3. la indycar
« .*༄ SEIS AÑOS DESPUÉS
Octubre, 2023
Me encantaba como se veía el auto en el atardecer y la pista bañada en una especie de luz mágica que el cielo nos proporcionaba. Tenia una gran fascinación por los atardeceres, pero me fascinaban aun más cuando la pista comenzaba a quedarse sin gente y los autos no corrían sobre ella. Era entonces cuando el silencio nos convocaba con las gradas vacías y una gran temporada se despedía con el sol.
Después de un largo día de carrera y trabajo en la Indy, cuando el atardecer caía y los equipos guardaban sus autos, todo donde había sido motores rugiendo y el publico gritando, se convertía en un silencioso momento de relajación donde el sol se apagaba. Esta vez, hasta la siguiente temporada.
―Me sorprende que no te hayan dicho nada todavía―se rio Milagros mirándome tomar fotos de la pista en el atardecer sentada sobre la división entre el pit y la pista.
―¿Por?―dude bajando mi cámara.
―¿No son demasiadas fotos del atardecer? Canapa esta por allá―señalo a Canapino que se encontraba hablando con mi papá y el resto del equipo haciéndome reír.
―Las fotos del atardecer quedan entre nosotras ¿Me escuchaste? No vaya a ser cosa que me echen por ser muy buena―la codeé entretenida mientras volvía con el resto del equipo para tomar fotos más de cerca de los pilotos una vez que habían terminado. Aun así, no podía evitar desviarme y tomarle más fotos a los pequeños detalles bañados en esta luz única en el día. Me gustaba como el sol en el atardecer pintaba cada esquina, le pedía a los mecánicos del equipo que me dejen el auto un rato más antes de llevárselo porque era el momento justo en el que el sol desde el horizonte volvía todo un poco más mágico. Era ese momento indicado del día, un momento efímero donde tenia que ser demasiado precavida para no desperdiciar ni un segundo.
―Romain va a invitar las pizzas ¿Venís?―me llamo la atención Agustín. ―¿O vas a ir con Patito y los McLaren?
―Fue una vez, no podes ser tan sensible vos.
―Decile al chiquito ese que no se haga el galán, eh―comento papá sin mirarme revisando los datos de la clasificación que tenia anotados en una grilla haciendo reír a Mili y Agustín.
―Ese galán me va a conseguir entradas para la F1―jodi mirando con complicidad al piloto frente a nosotros solo para molestar a papá. Sabia que no le caía muy bien que Pato y yo hayamos cruzado un par de palabras porque lo había ayudado con una maquina expendedora durante la temporada, pero eso era bastante divertido para mi. Era una de las muchas diversiones que podía tener con 19 años en un mundo de adultos donde nadie tenia mi edad. Pero a decir verdad, solo fue eso, simplemente me gustaba molestar a mi viejo. Esa era la verdadera diversión.
―Vos te haces la graciosa, decime donde queres y ya mismo le digo a Romain que te consiga todo el fin de semana. Y si queres encima los vez desde el garaje, que tul*, eh.
―Cálmate que solo le hable una vez a Pato, no te hagas la película―levante mi cámara y le tome una foto a la cara de pocos amigos de mi papá y cuando se la mostré a Mili, esta carcajeo llevándose una mala mirada del mayor.
Mientras ellos se encargaban de terminar de pasar datos y hablar en equipo, yo volví al motor home con Delgado para bajar las fotos que había tomado esa tarde y durante todo el día y editarlas en la computadora para poder mandárselas al equipo de redes de Juncos Hollinger Racing. Era un trabajo entretenido a pesar de todo, finalmente me había adaptado al ambiente. Después de un día atareado me tomaba un par de minutos editar todo en el silencio del motor home que compartía con mi papá y el perro escuchando una lista de canciones que había hecho Lorenzo específicamente para que no me sienta sola tan lejos de casa.
La vida en la Indy como fotógrafa a tan temprana edad no es con lo que todos soñamos mientras crecemos, simplemente cuando sucede tenes que tomar una oportunidad como esta. A papá lo contacto Agustín Canapino hace un año después de que se conocieran cuando nos llevaba a ver las carreras del TC2000 cuando éramos chicos, quedaron en contacto por varios años siendo amigos cercanos por sus profesiones hasta que salió la noticia de que Agustín competiría en Estados Unidos con la Indy y que había un espacio en el equipo para que mi papá ocupe el puesto y en lo único que pudo pensar el piloto fue en mi viejo. En ese momento no me imaginaba viviendo alejada de mi papá ni siquiera un poco y se que mi mamá menos pero ella tenia absolutamente todo su trabajo en casa, así que una noche tuvimos que sentarnos los tres a charlar una de esas que extendes por semanas y semanas por miedo a saber como terminara resuelta.
Era más que obvio que lo habían hablado antes, cuando yo no estaba en casa, a veces volvía y la tensión era rara pero no me apetecía preguntar así que pretendía que todo estaba bien. Llevaron varias semanas sin decirme nada y yo tampoco quería sacar el tema, hasta que papá me llamo desde la cocina para comer un viernes por la noche cuando todavía al caer el sol el calor era pesado y húmedo, y me senté con ambos en la mesa.
―Son siete meses del año los que corre la Indy―aclaro papá. La verdad es que por un momento me había entusiasmado la idea de que todos vayamos con él a Estados Unidos para acompañarlo, pero sabia que por el trabajo de mamá y yo terminando el secundario eso no iba a ser posible. Lo cual me confundía un poco porque no sabia muy bien de que querían hablar exactamente.
Mamá tenia la mirada perdida en un punto vacío de la mesa jugando con los anillos en sus dedos una vez que papá le bajo el volumen al televisor para hablar. Para mi la respuesta era clara, papá iría a la Indy a trabajar los siete u ocho meses necesarios, y volvería cuando tenga vacaciones para vernos. Pero no contaba con la propuesta que mi viejo tenia escondida y la cual era razón de la inquietud de mamá.
―Marita, vos tenes dos opciones―se giro a verme poniendo todo el peso de la conversación sobre mi y me tense inmediatamente al escucharlo decirme "Marita" con tanta ternura. Había diferentes niveles de gravedad o intención en mis apodos, Mar, Mari, Marimar, Marita, María Mar, María. Cada uno tenia su uso especial, en alguna situación en especial, con un tono especial. Papá usaba Marita en ocasiones especiales, cuando la situación no era la más preferible o deseada. Lo usaba para suavizar lo siguiente que iba a decir. ―O te quedas acá en casa con mamá y terminas el secundario con tus amigos. O te venís conmigo, terminas el secundario a distancia y trabajas en la Indycar como fotógrafa del equipo.
―¿Que?―dude con una sonrisa iluminándome el rostro escuchando solamente lo ultimo que dijo papá. ―¿Voy a ser fotógrafa de la Indy?
―El equipo necesita en marketing a un fotógrafo urgentemente y les mostré un par de fotos que habías sacado en el TC2000 estos años y durante algunas carreras más y les gustaron muchísimo―dijo mi papá con mucho orgullo y tome aire sorprendida por eso. Sabia que las fotos del Turismo Carretera eran muy buenas, me gustaba muchísimo sacar fotos durante las carreras y cuando papá me llevaba al autódromo. En paralelo de las fotos urbanas y los paisajes, la fotografía en carreras era de mis preferidas y tener la chance de ser fotógrafa de un equipo de Indycar a los 18 años me parecia una locura en el mejor de los casos.
―Sabes que si aceptas el trabajo tenes que dejar todo acá e irte ¿No? No es una decisión que podes tomar así porque sí. Quiero que seas muy consiente de la elección que vas a tomar. Vos sabes que papá y yo te vamos a acompañar, pero una vez que te vayas, papá va a estar trabajando y te vas a tener que manejar sola con la secundaria y un trabajo en el extranjero―advirtió. A simple vista podía parecer que mamá tenia la capacidad de bajar a todos a tierra, pero yo sabia que papá tambien había pensado en eso, quizás primero que mamá. Solamente que no quería decirlo en voz alta para asustarme porque en las palabras de papá siempre iba a sonar como algo fatal y mortal, creo que en parte por eso mismo Lorenzo nunca siguió en el mundo del automovilismo porque siempre escuchaba a papá primero.
Para ese entonces sabia poco y nada de la Indycar si no fuera porque papá trabajaría ahí y conocíamos a Agustín del TC2000. Sabia que algunos pilotos de F1 habían pasado por ahí, pero nada muy grande. De igual manera, eso no era lo preocupante ahí. Seria mi primer trabajo serio y todavía tenia que transitar el ultimo año de secundaria cosa que si quería ir, debía de hacer a distancia y de manera virtual.
Me tome un largo rato en silencio para pensarlo visualizando en mi cabeza los pros y los contras de una elección como esta. No es fácil porque estaría eligiendo quedarme o irme a mis 18 años.
¿Realmente valía la pena quedarme? De hecho, sí. Iba a terminar la secundaria con mis amigas de toda la vida, con las mismas que había comenzado este ciclo. Iba a empezar la facultad y quien sabe lo que me esperaba para mi carrera como fotógrafa entonces.
Por un lado una parte de mi pensaba: No es el momento, debería esperar a ser mayor y tener las cosas más claras. Definitivamente no era el momento, mi ingles no era el mejor y la cultura allá es muy diferente. Tenia solo 18 años.
Pero eso es lo que siempre hacia. Siempre espero demasiado y Lolo me lo dijo cuando le conté.
―Obvio, podes esperar todo lo que quieras, María. Pero acordate que cuando te des cuenta la oportunidad se te va a ir porque esperaste demasiado y siempre haces lo mismo―me respondio un tanto distraído por teléfono. ―Estas decisiones son parte de la vida ahora, cuando creces tenes que tomar decisiones y si seguís esperando te vas a quedar viviendo con mamá toda tu vida porque nunca estuviste lista para nada.
―Bueno, se te fue un poco la mano con tanta sinceridad ¿No te parece?―bufe un tanto indignada pero para nada sorprendida. Lorenzo siempre era muy directo y sincero y eso le había costado un par de relaciones, cosa que cuando uno le dice a él lo que piensa siempre se ofende de más.
De igual manera, no iba a negar que mi hermano tenia razón. Yo siempre esperaba a que el momento indicado venga cuando me encontraba viviendo el momento indicado creyendo que no tenia las suficientes herramientas para enfrentarlo.
―Anda y déjate de joder ¿Queres? Porque si no lo haces te voy a meter yo mismo en la valija de papá para que vayas―amenazo un tanto harto de que sea lo único de lo que habláramos. Lorenzo ya no podía aguantarse las ganas de hablar de si mismo, pero su urgencia me dio una respuesta y una semana después de que papá me comentara de la oferta sin pensarlo más porque iba a ser peor, me senté en la mesa mientras cenábamos y lo solté.
―Quiero ir―afirme con mucha seguridad, aunque por dentro me moría del miedo. ―Quiero ir, quiero intentarlo.
―¿Entendes lo que significa?―dudo mi mamá.
―Si y quiero ir. Es una buena forma de empezar y hay que empezar por algún lado alguna vez.
―Bien, esta bien―asintió mamá sin mirar a papá que escondía una sonrisa orgullosa mientras me apretaba el hombro muy entusiasmado.
Esa misma semana empecé a hacer todo el papelerío para poder viajar tomándome por sorpresa que mamá lo haya recibido tan bien. La sorpresa de hecho se la llevaron ellos porque no esperaban que tome una decisión rápido, ni siquiera esperaban que tome una decisión.
Así toda mi vida se resumió a un motor home y mi cámara. Eso era todo. Papá y yo tuvimos que dejar muchas cosas en Argentina y unirnos al equipo con rapidez. Lo que más ayuda es que el circulo que rodea a Agustín esta repleto de argentinos por donde lo veas, desde Mili Repetto hasta sus entrenadores y amigos que lo acompañan. Este tipo de cosas vuelve el cambio un poco más ameno y sutil, no tan drástico.
Mentiría descaradamente si dijera que no extrañaba a mamá en lo absoluto, porque lo hacia y mucho. Por momentos durante esos primeros meses en un motorhome dedicándome a algo que amaba muchísimo y viendo los mejores atardeceres sobre distintas pistas en Norteamérica extrañaba mucho las pequeñas cosas de casa. Los pájaros que se escuchan afuera no suenan igual, no poder responder a una conversación con alguna frase típica, icónica y banal de tu cultura es terrible, la carne no sabe igual, la vida es diferente. Y para tener 18 años en un ambiente laboral de adultos me la estaba rebuscando a mi manera bastante bien y por mi cuenta.
Se extrañan muchas cosas cuando estas fuera de casa, extrañaba a mis amigos, extrañaba a Lorenzo, extrañaba a mi familia, extrañaba el TC2000, extrañaba las golosinas comunes en Argentina, extrañas las costumbres básicas de tu casa.
Antes de irme, Lorenzo había hecho una lista de canciones en Spotify con esas que siempre me iban a hacer acordar al lugar donde pertenecía, esas canciones que escuchábamos en el auto al viajar, las que él había aprendido a tocar con la guitarra, las canciones que a mamá más le gustaban de Fito Páez y Charly García, las canciones que sonaban en la radio cuando éramos chicos y las que sonaban en las fiestas familiares. Y a mi me encantaba hacer mis deberes o terminar de editar las fotos escuchando esas canciones encerrada en el motorhome con Delgado aunque terminara tarareándolas o cantándolas haciendo la mímica con mis manos como si tocara la batería marcando el ritmo llamando la atención del perro.
Extrañaba bastante a veces y encontraba algo muy especial en el echo de extrañar.
Uno no extraña donde no fue feliz. Uno extraña lo que ama.
Extrañar no significa arrepentirse. Puede parecer masoquista, pero extrañar era un sentimiento al que siempre me aferraría, porque si extrañaba es porque había algo en eso mismo que había amado y que probablemente seguía amando. De ahí nace el extrañar, producto del amor que sentimos incluso en la lejanía.
Extrañamos porque amamos. Y yo disfrutaba ese extrañar escondido en las pequeñas cosas que me rodeaban ahora que me encontraba lejos de casa.
Había muchísimas cosas más por disfrutar trabajando en la Indy y eso es algo que siempre me alegraba el día. Me divertía muchísimo poder sacar fotos por todas partes a todo el mundo todo el tiempo y que eso sea considerado mi trabajo. A nadie le parecia insoportable o pesada por apuntarlos todo el día con una cámara y yo lo disfrutaba a toda costa sabiendo lo mucho que al equipo le estaba gustando mi trabajo. Y lejos de ensimismarme en el extrañar mi casa y a mi familia, estar constantemente trabajando y haciendo mis deberes mantenía mi cabeza ocupada en algo que me hacia muy bien y es capturar cada segundo a mi alrededor.
Para ser la primera temporada, había logrado adaptarme como esperaba. Siempre había algún momento del día en el que sentía unas profundas ganas de volver, generalmente en los primeros meses que estuvimos aquí, pero después miras las cosas maravillosas que te rodean y es fácil distraerse cuando hay tantos autos corriendo, tantos motores sonando, tantas fotos por sacar y momentos por capturar. Esta era mi primera temporada como fotógrafa en el mundo automotor y nunca más tendría otra primera temporada para disfrutar. En retrospectiva, me alegraba poder disfrutarlo todo, incluso aquello que no parece ser tan disfrutable.
Mientras terminaba de editar las fotos de ese mismo día, el teléfono sonó sobre la mesa y sabiendo claramente de quien se trataba, atendí sin mirar.
―Justo estaba pensando en vos.
―¿En serio?―rio Lorenzo con sutil sorpresa.
―No, ni un poco ¿Qué paso, Lolo?
―Nada. Quería saber como estabas, que contabas.
―¿Me extrañas? Vuelvo en dos días, sentimental―lo jodí porque sabia que eso le molestaba muchísimo.
―Dale, boba, que te corto.
―Pero si vos llamaste, sonso.
―¡¿Me vas a decir como estas o no?!―cambio de tema sabiendo claramente que tenia razón.
―Ahora estoy terminando de editar las fotos para enviárselas al equipo de redes, son una locura. Con tremendos atardeceres medio que me chupa un huevo los pilotos―me reí sacándole una carcajada. ―El día se me paso volando hoy y en un rato vamos a comer. A que no sabes quien invita las pizzas.
―¿Quien?
―Romain Grosjean―sonreí con mucha satisfacción al decirlo con el acento francés como Romain nos había enseñado.
―Me jodes. Me imagino que le vas a preguntar sobre F1 ¿No?
―Si, Lolo. Me voy a sentar con él en los únicos minutos que tiene de privacidad a nada de que termine la temporada y le voy a hacer una entrevista sobre como es que salió del accidente cuando se prendió fuego. Mira si serás estúpido vos, eh.
―Pero no le preguntes eso puntualmente, tonta. Pregúntale por Hamilton.
―Si, obvio. Voy y le digo: Che, Romi ¿Cómo huele Hamilton? Pasa que mi hermano se masturba con él desde que tiene quince años y necesita más información para un trabajo―me reí de Lorenzo a quien no le gusto mucho la broma.
―Bue' no se puede hablar en serio con vos.
―Le estoy poniendo un poco de humor, amargo ¿Vos que me contas?―pregunte cambiando de tema porque a Lorenzo le encanta a hablar de sí mismo, eso era lo único que lo ponía de buen humor.
―Bien, bien―respondio un tanto distraído y cortante.
―¿Seguro?―dude levantando la mano del teclado de la computadora frunciendo el ceño. Lolo no dijo nada por un par de segundos que me parecieron sospechosos porque generalmente empezaba a hablar de su carrera y sus amigos y su trabajo y bla bla bla.
Hasta que entonces lo soltó.
―¿Viste lo de Franco?
En ese momento, contuve la respiración por un par de segundos al escucharlo y pensé muy bien como responder a eso aun con las manos fuera de mi computadora.
―¿Franco?―dude distraída.
―Colapinto.
Se sintió raro, la verdad. Como un golpe de realidad.
―No ¿Qué paso?―pregunte con indiferencia y pretendiendo que estaba muy ocupada como para hablar del tema.
Siendo sincera, la piel se me tenso y los hombros se me pusieron regios sintiendo un calor infernal en el cuello y las orejas. Al nombrarlo sentí como el corazón me empezó a latir con fuerza denotando mi nerviosismo y las palmas de las manos me transpiraron como nunca.
Hace mucho tiempo no salía de mis labios su nombre, pero a decir verdad... hace mucho tiempo no escuchaba ese nombre.
Franco Colapinto.
Que recuerdos.
Inmediatamente fue como si una ola de recuerdos me hubiera bañado completa sin aviso previo mojándome el cuerpo como un baldazo de agua fría... en invierno, que no es menor. Era como reproducir un montaje final de una película recortando los momentos más importantes y aquellos donde Franco aparecía atravesando el campo en mi cámara, en la playa, en la pileta, en los médanos, jugando en el jardín, con Delgado, los cuatro juntos, en familia.
Por un momento hasta sentí que me ahogaba y que me había olvidado como nadar.
―En Twitter la gente empezó un hashtag para que suba a F2, esta arrasando―siguió hablando Lorenzo.
―¿Si?―suspire sosteniendo mi indiferencia solo con mi voz, porque del otro lado de la línea estaba intensamente escuchando cada respiración y cada pausa de Lorenzo alerta a lo siguiente que fuera a decir.
―Estuvo en el Club de Automovilismo y se lleno, Mar. Tiene chances, el rulo. Le esta yendo muy bien.
―Mira vos.
―Es un re logro ese. Si le va bien y pasa a F2, lo que queda es F1 y ahí para arriba ¿Te imaginas a Franquito en Fórmula uno? Aníbal debe estar como loco. Vos tenias que ver la cantidad de gente que había, los pelos de punta... Y le cantaban, todo―rio muy entretenido visualizando esa imagen pero en su voz pude reconocer algo más, un sentimiento muy peculiar que no siempre lo abarcaba de esa manera y eso era la nostalgia con la que lo decía.
Es mi hermano, llevo toda mi vida conociéndolo y se perfectamente cuando la nostalgia con la que habla detona un recuerdo al cual quiere volver y cuando esa misma nostalgia se cuestiona si hizo bien en dejar el automovilismo que tanto le gustaba de pibe.
―¿Te hubiera gustado seguir corriendo?―le pregunte después de un par de segundos de silencio donde lo escuche respirar a lo lejos usando el cambio de tema a mi favor. Él lo pensó, intentando ser completamente consciente de su respuesta, de ser sincero pero no demasiado como para que pudiera burlarme de él por ponerse sensible. Le gustaba mostrarse fuerte ante mi y se que iba más allá de las burlas, soy su hermana menor. Lorenzo jamás me iba a permitir verlo vulnerable y melancólico.
―No, no es para mi eso. Pero al menos es para Franco, me hubiera sentido con más culpa si él tampoco seguía los pasos de papá y Aníbal porque el peso hubiera recaído en mi. Tanto trabajo al pedo iba a ser difícil de llevar, pero al menos le sirvió a él―suspiro dejándome completamente callada. ―No se si llamarlo, quizás ni se acuerda.
―No seas boludo, de seguro esta muy ocupado.
―Si, ya se―volvió a suspirar una vez más y conocía tanto a mi hermano que podía imaginarlo recostándose en su cama con el teléfono en mano mirando la ventana de su departamento con la mirada perdida en la ciudad pensando en que estaría ocupándose él de haber seguido los pasos de Franco y no renunciar a las carreras.
Debía de ser difícil porque se que en el fondo Lorenzo se preguntaba "¿Y si ese fuera yo? ¿Qué tenia Franco que yo jamás tuve?". Era inevitable.
Pero Franco había tenido el valor de hacer algo que Lolo jamás se hubiera animado a hacer, y eso es irse sin mirar atrás. Lorenzo jamás tuvo el valor de irse y jamás iba a tenerlo. Eso era lo que yo le agradecía, que se haya quedado, aunque me hubiera gustado que le hubiese dado una verdadera oportunidad al automovilismo. Agradecía que se haya quedado con nosotros antes que irse a correr a Europa, pero tambien era doloroso porque sabia cuanto le hubiera gustado estar en el lugar de Franco más que en el lugar del hermano que te alienta a irte a trabajar al extranjero porque él nunca tuvo el valor de hacerlo, como fue su caso.
Quise entretenerlo con algo más cambiando de tema acerca de como había terminando la temporada acá y de alguna u otra forma Lorenzo encontró la manera de voltear la conversación a sí mismo.
Sabia que lo más doloroso no era ver a un viejo amigo tan lejos, sino verlo tan cerca y con todo lo que alguna vez nuestros viejos soñaron que él tambien podía tener. Lo doloroso era verlo y que por dentro se de cuenta que podría estar ahí si hubiera tenido el mismo valor que él para irse.
Al cortar la llamada inmediatamente entre a Twitter esa tarde y busque el hashtag que mi hermano me había indicado sin saber realmente la sorpresa que iba a llevarme. Toda una red social alentaba por Franco de una forma en la que solo había visto con grandes celebridades mundiales. Eran un tweet detrás del otro hablando sobre él hasta llegar al punto de hacer tendencia con fragmentos de lo que había sido su temporada en F3 y varias fotos suyas que me ponían la piel de gallina de solo ver.
Me perdí en una de esas que había de Franco sobre un podio y me di cuenta de como había pasado el tiempo. Seguía teniendo los mismos rasgos de cuando éramos chicos, esa sonrisa contagiosa y ese algo que brillaba instantáneamente en él. Y esos rulos, siempre lucia esos rulos. Había pasado un largo tiempo sin saber nada de Fran, sin siquiera ver una foto suya, pero ahí estaba una vez más. Él y eso que sucedía dentro mío con tintes de niñez y cursilería.
Viendo sus ojos en la foto, tal y como los recordaba, volví a sentir el sabor del mar salado en los labios, la sensación de la arena en los pies, el ruido típico de la playa en la costa argentina y el aroma a chocolatada de las meriendas a la tarde. Era instantáneo y al mismo tiempo muy fuerte porque una parte de mi quería estar ahí con él apoyándolo, cerca suyo como siempre estuvimos, como una familia. Pero ahora solo me encontraba con una foto suya sin contexto siendo dos completos extraños en dos partes del mundo diferentes, en dos puntos de nuestra vida completamente diferentes.
Es extraño porque un día hacíamos pijamadas todos juntos en el verano y casi siete años después yo no sabia absolutamente nada de él y él no sabia absolutamente nada de mi. Podía ver algunos rasgos del pequeño Fran que conocía, pero ya no había nada de él en lo absoluto, ya no existía.
La primer persona de la que me enamore de chica ahora era un completo extraño. Mi primer mejor amigo ahora era alguien a quien desconocía pero que recordaba haber conocido alguna vez.
#FrancoColapintoaF2 fue una movida tan masiva que llego hasta el productor musical más exitoso en la Argentina y grandes empresas que lo reconocieron. Marcas importantes lo patrocinaban y era parte del equipo de la academia de Williams Racing. Me sorprendía que papá no sepa nada de eso, pero la verdad es que él sí sabia, simplemente no me lo decía y me di cuenta de eso tras captar a papá hablar con Agustín al respecto en el asado que habíamos hecho para cerrar la temporada antes de volvernos a casa.
Yo jugaba con Pistón, el perro del piloto, sin darme cuenta de lo que el resto hablaba hasta que me note que cuando dejaba de prestarle atención al perro, papá se callaba o cambiaba notablemente de tema. Fue mientras hablaba con Mili Repetto sobre como estaba terminando el secundario cuando pude descubrir que hablaban de Franco, me parecia muy curiosa la forma en la que lo hacían entre susurros y en privado mientras el resto alrededor de la mesa alardeaba con grandes exclamaciones típicas de la argentinidad.
Intentaba leerle los labios discretamente mientras hablaban entre ellos pero se me estaba haciendo bastante difícil.
―Y una vez que termines el colegio ¿Qué vas a hacer?―me pregunto Milagros sacándome de mi trabajo minucioso.
―A principios de año pensaba en estudiar algo relacionado con la fotografía, pero ahora si me puedo quedar acá lo voy a aprovechar.
―Tenes mucho talento, Mar, no lo tapes o lo niegues porque se que la fotografía es difícil. Pero mientras tu papá y tu mamá te sigan apoyando, dale para adelante.
―Si ya se, pasa que... No me gustaría quedarme solo sacando fotos en la Indycar. O sea, me gusta lo que hago, pero me gustaría hacer más. Me gustaría algún día sacar las mejores fotos en LeMans o incluso en Dakar. Me gustaría que mi trabajo valga algo realmente, que mi mirada tenga algún peso en el mundo, sino... ¿De que sirve?
―¿Quien te dice terminas siendo la mejor fotógrafa de automovilismo?―me sonrió Mili muy confiada al decirlo.
No había muchos fotógrafos reconocidos en la industria, siempre eran empleados que representaban algún equipo, alguna empresa de comunicación, etc. Yo quería ser reconocida por esto. Tal como había gente que se atrevía a sacarle fotos a tornados o las fotos marinas más impresionantes del universo, yo quería sacar las fotos más increíbles sobre autos y carreras. Crecí en esto y logre darle mi propia forma, mi propia perspectiva, y quería ser buena y poder compartir esta misma perspectiva.
Era mi forma de apreciar el mundo y lo que me sucedía alrededor. Era la única forma que conocía de mirar, siempre a través de un lente, protegida por un cámara que recortaba la realidad a mi propio gusto y si no podía ser recordada por eso algún día... Entonces significa que no abre vivido como debía a través de mi trabajo.
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D I C C I O N A R I O ⊹ A R G E N T I N O :
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Que tul: expresión argentina usada en remplazo de "que guay" o "que cool".
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M E M E ⊹ T I M E :
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El papá de Mar cuando nombraron a Pato:
Mar teniendo que tomar decisiones adultas:
Mar cuando Lorenzo le fue demasiado sincero sobre como ella espera demasiado hasta que la oportunidad pasa:
La relación de hermanos entre Lorenzo y Mar:
"¿Viste lo de Franco?"
Mar:
Lorenzo viendo todos los logros de Franco cuando podía haber sido él:
Mar viendo a Franco en fotos después de tanto tiempo:
"La primer persona de la que me enamore de chica ahora era un completo extraño. Mi primer mejor amigo ahora era alguien a quien desconocía pero que recordaba haber conocido alguna vez.":
Mar viendo que su papá habla de Franco sin ella:
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