Exámenes parciales

Preparatoria Asahiyama, salón 2-1...

A dos meses de haber comenzado con sus tutorías, entre estudiar y tener que ayudar a Yotsuba cuando se atrasaba o no entendía, Fuutarou andaba ocupadísimo, apenas con tiempo para respirar. Si no fuese porque le estaban pagando muy bien por ello, tal vez ya lo habría dejado hacía mucho. Pero viendo lo poco inclinada académicamente que era la chica Nakano, no les quedaba más que estudiar y repasar a diario.

A mediados de octubre, el profesor anunció que los exámenes parciales iniciarían en dos semanas. Fuutarou volteó a ver por encima del hombro y notó que Yotsuba garabateaba sonriente en su cuaderno. A veces se preguntaba qué tanto fallaba el índice de atención de la muchacha, y qué podría estar haciendo que era más importante que escuchar lo que decía el profesor.

Cuando sonó la campana del descanso, esperó a que se despejara un poco el salón antes de acercársele. Como siempre, notó que le echaban algunas miradas de recelo por andar con ella, pero para entonces ya se había acostumbrado, y toda la clase ya sabía perfectamente que estaba siendo tutor de ella.

- Y bien, ¿cómo estás para los exámenes? – le preguntó seriamente.

- Jejeje, bueno, si no fuera por tu ayuda ahora estaría mucho peor, supongo. – dijo la chica del lazo rascándose detrás de la cabeza. – Aunque si soy sincera... tengo confianza.

- Bien, no es malo ser optimista. – dijo él. – Ya logré que estés al día con los temas, así que ¿puedo confiar en que podrás valerte por ti sola esta semana?

- ¿Por qué? – preguntó Yotsuba sorprendida. – ¿No vas a ayudarme?

- Esta semana estaré algo ocupado después de clases. – explicó él. – Uno de los empleados en nuestra panadería se enfermó y mamá necesita un reemplazo temporal.

- Oh, ya veo. – asintió la chica al comprender. – En ese caso creo que puedo arreglármelas sola. Y si hace falta supongo que también puedo pedirles ayuda a mis hermanas.

- Mientras no te descuides. – dijo él. – De todos modos, reanudaremos las tutorías la semana antes de los exámenes, y tendremos que aumentar el ritmo para compensar. Así que nada de compromisos con clubes deportivos, ¿está claro?

- ¡Entendido, Uesugi-sensei! – dijo la chica haciendo saludo militar con una gran sonrisa.

Fuutarou suspiró. Ya estaba acostumbrándose a esos hábitos suyos, pero no quería decir que le terminaran de gustar. Después que se corriera la voz sobre el partido de basquetbol, otros equipos deportivos se habían mostrado interesados en Yotsuba y quisieron reclutarla, incluyendo los de voleibol y softbol, que le pidieron jugar con ellos para unos partidos amistosos. donde demostró ser igual de buena, si no mejor, en ambas disciplinas. Eso solo iba a acrecentar los intereses de otros clubes que quisieran tenerla en sus filas, y eso le preocupaba.

A pesar de que la chica había dejado claras sus prioridades, Fuutarou no descartaba que alguno de los clubes pudiese tener pocos escrúpulos, para aprovecharse de su disposición a ayudar a quien se lo pidiera. Una cualidad admirable, si lo admitía para sí mismo, pero fácilmente explotable considerando que Yotsuba no era capaz de negarse a menos que se comprometiera con otra cosa primero. En ese sentido, tuvo suerte de haberle dicho preventivamente que tenía que estudiar, de ese modo no se sentiría tan culpable por rechazarlos.

Al menos por esa parte, podía tener la certeza de que la chica Nakano no se iba a tratar de escaquear sus deberes, incluso cuando él no estuviera vigilándola. Si se comprometía a hacer algo, lo cumpliría a cabalidad. Eso lo había podido ver durante las últimas ocho semanas, y no le había dado razones para pensar que dejaría de hacerlo.

Además, unos días de descansar de ella y sus hermanas no sonaban mal. No era que detestara su compañía (excepto tal vez la de Nino e Itsuki, y se imaginó que ellas no objetarían a que él no apareciera en su apartamento por unos días), pero hasta él podía aburrirse un poco de la rutina. A veces necesitaba un cambio de ritmo.

...

Quedando todavía unos minutos antes de la siguiente clase, Fuutarou aprovechó de ir al baño. Sin el murmullo del salón de clase tenía más libertad de pensar en lo que venía. Los exámenes serían la prueba de fuego, el punto de control donde vería realmente qué tan bien había hecho su trabajo y qué tanto habría mejorado Yotsuba.

- "Bueno, considerando que estaba en ceros cuando inició el trimestre, algo tiene que haber mejorado." – pensó.

Algunos dirían que eso sería ser optimista. Para él, eso era simplemente ser realista. Además, él había visto que Yotsuba le estaba poniendo todo su esfuerzo en ello. Había hecho ya casi todo lo que estaba en su mano por el momento, y lo único que le quedaba era ayudarla a repasar durante la semana final antes de los parciales.

- Pareces muy concentrado. – dijo de pronto alguien.

Fuutarou casi se sobresaltó; estaba tan inmerso en sus pensamientos que no se había percatado de que había alguien en el urinal de al lado. Por reflejo volteó a verlo, y se dio cuenta que no era un alumno de su salón, pero tenía aspecto de ser de su mismo año. Llevaba su uniforme con corbata y suéter, y sus ojos y cabello de color claro le daban un aspecto de "niño bonito". Totalmente lo contrario a él.

- Es obvio, los exámenes se aproximan. – dijo él, tratando de ignorarlo. – Si no me concentro reprobaré.

- Dicen los rumores que has estado muy ocupado últimamente. – dijo el chico. – ¿Haciéndole de tutor a una estudiante?

Fuutarou volteó a verlo de nuevo. ¿Era idea suya, o le parecía que el chico echaba chispitas brillantes como en las series donde resaltaban el atractivo? Y también, ¿era necesario que violase su espacio personal de ese modo?

- Me están pagando por ello. – dijo Fuutarou. – ¿Algún problema con eso?

- Oh, no, de ninguna manera. – dijo el niño bonito antes de subirse la cremallera y dejar el urinal para ir hacia el lavabo. – Solo que espero que eso no te distraiga. No quisiera que mi rival baje su rendimiento antes de los exámenes.

Y diciendo eso, habiendo terminado de lavarse las manos, salió de allí, dejando a Fuutarou levantando una ceja.

- "¿Rival? ¿Quién era ese sujeto?" – se preguntó.

(--0--)

Panadería Uesugi...

Contrario a lo que muchos pensarían, Fuutarou no pasaba la totalidad de su tiempo estudiando. Cuando no estaba ocupado con sus deberes académicos, el muchacho buscaba formas de ayudar a su familia, ya fuese consiguiendo trabajos de medio tiempo, o como ahora, prestando un par de manos extra en la panadería de su madre.

Su papá se había llevado a Raiha a pasar el día en el parque de diversiones. Él habría ido gustoso en su lugar si no fuera porque su mamá necesitaba su ayuda, y se ofreció voluntariamente a ello, y aunque se ofreció a pagarle, él se rehusaba rotundamente a ello. Después de todo, ya estaba recibiendo buenos honorarios por las tutorías de Yotsuba y no era que le urgiese dinero extra por el momento. Aunque al final, unos panecillos gratuitos no sonaban como un mal sustituto de efectivo por ayudar en el negocio familiar.

En ese momento se encontraba vigilando la caja registradora mientras su madre colocaba algunas bandejas de pan recién hecho, cuyo olor impregnaba todo el lugar y ciertamente abría el apetito. El chico tenía que recordarse constantemente que era mercancía para vender para resistirse la tentación de comérselo, ya que como a todos le encantaba. Afortunadamente, la campanilla que avisaba de un cliente ayudaba a mantener esas tentaciones a raya.

- Bienvenido, ¿en qué podemos...?

El chico se cortó en seco cuando vio quién, o mejor dicho, quiénes, acababan de ingresar: cinco rostros idénticos aunque con expresiones variando desde alegría y emoción hasta clara molestia por verlo en ese lugar.

- ¡Hola, Uesugi-san! – lo saludó Yotsuba alegremente. Ichika hizo lo propio, y Miku se limitó a alzar la mano.

- Qué sorpresa, Uesugi-kun. – dijo Itsuki, en un tono que era a medias educado y a medias tajante. – El día que elijo para que mis hermanas conozcan el lugar y también estás aquí.

- El local es de mi familia, ¿algo de malo con que les ayude? – se defendió el chico, respondiéndole de la misma manera.

- Bueno, por darles crédito, huele bastante bien aquí dentro. – dijo Nino. En eso se acercó la madre de Fuutarou, que acababa de terminar de acomodar los panes.

- Disculpen, ¿en qué podemos...? ¡Oh, pero si son...!

- ¡Buen día, señora Uesugi! – la saludó Yotsuba. – Itsuki quiso venir a comprar algo de pan aquí, así que aprovechamos de venir todas para conocer el lugar.

- Ya veo. – dijo la mujer, mirando a las cinco hermanas. – Bueno, debo decirlo, es más impresionante verlas a las cinco juntas. Son unas quintillizas muy lindas, si me lo permiten.

Las cinco hermanas reaccionaron de manera diferente al cumplido: Yotsuba e Ichika se rieron halagadas, Nino e Itsuki desviaron la mirada para ocultar su rubor y Miku simplemente se limitó a sonreír. Tras las presentaciones, las cinco se dividieron y se pusieron a mirar por el local en busca de lo que se le antojaba a cada una.

- Qué simpáticas son las hermanas de Yotsuba. – comentó la mujer a su hijo.

- Algunas lo son, otras no tanto. – dijo el chico, ordenando los billetes y monedas en la registradora.

- ¿No será porque les hiciste algo? – preguntó la señora mirándolo de manera acusadora. – ¿O algo que les dijiste?

Fuutarou miró por la esquina del ojo. Sabía perfectamente lo que quería decir su mamá: después de todo, ella estuvo aquel día que Itsuki visitó su panadería por primera vez. Afortunadamente no la espantó y volvió de nuevo a comprarles regularmente, pero no le dejaban de recordar que debería disculparse por los comentarios que hizo. Él les dijo que ya lo había hecho, aunque fue por insistencia de Yotsuba.

En cuanto a Nino, Yotsuba le había dicho que solía ser arisca con los desconocidos, y aunque técnicamente ya no lo fueran, seguía sin caerle bien por razones que escapaban a su comprensión. No sabía cuál era su problema y francamente no tenía deseos de averiguarlo.

Pero hoy, como estaba trabajando y ellas eran clientes, las hostilidades quedaban de lado.

- Llevaré todo esto. – dijo Itsuki acercándose con una bandeja a rebosar. Miku también había venido con una propia, aunque no tan llena.

- Veamos... 4.860 yenes para Itsuki, y 1.320 para Miku, sumaría un total de 6.180. – calculó Fuutarou apenas a vistazo preliminar, sorprendiéndolas a ambas.

- ¿Cómo estás tan seguro? – preguntó Itsuki, mirándolo inquisitivamente.

- Conozco nuestra mercancía. – replicó él. No era muy sorprendente dado que era capaz de hacer operaciones aún más complejas incluso sin usar calculadora. – ¿No es mucho para ti sola?

- Esto es para repartirlo entre todas. – aclaró la pelirroja.

- Aunque te comiste más de la mitad tú sola la última vez. – dijo Miku en tono seco.

Itsuki volteó a ver con ojos de pistola a su hermana, antes de pedir que les dieran cuentas separadas, mientras que Fuutarou tuvo que contenerse la risa y el impulso de decir que no le sorprendía. Tanto ella como Miku cogieron algunos buñuelos y empezaron a comérselos en silencio luego de haber cancelado, mientras se acercaba Nino con su propia bandeja, aunque antes de pagar volteó a ver alrededor.

- Por cierto, ¿dónde está nuestra hermanita honoraria? – preguntó, confundiendo ligeramente a la señora Uesugi por un momento, hasta que cayó en cuenta de a quién se refería.

- ¿Oh, hablas de Raiha? Mi marido la llevó al parque. – explicó.

- Ah, qué lástima. – dijo Nino. – Esperaba poder enseñarle a hacer las galletas como me lo había pedido el otro día.

- Oh, ¿así que fuiste tú quien preparó esas galletas? – preguntó la señora Uesugi, a lo cual Nino asintió. – Debes ser muy buena cocinera entonces.

- No es la gran cosa, puedo hacer mucho más que eso. – dijo Nino con modestia, antes de coger un trozo de pan para comérselo. – Hmm, aunque lo tendría difícil para hacer un pan tan bueno como este. ¿Tienen alguna receta especial?

- Para nada. – dijo Fuutarou. – Es solo que mi señora madre sabe darle su toque personal, y ni siquiera tú podrías replicarlo.

- ¿Oh? ¿Acaso me estás retando? – La chica lo fulminó con la mirada, y Fuutarou casi podría haber jurado que sus listones de mariposa se alzaron amenazadoramente.

- Fuutarou, no es necesario que la provoques. – dijo la señora, tratando de calmar a su hijo.

- Pero solo digo la verdad, mamá. – dijo el muchacho en el tono más educado que pudo. – Comparada contigo sería una amateur.

- ¿Amateur? Apuesto a que podría hacerlo igual, sin ofenderla a usted, señora Uesugi.

- ¿En serio? ¿Por qué no pones tu dinero donde está tu boca, señorita?

En ese momento empezaron a volar chispas entre los ojos de ambos, que estaban prácticamente hechos rendijas. Miku seguía comiendo de manera indiferente mientras Itsuki miraba de un lado al otro como tratando de averiguar cómo detener lo que parecía una bomba antes de estallar.

Afortunadamente, la señora Uesugi se ocupó de cortar la tensión en el aire.

- Ya, ya, por favor cálmense. – les dijo en un tono amable, aunque severo, antes de dirigirse a Nino. – Ya que tienes tanta confianza, ¿te gustaría trabajar aquí a medio tiempo? Siempre nos podría venir bien un par de manos extra.

- Bueno, no lo sé... – Nino empezó a enroscar el dedo alrededor de su listón de mariposa, alternando la mirada entre Fuutarou y su madre. Probablemente estaba considerando la oferta, pero no querría tener que lidiar con él.

- No tiene que ser ahora, pero si aceptas la puerta siempre estará abierta. – dijo la mujer con una sonrisa. – Fuutarou, iré atrás un momento, ¿puedes hacerte cargo?

- Claro, mamá.

La mujer cruzó la puerta que iba hacia la cocina, dejando al chico a solas con las quintillizas. Su mirada se cruzó con la segunda hermana, que le sonrió de una forma bastante inusual, ya que su expresión no se veía tan arisca como de costumbre.

- Tu mamá es realmente agradable. – le dijo. – Ahora veo de dónde sacó Raiha-chan su encanto.

El cumplido hacia su madre y hermanita lo hizo sonreír, al menos hasta que la quintilliza continuó hablando, esta vez con tono burlón:

- Es difícil creer que alguien como tú esté emparentado con ellas. ¿Seguro que no eres adoptado?

- Yo a veces me pregunto lo mismo de ustedes. – dijo él para contraatacar.

Por supuesto, solo se atrevía a decirlo porque tanto su madre como su hermanita estaban fuera del radio de escucha. Una vena brotó en la sien de Nino, aunque Miku e Itsuki parecieron encontrarlo divertido ya que se taparon la boca para disimular la risa. No obstante, la hermana menor inmediatamente cambió la tonada y le recriminó por pensar algo así.

- No molestes, Uesugi-kun. Y ustedes dos, ¿qué tanto se están tardando?

- ¡Es que todo se ve delicioso, Itsuki, no puedo decidirme! – dijo Yotsuba.

- ¿Entonces por qué no compras un poco de todo y ya? – replicó la pelirroja.

- Tenemos otra dieta que seguir. ¿Sí lo sabes? – Esta vez fue Ichika quien respondió.

Esta vez fue el turno de Itsuki de irritarse por el comentario mientras Miku y Nino buscaban disimular la risa. Pasaron unos minutos y finalmente tanto Ichika como Yotsuba vinieron a pagar sus propias bandejas. Si bien no iban tan cargadas como la de Itsuki, entre todas iban a pagarles bastante bien. Mientras la segunda, tercera y quinta hermanas se marchaban del local, la primera y cuarta decidieron quedarse un poco más para conversar con Fuutarou.

- Qué peculiar forma de ocupar tu día libre. – dijo Ichika, apoyando sus manos sobre el mostrador mientras lo miraba fijamente. – ¿No haces nada para divertirte?

- No hay tiempo para eso. – dijo él mientras volteaba después a ver a Yotsuba. – Y tú, ¿has estado repasando como te dije?

- Claro que sí. – aseguró la chica del lazo.

- Puedo ayudarle un poco con las matemáticas, pero el inglés no es lo mío. – comentó Ichika. – Ahora que lo pienso, quizás tú podrías ayudarme un poco con eso también.

- Solo si me pagaran extra. Ya tengo mis manos llenas enseñando a una sola de ustedes. – dijo él lacónicamente.

- Si es por el dinero no habría ningún problema. – replicó la hermana mayor. – Después de la audición conseguí algunos papeles menores, así que puedo pagarte con mi propio dinero.

- ¿Pero no es algo aburrido? – preguntó Yotsuba. – Es decir, siempre interpretas a la primera chica en ser asesinada en películas de terror.

- Por algo se inicia, además no es tan malo. – dijo Ichika restándole importancia. – Ya tendré oportunidad de otros papeles algún día. Tal vez incluso en películas de acción, donde podrías ayudarme.

- ¿Ayudarte? – preguntó Yotsuba confundida.

- Podrías ser mi doble de riesgo, y nadie notaría la diferencia. – explicó la chica. – ¿Recuerdas cuando me lastimé un tobillo y me reemplazaste en aquella obra escolar?

- ¡Oh, es cierto! Jajaja, eso fue muy divertido. – se rio Yotsuba.

Habiéndose quedado algo desplazado de la conversación, Fuutarou no pudo hacer otra cosa que mirar fijamente a las dos hermanas. La mayor parecía bastante satisfecha con su trabajo como actriz, aunque estaba algo encasillada con los roles. Aunque no lo dijera de dientes para afuera, le alegraba un poco saber que le estuviera yendo bien. En cuanto a Yotsuba, también era bueno saber que estaba trabajando incluso sin él, la cuarta hermana ciertamente era dedicada cuando se comprometía a hacer algo.

Detestaba admitirlo, pero para ser tan despreocupadas con los estudios, no eran malas chicas.

- Por cierto, Fuutarou-kun, ¿qué planeas hacer después de los exámenes? – preguntó Ichika, sacándolo de sus pensamientos. – ¿Imagino que descansarás un poco de las tutorías?

- No lo sé, quizás busque un trabajo de medio tiempo, o siga ayudando aquí mientras tanto. – dijo él. – No tengo planes concretos.

- Si ese es el caso... ¿no te gustaría salir conmigo? – prosiguió la hermana mayor guiñándole el ojo. – Podría invitarte a tomar un parfait o algo más, si gustas.

Fuutarou tragó saliva. ¿Estaba invitándolo a tener una cita? Le echó una mirada de reojo a Yotsuba, cuya sonrisa decía claramente que aprobaba la idea. La hermana mayor siempre se portaba muy coqueta con él, y no tenía idea de si era en juego o si realmente era porque se sentía atraída a él.

- Si me rechazas, podría terminar revelando eso que tú y yo ya sabemos. – agregó, sin perder el tono de coquetería, haciendo que se quedara congelado. Sabía que hablaba de la foto de él dormido.

- Ichika, no seas mala, ¿por qué recurrir a chantajearlo? – dijo Yotsuba.

- Jaja, es broma, por supuesto que nunca haría eso. – se rio Ichika. – Aunque si no tienes planes, ¿por qué no llevas a Yotsuba a tomarse uno? Una recompensa sirve de motivación para esforzarse más.

Tanto Yotsuba como Fuutarou se quedaron mirando fijamente a Ichika, y luego se vieron uno a la otra. Primero lo invitaba a salir ¿y después sugería que ellos dos salieran? ¿Qué pasaba por la mente de la chica Nakano mayor?

- Bueno, tenemos que irnos, las demás deben estar impacientándose. Saluda a tu mamá de nuestra parte, Fuutarou-kun. – dijo Ichika.

- ¡Nos vemos mañana en la escuela, Uesugi-san! – agregó Yotsuba.

Y sin más, las dos chicas cruzaron la puerta para reunirse con sus hermanas. Ahora que ya todas sabían del local, seguramente las estaría viendo mucho más a menudo por aquí.

La pregunta era, ¿eso sería algo bueno, o algo malo? Especialmente con lo que acababa de escuchar.

(--0--)

Dos semanas después...

Habiendo retornado a la rutina diaria, Fuutarou volvió al apartamento Nakano para continuar las tutorías de Yotsuba. Con cada día que se acercaban los exámenes parciales la chica parecía redoblar su esfuerzo.

El último día estuvieron hasta tan tarde estudiando matemáticas que Fuutarou de nuevo tuvo que quedarse a pasar la noche, aunque preventivamente se llevó un futón para no tener que dormir en el cuarto de ella de nuevo. No era que le resultara incómodo, pero tampoco quería darles munición a las demás de pensar que podría estar haciendo cosas extrañas allí dentro o registrando las cosas de Yotsuba. Y de todas maneras, ¿qué cosas podría estar ocultando Yotsuba que a él le interesaran?

- Uesugi-san... Uesugi-san... ¡Uesugi-san!

- Hmm... ahh...

- ¡Buenos días, Uesugi-san! – lo saludó Yotsuba con su voz chillona y su sonrisa tonta. Ya no le resultaban tan molestas por alguna razón. – ¡Hoy es el gran día, ¿estás listo?!

- Soy yo el que debería preguntarte eso. – dijo él bostezando. Notó que la chica se veía un poco más desvelada de lo que debería. – No parece que hayas dormido del todo bien.

- Jeje, bueno, estaba tan nerviosa que me desperté temprano para estudiar un poco más. – dijo tímidamente.

Fuutarou no sabía si felicitarla o regañarla por eso, así que no dijo nada, mientras se quitaba de encima la manta del futón.

- ¿Y las demás?

- Salieron más temprano para Kurobara, pero Nino nos dejó el desayuno. – La chica se dirigió a la cocina, pero de pronto se detuvo en seco, mirando a la pared. – Eh... ¿Uesugi-san?

- ¿Qué pasa? – dijo él todavía algo adormilado. Por tratar de meterle esos ejercicios en la cabeza anoche apenas pudo dormir.

- Las clases empiezan a las 8:30, ¿verdad? Y los exámenes a las 8:45.

- Eso es obvio. – dijo él lacónicamente. – ¿Qué pasa con eso?

En respuesta, la chica señaló riendo nerviosa hacia el reloj de la pared. Fuutarou estaba todavía restregándose los ojos y tuvo que parpadear un par de veces para darse cuenta que señalaba las 8:06 am.

8:06 am.

¡8:06 AM!

- ¡¿EEEEEEEEEEEEEHHHHHH?!

El grito del chico resonó por todo el apartamento, afortunadamente ya con las demás habiéndose marchado no había nadie que se quejara. El lado positivo fue que la realización terminó de despertarlo al instante y se puso de pie de un salto, pateando el futón para salir de él.

- ¡¿Qué haces parada como idiota?! ¡Date prisa y ponte el uniforme! – le gritó.

- ¡Ay, es verdad! – gritó la chica corriendo de vuelta a su cuarto.

Él hizo lo propio cogiendo su uniforme y metiéndose al baño para cambiarse de ropa. Estaba muerto de hambre y quería desayunar, pero sabía que llegar tarde el día de los exámenes sería malo para ambos y ese pensamiento le dominó totalmente la mente, mientras le gritaba a su estómago que se aguantara.

Afortunadamente, pudo vestirse rápido y tras comprobar que se había puesto bien su ropa (aunque llevara la camisa por fuera) bajó corriendo a meter sus libros en la mochila, y afortunadamente Yotsuba ya lo estaba esperando ya con su uniforme puesto, pero ahora estaba en la mesa de la cocina atiborrándose la boca con un sándwich que intentaba bajarse con un vaso de leche.

- ¡Deja eso, tenemos que irnos! – exclamó el chico, aunque su estómago lo traicionó gruñendo en aquel momento.

- ¡Toma uno o dos, podemos comerlos por el camino! – gritó la chica.

Fuutarou quiso protestar, pero su estómago volvió a insistir y cuando su parte racional le dijo que al irse sin desayunar se arriesgaba a colapsar en medio del examen por hambre (lo que empeoraría las cosas aún más), hizo lo que Yotsuba le dijo y cogiendo un par de sándwiches se los echó a la boca y tragó los bocados casi sin masticarlos mientras salían del apartamento. Una pena no poder degustarlos, pero el tiempo apremiaba.

- ¡¿Por qué diablos no me despertaste más temprano?!

- ¡Lo siento! – se disculpó Yotsuba mientras pulsaba frenéticamente el botón del ascensor. – ¡Les dije a las demás que te despertaría cuando se fueron, pero... me volví a dormir!

Fuutarou gruñó, pero no estaba de humor para decir nada, y afortunadamente la puerta del ascensor se abrió y pudieron entrar. Después de un descenso que a pesar de no tener paradas se le hizo eterno, mientras Yotsuba trotaba sin moverse dentro de él, salieron corriendo a la entrada.

- ¿Tu familia no tiene un chofer? – preguntó él. – ¿Dónde está cuando se le necesita?

- Ebata-san debe haberse llevado a las demás. – dijo Yotsuba. – ¡Ay, no, no nos dará tiempo de agarrar un autobús!

- ¿Entonces qué sugieres? ¿Correr hasta la escuela?

Un segundo después se arrepintió de haber pronunciado esas palabras. La chica fijó su mirada en él y con una amplia sonrisa, lo agarró de la muñeca y sin escuchar sus protestas echó a correr tan rápido como podía.

La repentina aceleración debió dejarlo en demasiado shock, porque para cuando se dio cuenta los dos ya iban corriendo por la acera por lo menos a tres cuadras del edificio Pentagon. Si ella no lo hubiese agarrado posiblemente ya lo habría dejado botado hacía mucho. Yotsuba apenas hizo que se detuvieran en un cruce cuando el semáforo se puso en rojo, y mientras él jadeaba para recuperar el aliento, ella trotaba sin moverse esperando a que cambiara para poder cruzar.

- "¿Cómo puede alguien correr tan rápido? ¡Esta chica no es humana!" – pensó.

Y apenas la luz cambió a verde, la chica lo agarró de nuevo y prácticamente lo arrastró con ella. No sentía que sus pies dieran pasos en el suelo, como si no hicieran contacto, y todo pasaba tan rápido que no sabía cómo no se habían estrellado contra un poste o algún transeúnte.

- ¡Ya casi llegamos, Uesugi-san! – le escuchó gritar después de un rato.

- ¿Eh? – Alzando la mirada, vio que ya estaban llegando a la cuadra que iba a Asahiyama. Humanamente, nadie debería haber sido capaz de correr esa distancia sin interrupciones excepto los cruces.

- ¡Vamos, deprisa!

- ¡Espera, déjame...! – Pero otra vez ella no lo dejó, y sin poder recuperar el aliento se lo llevó arrastrando.

No supo cómo ella le hizo para que él subiera las escaleras estando tan agotado, pero de alguna manera, los dos llegaron al salón con cinco minutos de ventaja. Las amigas de Yotsuba le preguntaron de inmediato por qué había llegado tarde, mientras que los demás se rieron de él al verlo con ese aspecto: el pelo desordenado, la camisa por fuera, y sudando por haber corrido tanto. O más bien, por haber sido arrastrado.

- "Al menos llegamos..." – fue todo lo que pensó. Mejor aprovechar el respiro de quince minutos antes de que comenzara el examen.

Lo había decidido; tenía que conseguirse un reloj de alarma la próxima vez que se fuera a estudiar en el apartamento de las Nakano. No podía permitir que esto volviera a suceder.

...

Afortunadamente, los cinco minutos antes que sonara la campana más los quince de orientación le sirvieron a Fuutarou para poner sus pensamientos en orden antes de que comenzaran los exámenes. Por primera vez en su vida el chico estaba preocupado antes de iniciar un examen. No por sí mismo, obviamente, sino por Yotsuba. Sabía que la chica se había esforzado por estudiar, pero ¿sería eso suficiente?

- ¿Listos? ¡El examen comienza ahora!

Apenas dijeron esas palabras, todos echaron mano de sus lápices para resolver su examen. Fuutarou tuvo que apartar a Yotsuba de sus pensamientos para concentrarse en su propia hoja, resolviéndola lo más rápido que podía. El primer examen era de japonés, que en teoría debía ser el punto fuerte de Yotsuba, aunque lo de "punto fuerte" era estirarse un poco, ya que la chica escribía muy mal su kanji y cometía muchos errores estúpidos. Hasta en eso iba a tener problemas.

Pudo terminar su examen con tiempo de sobra y mucho antes que el resto, así que permaneció en silencio en su lugar, esperando a que los demás terminaran. Miró disimuladamente por encima del hombro hacia el sitio de Yotsuba, y vio que la chica estaba concentrada, con los brazos cruzados y los ojos fuertemente cerrados. Aun por encima del rasgar de los lápices podía escuchar que la chica murmuraba entre dientes.

- "Vamos, Yotsuba, tú puedes."

Como si le hubiese respondido al pensamiento, la chica abrió los ojos de golpe, como si recordara algo, y rápidamente empezó a garabatear en su hoja. Al mismo tiempo, él esbozó una sonrisa disimuladamente. Si recordaba lo que le había dicho, al menos tenía esperanza de que no fuese a terminar en ceros.

Pensó de nuevo en las palabras que le dijo Ichika en la panadería. Quizás la idea de darle una recompensa por un trabajo bien hecho no estaría del todo mal. Tendría que sacar al menos treinta puntos para aprobar.

- "¿Cuánto costarán los parfaits?" – pensó.

Tendría que preguntarle después de que salieran los exámenes. Ya había hecho todo lo que podía hasta ese momento. Ahora solo le quedaba tener fe en ella.

(--0--)

Varios días después...

Llegado el día que anunciaban los resultados de los exámenes, todos los alumnos se ponían frenéticos. Fuutarou ni se molestaba en chequear el ranking de la lista: tenía plena certeza de haber quedado en el primer lugar, pero aquel día necesitó ver si Yotsuba se encontraba entre la lista de aprobados. Sin embargo, el tumulto que había no le dejaba ver, ya que todo mundo estaba buscándose su nombre, así que no le quedó más que llamar a Yotsuba y decirle que lo viera en la biblioteca más tarde.

Tardó un poco en llegar, y hasta entonces él no hizo otra cosa que mirar sus propias hojas de resultado una vez que se las entregaron. No tenía mucho sentido viendo que estaban perfectas, pero no se le ocurría otra forma de matar el tiempo.

- ¡Uesugi-san! – oyó la familiar voz chillona en la entrada, y la chica se le aproximó rápidamente. – Perdón por tardarme. El club de basquetbol me pidió que les ayudara con una práctica.

- ¿Qué te dije sobre avisarme de eso? – la regañó él. La chica hinchó las mejillas.

- Ah, cielos, fue de improviso, no tuve tiempo de decirte. Y además olvidé cargar mi teléfono. – se excusó la chica.

- Bueno, ya estás aquí. Hora de que comparemos los resultados, y veamos dónde fallaste.

- ¡Como diga, Uesugi-sensei!

Dicho esto, la chica sacó sus hojas corregidas, y Fuutarou comenzó a compararlas lado a lado con las suyas. Era bastante fácil al tener él todas las respuestas correctas y con eso veía exactamente dónde Yotsuba se las había arreglado mejor, y dónde tendrían que esforzarse más.

En cuanto al puntaje en sí... Fuutarou no sabía si llamarlo bueno o malo. Por un lado, no le había ido tan mal como temía, pero por el otro, tampoco tan bien como él esperaba. Si tomaba el vaso medio lleno, podía llamarlo un gran paso después de aquel completo cero que tenía cuando la conoció.

- ¿Y bien? – preguntó Yotsuba sonriente. – ¿Qué te parece?

- 42 puntos en japonés, 30 exactos en ciencias naturales, 31 en ciencias sociales. Más de lo que puedo decir de un 9 en matemáticas y 16 en inglés. – resumió él. – Aun así, supongo que tres de cinco no está mal, aunque hayas pasado dos de ellas en la raya.

- Jeje, para ser honesta me sorprendí de lo bien que lo hice. – dijo la chica del lazo rascándose detrás de la cabeza. – Aunque tuve suerte en algunas preguntas, debo admitir que las contesté al azar.

Fuutarou rodó los ojos al oír eso. Si todavía se valía de la suerte significaba que tenían mucho por recorrer. Sin embargo, antes de poder decir algo más, el teléfono de la chica comenzó a repicar, pero en vez de contestar, se lo pasó a él.

- Es mi papá, seguramente querrá saber los resultados. Mejor díselos tú.

- ¿Por qué? – preguntó él, pero la chica insistió y él no tuvo más que tomar el aparato y contestar. – ¿Hola, señor Nakano?

- Ah, ¿así que estabas con Yotsuba-kun? – habló la voz seria del otro lado. – ¿He de suponer que ya publicaron sus resultados?

- Sí, de hecho, justo ahora estábamos comparando. – dijo Fuutarou, tratando de no ponerse nervioso. Ahora veía por qué Yotsuba lo había puesto a él a contestar.

- Bien, en ese caso, dejaré que seas tú quien me lo diga. Y más te vale ser honesto, porque sabré si me estás mintiendo.

- Sí, señor. – dijo él, tomando un profundo respiro y pensando rápidamente cuál sería la mejor manera de presentar los resultados. – La mala noticia es que Yotsuba no aprobó todas sus asignaturas. Lamento decir que sus notas de matemáticas e inglés fueron... abismales, por no decir más.

- Ya veo. – dijo el señor Nakano, claramente decepcionado. – Es una verdadera lástima. Pero si esa es la mala noticia, ¿he de suponer que también tendrás alguna buena?

- Sus notas en las demás lograron compensarlo, al menos en parte. – dijo Fuutarou. – Aunque debo decirle que aprobó apenas por los pelos, y los exámenes finales serán mucho más difíciles. Tendrá que subir sus notas mucho más si quiere pasar de año con un buen promedio.

- Ya veo. – dijo el señor Nakano. – Eso dificultará un poco volver a transferirla a la escuela Kurobara, pero me complace saber que hayan progresado de esa manera. No obstante, aunque te prometí un bono adicional en tu paga si sacaba buenas notas, el hecho de que haya reprobado algunas asignaturas significa que aún hay espacio para mejorar.

- Entiendo. – asintió Fuutarou. Le molestaba un poco que le hubiesen denegado ese bono, pero si no se lo había ganado todavía, significaba que tendría que esforzarse todavía más.

- Dicho eso, has hecho un buen trabajo considerando todo, Uesugi-kun. – prosiguió el señor Nakano, en un tono un poco más relajado. – Cuento contigo para que sigas apoyando a mi hija.

- Gracias, señor.

- ¿Puedes pasármela? Creo que también necesito hablar con ella respecto a esto.

Fuutarou asintió y le devolvió el teléfono a Yotsuba. La chica se rio nerviosamente antes de tomarlo; de hecho, estaba tan nerviosa que sin quererlo presionó el altavoz y Fuutarou pudo escuchar toda la conversación.

- ¿Hola, papá?

- Casi te diría que estoy un poco decepcionado, Yotsuba-kun. Sin embargo, puedo ver que te esforzaste, y el que hayas aprobado tres de las cinco clases creo que es mucho para como estabas antes.

- Sí, lo sé, papá. Siento mucho no poder cumplir tus expectativas.

- En menos de dos meses mejoraste notablemente con ayuda de Uesugi-kun, lo que es más que con cualquiera de tus tutores anteriores.

- Uesugi-san es un muy buen tutor. – aseguró Yotsuba. – No siempre es fácil, pero... cuando él me lo explica por lo general lo entiendo mucho mejor.

- Significa que debe estar haciéndolo bien. – dijo el señor Nakano. – Sabes que espero mucho de ti, y si quieres volver a Kurobara tendrás que hacerlo mucho mejor que ahora.

- ¡Lo haré, papá! ¡Te lo prometo!

- En todo caso... supongo que mereces que te felicite por haber aprobado al menos más de la mitad de tus clases. Buen trabajo, sigue esforzándote.

- ¡Gracias, papá, te quiero!

Y diciendo esto, la chica colgó, y sin más se abalanzó a abrazarlo, saltando y gritando de alegría como niña chiquita.

- ¡Oye, oye!

- ¡Yay, Uesugi-san! ¡Papá me felicitó por mis calificaciones! ¡Hace años que no lo hacía! ¡Todo es gracias a ti!

- ¡Sí, sí, me alegro también por ti, pero... ya suéltame! – dijo Fuutarou tratando de quitársela de encima. Ya estaba sintiendo crujir su columna de nuevo.

- ¡Ejem, ejem!

Los dos se quedaron quietos al oír la garganta aclarándose. Fuutarou sintió que sus pies estaban elevados del suelo (¿de dónde sacaba esta chica su fuerza?), pero estaban demasiado concentrados en ver a la bibliotecaria que los miraba severamente a través de sus gafas.

- Si van a celebrar háganlo fuera de la biblioteca.

- Perdón. – se disculparon ambos.

Para alivio de Fuutarou, Yotsuba lo puso de vuelta en la tierra. La chica estaba sonrojada, aunque si era por haber hecho escándalo en la biblioteca o por ese repentino arrebato de haberlo abrazado, él no tenía idea.

...

A la salida de clases, los dos de nuevo iban caminando juntos. Ya se le había hecho costumbre, y lo estaba haciendo más por inercia, aunque debía admitir que ya no le molestaba que los estuvieran viendo. Y mientras andaba por la acera, tenía mucho que pensar.

Concretamente, estaba pensando en las palabras que le dijo Ichika. Yotsuba se había esforzado y ciertamente había mejorado bastante en poco tiempo, aun teniendo todo en contra. Eso sin duda ameritaba una recompensa.

- Vaya, vaya. – dijo una voz de pronto, deteniéndolos a ambos. – Qué sorpresa de volvernos a encontrar.

Fuutarou reconoció al estudiante con pintas de niño bonito que vio en el baño el otro día, que otra vez le estaba sonriendo con cierto aire de suficiencia.

- De nuevo me venciste, Fuutarou Uesugi. – le dijo. – Aunque te felicito por haber quedado primero en el ranking de calificaciones. No esperaría menos de ti, mi gran rival, obviamente.

- Eh... gracias, supongo. – dijo él. ¿Por qué insistía en eso del "rival"?

- Y tú debes ser su discípula, ¿no es así? – dijo dirigiéndose a Yotsuba. – ¿Nakano-san, correcto?

- Sip, Yotsuba Nakano, un placer conocerte. ¿Eres amigo de Uesugi-san?

- Oh, no podríamos llamarnos "amigos" realmente. Más bien somos rivales, podría decirse. Mi nombre es Yuusuke Takeda, de la clase 2-3.

- ¡Ah, te vi en la lista, tú quedaste de segundo en el ranking general! – exclamó Yotsuba. – ¡Justo por debajo de Uesugi-san!

Fuutarou le echó una mirada a la pelinaranja. ¿Ella sabía quién era este sujeto que se autoproclamaba su rival? Él nunca les había puesto atención a los nombres por debajo de él en el ranking.

- Para mi gran infortunio. – suspiró Takeda, pero sin dejar de sonreír y echar chispitas cuando hablaba. – En todo caso, me venciste ahora, pero no pienso perder contra ti en los exámenes finales. Hasta entonces. Y que tengas éxito tú también, Nakano-san.

Takeda continuó caminando en dirección opuesta a la de ellos, alejándose despreocupadamente. Fuutarou seguía todavía preguntándose qué había sido todo eso, y por qué seguiría autoproclamándose su "rival".

- Wow, Uesugi-san, parece que tienes competencia. – dijo Yotsuba. – ¡No puedes dejar que Takeda-san te supere, tienes que seguir esforzándote! ¡Y también yo para no quedarme por debajo de él!

- Claro. – dijo él. Rápidamente decidió desviar el tema. – Como sea, estaba pensando que, aunque lograste pasar por los pelos, lo hiciste. Es decir que ganaste una recompensa.

- ¿Oh? ¿O sea que sigue en pie lo de los parfaits? – Los ojos de Yotsuba se iluminaron al escucharlo.

- Si es lo que quieres. – dijo Fuutarou encogiéndose de hombros.

- ¡En ese caso también debo invitar a las demás! – exclamó Yotsuba cogiendo su teléfono para enviarles mensajes a sus hermanas. – ¡Fue idea de Ichika después de todo!

- ¡Oye, no abuses!

Si terminaba invitándolas a todas, especialmente a Itsuki, seguramente eso extinguiría toda su paga de esa semana. No tenía inconveniente en darle a Yotsuba una justa recompensa por sus esfuerzos, pero traer a las demás, eso ya era demasiado.

Aun así, claramente la recompensa la había motivado, y eso daba esperanzas de que podrían subir sus notas para el final de año. Si seguían a ese ritmo, quizás, eventualmente, podría ponerse al nivel de ese sujeto Takeda.

- "Tampoco hay que pedir milagros." – pensó riéndose de lo tonto que sonaba ese pensamiento.

Aunque desde luego, no iba a permitir que a él le quitaran su bien ganado puesto en la cima del ranking.

Esta historia continuará...

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