12. el sueño argentino

Agosto, 2024

Había algo especial en la voz de Franco cuando no podía parar de hablar. Ni siquiera tenia que decir algo en particular, simplemente el hecho de poder escucharlo hablar, tener ese privilegio de estar cerca de él y escuchar su voz andar por si sola como si fuera una protagonista por su cuenta, un personaje formado y ajeno a su cuerpo. Me acordaba de la sensación que me generaba escucharlo, pero tener la oportunidad de volver a vivirlo como nunca pensé que podía volver a ser, era una sensación completamente nueva. El vuelo duraba menos de dos horas, pero no quería que se termine porque quería mantener a Franco sentado al lado mío por muchas horas más escuchándolo hablar y comentar con gracia mientras me quedaba callada por miedo a arruinar el momento. Yo asentía o sonreía disfrutando del placer de escucharlo como si se tratara del sonido más encantador y satisfactorio del mundo. No tenia que decir nada inteligente o agradable, con solo escucharlo ser él mismo me bastaba.

Por un momento, pensé que iba a parar tras el llamado de la azafata al aterrizar en el aeropuerto de Milán, pero no lo hizo. En cambio, levanto por primera vez desde que despegamos su mano de la mía para agarrar sus cosas y siguió comentando aleatoriamente sobre el resto de los pasajeros, el clima o como se sentía ante una experiencia tan intensa y nueva como lo era esta oportunidad mientras yo lo perseguía escuchándolo con atención por detrás. Su voz se tornaba en una guía mientras me perdía un par de segundos en el aeropuerto, era una melodía familiar que me recordaba cuando los veranos no eran tan desesperantemente agobiantes y acalorados. Me hacia acordar a los veranos donde las brisas sutiles que pasaban a visitarnos eran frescas aliviándonos del calor abundante y no agotadoramente calientes.

Así su voz se convirtió en un faro y no era necesario que yo conteste absolutamente nada porque tal como alguna vez me había acostumbrado y Franco no lo había perdido, él hablaba sin parar de cosas que no necesariamente precisaban respuesta.

Me ponía la piel de gallina cuando me daba cuenta que me encontraba escuchándolo caminando en un aeropuerto con mi valija siendo parte de su equipo personal de camino a su primer fin de semana en la formula uno.

¿Será que en todos los universos y en todas las demás vidas era yo la elegida para verlo atravesar un momento como este? ¿Será que en todos los universos yo era quien más cerca debía estar para presenciar como su sueño y el mío se hacían realidad? ¿En todos los universos tambien volvíamos a reencontrarnos incluso si nos tratábamos como extraños?

De todos los universos ¿Era este el único donde eso sucedía? ¿Así de afortunada era?

Al llegar a Milán un auto nos llevo directo a nuestro hotel en Monza y constantemente María se giraba a verme para comprobar que me encontraba bien mientras mi mirada observaba todo al rededor con mucho entusiasmo y admiración como una bebé que observa el mundo por primera vez. Estaba completamente fascinada por cada pequeño detalle el cual capturaba silenciosamente levantando mi cámara y enfocándolo porque nunca había estado en Italia, ni siquiera en Europa. Rápidamente, sin perder la oportunidad, empecé a grabar pequeños videos de absolutamente todo. Quizás no lo usaríamos en su totalidad y Franco iba a terminar hartándose de mi tarde o temprano, pero era una sensación especial volver a verlo por medio del lente de mi cámara saludar mientras íbamos en el auto y llegábamos al hotel.

Secretamente y de una manera muy sutil, había una complicidad en esa forma de actuar para ambos que no nos parecia extraña y que cada vez que levantaba la cámara, Franco se giraba y hacia algún gesto demostrando su emoción y entusiasmo contagiosa en el momento desde saludar a la cámara en el auto con una gran sonrisa hasta mostrar la llave que la mujer en la recepción del hotel le había entregado acercándola hasta poner en negro el plano cerrándolo en el numero de la llave.

Es difícil entenderlo en el preciso momento en el que esta pasando, pero mediante mi trabajo me encontraba retratando un momento histórico y el paso de ese niño de F2 que pega un salto directo a F1 a mitad de la temporada. Me encontraba documentando su vida por medio de pequeños videos cortos donde al juntarlos algún día iba a ver como el niño que recordaba y el chico del primer segundo de material se convertían sutil o abruptamente en un adulto.

Ya de por sí era extraño convivir con él. Por mucho tiempo solo tenia su imagen de chico en mi cabeza donde actuaba de cierta manera y se reía de cierta manera y hablábamos de cierta manera. Ahora que volvía a ocupar el campo de mi cámara podía notar que ya no era en lo absoluto el chico que creía conocer y que algún día conocí.

Ahora era más grande, no diría más seguro pero su actitud extrovertida se había incrementado. Incluso podía notarlo menos tímido que antes al caminar. María me dio mi pase en el auto de camino al circuito pero en la entrada lo único que hice fue levantar la cámara y retratar a la fuerza una imagen que no se parecia en nada al Franco que recordaba.

El equipo de Williams tambien lo esperaba para sacarle fotos y videos y ellos lo hacían a su manera, a mi me gustaba hacerlo de otra forma.

Llegar al paddock por primera vez después de tal anuncio que surgió inesperadamente para todos, era como llegar a un lugar con un perrito chiquito y tierno, todo el mundo se acercaba con una sonrisa y decía algo o lo acariciaba apretándole el hombro y deseándole lo mejor. María, Jamie y yo nos mantuvimos cerca mientras Franco se abría paso en el callejón con varias cámaras rodeándolo hasta el sector del equipo y todos los registros de sus primeros pasos como piloto se ven demasiado alejados de él y ajenos para lo que a mi respecta.

Mi trabajo era congelar esos momentos y aunque lo he hecho de manera profesional antes, no se sentía así ahora. No sentía que tenian ningún poder o ningún significado. En silencio, me mantenía cerca de Franco y el equipo con la cámara como binoculares para registrar cada segundo. Mi rostro era mi cámara y mis ojos mi lente, solo eso se veía de mi.

El equipo de Williams lo acogió de una manera impresionante por ser tan rápido, lo apreciaban y Franco se dejaba apreciar fácilmente tambien aunque se mostrara temido y humilde ante cualquier halago. Le es difícil recibirlos y podía darme cuenta de eso en la forma peculiar en la que bajaba la mirada sonriendo como si no le hablaran a él directamente, los cachetes se le tornaban rosados y los pómulos le achinaban los ojos al sonreír. Era el mismo gesto tímido que hacia de chico cuando algún adulto le reconocía algún merito.

Al ser el primer día, lo llevaron directamente a la pista para transitarla a pie mientras sus ingenieros le explicaban varias cosas. Por mi parte, yo lo seguía varios pasos detrás en silencio mirando a mi alrededor sin poder creer que me encontraba pisando una verdadera pista de F1. Después del asunto en el avión, no me animaba a acercarme demasiado, había algo que no me lo permitía y todas las fotos que le sacaba lo hacia a la distancia y no terminaban de convencerme. Cualquier otro fotógrafo podía tener las mismas fotos de Franco sin ser parte de su equipo y eso era lo que más me fastidiaba cuando las veía en el computador los pocos minutos que tuve libre en el hospitality de Williams en el almuerzo.

―¿Estas bien?―me pregunto María trayendo su ensalada con ella y sentándose en la misma mesa.

―Todo perfecto―le enseñe una gran sonrisa y ella asintió convencida levantando su mirada a un pequeño grupo de personas que se había acumulado en el mostrador del pequeño bufete donde estábamos, todos alrededor de Franco.

―Este chico no va a comer más si le siguen dando charla―rio María negando con la cabeza sabiendo a la perfección como Franco era y no se equivocaba. Si seguían hablándole, él podía quedarse toda la tarde ahí y viendo el apuro de María y Jamie podía darme cuenta que tenia muchísimas cosas que hacer. Era una locura la cantidad de entrevistas y reuniones a las que tenia que asistir, así que María se levanto decidida a sacarlo del montón de gente para que almuerce y siga con su día. En ese sentido, la Indycar no se parecia en nada a la F1, solo los más famosos pilotos como Pato, Palou o Newgarden eran quienes tenian agentas atareadas con miles de asuntos que como un equipo menor nunca nos toco vivir, pero esto era muy distinto.

Aunque Williams seguía siendo un equipo menor como Juncos y yo seguía tomándole fotos a un piloto argentino como Canapino, el fenómeno que me encontraba presenciando como fotógrafa, estaba fuera de mi alcance y sabia que no podía conformarme solo con fotos de lejos ajenas al sentimiento apasionante que sentía en el centro de mi corazón. Sentimiento que no me pertenecía a mi sola, sino a todo un país, sentimiento que mi papá tenia entre dientes constantemente desde que se lo conté, sentimiento que mantenía a Lorenzo al pendiente de cada red social y cada mensaje mío, sentimiento que había hecho viajar a miles de argentinos a Italia solo para presenciar este momento incluso si no tenian la más mínima idea sobre automovilismo. Era un sentimiento mucho más grande y tenia que buscarlo en cada imagen que sacaba.

Un tanto frustrada, me frote ambos ojos cansada por lo poco que había dormido y si no lo hubiera visto dos veces hubiera pensado que me había quedado dormida, pero era obvio que iba a llegar en algún momento y con su cara tan familiar todos los recuerdos que se escondían entre grietas a las que no llegaba.

―Marita―me llamo con ternura sonriendo de oreja a oreja parándose frente a mi mesa. Inmediatamente abrí los ojos y pestañe para ver su figura más clara y definida frente a mi ignorando como María traía a Franco casi de las orejas.

Aníbal no había cambiado en nada, realmente en nada. Quizás su pelo se había aclarado un poco y las arrugas del costado de sus ojos eran más notables, pero seguía teniendo esa sonrisa conocida que siempre simbolizo el comienzo de los mejores veranos. Cuando Aníbal sonreía de esa forma era porque se bajaba del auto que estacionaba justo en frente de mi casa por la mañana el día después de que las clases hayan terminado para subir todo nuestro equipaje y viajar durante cinco horas a la costa argentina. El sentimiento que tuve al verlo después de mucho tiempo era el claro reflejo de que no podía hacerle entender a mi sistema nervioso que verlos otra vez no significaba que íbamos a volver a esos momentos.

Indudablemente me levante de mi asiento y me acerque a saludarlo a lo que él respondio con un fuerte abrazo masajeándome la espalda.

―Estas tan grande―murmuro sonriente soltándome.

―Lastimosamente solo en edad―bromeé con simpatía haciendo reír incluso a Franco sin darme cuenta.

―Me alegra muchísimo verte, Mar―apretó mi hombro y entonces María se giro a ver a Franco entrecerrando sus ojos y ladeando la cabeza.

―Nos conocemos de chicos, nuestros papás eran amigos―le explico Franco por primera vez lo cual me dejaba un lugar incomodo porque por un momento dio a entender que no era nada serio como para comentárselo a su manager. Por mi parte no quería interferir en eso, así que solo me había quedado callada al respecto siguiendo una corriente que creí entender.

―¿No iban a decírmelo?―cuestiono entre divertida y traicionada.

―Ey, perdón. No pensé que era tan importante―se atajo Franco con rapidez sentándose.

―Fue hace mucho tiempo―murmure en respuesta tambien sentándome.

―No fue hace mucho, nosotros pasábamos todos los veranos con la familia de Mar, su papá y yo somos amigos hace años ¿Cómo esta Beto?―se sentó finalmente Aníbal junto a nosotros sacándome charla y en pequeñas oraciones le comente como habían sido las cosas últimamente. Era raro hablarle de esa forma porque nunca había tenido que ponerlo al tanto, durante trece años Aníbal sabia exactamente que pasaba en nuestras vidas porque mi papá y él eran inseparables, después con el tiempo las cosas cambiaron y entonces era yo quien tenia que sentarme a hablar tímidamente por primera vez desde que los conocía sobre lo que paso estos meses.

Franco hablaba con María por su parte, pero sabia que tenia un oído en nuestra conversación que no quería sacar de ahí. Le costo levantarse e irse sabiendo que Aníbal se quedaba conmigo charlando un rato más, pero sin embargo lo hizo y aunque yo tenia que seguirlo, su papá tambien me siguió a mi.

En un momento, Franco estaba en el taller con los mecánicos e ingenieros y yo sostenía la cámara para filtrar el mundo a mi alrededor mientras Aníbal se me quedo mirando un par de segundos. No supe en ese momento con exactitud que había pensado, pero sabia que era profundo e intenso porque mantuvo sus ojos sobre mi situación por un rato.

―Le va a hacer muy bien que estés acá, Marita―pronuncio ahora mirando a Franco a la distancia obligándome a bajar la cámara cuando lo escuche. ―Y me quedo más tranquilo si sos vos quien lo sigue a todos lados con una cámara―rió divertido.

―Es el mejor momento de su vida, ni siquiera se va a dar cuenta que estoy acá―dije convencida de mis palabras.

―No me gusta ser pesimista, pero vamos a ser realistas. Este puede ser el mejor y el peor momento de su vida, y ni siquiera estamos en el punto en el que podemos evitarlo, ya estamos en el baile―se apretó los labios tomando aire pensativo.

―¿Te preocupa?―dude en voz alta porque era raro para mi verlo preocupado. Su hijo se fue solo a los catorce años a otro continente, me era sumamente extraño verlo a Aníbal de esa forma, en ese lugar cuando se supone que esto es lo que siempre soñaron.

―Después del nacimiento de mis hijos, cuando lo vi en internet fue el mejor día de mi vida. Pero es un nene y mientras que para todo un país es un héroe, para mi sigue siendo mi hijo―admitió entre nosotros dejándome completamente en silencio con la cámara baja. ―Durante estos años, María lo cuido como si fuera su madre. Ahora no se si va a poder cuidarlo porque probablemente este es su destino. Estaba destinado a convertirse en un piloto de fórmula uno―sonrió orgulloso―, solo no me gustaría que pierda esa chispa especial que él tiene ¿Es mucho si te pido eso?―pregunto girando su cabeza sutilmente hacia mi dirección.

―¿Pedir que?

―Que sus sueños no lo...―hizo una pausa buscando las palabras correctas. ―Que no lo apaguen si lo defraudan.

No pude pensar en otra cosa el resto del día e incluso me fui a dormir pensando en eso después de intercambiar un par de mensajes con mi papá. Ni siquiera le había prestado atención a nuestra charla, simplemente no podía dejar de pensar en eso que Aníbal me había dicho.

Se suponía que este era su sueño, que esto es por lo que se fue a los catorce. Y ahora es un adulto, o al menos lo intenta. Podía haberlo dejado pasar, un suspiro de la nostalgia que este momento le generaba viendo a su hijo en un taller preparándose para su primer fin de semana como piloto de F1, podía haber sido una boludez. Pero Aníbal no decía cosas como esas al pasar, habrán sido siete años sin verlo, pero no creo que en siete años cambie ciertas costumbres que tuvo durante los trece veranos que pasamos juntos. Definitivamente Aníbal sabia de que se trataba todo esto.

Sin embargo, era un sueño, uno que no solo le pertenecía a Franco sino a toda una nación.

El primer día de practicas, viendo todo el movimiento que se generaba por la emoción que se vivía, no podías escapar de eso. Una vez subido al auto, no había vuelta atrás y me encargue de retratar eso, la mirada intensa de Franco sobre el monoplaza y su seguridad al agarrar el volante por primera vez en el día, no le temblaban las manos en lo absoluto. Ahí es donde te dabas cuenta que no había marcha atrás, ya no podríamos sacarlo de ahí nunca más. Estando en la pista María, Jamie, Aníbal y yo conteníamos el aire cuando llegaban las curvas que tenia que tomar del circuito y suspirábamos aliviados cuando las trazaba de una manera tan satisfactoria que todo el equipo sonreía relajado. Incluso, podías verlo a él mismo más relajado con cada curva que pasaba.

Entre practicas, solo pude sacar un par de fotos, aunque no quería distraerlo viéndolo tan enfocado en hablar con los ingenieros y solucionar cada pequeño detalle que él veía que podía solucionar. Terminadas las practicas, el equipo lo felicito y me sentí muy bien por él cuando me sonrió a la cámara al pasar junto a mi, luego de eso fueron entrevistas tras entrevistas y reuniones con el equipo.

Todavía me era raro pensar en donde estaba y no solo hablo de Italia y la F1. Se trataba de Franco, pero no ese que yo conocía. Este Franco ahora era piloto de F1, y aunque seguía viéndolo a través de una cámara, todavía sabia que me quedaba muchísimo para terminar de acostumbrarme a lo que es y ya nunca más será. Y es raro porque mi cabeza funciono como una maquina en el tiempo, una de esas capsulas que lo mantuvo intacto en mi memoria hasta que volví a verlo y me di cuenta de todo el tiempo que habíamos pasado separados convirtiéndonos en extraños. No teníamos muchas cosas de que hablar realmente y además me di cuenta que Franco estaba demasiado ocupado como para siquiera intentarlo.

Le fue igual de bien durante la tercera sesión de practicas y llegada la clasificación todo se volvía más intenso. Parecía que poco a poco el fin de semana era como una liga de pelo que estirabas y se volvía más fina y extensa pero al mismo tiempo no sabias de que lado se iba a soltar y lo mucho que podía asustarte el no haberlo esperado. Ni siquiera en ese momento podía creer donde me encontraba y en parte se que Franco tampoco, incluso tras varias entrevistas, felicitaciones, reuniones y charlas con otros pilotos de F1, nadie podía terminar de hacerse una idea realmente de lo que estaba pasando y fue una locura cuando empezamos a ver muchos argentinos por doquier con banderas y camisetas. Las tribunas estaban llenas y se esperaba ver varios argentinos, pero no tantos.

Al terminar la clasificación, espere que termine de hablar con los ingenieros para levantar mi cámara en su dirección y preguntarle como le fue mirando la pantalla de la maquina constantemente, pero Franco no miro al lente en ningún momento.

―Si, bueno... Salir decimo octavo es una verga... ―rio decepcionado haciéndome levantar las cejas con sorpresa. ―Y mira que podría ser una buena verga, pero no. Es rara, es media como...

―No te centres demasiado en eso, voy a cortarlo―intervine sabiendo cual seria la reacción de María al escucharlo.

―¿Entonces que digo?―cuestiono mientras salíamos del taller hacia el callejón. Al ser uno de los primeros en ser eliminado de la clasificación, el paddock no tenia tanta gente circulando.

―No sé, es tu primera clasificación en F1.

―¿Que pensas que debería decir?―pregunto tomándome por sorpresa forzándome a levantar mi cabeza de la pantalla.

Me hubiera gustado que diga varias cosas, que diga como le fue durante los años que no nos vimos, que diga algo relacionado a esos veranos, que no me trate como una extraña aunque lo sea. Me hubiera gustado que diga algo que me haga pensar que sigue siendo el mismo a pesar de todo, no el mismo en sentido de que no haya cambiado, sino que diga algo que me haga creer que el Franco que tenia en frente mío hablándome era el mismo chico con el que compartí trece veranos de mi vida y no una persona completamente diferente. Sin darme cuenta, el pensamiento se filtro claro y conciso frente a mi.

Desde lo profundo de mi corazón quería que habláramos sobre esos veranos, porque teniéndolo cerca de esta forma me hacia dudar si realmente pasaron o solo eran producto de mi imaginación. Lo tenia en frente y no hablamos de nosotros en ningún momento.

Pero nadie me pagaba por hablar de nosotros con él, entonces simplemente le respondí levantando mi cámara una vez más en su dirección enfocándolo en el centro del plano:

―Primera clasificación de F1 de tu vida, cada segundo más cerca de tu primera carrera, cada segundo más infiltrado en el sueño del chico de catorce años que lo dejo todo para venir a Italia. Restándole importancia al resultado de esta clasificación, que para ser la primera fue muy buena ¿Qué significa este momento para vos?―lo observe mediante la pantalla de la cámara quedarse completamente mudo con las dos manos en su botella de agua mirándome a los ojos fijamente, mirada que no le respondí.

Su silencio quedo registrado por unos diez segundos antes de responder.

―Significa que... nada fue en vano, supongo. Que, sin importar lo que pase mañana o en las siguientes nueve carreras, yo ya estoy hecho con esto. Ya llegue y no lo hubiera logrado sin toda la gente que me apoyo y esa que tambien tuve que dejar atrás para venirme―contesto sacándome de eje a mi ahora, pero por suerte mi trabajo solo era mirarlo responder. Franco le agradeció a todas las personas que lo acompañaron mirando a la cámara por primera vez desde que empecé a filmar y cuando ya no supo que más decir me miro a mi, y entonces apague la cámara.

―Con eso esta bien, gracias―finalice y caminamos juntos hasta el sector del equipo sin decir nada. Era raro, muy raro. En otro momento, Franco y yo no parábamos de hablar y ahora, era como si aunque lo intentara no me animase a hablar realmente con él. Y no era simplemente hablar de la manera superficial que habíamos construido nuestras pequeñas interacciones estos días, desde que bajamos del avión... No encontraba una forma de acercarme a él o siquiera permitirle que se acerque.

Cenábamos juntos en el hotel, pero para cuando yo llegaba Franco estaba terminando y Jamie insistía que tenga horarios fijos para que poco a poco se vaya acostumbrando a la exigencia de la categoría madre, así María y él se quedaban conmigo acompañándome en el comedor mientras los escuchaba hablar de rendimientos, estadísticas, publico y otros asuntos que les incumbían a la pareja.

Por primera vez me di cuenta de que, a diferencia de la Indycar y cualquier otro ambiente en el que estuve, este me estaba complicando las cosas conmigo misma para acoplarme a él. Disfrute muchísimo ese fin de semana con Jamey Price sacando fotos en el GP de Miami y no veía la hora de volver a hacerlo, pero esto era muy diferente. Yo solo existía alrededor de todos y todo.

Durante la mañana de la primer carrera de Franco, ya se esperaba ver a varios apoyándolo, pero no sabíamos que eran tantos hasta que nos acercábamos al circuito y veíamos más gente de la que esperábamos ingresando con banderas. Sigilosamente en el auto, filme su reacción al verlo y como miraba todo sorprendido y muy divertido entre risas sin poder creerlo.

―No, no, no. Es una locura, están todos locos―repetía negando con la cabeza sacando tambien su celular para filmarlo. Y la entrada solo era un cuarto de lo que nos esperaba allá dentro. La noche anterior, Lolo me había comentado que el fenómeno que Franco había creado en la Argentina era una locura, que todos en cada esquina hablaban de eso, cualquier canal en la televisión, cualquier programa y rincón del país estaba completamente al tanto del asunto. También me mostro orgulloso tres tapas de diarios diferentes que había comprado esa semana.

―Son una reliquia, son de colección ahora―sonreía entusiasmado mostrándomelas y por dentro se me estremecía el alma ¿Cuánto de esto era el sueño con el que Lorenzo había soñado de chico? ¿Cómo era posible que yo este acá y no él? Y constantemente me hacia esa pregunta ¿Cómo era posible que este yo y no mi papá o Lolo?

De todas las personas en el mundo, era yo quien sostenía una cámara acompañándolo a prepararse para su primera carrera de F1 en su vida. Lo filmaba cuando ingresaba al paddock, lo fotografiaba siendo felicitado por James Vowles, saludando a los ingenieros, cruzando el hospitality con una gran sonrisa, cruzándose con otros pilotos en el callejón, firmando camisetas y gorras, yo estaba por doquier. Incluso en su habitación con el equipo mientras se preparaba ajustándose los cordones de sus zapatillas después de estirarse.

―Ok, hagamos algo―se levanto María de su asiento una vez que Franco estuvo listo. ―Agárrense las manos―pidió y en ese momento no imagine que siendo cuatro en la habitación yo tambien estuviera incluida. Para mi, ese era un momento privado y especial de ellos tres que solo debía filmar y registrar como todo lo que pasaba, pero cuando ellos tres se agarraron las manos dejando un espacio para alguien más baje mi cámara notando como me miraban fijamente. ―Ven, Mar, tambien eres parte del equipo―hizo un gesto María con su mano extendiéndola hacia mi y me acomode entre Jamie y ella. ―Es un momento muy importante, pase lo que pase ahí afuera, estamos todos muy orgullosos de ti, Franco. Saldrás, darás lo mejor, pero sobre todas las cosas quiero que lo disfrutes. No te centres en la posición, adelantamientos tendrás muchos, pero la primera carrera en Fórmula Uno solo sucede una vez, y has trabajado muy duro para que eso pase, así que disfrútalo―recalco mirándolo fijamente antes de hacer una pequeña oración para agradecer y pedir por el bien de Franco durante esas 53 vueltas.

Al terminar, ellos se fueron de la habitación rapidamente y yo me quede guardando el abrigo que me había llevado para no tenerlo encima toda la carrera. La habitación se lleno de un silencio que indiscutiblemente era incomodo, un silencio que por más raro que suene me hacia acordar cuando llegabas muy temprano al colegio y en el salón solo eras vos con la profesora esperando al resto, un silencio que podía asemejarse a ese que se hacia cuando tu mamá te dejaba sola en la fila del supermercado para irse a buscar algo y la cajera te observaba intimidante en silencio. Era un silencio de espera, esperábamos algo, que alguno hable, que alguien interrumpa, que alguien se vaya.

―¿Tenes alguna cábala antes de las carreras?―fue lo primero que se me ocurrió preguntar sosteniendo mi cámara una vez más frente a él. Teníamos que registrar todo, cada video contaba y a la gente le gustaba saber esto.

Franco me escucho y sonrió con algo de timidez.

―Si, en realidad, sí tengo una cábala y es que siempre agarro esta estampita―saco una pequeña estampita de un santo que en el rostro tenia la cara de Fangio―, y hago una oración en su nombre para pedirle que me de suerte.

No podía reírme, eso me hacia una irrespetuosa, pero parecia tomárselo tan en serio que era inevitable.

―¿Cual es la oración? Si se puede saber―contuve una sonrisa que me iba a dejar en evidencia.

―La oración es: Padre Fangio, que estas en las pistas, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu gloria, hágase tu valentía adentro y fuera del auto. Dame hoy la velocidad de cada día, perdona nuestras penalizaciones como tambien nosotros perdonamos a quienes nos adelantan. No nos dejes caer vigésimos, y libranos de derrapar. Amen―recito con mucha seriedad y sin titubear dejándome sorprendida. De haberse trabado, hubiera pensado que lo había inventado, pero lo dijo de memoria, como si hubiera estado esperando toda su vida para que le preguntaran.

Acto seguido le dio un beso a la estampita y la volvió a guardar sonriendo satisfecho sacándome una sonrisa inevitablemente. Había sido extremadamente ingenioso y aunque no quería ser maleducada, tambien muy divertido.

―Tengo otra a Messi si queres...

―No, no. No te preocupes, con eso esta bárbaro―hice mi mayor esfuerzo para no mostrarle lo tentada que estaba a reírme a carcajadas.

Para mi suerte, Jamie lo llamo para irse y yo pude reírme tranquila al respecto, aunque se que en realidad eran más los nervios. Estaba realmente nerviosa y no solo por la constante presencia de Franco, sino por lo que estaba por pasar. Era un momento único no solo para él, para todos.

Me mantuve más cerca de Franco que de María mientras todos se preparaban e intentaba sacar aquellas fotos que ningún otro fotógrafo tendría, incluso Jamey Price intento pasando por el taller para felicitarme por mi nuevo trabajo recomendándome que las fotos más especiales no son aquellas lindas estéticamente, sino las que puedes sentir con solo mirarlas.

No confié demasiado, no le di tanta importancia, simplemente lo tome como un consejo cualquiera enfocándome en lo más importante que era hacer mi trabajo y tambien procurar no estorbar a ningún mecánico. Eran muy pocos los fotógrafos alrededor de los autos minutos antes de la largada, y la gran mayoría comenzaban a retirarse.

―Saldrá en un par de minutos, deberías irte―me informo un mecánico ingles y asentí rapidamente asegurándole que me iría, pero en realidad no quería irme. El sentimiento de estar sobre la pista entre los mejores, en una pista de F1 entre los autos de F1, no era cualquier cosa.

Ni siquiera podía imaginar como se sentía estar sobre uno de esos siendo el sueño de su vida.

¿Estaba nervioso? ¿Ansioso? ¿Tenia miedo? ¿Estaba emocionado? ¿Estos sentimientos de miedo le impedían disfrutar un momento como este? ¿En que pensaba? ¿Qué lo atormentaba en la buena y mala manera? ¿Qué pensamientos se entrometían en su cabeza en ese momento?

Uno de los mecánicos me volvió a gritar desde lejos para que salga y pocas personas quedaban alrededor. Sin siquiera pensarlo y poniendo tambien un poco en riesgo absolutamente todo, me di cuenta que Franco todavía llevaba el visor encima mirándome con atención cada uno de mis movimientos, trote con la cámara en el cuello hasta su monoplaza y posicione el lente a un costado para capturar sus ojos segundos antes de que comience la primera carrera de F1 de su vida.

La imagen es clara: en un entorno azul marino, entre tanto material protector, blanco y más azul en su casco con la bandera de Argentina extendiéndose en él, se veían los ojos de Franco mirando en mi dirección con una emoción que no hacia falta explicar al verla. Había una clara sonrisa divertida, emocionante y enternecedora debajo de ese casco y era reflejada específicamente en sus ojos verdes brillantes entusiasmados y cubiertos con una fina capa de lagrimas apasionantes.

Capture la imagen antes de que otro mecánico me saque de la pista dándome cuenta que era la única que se encontraba ahí, y entonces los motores rugieron y lanzaron la vuelta de formación pasando los autos frente a mi una vez que cruce la reja. Al volver al taller, busque la foto rapidamente en el registro de la cámara e instantáneamente sonreí.

Seguía teniendo esa mirada que recordaba. Sus ojos seguían siendo los mismos del chico que conocía y con el que pase 13 veranos de mi vida. Esos mismos ojos que miraban el mundo con tanta admiración, los que sonreían constantemente sin necesidad de tener una boca, los que eran tan expresivos solo con notar el movimiento en sus cejas, esos ojos que durante 13 veranos estaban cerca de mi pintando la ciudad costera con algo especial, esos ojos suyos que siempre veían algo positivo y divertido en cada rincón. Seguía teniendo los ojos inocentes y entusiasmados del chico que alguna vez conocí, y en la foto me sonreían, pero no a la cámara.

Me había sonreído a mi.

Que estúpida costumbre tenia de no mirar directamente a la cámara.

Pero ahí estaba, sonriendo. Y me guarde esa sonrisa conmigo esperando que sea la sonrisa con la cual corrió las 53 vueltas de su primer GP de F1 que tenia a Aníbal agarrado fuerte de su propia camisa, a María con las manos entrelazadas apoyadas en sus labios como si rezara y a Jamie atento a cada mínimo movimiento tanto en la pantalla como alrededor. Me guarde esa sonrisa porque seguía siendo la que veía en las fotos que Andrea le sacaba durante las carreras de karting para después mostrárnosla con la misma expresión como si volviera a vivirlo. Me guarde esa sonrisa porque no había cambiado en lo absoluto y porque seguía siendo la sonrisa por la que tenia que seguir luchando, esa que parecia no apagarse nunca.

Me guarde esa sonrisa porque era con la misma que la recordaba, y si seguía estando en él, entonces quizás sí había algo del chico que conocía que Franco llevaba consigo.

En el taller los adelantamientos se festejaban como penal del mundial y sin darme cuenta terminábamos saltando y celebrando abrazados con Aníbal sonriendo emocionados hasta que hizo el ultimo de la carrera que lo dejo decimosegundo sacándonos a todos una gran alegría.

El equipo suspiro y con Jamie y María intercambiamos miradas aliviadas y sonrisas entusiastas abrazándonos para festejar.

Decimosegundo en su primera carrera.

Decimosegundo entre los veinte mejores pilotos del mundo. Entre todos ellos, Franco era el decimosegundo.

Parecía una locura, pero era real. Franco era uno de los mejores.

En la tribuna podía ver varias banderas argentinas agitándose entre el desaforado entusiasmo tifosi y el taller festejaba haber terminado con ambos autos sobre los quince primeros. Viendo alrededor, me hubiera gustado tambien vivir esto desde casa, con papá en el sillón del living, con Delgado durmiendo entre nosotros y Lorenzo atento a cada curva, con mi mamá girando la mirada sin poder verlo de los nervios para después volver a mirar al televisor cuando mi papá gritaba algo. Me hubiera gustado verlo con ellos tambien y vivirlo en familia.

Aunque no estaba lejos de formar una nueva.

Aníbal no dejaba de abrazarme emocionado y sonreía como si hubiera ganado la lotería, él estaba en su mejor momento limpiándose las lagrimas en los ojos con una gran sonrisa extendiéndose en su cara que parecia dejarle más arrugas en la piel.

―Lo hizo, Marita, lo hizo―sonreía abrazándome con un brazo y apretando mi hombro para compartir su emoción tan contagiosa. Lo veía más que emocionado, era un sentimiento mayor.

Esperamos un rato en el taller hasta que vuelva y cuando lo hizo todos aplaudieron y Aníbal no pudo contenerse de correr a abrazarlo provocando que ambos escondan sus caras en el hombro del otro. Congele ese momento no solo en mi cámara, sino tambien en mi mente porque podía imaginar como se sentía ese momento de lograrlo y no solo por uno mismo, sino tambien por todos esos que dieron todo de sí mismos para que llegues a donde estas como lo habían hecho sus padres.

Ese abrazo en especial supero cualquier foto que podía haber tomado ese día y quizás porque sabia con exactitud lo que escondía en el poco espacio que separaba sus cuerpos. Ahí con sus pechos fundidos sintiendo lo mismo, tambien me hubiera gustado que mi papá este acá conmigo para verlo, para ver lo que Franco había logrado y que pueda decirle lo orgulloso que esta de él.

Con una gran sonrisa entre todos los mecánicos y personas que querían acercarse a saludarlo, Franco abrazo a María y Jamie al mismo tiempo con ese entusiasmo divertido que tanto lo caracterizaba haciendo que destaque en las fotos que le sacaba a cada movimiento que hacia. Cuando se separo de ellos seguí tomándole fotos hasta darme cuenta de lo cerca que estaba, y tomándome por sorpresa, Franco movió la cámara entre nosotros y me abrazo moviéndome los hombros con frenesí.

Por una milésima de segundos que su pecho hizo contacto con el mío antes de que se separe sosteniendo sus manos en mis hombros, su corazón lleno el espacio vacío en mi pecho y el mío hizo lo mismo con el suyo y pude sentirlo latir a toda velocidad sobre mis costillas. Duro menos que un suspiro, ni siquiera llegue a reaccionar a tiempo para abrazarlo tambien, pero si lo hubiera hecho probablemente no lo hubiera soltado.

Algo dentro mío necesitaba ese abrazo porque sinceramente había algo en él que siempre iba a estar conectado con lo más lindo de mi vida que fueron esos veranos en familia llenos de magia y alegría.

Quería que se quede por un solo momento entre mis brazos, aunque eso no nos transportara inmediatamente a cuando teníamos trece. Al menos me hubiera gustado intentarlo.

―No tenes idea como me duele el ojete*―soltó con total libertad y me reí al escucharlo.

―Ir rápido tambien tiene sus consecuencias ¿Cómo se siente?―pregunte más relajada demasiado lejos de entender que una sola pregunta iba a darle el pie para no irse jamás.

―Las primeras vueltas estaba un poco cagado en las patas*, pero ya después no quería que se termine. De hecho, quiero subirme ahora mismo otra vez. Me duele todo, pero el sentimiento... Me gustaría que te subas para que lo sientas, encima... ¡Superé a Ricciardo! ¿Entendes lo que es eso? No, no. Me hago caca encima―jodió entre bromas haciéndome soltar una carcajada inevitablemente que le llamo la atención porque no le interesaba la gente que estaba alrededor, Franco era genuino y no podía evitarlo. ―Además, viste que en un momento estuve atrás de Hamilton―empezó a contar y seguido a eso me dio una explicación a detalle dejándose llevar completamente por algo que al principio no entendí, pero que se que estaba relacionado con la familiaridad que le daba explicarme vuelta por vuelta sus hazañas como cuando jugaban con Lorenzo a las carreras en la PlayStation y al terminar me lo explicaba absolutamente todo.

―Franco, hay gente que quiere saludarte―se animo Jamie a interrumpirlo después de varios minutos intentando cortarle la charla.

―Aguantame un toque que estoy ocupado―respondio con la mano abierta señalándome antes de seguir explicando la carrera para mi. Yo no lo interrumpí, aunque quizás María y Jamie me hubieran agradecido que lo haga porque insistieron bastante en que tenia que irse porque tenia que dar entrevistas e irse, pero Franco los evito hasta que no tuvo más opción y fue como si la marea de gente se lo llevara.

Quizás no había tenido la oportunidad de abrazarlo como me hubiera gustado, o de hablar de los recuerdos que teníamos en común, pero Franco hizo algo todavía mejor que fue explicarme absolutamente todo sobre su primera carrera, cada sentimiento de una manera tan sincera y abierta que me sorprendió para haberlo hecho entre tanto bullicio y en poco tiempo en una charla para nada cómoda. Definitivamente se sintió como si ya lo hubiera hecho antes. Era una lastima que ese antes haya sido hace siete años atrás.

Todavía me daba cierta extrañeza tenerlo cerca, escucharlo hablar, verlo dar entrevistas y relacionarse. Todavía no sabia del todo como acercarme a él sin sentir que éramos completos desconocidos, porque solíamos conocernos pero ahora solo trabajamos juntos, no se si en algún momento de las nueve carreras que quedan exista un momento exacto en el que podamos simplemente sentarnos a hablar sobre nosotros, nuestras vidas.

Él se veía como alguien diferente por momentos, y por momentos tambien parecia el mismo, entonces no sabia como tomarlo. Todo en él era diferente y al mismo tiempo podía ver como entre grietas aparecía un fantasma de quien yo había guardado en mis recuerdos. En parte yo tambien cambie y eso tambien explicaba esa manera un tanto distante que teníamos de tratarnos, como completos extraños porque eso éramos. Habíamos cambiado y no podíamos evitarlo, aunque hayan cosas que no cambiaron en lo absoluto.

Antes y durante las carreras del TC2000 a las que mi papá nos llevaba a mi y a Lolo, yo daba lo que fuera por sacar las mejores fotos, incluso si tenia que sentarme en la valla al borde de la pista e inclinarme un poco hacia dentro. Por esas razones a mi mamá no le gustaba venir con nosotros, pero yo lo disfrutaba mucho. Había cierta adrenalina extra, un riesgo mayor del que podía controlar por solo un instante congelado en una imagen. La chance de que me caiga dentro de la pista y un auto a toda velocidad me aplaste la cabeza contra el pavimento, definitivamente existía, pero en cambio yo obtenía una excelente foto de los autos en movimiento. Y eso no cambio para nada.

Después del festejo de los tifosi ante la victoria de Ferrari en Monza, los mecánicos entraron al hospitality muy divertidos diciendo que teníamos que ver lo que estaba pasando afuera, aclarando que tenga mi cámara preparada. Al principio mire a María y Jamie con confusión, pero Franco fue el primero en salir corriendo, así que fuimos detrás. Ninguno se esperaba lo que había del otro lado.

Una vez que entrabas al taller, de fondo se escuchaba una cantidad de gente anormal gritando y cantando "Sácalo a Franco, la puta que te pario" o incluso coreando "Muchachos", la canción del mundial 2022. Vi la cara de Franco de sorpresa y ahí supe que tenia que registrarlo. El fotógrafo de Williams se encargo de grabarlo todo y yo corría al lado del piloto argentino para capturar su reacción en cada segundo.

Parecía como si estuviéramos en la cancha viendo un partido de futbol, como si Lionel Messi estuviera de nuestro lado de la reja que dividía el pitlane con la pista. La banderas rojas se fundían con los colores celeste y blanco, y tuve que tomarme un segundo para entender la cantidad descomunal de gente que se encontraba gritando y alentándolo. Cuando él salió y lo vieron, todos gritaron y hasta se subieron a las rejas para estar más cerca de él. Al hacerlo, Franco recibió sorprendido el gesto lanzándome una mirada sin poder creerlo. La mayoría le gritaba cosas como "Te amo, Franco", "Sos groso*, nene", entre muchas otras cosas entre cantos y alaridos.

Yo tenia la piel de gallina completamente y tambien me subí a la reja para sacar mejores fotos del publico y de la escena que parecia sacada de la película más esperanzadora del planeta. Porque este no era solo el sueño del pequeño Franco que yo había conocido. Este era el sueño de Aníbal que por mucho tiempo lo guio mejor que nadie, de Andrea por ver todo el sacrificio de su hijo florecer, de Martina que se tenia que comer las horas de viajes entre carreras de karting, de mi papá que incluso en la lejanía nunca dejo de alentarlo, de María y Jamie que lo cuidaron como si fuera su propio hijo convencidos de lo que podía ser. Pero por sobre todas las cosas, era el sueño de todo un país el cual necesitaba volver a alentar por algo en unidad, y Franco era esa figura que nos representaba de una forma tan particular, pero tambien tan afianzada a la idea del sueño argentino.

Al sacar la foto, había algo más que un piloto con su publico. Había un pibe que lo dejo todo por un sueño que era mucho más grande que él y que con todo el valor del mundo agarro sus cosas y se fue lejos. Sin ese pibe de catorce años, nadie estaría festejando nada en Monza con banderas argentinas y camisetas con el numero 43. Sin el valor y el entusiasmo de ese pibe, habría menos cosas por las que ser feliz y estar orgullosos como país. Y esa era la definición del sueño argentino, no había nada que perder, pero todavía teníamos mucho por lo que soñar y tener fe. Y muchas veces, se lo debíamos a los sueños que teníamos de chicos.


















▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀

D I C C I O N A R I OA R G E N T I N O :

▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄

Ojete: trasero

Cagado en las patas: muerto de miedo

Groso: muy bueno/fenomenal

▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀

M E M ET I M E :

▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄

Cuando Mar habla de lo lindo de escucharlo a Franco:

Franco cada vez que ve a Mar con la cámara preparado para servir rostro:

Anibal diciéndole Marita cuando la vio:

Maria:

Mar cuando escucho que Franco dijo que sus papás eran amigos y que no era nada importante:

Todas cuando Anibal le pidió que procure que no pierda la chispa si sus sueños lo defraudan:

Franco: Salir decimo octavo es una verga.
María viendo que no puede decir dos palabras sin soltar una groseria:

Mar diciendo que le gustaría que hablara de esos veranos para saber que fueron reales y ella no se los invento:



Nosotras cuando pensamos en como la debe estar pasando Lorenzo viéndolo desde su casa:

María diciéndole que se acerque a rezar porque es parte del equipo:


Mar cuando escucho la oración a Fangio de Franco:

Mar agarrando cualquier oportunidad para quedarse en la pista y sacar mejores fotos:

Nosotras cuando Mar vio mejor la foto y se dio cuenta que Franco no le sonreía a la cámara sino a ella:

Franco termina 12 / Mar:

FRANCO LA ABRAZO A MAR AL TERMINAR LA CARRERA:

Franco se tomó su tiempo para hablar sin importarle que lo estaban apurando para irse, él queria explicarle como se sentia y que ella pueda sentirlo también:

Mar colgándose de la reja para sacar mejores fotos cuando solo quería festejar con los hinchas tambien:

QUE CAPITULO POR DIOS!!!!!! Franco no puede ser más lindo, el hecho de que tenga la costumbre de mirarla a Mar en vez de a la cámara ¡QUE ALGUIEN ME QUIERA ASÍ! ¿Ustedes entienden lo que eso significa? Él no mira a la cámara como todo el mundo, él la ve a ELLA. NONONO Cine.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top