Primer Preludio


- ¡Tagiru! Tengo hambre.

El pequeño digimon morado, sentado junto a su compañero en una banca que se hallaba en el parque, se quejaba continuamente. El chico le habló con tono de impaciencia.

- No te preocupes Gumdramon, en un rato más iremos a la casa, pero... ¡Deja de andar de quejoso!

- ¡Pero tengo hambre!

- Lo sé, lo sé...

El chico se levantó del asiento, seguido de su digimon, y comenzaron a caminar en el parque,  que en ese momento estaba lleno de niños pequeños jugando. Ambos, recorrieron con la mirada todo el lugar y con ello recordaron varios buenos momentos: peleas entre digimons malvados y digimons de luz, con tal de conservar y proteger el mundo donde vivían.

Entonces, Tagiru comenzó a recordar la batalla final en la que vivieron: cuando no quedaba nadie más que pudiera pelear, cuando Tagiru fue el último en estar de pie, y cuando por fin vencieron a Quartzmon, y lograron devolverle la paz que necesitaban ambos mundos. Algo que, en ese momento le llamó la atención, fue recordar el poder de Quartzmon: no era un simple enemigo que se pudiera derrotar con la misma facilidad que si pelearán con uno de nivel Ultimate; Quartzmon había superado su evolución.

Pero, antes de que el chico pudiera meditar sobre algo más acerca del inexplicable poder del digimon ya destruido, también recordó otra cosa: sus amigos, las Generaciones anteriores y los Héroes Legendarios, con los cuales compartió poderes, y con quienes luchó hombro a hombro para vencer al mal. Pero, en específico, recordó a uno de ellos: su maestro, Kudou Taiki.

- Oye, Gumdramon. Creo que deberíamos volver a reunirnos con Taiki-san y los demás. Hace tiempo que no los vemos.

El digimon, sin mirarlo, asintió levemente.

- Tienes razón. A pesar de que salvamos al mundo de Quartzmon, y comenzamos a vivir otras aventuras juntas en el DigiQuartz, ya no hablamos como antes. Y eso que tan solo ha pasado año y medio.

- Si. Ya pasó un año y medio. Como corre tan rápido el tiempo... - dijo nostálgicamente el chico, mientras miraba el cielo despejado que lentamente iba perdiendo color, dejando en claro que la noche se acercaba.

En ese tiempo muchas cosas habían pasado: los Hunters y Generales habían recuperado a sus compañeros Digimon, gracias a acciones que había llevado a vamos el Relojero para estabilizar el Mundo Humano, el Digital World y el DigiQuartz, y crear conexiones estables y duraderas entre todos los mundos. También por su parte, los Digimons del Xros Heart y Blue Flare, liderados por Shoutmon, el "Rey Digimon" habían logrado establecer reglas en el Digital World de tal modo que los Digimons pudieran estar en los mundos sin causar problemas, mientras que el Viejo Relojero había movido varias influencias políticas, entre ellas también estaba el padre de Nene, para comenzar una política de relaciones humano-Digimon. Aunque aún era muy raro ver Digimons caminando por la calle, o que de repente aparecieron por portales que salen de la nada, la convivencia era buena, y en ese año y medio aún no se habían reportado algún problema entre humanos y Digimons.

Tagiru pensaba en todo ello, mientras que tambien la gente veía con asombro a Gumdramon.

- ¡Wow! Un Digimon...

- No había visto uno antes...

- Se ven... impresionantes...

Los comentarios seguían, junto con la ignorancia de los sucesos que ocurrieron por Quartzmon: alguien les había borrado a todos, a excepción de los Hunters, Generales y los Digimons más involucrados, la memoria sobre ese evento. El viejo Relojero investigaba a fondo sobre eso, día y noche, sin obtener resultados todavía.

Pero eso no importaba ahora, ya que los Digimons y humanos podían convivir pacíficamente ya que nadie recordaba las tragedias que habían llegado con los ataques de Quartzmon. Tagiru pensaba y meditaba largamente en eso, hasta que Gumdramon le arrebató sus pensamientos.

- Oye, si tanta nostalgia te causa, ¡Entonces deberías llamarle! Tanto tú como yo lo extrañamos; y también quiero ver al Rey| digo a Shoutmon... - el dragón rojo, anteriormente, le había invitado ante Gumdramon a que simplemente lo llamara "Shoutmon". A veces se le complicaba hacerlo.

El chico pensó en la propuesta de su compañero Digimon: llamarle. En todo ese año y medio no lo había hecho, y mucho menos después de todos los papeleos políticos, uno que otro conflicto de malinterpretaciones, malas conductas o influencias negativas, y eventos que habían sucedido hasta la fecha. Así que habló, a modo de excusarse por el hecho de que, también, le daba terror volver a ver a su maestro después de estar un año y medio fuera de contacto.

- No tengo saldo en mi telefono - El chico fue en lo único que pensó bien :v, así que siguió hablando, sin prestar atención en nada de lo que estaba saliendo de su boca - Además, Taiki-san ahora es muy probable que se haya vuelto más "asocial" que antes: ya va para 16 años; la escuela se ha vuelto un factor muy fuerte en su vida actual y en lo que vendrá a futuro, así que no considero prudente|

- ¡Puras excusas! - Lo acusó el pequeño digimon, sabiendo a que venían todo esos comentarios - ¡Solo vayamos a casa y llámalo!... Puedo notar que tienes miedo a volverlo a ver después de todo este tiempo, ¡Pero es Taiki-san! Ambos son grandes amigos, y no va a pasar nada si lo haces... ¡Así que hazlo!

El chico se sorprendió por la actitud de su Digimon.

- Wow, en este tiempo también te haz vuelto más exigente.

- ¡Y tu te haz vuelto más indeciso! - le reprochó el Digimon - ¿De cuando a acá te haz vuelto así, si se supone que eres el gran Elegido que trajo fin a los disturbios con el DigiQuartz? ¡También eres quien derrotó a Quartzmon, y gracias a eso el Mundo Humano y Digital World pueden comenzar una vida de convivencia pacífica y sana; todo gracias a ese día! Así que... ¡Llámale!

El chico se quedó pensadopor un par de minutos en sus palabras, y al final asintió con decisión en su mirada.

- Tienes razón... No sé en qué rayos he estado pensado, pero, ¡Iremos a casa y le llamaré!

- ¡Y también comeremos!

- Cierto - el chico sacó su teléfono y miró la hora. - son 10 para las 8 de la noche, y el cielo ya está más oscuro que antes. Lo mejor será ir a casa de una vez, comer como tu tanto estas pidiendo, y aprovechar para llamarle a Taiki-san... Y, ¡Es cierto! - el chico rió alegremente - Ya casi son vacaciones, así que tendremos tiempo de reunirnos y volver a platicar y juntarnos, como en los viejos tiempos.

- ¡Si! ¡Cómo en los| - antes de que pudiera acabar su frase, Gumdramon se "apagó" un segundo; se quedó totalmente estático, tanto su expresión facial como su cuerpo entero, mientras que sus ojos se vieron infestados de números binarios que se movían rápidamente de un lado a otro; debido a esto, el Digimon cayó de cara, y al momento de chocar contra el suelo recrobó la conciencia y en sus ojos desaparecieron los números. La escena más bien parecía como si se hubiera tropezado el pequeño dragón, por lo cual Tagiru no pudo notar ni que Gumdramon se quedó totalmente quieto ni que aparecieron números en los ojos del pequeño Digimon.

Tagiru, que en un momento cualquiera hubiera tenido un ataque de risa, se preocupó por su digimon y se acercó a auxiliarlo.

- ¡Gumdramon! ¿Estás bien? - dijo con tono de preocupación mientras se agachaba y le extendía su mano.

- Au... no sé qué pasó... ¡Pero estoy bien! - le respondió el Digomon, mientras se levantaba y extendía su mano al chico.

- ¡Menos mal! ¡Me habías preocupado, Gumdra...!

Pero, en el preciso momento en que sus manos estaban a tocarse, la del dragón morado comenzó a desvanecerse rápidamente en varios pequeños fragmentos de data, comenzando por las puntas de los dedos. Fue tan rápido el momento en que ocurrió que ni el Digimon ni su compañero tuvieron tiempo de reaccionar a eso.

En un par de segundos, Gumdramon se convirtió totalmente en un simple conjunto de datos que se espacio botando junto con la dirección del viento. Y, para cundo el chico se percató, su digimon ya no existía. Ahora se hallaba extendiendo su mano hacia nada.

- ¿...mon?

...

El chico, quien seguía con la mano extendida, comenzó a angustiarse mucho al ver que no obtenía respuesta; rápidamente su mente entró en pánico por el simple hecho de que Gumdramon ya no estaba ahí.

- ¿Gumdramon? ¿Dónde estás?

Nada. El silencio fue la respuesta.

- ¿Gumdramon? Ya, no juegues. Esto es serio.

Nuevamente hubo silencio.

- ¿Gumdramon? ¡GUMDRAMON!

En ese momento surgió un ruido cercano, que fue tan sonoro como un golpe seco contra el suelo. Se asustó mucho el chico, ya que, además de que había salido tal ruido sin previo aviso, lo escuchó muy cerca de él.

- ¿Hola?... - una idea fugaz llegó a su mente, y la puso en marcha - ¿Gumdramon? ¡GUMDRAMON!

Se quedó sin hablar con la esperanza de escuchar nuevamente ese ruido, pensando que sería su compañero haciendo alguna broma pesada y de mal gusto cerca de ahí. Pero no fue así: el silencio volvió a acompañarlo.

El chico comenzó a preocuparse mucho: se arrodilló varias veces en el suelo, se tomó de los cabellos y caminó de un lado a otro. Algunos de los que estaban cerca lo vieron con expresiones de duda, y uno que otro se acercaba a él.

- Hey, ¿Estás bien?

Tagiru estuvo a punto de contestar, pero, antes de que entrara en mayor pánico del que ya estaba, pensó en otra idea; mejor dicho, pensó en en una persona.

- Taiki-san, ¡Él me dirá que ha pasado aquí!

- ¿? - Tagiru había hablado en un susurro casi imperceptible.

Y, ignorando a quien estaba con él tratando de ayudarlo, comenzó a correr con todas sus fuerzas hacia la casa de su amigo y mentor. Hasta donde sabía, seguía viviendo en el mismo lugar, por lo que podría llegar en menos de 10 minutos hasta allá si se apresuraba.

- Rápido, ¡Tengo que llegar a tiempo!

Sin importar quienes se atravesaban en su camino, siguió corriendo, incluso si eso conllevó a empujar a varias personas: adultos, mujeres, niños... Quería llegar a la casa de su maestro y encontrar la respuesta de lo que acababa de pasar, lo más pronto posible, o de lo contrario el chico podría entrar en un ataque de pánico severo. Y mientras le chico seguía corriendo, la noche comenzaba a estar en su mejor posición. Toda la ciudad estaba entrando en la oscuridad que trae la noche, además de que ya casi eran las 8...

Sin saber por qué, tal vez con la idea de no poder llegar a tiempo, o por el hecho de estar pensando en él, el chico comenzó a gritar en medio de la ciudad y en medio de la gran cantidad de personas que estaban ahí.

- ¡Taiki-san! ¡Taiki-san! ¡Taiki|!

Y, antes de que terminará su última palabra, otra cosa sucedió, mucho más aterradora que la primera: un enorme apagón. Todo el lugar donde estaba se apagó, eléctricamente hablando, por completo. Se escuchó el gran y fuerte sonido metálico, como si una gran llave hubiera sido cerrada.

- ¿San?

Así, escuchó y observó, una tras otra zona, tanto a su frente como a sus espaldas, como se iban apagando las luces, y todo lo que estaba relacionado con la tecnología: los teléfonos de las personas, espectaculares en la calle, las luces en las tiendas y edificios, incluso los automóviles que andaban se apagaron de repente y no volvieron a prender.

Tagiru, con un profundo miedo que lo paralizó, vio como se iba apagando toda la zona que lo rodeaba, y solo imaginó como se apagaba toda la ciudad lentamente, mientras que el frío, que no había sentido por la cantidad de gente y por sus pensamientos y movimientos de querer llegar con Taiki, se comenzaba a colar en sus pantalones y las mangas de su playera. Y en los ojos del chico se reflejó el miedo y terror absolutos.

- ... ¿Qué...?...

ASFD

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