¡Feliz cumpleaños, Fuutarou! - Parte 1
Apartamento Nakano...
Tal como lo había prometido, Fuutarou probó ser un maestro bastante estricto, pero por mucho que quisieran quejarse, las Nakano tuvieron que aceptar que a pesar de su crueldad estaba siendo muy justo. Les prometió que no daría concesiones a nadie ni aceptaría excusas para holgazanear, todo con tal de mantenerlas en línea con sus estudios.
Por un lado, Ichika admiraba la ética de trabajo del chico; era otra de esas cualidades suyas que le resultaban encantadoras. Por el otro, ahora había tenido que reducir sus horas de sueño a solo lo esencial, pues entre el trabajo y sus estudios no podía permitirse más de nueve horas cuando mucho. Siendo sincera, si no fuese porque estaba comprometida con su trabajo, y porque no quería ponerle las cosas difíciles a Fuutarou, ahora se sentiría bastante molesta.
- "Lo haces por Fuutarou-kun... lo haces por Fuutarou-kun..." – se repetía a sí misma mentalmente mientras intentaba terminar su tarea de Inglés.
Sorprendentemente, Miku había terminado la suya antes que ninguna de ellas, y Nino se había puesto a preparar la cena luego que Fuutarou se marchó a casa. Yotsuba era la única que no estaba en ese momento, pues había ido a prácticas con el equipo de voleibol, pero Fuutarou se aseguró de dejarles la tarea que tendría que hacer para que ellas se la entregaran cuando volviera.
A pesar de que ya había estudiado un par de veces con él, ya fuese porque necesitaba ayuda con su propia tarea o darle la mano a Yotsuba con la suya, Ichika no tenía idea realmente de lo duro que podía ser Fuutarou como profesor. La verdad, tuvo que admitir que admiraba el hecho de que su cuarta hermana había sido capaz de soportar el ritmo, aunque hubiese pasado apenas en la raya. Por eso, no podía permitirse quedarse atrás. Era la mayor y debía poner el ejemplo.
- Uff, por fin terminé, estoy exhausta. – dijo Itsuki mientras se dejaba caer en el sillón. – Nino, ¿cómo va la cena?
- En diez minutos más. – replicó la segunda hermana desde la cocina.
- ¿No puedes acelerarlo un poco? Me muero de hambre por tanto estudiar. – dijo Itsuki. – Uesugi-kun es mucho más duro como profesor de lo que pensé. No sé cómo Yotsuba pudo soportarlo si la regañaba tanto.
- Bueno, estaba desesperada. Era eso o reprobar y repetir el año, o peor, ser expulsada. – dijo Nino. – Aunque no veo por qué ese patán tenía que enfadarse tanto, solo era un examen de práctica.
- A mí lo que me molesta es que no cumplió su promesa. – comentó la hermana menor. – Digo, logramos superar los 60 puntos, técnicamente hablando, ¿verdad?
Ichika levantó la mirada al oír esas palabras, y no pudo evitar reírse un poco antes de reanudar su tarea. Aún recordaba esa cara de enfado de Fuutarou cuando evaluó los exámenes de práctica, y para su sorpresa habían logrado superar los 100 puntos... sumando los resultados de todas. A consecuencia, el chico les dijo que no iba a revelarles más de sus planes futuros, argumentando que era obvio que esperaba que sacaran más de 60 puntos cada una, no que entre todas los sumaran.
- Vamos, Itsuki-chan, era obvio que se iba a molestar. – dijo Ichika. – Aunque debo admitir que me sorprende que hayamos retenido tan poco del último año.
- A ti no te debería extrañar, Ichika. – comentó Itsuki. – Tienes que balancear la escuela con lo de ser actriz. Yo en cambio tengo que esforzarme más. ¿Cómo voy a enseñar si no retengo lo que se supone que debo aprender?
- Usa las notas de Fuutarou. – sugirió Miku, señalando hacia la mesa.
El chico Uesugi les había dejado una mini-libreta de notas a cada una, mayormente para que se ayudasen un poco donde tenían mayor dificultad. No era mucho, pero al menos les servía de ayuda cuando él no estaba presente. Miku había preferido transcribir las notas a su Tablet, fundándose en que eso le ayudaba a memorizarlas, mientras que Nino e Itsuki todavía se resistían, pensando que Fuutarou estaba subestimando severamente su inteligencia.
- ¡Ya llegué! – exclamó la voz alegre de Yotsuba. – Hmm... ¿qué es eso que huelo, la cena ya está lista?
- Ya casi, siéntate con las demás. – dijo Nino. – Por cierto, la tarea que te dejó Uesugi está en la mesa. Nos regañará a todas si una sola no hace sus deberes.
Yotsuba saltó a través de la sala, sentándose entre Ichika e Itsuki, y cogiendo los deberes que le tocaban. Ichika pudo ver que su hermana se horrorizaba de ver todo lo que tenía que hacer.
- ¡¿Tanto?! Dios, entre esto y memorizarme las señas para jugadas tendré mis manos llenas.
- Descuida, te ayudaré ahora que ya terminé. – dijo Ichika, por fin acabando con la suya. – Por cierto, ¿qué tal la práctica? ¿Todo bien en el club de voleibol?
- ¡Oh sí, todo genial! En unas semanas tendremos nuestro primer partido de práctica. Matsui dijo que será mi verdadera prueba de fuego para ser titular.
- Te desearía suerte, pero sé que no la vas a necesitar. – comentó Itsuki.
- Es cierto, siempre lo has tenido en ti después de todo. – agregó Ichika con algo de orgullo.
- ¡Shishishi! – Yotsuba se rio también con algo de orgullo. – Entonces voy a dar lo mejor para no defraudarlas. A todo esto, ¿qué hay con... ya saben, eso que estuvimos discutiendo?
- Yotsuba, Fuutarou-kun no está aquí, no hay necesidad de secretismo. – dijo Ichika. – Ya tenemos todo listo, aunque será bueno que repasemos lo que haremos. ¡Reunión de quintillizas!
- Será después de cenar. – intervino Nino, trayendo la olla con el estofado de la cena y preparándose para servirlo. Colocó un plato para cada una sobre la mesa y a los pocos segundos, ya estaban todas comiendo.
Después de la comida, entonces sí, inició la reunión de quintillizas. Luego del viaje a las aguas termales, Yotsuba, Miku e Itsuki le contaron a Ichika y Nino sobre su conversación con la madre de Fuutarou, más concretamente con su cumpleaños. Habían estado discutiendo la posibilidad de hacer algo especial para él. Nino no estaba muy a bordo con la idea, hasta que mencionaron que Kintarou también vendría de visita, y ya que ambos compartían el mismo cumpleaños, podían fácilmente hacerles una fiesta conjunta.
- Bien, vamos a repasar. – dijo Ichika, erigiéndose en jefe de las quintillizas como siempre acostumbraba. – El día 15 de abril, todas debemos estar en posiciones estratégicas. Nino y yo nos ocuparemos de mantener a esos dos ocupados mientras el resto de ustedes están preparando todo. Itsuki-chan, ¿cómo van los preparativos para el local?
- Hablé con los hermanos Aldini, y dijeron que están dispuestos a reservar su restaurante si pagamos por adelantado. – dijo Itsuki. – Incluso nos ayudarán con el servicio de comida si les pagamos extra.
- ¿Para qué molestarse con eso? – dijo Nino. – Yo puedo ayudar a preparar los bocadillos sin problemas.
- Sin ofender, Nino, por muy buena que seas, los Aldini son profesionales. Además, no tendrás tiempo para ello si estás ocupada con tu chico malo.
Nino hinchó las mejillas, pero no pudo argumentar contra la lógica de Itsuki. Antes que se soltaran a discutir, Ichika decidió seguir hablando y dirigir la conversación hacia otro punto.
- Yotsuba, ¿has hablado con los señores Uesugi? ¿Sabes si Fuutarou-kun sospecha algo?
- En lo más mínimo. Ayer hablé con Raiha-chan y me aseguró que no le han dicho ni una palabra. – dijo la chica del lazo. – Quieren que sea una sorpresa tanto como nosotras.
- Bien, en ese caso, yo también debo prepararme para mantenerlo ocupado. – dijo la hermana mayor. – Espero que no le moleste que quiera llevármelo por la ciudad en su cumpleaños. Miku, ¿enviaste los diseños de decoración como te pedí?
- Cubierto. – dijo la hermana intermedia. – A más tardar los tendrán pasado mañana.
- Bien, eso son buenas noticias. – sonrió la Nakano mayor. – Significa que todo marcha sobre ruedas y tendremos tiempo de sobra para prepararlo todo. Fuutarou-kun no debe saber nada.
- ¿Para qué ocultárselo? Yo no le he dicho nada Kintarou-kun solo porque ustedes no me dejan.
- La idea de hacer una fiesta sorpresa es que sea eso, sorpresa. – explicó Itsuki como si fuese lo más obvio. – Seguro les gustará mucho más de ese modo, no podemos arruinarlo.
Nino quiso protestar, pero otra vez, no pudo argumentar nada contra esa lógica. Habiendo terminado de decidir todo, Ichika dio por concluida la reunión de quintillizas.
El cumpleaños de Fuutarou estaba muy próximo, y la hermana mayor realmente quería hacer algo especial por él. Desde que iniciaron las clases el chico parecía haber vuelto a enfocarse solo en sus estudios y en el trabajo, e Ichika pensaba que necesitaba relajarse y divertirse un poco.
De hecho, pensándolo bien, tal vez no estaría mal pasar algo de tiempo con él en los días previos a su cumpleaños. Con suerte, tal vez hasta podría sonsacarle qué le gustaría que le diera de regalo, y darle una sorpresa adicional cuando llegara el día.
(--0--)
Unos días después, la semana antes del 15 de abril...
Al inicio de cada período escolar, una de las primeras cosas que hacía Fuutarou era organizar su calendario de los próximos meses. En general, le gustaba apegarse a él para estar seguro de cumplir con todo lo que se proponía. Algunos lo llamarían exagerado, pero para él, era una forma de sentir que tenía un buen control sobre su vida.
Este año, aparte de equilibrar la escuela con su trabajo como tutor de las Nakano, había agregado otra actividad regular a su calendario, y se trataba de sus visitas al gimnasio. En los días que no se encontraba trabajando o estudiando, había decidido seguir haciendo uso de su membresía paga por un año. Aunque al principio lo había hecho por no parecer ingrato, lo cierto era que estaba empezando a gustarle ir a ejercitarse, y el haber ganado un poco de fuerza adicional tampoco estaba del todo mal.
Lo único malo era que, a veces, le resultaba un poco aburrido cuando tenía que ir solo. Ahora que Yotsuba estaba en el club de voleibol como miembro a tiempo completo, ya no podía acompañarlo con tanta frecuencia como antes, pero él no podía quejarse viendo que él mismo se lo había sugerido en primer lugar, aparte de que se le notaba bastante más alegre y motivada desde que entró allí, y eso le daba gusto al chico.
Aquel día, por lo menos, no había tenido que ir solo.
- ¡Gracias por esperar, Fuutarou-kun!
Más temprano cuando salieron de clases, Ichika se le había acercado para preguntarle si tenía planes para la tarde. Cuando él le dijo que iría al gimnasio, ella quiso acompañarlo y al no ver motivos para negarse, él aceptó. Por coincidencia o tal vez obra del destino, ese mismo día se estaba inaugurando la nueva piscina interior del gimnasio, misma que estaban a punto de probar en ese momento al salir de los vestidores.
- ¿Estás segura de esto? – le preguntó él mientras la miraba. Llevaba puesto el mismo bikini que le vio cuando estuvieron en las termas mixtas hacía poco menos de un mes, y se le veía igual de bien que entonces. Tal vez aún mejor.
- Vamos, Fuutarou-kun, ¿no dicen por allí que la natación es el ejercicio más completo? – dijo la Nakano. – No solo se trata de levantar pesos pesados.
- Algo me dice que solo querías una excusa para verme sin camisa. – replicó él. Él por su parte llevaba unos shorts negros de raya azul vertical a los costados, así que no era que ella estuviese viendo nada que no le hubiese visto ya.
- ¿Y si así fuera? – dijo ella guiñándole el ojo. – Bueno, si yo voy a disfrutar de la vista, tú también eres libre de hacerlo. Estaríamos a mano.
El chico Uesugi rodó los ojos, pero esbozó una sonrisa a pesar de todo. Ella tenía razón; ya que estaban allí, lo mejor que podían hacer era disfrutar de su tiempo al máximo. Y hacer un ejercicio diferente para cambiar de ritmo no sonaba del todo mal.
Cuando ocurrió todo el fiasco con el equipo de natación, Fuutarou no había tenido la oportunidad de ver a Ichika en acción. Después de que se metieron al agua, la Nakano decidió retarlo a una pequeña carrera de orilla a orilla, que él aceptó muy confiado, pensando que tendría una posibilidad al no considerarse a sí mismo un mal nadador.
Y se llevó una sorpresa de ver que Ichika no solo le seguía el paso, sino que en el último tramo ella lo rebasó y le ganó, debido a que a él le faltaron un poco las fuerzas cuando intentó bracear y patear con más fuerza para llegar más rápido.
- Ten cuidado; si haces eso podrían darte calambres. – le advirtió Ichika, sentándose en la orilla.
- Presumida. – dijo él. – Vaya, de verdad me sorprendiste, eres buena nadadora.
- Estuve en el equipo durante la secundaria. No era tan mala, aunque claro, Yotsuba me superaba por mucho. – dijo con modestia.
- Seguro con esfuerzo podrías haber sido tan buena como ella. – replicó él. – Quién sabe si mejor.
- Adulador. – replicó la pelirrosa. – A veces me gusta seguir haciéndolo, aunque es más un pasatiempo para mí. Y claro, me ayuda a mantenerme en forma.
Se puso las manos detrás de la cabeza para sacar el pecho, haciendo que él desviase la mirada algo sonrojado. Ahí estaba de nuevo: sabía lo que tenía que hacer para sacarle esas reacciones, siempre divirtiéndose a costilla suya. La chica parecía ser muy consciente de su atractivo físico y le gustaba presumirlo, aunque generalmente solo lo hacía frente a él cuando había poca o nada de gente mirando.
- Por cierto, Fuutarou-kun... tu cumpleaños está próximo, ¿verdad?
Ese repentino cambio de tema le hizo mirarla de nuevo. La sonrisa burlona había desaparecido del rostro de Ichika, dando paso a una expresión mucho más interesada. A decir verdad, le sorprendió un poco que ella dijera eso, ya que en realidad no había hablado mucho de su cumpleaños con ella, y tampoco con Yotsuba o las demás, ni siquiera les había mencionado la fecha exacta.
- ¿Cómo lo sabes? – le preguntó.
Ichika se encogió de hombros despreocupadamente. – Puede que tu mamá se lo haya dicho a las demás en las termas, y ellas me lo dijeron a mí.
Muy bien, esa era una explicación plausible. No era algo por lo que se pudiera enojar, pues si ellas habían preguntado, la señora Uesugi no tendría razón para no responderles. Y él nunca le dijo expresamente que se los ocultara.
- ¿Ya tienes planes para ese día? – preguntó de nuevo Ichika, interrumpiendo su tren de pensamiento y acercándose un poco más a él. – Caerá en fin de semana, así que no tendrás que preocuparte por la escuela.
El chico se estremeció un poco cuando ella hizo contacto. No supo si fue por los nervios, o porque el agua fría de la piscina todavía les chorreaba encima del cuerpo, pero tuvo que sacudirse un poco para poder contestarle.
- No realmente. Hace años les pedí que no gastaran para hacerme fiestas para ahorrar algo de dinero. Me basta con un pastel que me regala mamá todos los años. Además, planeaba seguir estudiando de todos modos.
- Buu, eso suena muy aburrido. – dijo Ichika. – Digo, seguro que un pastel hecho por tu mamá es delicioso, ¿pero no te gustaría hacer algo más? Es tu día especial, deberías celebrarlo como es debido.
- ¿Tú crees? – preguntó él. – ¿Y cómo debería celebrarlo?
En respuesta, la muchacha se le acercó sugestivamente, paseando sus dedos por el torso húmedo del chico. Dio un respingo con cada toque, como si recibiera una descarga eléctrica, y la chica no dejaba de sonreírle.
- Podríamos pasar el día juntos. Puedo invitarte a comer lo que quieras, ir a donde quieras... – le sugirió. – Además, es tu cumpleaños número 18. ¿No te gustaría probar... "cosas de adultos"?
Por fría que hubiese estado el agua de la piscina, en ese momento la cara de Fuutarou se puso tan caliente que podría haberla evaporado en un santiamén. De nuevo, Ichika se soltó a reír, habiéndole hecho caer en su pequeño juego.
- Era broma, era broma. Si a mí todavía me falta hasta mayo para ser legal. – le recordó. – Pero ya hablando en serio, no se cumplen dieciocho todos los años. Deberías aprovechar de divertirte y pasarlo bien. Es un día especial después de todo.
El chico se puso a pensar en ello. A decir verdad, sus cumpleaños habían dejado de ser importantes para él en los últimos años. No porque los odiara, sino porque prefería no gastar dinero en festejarse a sí mismo, aunque aceptaba el pastel de su mamá todos los años como un regalo con toda la gratitud del mundo. Sus padres y hermanita constantemente le decían que debería celebrarlo más si podía permitírselo; de paso, este año su primo vendría de visita para pasar el fin de semana con ellos, y había dicho algo sobre la posibilidad de celebrarlo juntos, al compartir ambos el mismo día.
Ese pensamiento hizo que un temblor le bajara por la espina: no quería imaginarse a dónde podría arrastrarlo Kintarou si acaso pensaba en "cosas de adultos" como Ichika había sugerido. Tal vez irse con ella era una opción algo más segura en ese sentido.
- No lo sé, siendo sincero no me siento cómodo gastando dinero en esas cosas. – dijo el chico.
- Si es por el dinero no tendrás que preocuparte de nada. – respondió la pelirrosa. – Lo que quieras hacer, a donde quieras ir, todo correrá por mi cuenta.
- No quisiera que te tomes esas molestias por mí.
- Oh, por todos los cielos, Fuutarou-kun. – La chica se dio una palmada en la frente. – ¿Es que no lo entiendes? Ese será mi regalo para ti, de ninguna manera sería una molestia.
Eso decía ella, pero él todavía no lo sentía de ese modo. El que ella estuviese dispuesta a gastar dinero en él, y ni hablar de que todavía se sentía endeudado por su regalo de Navidad (del cual todavía apenas le había aprendido la mitad de las aplicaciones y herramientas), le hacía sentirse algo acomplejado. Como si le debiera algo de alguna manera, y detestaba sentirse en deuda con otras personas.
- Creo que sé lo que estás pensando. – dijo la chica mirándolo con mucha seriedad. – Mira, cuando alguien te hace un regalo no tienes por qué sentirte en deuda, o que tienes que dar algo a cambio. Cuando le das un regalo a alguien, lo haces porque esa persona te importa. Lo haces porque quieres, no porque estés obligado. Después de todo, tú también nos diste a todas regalos por Navidad, ¿recuerdas?
- Sí, pero... yo no gasté tanto en los míos como tú. – No era broma: ese celular que ella le regaló debía costar mucho más que todos los regalos que compró para ella y sus hermanas juntos.
- ¿Y qué con eso? – insistió Ichika. – El valor monetario no es lo que importa. Lo importante es que venga de aquí.
La chica le dio un par de toques cerca del pezón izquierdo. Era obvio que se estaba refiriendo al corazón. Si lo pensaba bien, aunque su familia le convenció de comprarles regalos a las cinco hermanas, y apartó una buena cantidad para cada una, no se puso a pensar que en realidad sí les habían gustado. A cada una de ellas, no solo a Ichika y Yotsuba, sino también a Miku, Itsuki, e incluso Nino, con la que peor se llevaba, se mostró muy complacida con el regalo que él le dio, pese a que él medio lo había elegido como una broma interna (secreto que se llevaría a la tumba).
Pero incluso siendo él tan agarrado como era con el dinero, luego de verlas a todas tan felices con sus regalos, ya no le importó haber gastado tanto en ellos. Sus rostros alegres y felices al recibirlos parecieron ser una recompensa por sí misma, al grado que no le habría importado no recibir nada aquel día. Desde luego, no por eso despreciaba los regalos que le dieron ellas, y por eso los usaba tanto como podía ahora, era su manera de mostrarles su gratitud.
- Oye, te diré algo: si todavía te sientes en deuda, puedes compensarme cuando llegue el mío. – dijo Ichika, como si volviera a leerle la mente. – Todavía tienes tiempo, ya que nuestro cumpleaños es hasta el 5 de mayo. Podemos hacer lo que tú quieras ahora, y luego haremos lo que yo quiera. ¿Te parece un trato justo?
- Supongo... sí, me parece justo. – Equivalencia de intercambio y todo.
- Bien, a sellarlo como se debe. – La chica alzó el dedo meñique y volvió a guiñarle el ojo.
Fuutarou suspiró, pero lo aceptó. En serio, todo esto de estar saliendo juntos era realmente complicado. ¿O tal vez, era él quien se estaba complicando más de la cuenta? La verdad no tenía idea, pero como sabía que Ichika no iba a aceptar un no por respuesta, lo mejor que podía hacer era no despreciar su generosidad.
Incluso aunque todavía no había tenido el valor de hablar con ella sobre "eso". ¿Por qué se le hacía tan difícil mencionarlo? ¿Había decidido descartarlo como si hubiera sido un simple sueño?
Y de hecho, ¿por qué era como si quisiera descartarlo como un sueño?
(--0--)
Día 15 de abril...
- ¡Feliz cumpleaños, Oniichan! ¡A levantarse!
Esas fueron las primeras palabras que oyó Fuutarou en la mañana. Raiha había irrumpido en su habitación y lo despertó bruscamente. Estuvo a punto de protestar, pero cuando se levantó vio que su pequeña hermana sostenía una enorme bandeja con un desayuno completo y que olía demasiado bien para resistirse.
- Buenos días, Fuutarou, y feliz cumpleaños. – lo saludó también su madre, igual de sonriente que su hermanita. – Tu padre ya salió a trabajar, pero te deja sus felicitaciones.
Fuutarou se extrañó un poco. ¿Su padre trabajando en fin de semana, y el mismo día de su cumpleaños? No le había dicho nada sobre eso, pero igualmente aceptó las dichas felicitaciones, las cuales estaban escritas en una pequeña tarjeta de cumpleaños, la cual contenía un breve mensaje: "Feliz cumpleaños número 18, hijo. ¡Que te diviertas en tu cita con tu chica!"
- Después le daré las gracias. – Fuutarou se giró entonces hacia el futón que tenía al lado, donde estaba durmiendo su primo. – Oye, dormilón, a levantarse.
- Hmmm... cinco minutos más, viejo. – Kintarou se giró sobre sí mismo
- No soy tu viejo. – dijo Fuutarou tirándole de las sábanas para sacarlo de allí. – Vamos, idiota, de pie.
- Urgh, ya me levanto, ya me levanto. – El rubio se estiró y lanzó un fuerte bostezo. – Buenos días, primo, y feliz cumpleaños para nosotros. ¿Oh, eso es para mí? – agregó al ver la bandeja con el desayuno.
- Es para los dos. – dijo Kazane. – Coman a gusto, hoy es su día especial después de todo.
Ambos chicos que recién cumplían sus dieciocho años comenzaron a comer sus desayunos con mucho apetito. Kintarou había llegado la tarde de ayer y se quedaría a dormir con ellos todo el fin de semana, ya que según les dijo su padre tendría que cubrir turnos extra de un colega en su estación, por lo que no tendría tiempo para celebrar cumpleaños.
Aunque el rubio no pareció encontrar esto como un problema, diciendo que le daba una oportunidad perfecta de venir de visita y ver a Nino, a Fuutarou no se le escapó que había un deje de amargura en la voz de Kintarou. Si bien el peliazul no conocía todos los detalles, sabía que la relación entre su primo y su tío estaba algo tensa. Era comprensible; sus padres se habían divorciado hacía varios años, y luego cuando la madre de Kintarou (hermana del padre de Fuutarou) murió en un accidente automovilístico, él tuvo que irse a vivir con su padre.
No obstante, hablar de eso era un tema tabú, y Kintarou siempre se molestaba cuando lo sacaban a colación, y esa era una línea que Fuutarou no estaba dispuesto a cruzar. Por lo que no haría preguntas al respecto.
- Entonces, primo, ¿seguro que no quieres aceptar mi oferta? – preguntó Kintarou. – Sería mucho más divertido si hiciéramos una cita doble. Tú con Ichika, y yo con Nino.
- Estoy seguro. – replicó Fuutarou. – Ya hice mis propios planes, además, como dice el refrán, dos son compañía, tres son multitud, y cuatro son un desastre esperando para ocurrir.
Eso y que no quería tener que lidiar con la más temperamental y conflictiva de las quintillizas. Sabía que Nino se convertía en una dulzura total cuando estaba con su primo, pero en el hipotético caso de que algo pudiera salir mal, Fuutarou no quería estar en la zona de fuego donde ella pudiese echarle la culpa incluso si no lo fuera.
- Bueno, tú te lo pierdes. – dijo el rubio. – Aun así, entiendo que quieras pasar tiempo con ella a solas. Significa que estás progresando, ¿eh, pillín? Qué suerte tienes, a diferencia de mí tú puedes ver a tu chica a diario en la escuela.
- No te creas. – dijo él. – Ichika frecuentemente está ocupada con sus trabajos de actriz. No habíamos tenido tiempo de salir juntos desde hace rato. Hace menos de un mes había terminado con las grabaciones de su última película, y estaba dando vueltas con ello.
De hecho, una de las paradas que había planeado hacer para su cita, era precisamente ir al cine para ver la última película de Ichika. Esta vez le habían dado un rol un poco más grande, si bien seguía sin ser protagonista, y para variar no iba a terminar muerta, o eso le dijo Ichika. Eso sería un buen cambio dados los papeles que estaba acostumbrado a verle interpretar.
- Bueno, espero que le vaya bien en su carrera. – dijo Kintarou. – Aun así, me molesta un poco que te rehúses. Hace años que no celebrábamos nuestros cumpleaños juntos, y ahora que tenemos oportunidad, ¿me dejas plantado por tu novia? ¿Qué pasó con los hermanos antes que las citas?
- Somos primos, no hermanos. – puntualizó Fuutarou. – Y además, no quiero imaginarme a dónde querrías arrastrarme ahora que somos legales.
- Oh, primo, me ofendes gravemente. ¿De verdad crees que yo sería capaz de algo así? ¿Especialmente cuando mi cita todavía no cumple sus dieciocho?
- No es que les falte mucho. – dijo despreocupadamente Fuutarou. – El cumpleaños de ellas es el 5 de mayo, así que les queda menos de un mes. No dudo que podrías aguantarte hasta entonces, pero después...
Fuutarou no era muy dado a hacer bromas, pero cuando estaba con su primo, no podía dejar pasar la oportunidad de ganarle una o dos. Sabía que Kintarou era un rebelde sin causa, pero tenía sus límites, y uno de ellos era que siempre respetaba a las mujeres. Sugerirle que podía intentar algo indebido o indecente con una de ellas era una forma excelente de pulsarle los botones.
- Retira eso, primo. – le dijo en un tono monocorde y entrecerrando los ojos. Fuutarou sonrió y se encogió de hombros.
- Era broma, era broma. Sé muy bien que nunca lo harías. Aunque no es a mí a quien tendrás que convencer de eso, después de todo. ¿Sabes de lo que hablo?
Kintarou volteó a verlo. Su anterior enojo por la sugerencia de Fuutarou se había tornado en una expresión de curiosidad. Al parecer no había captado del todo la indirecta, así que todavía podía divertirse un poco a costilla suya.
- Oh, ¿no te lo dije? Ya tuve la oportunidad de conversar con el padre de las Nakano un par de veces. La última vez que lo vi, parecía bastante... interesado en conocer al novio de Nino.
- ¿Interesado? Nino nunca lo mencionó. – dijo Kintarou.
Fuutarou tuvo que contener el impulso de sonreír de lado. Al parecer, la segunda de las hermanas estaba tratando de retrasar esa reunión lo más que podía, pero sería inevitable. Tarde o temprano, todas las parejas debían conocer a la familia del otro, y dar una buena impresión podía ser crucial en el futuro de la relación.
Kintarou podía ser un caballero con Nino, pero el señor Nakano no parecía del tipo que aprobaría que una de sus hijas saliera con un chico con esa clase de pintas. A él apenas lo dejaba en la zona de "tolerancia" con Ichika, y eso que era un estudiante modelo.
- Bueno, solo te diré algo: no es un hombre que quieras hacer enojar. Créeme, es capaz de intimidar con su sola presencia, así que mejor vete preparando para ese día.
Y dando por terminada la conversación, los dos continuaron consumiendo su desayuno. Aun tendrían un largo día por delante: después de todo, cada uno iría a celebrar su cumpleaños por su cuenta con su respectiva pareja.
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Un poco más tarde...
Luego de desayunar y de arreglarse para salir, Fuutarou se despidió de Raiha y de su madre, y acompañó a su primo hasta la parada de autobús donde cada uno iba a tomar una ruta distinta. Antes de salir, su madre y Raiha le prepararon una canasta de picnic llena de sándwiches y bocadillos para el almuerzo, ya que tenía otra parada en mente para su pequeña cita de cumpleaños con Ichika.
Ahora se encontraba en la estación de trenes, luego de que recibió un mensaje de Ichika diciéndole que había salido temprano y lo iba a esperar allí. Cuando llegó no la vio allí, por lo que se quedó de pie donde estaba, atento para cuando apareciera. Y para su sorpresa, no tuvo que esperar mucho, pues un par de manos le llegó por detrás cubriéndole los ojos.
- ¿Adivina quién soy? – le dijo con su voz coqueta de siempre.
El chico se dio la vuelta para encontrarse con la Nakano mayor. Llevaba un vestido de verano sencillo de color amarillo hasta la rodilla, con un par de zapatillas blancas. También traía puestas sus gafas de sol y un sombrero para esconder su identidad, como acostumbraba cuando andaban afuera para no llamar demasiado la atención.
Dicho sombrero era el mismo que llevaba aquella noche, y eso lo paralizó brevemente al recordar ese evento. ¿Se lo habría puesto a propósito como una especie de recordatorio?
- Compré este nuevo vestido hace poco, ¿te gusta? – dijo dándose la vuelta para que él pudiese apreciarlo en su totalidad. Eso le ayudó a salir de ese breve trance.
- Te queda muy bien... te ves muy linda. – le dijo.
- Gracias, y feliz cumpleaños. – le dijo, dándole un besito en la mejilla. – Entonces, ¿cuál es tu plan para hoy? ¿A dónde quieres que te lleve?
- Bueno, si está bien para ti... hice este pequeño itinerario de a dónde quisiera que fuéramos. – dijo mientras sacaba una mini-libreta de su bolsillo. – No hace falta que lo sigamos a rajatabla, pero...
- ¡Tonterías! Es tu día especial, y haremos lo que quieras, como tú quieras. – aseguró la Nakano agarrándolo del brazo y cogiendo la libreta. – Vamos, todo va por mi cuenta.
Y sin más, la hermana mayor se lo llevó al interior de la estación. Así comenzaba el viaje de lo que sería su décimo octavo cumpleaños, uno que sin duda recordaría por el resto de su vida.
...
La primera parada fue en uno de los cines locales. Fuutarou lo había elegido por estar interesado en una de las películas más recientes de Ichika, pues había estado siguiendo un poco más de cerca su carrera de actuación. La Nakano mayor había intentado escalar un poco más en los últimos meses, logrando algunos roles un poco más importantes, si bien todavía no había logrado un protagónico notable.
En lugar de ser una película de terror o un drama, la película en cuestión era una comedia policíaca. Ichika interpretaba a una mensajera torpe y despistada que se perdía constantemente haciendo sus entregas, y con tan mala suerte que siempre se veía involucrada en toda clase de incidentes por estar en el lugar equivocado en el peor momento.
Admitiéndolo, Fuutarou no era muy fanático de este tipo de películas, pero tuvo que reconocer que las escenas de Ichika le sacaron algunas risitas que intentó ahogar, por querer mantener su semblante serio. Y al final, resultó que el personaje de Ichika fue crucial para resolver la trama, ya que fue una testigo importante en el tribunal por todos los incidentes donde se vio envuelta.
- Vaya, la película resultó más divertida de lo que me imaginé. – dijo Ichika mientras salían del cine.
- ¿No la habías visto? – preguntó él.
- No había tenido oportunidad, por estar en la escuela. Y dime... ¿qué te pareció mi actuación?
- Pues... no tenía idea de que pudieras gritar de esa manera. Realmente me sorprendiste.
Efectivamente, en todas sus escenas el personaje de Ichika lanzaba unos gritos de terror al toparse con los criminales, antes de salir corriendo y tener que ser salvada por el policía protagonista. Realmente no parecía ella, pues gritaba de una manera tan cacofónica que sonaba casi tan mal como Yotsuba cantando (lo cual era decir mucho). Y era muy extraño, ya que pese a actuar en muchas películas de terror donde la mataban, por lo general lo hacían antes de que pudiese gritar o algo, por eso le sorprendía que pudiese lanzar esos gritos desafinados.
- Espero que haya sido de buena manera. – dijo Ichika sonriendo. – Por otro lado, ¿no te dieron algo de celos de ver a mi personaje con el protagonista?
- ¿Por qué lo dices?
- Oh vamos, ¿no lo notaste? – dijo ella. – Yo, es decir, la mensajera y el policía, cada vez que él la salvaba parecía que habría algo entre ellos. O así más o menos lo escribieron en el guion.
Fuutarou arqueó una ceja. En retrospectiva, quizás la mensajera sí se notaba algo atraída al policía cuando este terminaba salvándole la vida, pero él no le había prestado mucha atención a ello. Además, al final no se vio que terminaran juntos ni mucho menos, pues ese no era el punto de la película.
- La verdad, no veo por qué me iba a poner celoso. Solo estabas actuando, ¿verdad? – dijo él encogiéndose de hombros.
Ichika hinchó los cachetes, pero no pareció encontrar ningún argumento para refutar su lógica. Él sabía que Ichika estaba interpretando un papel dentro de la pantalla, por lo que no veía sentido de tener celos. Esa no era ella después de todo, era solo un personaje ficticio.
- Aun así, fue una buena película. Tal vez invite a mis papás y a Raiha para que la veamos juntos. – dijo Fuutarou. – Tuviste un buen papel, y además... para variar saliste viva al final de la trama.
Ese comentario hizo sonreír a la Nakano mayor. Había empezado a ir con un poco más de frecuencia al cine, solo para ver algunas películas donde Ichika participaba. Al ser parte del reparto se le hacía fácil conseguirles boletos tanto a él como a sus hermanas, y si tenía algo de tiempo le gustaba ir a verlas, y hoy no fue la excepción.
Entre otras cosas, era impresionante lo bien que podía actuar en diferentes papeles, no solo de una colegiala idiota que terminaba asesinada, o en un drama de romances entre profesor y alumna que se habría visto muy inapropiado si salía a la luz. Si bien aún no conseguía un rol que la catapultase al estrellato, parecía irle bastante bien, y eso le hacía alegrarse por ella.
- Gracias, Fuutarou-kun. Ahora, ¿la siguiente parada será una librería?
- Está cerca de aquí. – dijo él. – Sé que no es el mejor lugar para citas, pero hay algunos libros que necesitaba comprar, y pensé que...
- Ya te lo dije, no es necesario que me expliques. Lo que sea que necesites, te lo daré con gusto.
La forma en como la Nakano mayor sonreía hacía que le fuera imposible rehusarse. Era su cumpleaños y ella estaba dispuesta a complacerle en todo lo que pidiera. ¿Cómo podría decirle que no?
...
Una librería podría parecer un sitio muy inusual para pasar una cita, o un cumpleaños. Pero siendo el comelibros que era Fuutarou, Ichika supuso que no estaría mal. Además, ella le había prometido que harían lo que él quisiera, y tenía toda la intención de mantener esa promesa.
A pesar de su semblante estoico, ella podía ver que la mirada en los ojos del chico casi se parecía a la de un niño en una juguetería. Podía verlo sonreír cuando iban de estante en estante y encontraba lo que estaba buscando. La mayoría eran libros para estudiar, aunque cuando llegaron a la sección "Para Dummies", se sorprendió de que el chico cogiera uno cuyo título decía "Cómo ser un buen profesor". Parecía que incluso durante sus días libres se tomaba muy a pecho su trabajo como tutor de ella y de sus hermanas.
Algo de lo que se había percatado era que Fuutarou elegía libros para estudiar, y por sus títulos parecían bastante complejos, incluso por encima del nivel de preparatoria. Hasta cierto punto tenía algo de sentido, ella sabía que pronto él participaría en los simulacros de exámenes nacionales, y seguramente quería estar bien preparado.
Al pasar por la sección de matemáticas, distraídamente la Nakano notó un libro bastante grueso que se le hacía familiar. Lo reconoció por la cubierta, aunque se dio cuenta que era una edición más reciente, pero su padre lo tenía en su biblioteca y se los había prestado para que pudieran estudiar. Al menos a ella en particular sí le fue útil en la clase de matemáticas, ya que tenía contenido no solo de nivel de preparatoria, sino de nivel universitario.
Y además, incluía algo adicional que podría hacerlo todavía más versátil.
- ¡Hey, Fuutarou-kun, ven a ver esto! – lo llamó.
El chico dejó lo que estaba haciendo y se acercó a ella, justo cuando sacó el libro de la repisa para enseñárselo, con una amplia sonrisa. Fuutarou le lanzó una mirada confusa, pero antes que pudiese hacer la pregunta, ella se adelantó a responderle.
- Mira esto. El libro de matemáticas favorito de papá. Puede serte muy útil a nivel universitario, independientemente de la carrera que elijas.
- ¿En serio? Bueno, debe tener buen contenido para ser tan enorme y gordo. – replicó el chico.
- Oh, claro que sí. A mí me salvó en la clase de matemáticas, ¿sabes? – comentó la chica como anécdota, lo que pareció captarle el interés. – Y no solo eso, incluye un disco para la computadora, para hacerlo todavía más interactivo.
Le dio la vuelta para enseñarle la contracubierta, donde tenía el susodicho disco pegado. El chico lo tomó para ver la etiqueta con algo de interés... y luego su cara se tornó decepcionada antes de regresárselo.
- No creo que mi máquina lo soporte. – le dijo. – Es un disco Blu-ray, y dice que solo es compatible versiones más recientes.
Ichika hizo memoria. Efectivamente, cuando lo visitó en su casa notó que la computadora familiar era un modelo bastante viejo, tal vez de una década o década y media atrás. Según supo la familia le había hecho algunas mejoras, pero en esencia estaba muy lejos de dar el potencial de las máquinas actuales (usaba unidad de DVD en lugar de Blu-ray), pues solo la usaban para lo esencial: los estudios de Fuutarou y Raiha, y llevar las cuentas de los trabajos de Kazane e Isanari.
De hecho, había pensado precisamente en ello para darle su regalo sorpresa al chico cuando llegaran a la fiesta, así que incluso eso podría dejar de ser un problema. Pero no podía decírselo todavía.
- Aun así, el libro vale la pena. En cualquier carrera universitaria se ven las matemáticas, y este tiene buena base independientemente del área que elijas estudiar. Si lo quieres, va por mi cuenta. – aseguró Ichika.
- ¿Estás segura? Es muy caro, y no quisiera...
La chica lo calló poniéndole los dedos en los labios. Sabía lo que él iba a decir y tenía la respuesta preparada de antemano.
- Fuutarou-kun, hoy es tu día especial. Déjame darte esto como parte de mi regalo. Me haría muy feliz saber que pude regalarte algo que te resultará útil en el futuro.
Ichika pensaba que era un golpe algo bajo apelar a esto, pero conociéndolo, no había otra táctica más infalible para convencerlo. El sentido de la responsabilidad de Fuutarou siempre había sido su debilidad, y la mirada en los ojos del chico daba a entender que sí, realmente quería llevarse ese libro. Finalmente, luego de un minuto o dos de deliberación, el chico sonrió y lo aceptó.
- Pagaré yo mismo los demás, si no te importa.
- En absoluto. – aseguró la Nakano.
Se dirigieron a la caja, Fuutarou canceló el resto de los libros que había comprado, mientras que Ichika pagaba por el de matemáticas con el disco. Afortunadamente para ellos, estaban muy cerca de una oficina postal, por lo que se tomaron unos minutos para enviarlos por paquete a la casa de Fuutarou y no tener que preocuparse por ellos sino hasta el día siguiente.
- Bien, ¿a dónde iremos ahora? – preguntó Ichika.
- Ya casi es hora de almuerzo. – dijo Fuutarou. – Hay un parque cerca de aquí donde podríamos comer al aire libre.
Enfatizó su punto enseñando la canasta que había traído. Si bien a Ichika no le molestaría pagar también por su almuerzo, la idea de tener un picnic con Fuutarou en el parque sonaba demasiado tentadora para dejarla pasar, y no les haría daño ahorrarse algo de dinero para poder gastarlo en otras cosas.
- Por mí excelente. ¿Eso lo prepararon tu mamá y Raiha-chan? Seguro que debe estar delicioso.
Sin decir más, los dos se dirigieron hacia el susodicho parque. Y justo a tiempo, ya que sus estómagos estaban empezando a gruñir.
...
Fuutarou había visto este parque a menudo durante sus frecuentes salidas a trotar, ya fuese con Yotsuba o a solas. Se había convertido en una de sus paradas frecuentes para descansar, y a decir verdad había comenzado a gustarle.
Aquel día soplaba una agradable brisa de primavera, y ahora los dos se encontraban sentados bajo un gran árbol, listos para comenzar a comer su almuerzo.
- Este es un bonito lugar. – comentó Ichika. – ¿Vienes aquí a menudo?
- A veces me detengo a descansar aquí, cuando salgo a trotar. – dijo Fuutarou. – También descubrí que es bueno para ejercitar la mente.
La Nakano le lanzó una mirada confusa, a lo que el chico procedió a explicar.
- A veces, cuando siento que necesito cambiar de aires, también vengo a estudiar aquí. No es por nada, pero me doy cuenta que es muy relajante, y me ayuda a aclarar la mente. Incluso más que en la biblioteca.
- Oh, vaya, ¿todavía pensando en los estudios durante tu cumpleaños? ¡Buu, qué aburrido! – dijo Ichika haciendo un puchero fingido antes de reírse.
Fuutarou no se rio, pero sí sonrió un poco. A decir verdad, le agradaba haber encontrado este sitio. Cuando necesitaba concentrarse más, estando un poco más lejos de todo, y de todos, estar debajo de este árbol parecía ser su sitio de escape, su santuario personal. Tal vez como lo eran aquellos columpios para Yotsuba.
- Búrlate si quieres, pero sabes que no me puedo descuidar. – dijo el chico. – No solo porque soy tutor de todas ustedes ahora, sino también porque tengo planes muy importantes para el final de este año escolar.
- Es por... los exámenes nacionales, ¿verdad? – preguntó la Nakano mayor.
Él asintió. Los exámenes nacionales eran muy importantes para él, ya que, si lograba un puesto alto en el ranking, podría aumentar sus posibilidades de entrar a la Universidad de Tokio. Esa era su meta a corto plazo, aunque todavía estaba indeciso sobre la carrera que quería estudiar.
De hecho, unos días antes la Nakano mayor lo había pillado viendo unos folletos de la universidad sobre las carreras ofertadas, y fue allí que se vio forzado a confesarle que todavía estaba barajeando sus oportunidades de estudio. Había mucho de dónde elegir, pero Ichika le había dicho que con sus calificaciones seguramente le iría bien en cualquier carrera que escogiera.
- ¿Aún no has decidido qué carrera estudiarás en la Universidad de Tokio? – preguntó Ichika.
- Bueno, he ido reduciendo mis opciones. Me sentiré satisfecho mientras sea un trabajo bien remunerado. – dijo el chico.
- Apuesto a que serías un buen doctor o abogado. – comentó la pelirrosa. – ¿Crees que papá querría contratarte en su hospital?
Fuutarou dio un respingo. Ya de por sí era un poco tétrico estar trabajando para el señor Nakano como tutor para sus hijas, pero la idea de estar todo el día trabajando para él en un hospital... hacía que la medicina pareciera un trabajo menos atractivo para el chico. Al cabo de unos segundos, Ichika se rio, y a juzgar por su expresión, era justo la reacción que buscaba generarle.
- Creo que es mejor no hablar de eso ahora. Es un buen momento para comer, después de todo.
Fuutarou abrió la canasta. Dentro había un montón de sándwiches, algunos dulces de la panadería, y un par de cajas de bento que su mamá y Raiha habían preparado para él e Ichika. La sola vista y el olor servirían para abrirle el apetito a cualquiera, pero cuando se disponía a tomar uno, Ichika se le adelantó y lo cogió primero. Trató de tomar otro, y ella de nuevo se lo quitó.
- ¿Qué crees que haces?
- ¿Los quieres? – dijo la chica moviendo tentadoramente los sándwiches enfrente del chico, que intentaba recuperarlos. – Te los daré con gusto... si me concedes una petición.
Fuutarou arqueó una ceja. No necesitó formular la pregunta, ya que la chica simplemente se sentó con los muslos juntos, y le indicó que se acercara.
- Recuesta tu cabeza aquí para darte de comer. – dijo ella, señalando su regazo.
- Estás bromeando. – replicó el chico.
- Nop, no es broma. Vamos, no es como que no hayas hecho esto antes, ¿verdad?
Fuutarou sabía a lo que Ichika se refería. Hacía ya casi un año, durante el festival de fuegos artificiales, él se quedó dormido y lo hicieron recostar la cabeza sobre el regazo de Yotsuba. Ichika hasta le había sacado una foto para probarlo y chantajearlo para hacer lo que ella quería.
Rodando los ojos, el chico obedeció, pues parecía que sería la única manera de que ella lo dejaría comer. Era una suerte de que hubiera poca gente en el parque en ese momento, ya que realmente le daba vergüenza que algún conocido lo pudiera ver. Aunque, por otro lado, cuando recostó la cabeza, los muslos de la Nakano mayor resultaron ser bastante suaves, casi como nubes.
De hecho, recordaba vagamente la sensación de haber dormido muy cómo esa noche. Podía notar la similitud entre ambas en esa área.
- Ahora, di aaaaaahhh.
Fuutarou quiso resoplar, pero finalmente se resignó y le hizo caso. Ichika finalmente le puso el sándwich en la boca y pudo darle un bocado. Ella hizo lo mismo con el trozo restante.
- Hmm, está delicioso. Pero no podría esperar menos de tu mamá y Raiha-chan.
Eran sándwiches de atún sencillos, pero ya que el pescado era de los platillos favoritos de Ichika, se notaba muy deleitada. A decir verdad, Fuutarou sintió que ser alimentado de esa manera no era tan malo, y hasta le parecía un poco divertido. Si se hubiera traído el pastel de cumpleaños, ¿Ichika querría dárselo de comer de la misma manera?
Después de terminarse los sándwiches, Ichika dejó que Fuutarou volviera a pararse, y tomaron las cajas de bento. Ambas eran idénticas en sus contenidos, por lo que Ichika insistió en usar los palillos cada uno para alimentar al otro. Pese a que no había mucha gente en el parque, a cada tanto pasaba alguien y les echaba una mirada. Algunos se reían, otros parecían verlos con algo de envidia, probablemente por estarse viendo como una "linda pareja".
Dicho eso, una parte de él no podía evitar sentirse algo orgulloso de ello. Después de todo, era afortunado de poder salir con una chica tan linda como Ichika.
Habiéndose terminado las cajas de bento, quedaban solo los bocadillos de la panadería. Esta vez, Fuutarou fue más rápido en agarrarlos para él, y comenzó a comérselos enfrente de ella. Ichika hizo un puchero, pero evidentemente él no iba a ser tan cruel como para acabárselos todos él solo, y cuando se comió la mitad, obligó a Ichika a decir "aaaahhh" para darle los restantes uno a uno, en venganza por el juego anterior. Más que molestarse, la Nakano se rio y aceptó jugar a su juego con mucho gusto; clararmente lo estaba disfrutando.
- Hmm, estoy llenísima, lástima que no guardamos para después. – dijo Ichika. – Cielos, tu mamá cocina delicioso. Veo que no solo tiene buena mano para el pan y la repostería.
- No era para menos. – dijo Fuutarou. – Ella era quien cocinaba para nosotros desde hace tiempo. Papá no sería capaz de hacerlo para salvar su vida.
- Debes ser muy afortunado, de poder comer su comida a diario. Y estos bocadillos.
Fuutarou se rio ligeramente. Si bien él podía comer la comida de su madre a diario, los bocadillos eran técnicamente de la panadería de la familia, por lo que si quería comerlos debía pagar de su propio bolsillo (excepto hoy por ser su cumpleaños). No le importaba, por supuesto; tenían que mantener el negocio andando y por eso no había concesiones para la familia.
- Bueno, creo que es hora de irnos. – dijo Fuutarou. – Aun tenemos un itinerario por el resto de la tarde.
- Estoy impaciente por continuarlo. – dijo Ichika juntando las manos y sonriendo ampliamente.
...
El itinerario de Fuutarou para su cumpleaños tenía muchos lugares bastante... interesantes. Luego de almorzar, la pareja visitó un museo cinematográfico, donde Fuutarou hizo una pequeña broma sobre que quizás en unos cincuenta años podría haber una exhibición sobre Ichika, junto con otros actores y actrices de la época. La Nakano se rio divertida, y a la vez halagada de que él creyera que pudiese llegar tan lejos en su carrera.
Al salir de allí, visitaron otro museo, aunque este era de ciencia y tecnología. Aunque Ichika casi se quedaba dormida en las charlas científicas, Fuutarou pudo notar que cuando llegaron a la sección de astronomía (en un enorme planetario) estaba bastante más inmersa. Al parecer, a la chica le parecía muy romántico sentarse a contemplar las estrellas y los planetas, e incluso sugirió que tal vez debería comprar un telescopio para ir a observar eventos como lluvias de meteoros desde las montañas. Fuutarou admitió que la idea le parecía atractiva, y tomó nota de ello para una próxima posible ocasión.
A pesar de haberla pasado bien, Fuutarou todavía sentía que le faltaba una cosa antes de terminar el día, algo que no se imaginaba haber hecho en años anteriores para sus cumpleaños. Y eso era...
- ¿El centro de bateo? – preguntó Ichika, sorprendida de ver la que parecía ser su última parada del día.
- Hoy no pude ir al gimnasio, y la verdad siento que necesito alguna actividad física. – explicó Fuutarou. – Y ya que estaba cerca de todos modos.
- Bueno, dije que iríamos a donde quisieras, pero... esto es algo inusual, debo admitirlo.
Ingresaron al lugar. Ichika le pagó una buena cantidad de fichas, y el chico cogió el bate y el casco para dirigirse a las cabinas. Empezó en la de 120 mientras Ichika únicamente se quedaba atrás de la rejilla observando. Tras insertar las fichas esperó la primera bola y abanicó, logrando conectar de hit.
- Oh, ese fue uno bueno. – comentó la Nakano, aplaudiendo.
Vino la segunda y logró golpearla de nuevo. A la tercera falló, provocando que Ichika abucheara y se riera. El patrón se repitió durante veinte intentos, de los cuales logró conectar once. Considerando su récord anterior, no parecía una mala marca.
- Parece que estoy mejorando. Esta vez pude golpear más de la mitad.
- A ese paso podrías ser un buen bateador. – comentó Ichika. – ¿No pensaste alguna vez entrar a algún equipo?
Fuutarou miró a la Nakano detrás de la rejilla. Hasta hacía un año, había estado tan enfrascado en sus estudios que difícilmente hacía actividades extracurriculares, menos las que requirieran esfuerzo físico como los deportes. Él pensaba que era un desperdicio de esfuerzo entrenar sus músculos cuando podía valerse perfectamente con su cerebro.
Al menos, así era hasta que Yotsuba lo arrastró a estas actividades, y sin darse cuenta había continuado por inercia, descubriendo que no eran tan malas y hasta le parecían divertidas. Venir al centro de bateo era excelente cuando necesitaba descargar tensión, ya que siempre se sentía mejor luego de golpear algunas pelotas con ese bate. Eso era algo que no podía hacer con los libros.
- Ya es un poco tarde para eso. – dijo Fuutarou, saliendo de la cabina. – En fin, tal vez ya estoy listo para aumentarlo un poco. Hora de probar con 130 kilómetros por hora.
- Batea un jonrón para mí, ¿quieres? – sugirió Ichika guiñándole el ojo.
Fuutarou rodó los ojos, pero sonrió y se dirigió a la otra cabina. A mayor velocidad obviamente aumentaba la dificultad; las bolas eran más difíciles de golpear y tenía que medir bastante bien la precisión y el ritmo de su swing para poder golpearlas. Igual que antes, Ichika aplaudía cuando lograba golpearlas, y abucheaba cuando fallaba. Era como estar en un estadio y con ella animándolo, y tuvo que admitir que no era una sensación del todo mala.
Sí, esa era la palabra clave, "del todo". Porque había algo que todavía le estaba incomodando.
Ichika no había vuelto a hablar sobre el beso bajo la campana. Era como si estuviese haciendo de cuenta que nunca sucedió. Era muy extraño; ella no tenía reparo en darle besos en la mejilla y él los recibía con gusto, pero... siempre estaba esa sensación.
Tal vez fuera cosa de que los besos en la mejilla y en los labios se sentían diferentes. O tal vez, solo le estaba dando demasiadas vueltas al asunto. De cualquier manera, con esto podía descargar un poco esa tensión, producto de las dudas que no dejaban de atormentarlo.
Algo en él le decía que tarde o temprano tendría que confrontarla respecto a eso. Pero no sabía cómo hacerlo. Una parte de él temía ofenderla, o peor aún, herirla de alguna manera. Ella no se lo merecía, no después de haber sido tan amable y atenta con él todo este tiempo.
Y ciertamente, no iba a arruinarle todos los esfuerzos que había hecho para que él pasara un feliz cumpleaños, así que el día de confrontarla no iba a ser hoy.
...
Ya eran casi las cinco de la tarde cuando salieron del centro de bateo y emprendieron el camino a casa. Fuutarou no podía quejarse; hizo todo lo que quiso e incluso más, e Ichika también se veía bastante contenta.
- Hmm, no estuvo mal para pasar tu cumpleaños, ¿verdad, Fuutarou-kun? – preguntó la Nakano.
- Pues... ha sido el mejor cumpleaños que he tenido en mucho tiempo. – dijo Fuutarou. – De verdad te lo agradezco, en serio.
- Oh, vamos, no fue nada. – aseguró la Nakano. – Pero bueno, ya que hicimos todo lo que querías... ¿crees que podría pedirte algo?
- ¿Qué cosa?
- Hay un lugar donde me gustaría llevarte a comer. – dijo Ichika. – No es muy temprano para cenar, así que podríamos ir allá por un bocadillo antes de volver a casa.
- Oye, suenas como Itsuki.
- Bueno, ella me lo recomendó. – admitió la hermana mayor sin reparo alguno. – Pero la comida de allí es muy buena. Por eso me gustaría que la probaras. Considéralo un trozo adicional de tu regalo.
- ¿Estás segura? Ya gastaste bastante dinero en mí hoy.
Ichika le restó importancia con la mano. La verdad, fuera de la comida que trajo él para que almorzaran en el parque, Ichika había pagado casi todo lo que habían hecho aquel día, y si bien él había aceptado los términos, todavía se sentía un poco culpable por ello.
- No está lejos, ¿verdad? – le preguntó.
- No, está a menos de dos cuadras. Si nos damos prisa tal vez llegaremos antes que cierren el lugar.
Resignado a aceptar, se dejó agarrar de la mano de Ichika, quien lo arrastró por la calle. Afortunadamente la hermana mayor no corría como Yotsuba, así que no tuvo ningún problema para seguirle el paso. En menos de cinco minutos, ya estaban allí.
El lugar tenía un aspecto de restaurante occidental, y no se veía muy grande por afuera. Arriba de la entrada había un gran letrero que decía "Aldini's", enmarcado con los colores de la bandera italiana. Eso hizo funcionar los engranajes en el cerebro de Fuutarou, al acordarse de algo hacía unos meses atrás.
- ¿Este no es...?
- Sí, es el restaurante italiano que mencionó Itsuki-chan. – le respondió Ichika. – Vinimos a comer aquí un par de veces, y la comida es muy buena. Los dueños también son muy agradables.
- Puede ser, pero... – Fuutarou se fijó en otro detalle. La puerta de entrada estaba cerrada y había un letrero colgado que decía "Reservado por el día de hoy, pedimos disculpas por las molestias".– Aquí dice que está reservado.
- Eso no es un problema para nosotros. – La Nakano mayor le guiñó el ojo.
Antes de poder preguntarle a qué se refería, alguien más se les acercó desde el otro lado de la calle. Para su sorpresa, vio que se trataba de Kintarou, que venía agarrado del brazo con Nino. La segunda hermana claramente también se había ataviado para salir, incluso cambiando su peinado a un par de coletas largas sujetas con sus listones de mariposa. Por alguna razón sintió que le iba bastante apropiado dada su personalidad.
- Vaya, vaya, miren a quiénes nos encontramos. – dijo el rubio con una gran sonrisa. – ¿Se divirtieron ustedes también?
- Estaba por preguntarte lo mismo. – dijo Fuutarou. – ¿Qué hacen por aquí? ¿No me digas que Nino también quiso traerte a comer en este lugar?
- ¿Algún problema con eso? – dijo la susodicha, antes de dirigirse a su hermana mayor. – Bueno, Ichika, ya los trajimos aquí. Ahora solo tenemos que hacerlos entrar.
- ¿Hacernos entrar? – preguntó Fuutarou. – ¿De qué está hablando?
- Oh, lo averiguarás muy pronto, Fuutarou-kun.
Y con otro guiño, Ichika se le puso detrás y empezó a empujarlo hacia la puerta del restaurante. Incluso mientras empezaba a protestar, notó que Nino hacía lo propio con su primo, aunque a diferencia de él Kintarou no parecía resistirse. Resultó que la puerta no tenía cerrojo, pero apenas pusieron un pie adentro...
*¡POP! ¡POP! ¡POP!*
- ¡FELIZ CUMPLEAÑOS, FUUTAROU Y KINTAROU!
Un coro de voces siguió a la repentina lluvia de confetis y serpentinas que cayó sobre ellos. Ya superada la sorpresa, notaron que el lugar estaba decorado con varios carteles de "Feliz Cumpleaños" colgando de las paredes. Para ser un restaurante que por fuera se veía pequeño era bastante espacioso en el interior, aunque quizás fuese porque estaba casi vacío de gente en aquel momento.
Excepto por los padres de Fuutarou, las tres hermanas Nakano restantes, y Raiha. Esta última y Yotsuba habían sido las primeras en venir a recibirlos, cada una con un lanzador de confetis en la mano que les habían explotado apenas pusieron un pie en el restaurante.
- ¡Felicidades, Uesugi-san! – exclamó Yotsuba.
- ¡Oniichan, feliz cumpleaños! ¡También para ti, Kintarou-san! – agregó Raiha.
- ¿Eh? ¿Pero qué... de qué se trata todo esto? ¿Qué rayos pasa?
- ¡Ah, cielos! – Un brazo enorme y musculoso le agarró el cuello al peliazul, al tiempo que con la otra mano le desordenaba el pelo. – Nos pasamos todo el día preparándoles esta pequeña sorpresa, ¿y así nos lo agradeces? ¡Emociónate un poco más, hijo!
- ¿Fiesta sorpresa? – preguntó Kintarou, antes de dirigirse a Nino e Ichika. – Disculpen, ¿ustedes sabían de esto?
Mientras todavía forcejeaba contra el brazo de su padre, Fuutarou vio que las dos hermanas mayores Nakano se lanzaban miradas de complicidad, y eso era toda la respuesta que necesitaba. No solo debían saberlo; seguro eran parte del plan.
- Bueno, durante el viaje a las termas tu mamá nos dijo que tu cumpleaños estaba cerca. – dijo Ichika. – Así que pensamos en hacerte una pequeña fiesta sorpresa.
- Y cuando supe que tú también vendrías, no podía quedarme por fuera. – Esta vez habló Nino, dirigiéndose hacia Kintarou. – El plan era mantenerlos todo el día ocupados mientras los demás preparaban todo aquí.
- Entonces... ¿ustedes también estaban dentro de este plan? ¿Papá, mamá, Raiha? – preguntó Fuutarou.
Los aludidos Uesugi se rieron; evidentemente también estaban metidos en todo ese embrollo para darle una sorpresa. Bueno, aunque lo tomó desprevenido... no podía decir que no le alegraba el gesto. Eso quería decir que la "reservación" debía ser para ellos.
De pronto tenía bastante sentido que no hubieran puesto objeciones a su cambio de planes, en lugar de celebrar su cumpleaños con la familia como todos los años. Bien jugado, tuvo que reconocerlo.
- Bueno... creo que sería injusto desperdiciar todo su esfuerzo, ¿no primo?
- Sí, tienes razón... gracias, de verdad. – dijo Fuutarou, tratando de sonreír.
- ¡Shishishi! ¡Ven y toma asiento, cumpleañero, tendremos mucho por delante! – dijo Yotsuba jalándolo hacia una de las mesas, mientras Itsuki iba hacia la puerta que parecía ir hacia la cocina.
- ¡Isami-kun, Takumi-kun, ya están aquí! ¡Pueden empezar a servir la comida!
Mientras se sentaba a la mesa junto con su familia y el resto de las hermanas Nakano, Fuutarou seguía todavía tratando de procesar lo que acababa de suceder. Por lo visto su décimo octavo cumpleaños estaría lleno de más sorpresas de las que se había imaginado, y todavía no habrían terminado.
Sin duda este sería un cumpleaños que recordaría por el resto de su vida, y por más de una razón.
Esta historia continuará...
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