más grande que las del resto (Fuutarou se preguntaba qué tanto habría empacado para llevar una de ese tamaño)

– Hey, ¿no estabas en el viaje escolar el año pasado? – dijo Kintarou, dándole la mano al recién llegado. – Gusto en verte de nuevo.

– Igualmente. – respondió Takeda amablemente. – Agradezco la invitación, aunque no fue fácil convencer a mi padre de dejarme venir. Sólo accedió cuando le dije que también planeaba terminar mis deberes antes de regresar.

– Ja, veo que mi primo no es el único nerd aquí. – dijo Kintarou burlonamente. – En serio, Fuutarou, ¿no podrías dejar de pensar por un rato en los estudios?

– Luego no me pidas ayuda si no has terminado tu tarea cuando volvamos. – replicó el aludido, encogiéndose de hombros.

Fuutarou vio que Takeda simplemente se reía ante el comentario, y que brevemente intercambiaba miradas con Miku, que le saludó con la mano. A su alrededor más y más gente comenzaba a aglomerarse; al parecer el verano este año estaba bastante concurrido, así que empezó a echar un vistazo alrededor por si divisaba a Maeda o Matsui.

Su teléfono vibró con la notificación de un mensaje, el cual era de Maeda diciéndole que él y Matsui ya estaban llegando a la estación. Mientras aguardaban, notó que Itsuki deslizaba fotos en su teléfono, y no pudo evitar sentir algo de curiosidad.

– ¿Qué estás viendo? – le preguntó.

– Oh, algunas fotos del lugar donde vamos a quedarnos. – dijo Itsuki, acercando el zoom para que él pudiera verlo mejor. – ¿Quieres ver?

Fuutarou asintió y echó un ojo a las fotografías. La casa por fuera se veía bastante bien, a primera vista parecía una típica casa de verano construida de madera, aunque también parecía un poco más grande a comparación de otras que había visitado en un par de ocasiones. Al ver el interior, la sala tenía un gran televisor de pantalla plana y sillones que se veían bastante cómodos, una cocina bien equipada con dos enormes refrigeradores, e incluso un sótano con una sala de juegos. La casa tenía su propio generador de electricidad para darle energía a todos los artefactos, incluyendo conexión wifi para mantenerse en contacto con sus familias.

Aparte, afuera también tenía un pequeño muelle donde se guardaban botes de remos, lanchas de motor e incluso un par de motos de agua. Ya que su primo había tenido que dejar su motocicleta atrás, probablemente le encantaría subirse a una de esas cuando estuvieran allí.

– El lugar se ve bastante bien. – observó Fuutarou. – ¿Ya habían estado allí antes?

– ¿En ésta? No, pero ya papá nos había rentado una casa de veraneo anteriormente. Un poco más pequeña, claro, ya que sólo era para nosotras.

Fuutarou pensó que no debería sorprenderse mucho: si el hombre era capaz de pagarles un apartamento de lujo como el que tenían en el edificio Pentagon, rentar una casa de verano como ésta también debía estar dentro de sus posibilidades. Quizás incluso podría comprarla si quisiera.

– Y supongo que tendremos que dividirnos las tareas y mantener todo limpio, ¿verdad? – preguntó Fuutarou.

– Ese es el trato. – asintió Itsuki. – Si es por mí, no tengo ningún problema con eso.

Fuutarou tampoco lo tenía, aunque tendrían que organizarse bastante bien con una casa así de grande. Después de todo, iban a quedarse allí durante dos semanas completas. Y otro problema potencial sería la comida, aunque supuso que ya los refrigeradores deberían estar llenos a tope con todo lo que necesitaban. Incluso si alguien intentaba asaltarlos a medianoche por algún bocadillo, pero no iba a mencionar eso en frente de Itsuki.

– ¡Ah, miren, Matsui y Maeda ya llegaron! – dijo de repente Yotsuba, y empezó a saltar y agitar las manos para llamar su atención. – ¡Heeey, por aquí, Matsui!

Los dos mencionados no tardaron en llegar corriendo. Fuutarou pudo ver la venda en el codo de Matsui mientras arrastraba a Maeda con su otro brazo.

– Gracias por esperarnos. – dijo Matsui. – Disculpen el retraso, tuvimos que detenernos a comprar algunas cosas de camino aquí.

– ¿Qué cosas? – preguntó Yotsuba. Antes que Matsui respondiera, Maeda tomó la palabra.

– A alguien se le olvidó empacar el traje de baño, y sólo se acordó cuando estábamos en el autobús. – explicó Maeda. – Tuvimos que parar para ir a una tienda y comprarle uno.

– Oye, no te quejaste cuando me lo estaba probando, ¿eh? – señaló ella, haciendo que él se volteara ligeramente ruborizado.

– Bueno, bueno, ya estamos todos. – dijo Ichika. – Ahora sólo tenemos que mantenernos juntos en el tren para ir al puerto.

– ¡Sí, ahora sí, que comiencen nuestras vacaciones de verano! – exclamó Yotsuba alzando su puño en el aire.

Todo el mundo la secundó y sin tardanza, cogieron sus equipajes y se dirigieron a abordar el tren. Por fin empezaría su pequeño viaje de verano.

...

No hubo muchas incidencias en el tren, aunque debido a lo aglomerados que estaban los pasajeros, se vieron obligados a agarrarse de las manos para evitar perderse entre las multitudes y no bajarse en la estación equivocada. En cierto punto, Fuutarou estuvo tan comprimido que terminaron empujándolo contra un par de almohadillas que le presionaron la espalda hasta que pudieron bajarse, y tuvieron que chasquearle los dedos en frente de los ojos para sacarlo del shock.

Afortunadamente, el ferry que los llevaría a la isla sería solo para ellos, y el viaje en él resultó ser mucho más agradable que en el tren. La brisa marina, el sol y el mar que se extendía frente a ellos resultó ser un entorno bastante relajante, y si la isla era igual, entonces sería el ambiente perfecto tanto para estudiar como para relajarse.

Fuutarou se dio cuenta que las parejas que habían venido no parecían querer desperdiciar ni un momento del viaje. Kintarou y Nino ya se habían puesto a conversar y reírse juntos, y Maeda parecía estar haciendo una especie de "hechizo" en el codo vendado de Matsui para que sanara más rápido. Si era sincero, no podía evitar sentir un poco de envidia, ya que a él también le gustaría estar así, aunque no lo diría de dientes para afuera. Ellos parecían haber avanzado mucho en sus relaciones, mientras que él parecía haber vuelto al inicio.

Siendo que se trataba de un viaje de verano, algunos pensarían que sería la oportunidad perfecta para un acercamiento romántico. Pero Fuutarou se preguntaba si sería apropiado hacer algo así en este punto. Yotsuba parecía estarse recuperando y siempre se le notaba alegre y enérgica, tal como le gustaba verla, pero ¿realmente estaría lista? Mejor dicho, ¿estaría él listo para dar ese paso?

– "Mejor no pensar en ello." – se dijo a sí mismo. – "Quizás, lo mejor sea distraer mi mente por un tiempo."

Sí, eso sería lo mejor, intentar mantener su mente ocupada para no tener esos pensamientos impropios.

– ¡Tierra a la vista! ¡Ya estamos llegando! – anunció de repente Yotsuba, parándose frente a la proa del ferry.

– Oh, ¿ese es nuestro destino? – dijo Kintarou. – Se ve bien incluso desde aquí.

– Créeme, te encantará todavía más cuando lleguemos.

Aunque no lo demostrara por fuera, Fuutarou también se sentía emocionado. El lugar se veía realmente agradable, lo que se esperaría de una isla para vacaciones. Era una oportunidad única en muchos sentidos, y una parte de él casi lamentaba tener que usar parte de su tiempo para estudiar. Casi.

Los diez adolescentes se bajaron en el muelle, y les entregaron las llaves del lugar. Se dirigieron para verlo por primera vez, y aquellos que nunca habían visto una casa de vacaciones como esta en sus vidas se tomaron el tiempo de asimilar lo que tenían en frente.

– Wow... y yo que creía que el apartamento donde vivían era enorme. – dijo Kintarou.

– No jueguen, es más grande de lo que pensaba. – observó Maeda. – ¡Apuesto a que podría tragarse mi vecindario!

– Sabía que ustedes tenían mucho dinero, pero... – dijo Matsui, dirigiéndose a Yotsuba.

– Es papá quien lo paga. – dijo la cuarta hermana. – Bueno, es hora de verlo por dentro, ¡vamos!

La casa se veía aún mejor por dentro que en las fotografías. Había cinco dormitorios en total, y les tocaría dividirlos en pares para que durmieran dos en cada uno. Aunque Nino claramente quería compartir dormitorio con Kintarou (algo a lo que él no se oponía), todos los demás votaron en contra de permitir que uno de los chicos se quedara en el mismo cuarto que una chica, para disgusto de la segunda hermana. Matsui y Maeda no tuvieron objeciones con esto, aceptando que era un límite razonable por tentador que pareciera para algunos.

Así que terminaron dividiéndose así: Ichika con Miku, Itsuki con Nino, Yotsuba con Matsui, Maeda con Takeda, y Fuutarou con Kintarou. Afortunadamente los dormitorios eran bastante similares entre ellos, así que no había motivos para pelearse, excepto por las camas de litera y quién se quedaría en la de arriba o la de abajo. A Fuutarou sinceramente le daba igual, y decidió quedarse en la de abajo ya que no quería arriesgarse a rodar mientras dormía y caerse sobre el suelo de madera.

Después de haber desempacado y que se establecieran en sus habitaciones, lo siguiente fue empezar a asignar los turnos de limpieza. De nuevo, no hubo mucho problema con esto, ya que acordaron que alguien se levantara temprano para limpiar por la mañana, y otro tomaría el relevo por la tarde. Por supuesto, estaba la regla tácita de que, si alguien hacía un desastre accidental o deliberadamente, tendría que limpiarlo. Después de todo, parte del trato para quedarse aquí era dejar la casa en el mismo estado que cuando llegaron.

Ahora, sin embargo, el grupo de adolescentes estaba enfrentando otro pequeño problema. Específicamente, un pequeño desacuerdo entre algunos de ellos sobre qué harían a continuación.

– No puedes hablar en serio, primo. – dijo Kintarou. – ¿Acabamos de llegar y quieres ponerte a estudiar?

– ¿Algún problema con eso? – replicó Fuutarou, sosteniendo sus libros y cuadernos. – Se supone que también terminemos los deberes de verano mientras estamos aquí, ¿o lo olvidaste?

– Sí pero, ¿por qué tiene que ser hoy mismo? – dijo el rubio, todavía incrédulo. – No hará daño esperar a mañana para empezar a hacer la tarea.

– Kintarou-kun tiene razón. – secundó Nino. – El día hoy está increíble, deberíamos ir a la playa a divertirnos, ¿quién quiere estudiar?

– Es cierto, Fuutarou-kun. – dijo Ichika. – ¿Por qué no te olvidas de estudiar sólo por hoy? Hasta a ti te vendría bien relajarte un poco.

Fuutarou quiso suspirar. No podía evitar querer darle la razón a Ichika, pero las viejas costumbres eran difíciles de dejar atrás. Sentía que no podía estar tranquilo antes de acabar con sus deberes, y de todas maneras dudaba que pudiera divertirse mientras aún tuviera cosas pendientes.

Eso y que necesitaba mantener su mente ocupada para alejar "ciertos" pensamientos.

– Sin ofender, yo también preferiría terminar. – intervino Itsuki. – Uesugi-kun prometió ayudarme con unos ejercicios de matemáticas que no entendí, y preferiría salir de ellos rápido.

– Ah, ¿tú también, Itsuki? – Nino frunció el ceño. – Qué aguafiestas, ¿quién piensa en estudiar durante el verano?

– Ya, ya, Nino. – intentó calmarla Ichika. – Decidamos a votación, ¿quieren? ¿Los que estén a favor de estudiar?

Fuutarou e Itsuki inmediatamente alzaron sus manos. También lo hicieron Takeda y, sorprendentemente, Miku. Fuutarou miró a Yotsuba, que parecía indecisa, pero no terminó de levantar su mano.

– ¿Los que estén a favor de ir a la playa ahora mismo? – continuó Ichika, alzando su propia mano. Nino, Kintarou, Matsui y Maeda la siguieron al instante.

Todos se quedaron viendo a Yotsuba, que todavía parecía indecisa. La chica del lazo miró a Fuutarou, y después al resto del grupo que quería ir a la playa, y con una sonrisa algo temblorosa, terminó de alzar la mano después de unos segundos.

– Lo siento, Uesugi-san. – le dijo. – Pero la verdad es que hoy no me apetece estudiar. En serio, el día está precioso, no es para quedarse adentro.

Fuutarou suspiró, pero aun así no pudo evitar darle una sonrisa de resignación a la chica. Probablemente se sentía algo culpable por no quedarse con él a estudiar, pero si ella no quería, él no iba a obligarla. Y de nuevo, quizás sería mejor mantener un poco la distancia entre ambos.

– De acuerdo, has lo que quieras. – le dijo. – Pero no me vengas a último minuto.

– Bueno, ya, basta de discutir tonterías. – dijo Nino. – ¡Vamos a cambiarnos de una vez, la playa espera!

Los seis que decidieron ir a divertirse se fueron a sus habitaciones a toda prisa, mientras Fuutarou y los demás se dirigieron a la sala llevándose sus libros y cuadernos para empezar a estudiar. Una parte de él estaba feliz de no haberse quedado solo en la casa, ya que habría sido muy vergonzoso si ese fuera el caso. Al menos así no destacaría como el único "cerebrito" del grupo.

Por otro lado, le sorprendió un poco que Yotsuba hubiera decidido ir a divertirse con los demás. Quizás, una parte de él esperaba, o más bien, deseaba que ella se quedara también. Su compañía siempre resultaba agradable, no importaba si estaban estudiando o divirtiéndose.

– "Pero está bien." – pensó. – "Odiaría que se quede a estudiar cuando no quiere, o peor, que se pusiera a estudiar sólo por mí."

Mejor terminar con esto rápido, así después tendrían tiempo de sobra para pasar juntos. Él no planeaba desperdiciar otro verano estudiando más de lo realmente necesario, después de todo.

Un poco más tarde, en la playa...

El grupo que decidió ir a divertirse en la playa no perdió ni un instante. Las chicas se habían puesto sus bikinis y los chicos sus shorts, y habían empezado a jugar un partido de voleibol. Matsui lamentaba no poder jugar con los otros por tener todavía su codo lesionado, por lo que en lugar de eso ella y Maeda se apartaron y ahora él la estaba empujando en un pequeño columpio improvisado que había cerca de allí. Parecían estar contentos con eso.

De un lado de la red estaban Yotsuba e Ichika, y del otro Nino y Kintarou. Esto más o menos equilibraba bien los equipos ya que el rubio era mucho más atlético que su primo, aunque se podía ver que no tenía mucha experiencia jugando al voleibol.

– ¡Ahí les va! – dijo Ichika haciendo un remate.

Kintarou se lanzó para atajarlo, logrando levantar el balón para Nino que se lo colocó de inmediato. El rubio se puso de pie y rápidamente corrió a rematar. Yotsuba logró hacer un bloqueo defensivo que Ichika rápidamente le colocó para que pudiera rematar.

– ¡Eiii! – exclamó la cuarta hermana golpeando con fuerza, estampando el balón en la esquina y dándoles el punto.

– ¡Buen remate, Yotsuba! – dijo Ichika, mientras ambas chocaban las manos. – Ahora solo nos falta un punto.

– ¡No canten victoria todavía! – dijo Nino. – ¡Vamos, Kintarou-kun, no podemos dejarnos ganar!

– ¡Estoy contigo, Nino! – replicó el rubio, asumiendo su posición y preparándose para recibir.

Ichika recogió el balón y se fue para atrás, preparándose para sacar. Hizo un saque con salto que, si bien no era tan fuerte como el de Yotsuba, rápidamente puso a la pareja sobre aviso, siendo Nino la que estaba más cerca y tuvo que recibirlo primero. En vez de colocársela, Kintarou eligió rematar en la dirección de Ichika, que se lanzó pero no pudo atrapar el balón. Ahora sólo estaban un punto por debajo, pero seguía siendo punto de partido para Yotsuba e Ichika y sólo tenían que anotar una vez para ganar, mientras que Kintarou y Nino tenían que empatar y remontar.

La segunda hermana se fue a hacer su propio saque, que Ichika recibió sin problemas, Yotsuba le colocó el balón para que rematara, pero Kintarou se lo bloqueó. Afortunadamente Yotsuba pudo lanzarse detrás de Ichika y atajarlo, aunque por la fuerza lo elevó demasiado.

– ¡Ichika! – gritó Yotsuba, quedándose en cuclillas y poniendo sus manos juntas como si intentara recoger algo.

– ¡Aquí voy!

Sin pensarlo mucho, la hermana mayor corrió hacia Yotsuba, poniendo el pie encima de sus manos para usarlas de escalón. Ante las miradas atónitas de Kintarou y Nino, Ichika fue elevada por Yotsuba a una altura donde era inútil bloquearla, y pudo rematar el balón para anotarles el punto ganador. Aunque el aterrizaje fue un poco aparatoso, habían ganado el partido.

– ¡Yay! ¡Nosotras ganamos! ¡Gran remate, Ichika! – exclamó Yotsuba.

– No habría podido hacerlo sin ti. – dijo Ichika mientras se ponía de pie y chocaba las manos de nuevo.

– ¡Ah, diablos! – Nino dio una patada furiosa en la arena e hizo un puchero. – ¡No puedo creer que nos ganaran!

– Vamos, Nino, ya cálmate. Al menos nos ganaron con estilo, diría yo. – dijo Kintarou intentando animarla. – Fue un buen partido, la verdad.

– Buena jugada. – dijo Matsui, mientras ella y Maeda se acercaban. – Aunque espero que no se te ocurra intentarlo en un partido oficial. Eso sería ilegal, y también peligroso.

– Je, pero no estábamos jugando un partido oficial, ¿verdad? – señaló Yotsuba. – Sólo nos estamos divirtiendo un poco.

Matsui se rio, aparentemente concediendo el punto. Maeda sugirió que podían ponerse a romper las sandías que habían traído, a lo que Nino y Kintarou accedieron. Mientras tanto, Ichika se dirigió hacia donde tenían sus otras cosas para coger una botella de agua. Agarró una segunda para pasársela a Yotsuba, y las dos se sentaron un rato para descansar después del partido, mientras observaban a las dos parejas.

Para hacerlo más interesante, las chicas les vendaron los ojos a sus respectivos novios, y empezaron a guiarlos para ver quién de los dos lograba pegarle a la sandía primero. Era muy divertido ver cómo daban vueltas algo desorientados sosteniendo sus bates. Matsui parecía tener más éxito guiando a Maeda en la dirección correcta, mientras que Nino se irritaba cuando Kintarou se iba más lejos de lo necesario o a veces en la dirección contraria (casi parecía deliberado) al grado que cuando intentó ir a empujarlo, terminaron tropezándose y cayendo uno encima de la otra, provocando las risas del resto. Al final, incluso la propia Nino pensó que no estaba tan mal en esa posición.

– Qué bien se llevan entre ellos, ¿no te parece? – preguntó Ichika.

– Me dan un poco de envidia. – dijo Yotsuba.

Luego miró en la dirección de la casa, donde sin duda estarían Fuutarou y los demás todavía haciendo sus deberes. Ichika no necesitaba "telepatía de quintillizas" para saber lo que Yotsuba estaba pensando en ese momento.

– Te gustaría hacer eso con Fuutarou-kun, ¿verdad?

– ¿Eh? No, yo no... todavía no es...

– Sólo bromeaba. – dijo Ichika, al ver que Yotsuba estaba empezando a descontrolarse. – Sé que se lo están tomando con calma.

– Aun así... me molesta un poco que no haya querido venir a divertirse con nosotros. – dijo la cuarta hermana.

– ¿Y qué harás al respecto?

Yotsuba volteó a ver a Ichika. La pregunta la tomó desprevenida, pero era obvio lo que estaba pasando por la mente de ambas. Todavía no lograban sacarle esa mentalidad de querer estudiar demasiado, y era obvio que no iba a ser tan fácil.

– Porque me imagino que quieres hacer algo al respecto, ¿verdad?

– Sí, pero... no quiero que se enoje conmigo. Sé que para él es importante estudiar, pero estos días parece que se le olvida relajarse. – dijo Yotsuba, algo dudosa.

– Bueno, a veces sólo necesitamos que nos den un empujón en la dirección correcta. – continuó Ichika. – Tú debes saberlo bien, ¿o no?

Yotsuba entrecerró los ojos ligeramente. Ese había sido un golpe ligeramente bajo, pero se lo dejaría pasar porque tenía razón. Ella había necesitado varios empujones, el último de los cuales había sido bastante fuerte, para recuperar el rumbo cuando se había perdido.

– Entonces... ¿qué crees tú que debería hacer? – inquirió Yotsuba.

– Ah-ah, ahí no me pidas ayuda, hermanita. – Ichika negó con el dedo. – Usa la cabeza y descífralo tú misma.

– Oye, no seas mala. – protestó la cuarta hermana. – Sabes que a veces puedo seguir siendo idiota para algunas cosas.

– Vamos, no es tan difícil. – dijo Ichika. – Si lo piensas bien, esta situación no es tan diferente a cuando se reencontraron el año pasado. ¿Por qué no intentas hacer lo mismo que hiciste entonces?

Yotsuba volvió a ver a Ichika, al principio sin entender a qué se refería. Pero después de pensarlo un poco, empezó lentamente a conectar las ideas. Cuando se reencontraron, Fuutarou estaba totalmente obsesionado con estudiar, y ella decidió tomar la iniciativa y proponerle hacer algo diferente. Hacer ejercicio para ayudarlo a ponerse en forma, salir a trotar e ir al gimnasio. Al principio no estaba muy entusiasmado, pero con el tiempo hasta parecía que llegó a gustarle.

Claro, ella sólo buscaba una excusa para pasar tiempo juntos, pero también intentaba alegrar un poco su vida. Y el chico ahora tenía un mejor aguante y era capaz de seguirle mejor el paso, lo que era un beneficio adicional.

Y ahora, estaba otra vez centrado en estudiar, a pesar de que habían venido aquí para relajarse y divertirse. ¡Estaban en vacaciones de verano después de todo!

– Hacer lo mismo... no, creo que esta vez debería hacer algo diferente. – dijo Yotsuba.

– ¿Oh? ¿Algo como qué? – preguntó Ichika, intrigada.

– Jaja, lo siento, no te lo voy a decir. – replicó la cuarta hermana. – Pero se me acaba de ocurrir una excelente idea para sacar a Uesugi-san de sus estudios por un rato.

La cuarta hermana alzó su puño con determinación mientras miraba hacia el cielo. Estaba tan concentrada en su idea que no se percató de que un trozo de sandía había salido volando hacia ella y le cayó encima, chorreándola todo el pecho.

– ¡Hey, cuidado! – les gritó.

– ¡Perdón, Yotsuba! – Era Kintarou el que se disculpaba. Al parecer, él y Maeda habían decidido jugar al béisbol para romper las sandías, y al rubio se le fue un poco la mano al batear la suya.

Yotsuba se limpió como pudo, pero no iba a enojarse. Fue sólo un accidente después de todo, y además, el trozo de sandía que le cayó encima no sabía tan mal, así que no fue un desperdicio.

De todas maneras, ya tenía una buena idea de qué hacer. Se aseguraría de que estas vacaciones de verano fueran inolvidables, tanto para sí misma, como para Fuutarou.

Esta historia continuará...


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