Extra: Itsuki, su madre y su futuro
En cierta escuela secundaria...
- ... de esta forma, la intersección de las gráficas nos dará la solución para este sistema de inecuaciones. Bien, eso es todo. Para mañana quiero que lean desde la página 247 hasta la 259, y continuaremos desde allí. ¡De pie, saluden!
- ¡Muchas gracias!
El rumor provocado por los estudiantes que abandonaban el aula hizo eco por todas partes. Itsuki se sintió muy aliviada de que por fin había terminado. Este trabajo como asistente de profesora en cursos intensivos realmente era duro, a pesar de estar actuando como un simple apoyo.
Hoy había sido algo diferente; Shimoda le había puesto a dar la clase a ella casi en su totalidad. Afortunadamente al ser material de secundaria, lo tenía bien internalizado, y no le resultaba tan difícil de transmitir a los demás alumnos.
- Uff, Dios, eso fue agotador. – dijo mientras se tocaba el pecho.
- Estuviste muy bien, Itsuki-kun. – la felicitó Shimoda. – Nada mal para ser la primera clase que das por ti sola.
- Qué va. No lo podría hacer si no fuera por usted, Shimoda-san. Realmente aprecio mucho todo lo que me ha estado ayudando.
- Al contrario, yo debería agradecerte a ti. – replicó la mujer de gafas. – Tener una asistente aligera mucho la carga de trabajo, y más tratándose de una tan dedicada como tú.
Itsuki sonrió. Desde poco después que se conocieron, Shimoda la había contratado a tiempo parcial como asistente, ayudando a estudiantes de secundaria que necesitaban recuperarse. Hoy la puso por primera vez a dar una clase ella sola, y a pesar de sentirse muy nerviosa al inicio, logró calmarse solo con hacerse una simple pregunta: "¿Qué haría mamá en este momento?"
- Bueno, ya son casi las cinco de la tarde. – dijo la mujer mirando el reloj. – No es muy temprano para cenar, así que ¿quieres ir a comer algo?
- Eso suena bien. – dijo la pelirroja. – De hecho, ¿qué le parece si hoy invito yo? Conozco un buen lugar.
...
Minutos más tarde, las dos estaban sentadas en una mesa dentro de cierto establecimiento de comida italiana. Era una suerte que Itsuki hubiese trabado amistad con los dueños, y se había vuelto cliente regular allí desde el mes pasado.
- ¡Hmmm! No soy conocedora de la comida italiana, pero esto está divino. – decía Shimoda, aún con el tenedor en la mano.
- Se lo dije. – repuso Itsuki. – La comida aquí es muy buena, y los chefs a cargo son muy amables.
Habían pedido un gran plato que según el menú se llamaba "Fettuccini al Curry Naporitan". Un plato de pasta que usaba curry en lugar de la tradicional salsa italiana, y además usaba la pasta preparada al estilo Naporitan de Yokohama, detalles que la convertían en una excelente combinación de comida japonesa y europea. De lo mejor que Itsuki había comido en su vida, y eso había convertido este establecimiento en su favorito en tiempo récord.
- Me sorprende que sean tan jóvenes. – dijo la mujer. – Apenas egresados de la preparatoria, ¿y ya dirigen su propio restaurante?
- Lo sé. – dijo Itsuki, antes de suspirar. – Debo admitir que me siento un poco celosa. Son verdaderos profesionales, y eso que solo son un par de años mayores que yo.
La menor de las Nakano no pudo evitar sentirse algo triste. Pese a lo mucho que se esforzaba, a veces apenas sí sentía que avanzaba en su sueño. De hecho, hasta que conoció a Shimoda tampoco sentía tener a nadie que estuviera dispuesto a apoyarla, o que creyera en ella lo suficiente como para alentarla.
- Oye, no te deprimas. – dijo Shimoda, colocándole una mano sobre la suya. – Todos avanzamos a nuestro ritmo. Y tú lo estás haciendo muy bien, no te habría contratado si ese no fuera el caso. Puedo ver mucho de tu madre en ti.
Eso hizo sonreír a la pelirroja. Shimoda era una de las pocas personas con quien podía hablar de su madre de esa manera, y ser comparada con ella de manera tan positiva significaba mucho para ella.
- Sabes, me gustaría que me contaras un poco más sobre ella. Yo ya te conté mucho sobre cómo fue cuando era mi profesora, pero me gustaría saber más de su otra cara. La Rena Toraiwa madre.
Toraiwa. Hacía años que no escuchaba a nadie referirse a su madre por ese apellido. Ahora todos la recordaban mayormente como "Rena Nakano" debido a haberlo adoptado tras casarse con su actual padre, igual que todas ellas. Al parecer, fue una forma de desligarse aún más del hombre que las había abandonado antes de nacer.
- Mamá... la verdad no sé cómo se las arreglaba con nosotras cinco a la vez. – dijo Itsuki con tono nostálgico. – No debía ser fácil, tenía que trabajar muy duro para poder sostenernos. Pero a pesar de todo, siempre nos sonreía, nos recordaba lo mucho que nos amaba, y lo feliz que estaba porque nosotras estuviéramos siempre sanas.
- Me habría encantado poder ver esa sonrisa en su rostro. – comentó Shimoda. – Tú y tus hermanas fueron realmente muy afortunadas.
- Lo sé. – asintió Itsuki. – Recuerdo una vez, que llegó a casa muy cansada, y le pregunté si estaba bien. Ella me dijo que sí, pero... había algo en su mirada que me dijo que no era así. Creo que en ese entonces estaba empezando a enfermarse por trabajar demasiado.
»A menudo me preguntaba qué podía hacer por ella. Siempre fui la menor, la bebé de la familia a quien todas tenían que cuidar. Y eso nunca me gustó del todo. Yo quería ser algo más. Quería poder hacer algo para aliviarle la carga a mamá, que no sufriera tanto ni tuviera que preocuparse por nosotras. Pero no sabía cómo ser tan fuerte como ella.
Incluso después de que su madre murió, de una u otra forma sus hermanas siempre estaban cuidando de ella. Ichika era la líder que velaba por todas por ser la mayor, Nino se ocupaba de los quehaceres del hogar y de preparar la comida para todas (especialmente para ella), Miku era la que ofrecía un oído para escucharle sus problemas sin juzgarla, y Yotsuba era la que actuaba para defenderla cuando alguien se metía con ella físicamente.
¿Pero qué podía hacer ella, Itsuki? Lo único que se le ocurría era tratar de imitar a su madre, pensar en cómo actuaría si estuviera ahora con ellas. Actuar para mantener la armonía entre todas cuando había desacuerdos o disputas. ¿Pero lo había logrado?
- Shimoda-san, antes usted dijo que mi madre era estricta, pero justa con sus alumnos. – dijo Itsuki. – ¿De verdad usted piensa que puedo llegar a ser como ella?
- Ya te lo dije antes; está bien que tomes a tu madre como modelo, y que quieras seguir sus pasos. – dijo la mujer en un tono muy serio. – Pero no debes perder tu propia identidad en el proceso. Mírame a mí; yo me convertí en profesora como ella, pero no lo hice tratando de imitarla. Y tú tampoco deberías hacerlo.
- Lo sé, es lo que usted me ha dicho desde el primer día. – replicó Itsuki, tratando de no enfurruñarse. Admitiéndolo, le molestaba un poco el constante recordatorio.
- Bueno, solo quiero asegurarme de que te lo grabes. – se defendió la mujer. – Como ya te dije, no tiene sentido querer convertirte en una versión de segunda clase de otra persona, aunque se trate de tu propia madre. Debes encontrar tu propio nicho y método de enseñanza. Recuerda que tú no eres Rena Toraiwa, eres Itsuki Nakano.
Itsuki volvió a mirar a la mujer. Parecía que siempre sabía que debía decirle, y al mismo tiempo lo hacía que sonara como lo que quería escuchar. En ese momento, realmente se notaba que había sido alumna de su mamá.
- Además aún eres joven; solo porque quieras pensar en el futuro no significa que no puedas gozar del momento. – prosiguió. – No te fuerces a madurar demasiado rápido.
- Sí, creo que en eso tiene razón.
Itsuki se relajó un poco respecto a eso. Admitiéndolo, uno de sus mayores problemas era que constantemente se forzaba a actuar como su madre, o trataba de pensar cómo actuaría ella en tales situaciones. Eso lo reflejaba en su forma de hablar y comportarse, aunque ocasionalmente dejaba salir atisbos de su verdadera personalidad. En el fondo, ella también quería divertirse, salir con chicos, disfrutar de la vida. ¿Sería posible equilibrar ambos aspectos?
- Mi scusi? – les habló de repente una voz nasal. Un muchacho alto y regordete de pelo castaño alborotado acababa de acercarse a su mesa. – Perdón por interrumpirlas, solo quería saber si disfrutaron de su comida.
- Oh, por supuesto, Isami-kun. – aseguró Itsuki. – Excepcional como siempre, no esperaría menos de ustedes. (*)
- Qué bueno. – dijo el muchacho. – ¿Desean algo más, un postre o tal vez algo de tomar?
- Oh, no, yo ya estoy llena, pero muchas gracias. – aseguró Shimoda, mientras se frotaba el estómago. – Este es un gran lugar, tengan por seguro que los recomendaré a mis colegas.
- Hoy quisiera probar cannolis, si eres tan amable de empacarlos para llevar. – pidió Itsuki.
- Enseguida. ¡Niichan, una orden de cannolis!
Mientras el joven se marchaba, Itsuki volvió a mirar a Shimoda, que había dejado ya su semblante serio y volvió a sonreírle jovialmente.
- Bueno, supongo que ya puedo retirarme. – dijo mientras se ponía de pie y cogía su bolso. – ¿Podré contar contigo la próxima semana?
- Uff, de verdad lo siento, pero creo que no. – se disculpó la chica. – Los exámenes finales ya están muy próximos y necesito estudiar. Es probable que necesite pedirle ayuda al tutor de mi hermana.
- Entiendo. – Shimoda se acomodó sus gafas con seriedad. – Esfuérzate mucho entonces. Y te agradezco mucho que me hayas invitado a comer hoy.
- No es nada. Es lo menos que podía hacer, luego de que le hice gastar tanto aquella vez.
La mujer se rio, restándole importancia. Siempre lo hacía cada vez que Itsuki lo mencionaba, ya que después de todo el día que se conocieron, ella se había comido cada postre del menú y la cuenta no debió salirle nada barata. Por eso quiso compensarla invitándola esta vez.
Itsuki vio como Shimoda abandonaba el restaurante, y se quedó esperando su postre para pedir la cuenta. Mientras lo hacía, no dejó de pensar en sus palabras; acerca de que no debía intentar convertirse en su madre, ya fuese como persona, o como profesora. Que debía ser más ella misma.
- "Ser yo misma... ¿será suficiente para ser una buena profesora algún día?"
La menor de las Nakano tenía la certeza de que su yo actual no estaba a la altura para ser una profesora como la que aspiraba a ser. Eso significaba que tenía que esforzarse, madurar y crecer más para llegar a serlo. Pero tal como dijo Shimoda debía hacerlo a su ritmo.
Después de todo, ella no era un prodigio en su campo como los hermanos dueños de este establecimiento.
...
Habiendo salido del restaurante, Itsuki se dirigió hacia la parada del autobús para tomar el transporte de regreso a casa. Ya era un poco tarde para caminar y no quería andar sola por las calles, así que mientras esperaba el autobús disfrutó de alguno de sus cannolis. Aún no había podido probar todo el menú del restaurante, y hoy había visto que agregaron aún más platos al menú.
- "A ese paso nunca terminaré de probarlo todo." – pensó divertida.
Con el estómago lleno podía ordenar mucho mejor sus pensamientos. Los exámenes de fin de año en la escuela estaban a la vuelta de la esquina, y tenía que estar preparada. Sabía que Yotsuba estaba muy cerca de volver con ellas a su escuela, y no quería ser la única en quedarse rezagada de año una vez que lo hiciera.
- ¿Hmm?
De pronto tuvo un ligero escalofrío. La calle estaba muy sola en ese momento, salvo por los ocasionales transeúntes pasando aquí y allá. Pero Itsuki tuvo la extraña sensación de que estaba siendo observada... y eso no le gustaba ni un poco.
Discretamente, empacó el resto de los cannolis en su bolso, y lo apretó con fuerza. Los pocos transeúntes que se veían caminaban por su cuenta y ninguno parecía haberse fijado en ella, pero Itsuki no lograba sacudirse esa sensación de encima. Por dentro empezó a desear que el autobús llegara rápido para poder irse de allí.
- "No será que... ¿un fantasma está rondando por aquí?"
La pelirroja tragó saliva. Ya se burlaban de ella por asustadiza y "supersticiosa", pero igual, no podía sacudirse esa sensación de encima. Y si la tenía, por algo había de ser. Humano, fantasma o lo que fuera, no quería que se le acercara.
- "Deprisa, autobús, ¡quiero irme de aquí rápido!" – pensó mientras se frotaba las manos tan fuerte que empezaron a calentársele.
Afortunadamente, el autobús llegó en ese momento, e Itsuki pudo subirse rápidamente. Suspiró de alivio una vez que se sentó y el vehículo arrancó, aunque a los pocos segundos se detuvo en un cruce por un semáforo rojo. Sin nada más que hacer, Itsuki miró por la ventana hacia la calle. No había nada fuera de lo usual; era solo la calle, una cerca de arbustos sobre la acera, un poste de luz, y un peatón solitario que se había detenido en la esquina.
Por alguna razón Itsuki se quedó mirando a este peatón. Parecía un hombre bastante mayor, a juzgar por su calva brillante y su espesa barba canosa. En la mano tenía una piruleta que parecía comer tranquilamente. A ella no le habría importado comerse una, aunque le dijeran que eran para niños, pero ver a un hombre mayor comiendo esa clase de dulces... era muy raro, por no decir más.
Y por un fugaz momento pareció voltear hacia donde ella estaba. Fue solo por un instante, ya que justo después la luz cambió y el autobús siguió su marcha afortunadamente para ella. Ya no quería seguir más allí en ese lugar, y sola.
- "Debo estar perdiendo la cabeza." – pensó.
Se frotó un poco los brazos tratando de relajarse. Mejor no le diría nada de eso a las demás. Seguro creerían que se estaba volviendo loca. Había sido un día agotador y con el estrés por sus exámenes de fin de año encima, la mente le estaba jugando malas pasadas.
Nunca llegaría a ser una buena profesora si seguía actuando como una niña asustadiza.
Esta historia continuará...
(*) Si quieren saber cómo se conocieron, leer mi oneshot crossover con Shokugeki no Soma "Visitare un Ristorante".
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