Extra: La prueba de valentía de Nino


Sitio del campamento escolar, en el bosque...

- ¡Itsuki! ¿Itsuki, dónde estás? Diablos, ¿por qué tuviste que salir corriendo de ese modo?

A medida que la segunda hermana Nakano avanzaba por el sendero del bosque, se iba impacientando cada vez más. Para empeorar, la batería de su celular se terminó de agotar y con eso la linterna se le apagó.

- ¿Eh? Oh, rayos, y justo ahora.

Afortunadamente el sendero que debían seguir para la prueba de valentía estaba iluminado con lámparas para evitar perderse. Todo lo que debía hacer era seguirlo y seguramente se reuniría con Itsuki, aunque con lo asustadiza que era, había una mínima posibilidad de que se hubiera desviado y empezara a correr sin rumbo.

- "Espero que no se haya perdido." – pensó con preocupación.

Admitiéndolo, el bosque sí resultaba un poco tenebroso, y más al no tener ya la luz de su celular para iluminarse y darse algo de seguridad. Durante dos o tres minutos más continuó llamando a su hermana hasta llegar a otra de las encrucijadas con señalamiento.

- ¿Y si se desvió y tal vez la dejé atrás? – se preguntó, mirando hacia el camino por donde vino. – Quizás deba volver a buscarla.

Eso sería lo ideal... pero la verdad, aunque no lo admitiera de dientes para afuera (menos delante de Itsuki, para no quedar como otra gatita asustadiza), adentrarse en ese bosque y sin luz, le resultaba un poco aterrador. No tanto por la posibilidad de que hubiera fantasmas (eso no eran más que supersticiones para niños), sino en caso de que alguien quisiera aprovechar de propasarse con ella. Eso sí podría ser un peligro real.

- No, seguro que ella está bien. Quizás sea mejor quedarme y esperarla aquí... ¿pero si le pasó algo?

Alguien de pronto le tocó por encima del hombro.

- No molestes. – dijo ignorándolo. – Quizás sea mejor que vuelva en caso de que se haya perdido.

Volvieron a tocarle el hombro.

- Que no molestes. – volvió a decir sin voltear. – Aunque no sé cómo la voy a buscar sin luz, y podría terminar perdiéndome de nuevo.

Por tercera vez, le tocaron el hombro.

- ¡Te digo que no molestes! ¿No te das cuenta de que...? – La voz se le cortó al instante, y todo el color de la cara se le blanqueó al instante.

- ¡QUIERRRO BEBERRR TU SANGRRRREEEEE!

No supo si fue porque el disfraz era muy convincente, por lo tétrico de la oscuridad, o por lo cerca que estaba, pero el vampiro de dientes afilados que tenía enfrente al instante hizo que se quedara petrificada, sin poder hacer ni un movimiento ni emitir ni un sonido. Se quedó simplemente mirándolo allí, hasta que el cuerpo le volvió a responder.

Y solo había una respuesta natural.

- ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHH!

Gritar como niña y salir corriendo. No le importaba a donde, solo quería alejarse, de esos sustos, del bosque y de todos. Este campamento ya no estaba resultando nada divertido.

- ¡Oye, espera! ¡Tomaste el camino equivocado, vuelve!

Pero Nino no le puso atención. Simplemente corrió lo más rápido que pudieron llevarla sus piernas. La adrenalina la tenía a tope, y no se fijó por donde iba y para cuando se dio cuenta parecía haberse desviado del camino, y escuchaba unos quejidos muy escalofriantes que hacían eco en el bosque.

- Dios... ¿y si Itsuki tenía razón? ¿Y si de verdad este bosque está encantado?

Mirando a todas partes, vio un claro y se sintió esperanzada. ¡Allí estaba la salida del bosque! Sin pensarlo dos veces corrió hacia allá, para poder encontrar el camino.

- ¡Detente, es peligroso ir por allí! – gritó de nuevo la voz del vampiro que la asustó antes, pero ella no le puso atención. Había algo familiar en ella que no podía ubicar, pero en ese momento no podía pensar en eso. Simplemente siguió corriendo hacia la aparente salida del bosque...

Solo para que su alivio se tornase en terror cuando se dio cuenta que estaba corriendo directo hacia un barranco. Apenas el cuerpo logró detenérsele cuando dio el paso justo en el borde, pero eso fue demasiado tarde. Estaba tan oscuro que no se podía ver el fondo, debía ser una larga caída.

- "Voy a caer... ¡me voy a matar!"

Y justo antes de precipitarse por el abismo, una mano firme, pero cálidamente familiar, la sujetó por la muñeca, y de un tirón la sacó del peligro. Dicha mano se mantuvo sujetándola en tanto la otra la asía por el hombro, dándole una extraña sensación de seguridad, mientras trataba de relajarla a la vez que ella poco a poco controlaba su agitada respiración.

- Cuidado con ese escalón, señorita. Es muy alto.

Esa voz, y esa forma de bromear... no podía ser... ¿de verdad era él?

- ¿K-Kintarou-kun? – preguntó temblorosa, dándose finalmente la vuelta para encarar a su salvador. Notó que ya no traía la capa de vampiro, y de inmediato se quitó la larga peluca negra y unos dientes de vampiro falsos. Ahora podía reconocerlo mejor.

- Lo siento, fue mi culpa. – le dijo rascándose detrás de la cabeza. – Te habías detenido y como no te acercabas, pues decidí salir. ¿Te asusté demasiado?

- ¡No, no, para nada! – exclamó ella frenéticamente, aunque sabía que estaba mintiendo, y luego empezó a juguetear con sus dedos. – G-gracias por salvarme.

- No fue nada. – dijo él. – Pero oye, ¿por qué estás aquí sola? Se supone que esto es en parejas, ¿no?

- Mi hermana se espantó y nos separamos. – explicó la segunda quintilliza. – Llevo buscándola hace rato, pero no la encuentro, y empiezo a preocuparme.

- Ya veo. – asintió él. – ¿Quieres que te ayude a buscarla? Mejor asegurarnos que esté bien.

Nino aceptó la oferta gustosa. No le apetecía nada la idea de dar vueltas en ese bosque completamente sola, pero si estaba con él, podía sentirse mucho más tranquila.

...

Después de explicarle a Kintarou lo que había pasado, cómo Itsuki se asustó atrás con Fuutarou y Yotsuba y por eso había salido corriendo sola, el rubio no pudo evitar reírse un poco de eso. Según le dijo, sabía que su primo era un tipo mala cara, pero no creía que fuese tan aterrador. Y tampoco se tragaba que la otra hermana de Nino fuese a espantar a nadie, menos una de las suyas.

- Itsuki siempre ha sido muy asustadiza. – dijo Nino. – Aunque de verdad me preocupa, tenemos que encontrarla rápido.

- Tal vez debamos separarnos para cubrir más terreno. – sugirió Kintarou. – Así tardaremos menos.

- ¡No! – exclamó Nino, involuntariamente agarrándole el brazo. El chico se sorprendió por esto, pero no tanto como la propia Nino al darse cuenta de su acto reflejo. – L-lo siento. Mejor no nos separemos, ¿sí? Para evitar perdernos más.

El chico se encogió de hombros, pero aceptó sus razones y continuaron caminando mientras llamaban a Itsuki. No recibieron respuesta más que alguno que otro eco de sus propias voces, forzándolos a seguir buscando a la antigua, y a medida que seguían pasando los minutos, Nino se ponía más impaciente y a la vez preocupada.

- "Al menos puedo pasar un rato con él." – pensó la chica.

Si había un lado positivo era que incluso un bosque tenebroso como este no eran tan mal sitio si estabas en compañía de un chico que te gustaba. Eso la ayudaba a mantenerse relajada a la vez que se concentraba en buscar a su hermana. Si no fuera por lo serio de la situación, le gustaría aprovechar para conversar con él.

Ya sabía algunas cosas por su primer encuentro, pero se moría por conocerlo más a fondo.

...

La panadería de los Uesugi no estaba viendo mucha clientela aquel día, así que Nino se sentía un poco aburrida. El trabajo en sí mismo no era malo, y la señora Uesugi resultó ser alguien muy agradable, no solo por ser totalmente diferente de su hijo, sino que además era una buena jefa de local, siempre mostrándose abierta y comprensiva con sus empleados. Ahora tendría un lugar dónde podría trabajar durante las vacaciones para pasar el tiempo y para ganarse algo de dinero propio.

Pero igualmente, eso no quitaba que fuese un poco aburrido en los días lentos, especialmente al tener que estar esperando junto a la caja registradora a que entrase alguien, por lo cual cuando sonó la campanilla de la puerta, sintió un gran alivio.

- Bienvenido, ¿en qué puedo...? – se interrumpió a sí misma al darse cuenta que quien entraba era Fuutarou. – Ah, solo eres tú.

- Un poco más respeto con los clientes, ¿no? – replicó él secamente. Nino quiso gruñirle algo, pero técnicamente eso era verdad, así que se forzó a sonreírle tratando de disimular.

- P-perdón... por eso. ¿En qué te puedo servir? – dijo tratando de no apretar demasiado sus dientes.

- Voy a pensar un poco en lo que quiero hoy. – respondió él. – Mientras tanto, aquí hay alguien más que creo que querías ver.

Se apartó para dejar pasar a quien venía detrás, y para sorpresa y deleite de la Nakano, rápidamente reconoció ese pelo rubio salvaje. Pero al verlo más de cerca pudo apreciarlo mejor: esos ojos ambarinos, y esa sonrisa pícara tan cautivadora hicieron que se le acelerase el corazón al instante.

- Hola, hola, ¿entonces es verdad? – dijo mientras se acercaba al mostrador de la caja. – ¿Eres una de las hermanas de Yotsuba?

- ¿Eh? Ah... sí, c-claro que lo soy. – respondió Nino, tratando de controlar sus nervios ante la cercanía. – Soy Nino, Nino Nakano.

- Nino, ¿eh? Qué lindo nombre. – respondió él. – Bueno, supongo que mi primo ya te lo habrá dicho, pero igual mi nombre es Kintarou Uesugi. ¿Es cierto lo que dijo Fuutarou, que son cinco hermanas idénticas?

- Sí, c-claro que sí. Aunque c-claro que sería m-mejor si nos vieras a t-todas.

Hablaba tartamudeando, pero no podía evitarlo; estaba demasiado nerviosa. Tanto así que ni se percató de que Fuutarou, aparentemente dándose cuenta de que salía sobrando en esa conversación había desaparecido de la vista. No que eso le importase demasiado, pero ahora... no sabía de qué hablar con Kintarou. ¿Qué le podría decir?

- Si no te viera ahora, casi creería que me estaban tomando el pelo, de verdad tú y Yotsuba se verían idénticas si no fuera por el color y largo del pelo. – dijo Kintarou. – Aunque viéndote bien, tú tienes algo... diferente.

- ¿Diferente? ¿En qué sentido?

- No sabría decírtelo. – dijo Kintarou, con la mano en el mentón. – Pero bueno, ya que estoy aquí, ¿qué tal si aprovechamos de conocernos? ¿Quieres contarme un poco sobre ti?

- C-claro. ¿Qué quieres saber? ¡Pregúntame lo que quieras!

Lo siguiente fue Kintarou haciéndole las preguntas típicas: su edad, dónde estudiaba, pasatiempos, planes que tenía, etc., y ella estuvo más que feliz de responderle a todo. Parecía un chico realmente encantador y divertido, lo que le sumó todavía más puntos en su libro a la segunda hermana Nakano.

- Debes ser muy buena cocinera si la tía Kazane te puso a trabajar aquí. – le dijo. – Tiene los estándares muy altos en esa área, y muy pocos la igualan.

- E-eso me han dicho. – Nino empezó a enrollarse el dedo alrededor de uno de sus listones. – Bueno, ya hablamos mucho de mí, ¿qué tal si me cuentas sobre ti?

- Jaja, con gusto. Bueno, para información básica, tengo la misma edad que mi gruñón y estudioso primo, ya que nacimos el mismo día, aunque con dos horas de diferencia...

...

Aunque aquella "información básica" satisfizo la curiosidad de Nino en ese momento, lamentó que los nervios la hubiesen traicionado para no preguntarle otras cosas. Había tanto que quería saber de él, y ahora que estaban a solas, podría ser una buena oportunidad. ¿Se atrevería a preguntarle?

- Oye, Kintarou-kun. – le preguntó. – Cuando termine este viaje... supongo que volverás a tu casa, ¿verdad?

- ¿Eh? Ah sí, tendré que volver... para mi infortunio.

Por alguna razón al decir esto el semblante del chico cambió. Su sonrisa se había apagado y su voz sonaba inusualmente seria. Nino estaba dividida entre la curiosidad, y el respeto en caso de haber tocado un nervio sensible. ¿Se atrevería a preguntar?

Mejor no, pensó la chica. Podría reservar eso para otra ocasión, y así no arruinar el momento.

- Hmmm... y dime, ¿puedes venir de visita a menudo? – preguntó finalmente.

- No sé si pueda. – dijo él. – El último trimestre antes de las vacaciones de invierno será un poco pesado, así que estaré ocupado. Aunque tal vez podríamos vernos en Navidad.

- Eso sería genial. – dijo la Nakano ilusionada. – Por cierto, no había podido darte mi correo o teléfono para ponernos en contacto.

- Suena bien. – dijo él empezando a buscar entre sus bolsillos, solo para detenerse de pronto y reírse algo nervioso. – Ah, caray, creo que dejé mi celular en el albergue.

- Y el mío sin batería. – refunfuñó la chica. – ¿Podemos intercambiar cuando volvamos más tarde?

- Seguro. Aunque me sorprende que no se lo hayas pedido a Fuutarou todavía.

Nino volteó la mirada e hinchó las mejillas. – Él y yo... no nos entendemos muy bien. La verdad es que me sorprende que alguien como él sea pariente de un chico tan guapo y genial como tú.

- Jajajaja, a mí también me cuesta creerlo a veces. – dijo él, aunque de pronto dejó de reírse. – Aunque, él no siempre fue un amargado que solo le importa el estudio, ¿sabes?

- No me digas. – replicó ella, claramente sin tragárselo.

- No, lo digo en serio. Cuando éramos más pequeños, él y yo éramos cómplices de travesuras muy a menudo. Con decirte que él también se hacía estas pintas igual que mi tío y yo.

La última parte la dijo pasándose una mano por su pelo rubio para enfatizar su punto, y eso hizo que un pensamiento viniera a la mente de Nino. Aquella foto que Fuutarou tenía en su libreta y que no quería que le vieran... ¿entonces no era de Kintarou? ¿Sería él mismo?

- ¿Eran muy cercanos ustedes dos? – preguntó la chica luego de salir de su ensimismamiento.

- Oh, sí. Lo creas o no, si no fuera porque nacimos de padres diferentes, él y yo a veces podríamos haber pasado por hermanos gemelos. Claro, nada como ustedes cinco, pero de vez en cuando lo lográbamos. Jaja, sí, era muy divertido, esos eran muy buenos tiempos.

A Nino le costaba imaginarse eso. Ese cerebrito serio y amargado que a sus ojos no tenía ningún encanto, y no podía entender por qué Ichika y Yotsuba se veían tan interesadas en él, era difícil de creer que pudiesen pasar por gemelos. La chica lo achacó a que Fuutarou casi nunca sonreía a diferencia de Kintarou, esa perpetua mueca de enojo no le hacía ningún favor.

- ¿Y qué pasó? – volvió a preguntar la chica, esta vez con algo de miedo por tocar un nervio sensible, pero la curiosidad le ganaba.

- Pues supongo que lo que nos pasa a todos, crecimos. – dijo él, ya no tan risueño. – Eso y que tuve que mudarme por el trabajo de mi viejo. Él es oficial de policía, así que cuando fue transferido a otra estación, tuve que irme con él me gustase o no. Creo que por eso terminamos distanciándonos un poco.

- Creo que entiendo a lo que te refieres. – dijo Nino, simpatizando con lo que decía. – Antes yo y las demás éramos mucho más idénticas, verdaderas quintillizas. Pero después de que murió mamá, muchas cosas pasaron, y ahora... también siento que nos hemos distanciado.

- ¿Por qué dices eso? Ustedes todavía viven juntas, ¿no?

- Sí, pero... no lo sé. Ahora somos tan diferentes que ya no estamos de acuerdo en todo como antes. También discutimos y peleamos con más frecuencia, y eso me duele. ¿Por qué las cosas tuvieron que cambiar? ¿Por qué no podemos volver a ser como antes? Siempre me pregunto eso.

- Oye, pedir que las cosas no cambien es como pedirle al tiempo que se detenga. – dijo Kintarou en tono muy serio. – Simplemente no puedes evitarlo.

- Lo sé, pero no quiere decir que eso me guste. – dijo la chica, algo enfurruñada. – De hecho, ¿sabes por qué Yotsuba es la única que se fue a Asahiyama? Ella reprobó los exámenes de recuperación en Kurobara y fue expulsada. Y es por eso que papá estuvo buscándole tutores todo el tiempo.

- Y así fue como mi primo fue contratado para el trabajo, ¿no? – dijo Kintarou, a lo cual Nino asintió antes de proseguir con su relato.

- Yo y las demás estuvimos a punto de decir que habíamos hecho trampa, para que nos transfirieran a todas juntas... pero Yotsuba nos delató y dijo que estábamos mintiendo por ella. ¿Es que no entendía lo que hacíamos? Le prometimos a mamá que pasara lo que pasara siempre estaríamos juntas. Las cinco somos parte de un todo. Siempre ha sido así desde antes de que naciéramos. ¿Es que ella no lo entendía?

Todavía seguía muy molesta por eso. Las cosas en su escuela no eran lo mismo desde que Yotsuba se había ido, siempre se sentía su ausencia y eso la ponía de mal humor. Si por ella fuera, no le habría importado ser expulsada también, o incluso reprobar el año entero si las cinco podían seguir juntas. Encima, tampoco le agradaba pensar que ella quisiera pasar tiempo con ese amargado de Fuutarou, y solo lo soportaba bajo la promesa de que él pudiera levantarle sus notas lo suficiente para que pudiera regresar.

- Lo que dices es realmente admirable. – dijo Kintarou. – Se nota que te importan mucho tus hermanas. Pero dime, ¿no has pensado cómo se sentiría Yotsuba respecto a eso? ¿Por qué no quiso que ustedes la siguieran?

Nino le echó una mirada de reojo al rubio. Su expresión se había tornado seria y por un segundo, alcanzó a ver el rostro de Fuutarou en él. Eso apaciguaba un poco sus dudas del parentesco.

- No conozco mucho a Yotsuba todavía, pero si tuviera que adivinar... creo que lo hizo para evitar convertirse en un lastre para ustedes cuatro. – le dijo. – Quizás lo hizo porque las quiere, y no quería que todas pagaran por los errores de una sola. Dime, ¿qué habrías hecho tú estando en su lugar?

Nino abrió la boca, pero se quedó sin pronunciar ni una palabra. Habría estado a punto de decir que ella habría aceptado la decisión de las demás si fuese para estar juntas, cuando se dio cuenta de que en realidad no habría sido capaz de hacerlo. De hecho, siendo tan testaruda como era (y era plenamente consciente de ello, por mucho que le pesara), seguramente habría sido más vocal al respecto, a diferencia de Yotsuba que esperó casi hasta último momento para delatarlas, y quizás solo porque no aguantó más el cargo de conciencia.

- Supongo que habría hecho lo mismo. – dijo finalmente en tono solemne. – Qué digo, cualquiera de nosotras lo habría hecho. Ninguna querría que las demás sufrieran o tuvieran problemas por culpa suya.

- ¿Ya lo ves? – El rubio volvió a sonreír. – Y si te preocupa estar separadas mucho tiempo, puedes estar tranquila. Mi primo puede ser un amargado, pero si de estudios se trata, no hay nadie más confiable que él. Ya verás que este año pasará volando y Yotsuba volverá con ustedes antes de que te des cuenta.

- Espero que tengas razón. – dijo Nino. Seguía sin caerle bien el peliazul, pero todas estaban contando con él para que Yotsuba pudiera volver a su antigua escuela con ellas. No les podía fallar.

De pronto, la interesante conversación se les vio interrumpida por unos quejidos que venían desde el bosque. Nino por un momento casi se sobresaltó, e involuntariamente se aferró al brazo de Kintarou. Este, captando la indirecta se puso enfrente de ella de manera protectora (qué galante) y la hizo sentirse más tranquila.

- Espera, esa voz suena como... ¿Itsuki? ¡Itsuki!

- ¿Eh? ¿Quién...? ¿Quién anda ahí? – replicó la voz, y efectivamente la reconoció como la de su hermana. Todavía sonaba muerta de miedo.

- ¡Itsuki, por acá, deprisa! – empezó a llamarla, y tanto ella como Kintarou empezaron a correr en su dirección.

- ¡NO SE ME ACERQUEN! ¡ALÉJENSE DE MÍ, ESPÍRITUS MALIGNOS!

Lo cual resultó ser un grave error. A diferencia de Nino, Itsuki debía estar tan muerta de miedo que no reconoció la voz de su hermana, y en cuanto los oyó acercarse volvió a salir corriendo, gritando y lloriqueando. El lado positivo era que al menos eso les decía dónde estaba y les facilitaba seguirla, pero rápidamente se dieron cuenta de otro problema...

- ¡Esto es malo! ¡Va directo hacia el barranco! – exclamó Kintarou al percatarse de la dirección a donde iba.

- ¡Detente, Itsuki! ¡Te vas a caer! – le gritó Nino.

- ¡LÁRGUENSE, NO ME SIGAN! – siguió gritando la pelirroja.

Nino y Kintarou apretaron el paso, tratando de detener a Itsuki. La zona por donde iba estaba mucho más oscura y el riesgo de caer por el barranco por no verlo era todavía mayor.

- ¿Eh? Ah... ¡ah, aaaaaaaaaaaaahhh!

- ¡CUIDADO!

Itsuki apenas había podido frenarse con las puntas de los pies al borde, y empezó a agitar los brazos haciendo aspavientos tratando de equilibrarse. Un segundo más tarde y tal vez se habría ido de cabeza, pero afortunadamente, cada uno logró agarrarla por un brazo y entre los dos lograron evitar que se cayera, justo cuando la frágil tierra del borde cedía bajo los pies de Itsuki y estos quedaban suspendidos sobre el oscuro abismo.

- ¡Nino, a la cuenta de tres! – dijo Kintarou. – Uno... dos... ¡tres!

Con la fuerza combinada de ambos sacaron a Itsuki del precipicio, quedando los tres de sentón. Tanto Nino como Kintarou respiraban agitadamente, mientras Itsuki todavía seguía lloriqueando, sin haber superado del todo su susto hasta que finalmente levantó la mirada y vio a su hermana.

- ¡Nino! – exclamó, lanzándose a abrazarla. – ¡Me sentía tan sola, estaba tan asustada!

- Ya, ya, hermanita. No hay nada qué temer, ya estás a salvo. – dijo la segunda hermana.

De momento era mejor quedarse así, al menos hasta que su pequeña hermana se calmara lo suficiente para que pudieran volver. Ese había sido un tremendo susto para las dos, pero afortunadamente, ya había pasado.

...

Unos minutos más tarde, Kintarou las escoltó de regreso al camino, aunque tuvo que devolverse un momento para recuperar su capa de vampiro, que se le había atorado en unos arbustos cuando correteó a Nino. Las dos hermanas le estaban profundamente agradecidas por haberlas salvado de caerse por ese barranco.

- Pido disculpas por las molestias que te causamos. – dijo Itsuki.

- Especialmente tú. No habría tenido que tomarse esas molestias si "alguien" no hubiese salido corriendo sola. – dijo Nino. Itsuki hinchó las mejillas por el comentario, pero Nino la ignoró. – Pero en serio, muchas gracias, Kintarou-kun. Nos salvaste la vida a las dos.

- Vamos, señoritas, que me sacan los colores. – les dijo él con modestia. – Ya les falta poco para salir, solo no se separen ni vuelvan a salirse del camino, ¿está bien?

- No lo haremos. – aseguró Itsuki.

- ¡Nos vemos luego! – se despidió Nino.

Y con eso, las dos hermanas retornaron al sendero de la prueba de valentía. Ahora que ya estaban juntas de nuevo, Nino agarró a su hermana con mucha más fuerza, para asegurarse de que no se le volviera a escapar hasta que salieran de allí.

- Qué nochecita, ¿verdad? – dijo Nino.

- Una de las peores que he tenido. – dijo Itsuki. – Estoy muerta de miedo, ¡y casi me mato literalmente! ¿Cómo puedes estar tan tranquila?

- No lo estoy, solo que puedo disimularlo mejor. – admitió Nino. – De verdad, tú me hiciste pasar el mayor de los sustos. Me tenías muy preocupada.

- Lo siento. – se disculpó la pelirroja.

- Bueno, aunque todo tuvo un lado positivo. – sonrió la segunda hermana. – Pude volver a ver a Kintarou-kun y hablar un poco con él.

- Qué suerte tuviste. – La hermana menor también sonrió. – Mejor démonos prisa, quiero salir de este bosque lo más rápido posible, y además me muero de hambre.

- Bueno, en ese caso te prepararé algunos bocadillos. Y también a Kintarou-kun; debo hacer hacerle algo especial por salvarnos.

Las dos hermanas continuaron sin decir ni una palabra. Afortunadamente solo quedaba un punto de control más, aunque esta vez no hicieron más que sobresaltarse ligeramente. No sabían si fuese porque el chico que trató de asustarlos tenía pintas de niño bonito en lugar de un espanto, o porque tras casi caerse por el barranco y vivido para contarlo ya no iban a asustarse tan fácilmente.

Aunque para Nino, valió la pena haberse dado esos sustos, porque tuvo la oportunidad de darse un pequeño deleite con el chico que le gustaba, y definitivamente le iba a dar algo especial para agradecerle. De hecho, tal vez lo haría por partida doble, por cada una de ellas.

Con recuerdos como ese, Nino deseaba que el campamento pudiera durar para siempre, así tal vez podría pasar más tiempo con él y conocerse todavía más.

Esta historia continuará...

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