¿Será este un adiós?


Marzo, en un distrito comercial...

El invierno se había ido dando paso a la primavera, y con ella el momento de la verdad seguía acercándose. La rutina de Fuutarou continuó casi igual. Conforme pasaban los días él y Yotsuba estudiaban con más y más ahínco, a sabiendas de que los exámenes finales estaban a la vuelta de la esquina, y en ocasiones, las otras Nakano se les unían para consultar dudas, ya que ellas también estaban presentando sus propios exámenes finales.

Para cuando llegó la semana de los exámenes de fin de año, Fuutarou todavía tenía algo de preocupación. No tanto porque Yotsuba fuese a reprobar, sino por la posibilidad de que no fuera suficiente para poder volver a su antigua escuela. Su promedio en Matemáticas seguía muy bajo en el último examen de práctica que hicieron, y bastaba con fallar una sola para que todo su esfuerzo hubiera sido en vano.

Pero al momento de la verdad, ver a Yotsuba tranquila y confiada le ayudó a relajarse, y pudo concentrarse en sus propios exámenes sin ningún problema. Ya había hecho todo lo que estaba a su alcance, ahora solo le quedaba confiar en ella y dejar el resto en manos del destino.

Estando a la espera de los resultados, que saldrían la próxima semana, Fuutarou no había visitado el apartamento Nakano desde la noche anterior a inicio de los exámenes. Al no tener más que estudiar no tenía razones para ir allá, de modo que había estado ayudando a su familia un poco con las compras, aunque fuese solo por mantener la mente ocupada en algo.

- ¿Oniichan? Ya le diste muchas vueltas, ¿no?

- ¿Eh?

De camino a casa tras comprar algunos comestibles que les faltaban, él y Raiha se habían parado en un pequeño puesto de lotería para probar su suerte. Con el poco dinero que le quedaba, Fuutarou pagó tres boletos y ya había utilizado dos, que le ganaron un par de paletas de dulce que Raiha ahora se estaba comiendo felizmente, pero en el último lance se había quedado distraído pensando, y aún seguía dándole vueltas a la tómbola por inercia.

- Perdón, ahora sí.

Finalmente dejó salir la bolita, que resultó ser de color azul, y la encargada sonó la campana que llevaba.

- ¡Felicidades! ¡El premio son dos pases de día completo para el parque de diversiones Nagaoka Resortland! ¡Que los disfrutes!

Fuutarou aceptó los susodichos pases, mirándolos por un momento antes de dar un seco "gracias" e indicarle a Raiha que se fueran ya a casa. Ya se estaba haciendo tarde y tenían que llegar a tiempo para la cena.

- ¿Estás bien, Oniichan? Estos días has estado muy... no sé, distraído. – preguntó la pequeña.

- ¿Se me nota? – replicó él.

- ¿Estás preocupado por Yotsuba-san? Has estado así desde el día de los exámenes, ¿tiene algo que ver con eso?

- Bueno, no, pero... a decir verdad últimamente sí he estado pensando en Yotsuba. – admitió en voz baja.

- ¡Ah, no me digas que te estás enamorando de ella! ¿Aun mientras estás saliendo con Ichika-san?

- ¡No, no se trata de eso! – replicó él frenéticamente. – Cielos, ¿por qué todo mundo lo asume por default? ¿Cuándo van a entender que Yotsuba y yo solo somos amigos?

Se estaba cansando de repetirlo. ¿Era muy difícil pensar que un chico y una chica que pasaban mucho tiempo juntos, incluyendo el almuerzo y el estudio, podían ser solo buenos amigos? Además, Yotsuba ni siquiera era su tipo.

Aunque pensándolo bien, Ichika tampoco encajaba en ese molde, y eso no le había impedido salir con ella y pasarla bien, pero eso era otro asunto.

- Lo que pasa es que... bueno, cuando termine el año ella volverá a su antigua escuela. Eso significa que ya no la veré a diario. – explicó una vez que se calmó para ordenar sus ideas.

- Ah, ya veo. Entonces la vas a extrañar cuando se vaya, ¿verdad?

- Hmm... sí, supongo que sí. Al principio era muy ruidosa y molesta, pero... terminé por acostumbrarme. La escuela va a sentirse muy tranquila y aburrida cuando ella se vaya.

- Pero sabes dónde vive, y puedes visitarla cuando quieras, ¿o no? – señaló Raiha.

Fuutarou miró a su hermanita, que no dejaba de sonreírle para tratar de animarlo. Raiha era una niña muy lista y perceptiva para su edad, y aunque le había señalado lo obvio, había algunas cosas que quizás ella no entendía. Específicamente que, aunque podía ir a visitar a Yotsuba en el apartamento, realmente no tendría una razón para hacerlo.

De hecho, a raíz de eso era que ya no había vuelto después de los exámenes, y ahora se iban cada uno por su cuenta a casa después de clases. No era que estuviese evitándola o algo, pero... realmente no sentía que debiera acompañarla si no tenía una razón para estar allí.

Y eso le hacía sentirse un poco triste por dentro.

- En fin, pasando a otra cosa, ¿ya decidiste qué le vas a regalar a Ichika-san? Ya sabes, el White Day se aproxima y todavía no le compras un regalo por el chocolate que te dio.

- Ya lo sé. – dijo Fuutarou. Eso era otra cosa; pese a que no se le había olvidado, entre la presión por los exámenes y todo lo que tenían que hacer, sin querer había estado aplazándolo.

- Aunque si me lo preguntas, esos pases que acabas de ganar podrían ser un buen regalo. – señaló Raiha. – ¡Podrías ir con ella para tener otra cita juntos en el parque de diversiones!

- ¿Tú crees? – preguntó Fuutarou. – Pensé que tal vez... querrías usar uno de estos tú. Podríamos ir tú y yo si quisieras.

- ¿Y negarte una oportunidad de tener una cita soñada? ¡Ni pensarlo, Oniichan! Por fin tienes suerte de encontrar una chica a quien le gustas, yo no me voy a interponer entre ustedes.

Fuutarou volvió a mirar los boletos. Visto de esa manera, parecía una buena idea. A Ichika seguramente le encantaría tener una cita en el parque de diversiones, así que podría ir con ella y pasarla bien. Pero había otro problema con eso.

No les había mencionado a sus padres que al final del día de San Valentín, Yotsuba también le había regalado un chocolate. No vio necesidad de decírselos en el momento ya que fue solo un chocolate de amigos, pero sabía que a Yotsuba también debía darle un regalo de agradecimiento. Y si se iba con Ichika a pasar el día en el parque de diversiones, tendría que dejar de lado a la chica del lazo, y seguramente a ella también le encantaría ir a divertirse en ese lugar.

Sería una buena recompensa por lo duro que trabajó. La chica del lazo se la había ganado con todas las de la ley, y cumpliría doble propósito si se lo daba por el White Day por el chocolate.

- "¿Qué debo hacer? ¿Una cita con Ichika, o darle a Yotsuba su recompensa?"

Estaba en un verdadero dilema. Solo tenía dos boletos para el parque. ¿Qué debía hacer en ese momento? ¿Ir con una y dejar de lado a la otra? ¿Buscar algún otro regalo? Aún tenía algo de dinero ahorrado de su última paga de tutorías, pero realmente no se le ocurría nada.

El patrón de Navidad volvía a repetirse, y al paso que iba, parecía que tendría que hacer trampa y pedirles a su madre y a Raiha que le ayudaran a prepararles algún dulce. No creía que se fuesen a negar, pero su propio orgullo le impedía recurrir a eso a menos que no tuviese otra opción.

(--0--)

Día 13 de Marzo...

Llegó el día de los resultados, y la tensión se podía sentir tan intensa en el aire, que Fuutarou creía que podría cortarse con un cuchillo. Incluso el sendero donde los cerezos comenzaban a florecer aquel día se notaba muy solitario, y era de esperarse, pues todo mundo estaba a la expectativa.

Al llegar a su destino, los estudiantes estaban dando vueltas por todos lados, algunos celebrando, otros llorando y enojándose por tener que repetir el año. Pero Fuutarou no atendía a lo que decían. Solo le importaba encontrar a una sola persona. Pero aquel día no parecía estar por ninguna parte.

- Yotsuba... ¿dónde estás?

Afortunadamente, vio un lazo verde sobresaliendo tras una multitud de gente, y eso le ayudó a ubicarla. La chica estaba dándole la espalda, y estaba inusualmente callada. Eso le dio mala espina; si aprobó con buena nota, tendría que estar saltando de alegría.

- Yotsuba... – dijo acercándosele, algo temeroso. Al oírlo, ella volteó, aunque su cabello caía sobre su rostro al punto de que no pudo verle su expresión con claridad.

- Uesugi-san... muchas gracias... – susurró casi inaudiblemente. El chico notó que algo caía en el suelo; eran gotas... no, eran lágrimas.

Oh no, ya lo veía venir. Seguro le iba a decir, "hiciste todo lo que pudiste, no fue tu culpa, sino mía por ser tan tonta", o algo por el estilo. No, eso él no lo iba a permitir. No podía verla deprimida de ninguna forma, tenía que decirle algo. ¿Pero qué?

- De verdad... ¡de verdad lo logré! – exclamó la chica, enseñándole su boleta de resultados.

El chico miró los números. 51 puntos en Japonés, 38 en Ciencias Naturales, 40 en Ciencias Sociales, 39 en Inglés, y 37 en Matemáticas. Totalizando daba 205. Por los pelos, pero lo habían conseguido.

- ¡Lo hice, de verdad lo hice! – exclamó la chica, saltando a darle uno de sus abrazos rompehuesos. – ¡Casi creí que no podría, pero lo logré! ¡Ahora podré volver con mis hermanas, y todo gracias a ti!

- ¡Oye, oye! ¡Felicidades, está bien! ¡Pero ya suéltame, y no llores encima de mí!

Ahora lo entendía; la chica no estaba llorando de decepción o vergüenza, sino de alegría y emoción por haberlo logrado. Bien, eso podía aceptarlo, pero si tan solo no le diera por ser tan efusiva en un lugar abierto donde cualquiera podría verlos.

- Parecen estar muy emocionados ustedes dos.

Yotsuba finalmente dejó de estrujarlo y darle vueltas, y fue entonces que se percató de quienes los habían visto. Takeda y Maeda se habían acercado, cada uno con sus propias boletas en mano. A juzgar por sus expresiones, los dos debían de haber pasado también.

- Si no lo supiera mejor, ustedes casi parecerían una pareja de novios. – comentó Maeda. – Pero bueno, si estás celebrando de esa forma, significa que pasaste con buena nota, ¿verdad?

- Jeje, sí. – dijo la chica del lazo. – Apenas en la raya, pero lo logré.

- Felicidades, Nakano-san. – dijo Takeda. – Nos alegramos mucho por ti, aunque eso signifique que ya no te veremos para el próximo año.

- Sí, es verdad, se supone que volverás a tu antigua escuela, ¿verdad? – dijo Maeda. – Oye tú, ¿no podías haberte esforzado solo un poco menos para que pudiera quedarse?

- Le hice una promesa después de todo. Y además, me pagarán extra por eso, ese era mi trabajo. – se defendió Fuutarou.

- Bueno, puedo estar seguro de que aprobaste, ¿pero quieres comparar calificaciones, Uesugi-kun? – ofreció Takeda, enseñando su boleta.

Fuutarou se encogió de hombros e hizo lo propio. Curiosamente ambos habían quedado casi empatados en puntaje total, y Takeda le había ganado apenas por un punto, cosa que sorprendió tanto a Maeda como a Yotsuba.

- Wow, ¿qué pasó que te caíste así? – preguntó Maeda. – ¿No que siempre sacas notas perfectas?

- Demasiadas cosas en mi mente, muchas gracias. – dijo Fuutarou. – Aunque ahora que me fijo, si bien Takeda me sacó un punto en total general, yo le gané en tres de las cinco materias.

El niño bonito se sorprendió de escuchar eso, y tanto Yotsuba como Maeda observaron los puntajes y, efectivamente, Fuutarou había superado a Takeda en Inglés, Matemáticas y Ciencias Naturales, aunque por muy poco. El chico Uesugi sonrió con algo de satisfacción, ya que por alguna razón se sintió bien de restregarle un poco ese hecho para compensar por haber fallado en total general.

- Es cierto. – dijo Takeda. – Bueno, ¿supongo que podemos considerarlo un empate técnico en esta ocasión?

- ¡Bah, a quién le importan ahora las calificaciones! – interrumpió Maeda. – Deberíamos celebrar que ya estamos libres de tener que estudiar, ¿o no? Oigan, ¿qué tal si vamos a un buffet de todo lo que podamos comer después de clases?

- Por mucho que aprecie la invitación, tendré que declinar, ya que tengo planes para hoy. – dijo Fuutarou, antes de voltear a ver a Yotsuba. – Hoy Ichika estará en casa, ¿verdad? Quisiera hablar con ella y contigo sobre algo importante.

Yotsuba ladeó la cabeza algo confusa por lo que dijo. Maeda protestó ante el hecho de que "no podían tener una tarde entre amigos varones", mientras que Takeda simplemente se rio dándole unas palmaditas en la espalda.

De cualquier manera, Fuutarou no estaba mintiendo al decir que quería hablarles a ambas de algo importante. Tan importante como decidir qué haría con los boletos para el parque de diversiones que se ganó, y quién de las dos se lo merecía más, por extraño que eso sonara.

(--0--)

Apartamento Nakano, después de clases...

En años anteriores, cuando las clases estaban por terminar tras los exámenes finales, Fuutarou buscaría alguna manera de ganar dinero con un trabajo de medio tiempo. Este año eso se veía innecesario por todo el dinero que había ahorrado como tutor de Yotsuba, lo que le dejaba mucho tiempo libre. Siendo así, haberse ganado esos boletos para el parque de diversiones le vendría muy bien para hacer algo diferente.

Sin embargo, había un gran problema con eso, y era la cantidad de boletos. Únicamente tenía dos, y si él utilizaba uno, ¿a quién debería darle el otro? No le parecía justo dejar a una de ellas para pasar el día con la otra. Bueno, la solución a eso parecía ser bastante obvia, al menos para él.

- ¡¿Eeeeeehhh?! ¡¿Nos los das a nosotras?! – exclamó Yotsuba. – ¡¿Estás hablando en serio, Uesugi-san?!

- Si les soy sincero, quisiera poder llevarlas a las dos, pero solo tengo dos boletos. – dijo Fuutarou. – Yotsuba, sé lo duro que estuviste trabajando estos meses, y realmente mereces una recompensa. Además, a ambas les debo mi regalo por el White Day, y creo que pasar un día completo en el parque de diversiones no suena mal para ustedes, ¿o sí?

- Bueno, eso es muy generoso de tu parte. – dijo Ichika. – Pero es que estos boletos son de promoción especial; te darán acceso libre a todas las atracciones del parque por un día entero. No son nada fáciles de conseguir.

- Mayor razón para que ustedes los acepten. – continuó Fuutarou.

- Pero no será divertido si tú no vienes. ¿Cómo nos vamos a divertir si tú te lo pierdes? – señaló Yotsuba.

Y así estaban. Los tres se encontraban sentados alrededor de la mesa de la sala, mientras Ichika y Yotsuba veían los susodichos boletos. La discusión parecía haberse trabado en que, según Fuutarou, ellas dos se merecían más pasar el día en el parque de diversiones, pero ellas estaban en desacuerdo con eso. Ninguna quería ir si él no estaba, y cuando Yotsuba intentó sugerir que podían ir sin ella, Ichika se negó rotundamente.

- De ninguna manera. – dijo la hermana mayor. – Fuutarou-kun tiene razón; te ganaste tu recompensa por todo tu esfuerzo. No deberías despreciarla de ese modo.

- Pero a ustedes les vendría mejor. – repuso la chica del lazo. – ¿No es mejor así, que tengan una cita solo para ustedes?

- Yotsuba, di la verdad. – insistió Ichika. – ¿Quieres o no ir al parque?

La cuarta hermana volteó la mirada. Parecía que le costaba mucho decirlo, pese a que podría haber simplemente dicho sí o no, aunque ya Fuutarou conocía su mirada lo suficiente como para saber cuál era la respuesta.

- Yo... sí me gustaría ir, pero...

- Bien, entonces está decidido. – dijo Ichika, poniéndole el boleto en la mano a Yotsuba. – Creo que solo hay una forma de resolver esto. Tendremos que conseguir otro boleto para Fuutarou-kun.

- ¿Eh?

Los dos, el chico Uesugi y la cuarta hermana, levantaron las miradas al unísono al oír eso, para encontrarse con una Ichika que sonreía de oreja a oreja. En sus ojos había esa mirada traviesa de estar tramando algo, como si se hubiese dado cuenta de algo que ellos no, y Fuutarou tuvo el presentimiento de que eso era exactamente lo que pasaba.

La pelirrosa levantó el boleto que todavía tenía en la mano y señaló hacia una esquina.

- Mira lo que dice aquí en letra pequeña: "Válido hasta el 31 de Marzo". Eso significa que podemos usarlo cualquier día durante lo que queda de este mes, ¿no es así? Si entre Yotsuba y yo te pagamos tu propio boleto, podremos ir los tres sin ningún problema.

Fuutarou se quedó en silencio. La verdad, ni se le había pasado eso por la cabeza. Pero desde luego, estaba tan centrado en pensar en ellas dos que no se paró a considerar alternativas. Aunque hasta donde él supiera, estas entradas no se vendían en taquillas públicas y solo tuvo suerte de ganárselas en la lotería. Si iba al parque tendría que pagar por una entrada normal y todo lo demás iría en gastos aparte, lo que dejaba otro problema.

- De acuerdo, supongamos que me consiguen una entrada. – dijo Fuutarou. – ¿Saben dónde conseguirlas, acaso?

- ¿Qué tan difícil puede ser? – preguntó Ichika, en un tono que sonaba anormalmente optimista. – Ustedes solo déjenlo en mis manos, la hermana mayor se hará cargo de todo.

Fuutarou se preguntaba qué podría estar tramando, pero Yotsuba le sonrió, asegurándole que podía confiar plenamente en ella. Bueno, eso resolvía un problema al menos. Y por si las dudas, todavía tenía en su mochila las bolsitas con panecillos dulces que compró en la panadería de su madre, en caso de necesitar un regalo de respaldo si lo de los boletos fallaba.

...

Mientras Fuutarou, Ichika y Yotsuba estaban hablando en la sala, desde el piso de arriba las otras tres hermanas estaban apoyadas en el barandal, escuchando atentamente. El trío de abajo estaba tan absorto en su propia conversación que ni se fijaron en ellas.

- Así que esos tres planean irse a divertir sin nosotras, ¿no? – murmuró Nino. – Eso está por verse.

- Nino, ¿se puede saber qué estás maquinando? – preguntó Itsuki.

- Saben, chicas, no hemos hecho algo todas juntas desde Navidad. – prosiguió la segunda hermana, sonriendo macabramente. – Quizás nosotras deberíamos ir como apoyo, para asegurarnos de que no pase nada extraño.

- Excusa para ir a espiarlos. – dijo Miku.

- ¿Se me nota? – replicó Nino, sin quitarse la sonrisa macabra ni un poco. Eso bastaba para confirmarlo.

- No me gusta la idea de espiarlos, pero... nos vas a arrastrar de todos modos, ¿verdad? – dijo Itsuki.

La última parte fue menos una pregunta, y más una resignación, ya que efectivamente, Nino las agarró a ambas del cuello para acercarlas, empezando a murmurar algo sobre ir a buscar boletos propios, ropa para ir de incógnitas y que no se dieran cuenta que los estaban siguiendo.

De todas maneras, Nino no estaba tratando de engañarlas, ni engañarse a sí misma. Simplemente quería saber lo que iba a pasar, y en el peor escenario, asegurarse de que ese chico no tendría intenciones de hacer doble tiempo con sus dos hermanas a la vez. Lo había aceptado potencialmente para una de ellas, ¿pero más de una? Eso jamás.

(--0--)

Unos días después...

Fuutarou no supo exactamente cómo fue que Ichika lo hizo, ya que la hermana mayor se rehusó a dar los detalles, pero el caso fue que logró conseguirle su entrada. De hecho, incluso fue la milla extra para conseguirle una adicional por si quería traer también a Raiha, pero la pequeña niña ya había dicho que no quería interferir con la "cita" de su hermano.

Eso y que aparentemente ese día se quedaría a dormir en casa de una amiga, así que de todas maneras no podría ir con ellos aunque quisiera. Pero ya era un punto muerto.

El chico miraba su reloj. De nuevo siguiendo el consejo de su padre, decidió llegar diez minutos antes de la hora acordada. Quedaron de verse en la entrada del parque, y faltaban dos minutos. Si las conocía bien, probablemente llegarían en...

- ¡Uesugi-saaaaaaaaaan!

Ese preciso momento. Afortunadamente, el chico había afinado sus reflejos y tras reconocer tanto los pasos como la voz chillona de Yotsuba, se apartó antes de que ella lo embistiera, agarrándola del lazo para evitar que se fuera de bruces al piso.

- Buen intento, pero tendrás que hacerlo mejor que eso. – dijo él dándole un tirón para enderezarla.

La chica del lazo se rio, y en ese momento vio llegar a Ichika también, tomándose el tiempo para apreciar los atuendos de ambas. No podrían ser más opuestos entre sí: Ichika llevaba su boina, gafas y bufanda de la última vez que salieron, aunque esta vez no usaba la chaqueta debido a que era un día algo caluroso, el resto de la ropa era prácticamente igual, incluyendo las sandalias de tacón alto. Yotsuba por otro lado, llevaba un overol de tela vaquera hasta las rodillas sobre una blusa verde, y sus zapatillas deportivas, claramente eligiendo un look de chica atlética por encima de uno "glamoroso". Ambas se veían encantadoras a su manera, tenía que reconocerlo.

- Yahoo, Fuutarou-kun. – lo saludó la mayor. – ¿Te hicimos esperar mucho?

- Para nada. – repuso él encogiéndose de hombros. – Me alegra ver que también ustedes hayan sido puntuales.

- Shishishi, no te íbamos a dejar plantado de ninguna manera. – dijo Yotsuba. – ¡Bien, vamos, que tenemos todo un día de diversión por delante!

- Tú lo has dicho, Yotsuba. – dijo Ichika. – ¿Y bien, Fuutarou-kun? ¿No vas a ser un caballero para ofrecernos tus brazos?

- ¿De verdad tengo que hacerlo?

Ambas chicas le respondieron hinchando los cachetes. Él no pudo más que rodar los ojos y colocar ambos brazos en asas para que ambas pudieran agarrarse. Inmediatamente las dos hermanas sonrieron y se sujetaron, Yotsuba de la derecha e Ichika de la izquierda, mientras él seguía preguntándose cómo fue que terminó en eso.

Bueno, si iba a tener que estar así todo el día, bien podría disfrutarlo mientras durase.

...

Nagaoka Resortland tenía todas las atracciones que se podría esperar de un parque de diversiones de su calibre, tanto para chicos como para grandes. Estaba la montaña rusa, el carrusel, los autos chocones, la rueda de la fortuna y demás.

También había un arcade con juegos para medir la fuerza, y Fuutarou pudo tomar revancha por el festival de fuegos artificiales con el juego de la campana y el martillo, aunque hicieron un pequeño espectáculo cuando Yotsuba golpeó una máquina de boxeo tan fuerte que la rompió, aunque esto le ganó aplausos de todos los presentes, hasta del encargado. Él por su parte sintió alivio de que no les fuesen a cobrar los daños por eso.

Fuutarou admitió que se sentía algo tonto cuando se subieron al carrusel, pero ver a Yotsuba gritando y gozando alegre como niña chiquita le hizo olvidarse de eso. Ichika no gritaba tanto, pero a juzgar por como sonreía ella también se lo estaba pasando en grande. Al ver algunos de los niños, el chico se acordó de Raiha y lamentó que no quisiera acompañarlos. Estaba seguro que ella también se habría divertido.

- "Aquí estoy en el parque de diversiones, con dos chicas super atractivas. ¿Quién no envidiaría mi suerte?"

Por supuesto, no se estaba quejando en absoluto. La verdad, seguramente estar cerca de cualquiera de las quintillizas Nakano le avivaba el día a cualquiera.

El parque contaba también con una gran variedad de restaurantes y puestos de comida rápida, aunque esos no estaban incluidos dentro del boleto, pero eso no era ningún problema. Ahora mismo se habían detenido en un puesto de helados, pero él se estaba comiendo el suyo con mucha calma, ya que ocasionalmente miraba por encima del hombro.

- ¿Pasa algo, Fuutarou-kun? – preguntó Ichika. – ¿No te gustó el helado?

- No es eso, solo que... – bajó la voz para responder, mientras señalaba discretamente – me parece que nos están acechando.

Ambas, Yotsuba e Ichika miraron en la dirección que él señalaba. A unas tres mesas de distancia de ellos se había sentado un trío de mujeres (porque sí, estaba seguro de que eran mujeres), cubiertas con sombreros, gafas de sol y tapabocas. Al principio no les había dado mucha importancia, pero al notar su presencia cerca o en cada una de las atracciones que probaban, el chico empezó a darse cuenta de algunas cosas, y ya tenía una ligera idea de quiénes podrían ser.

- ¿Crees que sean...? – preguntó Ichika en el mismo tono discreto que él.

- No sé a quién intentan engañar. – dijo Fuutarou, dejando un sí implícito en su respuesta. – Ese tipo de disfraz para ocultarse a plena vista ya pasó de moda hace años.

- ¿Y qué hacemos con ellas? – preguntó Yotsuba. – No es que estén haciendo nada malo, ¿verdad?

- No, pero... es un poco desagradable sentir que te están siguiendo. – puntualizó el chico.

La verdad no debería sorprenderse; eso de andar siguiendo a otra persona mientras estaba teniendo una cita (si se le podría considerar de ese modo) era algo típico de los adolescentes. Miku e Itsuki no parecerían del tipo que harían algo así, al menos no por iniciativa propia, por lo que era más que probable que Nino las hubiese arrastrado a ello. ¿Dónde estaba su primo para mantenerla ocupada cuando lo necesitaba?

- En ese caso... ¿qué tal si les damos una pequeña lección? – propuso Ichika, sonriendo maliciosamente.

Él y Yotsuba levantaron sus cejas, y la hermana mayor les hizo un gesto para que se acercaran. Aquí comenzó a susurrarles lo que iban a hacer, y en vista de que todavía faltaban muchas atracciones por probar, esto les ayudó a decidir cuál sería la siguiente.

...

Durante muchos años, Fuutarou no entendió qué tenían de atractivo las casas embrujadas. No porque le dieran miedo realmente, sino porque no entendía cómo podía alguien asustarse con ellas, ya que se veían demasiado falsas en su opinión.

Hoy sin embargo encontró una razón plausible: cada vez que salía un espanto, Ichika se aferraba a él y gritaba un "¡Aaahhh, ayúdame, Fuutarou-kun!" que, aunque sonaba convincente, él podía ver que era un poco sobreactuado. Tenía sentido; a muchas chicas les gustaba aferrarse a sus novios para que las protegieran de los "monstruos" de la casa embrujada. Aunque seguía pareciéndole un poco tonto, él la complacía y la abrazaba para "protegerla", mientras Yotsuba, por su parte, se ponía frente a ellos para "pelear".

- ¡Atrás, demonios, nadie tocará a mi hermana ni a mi amigo!

Parecía haberse metido mucho en su papel. Al menos no tenía que lidiar con una hermana que genuinamente era asustadiza, aunque ocasionalmente se podían escuchar los gritos de Itsuki detrás de ellos (sonaban igual que en la prueba de valentía, así que él no tenía ninguna duda que fuese ella). De pronto, el pequeño plan de Ichika comenzaba a cobrar sentido.

- Entonces, ¿vamos hasta el centro del laberinto, y nos escondemos allí para esperarlas y emboscarlas? – preguntó Fuutarou en voz baja, recapitulando el plan.

- No debería ser muy difícil. Te aprendiste de memoria la ruta, ¿verdad? – dijo la hermana mayor.

El chico asintió. La casa embrujada era un laberinto, pero para evitar que los clientes se perdieran (especialmente cuando entraban niños), en la entrada había un plano que mostraba la ruta que tenían que seguir. Desde luego, dicha ruta estaba plagada de sustos, y esa era la única forma de saber que estaban yendo por el camino correcto.

El centro del laberinto había sido decorado como una habitación típica donde había ocurrido un asesinato en una película de género slasher. Cortinas rasgadas, muebles volteados y cuadros rotos, manchas de sangre por todo el piso y las paredes... si él no supiera que todo era falso estaría bastante nervioso. Pero lo que importaba, era que tenía bastantes lugares para ocultarse y emboscar a la próxima inocente víctima.

Una de las ventajas de que Itsuki fuese tan asustadiza era que, con toda certeza, iba a retrasar mucho más a Miku y Nino, lo que a ellos les daba unos minutos para prepararse. El plan era muy simple: uno de ellos se iba a quedar tendido donde estaba un "charco de sangre" pintado en el suelo (claramente para simular un cadáver) para esperarlas. Después, mientras estuvieran distraídas, saldrían para darles su merecido.

Ahora, para decidir quién actuaría del muerto...

- Uno, dos, tres... piedra, papel o tijeras, ¡ya!

Fuutarou sacó piedra, y tanto Yotsuba como Ichika sacaron papel. Por dos contra uno, a él le tocaría hacer el papel del muerto. Pese a que el chico señalaba el obvio fallo del plan (por más que aguantase la respiración y se quedara inmóvil, se darían cuenta que no estaba muerto cuando le tomaran el pulso), Ichika insistió en que eso no sería ningún problema, ya que sabía cómo iban a reaccionar al verlo, y siempre podía fingir que solo estaba desmayado.

Resignado, se tendió boca abajo sobre el charco de sangre y puso los brazos y piernas desparramados para hacerlo ver más convincente. Entretanto, Ichika y Yotsuba se escondieron detrás de una cortina, y de un sofá volteado respectivamente. Notó también que la hermana mayor había sacado de su bolso un par de pelucas largas (¿De nuevo las había traído?) y le dio a Yotsuba una de ellas. Por lo oscuro apenas pudo distinguir los colores, pero se imaginó lo que estaban planeando para hacer el acto todavía más convincente.

- ¡Contamos contigo, Fuutarou-kun!

- ¡Shhhhh, silencio, ya oigo que vienen! – les advirtió Yotsuba.

El chico volteó la cabeza y se quedó quieto, oyendo los pasos y los murmullos que venían acercándose. Las voces de las hermanas eran inconfundibles, pero desde luego estaba sobresaliendo la de la menor por encima de las demás.

- ¡Ya basta, sáquenme de aquí! – lloriqueaba Itsuki.

- Vamos, no seas gallina. – dijo Nino. – En serio, ¿cómo puedes asustarte tan fácilmente con esto que se ve tan falso?

Pudo escucharlas entrar a la habitación, y tuvo que resistirse al impulso de girar a verlas. A pesar de lo tonto que le parecía, una parte de él empezaba a pensar que sería divertido darles un buen susto, así fuera para que aprendieran a no andar espiando a los demás.

- Oigan... ¿qué es eso? – preguntó Miku.

- ¿Qué? Ah, debe ser un actor que finge ser un muerto. A lo mejor se levantará para intentar asustarnos fingiendo ser un zombi. – dijo Nino.

- Esperen, esa ropa no es de...

De nuevo, se esforzó para quedarse rígido mientras oía como se acercaban a él. Esto no era nada sencillo, ya que por dentro estaba tratando de aguantarse la risa que le iba a dar al ver sus caras desconcertadas.

Pasó más o menos un minuto de silencio y se atrevió a entreabrir un ojo. Podía ver las piernas de una de ellas, y a juzgar por las medias blancas largas, asumió que debía tratarse de Nino.

- N-no... no está m-muerto, ¿v-verdad? – preguntó Itsuki. El tartamudeo evidenciaba que sí consideraba la posibilidad.

- Claro que no, tonta. – dijo Nino, aunque por alguna razón no sonaba del todo convencida. – Seguramente se asustó tanto que se desmayó. Pobre idiota, no fue capaz de aguantar.

- "¿A quién le dices idiota, mocosa mimada?" – pensó apretando los dientes, para no gritarlo en voz alta y echar a perder la broma.

- Pero si él está aquí, ¿dónde están Ichika y Yotsuba? – volvió a preguntar Nino.

Notó que se ponía de pie; probablemente estaba escudriñando la habitación tratando de encontrar a las otras dos. Por dentro Fuutarou deseó que Ichika y Yotsuba se dieran prisa, ya que no aguantaba más seguir tendido allí y quería que salieran de eso rápido (y también para poder ver sus caras cuando se llevaran el susto).

- De acuerdo, se acabó el juego. – dijo Nino con tono mandón. – ¡Donde sea que estén salgan de una vez!

Silencio mortal. Sin duda querían mantener el suspenso; puntos por eso. Cuando estuvo seguro de que no estaban viendo, abrió un ojo totalmente y pudo ver a Itsuki de espaldas a él, temblando.

- Nino... ¿qué tal si ya no están aquí? ¿Qué tal si salieron huyendo dejando a Uesugi-kun? O peor... ¿qué tal si se las llevaron...?

- N-no digas tonterías, Itsuki... – replicó la segunda hermana, aunque la voz la estaba traicionando. – Seguramente nos descubrieron y quieren hacernos alguna broma. ¡Pero no resultará!

- N-Nino... m-mira detrás de ti...

- ¿Qué pasa? No creas que voy a...

Nino se interrumpió en seco. De nuevo, Fuutarou abrió el ojo cuando estuvo seguro de que no lo estaban viendo, y pudo ver la escena. Frente a Nino estaba Ichika con una peluca magenta y sus listones de mariposa; si no supiera que era ella podría haberlas confundido sin duda. Eran quintillizas después de todo.

- Has entrado a terreno prohibido, Nino Nakano. – habló Ichika con la voz más fría y calculadora que pudo sacar. Allí de nuevo salían a relucir sus dotes de actriz. – No saldrás de este lugar con vida.

Mientras tanto, del otro lado Yotsuba, con una peluca roja adornada con estrellitas amarillas, se acercó a Itsuki para tocarle el hombro por detrás. La hermana menor se giró lentamente para encararla, y entonces...

- ¡Es la noche de las quintillizas vivientes! ¡Bleaaaaarrghhh!

Lo que siguió ocurrió en sucesión rápida; Nino e Itsuki al unísono lanzaron idénticos gritos agudos de terror, saltaron una hacia la otra abrazándose, y gritando cosas como "¡No nos maten, por favor!", "¡Lo sentimos, perdónennos!" y similares. Pero quizás, la cereza sobre el pastel era que, mientras ellas estaban en el suelo abrazándose como niñas asustadas, Miku permanecía de pie, totalmente indiferente a lo que estaba sucediendo.

Para romper la tensión, Fuutarou sacó su teléfono para tomarles una fotografía y guardar inexorablemente ese momento. El flash de la cámara las sacó a ambas de su susto, y poco a poco los gritos y lloriqueos se fueron apagando, dando paso a las risas de Ichika y Yotsuba. De hecho, pese a lo oscuro de la habitación, Fuutarou pudo ver que Miku volteaba la mirada y se tapaba la boca, como si estuviese disfrutando del espectáculo.

- Muy bien, ya creo que se acabó la broma. – dijo el chico poniéndose de pie. – ¿Qué hacen aquí, por qué nos estaban siguiendo?

- No estábamos siguiendo a nadie. – mintió Nino. – Solo los encontramos por casualidad.

- ¿A quién quieres engañar? – dijo Fuutarou. – Nos han estado siguiendo desde que entramos en el parque, ¿o me equivoco?

- Lo sentimos, de verdad. – se disculpó Itsuki. – Todo esto fue idea de Nino, les juro que yo no quería venir, pero ella nos arrastró.

- ¡Oye, no me tires a mí el muerto! – protestó Nino, y luego se dirigió a Miku. – Y tú, ¿cómo es que no te asustaste?

- Me di cuenta de lo que iban a hacer. – replicó la hermana intermedia. – Creí que ustedes lo harían.

Nino gruñó algo de manera ininteligible, pero antes de poder írsele encima a Miku (que parecía seguir aguantando la risa por lo que acababa de suceder), Ichika se interpuso entre ambas.

- Ya, ya, no peleen. – dijo la hermana mayor. – Estamos en un parque de diversiones, hay que divertirse, ¿no? Ya sé, ¿por qué no seguimos disfrutando del paseo todos juntos?

- No estarás hablando en serio, ¿o sí? – preguntó Fuutarou. Creyó poder lidiar con dos hermanas a la vez, ¿pero con las cinco? Eso podría ser demasiado hasta para él.

- Uesugi-san, no seas aguafiestas. – dijo Yotsuba. – Entre más mejor, ¿o no? Además, no hemos hecho algo todas juntas desde la fiesta de Navidad.

El muchacho suspiró resignado; contra esa lógica él no podía argumentar. Pero bueno, la idea de haber venido en primer lugar era para divertirse, y si no había nada más que hacer, tenía que sacar el mejor partido.

- Qué remedio. – dijo finalmente. – De acuerdo, está bien. Pero creo que lo primero es salir de esta casa embrujada.

- ¡Secundado! – dijo Itsuki inmediatamente. – ¡Ya no quiero seguir en este lugar tan lúgubre!

Con los dos tríos de visitantes juntándose, ahora el grupo se convertía en un sexteto. Por dentro, Fuutarou deseaba que hoy no fuese como en San Valentín, y evitar toparse con alguien conocido que pudiese malinterpretar las cosas. Si bien en aquella ocasión pudo evitar daños colaterales, tenía la total certeza de que, si era visto en compañía de las cinco hermanas Nakano simultáneamente, todos lo tomarían como una especie de playboy.

Eso era un pensamiento terrible, y a toda cosa tenía que evitarlo.

(--0--)

Un poco más tarde...

Tras haber salido de la casa embrujada, y como se estaba acercando la hora de la cena, todos se dirigieron hacia uno de los restaurantes para comer. Afortunadamente para Fuutarou, las quintillizas se pusieron de acuerdo en ir por unas hamburguesas, y como él no tenía ninguna objeción decidió hacer la votación unánime.

Ahora se encontraban todos sentados alrededor de una mesa al aire libre mientras estaban comiendo, sin ninguna prisa ni preocupación. Mientras miraba a su alrededor, Fuutarou no pudo evitar echar un ojo que había una enorme cantidad de personas en el parque ese día, y muchas de ellas iban en parejas de distintas edades, tanto estudiantes de secundaria y preparatoria, como algunas más adultas.

Se veían realmente alegres, y algo en él le hacía desear poder venir de la misma manera.

- ¿Uesugi-san? ¿Uesugi-san?

- ¿Eh? – La mano de Yotsuba agitándose frente a él lo sacó de su estupor.

- ¿Estás bien? Llevas rato distraído, casi no has mordido tu hamburguesa. – señaló la chica del lazo.

- Si no la quieres puedes dármela a mí. – dijo Itsuki.

- No, gracias. – dijo él, echándole un par de mordiscos enormes para dejar en claro que sí se la iba a comer. La menor de las hermanas pareció decepcionada, pues ya se había terminado la suya propia, pero él la ignoró. – A todo esto, no respondieron a mi pregunta de antes.

- ¿Qué pregunta? – inquirió Nino.

- No te hagas. – dijo Fuutarou. – Aunque la verdad no sé por qué la hice si ya sé la respuesta. Vinieron a vigilarnos porque tú no confías en mí, ¿verdad?

Nino desvió la mirada, jugando con uno de sus listones entre sus dedos. Eso era suficiente para que él supiera que había dado en el clavo. Aun algo enfurruñada, finalmente decidió mirarlo a los ojos.

- No es que desconfíe... solo quería estar allí si sucedía algo. – respondió.

- ¿Oh, acaso esperabas que sucediera algo? – preguntó Ichika. – Por Dios, Nino; si Fuutarou-kun es un caballero, ¿qué podría pasar?

- Caballero, sí claro. – replicó la segunda hermana. – Lo que pasa es que es tan retraído que no se atrevería a hacer un movimiento con ninguna de nosotras. No como otros chicos...

Fuutarou supo exactamente con quién lo estaba comparando, pero no se sentía con ganas de iniciar una pelea usando a su primo como palanca. Si lo mencionaba frente a Nino, era un riesgo de 50/50 de hacerla enojar o que empezara a soñar despierta, y él no creía que valiera la pena poner su integridad en juego.

- Ya en serio, hacía mucho que no nos divertíamos tanto, ¿verdad? – dijo Ichika. – Pero oigan, si querían venir con nosotros, podrían habernos avisado.

- No quisimos molestar. – dijo Itsuki. – Aunque debo admitir que... sí tenía algo de curiosidad.

- Pues para la próxima vez, les aconsejaría que usen mejores disfraces. – dijo Fuutarou. – Los sombreros, gabardinas y gafas solo las hacían destacar mucho más, demasiado obvias. Además, ¿a quién se le ocurre usar eso en primavera cuando hace calor?

Itsuki y Miku dirigieron miradas a Nino, que volteó inmediatamente hacia ambas y se enfurruñó, sintiéndose evidentemente traicionada. Miku entretanto murmuró algo que sonó como "Te lo dije", mientras Yotsuba e Ichika se reían divertidas.

- Todavía faltan dos horas para que cierren el parque, y ya visitamos casi todas las atracciones mayores. – dijo Ichika. – ¿Qué hacemos ahora?

- ¿La rueda de la fortuna? – sugirió Itsuki. – Me encantaría ver la vista de la ciudad.

- No suena mal, pero... a mí me gustaría un paseo en el túnel del amor. – dijo Ichika, moviendo un dedo por el pecho de Fuutarou sugestivamente. El chico tragó en seco.

- ¡Denegado, no te vamos a dejar sola allí con él! – exclamó Nino, provocando que Ichika hiciera un puchero.

- ¡Mejor algo que podamos hacer todos juntos! – sugirió Yotsuba. – ¡Como esto!

La chica del lazo puso un panfleto en la mesa para que todos lo vieran. Este era sobre una atracción que había abierto recientemente llamada "Supervivencia 5", y Fuutarou se puso a leerlo en voz alta.

- Aquí dice que es un juego paintball estilo supervivencia. – mencionó el chico, y ante las miradas confusas de algunas de las quintillizas, procedió a explicar. – Es uno de esos juegos donde se usan armas de aire comprimido cargadas con balines de pintura, y el ganador es el que elimina a todo el equipo contrario. Pero este parece tener reglas especiales, miren.

Pasó el panfleto a cada una de las quintillizas para que pudiesen leerlo. Según decía, los participantes debían avanzar a través de un área boscosa y tratar de llegar a la base enemiga en un tiempo límite para capturarla. Si recibían impactos en "áreas vitales", quedarían eliminados y debían actuar como muertos hasta que terminara el juego. Y habría aparentemente un "premio especial" para los que completaran el desafío: quince mil yenes de compras gratis en la tienda de recuerdos del parque.

- La verdad suena divertido. – dijo Ichika. – Me apunto.

- La tienda de regalos tenía un montón de peluches preciosos. – agregó Nino. – Valdría la pena ganar para llevármelos.

- Hum, no lo sé. No me gusta eso de dejar que me disparen, así sea con balas de pintura. – Itsuki se abrazó sí misma con un escalofrío.

- Hay que disparar antes que te disparen. – replicó Miku secamente.

La discusión continuó durante un rato, pero en vista de que Itsuki era la única que tenía alguna duda sobre entrarle o no, terminaron ganándole cuatro a una por votación, y al no tener objeciones, Fuutarou también aceptó. Secretamente estaba de acuerdo con Nino sobre los peluches, ya que así le podría llevar algunos a Raiha cuando volviera a casa.

Habiendo llegado a un consenso, los seis terminaron sus hamburguesas y se dirigieron al domo central del parque, donde se llevaba a cabo el susodicho juego.

...

- ¿De verdad es necesario ponernos esto? Este casco me va a enredar mi cabello.

- Ugh, el verde no es mi color, y estos pantalones me hacen ver gorda.

- Vamos, chicas, esto será divertido.

Al parecer los encargados del parque querían hacer el juego lo más realista posible, y lo primero que hicieron fue meterlos en unos vestidores para ponerse uniformes militares típicos de las películas de acción, completos con pantalones de carga, chalecos tácticos, gorras o cascos, y desde luego las gafas protectoras para los ojos. Fuutarou no tardó mucho en equiparse el suyo, aunque las quintillizas estaban todavía discutiendo, mientras él esperaba afuera.

Una vez que salieron las vio a las cinco ataviadas en uniformes idénticos al suyo, aunque con ligeras variaciones. Ichika y Nino habían elegido pantalones cortos en lugar de largos, y Yotsuba había ido la milla extra acomodándose su lazo como cinta alrededor de la frente al estilo de Rambo en lugar de ponerse un casco o gorra. Las expresiones, como de costumbre, eran variadas: tanto Ichika como Yotsuba se veían emocionadas, Nino se veía incómoda tocándose los pantalones, Itsuki estaba nerviosa, y Miku permanecía indiferente.

- Wow, Fuutarou-kun, realmente te ves muy marcial. – dijo Ichika, mirándolo con un ojo apreciativo.

- Igual que ustedes. – replicó él, bajándose la visera de la gorra para disimular el rubor. – Bueno, ya estamos todos listos, andando.

Llegó luego la hora de elegir el armamento. Todos se percataron de que había una gran variedad de armas, y pese a ser solo réplicas estaban muy bien elaboradas. A recomendación de Fuutarou, cada uno de ellos tomó una o dos pistolas pequeñas para cargar más munición, y un arma secundaria para utilizar mayor poder de fuego. Fuutarou cogió una subametralladora; Miku cogió lo que parecía ser un rifle de mira larga (probablemente querría ser francotiradora); Itsuki al no decidirse cogió al azar una escopeta; Ichika y Nino eligieron también una subametralladora cada una; y por último Yotsuba cogió lo que parecía ser un lanzador de cohetes para ponerse al hombro.

- ¿Seguro que quieres usar ese? – le preguntó Fuutarou. – Solo tiene munición para cuatro disparos y no se puede recargar.

- Así será más divertido. – replicó la chica, sujetándose el arma con una correa. – De ese modo tendré que usarlos sabiamente.

Fuutarou iba a repetir la pregunta, pero en ese instante, las puertas de entrada se abrieron, y se encontraron en un escenario de jungla digno de una película de acción. A lo lejos por encima de las copas de los árboles se podía ver una enorme montaña de roca con una diana encima. Esa era la meta a la cual debían llegar para ganar el juego.

- Muy bien, señoritas y caballero, es hora de ponernos en marcha. – declaró Ichika, poniéndose a la cabeza del grupo. Todos sujetaron sus armas y comenzaron a andar.

El primer tramo fue bastante tranquilo; probablemente los encargados buscaban darles una falsa sensación de seguridad. Al cabo de una caminata de unos cinco minutos, ya comenzaban las quejas de parte de algunos.

- Ah, cielos, qué aburrido. – dijo Nino. – Pensé que esto iba a ser más emocionante, ¿dónde está la acción?

- Están creando el suspenso. – dijo Fuutarou. – Seguro planean atraernos hacia alguna parte para emboscarnos. De hecho, hay varios lugares donde creo que podrían hacerlo.

- Bien, en ese caso, ¿qué sugieres que hagamos, genio? – preguntó la segunda hermana.

Rápidamente, todas las demás hermanas lo miraron. El chico se sorprendió un poco, pero alcanzó a aclararse la garganta y comenzó a hablar.

- El plano que nos mostraron dice que hay tres rutas posibles hacia la base enemiga. Una cerca del río por la izquierda, otra a través de un pseudo-cañón rocoso, y la del centro a campo traviesa.

- ¿Y cuál sería la mejor para llegar? – preguntó Ichika.

- Eso depende. – replicó él. – Cada ruta tiene sus ventajas y desventajas. Las dos primeras tienen lugares donde ocultarse, mientras que la central te deja totalmente expuesto. Si asumimos que habrá enemigos apostados en la ruta central, alguien que pueda correr muy rápido tendría más posibilidades de atravesarla, si es que lograse evadir los disparos.

- ¡Yo puedo hacer eso! – dijo Yotsuba. Fuutarou asintió estando de acuerdo, y prosiguió.

- Por otro lado, el cañón rocoso sería la ruta más rápida si escaláramos por el despeñadero. Pero antes de llegar, hay un pasaje estrecho que deja poco espacio para evadir los disparos. Es probable que haya uno o dos allí esperando, así que será cuestión de quién logre disparar primero. Habrá que entrar con los ojos muy abiertos y con el dedo en el gatillo.

- ¿Y la ruta del río? – preguntó Itsuki.

- Esa podría ser la ruta más complicada. Es donde hay más lugar para ocultarse. Por ese camino, la mejor opción sería aguardar a que el enemigo salga y emboscarlo. Pero hay 50/50 de posibilidades de que ellos hagan lo mismo con nosotros, y además tenemos el tiempo límite contra nosotros.

Todo el grupo se quedó en silencio momentáneamente. Parecía difícil elegir una ruta, y en este caso, solo habría un curso de acción plausible.

- Entonces, ¿tendremos que separarnos, es lo que quieres decir? – preguntó Nino.

- Parece lo más sensato. Deberíamos ir en pares, para cubrirnos las espaldas. Yotsuba podría tomar la ruta central, y quien vaya con ella tendrá que ser capaz de seguirle el paso. Eso me descarta a mí y a Miku.

- Creo que yo podría hacerlo sin demasiado problema. – dijo Ichika.

- De acuerdo. – dijo Fuutarou. – Yo podría arreglármelas por la ruta a la derecha por el cañón, ¿alguien se ofrece de voluntaria para acompañarme?

- Yo lo haré – dijo Nino inmediatamente. – Alguien tiene que vigilar que no intentes nada raro.

Fuutarou casi rodó los ojos; ¿en serio todavía desconfiaba de él a ese punto? Él no tenía intenciones de hacer nada, ¿y qué podría hacer de todas maneras?

- Ya que insistes. Miku, Itsuki, ¿ustedes estarán bien en la ruta izquierda?

- Es la única que queda, así que no hay remedio. – dijo Itsuki con resignación.

- Pasaremos desapercibidas. – agregó Miku, en tono despreocupado.

Tomadas las decisiones, los seis juntaron las manos al centro para desearse buena suerte, y se apresuraron a moverse en parejas, en las direcciones que habían dicho. A partir de aquí se encontrarían por su cuenta y comenzaba verdaderamente la cacería.

...

Itsuki y Miku avanzaron lado a lado por el río. La sensación de ser observadas rápidamente se apoderó de la hermana menor, mientras que la intermedia mantenía su usual disposición serena, sin inmutarse en lo más mínimo, aunque claramente se encontraba muy alerta a sus alrededores.

En cierto momento la menor de las hermanas se tropezó con una piedra y cayó de rostro en un charco de lodo. Escupiendo con asco, le pidió a Miku que vigilara mientras ella iba al río para lavarse la cara. Ahora entendía en parte por qué les obligaron a ponerse esa ropa para el juego; no se arriesgaban a mancharse solo con las balas de pintura, sino también con el entorno.

- Qué asco. – dijo Itsuki, exprimiéndose su flequillo. – ¿Por qué acepté participar en este estúpido juego?

Mientras lo hacía, Miku se quedaba vigilando cerca de allí, con los ojos y oídos muy abiertos ante cualquier movimiento. Parecían estar en una zona relativamente segura, pero sabía que no podían bajar la guardia. En cualquier momento podrían emboscarlos.

- Bueno, al menos no están disfrazados de monstruos o algo por el estilo. – siguió hablando la hermana menor. – Si lo estuvieran, ahora estaría petrificada.

- Silencio. – dijo Miku de repente, aguzando el oído. La hermana taciturna le indicó a Itsuki que se ocultara y cogió su arma.

Con toda certeza, menos de un minuto después, aparecieron tres sujetos con uniformes militares, todos con los rostros cubiertos con máscaras de gas. Empezaron a escudriñar el área; evidentemente habrían detectado su presencia. Miku le dirigió una mirada a Itsuki, y le hizo una seña de número tres con la mano. Itsuki tardó un momento en comprender que intentaba decir "A la cuenta de tres salimos y los sorprendemos", y al captar el mensaje asintió, empezando ambas a contar mentalmente.

- "Uno..."

- "...dos..."

- ¡TRES! – gritó Itsuki en voz alta echando mano de su arma y pulsando el gatillo para lanzar una ráfaga dispersa, logrando acertarle a uno de los enemigos que al instante se tiró al suelo simulando estar muerto.

No obstante, aunque fuese solo pintura, la salpicadura hizo que la hermana menor se paralizara del terror, por el aspecto sangriento. Afortunadamente, Miku llegó detrás de los otros y le disparó a cada uno con su revólver en la espalda. También fueron algo melodramáticos al momento de simular sus muertes, pero eso no importaba. El peligro había pasado tan rápido como vino.

- Uff... gracias por la salvada. – dijo Itsuki. – Eso fue muy fácil, ¿no?

- Los tomamos por sorpresa. – replicó Miku secamente.

Eso era cierto, habían tenido bastante suerte de tomarlos desprevenidos, aunque el sigilo de Miku al ser tan silenciosa resultó de gran utilidad. Rápidamente las dos hermanas decidieron que era mejor alejarse en caso de que hubiera más enemigos esperando para emboscarlas. El juego seguía adelante después de todo.

...

- ¿Estás seguro de que esto va a funcionar?

- Es el truco más viejo del libro. Confía en mí, siempre caen.

Entretanto, en la ruta derecha, Fuutarou y Nino habían avanzado sin ningún problema, hasta que llegaron al pie del cañón para escalar. Tal como Fuutarou lo predijo, un pequeño grupo de soldados enemigos estaba vigilando la única vía de acceso hacia arriba, y encima de estos había un centinela apostado con un rifle de francotirador.

En vez de arriesgarse a salir, a Fuutarou se le ocurrió otra idea: tomó un par de ramas y usando lianas las amarró para formar una cruz de tamaño más o menos humano. Se quitó la chaqueta y la colocó encima de esta como si fuera un perchero, y para darle el toque final le pusieron encima el casco de Nino. Ahora ella la estaba sosteniendo, mientras se ocultaban detrás de unas rocas.

- Ahora solo nos queda esperar que muerdan el anzuelo... – murmuró Fuutarou, tratando de aguantar la respiración. Segundos después, le hizo una seña con la mano a Nino para que alzara el señuelo.

La segunda Nakano chasqueó la lengua, pero le hizo caso, y unos segundos después, se oyó un ligero zumbido de algo que rasgaba el aire, para luego golpear el chaleco dejando una mancha roja.

- ¡Rápido, déjalo caer!

Nino inmediatamente lo soltó, dejándolo tirado en medio del camino. Al instante, el chico cogió su arma y se agachó, preparado para la emboscada. Menos de un minuto después, se escucharon los pasos que venían para verificar el "cadáver". Todo era cuestión de aguardar hasta que se acercaran lo suficiente.

- Espera... espera...

- ¡Ah, diablos! – exclamó Nino, echando mano de la suya y soltándoles una sola ráfaga de fuego rápido gritando como alma en pena. Fuutarou tuvo que taparse los oídos, hasta que finalmente cesó el ruido.

- "Esa idiota..." – pensó, antes de salir a contemplar el espectáculo. La Nakano estaba de pie, totalmente limpia, y a sus pies estaban los "cadáveres" de los tres soldados que habían venido a verificar.

- Oh, ¿quién lo diría? Me los cargué a todos. – dijo sonando muy satisfecha de sí misma.

- ¡Tonta, escóndete! – le gritó él.

- ¿Eh?

No hubo tiempo de pensar; Fuutarou tuvo que jalarla del cuello de la camisa para ponerla a cubierto de nuevo. Ignoró totalmente su grito ahogado de protesta, pero afortunadamente logró ponerla detrás de la piedra, antes de que el segundo disparo le diera.

- ¿Por qué hiciste eso? – preguntó ella enojada.

- ¿Se te olvidó el francotirador? Mientras estabas ocupada admirando tu conteo de cadáveres, debió tener tiempo de recargar el rifle. Ahí donde estabas te habría alcanzado entre las dos cejas antes de que pudieras parpadear.

Nino quiso protestar, pero el argumento de Fuutarou la silenció al instante. Allí donde estaban el francotirador tenía ventaja sobre ellos, pero solo para el primer disparo, y parecía que, a diferencia de sus compañeros, no tenía intenciones de abandonar su puesto. Estaban en un punto muerto; tenían que salir a enfrentarlo, pero estaba en una mejor posición para dispararles. El pasaje era muy estrecho así que no podían intentar separarse para confundirlo.

- No hay más opción. – dijo Fuutarou. – Uno de nosotros tendrá que correr y actuar de señuelo para que el otro lo quite del camino.

- Bien, gracias por ofrecerte. – replicó la Nakano, casi empujándolo para que saliera.

- Oye, ¿cuándo dije que lo haría yo?

- ¡Es tu plan, ponlo en práctica! ¿O estabas esperando que lo hiciera yo?

- Bueno, tú serías un blanco mucho más pequeño.

Fuutarou entrecerró los ojos, haciéndole un ademán de "soy más alto que tú", que la hizo enojar todavía más. La discusión continuó de ida y vuelta por un rato, así que finalmente decidieron resolverlo a la antigua: jugando piedra, papel o tijeras, y el perdedor tendría que salir. Tres intentos fallidos después...

- ¡¿Cómo diablos predijo que sacaría tijeras?! – farfulló la Nakano.

- Aguarda. – dijo Fuutarou, señalando al "espantapájaros" que habían usado como trampa antes, que ahora estaba tirado. – Úsalo como escudo, así podrás acercarte más.

Nino rodó los ojos, pero accedió y lo levantó antes de empezar a correr. Fuutarou revisó su arma y esperó hasta oír el disparo del francotirador. Midiendo el tiempo, le llevaba alrededor de cinco segundos recargar el rifle para volver a disparar, y esa era su ventana de oportunidad. Tras el segundo disparo, salió corriendo a toda prisa por el pasaje, tratando de rodear al pie de la colina mientras apuntaba con su subametralladora.

- ¡Te tengo! – gritó mientras saltaba hacia atrás, acribillando al francotirador mientras este intentaba sacar una pistola tras ponerse de pie. Este de inmediato al ser salpicado de pintura roja, se dejó caer inerte.

- Vaya, ¿quién lo diría? Tu pequeño y loco plan realmente funcionó. – dijo Nino, acercándosele cuando el peligro finalmente había pasado, mientras empezaba a registrar al soldado caído.

- Oye, ¿qué crees que haces?

- ¿No es obvio? – dijo Nino sacándole una pistola de la funda para meterla en la suya. – Botín de guerra, no vendrá mal tener algunas armas extra por si acaso. ¿Por qué no vas y revisas a los otros a ver si tienen algo valioso?

Fuutarou creyó escuchar que gruñían al ser registrados, pero en vista de que no protestaban, supuso que debía hacerle caso. Tal vez luego sí podrían serles útiles.

...

Finalmente, en la ruta central, Ichika y Yotsuba habían avanzado sin ningún problema. Su único obstáculo resultó ser un grupo pequeño de soldados que se habían amontonado para emboscarlas de frente haciendo una barricada. Lo único que hizo falta fue que Yotsuba echara al hombro su pseudo-lanzacohetes, y con un solo proyectil los dejó en un salpicón rojo a todos. Ninguna de las hermanas quiso imaginarse cómo habría sido si fuese un arma real.

Aunque había algunos apostados a ambos lados del camino, Yotsuba corrió tan rápido que lograron atravesar la línea de fuego totalmente ilesas, y algunos hasta se mataron entre sí al dispararse unos a los otros. O eso le pareció a Ichika; pasaron demasiado rápido como para verificarlo.

- Hmm, esto es muy divertido. – dijo Yotsuba admirando su trabajo.

- Habla por ti; a mí no me has dado ni una oportunidad de dispararle a nada. – se rio Ichika. – ¿Segura que quieres usar la munición de ese modo? Fuutarou-kun dijo que es mejor guardarla para el final.

- Todavía me quedan tres. – replicó Yotsuba. – Y aún no uso las pistolas pequeñas.

Las dos hermanas continuaron avanzando. Habiéndose deshecho de los enemigos podían ir con relativa tranquilidad para reunirse con el resto en el punto de intersección. El juego estaba resultando bastante emocionante y divertido, pero Ichika todavía tenía algunas otras cosas en la cabeza.

- Oye, Yotsuba. – la llamó deteniéndola. En cuanto su hermana se detuvo y volteó a verla, se tomó un momento para respirar profundo antes de formular la pregunta. – ¿Segura que estás bien con esto? Quiero decir, podrías haber aceptado venir sola con Fuutarou-kun. Él quería recompensarte por pasar todas tus materias.

- Eso me habría gustado. – replicó Yotsuba. – Pero habría sido mejor para ustedes tener otra cita, ¿o no? Dijiste que la pasaron bien en esa que tuvieron.

Excepto por el final, que terminaron descubriendo ese embrollo con el club de natación y tuvieron que buscar la manera de sacarla. No lo negaba; ella se divirtió y por lo que pudo ver, Fuutarou también lo hizo, pero Ichika notó que no estaba al 100% atento todo el tiempo. En ese momento lo achacó a que era su primera vez invitando a una chica a salir, y estaba algo nervioso por la falta de experiencia, pero ahora... Ichika sospechaba que tal vez había algo más.

- Yotsuba, dime la verdad... ¿estás segura de que no quieres intentarlo? – le preguntó en un tono muy serio. – ¿Estás bien con que ustedes sean solo amigos? Quiero decir, él realmente me gusta mucho y me encanta salir con él... pero no sé si él sentirá lo mismo que yo.

- Ah, solo dale tiempo. Estoy segura de que él se enamorará de ti cuando pasen más tiempo juntos y te conozca más. Necesita a alguien que sea más madura como él, no una niña crecida como yo.

Ichika odiaba cómo Yotsuba se autodepreciaba de ese modo. Era cierto que todavía tenía algunas costumbres infantiles, como ser tan juguetona y usar todavía sus pantaletas de ositos de la secundaria. Pero ella no creía que Yotsuba fuese menos madura, o atractiva. Siendo hermanas, la mayor podía reconocer que cada una de ellas había desarrollado su propio encanto, y Yotsuba no era la excepción.

Además, Ichika no era tampoco tan "madura" como Yotsuba implicaba; también tenía sus momentos y gustos infantiles, de modo que ella dudaba si la "madurez" era un factor importante. Lo único que tenía a su favor era que Fuutarou no había dado indicios de estar enamorado de su hermana, pero siendo él alguien tan hermético y que se guardaba sus sentimientos, era difícil saber lo que pensaba o sentía a veces. Tendría que encontrar la forma de sacarlo para estar segura.

- ¡Bien, démonos prisa, hay que llegar con los demás! ¡En marcha! – exclamó con entusiasmo la chica del lazo (ahora bandana) antes de salir corriendo.

Ichika corrió detrás de ella, decidiendo finalmente sacudirse esas ideas de la cabeza. Si Yotsuba había tomado su decisión, ella también habría tomado la suya. Sabiendo que una vez que terminaran las clases, ya no se verían tan a menudo, lo que le dejaría a ella el camino libre para cortejarlo.

Y eso, por alguna razón, no terminaba de hacerla tan feliz como debería haberlo hecho.

...

Los tres equipos finalmente habían llegado al pie de la base enemiga. Yotsuba e Ichika fueron las primeras por haber tomado la ruta más corta, pero no tuvieron que esperar más de cinco minutos, para ver cómo llegaban por un lado Miku e Itsuki, y por el otro Fuutarou y Nino.

- ¡Oh, esto es genial! – exclamó Yotsuba. – ¡Todos lo logramos!

- Uff, qué bueno que nadie salió lastimado. – dijo Itsuki aliviada. – Saben, esto resultó más divertido de lo que pensábamos.

- Bueno, este de aquí resultó ser un buen aliado. – dijo Nino señalando a Fuutarou, que frunció la boca por la insinuación. – Al menos tuvo la decencia de cuidarme las espaldas al mandarme como cebo para el enemigo.

- ¿De qué te quejas? Salimos ilesos los dos, ¿o no? – se defendió él.

- Sí, pero si hubieras sido Kintarou-kun, apuesto a que él se habría ofrecido voluntariamente. – replicó la segunda hermana.

- Ya, ya, cálmense. – dijo Ichika. – Lo que importa es que ya estamos aquí, y estamos a punto de ganar.

- ¡Eso está por verse! ¡Que nadie se mueva!

Inmediatamente, el sonido de múltiples voces ahogadas por las máscaras de gas resonó por todas partes. A su alrededor aparecieron varios soldados enemigos, que al instante los encañonaron con sus armas. Todos se amontonaron, apretando las suyas propias, sin atreverse a moverse.

- Admito que lo hicieron bien, pero hasta aquí llegaron. – dijo el que parecía ser el líder, que en lugar de una gorra o casco llevaba una boina con insignia de comandante. – ¡Preparen!

- Escuchen... – murmuró Fuutarou, ignorando a los soldados enemigos. – A mi señal, nos dispersaremos y abriremos fuego todos juntos. Alguien tendrá que sobrevivir.

- ¿Ese es todo el plan, genio? – preguntó Nino.

- Con que uno de nosotros llegue a la base enemiga será suficiente. – insistió Fuutarou. – No hay más opción, y tal vez nos deshagamos de algunos de ellos.

- ¡Apunten!

- ¡Hagamos lo que dice! – dijo Yotsuba. – Uesugi-san, ¿a la cuenta de tres?

Fuutarou asintió, y las demás hicieron lo propio. – Uno... dos...

- ¡FUEGO!

- ¡TRES!

De inmediato, se produjo el pandemónium de disparos. El plan de Fuutarou funcionó a medias: al lanzarse a correr mientras disparaban lograron darle a casi la mitad del grupo enemigo, pero Itsuki se tropezó, y los sobrevivientes la acribillaron sin tardanza.

- ¡Itsuki! – gritó Nino, intentando regresar por ella.

Eso fue un error; ese momento de duda le costó recibir también una ráfaga de disparos, y tuvo que dejarse caer gritando "¡Oh, ¿por qué yo?, qué fastidio!". Los otros cuatro corrieron a ponerse a cubierto, pero Miku se quedó rezagada y de inmediato la vieron como blanco fácil, recibiendo varios proyectiles en toda la espalda.

- ¡Miku, no! – exclamó Ichika.

- Sigan... tienen que... ganar... – murmuró la hermana intermedia en el suelo antes de "morir".

Los tres sobrevivientes se miraron entre sí, pero rápidamente se dieron cuenta que no podían dejar que el "sacrificio" de las otras tres fuese en vano. El tiempo seguía corriendo en su contra, así que de inmediato empezaron a subir por la colina rocosa hacia la meta.

Una mirada rápida les hizo darse cuenta que la mayoría de los enemigos habían bajado para interceptarlos en la base de la colina, y solamente quedaban tres en la parte superior para defenderlos desde terreno elevado. No obstante, estos tres tenían ventaja y podían dispararles con relativa facilidad desde donde se encontraban, y mientras estaban en eso, los de abajo podrían venir a perseguirlos.

- Rayos, parece que estamos atrapados. – dijo Ichika, oculta detrás de una roca para escudarse de los disparos que venían de arriba. – ¿Cómo llegaremos hasta arriba?

- No tenemos que hacerlo. – dijo Fuutarou, señalando con el dedo hacia la diana encima de la colina. – El objetivo es llegar hasta la cima o derribar esa diana, ¿verdad? Solo tenemos que acercarnos lo suficiente para tener una buena posición y disparar.

- ¿Pero desde dónde? – preguntó Yotsuba.

Fuutarou analizó rápidamente el terreno. Había una saliente del otro lado que estaba más cerca de la cima y podría ser un mejor lugar para dispararle a la diana. Ofrecía además buena cobertura de los disparos, y por lo que parecía los centinelas de arriba no iban a abandonar su puesto para impedirles avanzar.

- Yotsuba, ¿cómo está el lanzacohetes que tomaste? – preguntó Fuutarou.

- Aún le quedan tres disparos. – dijo Yotsuba, mostrando la susodicha arma. El chico sonrió complacido; solamente necesitaban un buen tiro.

- Bien, ve hacia esa saliente de allá y dispárale a la diana. Ichika, tú cúbrela de los disparos desde arriba.

- ¿Y qué harás tú? – preguntó la hermana mayor.

- Mantener a raya a los de abajo para que no nos causen problemas. No se preocupen, desde aquí estoy seguro de que podré manejarlos.

Las dos hermanas intercambiaron miradas entre ellas, pero finalmente asintieron, y ambas decidieron confiar en él. Esperaron a que cesaran de disparar desde arriba y ambas comenzaron a correr. Entretanto, Fuutarou observó cómo veían acercándose los enemigos desde abajo, y de inmediato colocó un cargador largo en su arma.

- Bien, caballeros, ¿quieren un pedazo de mí? Veamos qué les parece esto.

De inmediato comenzó a vaciar la carga sobre sus enemigos, acribillándolos sin piedad. Eliminó a más de la mitad y forzó al resto a retroceder. La verdad se sentía muy extraño de estar disfrutando de este juego, y no porque la pintura roja les hiciera parecer como que realmente los estaba dejando con más agujeros que una coladera. Tenía ese extraño deseo de ganar, más allá de que el premio fuese llevarse algunos recuerdos para su hermanita.

Mientras tanto, Yotsuba e Ichika llegaron a la saliente logrando evitar el fuego enemigo desde arriba mientras Fuutarou continuaba conteniendo a los de abajo. Tal como el chico les había indicado, se pusieron a cubierto en la saliente, y Yotsuba puso el lanzacohetes en su hombro cerrando el ojo para apuntar.

- Blanco en la mira... ¡FUEGO!

Sin embargo, la esfera de pintura roja pasó por encima del objetivo, fallándolo por completo. El grito de la chica alertó a los centinelas, que al darse cuenta de lo que pretendían aparentemente decidieron cambiar de táctica y empezaron a mandar señas. Ninguna de ellas tenía idea de lo que estaban haciendo, pero Yotsuba se alistó para lanzar el segundo proyectil.

Desde abajo, Fuutarou seguía manteniendo a los soldados a raya. Fue una suerte que Nino lo convenciera de tomar el botín de guerra de sus enemigos (casualmente usaban el mismo modelo de arma que él), lo que le dio munición extra para cargárselos a todos. Fue entonces que se percató de que uno de los pocos que había sobrevivido se alejó del grupo por alguna razón.

Y al entrecerrar los ojos, rápidamente se percató de lo que iba a hacer: les estaba apuntando con un rifle de francotirador a Ichika y Yotsuba, y estas no se habían dado cuenta de ello.

- ¡Yotsuba, Ichika, cuidado atrás! – exclamó tratando de alertarlas.

El grito de Fuutarou las alertó al instante, aunque Yotsuba alcanzó a lanzar el segundo proyectil de su lanzacohetes que también salió desviado por encima de la diana. Todo pasó en un parpadeo: el enemigo de abajo ya le había apuntado a la espalda a Yotsuba, y Fuutarou salió corriendo, sin saber por qué exactamente para interponerse en la trayectoria del proyectil.

Y terminó recibiéndolo. Solo fue uno, y aunque no fue mortal sí que le dolió; tal vez no fue buena idea haberse quitado el chaleco cuando iba con Nino. Tras ese impacto actuar como si hubiese recibido un balazo real no fue muy difícil.

- ¡Uesugi-san, no! – oyó gritar a Yotsuba.

- ¡Fuutarou-kun! ¡Eso lo pagarás!

Desde donde estaba (mantuvo los ojos abiertos) vio como el francotirador recibía varios disparos desde arriba y era derribado. Al parecer la hermana mayor se estaba tomando el juego bastante en serio y acababa de vengar su "muerte" acabando con su "asesino".

- ¡Yotsuba, date prisa! – exclamó Ichika. – ¡Tenemos que ganar para vengar a Fuutarou-kun y a las demás!

- ¡Pero solo me queda un disparo! – replicó Yotsuba.

- ¡Pues haz que cuente! ¡Esta vez no falles, deprisa!

Ichika y Yotsuba estaban gritado como si lo hubiesen matado de verdad. Si no fuera porque tenía que fingir estar muerto hasta que terminara el juego, les diría que no era necesario sobreactuarse tanto. Pero igual ya no podía hacer nada, sino esperar lo mejor.

Arriba en la saliente, Ichika había comenzado a disparar como loca, tanto a los centinelas de arriba como a algunos de los sobrevivientes de abajo. Yotsuba entretanto se mantuvo centrando el blanco con el lanzacohetes. Tal como Ichika dijo, solo le quedaba un disparo y tenía que hacerlo contar.

- Vamos... por favor acierta... ¡tú puedes!

Presionó el gatillo, y para su gran emoción, esta vez sí le dio a la diana en todo el centro. Al recibir el impacto, esta cayó hacia atrás, y al instante una lluvia de serpentinas y confetis comenzó a salir disparada de la colina enemiga, mientras sonaba una fuerte música de fanfarria de victoria.

- ¡Felicidades, el juego ha sido completado! ¡Buen trabajo!

- ¿Ganamos? – preguntó Yotsuba. – ¡Ganamos, Ichika, lo hicimos!

- ¡Buen disparo, Yotsuba! – felicitó la hermana mayor.

Aparentemente, con esta señal todos los participantes vieron que no era necesario seguir en el papel de hacerse los muertos. A Fuutarou se le acercaron algunos de los soldados a los cuales acababa de "matar", mientras otros tantos iban por las hermanas Nakano que habían caído en la base de la colina. Oyó a Nino quejarse por "la pintura que arruinó su cabello", pero eso fue ahogado por los gritos de victoria de Yotsuba, que se encontraba saltando de alegría con Ichika en la parte superior de la colina.

Esta última solo se reía, aunque por un breve momento volteó hacia abajo para verlo a él, y le guiñó el ojo mientras hacía una V de la victoria. Él por su parte le sonrió, dándole un pulgar arriba antes que los empleados lo guiaran a él y a las Nakano hacia un lugar donde podrían cambiarse, y también lavarse las manchas de pintura que les habían quedado.

Había sido un juego bastante loco, pero fue divertido, y el hecho de saber que se llevaría un buen premio solo era un valor agregado.

(--0--)

Al final del día...

Ya estaba cayendo la tarde para cuando Fuutarou y las quintillizas abandonaron el parque. Era extraño, pero a pesar de todo lo que habían hecho no se sentía para nada fatigado. El chico no sabía si era producto de haber estado ejercitando físicamente, o si simplemente era un efecto secundario de haberse divertido sin preocupaciones. Lo más probable era que fuese un poco de ambas cosas.

- ¡Wow, fue un día increíble! – decía Yotsuba. – No nos habíamos divertido así en años, ¿verdad?

- A mí me habría gustado que fuésemos solo nosotras. – dijo Nino. – Sin ofender a la presente compañía, obviamente.

- No me ofendo. – replicó el chico.

- Vamos, Nino. Recuerda que gracias al sacrificio de Fuutarou-kun que logramos ganar ese juego, ¿no? – dijo Ichika.

El chico le dirigió una mirada a Nino, o más bien, a su bolsa de peluches de la tienda de regalos. Sonrió de una manera que podría decir de manera no verbal "Me los debes", y su gesto enfurruñado le hizo ver que ella lo entendió así.

- ¡Es cierto! – dijo Yotsuba. – Quién diría que Uesugi-san sería un genio no solo para los estudios, sino para este tipo de juegos. ¡Te debemos nuestra victoria de hoy!

- Ni se te ocurra sugerir lanzarme al aire, muchas gracias. – dijo el chico, sosteniendo su bolsa de recuerdos. – Suficiente premio con todos estos peluches para Raiha.

La chica del lazo hizo un ligero puchero, como si le acabasen de fastidiar algo, mientras las otras hermanas se reían. Inclusive la callada de Miku no podía ocultar una sonrisita; hasta ella lo había pasado bien.

En eso, cuando iban a dirigirse hacia la parada de autobús, un muy familiar auto de lujo negro se detuvo enfrente de ellos. La puerta del chofer se abrió, dejando salir a un hombre bastante mayor, que se inclinó respetuosamente frente a ellos, y las hermanas lo reconocieron al instante.

- ¿Ebata-san? – fue Ichika la que habló primero.

- Buenas tardes, señoritas. – las saludó, mientras les abría las puertas para los asientos traseros. – Su padre me envió por ustedes para llevarlas a casa.

- Mejor para nosotras, con eso nos ahorramos el dinero del autobús. – dijo Nino. – ¡Vamos, chicas, todas a bordo!

Las quintillizas se metieron una tras otra al vehículo. Fuutarou permaneció inmóvil, pero para su sorpresa, Ebata no cerró la puerta una vez que las cinco estuvieron adentro, sino que también se dirigió a él.

- Joven Uesugi, si lo desea, también puedo llevarlo a su residencia. – le dijo cortésmente.

- ¿De verdad? Bueno, ya que insiste. Con su permiso.

Aunque el auto fuera más largo que el promedio, Fuutarou tuvo que admitir que por dentro se veía notablemente más espacioso de lo que parecía. Los seis cabían adentro sin ningún problema, con él sentándose cómodamente entre Yotsuba e Ichika, mientras Nino, Miku e Itsuki se sentaban enfrente de ellos. La mayor y la cuarta hermanas parecían bastante complacidas de que él las acompañara en el paseo.

Dicho paseo no fue la gran cosa; pasaron el rato comentando sobre todo lo que hicieron en el parque de diversiones y cómo les encantaría volver a hacerlo otra vez. Las hermanas estaban notablemente muy alegres, y no era para menos considerando lo mucho que deseaban poder pasar tiempo todas juntas. Eso le provocó a Fuutarou una oleada de sentimientos encontrados. Realmente eran muy unidas como familia, y a pesar de ser tan diferentes seguían siendo idénticas en muchos aspectos más allá de tener los mismos rostros.

- "Por fin lo lograste. Cumpliste tu promesa de ayudarlas a volver a estar todas juntas." – pensó.

Él no intervino para nada en el revuelo, contentándose con escuchar los comentarios de cada una, como que Nino quería traer a Kintarou la próxima vez que vinieran, o cómo Miku e Itsuki deberían buscarse a alguien a quién traer de compañía para divertirse más. No sabía por qué estaba tan entretenido que casi se pasaron cuando llegó a su destino.

- Hemos llegado, joven Uesugi. – avisó Ebata.

- ¿Eh? Ah, por supuesto, gracias por traerme. – dijo mientras abría la puerta y se disponía a salir.

- Um, Ebata-san, ¿pueden esperarme un momento? – preguntó Yotsuba. – Quisiera hablar con Uesugi-san de algunas cosas.

Las otras hermanas, a excepción de Ichika la miraron extrañadas. Seguramente se estarían preguntando de qué quería hablar, aunque él ya tenía una ligera idea. En cuanto a la mayor, esta no dijo ni una palabra, limitándose a hacer un asentimiento a modo de decir "adelante".

Fuutarou se bajó del auto y Yotsuba lo acompañó hasta la entrada de su apartamento. Allí se detuvieron y finalmente la chica se decidió a iniciar la conversación.

- Bueno... hoy fue un gran día, ¿no lo crees? – dijo mientras se rascaba detrás de la cabeza. – Nos divertimos mucho, ¿cierto?

- Sí, supongo que sí. Hace años que no visitaba un parque de diversiones después de todo. – replicó Fuutarou. – Aunque no me imaginé que terminaría pasando el día con todas ustedes a la vez.

- Jeje, perdón por eso. – se disculpó Yotsuba. – No me imaginé que nos iban a seguir.

Los dos se quedaron momentáneamente en silencio, como pensando qué decir a continuación. En realidad, él sabía bien de lo que iban a hablar, solo necesitaba ordenar sus pensamientos y encontrar las palabras apropiadas.

- No puedo creer lo rápido que volaron estos meses. – dijo Yotsuba. – Mañana será la ceremonia de clausura del año.

- Lo sé. – dijo el chico. – Me diste muchos quebraderos de cabeza, pero al final logramos nuestra meta. Ahora las cinco podrán volver a estar juntas.

- De verdad te lo agradezco mucho. – La chica se inclinó profusamente con gratitud. – Sé que no lo habría logrado sin tu ayuda.

- Oye, no infravalores todo tu esfuerzo. – dijo mientras le ponía la mano sobre la cabeza. – Vamos, ponte erguida y con la frente bien en alto.

La chica obedeció. Al mirarla a los ojos estos estaban algo vidriosos, pero luchaba por no soltarse a llorar. Mejor decir algo antes que lo hiciera.

- Entonces... esto significa que mi trabajo de tutor está cumplido. Para ser honesto... creo que la escuela se va a sentir muy aburrida cuando te vayas. Voy a... extrañarte un poco.

- Jaja, oye, no tienes que hacerlo. – dijo la chica sonriendo. – Tienes mi número, y siempre puedes venir a visitarme en casa. Además, también querrás venir a ver a Ichika, ¿verdad?

- Hmm... sí, supongo. – dijo Fuutarou. – Aun así...

Le estaba costando mucho decir lo que quería. No, en realidad sí sabía lo que quería decir: a pesar de las dificultades, fue divertido ser su tutor, y estaba feliz por haberla conocido. Ahora iba a extrañarla porque ya no la vería a menudo, y no tendría una razón de peso para ir a su apartamento más que por simple capricho.

- Hoy fue un día maravilloso, de verdad. – dijo Yotsuba. – No me arrepiento de nada, estoy feliz por todo lo que hicimos juntos. Gracias por haberme ayudado todo este tiempo, no sé cómo podré pagártelo.

- No descuides tus estudios y estaremos a mano. – replicó él. – Además... yo también debería darte las gracias. Antes de conocerte, me cerré demasiado en mí mismo y en mis estudios. No me había dado cuenta de lo aburrida que se había vuelto mi vida, pero llegaste tú y... bueno, me la avivaste como no tienes idea.

Así era. Su vida se había vuelto una rutina predeterminada desde hacía años. Pese a que se auto-convencía de estar haciendo lo correcto, que lo hacía por su familia, dejó de lado muchas otras cosas buenas, al querer convertirse en un adulto antes de tiempo. Solo estaba pasando del día a día, pero no estaba viviendo realmente. Era como transitar por un largo y oscuro túnel en una dirección.

Y entonces apareció Yotsuba en su vida, que a pesar de verla al principio como una niña grande demasiado ruidosa, terminó siendo una luz al final de ese túnel. Le había traído mucha alegría a su vida escolar, aun con todo lo que le hizo pasar, y se había graduado de ser su alumna para convertirse en la mejor amiga que había tenido. Aunque solo llevase poco más de medio año de conocerla, nunca se había sentido tan cercano con alguien como con ella.

- Bueno, seguro que estarás bien sin mí. Ahora tienes nuevos amigos, ¿no? A Maeda-san y Takeda-san. Ya no te sentirás tan solo con ellos para hacerte compañía.

- Supongo que no. – admitió él. Pero aunque ese fuera el caso, él sentía que no sería lo mismo. Yotsuba era... Yotsuba, después de todo.

En eso sonó el claxon del auto abajo. Seguramente la estaban apurando para poder irse. Él no pudo evitar sentirse algo molesto, ¿no les podían dar uno o dos minutos más?

- Bueno, nos veremos mañana en la escuela. – dijo la chica del lazo. – Gracias otra vez por el día de hoy. Hicimos muy buenos recuerdos y siempre los voy a atesorar. ¡Adiós, Uesugi-san!

Y sin decir más, la chica corrió escaleras abajo para dirigirse al auto. Fuutarou se quedó observándola todo el camino, y no quiso quitar la vista del auto incluso cuando este arrancó y se alejó de allí. Todavía no se había movido para entrar a su casa.

Había cumplido con su trabajo como tutor, logrado la meta que se propusieron, y cumplido la promesa de ayudar a Yotsuba a reunirse con sus hermanas. Entonces, ¿por qué ahora sentía un vacío en su interior? Después de todo ella misma lo dijo: él aún podía visitarla o llamarla por teléfono.

- "Porque ella ya no te necesitará más. Por eso te sientes así."

Así era. Si él había cumplido como tutor, significaba que ahora podía y tendría que valerse por su propia cuenta. Y aunque debería estar feliz y orgulloso de eso, a una parte de él le hubiese gustado seguir caminando ese sendero con ella, al menos por el resto de la preparatoria.

Su tercer año sería muy aburrido sin ella para avivarle los días.

Esta historia continuará...

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