Chocolates de amor y amistad
Preparatoria Asahiyama, durante la hora de almuerzo...
Tal como Fuutarou lo anticipó, el incidente que puso en vergüenza a todo el club de natación se había propagado por toda la escuela. Apenas en la mañana siguiente todo mundo estaba hablando de ello, y a Yotsuba frecuentemente la abordaban en el pasillo para preguntarle al respecto.
No haría falta decir que cuando los profesores se enteraron de esto realmente estaban muy molestos. Las miembros del equipo de natación habían hecho quedar mal a la escuela por esa falta de ética deportiva, al grado que el club completo fue clausurado y todas las que estuvieron involucradas quedaron con una mancha permanente en su expediente, sin mencionar que ahora eran parias entre el alumnado.
Aunque algo positivo terminó saliendo de todo el asunto. Después de que Takeda y Maeda le salvaron el pellejo de Tsuji y sus secuaces, los tres empezaron a cruzarse más a menudo en el pasillo y de vez en cuando se detenían para conversar de cualquier cosa. De hecho, también habían empezado a compartir mesa durante el almuerzo en la cafetería, algo que a Fuutarou le vino bien para romper un poco la rutina. No era que no le gustara comer con Yotsuba, pero descubrió que no era tan malo hablar con otros, y sobre otros temas (especialmente con "cosas de hombres").
- Me parece bien, Uesugi-san. Es grandioso que ahora tengas amigos con quienes almorzar. Así también yo puedo comer con las mías de vez en cuando.
Eso fue lo que ella dijo cuando él mencionó que quería compartir mesa con Takeda y Maeda, y desde su perspectiva, era ganar-ganar. Yotsuba tenía muchas amigas, pero a la hora del almuerzo siempre se quedaba con él, y repelía a los demás con su actitud de solitario. O por lo menos, así había sido hasta entonces.
Hoy era uno de esos días, y tras apagarse el escándalo con el club de natación, el tema de conversación había pasado a ser algo que tenía que ver con una fecha que estaba muy próxima.
- Entonces, ¿ya ustedes hicieron sus planes para el Día de San Valentín? – preguntó Maeda.
El día de San Valentín no era una fecha a la que Fuutarou le diera mucha importancia. En toda la secundaria nunca recibió ni una tarjeta o chocolate, pero nunca le importó en lo más mínimo, ya que estaba enfrascado en los estudios. Tampoco era que ahora estuviese particularmente entusiasmado con ella, pero en vista de que todos hablaban al respecto, tampoco era que pudiese ignorarla.
- La verdad no tengo planes especiales. – confesó Fuutarou. – Aún tengo que ayudar a Yotsuba a estudiar después de todo, así que igual estaré ocupado todo el día.
- ¿Y qué hay de Ichika-san? – preguntó Maeda. – ¿Qué no estaban saliendo ustedes dos?
Fuutarou se congeló un momento antes de responderle. Desde aquel encuentro en el campamento escolar, seguramente Maeda habría asumido que los dos estaban saliendo juntos. Bueno, solo habían tenido una cita oficial, dos si contaba la vez que ella lo arrastró a ir al cine antes del campamento, pero todavía no eran "novios-novios" en el sentido estricto de la palabra. Se lo estaban tomando con calma.
- Ella... está ocupada trabajando. – dijo para no mentir. – Ya sabes, es actriz, tiene rodajes y eso. Además, no nos pueden ver juntos o se podría armar un escándalo con su agencia.
- Ja, no envidio tu suerte. Ichika-san es muy hermosa, pero te habría venido mejor salir con alguien que esté más cerca y no tenga que trabajar tanto.
A Fuutarou no se le escapó que Maeda miraba de manera poco sutil hacia la mesa de Yotsuba, donde charlaba y se reía con sus propias amigas. Le concedía el punto, aunque desde luego, Yotsuba era solamente su amiga, y no parecía tener intenciones de ir más allá de eso con él. Así que no tenía caso discutir ese tema.
- ¿He de suponer que tú sí tienes planes? – preguntó el peliazul. El castaño soltó una sonrisa algo presumida.
- Pues claro. – dijo sacando algo del bolsillo. – Ayer tuve suerte en la lotería, y me gané estos boletos para el concierto de San Valentín que dará Saori Hayami. Planeo sorprender a Matsui con ellos.
- Qué bien por ti. – dijo Takeda. – Eres muy afortunado de tener compañía para pasar el día.
- ¿Y es que tú no la tienes, Takeda? – inquirió Maeda. – Si mal no recuerdo, el año pasado tenías el casillero atestado de tarjetas, y también recibiste muchos chocolates.
Fuutarou le echó una mirada al niño bonito, que simplemente se encogió de hombros. Era la primera vez que se enteraba de eso, aunque viéndolo bien no le sorprendía del todo. Takeda era el chico más popular de su año, y posiblemente de toda la escuela, así que tenía sentido ser el que más recibía durante San Valentín. Pero también era un poco raro pensar que era el único de los tres sin novia, o lo más cercano que fuese Ichika para Fuutarou en ese momento.
- Por mucho que me halague, recibir todo eso tiene sus desventajas. – respondió, y bajó un poco la voz para sonar más discreto. – Con decirles que tuve que compartir casi la mitad de los chocolates que recibí, ya que no podía comérmelos todos yo solo.
- ¿Y qué harás entonces? – preguntó Maeda. Takeda simplemente se encogió de hombros.
- Si les soy sincero, es probable que me tome el día libre cuando termine de estudiar. Acaba de salir la expansión del Sengoku Wars Online, y todavía no he tenido oportunidad de probarla.
- ¿En serio? – preguntó Fuutarou. – No pareces del tipo que juega videojuegos. Aunque bueno, yo también lo juego a veces, supongo que no puedo opinar.
- Bueno, diviértanse con sus videojuegos, o estudiando, o lo que quieran hacer. – dijo Maeda. – Yo tendré una cita con el destino en el House of Live.
Maeda lo decía con mucho orgullo, pero Fuutarou no tuvo el corazón para arruinarle su buen humor. Desde que había empezado a salir con Matsui parecía estar bastante animado y él no quiso estropeárselo. La verdad, si lo admitía por dentro sentía algo de envidia de no poder hacer algo diferente para el día de San Valentín, pero por lo menos, no habiendo recibido ningún chocolate o tarjeta en años, al menos este año sí podría esperar uno.
Siendo como era Ichika, él dudaba que pasara de la oportunidad de regalarle uno. Lo más probable era que se lo comprara, ya que lo de hacerlo a mano ella misma parecía más cosa de Nino (y él tenía la certeza de que le haría uno a Kintarou), pero no podía decir que le molestara la idea. Lo que contaba era la intención, después de todo.
Los tres terminaron de comer y se marcharon, y casi al mismo tiempo también lo hizo Yotsuba, levantándose de su mesa para interceptarlo en la salida de la cafetería. Aún tenían algunos minutos antes de las clases de la tarde, así que pasaría el tiempo hablando con ella mientras tanto.
- Entonces, ¿cuál es el plan para hoy después de clases? – preguntó ella.
- Lo usual. – dijo Fuutarou. – Ya estás nivelada en Inglés, así que hoy nos centraremos en los ejercicios de Matemáticas. Si mi estimación es correcta, es el último escalón que falta sortear.
- Wow, apenas puedo creer que estemos a mitad del último trimestre. – dijo Yotsuba. – El tiempo ha pasado volando, ¿verdad?
Fuutarou asintió. El tiempo de verdad se había ido volando, y ya casi había transcurrido medio año desde que se conocieron. Quedaba poco más de mes y medio para terminar el año escolar, y si seguían a ese ritmo, seguramente se sentiría como una semana cuando llegara el día de la ceremonia de clausura.
Y para ser sincero, él no estaba seguro de querer que ese día llegara, no tanto porque terminaría el trabajo y con ello su paga, sino porque eso significaba que Yotsuba se iría de la escuela. No lo había dicho de dientes para afuera, pero realmente estaba tan acostumbrado a su presencia que, ahora sí, estaba seguro de que la iba a extrañar cuando se marchara. La verdad tenerla cerca le alegraba el día a cualquiera, hasta a él, que era un gruñón solitario.
Su único consuelo era que ahora tenía un par de amigos allí aparte de ella, así que al menos no se quedaría solo cuando ella ya no estuviera. Tal vez algo de ser sociable se le pegó por haber pasado tanto tiempo con ella. Si ese era el caso, debía darle las gracias de alguna manera.
- Oye, Yotsuba...
- Sí, ¿qué sucede?
El chico abrió la boca, pero las palabras se le fueron. Sabía lo que quería decir, pero no estaba seguro del todo cómo, y algo en él le dijo que sonaría un poco raro en ese momento.
- Nada. No es nada importante. – le dijo encogiéndose de hombros.
- Oh, vamos. Cualquier cosa que me digas debe ser importante. Ah, ¿es que necesitas ayuda con algo? Lo que sea, dímelo, haré todo lo que pueda.
- Te lo diré después. Ahora hay otras cosas que atender.
Las últimas palabras las dijo tratando de sonar terminante, pero no estaba seguro de si habría tenido éxito, especialmente cuando la muchacha hizo un puchero a modo de insistencia, pero finalmente lo dejó en paz, retomando su habitual semblante mientras se adelantaba al salón.
En ese momento el chico sintió una ligera punzada de culpa. ¿Era tan difícil decirle "gracias"? No era como que no lo hubiese hecho ya antes, y se habían vuelto buenos amigos. ¿Por qué le resultaba tan difícil decir una simple palabrita ahora?
No era como que fuese a hacerle una confesión de amor o algo así.
(--0--)
Más tarde, en la residencia de los Uesugi...
El día de clases y la sesión de estudio en el apartamento Nakano transcurrieron como debían, sin ninguna eventualidad. Fuutarou estaba complacido con el progreso de su alumna, y ahora mismo se estaba preparando el material para la sesión de mañana. Esta vez planeaba hacer un simulacro de examen extraordinario para ver qué tanto había mejorado Yotsuba, y medir la brecha antes de los exámenes finales.
También, aunque esto no planeaba decírselo, era para que estuviera preparada en el escenario de que fuesen a fallar. Si bien él confiaba en que no sería necesario, supuso que no estaría de más, por algo de motivación adicional.
A la hora de la cena, escuchó que tocaban a su timbre, y los pasos de Raiha dirigiéndose a abrir. Menos de un minuto, después, oyó a Raiha tocando a su puerta.
- ¡Oniichan, tienes visita!
- Ya voy. – dijo mientras soltaba momentáneamente el lápiz y dejaba el examen inconcluso sobre su mesa.
Al abrir la puerta de su cuarto, se llevó una sorpresa al ver que la visita era nada más y nada menos que Ichika, que le sonreía alegre y coquetamente.
- ¡Yahoo, Fuutarou-kun! – Lo saludó con una mano mientras sostenía un paquete en la otra. Fuutarou alcanzó a ver que llevaba un enorme lazo rojo con un nudo en forma de corazón.
- Ichika, qué sorpresa. – dijo él. Luego se percató que debería ser más amable e inmediatamente agregó: – ¿A qué debo el placer?
- ¿Qué otra cosa? Vengo para verte a ti, obviamente. – replicó la chica sin dejar de sonreír.
- Llegas justo a tiempo, Ichika-san, ¿quieres cenar con nosotros? – ofreció Raiha. – La comida ya casi está lista.
- Oh, no se importunen por mí. – dijo Ichika. – A decir verdad, solo vine por una parada rápida, para entregarle esto a tu querido Oniichan.
Se le acercó con el paquete, y al verlo más de cerca pudo ver que parecía tener el tamaño de un pastel pequeño, y tenía una tarjeta con el siguiente mensaje: "Para Fuutarou-kun, con amor de Ichika. ¡No abrir hasta el 14!". Y como para enfatizarlo, el punto del signo de exclamación había sido reemplazado por un corazón rojo. El chico estaba un poco sorprendido, pero antes de poder hacer preguntas la Nakano mayor se anticipó y procedió a explicar.
- Sé que todavía no es San Valentín para que te dé tu chocolate, pero es que el día 14 tendremos un rodaje, así que pensé que tal vez no tendría tiempo. Si no te molesta, claro.
- Para nada. – dijo él, aceptando el regalo. – Muchas gracias, de verdad.
- ¡Wow, Oniichan! ¡Es tu primer chocolate de San Valentín! – exclamó Raiha. – ¡Mamá, ven rápido, Oniichan recibió un chocolate por San Valentín!
Fuutarou vio cómo su hermanita salía corriendo hacia la cocina para darle la "gran noticia" a su madre, haciendo que él se encogiera de hombros y que Ichika se riera por la emoción de la pequeña.
- Siempre muy animada, ¿verdad? – dijo la pelirrosa. – En fin, solo venía para eso. Siento mucho que no hayamos tenido oportunidad de pasar tiempo juntos, o tener otra cita.
- No te disculpes. – respondió él. – Sabes que ambos estamos muy ocupados.
- Así es. Los dos debemos esforzarnos, ¿no es así? – Y sin decir más, la chica le plantó un besito en la mejilla. – Algo para que no me extrañes mucho mientras tanto. Diles a Raiha-chan y a tus padres que siento mucho no poder quedarme a cenar, ¿sí?
Y tras despedirse, Ichika giró sobre sus talones y se marchó tan rápido como vino, dejando a Fuutarou en la entrada inmóvil. Bueno, excepto por sus párpados y la mano que se tocó la mejilla donde Ichika lo había besado, y se quedó allí hasta que su hermanita y su mamá habían venido.
- ¿Eh? ¿Dónde está Ichika-san? – preguntó la niña.
- Parece que ya se fue. – respondió Kazane mirando hacia afuera de la puerta. – Fuutarou, ¿por qué no le dijiste que se quedara a comer?
- Oniichan, ¿estás bien?
- ¿Eh? – El chico se dio un sacudón en la cabeza, y trató de mantener la compostura. – Claro que estoy bien. Ichika solo venía para entregarme esto, ya que tiene que ir a trabajar.
- Buu, qué aburrido. – dijo Raiha, y en eso volteó a verlo a él, levantando las cejas. – Oniichan, ¿qué tienes en la mejilla?
- Eso es... ¿pintura de labios? – preguntó Kazane.
Fuutarou se llevó de nuevo la mano a la mejilla, y esta vez presionó un poco más fuerte. Efectivamente, vio una mancha rosa en sus dedos, y tras ver a su madre y hermanita, ambas lo miraban con una expresión de triunfo.
- ¿Qué? – preguntó él tras el incómodo silencio. – ¿Por qué me miran así?
- No, por nada. – replicó Kazane encogiéndose de hombros. – Estábamos preocupados porque cuando volviste de su cita no te veías muy feliz.
- Pero parece que todo va muy bien entre ustedes, ¿verdad? – preguntó Raiha alegremente. – Me alegra que ya tengas una novia.
Fuutarou quiso replicar "todavía no somos novios", pero ver la radiante sonrisa de su hermanita hizo que no tuviera el corazón para renegarlo. La pequeña adoraba y era adorada por las quintillizas, y estaba muy ilusionada ante el prospecto de que se volvieran familia de verdad. Si era sincero, en otro tiempo tal vez él habría aceptado (incluso a regañadientes) salir con cualquiera de ellas solo por la posibilidad de ver feliz a Raiha, y el hecho de que independientemente de a quién eligiera le ganaría cinco hermanas mayores era solo otro plus para ella.
Desde luego, no era que no hubiese ya algo de atracción de parte de él, así que tampoco podría quejarse.
- Mientras tanto, yo voy a guardarte esto. – dijo Kazane, cogiéndole por encima de las manos el paquete.
- ¡Oye! ¡Eso es mío! – dijo él tratando de recuperarlo, pero su madre se lo apartó y lo miró con severidad.
- La tarjeta dice que no se abra hasta el día 14, y me aseguraré de que lo cumplas. – replicó la mujer, manteniendo el paquete lejos de las manos de su hijo.
Fuutarou trató de volver a tomarlo, pero Kazane volvió a apartarlo. El muchacho podría haberlo tomado a la fuerza, pero respetaba demasiado a su madre como para hacer eso, así que miró a su hermanita buscando apoyo, pero esta le negó con la cabeza.
- Mamá ya habló, Oniichan, y tienes que obedecer.
El peliazul resopló algo molesto, pero finalmente al verse superado (de nuevo), terminó cediendo. Kazane se llevó el paquete y lo metió en el refrigerador, aparte de dejar una nota pegada en los imanes para su marido cuando llegara. Fuutarou creía que era innecesario, ya que Isanari no era de los que asaltaban el refrigerador por la noche a hurtadillas, y menos iba a comerse un paquete que claramente estaba etiquetado para su hijo por el día de San Valentín.
- ¿Por qué presiento que no me dejarán oír el final de esto?
Oh sí, en la casa de los Uesugi se iba a hablar por un largo, largo tiempo del primer chocolate de San Valentín que recibió Fuutarou. Y él no estaba seguro de si eso sería algo bueno o malo.
(--0--)
13 de Febrero, apartamento Nakano...
Otro día, otra sesión más de estudios con Yotsuba. Luego de salir de clases, Fuutarou pasó toda la tarde evaluando a Yotsuba usando el simulacro de examen extraordinario tal y como lo había planeado. Por alguna razón, aquel día Yotsuba estaba particularmente motivada, al grado incluso de ponerse una banda en la cabeza con las palabras "Por el éxito" como hacían a veces los estudiantes preparándose para los exámenes de admisión. Era bueno que se lo tomara con seriedad.
Durante más de dos horas, ninguno de los dos dijo una sola palabra, y los únicos ruidos que se escuchaban en la sala eran el rasgar del lápiz de Yotsuba escribiendo las respuestas, y ocasionalmente a Nino jugueteando con los utensilios de la cocina mientras preparaba algo, pero Fuutarou no le estaba prestando mucha atención. Aparte de ellos, la única otra que estaba en el apartamento era Miku, que estaba recostada en el sofá con los audífonos puestos y aparentemente desconectada del resto del mundo. En resumen, cada quién estaba ocupado en lo suyo.
- Hmm... ya. – dijo Yotsuba, terminando de marcar la última respuesta en el examen. – Terminado.
Le pasó la hoja de examen a Fuutarou. Para ahorrar tiempo, el chico tenía preparada la hoja de respuestas y solo tuvo que comparar rápidamente para verificar si estaban correctas. A ojo preliminar, parecía haber cierta mejoría tras el último trimestre en promedio total, pero había un pequeño problema.
- Mejoraste cinco puntos en Inglés, pero también tuviste un bajón de cuatro en Matemáticas. – le señaló.
- ¿Y eso es bueno o malo? – preguntó Yotsuba.
- No puedo decir que sea bueno. Se supone que tenemos que acortar la brecha de puntaje en todas las materias. Tendrás que esforzarte más en los exámenes finales, si es que quieres lograr el promedio necesario.
A pesar de que Yotsuba había podido aumentar su puntaje en cuatro de las cinco materias, el hecho de que hubiera bajado en Matemáticas era preocupante. Después de todo, bastaba con que fallara en una sola de las materias para que no cumplieran con su objetivo. Dicho eso, no era nada que no se pudiese arreglar con un poco más de esfuerzo, especialmente tratándose del talón de Aquiles académico de la chica del lazo.
- Matemáticas aparte, lo hiciste bien en todo lo demás. – agregó rápidamente, sabiendo que era mejor motivarla que sermonearla. – Buen trabajo por el día de hoy.
- Jajaja, gracias, Uesugi-san.
- En serio, ¿ustedes dos no piensan en otra cosa que estudiar? – intervino Nino, trayendo una bandeja de sándwiches para todos, y deteniéndose brevemente para despertar a Miku de su letargo y que se les uniera. – Es lo único que han hecho toda esta semana.
- Tenemos que hacerlo. – dijo Fuutarou, cogiendo un par para empezar a comerlos. – Los exámenes de fin de año serán en poco más de un mes, y si nos descuidamos no lograremos la meta que nos propusimos.
- Eso está bien y todo, pero mucho trabajo y nada de diversión los hará volverse locos. – dijo Nino sentándose. – Deberían tomarse un tiempo para relajarse y divertirse. Aprendan a mí; mañana será un día importante, después de todo.
- ¿Qué tiene de especial mañana? – preguntó Miku.
Ese comentario en tono seco de la hermana intermedia le ganó una mirada enfurruñada de parte de Nino. Hasta Fuutarou y Yotsuba se sorprendieron un poco, ya que sabían perfectamente lo que significaba el 14 de Febrero; cualquier persona de su edad debía saberlo.
- ¿Cómo puedes decir eso, Miku? ¡Es San Valentín, la oportunidad de demostrarle tu amor a esa persona especial! ¿Y qué mejor manera que con un dulce chocolate hecho con cariño? Ah, pero claro; eso tú jamás lo entenderías.
- Es cierto. – replicó Miku sin inmutarse.
Fuutarou volvió a dirigirle una mirada interrogante a Yotsuba, aunque no sabía cómo formular la pregunta. De todos modos no hizo falta, ya que la chica del lazo le leyó la mente y de inmediato procedió a explicarle:
- A Miku nunca le ha gustado mucho el chocolate.
- Ja, y por eso nunca le podría dar uno a su persona especial. – dijo Nino. – Pero tampoco es que tenga alguien especial en este momento. ¿verdad? Y si lo tuviera, seguro que se intoxicaría, pobre de ese chico.
Fue casi imperceptible, pero Fuutarou alcanzó a ver que los ojos de Miku se entrecerraban, al tiempo que hinchaba las mejillas ligeramente y una pequeña vena le palpitaba en la sien. Nino sin embargo no continuó por esa línea, ya que en ese momento se puso toda alegre mientras se sonrojaba sujetándose las mejillas.
- Yo por otro lado, ¡ay, espero que a Kintarou-kun le gusten los míos! ¡Pasé toda esta semana haciéndolos hasta que me quedaran perfectos solo para él!
- Yo no me preocuparía por eso. – dijo Fuutarou. – Cualquier cosa que le hagas, seguro que le encantará.
- Lo sé, pero aun así estoy emocionada, es el primer chocolate que le regalo a alguien. – siguió la segunda hermana. – Hablando de eso, ¿Ichika ya te dio el suyo?
- Mis padres me lo guardaron, no me dejarán abrirlo hasta mañana. – dijo el chico, encogiéndose de hombros. Aún estaba un poco molesto por eso, pero no estaba planeando comérselo antes de tiempo.
- Bah, no es lo mismo comprarlo. – dijo Nino. – Al hacerlo con tus propias manos pones tus sentimientos por esa persona en él. Eso hace que sea mucho más especial.
- Yo pienso que lo que cuenta es la intención. – dijo Yotsuba. – Además, ella compró el suyo con dinero que ganó por su trabajo. Eso también debería contar, ¿no es así, Uesugi-san?
- Cierto, y hasta fue a mi casa para entregármelo personalmente.
Nino resopló ligeramente, pero no continuó la discusión. Para ser franco, a Fuutarou le daba igual si un regalo era hecho a mano o comprado; lo que importaba era la intención y hacer feliz a la otra persona, y él apreciaba mucho que Ichika hubiese pensado en él para regalárselo. Aunque por otro lado, no negaba que su primo tenía más suerte de poder recibir uno directamente hecho por Nino, porque podría presumir de que tenía una linda novia que además era excelente cocinera, y siendo como era, seguramente eso era lo que haría al recibirlo.
A poco de terminarse los sándwiches, la puerta del apartamento se abrió, anunciándose la voz de Itsuki.
- ¡Ya llegué! Oigan, ¿ya están comiendo y no me invitaron? ¡No es justo!
- Hay más en la cocina si quieres. – replicó Nino. – Contigo siempre hay que hacer extras, así que sírvete a gusto.
Itsuki contuvo un gruñido, pero se limitó solo a hacer un puchero y se dirigió a la cocina, regresando con cuatro sándwiches solo para ella y empezar a comerlos. Mientras lo hacía, Fuutarou le dirigió una mirada, que ella no tardó en notar.
- ¿Qué pasa, Uesugi-kun?
- Nada, solo que... te noto algo cansada. – le dijo con honestidad. – Como si estuvieras estresada por algo.
La pelirroja alzó una ceja y dejó de comer antes de responderle. – ¿Lo notaste?
Fuutarou se había percatado de que la menor de las hermanas últimamente estaba pasando menos tiempo en el apartamento, y la veía con menos frecuencia. No podía evitar sentir curiosidad al respecto. Las otras hermanas lo vieron con expresión extrañada, como si no se hubieran dado cuenta de eso, pero al parecer el comentario que hizo el chico despertó también el interés de las chicas.
- Bueno... no había tenido tiempo de mencionarlo, pero el mes pasado, conocí a alguien. – dijo Itsuki. Al instante, Nino y Yotsuba casi le saltaron en la cara.
- ¡¿Qué?! ¡No me digas que tú también conseguiste un novio!
- ¡Cuéntanos, ¿cómo es?! ¡¿Es guapo?!
- ¡No se trata de eso! – exclamó Itsuki, sonrojándose y empujándolas lejos de ella, para poder respirar. – No, ni siquiera es un chico. Es una exalumna de mamá, su nombre es Shimoda-san y trabaja como profesora de cursos intensivos en una escuela secundaria.
Nino se alejó, algo decepcionada por la respuesta, pero Fuutarou puso más atención cuando la pelirroja procedió a explicar. Le habían contado que la madre de las Nakano había sido profesora y que Itsuki aspiraba a seguir sus pasos y convertirse en una también, por lo que no se le hizo difícil juntar dos y dos para lo que estaría sucediendo.
- Déjame adivinar: ¿te está asesorando para tu futura carrera? – dijo el chico.
- Así es. Hemos estado en contacto y me ha pedido ser su asistente en algunas sesiones, para tener una idea de lo que me espera. Pero wow, es mucho más estresante de lo que me imaginaba, y eso que solo estoy de apoyo.
- No me sorprende. – dijo Fuutarou. – Trabajar como profesor no es fácil; siempre te topas con alumnos problemáticos y todo eso.
- Ya lo sé. Y es por eso que quiero hacerlo. Según me dijo Shimoda-san, mamá siempre supo cómo mantener a sus estudiantes en línea y que fueran por el camino correcto, y no temía castigarlos cuando era necesario. Era estricta pero amable, y todos sus alumnos la admiraban por eso. Ese es el tipo de profesora que quiero llegar a ser.
La sala se quedó en silencio, mientras Fuutarou y las otras hermanas se tomaban su tiempo para digerir lo que acababa de decir. Particularmente el chico Uesugi admiraba la convicción con la cual la hermana menor había dicho esas palabras; realmente tenía muy claro lo que quería para su futuro, y estaba trabajando duro para alcanzar ese sueño.
Igual que Ichika; al parecer la determinación era algo hereditario.
- Sí, sí, eso es genial y todo, pero todavía estamos en segundo de preparatoria. – dijo Nino. – Habrá tiempo para preocuparnos por nuestras carreras cuando nos graduemos. ¿Por qué no disfrutas de tu juventud? Deberías divertirte un poco y no sé, buscar a alguien con quién salir. Por Dios, si mañana es San Valentín después de todo.
- No es que tenga prisa por conseguir un novio, a diferencia de ciertas gentes. – Itsuki miró a Nino con ojos de rendijas. – Y nunca es muy temprano para pensar en el futuro.
- ¡Ja! Lo que pasa es que te da envidia que yo si tengo un chico a quién regalarle un chocolate con todo mi amor. Aunque tú no podrías aguantarte a comértelo antes de dárselo.
- ¿Qué insinúas? – A Itsuki le empezó a palpitar una vena en la sien, y estaba empezando a subir la voz. – ¡Al menos yo pienso más allá, y tengo un sueño claro para el futuro!
El tono de ambas iba subiendo y la discusión parecía estarse escalando más y más con cada línea que decían. Itsuki acusaba a Nino de estar muy ocupada pensando en el romance para planear su vida, mientras que Nino sugería que Itsuki probablemente espantaría a los chicos si la invitaban a comer cuando vieran la cuenta.
Fuutarou, Yotsuba y Miku intercambiaron miradas, y el chico no tuvo que decir ni una palabra para entender que los tres estaban pensando exactamente lo mismo: era mejor salir de la zona de guerra antes de quedar atrapados en el fuego cruzado.
- ¿Sengoku Wars Online? – preguntó Miku, señalando hacia el piso superior.
- Suena bien, ya terminamos aquí. – dijo Fuutarou. – ¿Yotsuba?
- Sin objeciones.
Estando los tres de acuerdo, aprovecharon la distracción mientras Itsuki y Nino seguían discutiendo, para escurrirse hacia las escaleras. Desde arriba Fuutarou no pudo evitar preguntarse qué pensaría su primo de ver como su "Princesa Nino" ahora estaba gritando como una mocosa malcriada. Lo último que escuchó antes que los tres se encerraran en el cuarto de Miku para ahogar el ruido, fueron las siguientes líneas:
- ¡Tú nos haces gastar más en comida que Ichika, Miku y Yotsuba juntas!
- ¡¿Ah sí?! ¡Pues entonces cuando me case será con un chef profesional, para que no tengas que volver a preocuparte de alimentarme!
En buena hora la hermana mayor no estaba para poner un poco de orden allí.
(--0--)
14 de Febrero, sitio de filmación...
- ¡Puedo darte lo que quieras! ¡Dinero, autos, yates! ¡¿Cómo puedes rechazar todo eso?!
- Ya te lo dije, para mí eso no vale nada. Estoy enamorada de alguien más. Vete de mi vida y no vuelvas más...
- Y... ¡corten! ¡Excelente, todos! ¡La escena ha quedado perfecta! ¡Ichika, estuviste brillante con esa línea, qué sentimiento!
Ante la línea del director, Ichika finalmente pudo relajarse, una vez que su coestrella la dejó de estrujar. Había sido una escena bastante difícil de filmar, en parte por estar representando una situación bastante incómoda.
Básicamente, estaba interpretando a una colegiala con problemas económicos y que estaba enamorada de un joven artista, pero era cortejada por un hombre muy rico y presionada por su familia para aceptarlo. Esta era la escena del clímax donde ella toma su decisión definitiva, eligiendo el amor por encima del dinero. Tras recibir felicitaciones del director, Oda vino con un abrigo para cubrirla, pues estaba haciendo bastante frío en el set y lo necesitaba.
- Eso fue divino, Ichika-chan. – dijo el manager. – ¿De dónde te salió esa inspiración? ¡Parecía de otro mundo, en serio!
- Jaja, la verdad no lo sé. – dijo Ichika. – Supongo que me vino del alma.
- Bueno, bueno, por ahora, ve al tráiler y descansa. – prosiguió Oda. – Después de lo que nos tardamos es lo menos que te mereces.
Agradecida, Ichika se dirigió al tráiler para tomar su descanso, acompañado de un café para mantenerse despierta. La filmación había comenzado bastante temprano y era muy difícil no dormirse a mitad del trabajo, pero tenía que esforzarse. Después de todo, su carrera estaba empezando a despegar.
Sentada en el tráiler y con la taza humeante en la mano, Ichika decidió tomarse su tiempo para pensar un poco. No iba a decirlo por fuera, pero en realidad en esa escena intentó imaginarse que estaba rechazando al hombre rico por Fuutarou. Ella sabía perfectamente lo que era vivir con dificultades económicas, pero su madre le había dicho que tuviera mucho cuidado al elegir a un hombre.
- "Elige a alguien que realmente sea digno de tu amor, alguien en quien realmente puedas confiar."
Incluso aunque no estuviese económicamente bien ahora, Ichika siempre había considerado tener buen ojo para las personas. Fuese para elegir amistades, o con quién salir, no solía equivocarse. Y después de todo, ella había conocido a Fuutarou incluso mucho antes de que él visitara su apartamento para iniciar sus tutorías con Yotsuba.
- Realmente ha cambiado mucho en este tiempo. – se dijo. – Pero sigue siendo él, en el fondo. Los años no fueron malos con él.
Algunos dirían que Fuutarou era un chico de aspecto simplón, y la mayoría de chicas jamás se interesarían por un nerd obsesionado con los estudios. Pero Ichika sabía que en el fondo él era una persona amable y de buenos sentimientos, y también tenía su lado divertido. Ella pudo comprobarlo de primera mano aquel día, cuando cambió de lugar con Yotsuba para jugar a las cartas con él.
En retrospectiva, recordar ese momento le traía sentimientos encontrados. Por un lado, estaba feliz de haber conocido a ese chico tan simpático, y se alegró mucho de verlo de nuevo años más tarde ya crecido. Por el otro, sin quererlo ella había herido los sentimientos de su hermana, por pensar que buscaba robarle a su nuevo amigo.
- "Robárselo... no era que yo quisiera hacer eso, pero..."
En realidad, Ichika solo quería jugar un poco, y por eso hizo esa tonta apuesta con Yotsuba, diciéndole que él no sería capaz de distinguirlas porque eran quintillizas. Yotsuba dijo que sí lo haría, y no se sintió nada feliz de saber que no fue capaz de reconocerla.
Ya había pasado casi medio año, y aunque las dos estaban interesadas en él, Yotsuba todavía se rehusaba a hacer movimientos. Ichika trató de convencerla de que estaba bien buscar algo más, pero Yotsuba insistió en que estaba bien que fueran amigos, y que si Ichika quería enamorarlo debería hacerlo.
La pregunta era, ¿él sentiría lo mismo por ella? Desde que él la invitó a salir habían podido hablar un poco más y acercarse, pero no era que realmente pudiesen llamarse novios o algo así. Ella gustaba de él y no hacía ningún esfuerzo por ocultarlo, pero él... bueno, claramente estaba haciendo un esfuerzo por ser amable y le tenía cariño como una buena amiga. Claro que eso no le impedía desear algo más con él, sin embargo.
- No, no debo presionarlo. Él todavía es inexperto, debo darle tiempo.
Sabía que si lo presionaba lo haría sentir incómodo, y por eso tomaba las cosas con calma. El que la hubiese invitado a salir por voluntad propia le produjo una gran alegría, y fue una lástima que la cita se viera manchada al final luego de aquel embrollo con el club de natación y Yotsuba. Pero eso no era culpa de él, y ambos habían hecho lo correcto. Fuera de eso, habían pasado un buen rato juntos, y él se había notado a gusto. Eso era todo lo que importaba.
La chica cogió su teléfono y miró el contacto de Fuutarou. Aún era muy temprano y aunque era fin de semana, sabía que Fuutarou aprovecharía el día para seguir estudiando con Yotsuba. Ya probablemente debía estar despierto, así que quizás no se molestaría si lo llamaba, solo para hablar un rato con él.
Con eso en mente, pulsó el botón de llamada. El teléfono repicó cuatro veces antes de recibir respuesta.
- ¿Hola? – saludó del otro lado, con la voz algo somnolienta.
- Feliz San Valentín, Fuutarou-kun. ¿Es un mal momento?
- No, en realidad acababa de levantarme. – Ichika oyó un par de quejidos antes de que continuara hablando. – ¿No estabas filmando?
- Estoy en mi descanso ahora, así que me pregunté si querrías hablar un rato conmigo. – le dijo con sinceridad, enrollando su dedo alrededor de su mechón. – Por cierto, ¿aún no te has comido mi chocolate?
- Mis padres lo tienen bajo llave en el refrigerador. – respondió él secamente. – Querían estar seguros de que no me lo comería hasta hoy.
Ichika no pudo evitar reírse. Lo de "no abrir hasta el 14" era solo una broma, no esperaba que se lo tomaran tan en serio. Pero estaba bien; era un dulce que sabría mejor bien frío de todas maneras, así que si estaba en el refrigerador, tanto mejor para él.
- Bueno, espero que te guste, gasté mucho de mi dinero en él, después de todo. Aunque no sé si habrías preferido uno hecho a mano, como los que hace Nino.
- No te preocupes, lo que cuenta es la intención. Y sé que ya dije esto antes, pero... gracias de nuevo por el chocolate. Significa mucho que pensaras en mí, en serio.
Ichika se sintió sonrojar, mientras su corazón daba un vuelco. Esas palabras de gratitud, tan simples como eran, le provocaban una enorme calidez en el pecho. Eso significaba que, al menos, él percibía los sentimientos de ella, y los entendía.
Tal vez habría posibilidad de que fueran correspondidos.
- No tienes que agradecerme. Me encantaría conversar más, pero... ya sabes, tengo trabajo por hacer.
- No te distraigo, ambos lo tenemos. Gracias por llamar, es... agradable conversar contigo.
- Jajaja, si ese es el caso, tú también deberías llamarme más a menudo. Que no te dé pena.
Así era. Se sintió muy feliz cuando él la llamó para pedirle salir, ¿estaba mal que quisiera que lo hiciera más a menudo? Bueno, obviamente él no querría importunarla mientras estaba trabajando, así que quizás debería pasarle sus horarios para que supiera cuando podía hacerlo.
- Bueno, adiós, cuídate mucho. – dijo finalmente antes de colgar la llamada.
Habiéndolo hecho, la sonrisa de Ichika se desvaneció ligeramente. Una parte de ella todavía se sentía un poco culpable. Después de todo, Yotsuba había sido la primera en conocerlo, y la primera en enamorarse de él. Pero también le dijo que "ser la primera no le daba derecho a reclamarlo, como si él fuese una especie de trofeo". Llegados a ese punto, Yotsuba habría tenido múltiples oportunidades para acercarse a él, e Ichika voluntariamente había permanecido al margen para que pudiese hacerlo.
- "Lo siento de verdad, Yotsuba. Tuviste tu oportunidad, es justo que yo tome la mía."
Fuutarou seguía siendo un "agente libre", y si no había dado indicios de estar enamorado de Yotsuba, entonces no había nada malo en perseguirlo. Esa era la razón de haber decidido regalarle un chocolate por San Valentín, y el hecho de ser el primero que recibía era solo un plus afortunado para ella. Seguro que sería especial para él.
Aún le dolía que su hermanita se castigara de ese modo, creyendo que no se merecía una oportunidad con el chico que le gustaba. Ichika no lo pensaba así, pero ya había pasado el tiempo de dar concesiones. Yotsuba había tenido meses de ventaja para acercarse a Fuutarou y había elegido no hacerlo finalmente. Era su decisión, y ahora Ichika había tomado la suya.
Ahora no podía pasar mucho tiempo con él, pero durante las vacaciones tras el final del año escolar, tendría oportunidad de hacerlo. Al final, todo dependería de si él terminaba enamorándose de ella, y eso era algo por lo cual sabía que tendría que trabajar muy duro.
(--0--)
Entretanto, con Fuutarou...
El desayuno en la casa Uesugi transcurrió con normalidad, y tras haber terminado, Fuutarou se llevó la caja donde estaba el chocolate de Ichika. Afortunadamente, pese a no dejarle tenerlo antes de tiempo, su familia lo respetó y llegado el día, le permitieron que se lo llevara para comérselo él solo de camino al apartamento Nakano.
Al abrir la cajita, se encontró con un pequeño ponqué de chocolate con forma de corazón, recubierto con glaseado blanco que enmarcaba una imagen curiosa: en la parte superior habían dibujado un par de caritas que seguramente los representaban (juzgando por los peinados) a él e Ichika, el primero con expresión enfurruñada, y la segunda haciendo un guiño coqueto. Tuvo que admitir que le pareció divertido, ya que los capturó a ambos perfectamente.
- Hmm, esto está bueno. – dijo mientras lo comía. Quedaba como un buen postre luego de desayunar en familia.
Era sábado en la mañana, y Fuutarou ya tenía planeado el itinerario del día de hoy. No iba a ser muy largo, ya que de nuevo iba a hacerle a Yotsuba un examen de matemáticas para determinar dónde tenía más problemas. Ese parecía ser el último obstáculo que tenían que superar para lograr su objetivo.
Cuando estaba llegando a la cuadra del edificio Pentagon, de pronto vio que alguien salía a toda prisa y se giraba, empezando a correr en su dirección. Tardó unos segundos en darse cuenta de que se trataba de...
- ¿Nino? ¿Qué estás...?
- ¡A un lado, llevo prisa así que no estorbes!
El chico tuvo que apartarse bruscamente para que no chocara contra él, ya que todavía tenía la mitad del ponqué sin comer en la mano. La segunda de las Nakano pasó junto a él como alma que lleva el diablo, y Fuutarou tuvo la extraña sensación de que podría haber competido con Yotsuba en una carrera. Ese pensamiento hizo que le diera un escalofrío, aunque por ahora decidió ignorarla y siguió hacia la entrada.
Era ya una rutina bien ensayada: acercarse al intercomunicador, saludar y pedir que le abrieran la puerta, luego subir en el ascensor hasta el último piso y dirigirse al final del pasillo. Al tocar el timbre, fue recibido por Miku.
- Buenos días, con permiso. – saludó Fuutarou. La hermana intermedia respondió con un asentimiento y lo dejó pasar.
- Yotsuba se está duchando.
- Bien, la esperaré. – dijo Fuutarou mientras iba hacia el sofá y empezaba a sacar los libros y cuadernos para tener todo listo. – Por cierto, ¿sabes por qué Nino parecía tener tanta prisa?
- La verdad no. – replicó Miku mientras se dirigía la escalera. – Estaré arriba, para no molestarlos.
- Gracias.
Miku se fue a su habitación, y Fuutarou continuó preparándolo todo. Al terminar, intencionalmente se puso de espaldas a donde sabía que estaba el baño. Si Yotsuba estaba en la ducha saldría en cualquier momento, y él prefería evitar cualquier situación comprometedora con una chica desnuda y mojada, por tentador y divertido que eso les pareciera a algunos.
Y con toda certeza, oyó a los pocos minutos que se abría la puerta del baño y Yotsuba salía de él.
- ¡Ah, eso fue refrescante! ¡Ah, Uesugi-san, ya estás aquí!
- No te fijes en mí. – replicó él secamente sin voltearse. – Date prisa y vístete para que podamos empezar.
- ¡Enseguida!
Oyó los pasos un poco apresurados subiendo por la escalera. Con suerte, Yotsuba habría tenido el tino de secarse bien los pies antes de subir, y a los pocos minutos la oyó bajar de nuevo. Ataviada con su sudadera, pantalones deportivos y su siempre presente lazo, se notaba tan alegre como de costumbre.
- Estoy lista. ¿Qué vamos a hacer hoy, Cerebro?
- Lo mismo que hacemos todos los días, Pinky. – replicó él siguiéndole el juego. – Tratar de hacer que pases tus exámenes.
- ¡Y luego conquistaremos al mundo, shishishi!
A pesar de querer mantener un semblante serio, tanto tiempo que había pasado con Yotsuba claramente había calado, y ahora se permitía de vez en cuando hacer algún que otro chiste para aliviar la tensión. Eso también ayudaba a motivarla y mejoraba los resultados, y aunque no lo admitiera de dientes para afuera, también hacía que estudiar con ella fuese más divertido.
- Por cierto – dijo recordando otra cosa – me encontré con Nino abajo en la entrada. Iba muy apresurada, ¿le pasó algo?
- Ah, eso. Ayer cuando discutió con Itsuki, Nino estaba tan enojada que se le olvidó empacar y enviarle los chocolates a Kintarou-san, y bueno...
- Ya veo. – dijo Fuutarou.
Hoy era sábado y la oficina postal abría más tarde, así que tendría suerte si acaso lograba enviarlo por servicio exprés para que Kintarou los recibiera por la noche. Por alguna razón, el pensamiento de saber que él había recibido su chocolate de San Valentín primero le dio una extraña sensación de triunfo, y sentía ganas de presumírselo la próxima vez que se vieran.
- Bueno, hoy nos vamos a enfocar en Matemáticas. – dijo el chico, dejando de lado esos pensamientos frívolos y adoptando el "modo de profesor estricto". – En este problemario está resumido el contenido del curso, así veremos exactamente dónde estás fallando.
- ¡Entendido, manos a la obra!
Y así, por fin arrancó la sesión de estudios. Fuutarou no tenía mucho trabajo hoy, así que no hacía más que supervisar en silencio mientras Yotsuba hacía los ejercicios sin perder la sonrisa en el rostro. Parecía que cada día que pasaba se veía más y más motivada, y aunque tuviera sus tropiezos ocasionales, nunca se dejaba decaer por ellos.
Mientras lo hacía, el chico Uesugi echó un vistazo al apartamento a su alrededor. Estaba casi exactamente igual que aquel día cuando llegó por primera vez, y había pasado gran parte de su tiempo allí. De hecho, si descontaba las horas de sueño, últimamente pasaba más tiempo entre la escuela y el apartamento Nakano que en su propia casa. Si bien era por cuestiones de trabajo, últimamente su estadía ya no se sentía tanto como una obligación.
- "Será un poco triste no venir más a este lugar." – pensó.
Bueno, no era tanto que no pudiese venir más, sino más bien que ya no tendría una razón para hacerlo. Su contrato como tutor para Yotsuba expiraba al final de ese año escolar, y para eso faltaban poco más de ocho semanas. Eso, aunado a que una vez que cumplieran su objetivo Yotsuba regresaría con sus hermanas a su antigua escuela, significaba que ya no la vería más a diario.
¿A quién quería engañar? Eso era lo que le preocupaba, que ya no la vería más a menudo. Y al no ser más su tutor, ya no tendría una razón para venir a su apartamento. Después de todo, ella ya no necesitaría de su ayuda.
- ¡Estoy de vuelta! – sonó la voz enojada de Nino tras abrirse bruscamente la puerta de entrada, interrumpiendo el tren de pensamiento de Fuutarou.
- ¡Bienvenida, Nino! – respondió Yotsuba. – Oye, ¿está todo bien?
Fuutarou vio que Nino le lanzaba una mirada mortal, que claramente decía "¿Tú qué crees?", y Yotsuba sabiamente decidió volver a lo que estaba haciendo, dejando que la segunda hermana se fuera hacia la cocina y se sirviera un vaso de té con hielo.
- Ugh, qué maratón, estoy sudando de tanto correr. – dijo Nino. – Cuando Itsuki vuelva, tendrá que escucharme: ¡esto fue su culpa! Espero que Kintarou-kun pueda perdonarme si mis chocolates llegan tarde.
Dicho eso se fue pisoteando enojada hacia el piso superior. Fuutarou no creía que a su primo le molestara recibir sus chocolates algo tarde, pero culpar a Itsuki por su propio desliz ya era pasarse un poco de la raya.
Y por cierto, hablando de Itsuki, tampoco la había visto desde que llegó. Las palabras de Nino implicaban que también habría salido, y no podía evitar preguntarse qué estaría haciendo, a menos que...
- A todo esto, ¿en dónde anda Itsuki? – preguntó para romper el incómodo silencio. – No me digas que tiene una cita de San Valentín.
- Jaja, la verdad es que no. – Yotsuba procedió a explicar. – Es el aniversario mensual de la muerte de mamá.
- ¿Aniversario mensual?
- Mamá murió el 14 de octubre hace seis años, y todas visitamos su tumba ese día. Pero Itsuki lo hace el 14 de cada mes, sin falta alguna.
- Ya veo. – dijo Fuutarou. Un poco inusual, pero cada quién tenía su manera de pagar sus respetos a los fallecidos. Además, ya sabía que Itsuki era la más apegada de las cinco a su madre, así que tenía mucho sentido.
Mientras pasaba el tiempo, Fuutarou aprovechó de comerse la otra mitad de su ponqué de chocolate, que lo había dejado de lado cuando se encontró con Nino abajo. Yotsuba le echó una mirada curiosa por un instante, pero rápidamente volvió a lo que hacía sin distraerse. Probablemente si fuera Itsuki le pediría un trozo, pero ese él quería disfrutarlo solo. Para eso eran los chocolates de San Valentín después de todo.
...
Tras haber terminado y revisado el problemario, Fuutarou estuvo complacido con el resultado. Era la primera vez que Yotsuba resolvía más de la mitad correctamente, lo que era un salto enorme con respecto al examen simulado de ayer. Además, ahora tenía una visión más clara de qué era lo que más se le dificultaba, y dónde tendría que concentrarse más el tiempo restante antes de los finales.
- Te superaste a ti misma. – le dijo. – Si mantienes este nivel en todas las demás, lograremos subir tu promedio lo suficiente.
- ¡Jaja, qué bien! – celebró la chica del lazo. – ¡Al fin lo logré!
- Whoa, no celebres todavía. – dijo Fuutarou. – Recuerda que solo es un problemario. Tendrás que hacerlo igual o si es posible mejor cuando te toque el verdadero.
- Oh, no seas malo. – dijo Yotsuba, hinchando los cachetes. – Si es la primera vez que lo hago tan bien deberías felicitarme, ¿no?
- Es cierto. – dijo Nino apareciendo desde la cocina. – Yotsuba no ha dejado de esforzarse por ti. Dale un poco más de crédito por su trabajo, ¿quieres?
- Ya, ya entendí. – replicó él. – Muy buen trabajo, Yotsuba.
La chica del lazo rápidamente recuperó su buen humor ante el halago del chico. Nino por su parte sonrió con aprobación, y luego dijo unas palabras que, luego de lo largo de esa sesión, eran muy bienvenidas.
- Bien, ¿alguien tiene hambre?
Después de quedarse encerrada en su cuarto toda la mañana, solo bajó cuando tenía que preparar la comida, y justo ahora estaba terminando a tiempo para la hora de almuerzo. Miku también bajó, y ahora los cuatro se habían sentado a comer.
- Oye, ¿no vamos a esperar a Itsuki? – preguntó Fuutarou.
- Es su culpa si llega tarde. – replicó Nino, apareciendo de repente mientras bajaba las escaleras. – Ya debería haber vuelto, pero conociéndola, seguramente se paró en algún restaurante de por allí. Así que yo no me preocuparía por ella.
- Si tú lo dices. ¡Bueno, vamos a comer, buen provecho! – dijo Yotsuba.
- ¡Buen provecho! – corearon los demás.
El almuerzo de aquel día consistía en gyudon, y como todo lo que preparaba Nino, estaba exquisito. Una pena que Itsuki se lo estuviera perdiendo, ya que lo que más le encantaba comer era carne. Seguramente se sentiría muy molesta cuando llegara y descubriera que se lo habían comido sin invitarla.
O eso creía Fuutarou, hasta que a los pocos minutos de haber empezado a comer se abrió la puerta, y justamente entró la menor de las hermanas.
- ¡Ya llegué!
- Bienvenida. – dijo Nino secamente. – Lo tuyo está en la cocina; te estabas tardando así que empezamos sin ti.
- No, gracias. – respondió Itsuki, dirigiéndose a la escalera y pasando olímpicamente la mesa.
Esto pareció prender alarmas en todos. Itsuki no era del tipo que rechazaba una comida, menos tratándose de una tan buena como la que preparaba Nino. Y efectivamente, esta última fue la que más se extrañó y también ofendió por el comentario, pues volteó a ver con sus ojos en rendijas a su hermana menor.
- De acuerdo, ¿quién eres y qué hiciste con Itsuki?
- ¿Eh? ¿De qué estás hablando?
- No te hagas. – Nino se cruzó de brazos. – La Itsuki que conozco jamás rechaza algo de comer, menos mi cocina.
- Bueno, simplemente ya comí afuera y no tengo más hambre. – replicó la pelirroja, ligeramente enfurruñada.
- ¿Y qué comiste que te llenó tanto? – inquirió Nino. – Con ese estómago sin fondo que tienes lo veo muy difícil.
Esta vez Itsuki hinchó los cachetes antes de responderle. – Bueno, si realmente necesitas saberlo, abrieron un nuevo restaurante de comida italiana. Tal vez deberías ir alguna vez; apuesto a que podrían enseñarte una o dos cosas sobre ser un verdadero chef.
- ¿Qué, insinúas que la comida de ese lugar es mejor que la mía? – preguntó Nino, al parecer sentía que la estaban retando.
- Podría ser. – replicó Itsuki, en un tono algo condescendiente.
Y dicho eso, siguió su camino hacia su habitación y se encerró allí. Nino volvió a sentarse y siguió comiendo, aunque ahora parecía masticar con más rabia. Al parecer le habían herido un poco el orgullo.
En cuanto a Fuutarou, él pensaba que la segunda hermana era una buena cocinera, aunque no la consideraba la mejor del mundo. Para él, ese honor le correspondía a su madre, y eso se lo había dejado muy claro.
- ¡Gracias por la comida! – dijo Yotsuba terminando su tazón. – Oye, Uesugi-san, ya que terminamos con los estudios por hoy, ¿quieres salir a hacer ejercicio?
- A decir verdad, te iba a preguntar lo mismo. – respondió él. – Toda esta semana no he podido ir al gimnasio, ni siquiera a trotar.
- Oye, ¿está bien que salgan así ustedes dos? – preguntó Nino. – ¿No se va a molestar Ichika?
- ¿Por qué iba a hacerlo? – dijo Fuutarou. – Si ya hemos hecho esto decenas de veces en estos meses.
- Sí, pero... ¿salir a hacer ejercicio, en el Día de San Valentín?
Fuutarou y Yotsuba se quedaron viendo a la segunda hermana por un momento, y tardaron unos segundos en entender las implicaciones. Luego se miraron entre sí, y aunque el Uesugi pudo distinguir un rubor en las mejillas de la chica del lazo, esta rápidamente rompió en carcajadas a más no poder.
- ¡Jajajajajajaja! Pero qué cosas dices, Nino. Uesugi-san y yo solo somos amigos.
- Por supuesto, solo amigos. – corroboró él.
- Bien, les tomo la palabra. – dijo Nino, antes de acercarse al chico y ponerle un dedo en el pecho. – Porque óyeme bien, si hay algo que no soporto es a los hombres que juegan con nuestros sentimientos, ¿te quedó claro?
- Sí, por supuesto. – dijo él.
- ¡Bien, iré por mis zapatillas de correr! ¡Mente sana, cuerpo sano!
Y sin decir más, Yotsuba corrió escaleras arriba. Afortunadamente él había salido de su casa ya vestido con su propio chándal y zapatillas deportivas, así que no tendría que pedirle prestado a Yotsuba. Ya se había sentido algo incómodo por haber usado ropa que le pertenecía a una chica, aunque se tratase de una prenda unisex como una sudadera.
Por otra parte, había otro pensamiento que ahora le estaba carcomiendo dentro de la cabeza, y eran las palabras de Nino. Ciertamente tenía un punto válido respecto a la idea de pasar el día de San Valentín haciendo ejercicio, pero si Ichika estaba ocupada con su trabajo, ¿qué había de malo en pasar algo de tiempo con Yotsuba? Después de todo eran amigos y pasaban tiempo juntos haciendo otras cosas aparte de estudiar, ¿no?
Dicho eso, algo en Fuutarou le impulsó a tomar su teléfono. Concretamente, uno de los consejos menores que le dejó su papá para las citas, el cual decía: "Si vas a salir con alguien, así sea solo con amigos, asegúrate que tu chica sepa dónde vas a estar y lo que harás". Bueno, Ichika no era su chica para decir eso, pero él supuso que era lo suficientemente cerca, y ella quizás ya vería su relación de esa manera.
Así, abrió la mensajería instantánea y escribió lo siguiente: "Voy a salir a ejercitarme con Yotsuba. No te molesta, ¿verdad?"
Menos de un minuto vino la contestación: "Claro que no. Solo no hagan nada raro, o me pondré celosa ;)"
Él rodó los ojos y tecleó de vuelta: "¿Por quién me tomas?"
Y de nuevo, la respuesta de Ichika: "Era broma. Sé que no le harías nada malo. Confío en ti."
Fuutarou sonrió y tecleó una última respuesta solo para decirle gracias, antes de sentarse en el sofá para esperar a Yotsuba. Así podría estar más tranquilo; en la escuela ya se había corrido la voz de que estaba saliendo con una de las hermanas de Yotsuba, y por si alguien que los conociera llegaba a verlos (lo cual, considerando lo que pasó en su cita con Ichika, era altamente probable) y malinterpretaba la situación, tendría munición con la cual defenderse de los rumores.
No quería que nadie fuese a pensar que estaba haciendo citas a doble tiempo, y con chicas que encima eran hermanas.
(--0--)
Más tarde...
El entrenamiento de aquel día fue un poco más inusual. Tras dos kilómetros de caminata, la chica los llevó a un lugar diferente del gimnasio, queriendo probar algo distinto.
- ¿Un centro de bateo? – preguntó Fuutarou.
- Es genial, ¿no te parece? – dijo Yotsuba, mientras entraban. – Hace rato que no abanico con un bate.
Fuutarou nunca había estado en un lugar de estos, lo cual dado su poco interés por los deportes no era ninguna sorpresa. Por lo general estaban repleto de jugadores en equipos de béisbol y softbol que buscaban hacer algo de práctica de bateo adicional para sus partidos.
Aquel día estaba bastante vacío. Yotsuba usó una tarjeta de membresía para pagarles veinte fichas a cada uno, y le aconsejó que primero hicieran algo de estiramiento para evitar problemas de espalda. El chico hizo caso; ya había tenido casos de tortícolis menor en el gimnasio por no haberse estirado apropiadamente un par de veces.
- También estuviste en un equipo de softbol, ¿cierto? – comentó Fuutarou al recordarlo de pasada.
- Jaja, sí. Fui la bateadora designada del equipo. – replicó la chica mientras se ponía un casco para batear y le pasaba otro a él. – Nunca fui muy buena en el fildeo, eso sí.
- ¿Oh, de verdad? – Eso le sorprendió, sabía que Yotsuba en general era muy buena en los deportes. – ¿Y a qué se debía?
- Jeje, bueno... nadie era capaz de atrapar mis lanzamientos. – replicó la chica dándose un golpecito en la cabeza. – Decían que lanzaba la pelota tan fuerte que podría haber sido pítcher de prácticas para un equipo de béisbol masculino.
De alguna manera, eso a Fuutarou no le sonó tan descabellado. Yotsuba podría haber competido con chicos a nivel de preparatoria, si no fuera porque existía la división por género y por ende no había equipos mixtos de béisbol. Una verdadera lástima; el talento que se estaban perdiendo.
Yotsuba entró a una cabina que lanzaba pelotas a 140 km/h. Fuutarou no se sentía tan confiado, así que eligió una de 110 para probar, y después trataría de aumentar un poco si resultaba demasiado fácil. Para hacerlo un poco más realista, el lugar tenía una pantalla donde se mostraba la imagen de un pítcher al momento de lanzar.
Se colocó en la caja de bateo y esperó la primera bola, pero abanicó demasiado pronto y fue strike. Esperó la siguiente, y esta vez fue logró hacer contacto, pero se desvió de tal manera que Fuutarou estaba seguro de que sería faul en un partido real. Vino la tercera, y otra vez fue faul.
- Tienes que medir bien el tiempo, Uesugi-san. – dijo Yotsuba.
El chico le echó un vistazo; estaba apoyando los pies y moviendo las caderas como una profesional. También se dio cuenta que a diferencia de él estaba bateando en postura zurda, pese a ser diestra naturalmente. Él sabía que eso le daba un poco de ventaja a los bateadores al ubicarlos más cerca de la primera base al momento de hacer contacto y correr.
Dejó pasar la siguiente para calcular más o menos cuánto tardaba en llegar la pelota hasta él, y usó el bate en postura de toque para medirle la altura. Lo hizo tres veces más para agarrarle el ritmo, y luego, a la octava, se preparó de nuevo.
- Bien, aquí vamos...
La pelota vino hacia él, y esta vez logró dar un buen batazo. Satisfecho, hizo lo mismo con la siguiente, y luego con la décima para completar las diez pelotas por ficha.
- Creo que ya lo tengo. – dijo mientras insertaba otra ficha para iniciar otra ronda de diez lanzamientos. Esta vez sujetó el bate con más fuerza para golpear más lejos la pelota.
Tuvo que admitir que, por simple que pareciera esto, tenía sus beneficios. Era una forma bastante buena de aliviar el estrés al golpear la pelota. Aunque al cabo de un rato parecía demasiado lento, y decidió entrar en la cabina de 120 km/h para aumentar el desafío.
De nuevo, el aumento de velocidad de los lanzamientos le dificultó un poco al principio, pero una vez que logró tomarle el ritmo (si bien tardó un poco más) resultó relativamente fácil. Él nunca había sido fan del béisbol (o cualquier deporte en general), pero por alguna razón en aquel momento se estaba imaginando a sí mismo en el estadio Koshien, a punto de batear un jonrón decisivo.
- "Ja, sí, cómo si un nerd como yo pudiera hacer algo así."
Igualmente, soñar era divertido. Mientras tanto, ocasionalmente volteaba a ver a Yotsuba, que parecía estar divirtiéndose mucho más que él. A diferencia de Fuutarou, la chica lograba hacer contacto a prácticamente todos sus lanzamientos, fallando únicamente en breves ocasiones que se distraía o fallaba en acomodarse tras dar un swing completo. La verdad era impresionante.
El punto culminante fue cuando, tras llevar casi una hora en la jaula de bateo, la chica logró batear con tanta fuerza que lo elevó hasta pegarle a una diana que había en la parte superior cerca del techo, que al hacerlo empezó a emitir una música de fanfarria y en la pantalla donde antes estaba el pítcher virtual apareció una imagen de fuegos artificiales y las palabras en inglés "HOME RUN!" que parpadeaban cada dos segundos.
- ¡Yay! ¡Logré batear un jonrón! ¿Lo viste, Uesugi-san?
- Bien por ti. Ahora yo no me puedo quedar atrás. – dijo él, poniéndose en posición para la siguiente pelota que venía en su dirección.
Empezó a abanicar con mayor fuerza, pero no lograba mandar la pelota mucho más lejos que antes. Aun así, era divertido solo por poder golpearlas, y al tener un objetivo para perseguir, se motivaba mucho más.
Tal como lo hacía durante las sesiones de estudio con Yotsuba.
...
- ¡Ah, eso fue muy divertido! – dijo Yotsuba finalmente cuando salieron del lugar.
- Eres increíble. – dijo Fuutarou. – Bateaste cinco jonrones en total, y casi no fallaste ninguna bola.
- Jeje, creo que todavía tengo mi toque. – replicó ella con modestia. – Tú tampoco lo hiciste nada mal, para ser la primera vez.
- Si tú lo dices.
Admitiéndolo, si bien se había divertido, para cuando salieron del centro de bateo tenía los brazos algo entumidos de tanto abanicar. Hizo una nota de empezar a entrenar más el tren superior en el gimnasio, si planeaba regresar aquí.
- Lo digo en serio. – insistió Yotsuba. – Podrías ser un buen bateador si practicas más.
Él resopló, pero no pudo evitar sentirse halagado por sus palabras. La verdad, el centro de bateo no era un mal lugar, definitivamente le gustaría volver alguna vez. Golpear pelotas era mejor terapia para descargar enojos o frustraciones que alzar pesas en un gimnasio, eso era seguro.
- Y bien, ¿qué vamos a hacer ahora? – preguntó él.
- Lo de costumbre; trotar en el lugar de siempre. Para que descanses los brazos.
Fuutarou se los miró, ¿tanto se notaba? A la chica del lazo parecía no escapársele ningún detalle con respecto a él. Pero aun así asintió y los dos empezaron a trotar hacia el susodicho sitio.
Sin embargo, no avanzaron ni dos cuadras cuando Yotsuba se detuvo repentinamente, y cuando él estaba a punto de preguntarle por qué lo hizo, vio al frente y se dio cuenta que se venían acercando un par de caras conocidas en dirección opuesta.
Y también, que venían muy bien agarrados del brazo uno de la otra.
- ¿Uesugi-kun? ¿Yotsuba?
- ¿Matsui, y Maeda-kun? – replicó la chica del lazo. – Vaya, qué sorpresa, ¿qué hacen por aquí?
- Esa debería ser nuestra línea. – dijo Maeda, dirigiéndose hacia Fuutarou. – ¿No se suponía que ustedes dos iban a estudiar hoy? Fue lo que me dijiste en la cafetería, ¿no?
- Antes que malinterpretes nada, acabamos de salir del centro de bateo. – dijo Fuutarou señalando hacia el lugar. – Yotsuba y yo regularmente salimos a trotar o ejercitarnos juntos luego de estudiar, todos lo saben. Además, le dije a Ichika exactamente lo que íbamos a hacer, y ella estuvo de acuerdo.
- Ichika sabe que solo somos amigos, de verdad. – agregó Yotsuba para corroborar su defensa. – Esto no es una cita ni nada de eso, en serio.
Maeda le dio una mirada a Matsui, que se quedó viéndolo por un momento antes de encogerse de hombros. Sin embargo, eso pareció convencerlo y se relajó. Tal como Fuutarou lo esperaba terminaron topándose con caras conocidas y podrían haber iniciado un malentendido. Afortunadamente ya estaba preparado para cortarlo de raíz si ese era el caso.
- Está bien, te tomo la palabra. – dijo Maeda. – Después de todo, Ichika-san me rechazó por ti. Odiaría saber que está saliendo con un-¡ay!
- Maeda-kun, eso es innecesario. – le dijo Matsui con una sonrisita que claramente decía "completa esa oración y eres hombre muerto". A juzgar por la reacción inicial de Maeda, posiblemente le estaba dando un pellizco por detrás.
- ¡Sí, sí, ya entendí, ya entendí! Oye, no había necesidad de apretar tan fuerte.
- Lo siento. – se disculpó Matsui. – Nos encantaría quedarnos a charlar, pero Maeda-kun prometió llevarme al concierto de Saori Hayami de esta noche. No saben lo emocionada que estoy.
- ¡Vaya, eso es genial! ¡Que se diviertan mucho! – replicó Yotsuba.
Matsui y Maeda se despidieron tan rápido como aparecieron, y continuaron con su camino. Antes de alejarse, Fuutarou y Yotsuba se les quedaron viendo, sin dejar de notar que en ningún momento Matsui parecía querer soltarse del brazo de Maeda y aunque parecieron picarse un poco por lo que acababa de suceder, a los pocos segundos ambos estaban riéndose.
- Hacen una bonita pareja, ¿no crees? – dijo Yotsuba.
- Supongo que sí. – respondió Fuutarou. – Realmente no me imaginé que terminarían juntos, cuando me pediste que los juntáramos en el campamento.
- Jaja, ¿qué te dije? Bueno, ¿continuamos?
Los dos continuaron su trote hacia el lugar de costumbre, aunque Fuutarou echó un vistazo por última vez a Maeda y Matsui antes de que desaparecieran al doblar una esquina. La verdad no sabía por qué se sentía bien solo de verlos juntos. Tal vez simplemente era que estaba feliz por un amigo.
- "Pásala bien, Maeda, no vayas a arruinar tu San Valentín."
(--0--)
Al final del día...
Algunos dirían que pasar San Valentín estudiando y luego haciendo ejercicio era para los solitarios. Y tal vez en otro tiempo lo habría sido para Fuutarou (por lo menos la primera parte), pero a estas alturas, ya no le resultaba tan molesto.
Hoy hicieron una prueba de resistencia, específicamente ver cuántas vueltas era capaz de dar Fuutarou alrededor del lugar. Sorprendentemente, el chico fue capaz de completar treinta y cinco a paso de trote, aunque quedó exhausto en el proceso, mientras que Yotsuba hizo sus cincuenta habituales evidenciando apenas algo de fatiga. Esta vez al menos no tuvo que apoyarse en ella para poder llegar al sitio de descanso, y ahora estaban relajándose en los columpios mientras contemplaban el atardecer.
- ¡Hmm, esto nunca deja de ser divertido! – exclamó la chica. – Estás progresando mucho, Uesugi-san. Casi logras el doble que cuando empezamos.
- ¿Sí? Bueno, supongo que sentir un poco mis piernas significa que voy por buen camino. – dijo Fuutarou.
A decir verdad, cuando iba al gimnasio sin Yotsuba frecuentemente usaba la caminadora, así que su aumento de resistencia no era tan sorprendente. Ahora era capaz de caminar distancias mayores y un poco más rápido que antes, aunque claramente todavía estaba muy por debajo de la chica del lazo. Y en cuanto a la fuerza en los brazos, ahora podía alzar la barra con diez kilos adicionales, y tal vez fuese tiempo de aumentarlos a veinte, especialmente si quería abanicar con más fuerza para golpear las pelotas en el centro de bateo.
Se sentía bien saber que estaba en mejor condición que cuando empezaron. El progreso era lento, pero al menos notable, igual que con Yotsuba al momento de estudiar. Era extraño, pero cuando comenzó a trabajar como tutor no se imaginó que estaría haciendo ejercicio con su alumna. Estaba aprendiendo de ella casi tanto como ella de él.
- Oye, por cierto, tengo algo para ti. – Yotsuba empezó a registrar su bolso, y sacó algo.
Fuutarou vio que se trataba de una barra de chocolate. Una marca que no conocía, probablemente bastante cara. El chico se sorprendió un poco por el gesto, y más porque la muchacha no dejaba de mostrarle esa sonrisa dentuda suya.
- Un chocolate de amigos, obviamente. – dijo Yotsuba. – Es para agradecerte todo lo que has hecho por mí estos meses.
- Oh, sí, desde luego. – dijo el chico. Por alguna razón, una parte de él se sintió algo decepcionado. Pero bueno, ya había recibido uno de Ichika, ¿acaso se estaba poniendo avaro de recibir otro? – Gracias, de verdad lo aprecio.
Sacó un poco para probarlo, pero antes de hincarle el diente, miró brevemente a la chica. Algo dentro de él lo detuvo, y luego lo movió para quitarle toda la envoltura al chocolate y partirlo en dos, dándole la mitad a Yotsuba.
- Ten.
- ¿Eh? Pero si lo compré para ti, es tuyo.
- Dijiste que era un chocolate de amigos. Y los amigos comparten, ¿o no?
Los ojos de Yotsuba se ensancharon brevemente por el comentario, pero luego sonrió y aceptó el trozo. Los dos comenzaron a comer sin prisa, tomándose su tiempo para degustarlo.
- Hmm, está bueno. – dijo Fuutarou. Estaba relleno con trozos de avellana y nuez. – ¿Dónde lo conseguiste?
- Hay una chocolatería que a Nino le encanta. – explicó Yotsuba. – Dice que allí hacen el mejor chocolate del mundo.
- Bueno, diría que es un buen competidor. – dijo Fuutarou. – Aunque no es que yo coma chocolates a menudo. Es el segundo chocolate de San Valentín que recibo.
- Jeje, seguramente no es tan bueno como el de Ichika, ¿verdad?
Fuutarou volteó a mirarla. No era que el de Ichika fuese mejor o peor, solo se sintió... diferente. Él obviamente apreció el gesto, además que le vino muy bien tras el desayuno en la mañana. Estaba delicioso y aunque fuese comprado, podía sentir el cariño que Ichika puso en regalárselo, eso era innegable.
Por otro lado, había algo diferente en estar sentado allí en los columpios, compartiendo la barra de chocolate con Yotsuba. Aunque fuera solo como amigos, le provocaba una sensación muy agradable de paz y tranquilidad. Había pocas personas con las cuales él compartía cosas fuera de su familia, y eso era un testimonio de lo importantes que se habían vuelto ambas hermanas para él.
Quizás, habría sido agradable poder compartir el que Ichika le dio, y pasar el día con ella como lo hacía ahora con Yotsuba.
- ¿Puedo preguntarte algo? – dijo Fuutarou rompiendo el silencio. – ¿Le habías... dado chocolates por San Valentín antes a alguien?
- Jaja, a decir verdad no. – admitió la chica. – Digo, estudié en una escuela femenina hasta el año pasado, no era que hubiese chicos a quienes regalarle, ¿verdad?
- Cierto.
Fuutarou no sabía por qué, pero sentía algo de satisfacción de pensar que él fuese la primera persona a quien Yotsuba le daba un chocolate de San Valentín. Y sería doble si también era el caso con Ichika. Aunque solo uno de los dos fuese romántico, y el otro fuese amistoso.
- "Debe ser porque... porque son de ellas, ¿verdad?"
Sí, probablemente ese era el caso. No sería el día de San Valentín soñado para muchos, pero para él, no había resultado malo en absoluto. Definitivamente tomaría nota de darles a ambas un regalo de agradecimiento por el White Day.
Esta historia continuará...
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