| Capítulo III | "Volver a casa..."

Observó el lugar con mucha nostalgia, la última vez que había estado allí fue hace mucho tiempo. Pero fue un día que jamás podrá olvidar, ya que en cierto modo marcó su carrera y su vida.

No había cambiado en lo absoluto; sus pisos blancos, su techo alto y la enorme cantidad de gente con sus maletas recorriéndolo de un lado a otro. El aeropuerto de ciudad Lumiose siempre había sido muy concurrido.

En cambio ella, ella si había cambiado. Ya no era la misma chica que había estado en ese lugar la última vez hace tres años. Había logrado su objetivo, logró cumplir su sueño, avanzó hasta lo más alto de su carrera y se sentía orgullosa de sus esfuerzos y su duro trabajo.

Ahora era una señorita completamente segura de sí misma y de lo que quería hacer, confiar en ella y en sus pokémon la habían llevado allí. Su carrera había crecido mucho, y ahora tenía muchas actividades que realizar, pero eso no le disgustaba para nada, porque amaba lo que hacía. Disfrutaba estar con sus fans, ayudar a las marcas con las que trabajaba, asistir a los eventos a los que la invitaban; todo lo hacía con una gran sonrisa y buena voluntad.

Estaba feliz porque pudo cumplir lo que se había propuesta la noche que salió, bueno, eso esperaba. Por el lado de su sueño sabía muy bien que lo había logrado y eso la llenaba de satisfacción, supo que había tomado la decisión correcta. Pero en cuanto al otro tema...También creía haber cumplido, no por nada estuvo tres años fuera, eso la ayudo a aclarar sus pensamientos y abrir más su mente.

Entendió que en la vida habían más cosas de las cuales disfrutar y por la cuales ocuparse. El amor para ella, en ese momento, era algo de menor importancia, ahora tenía una carrera la cual mantener, y no podía estar descuidándola.

Rió para sí misma por ese pensamiento, esas habían sido sus palabras. Supuso que ahora las entendía, claro que en el momento en que se las dijo le dolieron, pero ahora veía que eso la ayudó a ver la realidad y que si no fuera por ellas quizás jamás hubiera logrado cumplir su sueño.

Imaginó que debía agradecérselas. Era increíble como siempre y, aunque no quisiera, él la guiaba y la ayudaba a encontrar su camino. Pero ahora dependía de ella, de sus decisiones, de lo que ella quería.

Aunque sus últimas palabras las recordara con mucho pesar, no le guardaba rencor, en cierto modo le agradecía por abrirle los ojos. Claro que un corazón roto se sufre mucho y lleva demasiado tiempo curarlo, pero creía que lo había logrado.

Al principio le costó, eso no podía negarlo. Quiso muchas veces llamarlo, preguntarle cómo estaba, que estaba haciendo, o a veces solo oír su voz. Pero tuvo que hacer uso de todo su autocontrol para no hacerlo.

Fue muy duro para ella. Las primeras noches intentaba no llorar, se había prometido no hacerlo, pero le frustraba no recibir noticias de él. Claro que sabía lo que hacía, pero siempre era por medio de noticieros o conversaciones triviales, jamás un comunicado directo suyo. Sabía que para él ella no era muy relevante en su vida, pero vivirlo de esa forma, comprobar que era tan cierto lo que pensaba, la hería.

Pero él no lo hacía con mala intención y lo sabía. Era muy despistado, seguramente estaba viviendo su sueño al máximo justo como ella lo hacía. ¿Cómo culparlo por eso? Sería una locura, era un pensamiento muy egoísta. Con el tiempo pudo entender eso y pudo perdonarlo.

Pero aunque no estuviera molesta con él, realmente no estaba segura si quería volver a verlo. Entendía que todo lo que le dijo era por su bien y la ayudó mucho. Pero también por el lado de sus sentimientos la hirió, y aunque lo perdone ese dolor no se iba a ir tan fácilmente. Lo que le gritó aquella vez aún le pesaba. Era una realidad que no quería ver, pero que saliera de su propia boca, eso fue lo que más le dolió.

Además, aunque sabía muy bien que no debía volver a caer ante él, no podía asegurar que su corazón le hiciese caso, éste no razonaba, solo sentía. No podía arriesgarse a perder todo lo que hasta ahora había construido, debía permanecer fuerte.

—Aquí está tu maleta —Una voz la sacó de sus pensamientos, volteó a ver al dueño de ésta y sonrió. Era Kalm, su amigo y compañero de trabajo.

Lo conoció en una de las tantas marcas de ropa para las que modelaba, él también era modelo. Era un muchacho bastante simpático; alto, con cabello negro y ojos azules grisáceos. Estaban allí porque debían de cumplir una campaña para promocionar la nueva colección de primavera.

Serena al principio no estaba convencida si aceptar la oferta, creía que era demasiado pronto para volver, aún no estaba segura. Pero Kalm la motivó y le insistió con el argumento de que jamás había conocido esta región y que le encantaría hacerlo, además de que era una gran oportunidad para ellos. Ella no tuvo de otra más que aceptar, Kalm no sabía su historia cuando se fue de allí, así que no podía molestarse con él. Además tampoco podía ser tan egoísta.

—Muchas gracias —Le respondió para tomar la maleta en su mano. La joven señorita ya no era una adolecente y mucho menos una niña, eso se podía comprobar a simple vista. Su cuerpo se había desarrollado más y estaba un poco más alta. Ahora siempre vestía los atuendos que sus marcas producían y cuidaba más su apariencia.

Ese día llevaba una falda acampanada negra que le llegaba de la cintura hasta la mitad de sus muslos, sobre ésta tenía una camisa musculosa de color rosa salmón con un cuello estilo Peter pan negro y botones dorados. De calzado llevaba unas botas bajas marrones con taco fino y su rostro estaba ligueramente maquillado y con unos labios coloreados de un tenue color rojo.

—Con que ésta es Kalos, ¡se ve muy bien!—comentó emocionado mientras su ojos se perdía en el techo del lugar. Ella al verlo no pudo evitar reírse.

—¿De qué hablas Kalm? Aún no hemos salido del aeropuerto.

—Lo sé, pero no puedo evitar creer que es genial—sonrió apenado—. Ya quiero salir a conocerlo. ¿Cuánto tiempo más tardará tu representante en venir a recogernos?

—Debe estar por llegar, dijo que nos encontraría aquí— alzó el rostro buscando con la mirada a Palermo.

—¡Ah, mira ahí está!—Kalm le señaló el lugar por donde se podía ver que la mujer se acercaba.

—¡Señorita Palermo por aquí!—Serena le hizo señas con su mano y Ella al verlos se les acercó.

—Qué bueno verlos a los dos bien, ¿cómo estuvo su viaje?

—Bien gracias, solo un poco largo—el chico se pasó la mano por el cuello masajeándoselo.

—Bueno la limusina está afuera esperándonos, vayamos—giró sobre sus talones y comenzó a guiar a ambos jóvenes hasta el vehículo.

Ya en la limusina Kalm estaba admirando por la ventanilla las calles de ciudad Lumiose, Serena sonrió divertida, se comportaba igual que un niño. Ella en cambio las observaba desde la otra ventanilla con una mirada nostálgica. Muchos preciados recuerdos pasaron por su mente en ese momento, y no pudo evitar sonreír. Después de tres años no había cambiado mucho, la misma alegre gente caminaba por las calles, cada uno en su actividad personal. Pero la voz de Palermo sentada en el asiento frente a ella interrumpió el viaje por sus memorias.

—Debo anunciarles algo —Ambos voltearon a verla—Esta noche habrá un evento muy importante, una fiesta en conmemoración de la apertura de La Liga Pokémon regional. Será una celebración muy especial, muchas personas importantes estarán allí, y me dijeron que ustedes dos están invitados a asistir.

—¿Nosotros? —cuestionó la performer algo sorprendida—¿Por qué?

—Bueno al ser tú la Reina de Kalos no veo el cómo no hacerlo. Además has estado fuera mucho tiempo, ¿qué mejor forma de hacer tu regreso que en un evento tan importante como éste?—Sonrió alentadora en cada palabra.

Serena no estaba segura de la invitación, no se sentía aún preparada para algo de esa magnitud. Estaba segura de que mucha gente conocida estaría ahí, sin mencionar que todo Kalos se enteraría de su regreso rápidamente. Bueno no podía evitarlo, después de todo, como Palermo lo dijo, ella era la Reina de Kalos, que su regreso sea divulgado de forma inmediata no debía sorprenderla.

Pero, si era honesta consigo misma, su problema en realidad era otro. Si ese evento en verdad era para celebrar la apertura de La Liga y mucha gente importante asistiría, entonces... ¿Él también estaría ahí? Aún no se sentía lista para volver a verlo.

—¡Eso suena divertido!—La voz de Kalm la asustó—¡Serena vayamos! – El chico la miró emocionado. Ella balbuceo un poco, no sabía que responder. ¿Y si se encontraba con él?

—No- No lo sé Kalm...—Vio como el chico cambió su mirada ilusionada en una de decepción.

—Pero, ¿por qué? Será muy divertido, anda Serena la pasaras bien—. El muchacho le rogó, Palermo la miraba atentamente, mientras ésta no sabía cómo poder negarse. Después de unos cuantos segundos exhaló resignada.

—Está bien iré—Kalm se alegró ante la respuesta— Pero, ¿qué vestido debería ponerme?

—Usa el que te regalaron en tu última exhibición, sin duda hará que resaltes mucho—él le aseguró feliz, por lo que Serena le sonrió levemente.

—Bueno, entonces ésta decidido. La limusina pasará por ustedes a las nueve de la noche, procuren estar listos. Ahora vayamos al hotel para que se acomoden y se relajen un poco antes de ésta noche.

—En realidad...—Serena interrumpió y ambos la miraron—. Quería pedirle si podía quedarme en un lugar.

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Clemont se encontraba fuera del departamento de Ash vestido con su traje de gala color azul y moño rojo para asistir a la fiesta de esa noche. Se sentía muy preocupado, no sabía en qué condición podía encontrarse su amigo. Por como salió del restaurante en aquel momento suponía que no una muy buena.

Desde que Serena se había ido pudo notar el gran impacto que tuvo en Ash. Pero como siempre el procuraba que no se notara tanto. No sabía si lo hacía de manera consciente o simplemente no sabía cómo reaccionar. Pero él lo notaba, sabía que se sentía culpable de que ella se marchara, y que se lamentaba no haberse despedido de buena forma. Suponía que pronto se le pasaría, o al menos hasta que ambos puedan volver a verse y perdonarse para que regresaran a ser los amigos de siempre.

Pero ver la reacción que tuvo hoy al enterarse los sentimientos de Serena lo hizo pensar que, tal vez, había algo más en todo ese dilema en el que se encontraba su amigo. No sabía bien que era, pero llegó a la conclusión de que era más complejo de lo que pensaba, y que superaba a Ash en cierto modo.

Exhaló con fuerza, no iba a quedarse ahí meditando toda la noche, había venido en busca de su amigo y eso iba a hacer. Se enderezó y tocó la puerta. Se sorprendió al escuchar la voz del azabache del otro lado invitándolo a entrar. Clemont extrañado tomó la perilla de la puerta, la giró y entró en el departamento, donde se encontró con algo bastante peculiar.

Ash estaba sobre la alfombra de su sala vestido de smoking haciendo flexiones con Pikachu a su lado. El rubio se acercó hacia él y lo miró desconcertado.

—¡Clemont, que bueno que ya llegaste! ¡En seguida estoy contigo solo espérame que estoy por llegar a las trescientas! —habló agitado pero con emoción, y a su lado su ratón eléctrico lo imitaba igual de determinado.

—Ah...Claro —El inventor se asombraba de cómo era posible que Ash siempre lo sorprendiera. Sabía que tenía una actitud positiva y explosiva, pero su amigo en todo momento terminaba por fascinarlo con cada cosa nueva que hacía, sentía que jamás podría dejar de aprender de él.

—Doscientas noventa y ocho, doscientas noventa y nueve y... ¡Trescientas! —se levantó ágilmente de su lugar mientras respiraba agitado—¡Fuu...! Es un nuevo record, ¿no es genial Pikachu?—miró alegremente a su pequeño amigo mientras secaba el sudor de su frente con su brazo. Este asintió y exclamó feliz con su característico "Pika".El rubio se acercó un poco más a él

—. Ash, ¿te encuentras bien?—lo miró con duda, esperaba encontrarlo totalmente devastado o por lo menos con una actitud depresiva luego de lo que pasó hace no muchas horas.

—¡Claro Clemont, de maravilla! Solo que estaba algo aburrido esperándote ya que decidí vestirme temprano esta vez, ya sabes cómo soy con estas cosas—mencionaba mientras rascaba la parte de atrás de su cabeza con pena—. Y como vi que era aún muy temprano decidí aprovechar el tiempo con entrenamiento, ¡nunca es mal momento para entrenar ¿No es cierto amigo?!—El eléctrico asintió.

El rubio estaba muy confundido, realmente no esperaba encontrarselo así y no sabía cómo reaccionar. ¿En realidad estará bien o solo querrá ocultarlo? No creía que pudiera olvidarlo tan fácilmente, es decir, ¡¿Si ni el mismo podía, cómo lo haría Ash?! Sabía bien que era una persona que no se enfocaba mucho en los problemas, pero también conocía que tendía a ocultar sus verdaderos sentimientos de tristeza y malestar bajo una máscara de optimismo y energía.

Lo miró detenidamente, él seguía sonriendo, queriendo darle a entender un claro mensaje "Todo está bien". No se sintió muy seguro de dejarlo así, pero en vista de que no era un momento óptimo para tener una conversación tranquila decidió hacerlo. Ash debía estar "bien", por lo menos para esta noche. Supuso que en parte también por eso él actuaba así, pensaba del mismo modo.

—Está bien...Entonces, ¿vamos? No creo que quieras perderte la recepción, me dijeron que está preparada con bocadillos de los platos más famosos de cada región—. Mencionó queriendo compartir su postura optimista. Ash internamente se lo agradeció, Clemont lo entendía muy bien, por algo era su mejor amigo.

—¡Claro que no, eso suena delicioso!

—Entonces, ¿qué esperamos?—Salieron del departamento para dirigirse a la fiesta que sería la más importante y exclusiva del año. Pero en lo que concernía a Ash solo quería que finalizara pronto. Así podría volver a intentar relajarse y descansar, porque a pesar de lucir fresco y animado por fuera, dentro de su mente seguía surgiendo un pensamiento tras otro, acumulándose poco a poco haciéndole sentir que en cualquier momento su cabeza estallaría.

Le costaba mucho pensar con claridad, pero se esforzaba. Por eso también intentaba distraerse con alguna actividad como lo era entrenar. Pero bien sabia que la revelación de Bonnie no le seria sencillo de ignorar, se lamentaba la hora a la que venía a enterarse de aquello.

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Serena bajó de la limusina y el chofer colocó junto a ella su maleta, cerrando tras de sí el baúl de donde la había sacado. La chica le agradeció y el hombre le devolvió el gesto sonriéndole amablemente. Los rayos del sol se estaban ocultando, dando inicio al crepúsculo de la tarde, y una suave brisa de primavera hacía ondear su falda y su delicado cabello color miel.

Se detuvo a mirar fijamente el edificio que tenía en frente; un pórtico con una gran puerta de madera al final de una baja escalera decorada con barandas negras de hierro que tenían un diseño elegante. Serena cerró los ojos y aspiró, e inmediatamente un aura de nostalgia la invadió al sentir el aroma fresco que desprendían los árboles y flores que se encontraban en los canteros de la vereda. No había duda alguna, había vuelto a su hogar.

—¿Segura que quieres quedarte aquí?—La voz de Palermo hablando por detrás de ella desde la ventanilla de la limusina la hizo volver—. El hotel que les reservé no está muy lejos y es muy elegante.

Serena volteó y le sonrió dulcemente, agradecida por el gesto de preocupación de su representante.

—No se preocupe, es justo donde quiero estar.

—Está bien, si eso es lo que quieres—Se colocó de nuevo sus gafas de sol y se acomodó en el asiento—. Recuerda estar lista a las nueve en punto, la limusina te estará esperando.

—Si, eso haré—Después de eso Palermo cerró su ventanilla, pero antes de que el vehículo arrancara Kalm abrió la suya.

—Nos vemos en la noche Serena—agitó su mano alegremente por lo que la pelimiel hizo lo mismo y seguido de esto la limusina emprendió marcha.

Una vez ya sola volteo de nuevo hacia el edificio y comenzó a dar pasos firmes y determinados hasta llegar a la enorme puerta de madera. Se paró sobre su tapete, el cual era de un color beige amarronado bastante felpudo, e introdujo la llave en la cerradura. Dándole dos vueltas a ésta la abrió entrando finalmente.

Tomó el tapete en su mano, dejó las llaves en una bandeja sobre una pequeña mesa junto a la entrada y contempló el interior de su departamento. Estaba justamente como lo había dejado la última noche que estuvo ahí, tan ordenado como siempre le gustaba. Aunque no lo suficientemente limpio como ella quisiera. A pesar de haber contratado un servicio para mantenerlo todos estos años, no podía evitar compararlo con la satisfacción que le causaba hacerlo ella misma.

Inevitablemente, sintió una angustia recorrer su cuerpo al recordar el último día que había estado en ese lugar. Le hubiese gustado tener un recuerdo más alegre pero, tenía que aceptar que si eso no hubiese sucedido quizás jamás se hubiera ido.

Caminó lentamente hacia su sofá color blanco y se sentó agotada en él. El viaje había sido largo, y estaba cansada. Lo único que deseaba era darse un largo y relajante baño para luego acostarse a dormir sin límite de horario. Aunque sabía que ese era un sueño imposible.

Suspiró cansada. No se quejaba de su trabajo, para nada. Pero no negaba que a veces, le gustaría tener un momento de tranquilidad. Donde no deba estar preocupándose de cómo debía caminar, o que debía vestir o decir, e incluso hasta cuando sonreír; lo cual era siempre, en cada momento ¿La lógica?

"Nunca sabes cuando y donde habrán cámaras filmando o fans admirándote. La Reina de Kalos es una figura de positividad y alegría, y siempre debe sonreír."

No es que no lo hiciera de manera natural, pero ya hacerlo todo el tiempo lo convertía en un requisito un tanto exasperante. Odiaba pensar que tenía que "obligarse" a sonreír. De todos modos fuera de esos pequeños detalles, su sueño era su sueño. Nadie dijo que todo seria color de rosas, y los altibajos siempre estarán ahí.

Dirigió la vista a su puerta, y la invadió una imagen de sí misma apoyada sobre ella, en el suelo, llorando mientras abrazaba con fuerzas sus rodillas. Jamás recordó haber derramado tantas lágrimas, pero es que tampoco recordaba un momento de su vida donde se pudo haber sentido más destrozada...

Sin duda no era un agradable recuerdo. Le gustaría poder olvidarlo de una buena vez. Pero a pesar de los años, y de lo mucho que lo intentara, no lograba nada.

Era en esos momentos donde dudaba si realmente lo había olvidado. Porque al recordar esa triste situación automáticamente pensaba en él. De hecho, si era sincera consigo misma, cada vez que pensaba en su sueño y lo que había progresado hacían que inconscientemente su imagen invadiera su mente. Con la excusa de que si no hubiese sido por lo que su influencia no hubiese llegado a donde estaba.

Entonces, ¿de qué sirvieron esos tres años totalmente distanciada si no lo pudo olvidar? Hizo una mueca reprochándose ese pensamiento. No. Algo debía haber avanzado, todo ese tiempo no debió ser en vano.

Si se ponía a analizarlo, ahora que pensaba en él, ya no sentía ese hormigueo que recorría su cuerpo al pensar en su sonrisa. Tampoco esa inexplicable alegría que nacía desde su estomago en forma de un revoloteo de Vivillons que recorrían todo su cuerpo hasta su rostro provocando una sonrisa. Ni el escalofrió en su espalda, el cual le daba una sensación electrizante.

No...

Ahora lo único que podía sentir al recordarlo era un horrible dolor en el pecho. Como si una daga se hubiese clavado en su corazón y aún permaneciera ahí. Recordándole todos los días lo mucho que la hizo sufrir. Y el porqué debía olvidarlo más prontamente.

Pero ya no tenía porque hacerle caso a esa horrible sensación. Ya no debía mantener la mente ocupada en eso, le hacía daño. Todo este tiempo procuró esforzarse para olvidarlo, y ya no era la misma chica insegura e infantilmente enamorada de antes.

¡Si es cierto! ¡Había cambiado! No debía menospreciarse. También se esforzó mucho por esto, por intentar sanar su corazón roto. Quizás no lo logró aún al cien por ciento, pero si tuvo un avance, debía darse crédito por eso. Ya no debía estar melancólica, tenía que mirar al frente y avanzar. Y si volver a encontrarse con Ash era algo que debía hacer para superar su situación ¡Lo haría! De paso, le demostraría lo mucho que había cambiado y de lo que se perdía al no saber valorar sus sentimientos.

Motivada con todo su orgullo femenino se levantó del sofá y fue hasta su maleta. Tomó de dentro lo que parecía un vestido, pero éste se encontraba en una especie de bolsa con un gancho para la ropa. Lo miró unos segundos y sonrió, no se permitiría pasarla mal esa noche. Con eso en mente se dirigió a prepararse para la fiesta.

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Ash, Clemont y Bonnie se encontraban en una camioneta de la Asociación Pokémon camino a la gran fiesta por el veinte aniversario de la Liga Regional.

El silencio sepulcral que había dentro del vehículo era insoportable. Bonnie tenía la mirada baja mientras que de a ratos veía a Ash, el cual se encontraba serio dirigiendo su vista a las calles a través de la ventanilla.

La culpa aún sometía la cabeza de la chica por lo que había ocurrido esa tarde, sobre todo por lo último que reveló. Quería de todo corazón disculparse con Ash, no le gustaba para nada esto de estar distanciados. Pero, por alguna razón no tenía el valor para hacerlo.

El más incomodo ahí era Clemont. De vez en cuando intentaba decir algo para acabar con el irritante silencio. Pero, cuando estaba a punto de hacerlo, se arrepentía y volvía pensar en alguna otra solución.

Ese tipo de situaciones no eran normales en ellos que, creía, se caracterizaban por ser un grupo donde todos se llevaban bien y no había discusiones ni malos entendidos. Es más, su relación era tan fuerte que sus lazos se llegaban a sentir como los de una familia.

Pero últimamente, desde que se fue Serena para ser exacto, esa camaradería que compartían se había visto algo afectada. Primero dañando a Ash y Serena y ahora eran él y Bonnie. Aunque sabía que realmente todos estaban sufriendo en ésta difícil encrucijada por la que atravesaba el grupo.

Pero él siempre procuró intentar ser una especie de mediador o la voz de la razón. Jamás discutiría con alguno de ellos e intentaría resolver alguna diferencia que se generara de por medio. Todo este tiempo creyó que lo estaba haciendo bien. Incluso sabía que prácticamente no había la necesidad de una personalidad así, ya que jamás se daban esos casos. ¡Pensar en eso era una locura!

Que ingenuo había sido...

Al ver la situación en la que se encontraba ahora, al recordar el día en que Serena tristemente les anunció que se marcharía para luego encontrarse con un Ash devastado por una situación que tuvieron, donde jamás entendió el porqué, hasta ahora...Cuando finalmente se enteró de forma accidentada por boca de Bonnie de los sentimientos de Serena hacia Ash. De la discusión totalmente inimaginable de él con su hermana y de la extraña actitud del chico al intentar disimular todo.

¿Qué rayos había estado haciendo todo este tiempo? ¿Por qué nunca se dio cuenta de nada? En cierto modo sentía que toda esa situación que estaban viviendo era su culpa. Por no haberse percatado antes de muchas cosas ahora ellos estaban rotos...

La camioneta se detuvo y la voz del chofer anunciando que habían llegado sacó a todos de su ensimismamiento. Divisaron el edificio que sería el lugar donde se llevaría a cabo la exclusiva velada. Era alto e imponente, con esbeltas columnas dóricas y una amplia y enorme escalerilla con tres niveles con una alfombra roja sobre ella indicando el camino a la entrada.

Ash fue el primero en bajar luego de agradecerle al chofer por traerlos y los hermanos lo siguieron. Se encontraban subiendo las escalerillas, el azabache más adelantado a los hermanos rubios.

El silencio de la noche les golpeaba el cuerpo como una fría brisa que les estremecía hasta el alma. Solo oían el eco de sus pasos subiendo los escalones, y los ruidos de la ciudad en un infinito y lejano fondo. La situación seguía viéndose tensa y ya a Clemont no se le ocurría de qué forma arreglarla. Pero en ese momento, hastiada de la situación y con el corazón en la boca, Bonnie se armó de valor y finalmente habló.

—¡Ash lo siento! —Ese único grito volvió a generar un silencio extraño e increíblemente más denso que el anterior. Los tres detuvieron su caminar, el inventor abrió grande sus ojos hacia su hermana y ella apretaba los puños con impotencia, esforzándose por poder pronunciar algo coherente—. Lamento... lamento haber sido tan imprudente y-y en verdad lamento haberte presionado de esa forma para hablar... Yo jamás quise discutir contigo. Yo solo quiero que todo esto se arregle, porque me duele mucho que estemos así. Ya, ya no es lo mismo a cuando estábamos viajando todos juntos, y pensaba que, quizás, yo podría hacer algo al respecto. Pero solo se me ocurrió presionarte sin pensar en ti y en tus sentimientos. Estaba tan desesperada que no pensaba en lo que decía y eso último, bueno, jamás debiste escucharlo...—Ash aún no volteaba a verla y la joven entrenadora jadeaba sollozante esforzándose por contener las lágrimas que se acumulaban en sus ojos—. Ash yo...sé que lo que te dije te afectó, pero por favor no te enfades conmigo. Mi intención nunca fue hacerte sentir mal yo solo quiero que todo vuelva a ser como era antes, como cuando todos estábamos juntos y nos divertíamos con alegría sincera de corazón. Cuando todo era más simple y sonreíamos a cada segundo...Yo, yo... Solo quiero eso... y-y en verdad espero... que me puedas perdonar...

La voz de Bonnie se quebraba cada vez más, y ya no pudo contener las lágrimas que desbordaban de sus ojos junto con sus incesantes sollozos. Había crecido, pero aún para ella era demasiado esa situación. Clemont observó a Ash, sabía que él no era de las personas que guardaban rencor, pero se estaba asustando al no verlo reaccionar.

—No tienes porque llorar Bonnie —La chica abrió más los ojos y levantó su mirada dirigiéndola al entrenador el cual se volteaba para verla—. Yo jamás me enfadaría contigo, eres mi pequeña amiga —Su característica y sincera sonrisa resplandeció en todo su rostro provocando que ella comenzara a derramar aún más lágrimas ya sin poder contenerse. Sin pensarlo, corrió a los brazos del chico y lo abrazó con todas sus fuerzas.

—¡Ash, en verdad lo siento, lo siento!—La no tan pequeña cubría su rostro derramando lágrimas en el pecho del azabache. Este le acarició la cabeza gentilmente.

—Bonnie —La llamó y ella levantó la vista—.Te prometo que todo se arreglará, y volveremos a ser el grupo de siempre —Un brillo especial apareció en sus ojos y ella sabía que no mentía. Asintió felizmente con la cabeza y volvió a abrazarlo para luego separarse de él y limpiarse las lágrimas.

Clemont se acercó a ellos con una sonrisa y miró a Ash. Este le devolvió la mirada y entonces él también comprendió que sus palabras eran sinceras. Estaba decidido, lo veía en sus ojos. Ash estaba decidido a que todo vuelva a ser como era antes: Perfecto.

—Bueno, creo que ya deberíamos entrar, ¡no quiero perderme esa recepción!—animó el campeón alegrando el ambiente como solo él sabía hacerlo, provocando una sonrisa en los hermanos.

—Si es cierto Ash, en eso tu nunca has cambiado, sigues siendo un glotón—rio Bonnie.

—¡Oye! no tiene nada de malo amar la comida—Le respondió con fingida molestia.

—Sí pero si comes mucho te puedes enfermar

—Conociendo a Ash un simple malestar de estomago no lo detendría —El inventor se les unió.

Los tres se rieron disfrutando el momento. Era cierto, en los últimos años su relación se había visto afectada y Ash sabía que, en cierto modo, era uno de los grandes causantes de ello. Pero ya lo había decidido. Estaba decidido a recuperar esa familiaridad y confianza que había entre todos. Se sentía con esa responsabilidad porque, no es por ser orgulloso, pero se consideraba como el líder del grupo. Y como buen líder debía asumir las responsabilidades y reparar los errores.

Luego de ese momento los tres ingresaron al enorme salón buscaron una mesa y se acomodaron. Aún les esperaba una larga noche.

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Serena se encontraba frente al espejo de su cuarto observando su trabajo finalizado. Hizo varias poses y se miró de todos los ángulos posibles. Se podría decir que estaba conforme, aunque para una chica eso nunca bastaba. Pero por la hora que ya era eso debía servir.

Llevaba puesto un bello y delicado vestido color cielo que le llegaba un poco arriba de las rodillas. Unos aros brillantes y un peinado suavemente recogido con un par de mechones a ambos lados de su rostro. Se veía elegantemente casual.

Mientras se observaba en el espejo intentaba darse ánimos. Hoy podría ser la noche que cerraría un capitulo en su vida, y debía de afrontarlo, ya había huido mucho. Aunque estaba muy nerviosa y preocupada. Quizás, si tenía suerte, no se cruzaría con él en toda la noche.

Deseando con muchas fuerzas eso último tomó su bolso y salió de su departamento, donde afuera la esperaba la limusina que la llevaría a la fiesta. Subió en ella y se encontró con Kalm quien la saludó animadamente mientras le hacia un cumplido por su apariencia. La pelimiel se lo agradeció e hizo lo mismo. Luego de eso el vehículo arrancó y se dirigieron a la fiesta.

Al llegar fueron abordados por un grupo de paparazzi y periodistas los cuales luego de un par de fotos y unas preguntas a la reina de Kalos dejaron que ingresaran al evento. El salón era increíblemente grande; con un techo alto bien iluminado, un gran escenario en frente y varias mesas repartidas por todo el lugar.

Serena y Kalm fueron conducidos a una mesa junto a otras personalidades famosas del estrellato de la región, muy apartados de donde se encontraban Ash y los demás.

Al llegar a la mesa la pelimiel reconoció varios rostros familiares. Uno de ellos al verla y reconocerla se paró de su lugar y se acercó a saludarla.

—Serena, ¿eres tú? ¡Cuánto tiempo sin verte amiga! —Shauna abrazó a su mejor amiga, no la veía desde que se fue de Lumiose y el contacto que tuvieron no era constante. Pero en lo poco que habían conversado la pelimiel había recalcado sus intenciones de no querer volver a la región al menos hasta que se sintiera lista. Supuso que le tomaría más tiempo, ya que no fue hace tanto su última plática. Así que verla aquí, y sobre todo en éste evento, la sorprendió mucho.

—¡Shauna! ¡Me alegro mucho de verte! —La reina correspondió con fuerza el abrazo de su amiga. Sin duda su compañía fue una de las cosas que tanto extrañó mientras estuvo fuera.

—Pero, ¿qué haces aquí? Pensé que te llevaría más tiempo regresar. Dime, ¿a caso ya lo superaste? —eso último lo prnunció en un susurro. Serena le dio una sonrisa un tanto triste y negó con la cabeza.

—Aún no del todo. Pero creo haber avanzado algo —Subió sus hombros en un gesto conformista.

—¿Entonces por qué viniste? Si sabes que te lo puedes cruzar, ¿verdad?

—¿Lo has visto? —Inquirió con una mirada asustada. La morena negó con la cabeza.

—Aún no pero, no dudo de que esté aquí. ¿Tienes pensado que harás si te lo encuentras? —Serena hizo una mueca de inseguridad y bajó su mirada al suelo.

—En realidad todavía no sé si estoy lista para volver a verlo, pero algún día debo hacerlo. Si la situación se da tendré que armarme de valor y enfrentarlo —Levantó su vista al finalizar. Shauna le regaló una sonrisa de compasión. Serena siempre había sido fuerte, o por lo menos se esforzaba por serlo, y eso era algo que admiraba de su amiga.

—Y bueno entonces, ¿qué te hizo regresar a Kalos? —preguntó la morena más animada tratando de cambiar la conversación. Serena internamente se lo agradeció, no tenía muchos ánimos de hablar sobre Ash. Demasiado tenía con sus pensamientos.

—He venido por la nueva campaña de primavera. Necesitan promocionar sus diseños y como la marca es originaria de Kalos, ¿quién mejor que la misma reina para hacerlo? —bromeó con fingida altivez—. Y tu Shauna, ¿qué has hecho?

—Bueno, me di cuenta de que ser una de las más famosas performer no me era suficiente. Así que decidí comenzar un proyecto nuevo junto a alguien igualmente popular —informó a la vez que seguía el juego de su amiga.

—Oh, ¿y puedo saber cuál es ese proyecto y quien será tu socio?

—Pues es...

—¡Una revista de modas! —Una voz detrás de Serena interrumpió la plática de ambas chicas. La pelimiel se volteó encontrándose con una figura que conocía muy bien.

—¡Miette! ¿Tú eres la socia de Shauna?—cuestionó con una expresión totalmente sorprendida.

—¡Por supuesto! Dudo que alguien más pueda serlo —dibujó en su rostro una sonrisa de superioridad. La peliazul se acercó a ambas y se colocó junto a Shauna—. Y, ¿se puede saber que haces aquí?—entrecerró sus ojos y le lanzó una mirada acusadora— Si vienes a recuperar a Ash te advierto que ya me dejaste mucha ventaja.

—¿Q-que quieres decir? —Serena se asustó por su respuesta.

—Que Ash ya es mi novio —respondió con una sonrisa maligna cruzándose de brazos.

—¡¿Qué?!

—Es broma, es broma —Miette ponía una sonrisa burlona mientras le hacía un gesto con ambas manos a Serena para que se calmara—. Sabía que aún sentías algo por él —Ahora su mirada era insinuadora. La pelimiel frunció el ceño y cruzó los brazos.

—Te-te equivocas, solo que me sorprendiste. Yo simplemente regresé por cuestiones de trabajo —Se defendió avergonzada.

Shauna se rió de sus amigas. En los últimos años, antes de que Serena se fuera, las tres habían desarrollado una relación muy unida. Y a pesar de que a Miette le gustaba fastidiar a Serena, se consideraban buenas amigas. Ese reencuentro era muy especial para las tres performer.

—Así es serena, Miette es mi socia —dijo emocionada la morena mientras abrazaba el brazo de su compañera de negocios.

—¿Quienes mejor que las dos más populares performer luego de la inigualable reina de Kalos? ¡Ambas crearemos la mejor revista de modas del mundo! —exclamó Miette con entusiasmo.

—Sé que suena muy ambicioso pero los sueños hay que pensarlos en grande —rió apenada su compañera.

—Me alegro mucho por ustedes chicas. Se ve que están muy emocionadas por iniciar este nuevo desafío.

—Así es...Creo que, me di cuenta de que haber cumplido tu sueño no es el final de tu carrera, sino, más bien, la línea de salida para correr en busca de otro —el brillo especial en su mirada mientras oía las palabras de Shauna sorprendieron a Serena y la dejaron pensativa.

"¿La línea de salida para correr en busca de otro?..."

Las luces se apagaron y el escenario se iluminó apareciendo el presidente de la Asociación Pokémon en él. Las chicas decidieron volver a sus lugares. Luego de un discurso del mandatario sobre el gran evento a por venir y un par de agradecimientos les deseó a todos una hermosa velada y al terminar los meseros comenzaron a servir la cena.

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Muy alejado de la mesa de Serena se encontraba Ash en la suya degustando con una gran sonrisa la comida.

—¿Saben? esto es lo que más disfruto de éste tipo de eventos —comentó feliz el azabache mientras devoraba su plato.

—Tengo que admitir que esta vez concuerdo con Ash, ¡ésta comida está deliciosa! —apoyó Bonnie mientras introducía un gran bocado a su boca.

—¡Ustedes dos compórtense, parecen unos niños! —Los regañó débilmente Clemont.

—Ay no te pongas mandón hermano, disfruta la fiesta.

—Bonnie recuerda que tú estás aquí porque yo te invité, así que debes obedecerme —La reprendió con un aire autoritario.

—¡Sabes que ya no soy una niña! —vociferó haciendo un puchero.

—Pues te comportas como tal —Clemont se cruzó de brazos.

—Ya, ya chicos tranquilos. No hay por qué alterarse —dijo el campeón mientras hacía un gesto con las manos para calmar a los hermanos.

—Lo siento...Iré un momento al baño, ¡no me tardo! —anunció la chica mientras se levantaba de su lugar y se iba. Estuvieron en silencio por un corto tiempo hasta que Clemont decidió hablar.

—¿Crees que Bonnie lo consiga? —Ash lo miró—. Me refiero a la liga.

—Por supuesto que lo hará —Se dibujó una pequeña sonrisa de confianza en su rostro mientras se lo limpiaba con una servilleta—. ¡Es tu hermana después de todo! —exclamó cerrando sus ojos y enseñando sus diente en una sonrisa.

Clemont contempló sus palabras y curvó sus labios para mirar la silla vacía que ocupaba Bonnie.

—Tienes razón...

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—¡Este plato está exquisito! ¡Si que saben complacer a sus invitados aquí en Kalos!

—Vamos Kalm no exageres, no es la primera vez que asistimos a eventos de éste tipo —Serena lo regañó gentilmente queriendo ocultando su risa. En verdad que ese chico era muy entusiasta. El pelinegro se rascó el cabeza avergonzado soltando una pequeña risa.

Serena ya había terminado de comer, se limpió el rostro con una servilleta y acomodó los cubiertos sobre su plato. Comenzó a divagar con su mirada por el salón. Había mucha gente que no conocía, gente mayor a ella. Supuso que debían ser miembros de alta alcurnia de la Asociación Pokémon, La Liga y personalidades políticas y del espectáculo de la región.

Se sorprendió de solo ver los rostros familiares de Shauna y Miette, y eso era solo porque estaban ubicadas cerca de ella. Lo más probable era que, repartidas por todo el salón, se encontraban más personas conocidas, pero que por la cantidad de gente que había asistido al evento no podría cruzarse. Suspiró aliviada dentro suyo, había muy pocas posibilidades de encontrárselo y eso la tranquilizaba.

Por más que supiera que su reencuentro era inminente no soportaba la idea de tenerlo frente suyo, no tan pronto. ¿Qué le diría si lo viera? ¿Solo lo saludaría y haría como si nada hubiera ocurrido? Seguramente eso sucedería. Lo más probable es que Ash ya ni siquiera recuerde su rostro. Bueno, quizás estaba exagerando un poco - aunque hablando de Ash no le sorprendería- Pero era seguro que él había olvidado por completo el día que se fue y lo que había pasado entre ellos. Sin duda para él ese momento debió ser insignificante, pero para ella marco un antes y un después en su vida. Fue la línea de salida para que su sueño se disparara.

"Línea de salida..."

Se repitió mentalmente y recordó en ese instante las palabras de Shauna. Ella ya había conseguido su sueño; había logrado coronarse como la Reina de Kalos y sus performance lograron llevar alegría a todo el mundo. Debería sentirse realizada, ¿no? Pero por alguna razón no podía hacerlo. Es decir, sí sintió que cumplió un sueño, pero quizás las cosas sean como decía Shauna y en la vida una vez que un sueño se acaba se debe ir por otro.

¿Pero cuál?

Estaba tan absorta en sus pensamientos que no escuchaba la voz de Kalm llamándola.

—Serena, oye Serena —La movió un poco para que reaccionara. La pelimiel se sorprendió y volteo a verlo confundida—. ¿Estás bien? Te noto algo distraída —La miró un poco preocupado—. Si no la estas pasando bien podemos irnos. Tu solo dímelo, después de todo estamos aquí porque accediste a mi pedido —Ella lo miró con ternura y negó con la cabeza.

—No, no te preocupes la estoy pasando bien. Solo estaba pensando —El muchacho la veía aún no tan convencido—. De verdad estoy bien —Le sonrió—. Iré un momento al tocador —dijo para luego levantarse y encaminarse hacia los baños.

—Ah...está bien —Kalm decidió creerle a las palabras de su amiga.

Serena se dirigió a paso algo apresurado al baño. Dobló en un pasillo que la encaminaba directamente a la habitación en cuestión pero justo cuando puso un pie en él se encontró frente a frente con una persona que conocía muy bien y que no veía hacía mucho tiempo.

—Serena, ¿eres tú? —pronunció esa persona. La pelimiel hizo una mueca con algo de fastidio.

—¿Por qué todos hacen esa pregunta? No es que me morí, solo me fui por un tiempo —reprochó algo molesta. Pero luego le sonrió—. Cuanto tiempo sin estar contigo Bonnie, estas más alta.

La ya no tan pequeña rubia esbozó una gran sonrisa y abrazó a su amiga con mucha fuerza. Serena le correspondió con dulzura, hacía tiempo que no recibía esos abrazos de Bonnie y en verdad los extrañaba.

—¡No esperaba verte tan pronto! ¡En verdad me sorprendiste! —exclamó la rubia muy contenta.

—En realidad tampoco tenía planeado regresar aún —dijo separándose.

—¿Entonces por qué estás aquí?

—Cuestiones de trabajo, salió una propuesta y no pude rechazarla.

—Ya veo —habló un poco deprimida—. Entonces, ¿no viniste a hablar con Ash? —La reina se tensó ante la pregunta. Fijó su vista a un constado y frunció los labios.

—Bueno, no es que volví específicamente por eso. Pero creo que ya es tiempo de aclarar todo entre nosotros —La mirada de Bonnie cambió a una esperanzada tras la respuesta de su amiga.

—Entonces, ¿si quieres hablar con él? —preguntó emocionada— ¡Si quieres yo le aviso, el está aquí ahora! ¡Podrán hablar y arreglar sus diferencias, todo volverá a la normalidad!... —A medida que Bonnie hablaba la cara de Serena se iba llenando de sorpresa y temor. Lo que menos quería ella ahora era encontrarse con Ash, debía detener las ilusiones de la chica cuanto antes.

—¡No, no Bonnie! ¡Eso no debe pasar! ¡Ash no debe saber que estoy aquí! —sentenció desesperada agitando las manos. El semblante de Bonnie volvió a entristecerse súbitamente.

—¿Qué? Pero, ¿por qué? —replicó con voz tenue— Es el mejor momento, ambos están aquí. Ya pasaron tres años, ¿cuánto más quieres esperar Serena? —expresó con dureza.

Serena bajó la mirada y observó sus zapatos un rato. Su color blanco contrastaba con la alfombra roja y estampada del pasillo. Se llevó ambas manos al rostro y suspiró fuertemente detrás de ellas.

—Yo...le hablaré Bonnie. Pero por favor, no te involucres. No me hagas esto más difícil —dijo aún con sus manos en su rostro. Bonnie también suspiró, miró a Serena unos segundos y después habló.

—Bueno, al menos es un avance —Hizo una media sonrisa al finalizar. Serena bajó sus manos y también le sonrió.

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—¿Nervioso?

—Solo un poco —Ash se secaba el sudor de sus manos en su pantalón.

—Estarás bien —Clemont le dio una palmada en el hombro—. No es la primera vez que hablas en público, lo haces en cada Liga.

—Lo sé, pero no puedo evitar ponerme así antes de cada ocasión —En ese momento el presidente de la Asociación Pokémon subió nuevamente al escenario. Golpeo un poco el micrófono delante de sí para verificar si funcionaba y habló.

—Espero que todos estén disfrutando de esta magnífica cena cortesía de los mejores chefs de la región —La gente de todo el salón aplaudió el magnífico servicio—. Ahora, si me acompañan, escucharemos unas palabras del actual campeón de nuestra amada Kalos. Por favor, denle la bienvenida con un nuevo fuerte aplauso a ¡Ash Ketchum!

Al escuchar ese nombre Serena, quien estaba llegando a su lugar, detuvo su caminar al instante, casi al mismo tiempo que su corazón. Se debatió el hacerlo unos segundos, pero, finalmente, fijó su vista al escenario y entonces lo vio.

Ahí estaba él; con esa característica sonrisa que cada vez que la veía no podía evitar que su respiración se detuviese...

—Quiero agradecerles a todos por asistir a éste evento. La Liga Pokémon es un lugar donde los mejores entrenadores se reúnen para demostrar sus habilidades y las de sus pokémon...

Con su desarreglado cabello, que con ese traje tan elegante la hacía suspirar...

—...En cada batalla tanto los entrenadores como los pokémon dejan su alma y su corazón. Y, como se demuestra cada año en la Liga Kalos, los combates son mucho más impresionantes debido al esfuerzo que siempre ponen los participantes para alcanzar su sueño...

Sus ojos cafés eran tan singulares para ella, que hacían que al quedárseles mirando se perdiera dentro de ellos...

—...Es por eso que ésta Liga es tan especial, celebramos veinte años de progreso de nuestros entrenadores, veinte años de progreso en ésta región...

Como olvidar esa característica marca en sus mejillas, lo hacían tan único y especial...

—...Por eso éste año debemos esforzarnos, para demostrarles así a nuestros entrenadores participantes lo orgullosos que estamos de ellos, valorando el esfuerzo que han hecho llegando hasta aquí. No solo este año, sino su progreso a lo largo de estas dos décadas. Gracias por escucharme y espero que ésta Liga Kalos número veinte sea inolvidable.

El público se paró y comenzó a aplaudir las palabras del azabache, quien se inclinaba agradeciendo con una sonrisa nerviosa. Serena ante el ruido salió de su letargo y se turbó.

Ahora se daba cuenta, no lo había olvidado. ¿Cómo pudo ser tan tonta de pensar que en solo tres años podría hacerlo? Aún lo amaba, lo amaba con locura, no podía negarlo por más que quisiese. Nunca podría sacarse a Ash Ketchum de la mente y mucho menos del corazón. Se dio cuenta de que no podría hablar con él, mucho menos encontrárselo ahí. Una desesperación con ansiedad invadió su cuerpo, necesitaba salir de ahí y rápido.

Volvió a posar su mirada en el escenario y el corazón se le detuvo al instante. Los ojos de Ash estaban mirando hacia su dirección. Rápidamente se dio la vuelta suplicando porque no la hubiese reconocido. Con suerte se estaba fijando en alguna otra cosa, pero digamos que ella no era de tener mucha.

Con velocidad se encaminó hacia su mesa, divisó de espaldas a Kalm e intentó tocarle el hombro con la mayor suavidad posible. Este se volteó a verla, primero le sonrió, pero luego al ver su expresión su rostro cambió a uno interrogante.

—¿Qué te sucede Serena, estás bien?

—¿Podemos irnos? —Trató de no sonar tan desesperada.

—¿Eh? Pero, ¿por qué? ¿Qué ocurre?

—Solo, no puedo seguir más aquí. Por favor Kalm —Esta vez sí suplicó.

El pelinegro asintió aún confundido, se levantó de su asiento, tomó su saco y Serena rápidamente tomó su brazo para irse de ahí de inmediato.

A medida que avanzaba evitó mirar hacia atrás, no pudo despedirse de ninguna de sus amigas, pero no quería correr el riesgo de encontrárselo. Kalm la miraba por el rabillo del ojo con preocupación, ¿qué le habría pasado para que se ponga así?

Cuando salieron del lugar Serena soltó un leve suspiro, pero no detuvo su veloz caminar. Divisó la limusina esperándolos al final de las escalerillas, solo unos metros más y llegarían. Kalm subió primero y Serena se disponía a hacerlo cuando fugazmente la imagen de su bolso pasó por su cabeza, ¡lo había olvidado en su asiento! No podía tener más mala suerte. Dudó unos segundo en si ir por él o no, pero finalmente optó por avisarle a Kalm y dirigirse de nuevo al edificio a una velocidad muy superior a la anterior si eso era posible.

Caminó con mucha cautela, temiendo poder encontrárselo, o peor, que él la encontrara. Al llegar a su mesa tomó su bolso y volvió a dirigirse hacia la salida. Solo le quedaba la mitad del trayecto, agradeció mentalmente por eso.

Cuando salió soltó el aire que no sabía que estaba conteniendo, pudo ver la limusina estacionada y su corazón se tranquilizo más. Ya solo tenía que bajar las escalerillas y su pesadilla habría terminado.

Pero como siempre para Serena, la suerte no estaba de su lado.

—¡Serena!

Escuchó una inconfundible voz detrás de ella y solo pudo pensar en lo cerca que había estado de lograrlo...

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Iba a publicarlo más tarde pero no pude... <- (nótese el sarcasmo)

¡Bueeenas chicos!

Hoy vuelvo con otra actu B)

Sinceramente amo este capítulo, no me canso de leerlo.

Espero que a ustedes también les haya gustado :'v

Sorry si no les gustó tan largo pero no podía cortarlo...Deee todos modos a partir del capítulo siguiente los haré más cortos, como los de LQSPT si no me muero escribiendo y ustedes esperando una actualización xD

¿Les gustó? Espero que si :)

¡Muchas gracias por el apoyo que le dan a la historia! Me alegra que les guste :D

Y sorry si todavía no les doy su reencuentro pero esta escena está pensada para terminar así desde antes que ustedes nacieran, ok no pero si desde el inicio :v

Les recuerdo que pueden pasarse a leer mis otras historias como la nueva que estoy publicando tambíen: "What i don't se..."

¡Sin más que decir me despido chicos, mañana respondo los comentarios si hay!

¡Bye, bye!

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