Campamento escolar - Día 2

A la mañana siguiente...

Después de una (sorprendentemente) buena noche de sueño, amanecía el día para continuar el viaje en el autobús, y llegar al destino para comenzar verdaderamente el campamento escolar. Las actividades incluían: orientación y cocina al aire libre por la mañana, pesca y escalada (ambas opcionales) por la tarde, y por la noche la prueba de valentía. El tercer día habría esquí, y por supuesto estaba la fogata por la noche para terminar.

A bordo del autobús, tanto las Nakano como sus amigas hablaban de esta última. Fuutarou no entendía por qué hacían tanto escándalo con eso; ¿qué pruebas tenían de que una "leyenda" de ese tipo fuese cierta? En cierto momento, le preguntó a Miku si le podía prestar los auriculares para no tener que escuchar toda esa cháchara, pero aunque la tercera hermana accedió, tardó un poco en descifrar cómo usarlos para sintonizar la música que quería oír.

Una vez que lo hizo, se recostó sobre su asiento, dejando divagar su mente, concretamente pensando en la conversación que había escuchado a hurtadillas con Kintarou en las aguas termales.

A decir verdad, ya el tema se le había colado en la cabeza desde los días antes del viaje. Sabía desde el principio que tenía que ayudar a Yotsuba a subir sus notas no solo para pasar de año, sino para poder volver a su antigua escuela y reunirse con sus hermanas. En el momento en que aceptó el trabajo, no había pensado mucho en lo que eso significaba, simplemente iba a hacer lo que le pedían para recibir su paga.

Sin embargo, tuvo que admitir que pasar tiempo con ella en estos últimos meses, había calado más de lo que esperaba. No estaba interesado en conocerla o ser su amigo, ni tampoco en socializar con sus hermanas. Pero escucharlas anoche hablando de él de ese modo, especialmente cuando Yotsuba dijo que estaba agradecida con él, movió algo dentro del muchacho. La verdad... le estaba tomando aprecio, y con la baja en las hostilidades, quizás también con las otras. Incluso aunque Ichika y Yotsuba eran las únicas que activamente trataban de acercarse a él.

- "Son un montón de idiotas, cada una de ellas. Pero supongo que no son malas chicas." – pensó.

La verdad, su relación con las hermanas estaba cambiando sin darse cuenta. A pesar de haber empezado con el pie izquierdo con Itsuki, luego de que se disculparon (así fuese porque Yotsuba los obligó a fuerza) eran capaces al menos de hablar de manera civil. Miku, debajo de ese exterior taciturno, podía ser muy amable una vez que se abría, y cuando necesitaba alguna conversación tranquila, ella se mostraba dispuesta a escuchar aunque no dijera mucho, y en parte fue por eso que terminó ofreciéndole ayuda para que pudiera ganar en su juego online. Inclusive Nino, pese a que él no le caía bien por motivos que solo podía especular, se tragó su orgullo para pedirle ayuda con algo que le interesaba (acercarse a Kintarou). Él no sacaba ningún beneficio más allá de que ella le quedase debiendo favores, pero desde entonces había bajado las hostilidades.

Y luego estaban las otras dos. Ichika no ocultaba en absoluto lo interesada que estaba en él, a veces uniéndose a sus sesiones de estudios solo para acercársele, y luego habiéndolo arrastrado a que tuvieran lo que pudo o no haber sido su primera cita (y aunque le costara admitirlo, pasó un buen rato). En cuanto a Yotsuba, si bien pasaba más tiempo con ella, no tenía idea de si la chica del lazo estaría interesada en él de la misma forma. Si no estaban estudiando ella lo arrastraría a que hicieran ejercicio juntos o alguna otra actividad similar solo para pasar tiempo juntos. Aunque fuera algo molesto al inicio, ya no lo era tanto, y hasta cierto punto se estaba volviendo agradable tenerla cerca.

Si su objetivo era ayudarla a subir sus notas lo suficiente, eso significaba que se iría de su escuela al final del año escolar. Y si se iba, ¿acaso él la echaría de menos?

- Uesugi-san...

Se estaba acostumbrando a la rutina de enseñarle, y siendo sincero, no le resultaba del todo malo tener a alguien que dependiera de él. De cierto modo, le daba cierto sentido de la responsabilidad, de sentirse importante para otras personas.

- ¿Uesugi-san?

Y por último, estaba la sensación de preocupación, de si Yotsuba sería capaz de seguir por su cuenta. Sabía lo fácil que Yotsuba podía distraerse a veces. Le preocupaba si sería capaz de continuar por su cuenta una vez que él ya no estuviera allí.

- Hey, Uesugi-san. ¿Me estás oyendo?

- ¿Eh?

- ¿Qué pasa, Fuutarou-kun? – preguntó esta vez Ichika. Al ver a su alrededor notó que las cinco hermanas lo estaban mirando raro mientras Miku distraídamente estiraba la mano en su dirección.

- Devuélvemelos, ya llegamos.

- Ah, claro. – dijo Fuutarou quitándose los auriculares. – Gracias por prestármelos.

Miku los tomó y volviéndoselos a poner se dispuso a bajar del autobús, seguida rápidamente por Nino e Itsuki. Las otras dos sin embargo se quedaron allí con él, todavía mirándolo con extrañeza.

- ¿Te sientes bien? – preguntó Ichika. – Parecías algo ausente.

- No es nada. Solo... me quedé pensando.

- ¿En qué? – preguntó Yotsuba con interés.

Fuutarou estuvo a punto de abrir la boca para decir "en ustedes", pero se contuvo al percatarse de cómo podría malinterpretarse eso. Su mente dio vueltas en busca de palabras apropiadas mientras sus ojos iban de lado a lado mientras se movía los labios. Las dos quintillizas restantes hicieron gestos de impaciencia. Tenía que decir algo rápido.

- De... de lo que vamos a hacer cuando volvamos del campamento. – dijo finalmente. – Se me ocurrían algunas ideas para nuestras sesiones de estudio.

- Ah, ¿era eso? – dijo Ichika haciendo un puchero. – Qué aburrido, ¿incluso ahora piensas en estudiar?

- ¡Es verdad, Uesugi-san, mejor abandona el planeta de los estudios! ¡Estamos de campamento y hay que divertirnos! – exclamó Yotsuba.

- Oigan ustedes, ¿se van a bajar o qué? – les gritó el conductor del autobús.

- Ya oíste, Fuutarou-kun. – dijo Ichika agarrándole el brazo. – Yotsuba, ¿qué tal si le enseñamos como divertirse en un campamento?

- ¡Buena idea! – Yotsuba le agarró el otro. – ¡Andando!

Y sin más, las dos quintillizas se lo llevaron jalando, antes de que pudiera hacer nada. Afortunadamente, esta vez el tirón no fue tan violento como el día de los exámenes, aunque si eso era porque Yotsuba se contenía o porque ahora él era un poco más fuerte, Fuutarou no lo podría decir con certeza.

Al menos, eso le salvaba de preguntas incómodas por el momento, y de esas cosas en las que no quería tener que pensar.

(--0--)

Un poco más tarde...

La cocina al aire libre no era una actividad particularmente emocionante, pero para algunos resultaba un buen cambio, y una forma de entrar en calor luego del frío inclemente de la ventisca del día anterior.

A cada quién le fue asignada una tarea dependiendo de sus aptitudes. Yotsuba, que era buena para el trabajo físico, se ofreció a tomar el hacha para cortar la leña, y se estaba divirtiendo tanto en ello que hizo una pila enorme, más que suficiente para repartirla entre todos. Ichika ayudaba con la limpieza de los cuartos (¿cómo era posible que fuera buena en ello y no era capaz de mantener orden en su propia habitación?). Itsuki y Miku estaban ayudando con las ollas de estofado, y vio que Itsuki miraba obsesivamente el reloj de su celular, contando los segundos para que se cumplieran los quince minutos, mientras Miku dijo haber agregado un "ingrediente secreto" a la olla de su grupo, haciendo que las demás gritaran algo de que no se acercara a la olla principal. Entretanto, un pequeño grupo de chicos discutía con unas chicas entre las cuales estaba Nino, echándose culpas de quién quemó el arroz, y Nino tomando la palabra les ordenó vigilar el curry mientras ellas se ocupaban del arroz.

Fuutarou por su parte se encontraba vigilando su arroz mientras se hervía, junto con uno de los dos sujetos con quienes él y su primo habían compartido habitación en la posada. No le estaba prestando mucha atención, pese a que le resultaba aburridísimo quedarse en cuclillas esperando a que estuviera listo, pero tampoco era que tuviese temas de conversación con él.

- Oye, Uesugi. – le dijo de pronto, pero él no le hizo caso. – Oye, sé que me oyes, no me ignores.

Él no estaba muy interesado en iniciar conversación, pero al parecer, este sujeto sí lo estaba. Volteó para responderle:

- ¿Qué pasa...? – Se quedó con la boca abierta al darse cuenta que no recordaba su nombre, haciéndolo fruncir el cejo.

- ¡Maeda, ese es mi nombre! ¿Cómo se te olvida si lo escuchaste ayer?

- Lo siento. ¿Pero qué querías? – insistió Fuutarou. Mejor ir directo al punto para zanjar sus asuntos, fuesen cuales fuesen.

- ¿Tú sabías lo de Nakano-san? – preguntó Maeda, haciéndolo arquear una ceja. – Es decir, si sabías que tenía cuatro hermanas idénticas.

- Ah, eso. – replicó él sin darle mucha importancia. – Sí, desde hace meses que las conozco. Por eso la llamo por su nombre de pila, para evitar confusiones.

- Vaya, qué envidia me das. – dijo el castaño. – Son muy hermosas, todas ellas.

Fuutarou le dirigió una mirada inquisitiva, pensando que si las conociera un poco más de cerca no le tendría tanta envidia. Además, no era que fuese tan cercano con todas ellas. Aun así, no le dijo nada, pues no creía que se fuera a tragar sus argumentos, así que volvió su atención otra vez al arroz que hervía sobre la hoguera.

- Y dime, ¿sabes si están disponibles? – volvió a preguntar.

- ¿Disponibles? – preguntó él sin interés realmente, haciendo que Maeda se diera una palmada en la cara.

- Oh, vamos, tú entiendes. Hablo de si tienen novio. – Al decir estas palabras volteó a ver por encima de su hombro. – Aunque si tuviera que elegir a una...

Fuutarou siguió su mirada y se dio cuenta que estaba viendo en la dirección donde en ese momento estaba Ichika charlando con una de sus amigas.

- La mayor, su nombre es Ichika, ¿verdad? – preguntó Maeda. – Me gustaría si ella fuese mi pareja.

Mientras Maeda se quedaba viendo a Ichika, Fuutarou echó otro vistazo al perímetro. Nino estaba también con un par de amigas suyas mientras a Miku trataban de apartarla de la olla. A Itsuki no la veía desde donde estaba, pero del otro lado todavía se oían los golpes del hacha así que Yotsuba no debía estar muy lejos.

Fuutarou no tenía ganas de decirle que sabía que Ichika estaba interesada en él, por el simple hecho de que él no iba a "reclamar" el puesto al no corresponderla. Por un momento consideró la posibilidad de decirle que podría ir por alguna de las otras, pero hablando de "disponibilidad", Nino rápidamente quedaba descartada ya que Kintarou la había "apartado" (o quizás ella a él, pero para el caso era lo mismo). En cuanto a Miku e Itsuki no sabía si estarían interesadas en alguien a quien él no conociera (más tomando en cuenta que su escuela era femenina). Y respecto a Yotsuba... era simplemente Yotsuba.

- Oye, me sabe amargo pedirte esto, ¿pero crees que podrías hablar con Ichika-san y presentármela? – insistió Maeda. – No conseguí pareja para el baile de la fogata, y no quiero terminar solo.

Incluso hablando de quintillizas (genéticamente) idénticas, cada una de ellas era lo bastante diferente como para ser su propia persona. En físico todas eran prácticamente iguales, exceptuando cortes, peinados, accesorios y tintes de cabello para poder distinguirse entre ellas, pero en personalidades eran completamente distintas. La personalidad coqueta y sociable de Ichika le había ganado más de un admirador entre los de su escuela, y era con mucho probablemente la segunda más popular después de Yotsuba (que solo llevaba ventaja porque casi todos ya la conocían).

- Me gustaría invitarla a la fogata, pero nunca logro encontrarla sola para pedírselo. – prosiguió el castaño. – Si tú la conoces, ¿no podrías darme una mano?

Fuutarou estuvo a punto de decir que eso no dependía de él, pero en ese momento apareció su primo haciendo un anuncio tan fuerte que parecía tener un megáfono en mano.

- ¡Hey, gente! ¡Los que están en la prueba de valentía, Takigawa-sensei dice que es hora de ir preparándonos! ¡Hay que llevarnos las cosas al lugar!

- Lo siento, eso me incluye a mí. – dijo Fuutarou poniéndose de pie y mirando a Maeda. – Vigila mi arroz, ¿quieres?

Pese a las protestas de Maeda por no darle una respuesta, Fuutarou se fue en dirección a donde estaba Kintarou reuniendo al resto de gente que participaría en la prueba de valentía, incluyendo Yotsuba que por fin dejó de picar la madera. Mientras iban saliendo, Yotsuba de repente lo agarró del brazo y se lo llevó aparte, detrás de una de las paredes del albergue.

- ¡Hey! ¿Qué haces?

- Esto no va a tomar mucho, pero es que quería pedirte que me ayudaras con algo. – explicó la chica del lazo.

- ¿No dijiste que no querías estudiar?

- ¡No es eso! – murmuró Yotsuba. – Y bueno, no es para mí, sino para una amiga. Lo que pasa es que Matsui de la clase 2-4 tiene a alguien que le gusta, pero no le pone atención. Y me ofrecí a ayudarle a ver si se acercaban.

- ¿Y qué tengo yo que ver en eso? – preguntó Fuutarou confundido.

- Bueno, resulta que es el mismo chico con el que estabas hablando, Maeda-san. – explicó Yotsuba, y Fuutarou miró hacia la cocina. Todavía estaba allí donde lo dejó. – Bien, ya que estás a cargo de la prueba de valentía, se me ocurrió ¿qué tal si mueves los hilos para que la hagan juntos?

Fuutarou ladeó la cabeza momentáneamente, tardando un poco en entender a lo que Yotsuba se refería con lo de "mover los hilos". Entre sus labores en el comité de la prueba de valor a él le habían asignado sortear a las parejas que harían la prueba, así que de cierto modo sí podría, con mucho cuidado, colocarlos a ambos juntos y que pareciera casualidad.

- Piénsalo; si hacen la prueba juntos, él podría protegerla cuando los asustemos, ¿no sería romántico? – prosiguió Yotsuba en tono soñador, antes de ponerle las manos en posición de súplica. – Por favor, es para ayudar a una amiga. Dame una mano con esto, ¿sí?

- Está bien, de acuerdo, lo haré, no tienes que suplicarme.

- ¡Yay, gracias, Uesugi-san! – De inmediato Yotsuba le saltó a darle uno de sus abrazos rompe espaldas, y no tuvo tiempo de esquivarlo. – ¡Matsui también lo apreciará!

- ¡Ya, ya, está bien, suéltame! – se quejó él, tratando de aguantarse el dolor.

Después de ella que lo soltó, se disponían a marcharse, aunque se detuvieron al oír que alguien gritó "¡Takeda-kun, esa no la pruebes!". Los dos fueron a ver con algo de curiosidad a ver qué había pasado, y vieron que una pequeña multitud se había aglomerado alrededor de la olla donde cocinaba el grupo de Miku.

- ¡Takeda-kun, ese estofado tiene miso, no lo toques!

- ¿Por qué? – replicó este último, sin hacer caso a las advertencias. – No sabe tan mal.

Todo mundo alrededor veía estupefacto como el niño bonito cogía un cucharón para servirse de ese misterioso estofado, y se quedaban viéndolo como si estuviera loco. El peliazul y la chica del lazo dirigieron la mirada hacia donde estaba Miku, y aún por la distancia alcanzaron a distinguir que parecía sonreír como si estuviera encantada.

Los dos intercambiaron miradas. Fuutarou no había experimentado las dotes culinarias de Miku, aunque sí le había visto preparar algunos platillos que por fuera no tenían buen aspecto. ¿Sería que sabrían mejor de lo que se veían?

- ¡Oigan! – les llamó Kintarou. – ¿Van a venir o qué ustedes dos?

- ¡Sí, sí! ¡Ya vamos! – replicó Yotsuba. – ¡Démonos prisa, Uesugi-san!

Un poco extraño que ella hablase de darse prisa cuando fue la que le hizo pararse momentáneamente para pedirle ese favor, pero por ahora, tenía trabajo por hacer.

Al parecer, todo el lugar parecía estar ejerciendo una influencia en ellos, si estaban volviendo tan locos por conseguirse una pareja. Kintarou, Nino, Maeda y la amiga de Yotsuba... quizás lo de la leyenda tuviese algo de verdad.

Y ese pensamiento le resultaba un poco escalofriante. Eso le haría creer que el sitio estaba embrujado o algo por el estilo.

(--0--)

Un poco después...

Los preparativos para la prueba de valentía resultaron ser mucho menos tediosos de lo que Fuutarou se imaginó. Lo primero, era decidir la ruta y colocar señalamientos a todo lo largo de esta, para que los participantes no fueran a perderse, o peor, a dar un paso en falso y caer por un barranco. Fue muy útil tener a Yotsuba como músculo extra para usar el martillo y clavar las señales en el suelo.

A Fuutarou lo único que le quedaba era llevarse el disfraz que iba a utilizar durante la susodicha prueba: el traje de payaso con el cual Yotsuba se "asustó" cuando visitaron al club de teatro. Durante la reunión otra vez quiso hacerse la graciosa fingiendo que se espantaba de él cuando se ponía la máscara y la peluca, y aunque a él le parecía tonto, todos los demás lo encontraron divertido, y le regañaron por "ser tan gruñón y aburrido".

- "Fue algo divertido las primeras diez veces, pero ya después, obviamente se pierde el chiste." – pensaba él. – "De verdad parece una niña crecida."

Pero bueno, él no era nadie para hablar, pues también planeaba disfrutar de la prueba de valentía asustando a tantos como le fuera posible. Esa sería su venganza por habérsela asignado sin preguntar.

- Vamos, Ichika-san, ¿por qué no puedes darme una respuesta ahora?

La voz captó la atención de Fuutarou, y fue entonces que vio a pocos metros del sendero que transitaba a Ichika. Supo que era ella de inmediato: ese pelo rosa era inconfundible. Mientras tanto, la voz que había escuchado era la de Maeda, que en ese momento le daba la espalda y no se había percatado de su presencia.

- Escucha, realmente me halagas, Maeda-kun, pero no puedo aceptar tu invitación. – dijo Ichika.

- ¿Por qué no? ¿Acaso es que ya elegiste a alguien para bailar o qué?

Ichika parecía ponerse nerviosa para responder. Evidentemente estaba tratando de ser amable y rechazar la invitación. Un segundo después ella vio de reojo en su dirección, y de inmediato los ojos se le iluminaron mientras sonreía. Y eso le dio un ligero respingo.

- ¡Ah, Fuutarou-kun! – exclamó mientras corría hacia él, y sin decir ni una palabra se le agarró del brazo provocadoramente.

- Oye, qué... – Se detuvo cuando Ichika le dio un ligero pellizco por detrás y le dirigió una mirada que decía claramente "sígueme el juego". No supo por qué, pero sí que era mejor quedarse calladito.

- Hey, ¿qué sucede aquí? – preguntó Maeda. – ¿Qué haces con este sujeto?

- ¿Es que no es obvio? – dijo Ichika, en un tono que hacía muy evidente cuál era la insinuación. Fuutarou tuvo que contener el impulso de gruñir, pero entendiendo que lo buscó para zafarse de una situación incómoda, se sintió en la obligación de hacerle caso para evitar consecuencias.

- No, ¿estás tratando de decirme que tú y este tipo...? – dijo Maeda, señalándolos con el dedo respectivamente.

- Si quieres decir si Fuutarou-kun y yo somos cercanos, entonces sí, lo somos. – dijo Ichika. – ¿No es verdad, Fuutarou-kun?

- ¿Eh? Sí, claro que sí. – dijo él. Eso era estirarse un poco; la conocía desde hacía pocos meses, pero ella insistía en que se hicieran amigos, y evidentemente quería ir más allá. Así que al menos por el lado de ella, sí era verdad.

- Oye, oye, pero eso no tiene sentido. Si todos los días caminas a casa con Yotsuba-san después de la escuela. – protestó Maeda antes de fruncir el cejo. – Espera, ¿acaso no estarás haciendo doble tiempo con ella y con Ichika-san?

- ¿Cómo dices? – Fuutarou sintió que se le subía la indignación. ¿Qué tenía este sujeto en la cabeza para pensar algo así?

- ¡Maeda-kun! – intervino Ichika. – Discúlpame, pero Fuutarou-kun no haría algo así. Él no tiene ese tipo de relación con Yotsuba; simplemente es un buen amigo que la ayuda a estudiar.

- Me pagan por hacerlo. – agregó él, ganándole un golpecito juguetón de parte de Ichika.

- No nos arruines el momento, ¿quieres?

No obstante, eso pareció ser suficiente para convencer a Maeda de echarse para atrás con sus intentos de cortejo, ya que suavizó un poco su expresión. Aun así, no dejaba de mirarlos con algo de escepticismo, alternando entre verla a ella y a él. Fuutarou no hacía otra cosa más que pedir internamente que se tragara el cuento para que pudiera dejarlos en paz y salir de esa incómoda situación.

- Entonces... ¿te gusta este sujeto?

- Sí, Fuutarou-kun me gusta mucho. ¿Algún inconveniente con eso? – preguntó Ichika.

- Bueno... si ese es el caso entonces no hay remedio. – Maeda se rascó detrás de la cabeza, resignado. – Perdón por molestarte, supongo que tendré que buscar a otra pareja para la fogata.

Acto seguido se dio la vuelta y se alejó caminando. Fuutarou se quedó mirándolo hasta que se perdió de vista, y una vez que estuvo a distancia segura, Ichika finalmente le soltó el brazo y suspiró aliviada.

- Uff, por fin se fue. – dijo. – Llegaste muy a tiempo, gracias por rescatarme.

- ¿Rescatarte? – preguntó él confundido. – Yo no hice nada, fuiste tú la que me arrastró a seguirte el juego.

- No seas modesto. – dijo la pelirrosa sin dejar de sonreír. – Llegaste muy a tiempo para sacarme de una situación incómoda. No se me ocurría qué decirle para no romperle mucho el corazón negándome a bailar con él en la fogata.

- No me digas que te crees ese cuento de la leyenda. – dijo él lacónicamente.

- Cielos, ¿siempre tienes que ver todo de ese modo? – protestó Ichika hinchando las mejillas. – Aunque si realmente lo creyera, entonces le pediría a alguien que me gusta que bailara conmigo yo misma.

Fuutarou le echó una mirada de reojo. Ichika parecía no ser muy sutil en ese interés que demostraba en él, y por eso no podía evitar darse por aludido. Le recordó bastante a lo que pasó en el festival de fuegos artificiales, si bien aquí Ichika no mintió diciéndole a Maeda que eran novios, sí lo insinuó lo suficiente como para que él lo interpretara de esa manera. La intención era bastante clara.

- Por cierto, ¿tú y Yotsuba no han hablado sobre eso?

- ¿Sobre qué? – preguntó Fuutarou confuso. Ichika se quedó momentáneamente en silencio, pero a los pocos segundos adoptó una expresión solemne.

- Ya veo, así que todavía no. Bueno, no te preocupes, tendré que hablar con ella más tarde. ¡Nos vemos!

Y sin decir más, se dio la vuelta y se fue, dejándolo todavía más confuso. ¿Acaso Yotsuba tenía algo que hablar con él? Y por lo poco que alcanzó a entenderle, ¿tenía que ver con la fogata?

- "Ichika... ¿no me estás insinuando que Yotsuba me querría invitar a bailar en la fogata?"

No, eso sería demasiado extraño. Además, por todo lo emocionada que estaba, Yotsuba no parecía que realmente se tomara en serio ese tipo de relación. Si realmente ella quisiera bailar con él, quizás ya habría ido de frente a pedírselo el mismo día que les contó a todos lo de la susodicha leyenda.

Mejor se iba para ocupar su mente en alguna otra cosa. Algo que le sirviera para relajarse y desviar su atención de esa leyenda, que no estaba más que dándole quebraderos de cabeza.

(--0--)

A mitad de la tarde...

Algunos pensaban que la pesca era una actividad aburrida, apta solo para viejos. Para Fuutarou, sin embargo, era un buen cambio de ritmo, ya que la idea de simplemente sentarse a esperar y relajarse era mucho más atractiva que hacer esfuerzos físicos exagerados, sin mencionar que los peces que atrapara luego podría comérselos para cenar si quería. Y entre otras cosas, le daba un poco de paz y quietud para pensar y reflexionar.

- No juegues. ¿Una de las quintillizas Nakano?

- ¿Qué puedo decir, amigo? Creo que es parte de mi encanto.

Excepto por un detalle. No fue el único en elegir ese sitio específico para ir a pescar. Sus compañeros de habitación en la posada, es decir su primo, Maeda y Takeda también se encontraban allí. Mientras él y Takeda pescaban, Kintarou conversaba con Maeda, o más bien, aprovechaba de restregarle encima el hecho de que se había anotado algunos puntos con una de las hermanas Nakano.

- Cielos, ¿es que ustedes tienen algo de familia o qué? – dijo Maeda. – Qué envidia me dan.

- Bueno, si te soy sincero hasta hace poco dudaba de nuestro parentesco. – Kintarou le echó una mirada de reojo, que él le devolvió frunciendo el cejo. – Supongo que tardó un poco en despertar su ADN. Aunque no pensé que me ganaría de mano; ¿dos por el precio de una? Tiene mi respeto por eso.

Fuutarou se sintió tentado a gritarle que dejara de alabarlo de esa manera. Si lo hacía lo único que lograría sería que Maeda se sintiera todavía peor con el rechazo de Ichika y tal vez meterlo en problemas si se llegaban a correr rumores de que estaba haciendo doble tiempo con dos de las hermanas Nakano. Lo menos que querría era que su reputación como estudiante modelo se viera empañada por rumores infundados de que era un mujeriego o algo así.

- Así que te has vuelto muy cercano con Nakano-san y sus hermanas. – dijo Takeda, interviniendo en la conversación.

- Ellas me obligaron. – dijo Fuutarou. – Insistieron en querer hacer buenas migas conmigo, aunque yo no estaba interesado.

- Lo dices como si hubiera sido algo malo. – agregó el niño bonito sin dejar de sonreír. Aunque no era tan directo como Kintarou, Fuutarou podía ver en su rostro que compartía su línea de pensamiento. – ¿O es que acaso las odias?

Le costó un poco mirarlo de frente para poder contestarle. La respuesta era obvia; lo difícil estaba era en formularla apropiadamente: Ichika y Yotsuba, no había forma de que las odiara, aunque fueran molestas, insistieron en querer hacerse sus amigas y él terminó aceptándolo. Miku no le desagradaba en absoluto, e incluso teniendo sus desavenencias con Nino e Itsuki... decir que las odiaba era estirarse más allá de la verdad.

- No, claro que no. Son buenas chicas, en el fondo... algunas de ellas, por lo menos. – admitió a regañadientes.

- Qué suerte tienen algunos. – dijo Maeda con amargura. – Habría invitado a Ichika-san a que hiciéramos la prueba de valentía juntos. Tal vez así se habría fijado en mí.

- Da igual, ya sorteamos las parejas de la prueba. – intervino Kintarou. – No te desanimes, Maeda; quizás tengas una oportunidad con quien te toque. ¿No es así, primo?

Fuutarou tuvo que contenerse las ganas de echarle una mirada, y se limitó simplemente a asentir. Habiendo ya completado los preparativos para la prueba de valentía, cuando nadie lo estaba viendo mientras sorteaba los nombres de los que iban a participar, hizo una pequeña trampa para sacar los nombres de Matsui y Maeda para que les tocase juntos tal como le pidió Yotsuba.

- Oye, ¿por qué estás tan desesperado por conseguirte una novia? – preguntó. – ¿Es que no hay chicas bonitas en tu clase?

- Todas las que conozco son muy simplonas. – replicó el castaño. – Nakano, es decir Yotsuba-san, es la primera que resulta interesante, pero a ella tú ya la tenías acaparada.

- Soy solo su tutor. – señaló Fuutarou. – Podrías haberla invitado a salir a ella hace mucho.

- Nah, aunque estuviera interesado, alguien de mi clase ya lo intentó una vez, y lo rechazó. – respondió Maeda secamente. – Dijo que tenía responsabilidades y que no podía fallarlas.

Fuutarou esta vez sí volteó a mirar a Maeda, con una ceja levantada. Así que Yotsuba había pasado de una invitación de alguien a salir para ir a estudiar con él. Ahí estaba de nuevo ese extraño pero admirable sentido de la responsabilidad suyo, para aplicarse en sus sesiones de estudio.

- Aunque imagina mi sorpresa cuando supe que tenía hermanas quintillizas. – prosiguió. – Lástima que fue la única que se transfirió a nuestra escuela. Y tú tenías que llevarte a Ichika-san, suertudo.

De nuevo, tuvo que contenerse de decir que técnicamente ellos no estaban juntos de esa manera. A lo mucho, habían salido juntos una sola vez, aunque estaba entredicho si fue una cita real o no, al menos para Ichika sí debió serlo, y eso le bastaba. En cuanto a él... prefería no darle muchas vueltas al asunto.

- Por cierto, Takeda, ¿en serio te comiste el guiso que preparó Miku? – preguntó Kintarou. – No te ofendas, pero eso no parecía apto para consumo humano.

- No me pareció tan malo. – replicó el aludido encogiéndose de hombros.

- Si tú lo dices. En todo caso, está muy lejos del que hizo Nino, si me lo preguntan. – prosiguió el rubio.

- Casi me cuesta creer que son quintillizas. – agregó Maeda. – Es decir, tienen la misma cara, pero en casi todo lo demás son completamente diferentes.

- Velo por el lado amable; hay variedad de donde elegir. – dijo Kintarou. – Aunque yo ya escogí a la mía, eso no cambia, caballeros, jajajajaja.

Afortunadamente, y antes que la conversación se fuese a volver más incómoda, el hilo de Fuutarou empezó a sacudirse, indicando que había picado un pez. De inmediato empezó a enrollar y jalar para sacarlo mientras Maeda sujetaba un balde para ponerlo allí junto con el resto de los que habían atrapado. Tuvo dificultades para jalarlo, pero por lo visto el entrenamiento de fuerza que hizo con Yotsuba le ayudó a que el pez no terminara llevándoselo a él.

La pesca continuó por un buen rato. Si bien Fuutarou no intervino en la conversación tanto como los otros tres, excepto cuando le llamaban específicamente, tuvo que admitir que no la estaba pasando del todo mal. Al cabo de un rato, Takeda cambió de lugares con Maeda, el primero poniéndose a vigilar los pescados en las brasas mientras el segundo cogía la otra caña para seguir pescando.

Ninguno de los dos dijo nada hasta que Maeda decidió abrir de nuevo la conversación:

- Oye, tú ya llevas tu tiempo tratando a las Nakano. Ya habrás de conocerlas muy bien.

- Supongo que lo suficiente. – dijo Fuutarou. – Todas son muy diferentes entre sí, pero... hay algo importante que las une en común.

- ¿Oh? ¿Y qué es? – preguntó interesado Maeda. Fuutarou se tomó un momento para responderle, buscando las palabras apropiadas.

- Su lazo como hermanas. Siempre se apoyan unas a otras, pase lo que pase.

- Diablos, qué envidia me das. Sales con una de ellas y conoces bien a todas las demás.

Aunque la parte de salir con una de ellas era cuestionable a lo mucho, las palabras de Maeda hicieron eco en la cabeza de Fuutarou, que sinceramente dudaba un poco si habría algo que envidiar.

Para estas alturas había interactuado con las hermanas Nakano lo suficiente como para conocer las peculiaridades de cada una, para bien o para mal. Itsuki era una glotona empedernida que intentaba aparentar ser más madura de lo que realmente era, y aunque le costara admitirlo, era como ver un reflejo de sí mismo en versión femenina. Nino le tomó inquina solo por poner un pie en su apartamento, y generalmente solo podía tratar con ella por medio de negociaciones. Miku no era tan mala una vez que se abría, si acaso lograbas pasar de su naturaleza retraída y taciturna. Ichika, aparte de ser una desordenada en la casa, parecía en general la más madura de las cinco, pero no negaba que sus coqueterías a veces le rayaban en lo incómodo, si bien su interés parecía sincero al cabo de cierto tiempo. Y Yotsuba, pese a que había demostrado esfuerzo y dedicación, su primera impresión de ser una musculosa alegre y tonta no había cambiado demasiado.

La verdad, en lo que a relaciones románticas se refería, si bien no tenía experiencia real, Fuutarou tenía bastante clara cómo le gustaría que fuese la mujer de quien se enamoraría. Aunque en este punto había llegado a considerar que las Nakano eran buenas chicas (algunas más en el fondo que otras), aún cuestionaba un poco si alguna de ellas podría ser el tipo de mujer que él buscaba.

- "Alguien que sea madura y dedicada a lo que hace. Alguien que tenga claras sus metas y sepa a dónde quiere llegar y lo que quiere hacer con su vida."

Así era. Alguien como esa niña de sus recuerdos. A pesar de su corta edad, tenía muy claro lo que quería hacer. Quería ser una buena estudiante para encontrar un buen trabajo, y sacar a su familia de la pobreza. No muy diferente de él al querer salir adelante para dejar de ser una carga para sus padres.

Seguramente ahora habría crecido para ser una estudiante modelo, quizás incluso representante de su clase. Alguien responsable y que se enfocaba en sus objetivos, en vez de estar ocupada con frivolidades típicas de los adolescentes de preparatoria.

Quizás sonara exigente, y si lo dijera en voz alta, seguro la gente creería que estaba yendo muy lejos al decidir con quién se querría casar, pero admitiéndolo, ¿habría algo de malo en eso?

- ¡Bien, ya tenemos suficientes! – anunció Kintarou. – ¡Vamos a comer, caballeros!

Con eso, Fuutarou y Maeda dejaron las cañas y se sentaron alrededor de la parrilla, tomando algunos de los pescados para empezar a comer, junto con Kintarou y Takeda.

- Por cierto, Kintarou. – dijo Fuutarou. – No olvides que antes del anochecer tenemos que ir al sendero para la prueba de valentía.

- Lo sé, lo sé. – dijo el rubio. – Jeje, esta noche vamos a asustar mucho.

- Parecen muy entusiasmados con esa prueba. – comentó Takeda. – Espero no se pasen de la raya con los sustos. Algunos son algo... frágiles para esas cosas, ya lo saben.

- Ja, hay que ser un bebito o una niña para asustarse con eso. – dijo Maeda. – Bah, ya no me queda más que hacer sino aprovechar lo que queda del campamento.

- ¡Tú lo dijiste, colega! – exclamó Kintarou. – ¡Vamos, caballeros, el día es joven, hay que vivir el momento!

Vivir el momento... Fuutarou ya no recordaba cuándo fue la última vez que hizo eso. Después de aquel fatídico encuentro en Kioto, empezó a dejar de pensar en el presente para enfocarse más en su futuro. Eso significaba estudiar más y divertirse menos, y que no tenía tiempo para relaciones, fuesen de amistad o románticas.

Este campamento escolar era una de las pocas ocasiones que se podía permitir un poco de diversión, pero una vez que terminase, volvería a su rutina normal, que consistía en estudiar y ganarse el dinero con las tutorías para Yotsuba. Aunque en el fondo, él sabía que estaba muy lejos de llamarse "rutina", ya que desde que ella entró a su vida, los días ya no resultaban iguales.

Y cuando ella se fuera de nuevo a su antigua escuela, esos días terminarían.

- "Quizás... no esté mal disfrutar un poco más de este viaje." – pensó.

Solo tenían dos días más, no tenía sentido quedarse sin aprovecharlos al máximo. Además, tendría más historias para contarle a Raiha entre más cosas hiciera después de todo.

(--0--)

Entretanto, en otra parte...

Mientras Fuutarou y los otros estaban inmersos en la pesca, Yotsuba se encontraba en una actividad mucho más exigente. Había decidido tomar la ruta de escalada junto con Matsui, y ahora estaban subiendo por una de las colinas nevadas con mochilas a cuesta.

- ¡Deprisa, Matsui, ya casi llegamos!

- Ya... voy... – La castaña se desplomó de rodillas en el sendero, llevándose las manos al pecho mientras trataba de respirar. – Ya no... puedo más... ¿puedo... descansar?

Yotsuba estaba a punto de decir que les faltaba poco, pero viendo que su amiga hablaba con dificultad, se apiadó de ella y la ayudó a levantarse, llevándola junto a un árbol para que pudiese recargarse contra él. Mientras la castaña aspiraba y exhalaba a intervalos, Yotsuba se tomó un momento para admirar la vista desde donde habían llegado.

- Wow, de verdad estamos muy alto aquí. No puedo creer que llegáramos tan lejos.

- Yo tampoco. – dijo Matsui. – ¿Cómo es que no te afecta esta altura? Yo apenas puedo respirar; de verdad eres increíble, Yotsuba.

- Jeje. – Yotsuba se rascó tímidamente detrás de la cabeza. – Cambiando de tema, ¿has podido hablar con Maeda-san?

- La verdad es que no. – dijo Matsui, bajando la mirada. – Pensé que tendría una oportunidad durante este campamento, pero parecía estar muy ocupado con tu hermana... ¿cuál era su nombre?

- Ichika. La verdad, ella siempre fue muy popular en mi antiguo vecindario.

- No me extraña, la verdad. – dijo Matsui. – Irradia mucha confianza en sí misma, y parece alguien muy responsable.

- Jeje, si supieras. – se rio Yotsuba. Por afuera Ichika podía dar esa impresión, pero la verdad, al menos en casa estaba muy lejos de serlo.

- Yo no podría competir con alguien así. – dijo Matsui. – Maeda-kun jamás se fijaría en alguien tan simplona como yo.

- Oye, no digas eso. – dijo Yotsuba. – Anímate, tal vez esta noche tengas una oportunidad en la prueba de valentía. Ya sorteamos las parejas y te tocó con él, ¿qué te parece?

- ¿De verdad? – Matsui pareció animarse por eso. – Qué suerte tengo.

Yotsuba tuvo que contenerse el deseo de reírse, ya que sabía que no era cosa de suerte. Fuutarou le había asegurado que los dos terminarían juntos para hacerle ese pequeño favor como amiga, aunque se había preocupado un poco cuando vio que Maeda parecía ir tras Ichika. Tal vez con esto finalmente pudiese notarla.

- Entonces, ¿estás planeando invitarlo al baile de la fogata? – preguntó Yotsuba.

- Me encantaría, aunque la verdad no sé cómo voy a hacerlo. – replicó Matsui. – Pero ya pensaré en algo, y estoy cansada de esperar a que él lo haga.

- ¡Así se habla! – exclamó la chica del lazo con entusiasmo. – Hay que tomar la iniciativa para que tu hombre te note. Pero no esperes demasiado, recuerda que solo tienes hasta mañana.

- Es cierto. – asintió Matsui. – ¿Y qué hay de ti? ¿Ya decidiste invitar a alguien?

Yotsuba se paralizó un momento por la pregunta, antes de empezar a reírse nerviosamente. Eso le recordó que todavía tenía "eso" pendiente. Las cosas serían mucho más fáciles si Ichika se decidía a invitar a Fuutarou directamente, pero la hermana mayor había dejado claro que no lo iba a hacer hasta que Yotsuba no lo invitara primero. Pero hasta ahora no había podido hacerlo.

- Eh... bueno, si hubiera alguien, y no es que necesariamente lo haya, quizás lo invitaría cuando estemos solos. – dijo Yotsuba. – Así para que no me vean pasando vergüenza, ya sabes, jejeje.

- Hmm... no sé cómo piensas que pasarías vergüenza. – dijo Matsui. – Hay muchos que seguro se alegrarían de que los invitaras. Aunque claro, suponiendo que fuese cierto lo de la leyenda, no hay que tomarlo tan a la ligera, ¿verdad?

- No, claro que no. – Yotsuba se puso de pie. – Bien, ¿continuamos? Ya no falta mucho para llegar a la cima, y dicen que la vista es todavía mejor que desde aquí.

- Si no hay más remedio. – dijo Matsui. – Ojalá tuviese la mitad de la energía que tú tienes.

Las dos chicas se pusieron de pie y continuaron con su ascenso por la montaña. Esta vez, Yotsuba dejó que Matsui caminara delante de ella, mientras echaba un último vistazo hacia abajo donde estaba el albergue.

- "Tomar la iniciativa para que tu hombre te note... qué gracioso suena eso viniendo de mí."

Gracioso y a la vez un poco hipócrita. Qué fácil se le hacía animar a su amiga a tomar la iniciativa para perseguir al chico que le gustaba, mientras ella no era capaz de hacer lo mismo por Fuutarou.

¿Por qué le costaba tanto? Si estaba tan segura de que Fuutarou no iba a aceptar su invitación de bailar juntos en la fogata, podía simplemente salir de ello de una vez, y con eso Ichika tendría el camino libre para intentarlo. Así se quitaba de encima las cargas, y con eso tanto él como su hermana mayor podrían pasar un buen rato juntos.

Pero... ¿y si aceptaba? ¿Y si se lo decía y al final él terminaba accediendo, así fuese por cortesía, o porque no tenía nada mejor que hacer? Si la leyenda era cierta, y los dos terminaban juntos...

- "No, no pienses en eso. Eso no va a pasar. No puede pasar."

Mejor sacudirse ese pensamiento de la cabeza. No tenía sentido andar imaginándose escenarios que no eran más que una simple fantasía. Por más que hubiera una vocecita en su cabeza que no paraba de repetirle que lo hiciera.

(--0--)

Al anochecer...

En medio de la oscuridad del bosque, los estudiantes de Ashiyama, Kurobara y demás escuelas se alineaban para comenzar la prueba de valentía. Y aquellos que iban a asustar, ya se encontraban apostados en sus escondites, listos para aterrorizar a sus inocentes víctimas.

- ¡BIENVENIDOS AL INFRAMUNDO!

- ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHH!

El rol que tenían que jugar era muy simple: solo tenían que esperar a que llegasen las parejas por el camino, y salirles al paso gritando algo aterrador. Sorprendentemente, Fuutarou era capaz de soltar un susurro de ultratumba que lograba helarles la sangre y los mandaba corriendo para las colinas, y hasta el momento no había fallado ninguno de sus sustos.

- ¡Raaaaargghhh! ¡Me los voy a comer vivos!

Yotsuba también apoyaba dando su parte, pero ciertamente el disfraz de payaso psicótico de Fuutarou era mucho más aterrador que el de momia de ella, y si habían logrado asustar era en gran parte gracias a él. De todas maneras, los dos lograban hacer un acto bastante convincente, y el peliazul no negaba que se estaba divirtiendo en grande aterrorizando a sus compañeros de salón.

- Esto es mejor de lo que creía. – dijo Fuutarou, sacándose momentáneamente la máscara de payaso para respirar un poco. – Todos son unos gatitos asustadizos.

- ¡Atento, ya vienen los siguientes! – dijo Yotsuba.

A medida que se acercaban los pasos, pudo ver las dos siluetas que se iban acercando, una masculina y una femenina. Cada una llevaba una linterna y poco a poco se iban oyendo más claramente retazos de ambos hablando.

- ... no tiene chiste si no te asustas. ¿De qué sirvió que me tocara contigo?

- Lo único aterrador aquí es tu cara de delincuente. Si no me das miedo tú, ¿qué me va a dar de esto?

- ¡Ah, esa voz es de Matsui! – dijo Yotsuba.

- Y el otro definitivamente es Maeda. – dijo Fuutarou. – Bueno, ¿estás lista? A mi señal.

Los dos volvieron a esconderse entre los arbustos, oyendo como se quejaban los dos a medida que se iban acercando. Cuando pasaron a menos de un metro, Fuutarou le dio la señal a Yotsuba para salir. Y para efecto adicional, usaron sus propias linternas para iluminarse sus rostros.

- ¡ESTÁN EN MIS DOMINIOS, INSIGNIFICANTES MORTALES!

- ¡Yaaaaaaaaaaaahhh! – exclamó Matsui, saltando detrás de Maeda.

- ¡Salgamos de aquí! – exclamó Maeda, corriendo mientras la arrastraba del brazo.

Los dos se alejaron corriendo, y a la distancia que estaban les pareció escuchar que uno de ellos se tropezaba y caía. Tras algunas quejas demás, sus voces dejaron de oírse, y entonces regresaron a su escondite.

- Espero que eso les ayude a acercarse. – comentó Yotsuba. – Aunque creo que se nos fue la mano.

- Ja, si no son capaces de aguantarse, no debieron haber venido. – espetó Fuutarou. – Aunque creo que no se asustaron tanto como los anteriores.

- ¡Ah, ya sé! – exclamó Yotsuba, sonriendo de pronto mientras enseñaba todos los dientes. – Tengo una brillante idea, shishishi.

La chica del lazo le hizo una seña para que se le acercara y empezó a susurrarle algo al oído. Él escuchó atentamente, y luego ella le ayudó a treparse al árbol tras el cual se ocultaban. Usando una cuerda le amarró los pies para colgarse de cabeza y esperaron a que viniera el siguiente grupo.

- ¡Ya vienen! – murmuró Yotsuba, amarrando la cuerda detrás del árbol.

Las dos que venían acercándose resultaron ser dos chicas: una con un vestido holgado color lavanda y la otra con un suéter rojo oscuro y falda larga gris claro. Debido a que avanzaban con sus celulares apuntando con la luz no se les podía ver del todo la cara, sin embargo, la larga cabellera magenta de una de ellas se veía curiosamente familiar.

- Mis compañeras dijeron que este bosque está lleno de fantasmas.

- Ah, vamos, solo son rumores. Igual que esa ridícula leyenda de la fogata, ¿quién se va a creer esos cuentos?

- ¡Yaaaaaahhh!

- Qué delicada, ¿te asustas con esas baratijas?

- "Esa es... sí, definitivamente esa es Nino." – pensó al reconocerla, y al acercarse más vio que la otra que venía con ella era Itsuki. Sonrió malignamente detrás de su máscara de payaso. – "Jeje, me cobraré una de las que me debes esta noche."

Fuutarou aguardó la señal de Yotsuba para hacer su movimiento, y se dejó caer del árbol, quedando colgado de cabeza mientras estiraba las manos. Yotsuba también salió de detrás del árbol para apoyarlo.

- ¡BLEAAAAAAAAAAARRRGHHHH!

- ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAHHH! ¡NO, NO PUEDO MÁS! – exclamó Itsuki, corriendo despavorida. Nino por su parte, solo se sobresaltó ligeramente, pero no corrió.

- ¡Itsuki, espera! ¡¿No viste que es...?! – Nino desistió de gritar al ver que se había perdido de vista y seguramente no la oía por estar gritando. Volteó a ver a su cuarta hermana fulminándola con la mirada. – Muchas gracias, Yotsuba, ahora por su culpa voy a tener que alcanzarla.

- Jeje, lo siento, Nino. – Yotsuba se rascó detrás de la cabeza.

- Si no puede con los sustos no debió venir. – comentó Fuutarou, sacándose la máscara por un momento.

- Esa voz... sí, tenías que ser tú. – dijo la segunda hermana. – Pues por mí quédate colgando allí.

Y dándole un manotón que lo hizo columpiarse de cabeza unos segundos, salió corriendo mientras llamaba a Itsuki. Afortunadamente había tenido el tino de seguir el camino correcto, y si seguían por allí no habría ningún problema.

- Cambié de opinión, mejor no hagamos esto. – dijo Fuutarou, mientras Yotsuba lo sostenía mientras él se desataba los pies para bajarse.

- Jeje, sí, tienes razón. – dijo la chica del lazo. – ¡Deprisa, ya creo que vienen los siguientes!

Fuutarou desamarró la cuerda y Yotsuba lo ayudó a poner de vuelta los pies en la tierra. Rápidamente volvió a ponerse la máscara y esperaron al siguiente par de víctimas. Estas no venían hablando así que no las reconocieron de inmediato, pero parecían ser otras dos chicas.

- ¡HASTA AQUÍ LLEGAN!

- ¡NOS LAS COMEREMOS!

- Ah, ¿Fuutarou-kun?

- Y Yotsuba...

Las dos "víctimas" resultaron ser Ichika y Miku, que para su gran decepción ni siquiera se inmutaron, quedándose simplemente paradas allí mirándolos. Fuutarou suspiró mientras Yotsuba simplemente se reía tontamente.

- Ah, vaya, si son ustedes. Si ya conocen el truco no tiene chiste.

- ¡Whoa, qué miedo! – dijo Ichika alzando los brazos en un susto fingido, y luego se acercó para verlo mejor. – Oye, ¿y ese pelo rubio? Te ves idéntico a tu primo.

- Es solo una peluca. – dijo él. – El idiota está un poco más adelante, disfrazado de vampiro. Como sea, tengan cuidado y no se desvíen del camino. Hay un barranco peligroso.

- Entendido. – dijo Ichika. – Ah, por cierto, Yotsuba... ¿qué pasó con lo que hablamos?

- ¿Eh? – La chica del lazo se sobresaltó de pronto, y empezó a reírse nerviosa, como una niña recién pillada por hacer una travesura. – Jejeje, acerca de eso...

- ¿No lo has hecho todavía? – Ichika cruzó los brazos, dirigiéndole una mirada acusadora. – Es mejor que te apresures. Es más, ahora mismo sería un buen momento.

- ¿De qué está hablando? – preguntó Fuutarou.

- Oh, nada que deba preocuparte, Fuutarou-kun. Cosas de hermanas. – dijo la Nakano mayor. – Bien, vámonos, Miku.

- Adiós. – se despidió la intermedia, y con eso las dos hermanas siguieron su camino tranquilamente.

A Fuutarou se le había olvidado la decepción momentánea de no haber podido asustarlas, ya que otra cosa ocupaba sus pensamientos. Concretamente, eso que Ichika le dijo a Yotsuba sobre "lo que habían hablado". De hecho, luego de ponerse a cavilar un poco, se acordó que Ichika mencionó que tenía algo que hablar con su hermana, y que él sospechaba que tenía algo que ver con el baile de la fogata.

- ¿De qué estaban hablando tú e Ichika? – le preguntó.

- No es nada, en serio. – aseguró la chica, pero de nuevo, su voz y expresión la delataban. Eso reforzaba todavía más sus sospechas.

- No me mientas, que no te sale. – insistió él. – Vamos, apreciaría que me tuvieras un poco más de confianza.

El chico miró a la chica del lazo a través de los orificios de su máscara de payaso. Yotsuba le estaba sonriendo de una manera inusual, en el sentido de que no se veía con su semblante enérgico y alegre de siempre, sino que era una sonrisa algo melancólica.

Y no estaba seguro de por qué, pero no le gustaba ver esa expresión en la chica. Por molesta que resultara a veces, una expresión melancólica y sombría no iba con ella.

Yotsuba suspiró y se quedó en cuclillas, empezando a dibujar una espiral en el suelo con el dedo.

- Bueno, es que... era sobre eso. Ya sabes, la leyenda sobre el baile de la fogata. Sobre cómo las parejas que bailen juntas quedarán unidas para toda la vida. – dijo ella. – La verdad es... que yo quería invitarte a bailar conmigo.

La cuarta hermana le dirigió una mirada a través de su único ojo descubierto, que él no pudo descifrar. A pesar de la oscuridad, podía ver un extraño brillo en el orbe azul de Yotsuba, y su sonrisa, todavía melancólica, hizo que algo se paralizara dentro de él.

¿Acaso... acaso Yotsuba estaba insinuando que...? ¿Quería que ellos dos...?

No, no podía ser. Si ellos eran solo profesor y alumna... bueno, aparte de eso, compañeros de clase... y amigos fuera de las horas de estudio por más le costara admitirlo. Pero él, y ella... Yotsuba era una chica atractiva, pero no era su...

- Jeje... – La chica del lazo mutó su expresión en un instante, mostrando su sonrisa dentuda. – ¡Era broma, era broma! De verdad no pensaste que yo iba a querer algo así, ¿o sí?

- Ya me lo imaginaba. – dijo él, cogiendo el abrigo que tenía cerca para resguardarse un momento del frío que comenzaba a hacer.

- Y aun si creyera en eso de la leyenda, yo sé que tú nunca aceptarías bailar con alguien como yo. – prosiguió Yotsuba. – Y no lo niego, sí me gustas un poco, pero... estoy feliz siendo solo amigos, de verdad.

La chica miró hacia el cielo nocturno, y otra vez la melancolía retornó a su rostro. ¿Por qué no le gustaba verla de ese modo? ¿Por qué le preocupaba tanto?

¿Y por qué le decepcionaba que lo de bailar juntos en la fogata fuese una broma? Él no era de los que disfrutaban esas actividades, y aun así... por un momento la idea de que ella gustaba de él...

- Me has ayudado mucho todos estos meses. – dijo ella. – Por eso quise ayudarte con esto. Eso hacen los amigos, después de todo. Además, esto está resultando muy divertido, ¿no? Esforcémonos por hacer buenos recuerdos en este campamento, para irnos sin arrepentimientos. ¡Ah, ya vienen los siguientes!

Mientras se preparaban para asustar al siguiente grupo, Fuutarou se quedó pensando un poco en las palabras de la chica. Constantemente se decía que ella no era su tipo; de hecho, no podía ser más opuesta a su tipo de mujer. Pero eso no quería decir que no hubiera cosas de ella que no le agradaran, como su sinceridad y disposición a ayudar a quien se lo pidiera. Y tampoco era ciego para no notar sus atributos físicos.

Si él no fuera tan exigente, o si ella fuese un poco diferente, Yotsuba no sería un mal prospecto para novia. Y si le hubiera pedido en serio bailar... no estaba seguro de que la hubiera rechazado.

...

Mientras tanto, y sin que Fuutarou y Yotsuba lo supieran, Ichika había convencido a Miku de quedarse a escondidas escuchando. Quiso estar segura de que Yotsuba haría lo que le había dicho. Por un momento tuvo esperanzas de que lo haría, solo para llevarse un chasco.

Porque ella perfectamente sabía que eso de que "era broma" no era cierto.

- "Muy mal, hermanita, muy mal. Tendremos que hablar muy seriamente más tarde."

Por ahora tenían que terminar con la prueba de valentía, pero cuando tuviese oportunidad, buscaría a Yotsuba para hablar en privado. Eso no se podía quedar de ese modo.

(--0--)

Un poco más tarde aquella noche...

Tras la prueba de valentía, y una vez que todos retornaron al albergue, comenzaron a hacer los preparativos para la fogata. Los troncos habían sido puestos en el almacén para protegerlos de la nieve, y ahora entre varios estudiantes, especialmente aquellos lo bastante fuertes como para cargar ese peso, se encontraban transportándolos para colocarlos en la pira.

Después de haber ayudado a llevar unos cinco troncos, todos con ayuda de diferentes personas, Yotsuba volvió a correr hacia el almacén por el siguiente, y se encontró con Fuutarou tratando de levantar uno por sí solo. Bien, de levantarlo, sí lo hizo, pero no más de unos veinte centímetros del suelo antes que las fuerzas le flaquearan, y no pudo moverlo fuera de la pila.

- Uff... esto pesa más de lo que parece. – se quejó.

- ¿Te ayudo? – ofreció la chica del lazo con una sonrisa mientras lo sujetaba del otro lado para sacarlo de la pila entre ambos. – Uno... dos...

- ¡Tres! – completó él y entre los dos lograron alzarlo.

- ¡Así se hace, Uesugi-san! Jeje, veo que el entrenamiento ha dado sus frutos. – dijo Yotsuba.

- No te burles de mí. – dijo él lacónicamente.

Yotsuba se enfurruñó un poco por el comentario. No se estaba burlando; ella estaba segura que el ejercicio que habían hecho juntos debía haberle dado un poco más de fuerza. Dudaba que el Fuutarou que conoció a inicio del trimestre hubiese podido siquiera levantar el tronco de un lado por sí solo, y menos ayudarle a cargarlo. Desde luego, la chica ponía más de dos tercios de la fuerza necesaria para mover el pesado trozo de madera, pero era un progreso, pensaba ella.

Al bajar por el sendero hasta la pira donde se estaba apilando la torre de troncos, varios estudiantes más se encontraban colocando los suyos, así que esperaron su turno. Una cara muy familiar se topó con ellos luego de dejar el suyo.

- ¡Ah, aquí están! – los saludó Kintarou. – Oye, primo, te ves algo cansado, ¿mucho esfuerzo para ti?

- Muy gracioso. – dijo Fuutarou, moviendo los brazos evidentemente para sacudirse el dolor, haciendo que Kintarou se riera.

- Viejo, qué humillante debe ser que una chica te tenga que ayudar a cargar uno de estos troncos. – agregó el rubio. – Pero ya en serio, sé que has estado entrenando, pero deberías conocer tus límites o podrías lastimarte.

- Si es un consuelo, no es tan malo como pensé. – dijo Fuutarou, mirando a Yotsuba. – Marginalmente.

- Jaja, pues deberías darle las gracias a Yotsuba por entrenarte. – se rio de nuevo Kintarou. – Por cierto, Yotsuba, una de tus hermanas te estaba buscando hace un rato... creo que era Ichika, ¿no?

- ¿Ichika? – preguntó la chica del lazo confundida. – ¿Para qué me busca?

- No sé, solo nos pidió que te dijéramos, y que fueras a verla al otro lado del albergue. – señaló hacia el susodicho lugar.

- Quizás deberías ir antes que se te olvide, podría ser algo importante. – dijo Fuutarou.

- Pero tengo que ayudar con los troncos de la fogata.

- Ah, tú tranquila. – dijo Kintarou despreocupadamente. – La torre de troncos ya va por la mitad, y podemos arreglárnoslas cinco minutos sin ti. Y si te preocupa mi enclenque primo, yo me encargaré de darle una mano para que no se lastime, ¿está bien?

Fuutarou le echó una mirada con los ojos en rendijas a su primo. Por su parte, Yotsuba miró a los primos Uesugi con expresión dudosa, pero ya que ambos estaban insistiendo en que fuera, y que podrían tener razón en que sería algo importante, asintió y se fue, dejándolos dirigirse de vuelta al almacén por el siguiente tronco.

La chica rodeó el albergue, buscando a su hermana por todas partes, y no tardó mucho en encontrarla. La Nakano mayor se encontraba recargada contra la pared, cruzada de brazos y con una expresión inusualmente seria.

Una que a Yotsuba le hizo temblar ligeramente, pues le recordaba un poco a su madre en las ocasiones que estaba a punto de regañarla o castigarla por haber hecho algo que no debía.

- Hola, Ichika. ¿Me dijeron que querías hablar conmigo?

- Sí, así es. – dijo Ichika. Igual que su expresión, la voz de su hermana sonaba inusualmente seria. – Necesito preguntarte algo, y por favor respóndeme con sinceridad. ¿Por fin invitaste a Fuutarou-kun al baile de la fogata?

Como se lo temía, era eso. No tenía sentido tratar de escaquearse o salir corriendo, así que mejor ser directa y responderle.

- Sí, claro que lo hice. De hecho, fue justo después que tú y Miku se fueron. – dijo la chica del lazo.

- Hmm... ¿y cuál fue su respuesta? – preguntó nuevamente la hermana mayor.

- Jajaja, ¿pues tú que crees? Obviamente dijo que no, que a él no le interesan esas cosas. Menos con una idiota como yo, jejeje. – Yotsuba se rascaba detrás de la cabeza mientras buscaba aparentar (siendo esa la palabra clave) que se lo tomaba con humor.

- Mientes. – dijo Ichika con la voz seca.

- ¿Eh?

Yotsuba miró a su hermana, cuya expresión sería no había mutado ni un milímetro, y seguía pareciéndose aterradoramente a la de su madre. La Nakano mayor exhaló un suspiro y colocó una mano solemnemente sobre el hombro de la cuarta.

- Yotsuba, ¿por qué me mientes? – preguntó. Su voz sonaba amable, pero firme, de nuevo similar a la de su madre. – Y no trates de fingir, escuché todo durante la prueba de valentía.

- ¿Cómo dices? – Eso la tomó por sorpresa, y por eso no se dio cuenta que alzó la voz. La hermana mayor inmediatamente le hizo "shhhh" para evitar que alguien más fuese a oír su conversación.

- Te pido disculpas por eso, pero cuando alcancé a oír que finalmente ibas a invitar a Fuutarou-kun, quise asegurarme. Así que Miku y yo nos quedamos escondidas un rato a un lado del camino.

- Es de mala educación espiar. – dijo Yotsuba haciendo un puchero.

- Lo siento. – volvió a disculparse Ichika. – Pero Yotsuba, ¿recuerdas cuál fue nuestro trato?

La cuarta Nakano miró a su hermana mayor. Su expresión ya estaba mucho más relajada. No se mostraba severa, sino comprensiva. Ya no era la de su mamá, así que eso la hizo sentirse un poco más tranquila antes de responderle.

- Que lo invitarías solo si yo lo hacía primero, y me rechazaba.

- Pero no le dejaste darte una respuesta. – puntualizó Ichika. – No ha aceptado, pero tampoco es que te ha rechazado. Así no se hacen las cosas, hermanita.

Yotsuba bajó la mirada avergonzada. Ichika había dado en todo el clavo, y no podía refutarle su argumento. Una respuesta que se dio misma no podía contar como un rechazo. Allí se fue su intento de querer escaquearse para dejarle el camino libre.

- Yotsuba, odio tener que regañarte por esto, pero tú eres la que siempre dice que las personas deben cumplir sus promesas. – continuó Ichika. – Hasta que Fuutarou-kun no te dé una respuesta directa, no habrás cumplido con tu parte del trato. Así que debes decírselo de nuevo, y esta vez en serio. Si estás tan segura de que te rechazará, no debería ser muy difícil.

Ese era el quid de la cuestión. Yotsuba se decía a sí misma que estaba segura de ello, que Fuutarou la rechazaría porque jamás querría bailar, mucho menos quedar destinado a estar junto a una chica tan tonta como ella. En teoría, debía ser muy fácil pedirle bailar, aceptar su rechazo, y apartarse para darle su oportunidad a Ichika.

Sí, en teoría debía ser muy fácil. ¿Entonces por qué dudaba tanto?

- Pero Ichika... ¿y si él terminara aceptando? ¿Dónde quedarías tú?

La Nakano mayor suspiró y se dio la vuelta, dándole la espalda mientras observaba hacia el cielo estrellado y la luna que las iluminaba.

- A estas alturas él ya sabe de mis sentimientos por él, pero es porque he tratado de ser directa. En cambio, tú lo esquivas constantemente, así que no sabe de los tuyos. No quiero ser feliz a costa de que mi querida hermanita sufra en silencio.

- Ichika...

- Te diré algo; no le temo al rechazo. – prosiguió la hermana mayor. – Prefiero que lo haga y haber sido honesta con mis sentimientos, en lugar de embotellarlos de ese modo. Está bien para mí, el solo saber que tengo estos sentimientos. – Ichika entonces volteó, y le sonrió. – Y si él te acepta... entonces podré sentirme feliz por ustedes dos.

Yotsuba miró a su hermana. Al ser quintillizas, había tantas cosas que las hacían iguales, pero a la vez muchas que las hacían diferentes. Realmente se sentía muy avergonzada; ¿por qué no podía ser sincera con sus sentimientos como Ichika? ¿Por qué no podía decirle de frente a ese chico cuánto le gustaba?

No, no podía ser como Ichika, porque ella no era Ichika. Ella era Yotsuba, después de todo.

- Aun tienes hasta mañana. – dijo Ichika. – Tú misma lo dijiste antes, mejor irnos del campamento sin arrepentimientos. Aunque duela, creo que es mejor confesarte y ser rechazada, que no confesarte y vivir preguntándote si habrías sido correspondida, ¿no crees?

Yotsuba cerró los ojos, y apretó los puños, reflexionando sobre sus palabras. Por mucho que odiara admitirlo, Ichika tenía toda la razón del mundo. Esa incertidumbre de no saber lo que Fuutarou realmente sentía por ella la consumía por dentro, y se volvía cada vez más intolerable. Y aunque estaba segura de que él nunca se fijaría en ella, esa parte suya que se aferraba a una ínfima esperanza de que sí lo hiciera, esa que creyó haber sepultado, luchaba por salir a la superficie.

Si él no le daba una respuesta, esas heridas nunca se cerrarían.

- Lo haré. – dijo Yotsuba, alzando los puños con firmeza junto a su pecho. – Mañana sin falta, lo voy a invitar. Y diga lo que diga, lo aceptaré.

- Esa es mi hermanita. – dijo Ichika, alzando su dedo meñique. – Hagamos que este campamento sea memorable para todos nosotros, ¿de acuerdo?

- De acuerdo. – dijo Yotsuba, entrelazando su dedo con el de su hermana.

El pacto de hermanas estaba sellado. Yotsuba se había prometido ser honesta consigo misma y con Fuutarou, y eso planeaba hacer. Tenía que dejar ese miedo, y si estaba compitiendo con Ichika, tenía que hacerlo de manera justa. Lo cual significaba esforzarse al máximo en lugar de dejarse ganar.

Poco sabían ambas, que el destino tendría otros planes a ese respecto.

Esta historia continuará...

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