Extra: ¿Miku modelo?

Por las calles, cerca de cierto estudio fotográfico...

Miku no sabía exactamente cómo terminó viniendo aquí. O más bien, no sabía por qué terminó aceptando venir en primer lugar.

El otro día, Ichika les contó que el lugar donde trabajaba el padre de Fuutarou, concretamente un estudio fotográfico, se había quedado corto de personal debido a que varios de sus modelos fueron víctimas de un repentino brote de gripe. A raíz de eso, estaban contratando modelos amateurs debido a que tenían una campaña importante, y Fuutarou le había pedido una mano con eso. Ichika sin embargo tenía su agenda muy apretada, así que no pudo ir en persona, por lo que les preguntó a ellas si estaban disponibles.

Aunque a Nino le parecía interesante, se negó casi de inmediato, ya que había decidido volver a trabajar medio tiempo en la panadería de los Uesugi justo esa misma semana (acordaron prestarle la cocina para que practicara sus nuevas recetas). Yotsuba obviamente tenía que ir a las prácticas con el equipo de voleibol, así que tampoco estaba disponible. Y por último, Itsuki seguía como asistente en escuela de recuperación con Shimoda-san.

Así que, por eliminación, eso la dejaba a... ella. Miku era la única que no tenía realmente nada que hacer, excepto quizás jugar su videojuego online, y aunque la idea no le atraía mucho, Ichika la convenció de hacerle ese favor, ya que Fuutarou era su amigo y su padre realmente necesitaba la ayuda. Terminó accediendo, aunque ella realmente no creía tener pintas de modelo como para trabajar en eso.

– ¿Hmm? Oh, qué sorpresa encontrarte aquí.

Al llegar a la entrada del estudio, Miku se detuvo en seco. Había otra cara conocida que venía en la dirección opuesta. Yuusuke Takeda, su amigo y rival online, también estaba allí.

– Takeda-san, hola. – lo saludó tímidamente. – ¿Qué haces por aquí?

– Le hago un favor a Uesugi-kun. – dijo él. – Necesitan modelos en este estudio, ¿no?

Bueno, esto sí que era una extraña coincidencia. De hecho, ahora que lo pensaba, los dos parecían encontrarse muy frecuentemente. Si no lo supiera mejor, casi creería que alguien estaba conspirando para juntarlos o algo por el estilo, aunque visto de otra manera, tener un rostro familiar tal vez le ayudaría a no sentirse tan nerviosa.

– Qué casualidad, yo también. – dijo ella. – Bueno, yo sólo vine porque todas mis hermanas están ocupadas.

– No pareces muy entusiasmada. – señaló Takeda. Miku suspiró.

– Es que... yo no tengo pintas de modelo. Cualquiera de ellas vendría mejor que yo en esto.

– ¿Pero qué dices? – preguntó Takeda. – Ustedes son hermanas idénticas, y todas son muy atractivas. Si cualquiera de ellas podría ser una modelo, obvio que tú también, ¿no?

Miku sintió un ligero ardor en sus mejillas. Admitiéndolo, aunque sabía que eran idénticas, era muy raro que alguien la halagara por su apariencia como lo hacía con las demás. Tal vez porque siempre que se miraba al espejo sólo veía a una chica sombría con una expresión que parecía estar deprimida todo el tiempo.

Pero el cumplido que le hizo Takeda, aunque fuese sólo comparándola con sus hermanas, se sintió muy bien, tuvo que reconocerlo. Y no pudo evitar sonreír un poco por ello.

– Bueno, ¿ya entramos? – dijo de repente el chico, sacándola de su trance, y ambos ingresaron al edificio del estudio fotográfico.

Una vez dentro, se dieron cuenta rápidamente que había por lo menos una docena más de aspirantes. La mayoría eran chicos y chicas alrededor de la edad de ellos, salvo por un par que parecían universitarios. Miku sintió un poco de ansiedad: ¿cómo iba a competir contra ellos?

Le echó un vistazo a Takeda. Él se veía bastante tranquilo, lo cual quizás no era tan sorprendente dado que era de buena apariencia, y ella sabía que era popular en su escuela. Ojalá y pudiese darle algo de esa confianza que irradiaba.

Al cabo de unos minutos de esperar, vio que varios asistentes y fotógrafos, incluyendo al padre de Fuutarou, se les aproximaron con expresiones bastante serias.

– Bien, les agradecemos a todos por venir. Desafortunadamente, me temo que no tendremos suficientes plazas aquí para todos, así que tomaremos algunas fotos de prueba, e iremos seleccionando las mejores. Por supuesto, les pagaremos a cada uno por sus molestias.

Al escuchar eso, Miku volvió a mirar a su alrededor a la "competencia". Las otras chicas que habían venido, comparadas con ella, eran mucho más expresivas, ya fuese para manifestar su nerviosismo o confianza en que serían seleccionadas. Ella sinceramente no tenía muchas esperanzas, aunque viéndolo por el lado amable, si la descartaban primero podría volver a casa y salir de esto más pronto.

Dos asistentes femeninas la llevaron a ella y a las demás chicas a un vestuario que estaba repleto de ropa de moda. Si Nino estuviera aquí, seguramente se sentiría como en el cielo. Estos atuendos sin duda le quedarían muy bien.

– No van para nada conmigo. – murmuró en voz baja.

– Perdona, ¿dijiste algo? – preguntó la asistente que le estaba pasando la ropa que debía probarse.

– No, nada. – replicó ella cortésmente. Después de deliberar un poco, eligió uno de ellos y fue a cambiarse, esforzándose mucho por no arrugarla ya que obviamente era prestada.

La ropa que eligió era bastante sencilla, y muy similar a lo que ella solía llevar de diario. Era un suéter de cuello alto blanco, aunque tenía un bordado bastante elaborado de rayas verticales. La falda también era muy similar a la de su uniforme escolar, excepto que era de color negro, y decidió dejarse sus medias puestas ya que combinaban bien con ella.

Se miró al espejo por unos segundos, dándose la vuelta. Supuso que no le quedaba mal, así que salió, y la asistente que la estaba guiando sonrió complacida.

– Oh sí, eso te queda muy bien. Pero siento que falta algo... ¡ah! – Y sin decir más, la mujer cogió unas gafas que estaban en un estante cercano, y se las puso. – Ya está. Ahora vamos para arreglarte el pelo, acompáñame.

Miku obedeció sin chistar, después de todo, los del estudio eran los expertos. La sentaron con una peinadora para arreglarle su cabello, que optó por darle un peinado sencillo, una coleta de lado para complementar las gafas y la ropa que eligió. Luego de aplicarle un poco de maquillaje, ya estaba lista para la primera foto.

En primera instancia no fue la gran cosa. Simplemente tenía que pararse o sentarse haciendo alguna pose en particular como le indicaban delante de un fondo. La complicación vino cuando le pidieron que hiciera algunas expresiones, como que sonriera o tratara de verse coqueta, ya que ella tenía dificultades para mostrar sus emociones.

Cuando no le funcionó, intentó pensar en cómo lo harían sus hermanas. Después de todo, ella siempre había sido la mejor para imitarlas, así que cuando le sugirieron hacer una expresión coqueta, pensó en Ichika, y cuando le pidieron que intentara verse malhumorada, pensó en Nino. Esto pareció dar resultado, ya que el fotógrafo sonrió y le dio un pulgar arriba mientras continuaba tomando las fotos.

– "Esto es más difícil de lo que creí." – pensó. Para tratarse de un trabajo donde sólo tenía que estar inmóvil y "verse bonita", realmente era muy abrumador.

Después de una sesión bastante larga de fotos individuales, vinieron algunas grupales. Ahora, a Miku le tocaba compartir marco con varios de los otros aspirantes. No estaba particularmente cómoda en medio de esa pequeña multitud, pero no se quejó en ningún momento, simplemente hizo lo que le dijeron. Para su sorpresa, no le llamaron la atención tantas veces como durante las fotos individuales, lo que tomó como una buena señal.

Finalmente, llegó la parte más difícil: una sesión de fotos por parejas. Ya que había más o menos el mismo número de chicos y chicas entre los aspirantes, los iban a agrupar para hacer fotos "románticas", y Miku no pudo evitar sentirse nerviosa. No porque los chicos fuesen de mala apariencia, pero la idea de estar así de cerca, aunque fuese sólo por un momento y para las fotos, le resultaba un poco incómoda.

Mientras estaban poniéndose de acuerdo quién iría con quién, una de las chicas empezó a discutir con un chico (que al parecer era su novio) sobre que no había nada de malo en esto ya que sólo eran fotos y no se estaban besando ni nada de eso, y cuando otra intentó mediar entre ambos, tuvieron que separarlas cuando casi se agarraban entre ellas. Eso hizo que Miku, involuntariamente, mirara en dirección hacia Takeda, que también parecía estar tratando de mantenerse al margen de ese pequeño altercado que parecía a punto de estallar.

– Hum... ¿Takeda-san? – le dijo acercándose.

– ¿Hmm? ¿Sucede algo? – preguntó el chico. Ella desvió la mirada por un momento, pero finalmente hizo acopio de fuerzas para hablar.

– Podemos... ¿hacer esta juntos?

Por supuesto, no iba a insistir si él decía que no, pero prefería hacer esto con un conocido, un amigo, que con un completo extraño. Particularmente, el que parecía de edad universitaria se veía muy grande e intimidatorio para su gusto, y prefería permanecer cerca de alguien en quien sentía que podía confiar.

– Claro, no hay problema. – replicó Takeda con una sonrisa que le hizo sentir un gran alivio.

Afortunadamente para ellos, las fotos en pareja no fueron la gran cosa. No los obligaron a hacer más que tomarse de las manos, abrazarse ligeramente, o posar juntos muy de cerca uno de la otra. Lo único fue que con estas tardaron más, ya que ocasionalmente le decían que tratara de sonreír un poco más, verse más alegre, y todo eso. Y le dio la impresión de que, al menos el padre de Fuutarou, les estaba dando más prioridad a ellos dos al momento de tomarles las fotos.

La sesión duró unas cinco horas en total, y tras darles las gracias y pagarles sus honorarios, Miku salió del estudio detrás de Takeda, que en ese momento estaba esperando a que viniera su chofer a recogerlo. Supuestamente, los que hubieran sido elegidos aparecerían en una revista local el próximo mes, y posiblemente los llamaran de nuevo. A Miku sinceramente eso le daba igual, ya que de todos modos solo vino para hacerles un favor y no creía que la seleccionarían.

– Eso fue... interesante, ¿no? – preguntó Takeda, haciendo que ella volteara.

– Hmm... sí, supongo. – respondió ella. – Aunque... fue más difícil de lo que pensaba.

– ¿Estás cansada?

– Un poco. – admitió Miku. – Pensé que esto sólo era pararme allí y lucir bien, pero... realmente es muy abrumador.

– ¿Asumo que no quieres volver a pasar por esto? – inquirió el chico con curiosidad.

– No, la verdad no.

– Sería una lástima. – dijo él. – A pesar de lo que dijiste... sigo creyendo que serías una buena modelo.

– No bromees. – replicó ella, sin creerle.

– Lo digo en serio. – insistió Takeda, lo que la sorprendió un poco. – Puede que no lo veas, pero mientras te tomaban las fotos, estabas proyectando una imagen, ¿cómo decirlo? ¿Misteriosa, tal vez sea la palabra que busco?

– ¿Misteriosa? – repitió Miku.

– Sí. Te dije antes que todas ustedes son atractivas, ¿no? Pero cada una de ustedes tiene su propio encanto personal. Lo de ser misteriosa sería el tuyo.

Eso sí que la tomó por sorpresa. Siempre había pensado que era una chica "sombría", y por lo mismo no se imaginó que alguien la describiría de manera positiva. Si no supiera que Takeda era alguien muy honesto, creería que sólo estaba haciéndole una broma o tratando de hacerla sentir mejor.

Aunque nada podría haberla preparado para lo que dijo a continuación.

– Aunque, creo te haría bien sonreír más, ¿sabes? Tienes una bonita sonrisa.

Este comentario la hizo detenerse en seco. De nuevo, ella no sonreía mucho, y era porque en realidad rara vez tenía razones para hacerlo. En esta ocasión lo hizo por necesidad, y ella no creyó que fuese tanto, pero aun así le sorprendió que él lo hubiese notado.

– ¿Sucede algo?

– ¿Eh? N-no, no es nada. – dijo ella, volteándose para disimular el hecho de que estaba sintiendo que su cara ardía al rojo vivo. – B-bueno, ya debo irme. Gusto en verte.

– Lo mismo digo. ¡Nos vemos en la escuela!

Después de despedirse, cada uno se fue por su lado. En retrospectiva, y pese a lo abrumadora que fue la sesión de fotos para ella, no fue tan malo. Quizás en parte porque tenerlo a él cerca le ayudó a sentirse un poco más segura, aunque no estaba segura de por qué era así.

Y estaban las palabras que le dijo. Ella nunca solía recibir halagos por su apariencia, a diferencia de sus hermanas. Tal vez fuese porque ellas eran mucho más extrovertidas, pero lo que Takeda dijo, que al ser quintillizas idénticas era natural que todas fuesen vistas como atractivas, la tomó por sorpresa a pesar de que debería ser muy obvio.

– "¿Por qué me siento tan feliz por eso?" – se preguntó, y de repente se detuvo frente al ventanal de una tienda cerrada.

Había vuelto a su peinado habitual, con el mechón cayéndole entre los ojos y tapándola ligeramente. Lo apartó para que su rostro fuese más visible, y por primera vez en mucho tiempo, sintió que no le estaba devolviendo la mirada una chica sombría y deprimida.

– "...te haría bien sonreír más..."

Las palabras de Takeda hicieron eco en su cabeza. Se pusó los dedos en la comisura de los labios para forzarse a sonreír, y para su sorpresa, le gustó lo que vio. Tal vez el chico tenía razón después de todo.

Un mensaje en su teléfono la sacó de su trance. Era Nino diciéndole que se apurara en volver a casa, ya que la estaban esperando para cenar. Ella le respondió que ya iba en camino, y fue a dirigirse a la parada del autobús.

Mientras iba cruzando por el paso peatonal, otra persona iba en la dirección opuesta. Se trataba de un hombre mayor, con la cabeza calva y con una espesa barba que le cubría toda la mitad inferior del rostro. Al pasar rozándole, sintió como si una corriente de aire frío le soplara encima, y por un breve instante, podría jurar que el hombre volteó a mirarla. Pero fue tan fugaz que posiblemente fue sólo su imaginación.

El hombre con el que acababa de cruzarse continuó su camino y desapareció tras doblar en la esquina, tan rápido como había aparecido. No volteó a verla más, pero ella sin embargo no le pudo quitar los ojos de encima hasta que se perdió de vista. Sin más, se sentó a esperar el autobús, aunque no podía sacudirse esa sensación tan extraña de encima.

No sabía que era, pero no le agradaba en absoluto. Fue como si, después que se fuera, sintiera un alivio que no podía explicar.

Esta historia continuará...


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