EXTRA 2: Las aventuras de los Kim pt. 2
Los golpes secos de los pies del omega tocando el asfalto junto al auto fueron seguidos por el impacto de la puerta al cerrarla con tanta potencia después de impulsarse con ayuda de la misma para salir.
TaeHyung chasqueó la lengua mientras maldecía, quitándose el cinturón y bajando del auto también. Lo primero que pensó al ver a su esposo fue: "¿Cómo un embarazado puede ser tan rápido?", pues ya se encontraba a varios metros de distancia del auto.
El alumnado y profesorado se apartaban con el paso apresurado, la imponente presencia y el semblante molesto del omega embarazado que se aproximaba a la entrada del establecimiento educativo, con sus hormonas alborotadas e intensificando mucho más todos sus estados de ánimo. Para todos, Kim JungKook era terrorífico porque ¿quién no iba a conocer al padre omega de Kim JunSang y los mellizos SunHye y HyoIn?
Detrás de él, le seguía su esposo, Kim TaeHyung, con un ánimo totalmente opuesto a su ofuscada pareja. Todos se preguntaban como TaeHyung podía lucir tan calmado cuando JungKook estaba tan furioso.
JungKook ya se acercaba a la puerta de la dirección cuando TaeHyung se vio obligado a acelerar el paso, queriendo detenerlo y calmarlo un poco. Logró tomar su mano y entrelazarlas juntas.
—Cálmate, JungKook, estamos en público —le dijo, y JungKook cerró los ojos, inhalando y exhalando para hacerle caso a su esposo.
Ingresaron y vieron que, dentro de la sala, ya se encontraba presente el director y una madre, conversando. Pero cuando vieron al omega entrar, ambos se vieron y se levantaron para recibir a la pareja.
—Buenos días —saludó TaeHyung, amable, siendo correspondido con un asentimiento de parte de la mujer y el director, mientras que JungKook solo se limitaba a ver con recelo, alzando la barbilla.
Dispuestos a sentarse en las sillas libres, JungKook caminó junto a TaeHyung con el objetivo de sentarse junto a la madre omega. No mentiría, solo quería hacerlo para tener más accesible su odiosa cabellera larga en caso de un enfado.
Pero cuando estaba a punto de llegar, su esposo lo tomó de la cintura para guiarlo a la otra silla. Ya estaba lo suficientemente de mal humor para que ahora TaeHyung, su esposo, se sentara al lado de esa perra. No le quedó más remedio que sentarse en la silla que le había indicado con una mano sobre su barriga para intentar drenar el enfado, y sin disimulo alguno, miró a su esposo con los ojos bien abiertos. TaeHyung sintió la intensa mirada que lo asustó un poco, pero luego JungKook jaló su brazo para estar cerca y a su vez, alejarlo de la mujer.
Ya llevaban cuatro años de casados y JungKook no dejaba de ser el mismo celoso de siempre, ahora era incluso peor. Pero TaeHyung se acostumbró porque lo amaba sin excepciones.
El director paseó su mirada entre los tres presentes, entrelazando sus manos sobre la mesa que los separaba.
—Señora Oh y señores Kim, los he llamado porque-
—Porque le hacen bullying a mi hijo, por supuesto —interrumpió JungKook, pero escuchó el bufido de la mujer y JungKook se echó hacia adelante con suma lentitud para ver a través de su esposo y clavar sus ojos mordaces y abiertos sobre la presencia femenina.
La señaló con su dedo índice, perdiendo todos los modales. TaeHyung tomó su dedo y lo bajó.
—Vuelve a burlarte y te voy a escupir —amenazó JungKook, ganándose la mirada ofendida de la omega y la de advertencia de su esposo.
—JungKook —reprendió en un susurro y miró al director a modo de disculpa, quien carraspeó, pensando en qué hizo mal para tener que aguantar a la familia Kim e incluso a la Min, pues el padre omega de esa familia tampoco se quedaba atrás.
—Sus hijos tuvieron una pelea.
Esa mañana la familia Kim recibió una llamada al teléfono fijo de su hogar. JungKook, que estaba de total buen humor porque tuvo una noche tranquila gracias a que su hija le dejó dormir en paz por primera vez en varios meses y no lo pateó ni tenía dolor de espalda o pies, le había dicho felizmente a su esposo que contestara porque estaba haciendo sus estiramientos matutinos pues también era el día libre de TaeHyung, así que, desde el punto de vista de JungKook, nada podía salir mal ese día, todo era perfecto.
Pero cuando TaeHyung trancó y le dijo que JunSang se había agarrado a golpes con un niño de su clase y que los necesitaban en la dirección, JungKook sintió a la bebé patear, el dolor de espalda, el dolor de pies, el dolor de cabeza, su enojo matutino y su ceguera enfureciéndolo. En fin, se enfadó.
Esa mañana desayunó molesto, porque por mucho que quisiera ir y gritarle a quien se le pusiera en frente, TaeHyung le dijo que comiera y bueno, TaeHyung era TaeHyung, una de las pocas personas que lograba convencerlo así de fácil, y tampoco mentiría, tenía hambre.
Al comienzo, lo primero que pensó fue que JunSang lo iba a escuchar cuando fueran a recogerlo, pero cuando TaeHyung mencionó el nombre del niño con el que había peleado su hijo, JungKook tiró su pan sobre el plato con fuerza y se levantó exclamando un "nos vamos" muy alto.
No conocía a ese niño porque su hijo se lo hubiera contado, sino porque lo investigó. Porque si, JungKook necesitaba saber qué clase de niños rodeaban a su criatura a como diera lugar.
Salió de su casa echando humo y detrás de él TaeHyung lo cuidaba para que no le pasara nada, porque ya era un momento muy avanzado de su embarazo.
Y ahora estaban ahí, junto a esa madre a la que no soportaba ni en pintura.
—Queremos pedir disculpas a los profesores y a los demás alumnos, señor, hablaremos con nuestro hijo —habló TaeHyung, con calma.
—Yo no quiero pedir disculpas —moduló JungKook, molesto. TaeHyung lo miró queriéndole expresar que era mejor hacer silencio, pero JungKook elevó sus hombros y los bajó—. ¿Por qué no se disculpa ella? Ella crio a ese niño —volvió a señalarla, ignorando a su esposo totalmente.
La mujer elevó una ceja y JungKook pensó en lo mucho que quería arrancarle los pelos de una ceja.
—Mi hijo no empezó la pelea —espetó la omega. JungKook rio cínicamente.
—Tu demonio lleva bastantes días burlándose de mi hijo —peleó y TaeHyung cerró los ojos, solo queriendo esconderse.
Era verdad, pues JunSang sería un alfa, pero los otros niños se burlaban de él porque era muy delicado para lo que, según ellos, un alfa respectaba.
La mujer se enderezó, más amenazante.
—Mi hijo jamás haría eso y nadie en su sano juicio le creería a un niño con una familia tan problemática.
TaeHyung pensó "ya fue".
JungKook se quiso levantar, pero TaeHyung alcanzó a tomarlo de los hombros, escuchándolo casi gruñir hacia la mujer.
—Eres una maldita perra y tu hijo es un demonio.
El director carraspeó, incómodo, mientras que la mujer no hallaba donde ocultar su indignación.
—El que empezó la pelea fue JunSang.
JungKook lo miró fijamente y con los ojos abiertos, no creyéndoselo y casi asustando al hombre. Su hijo no haría eso, no era violento (solo con su prima, la hija de NamJoon y SeokJin). Quizás se estaban confundiendo con HyoIn, él si era capaz de pegarle a alguien, lo que hubiera descarrilado que SunHye se metiera, porque si se metían con uno, se metían con ambos.
Negó, casi haciendo una mueca cuando la mujer dijo con superioridad: —¿Ve?, su hijo es el violento de esta situación.
—JunSang golpeó a su hijo porque lo estaba molestando —respondió el director. La mujer se quedó en silencio queriendo desviar la mirada cuando JungKook volteó a mirarla con sorna y una sonrisa ladina.
—La violencia de tu hijo no puede ser justificada —siguió la mujer, haciendo que la pareja virara los ojos al mismo tiempo.
—La señora Oh tiene razón, señor Kim, su hijo golpeó al hijo de la señora y eso es condenado en el colegio.
JungKook lo miró incrédulo.
—¿Condenado? ¿qué es esto? ¿una cárcel? —casi exclamó, TaeHyung teniendo que rodear su espalda con un brazo para acercarse y dejar la cabeza de su omega apoyada cerca de su pecho.
—Cálmate un poco —susurró.
El director negó, queriendo hacer las cosas en paz.
—Las peleas no son permitidas en esta institución.
JungKook se despegó de su esposo.
—¿Y sí permiten el bullying? —El director negó, pero JungKook siguió—. ¿Y cuándo ese engendro le tiró la comida en la arena? ¿Eso no se condena? —El director abrió más los ojos. JungKook rio sin gracia—. ¿Acaso no sabía? Cuando el hijo de esta... —volvió a señalarla con desdén antes de que TaeHyung volviera a bajárselo—, ¿cuando su hijo le rompió los dibujos del día del padre? —dijo, apretando los dientes porque recordaba perfectamente como ese día JunSang había llegado llorando hacia ellos. Tuvieron que mimarlo durante toda la tarde, diciéndole que su mejor regalo era tenerlo con ellos mientras él y su esposo se encargaban de pegar cada trozo para que JunSang recuperara su dibujo, que ahora estaba colgado en la nevera de la familia.
JungKook se levantó, sosteniéndose de TaeHyung y con la otra mano sobre su panza.
—Si mi hijo es condenado como ustedes dicen, el de ella también —se recargó con una mano sobre el escritorio para acercarse al director, ceñudo—. Demuestren que sirven para algo más que no sea pedir dinero.
—JungKook —reprendió TaeHyung, pero nuevamente fue ignorado cuando JungKook giró hacia la mujer.
—Crees que tu hijo es mejor que el mío, pero por lo menos al mío lo quieren sus dos padres.
TaeHyung jadeó un poco y se puso una mano sobre la frente, ya empezando a sentirse sobrepasado por la situación y la actitud de su esposo embarazado y hormonal.
Pero no lo iba a interrumpir, porque JungKook se iba a poner insoportable y le discutiría ahí mismo, y seguiría discutiéndole hasta llegar a la casa hasta que empezara un nuevo día, que equivalía a que reseteara el casete.
JungKook salió, dejando a su esposo con dos personas ofendidas. Los miró con algo de vergüenza y se levantó.
—Lo bueno es que ya no tendremos más hijos —bromeó, sonriendo nervioso, pero acabando en suspirar al ver que nadie se reía con él—. Hasta luego.
Salió en busca de su esposo, que todavía estaba en el pasillo de representantes. Por lo menos daba las gracias sobre que esta vez JungKook no caminara rápido, porque sabía que ahora le estarían doliendo los pies.
Le tomó de la mano cuando lo alcanzó y caminaron un poco más antes de que una representante babosa se acercara para tocarle el brazo a TaeHyung.
—Señor Kim.
JungKook se giró a verla, reconociendo sus intenciones.
—Si quieres lo besas también —espetó, disgustado y agitado. La omega soltó a su esposo, avergonzada, y ambos siguieron caminando agarrados de la mano.
—Mi amor, vamos a sentarnos un rato —propuso lo más dulce posible para que JungKook no explotara, pero-
—Cállate —dijo—. Voy a buscar a JunSang, tu busca a HyoIn y SunHye.
—Vamos los dos —propuso esta vez, pero JungKook negó sin mirarlo, serio.
—Yo voy por JunSang.
TaeHyung lo soltó para dejarlo ir, porque no sentía a su esposo molesto, no, lo sentía triste, y cuando JungKook estaba triste él no era su mejor consuelo, ese puesto se lo llevaban sus hijos. Así que, no le dijo nada y solo se quedó viéndolo alejarse en busca de su hijo mayor.
Ahora TaeHyung se dirigía al jardín, donde estaban las clases de sus hijos menores. Ellos estaban aún en maternal, muy cercanos a entrar a preescolar.
Los buscó con la mirada. No era difícil, porque eran como dos JungKook en miniatura y siempre están juntos. Así que fue fácil visualizarlos en la lejanía. Sonrió de lado y empezó a acercarse.
Al estar cerca, veía que una fila de niños estaba frente a ellos, así que decidió solo ponerse detrás de sus hijos para observar qué hacían.
Solo que TaeHyung quedó casi boquiabierto cuando vio que los niños les daban dinero a sus hijos y su hija anotaba rayones sin sentido en una libreta con numerosos colores cada que un niño nuevo les daba dinero.
Puso sus manos detrás de la espalda.
—HyoIn y SunHye, ¿qué hacen?
Los pequeños automáticamente se congelaron, siendo SunHye la primera en voltearse para mirar a su padre con esos ojos gigantes que poseía, abrazando la libreta contra su pecho porque no quería que leyera lo que había escrito, aunque ella no supiera que eran puras líneas sin forma. Ambos tenían miedo porque pensaba que estaba junto a su papi Kook, pero al ver que no, suspiró aliviada, su cuerpo destensándose.
TaeHyung alzó una ceja.
—Papi Kook no —avisó a su hermano, que se volteó también y le sonrió en grande a su padre, manteniendo una mano tras la espalda.
—¿Qué hacen? —volvió a preguntar, queriendo regañarlos, pero esperando la respuesta antes.
—Trabajo —dijeron al mismo tiempo, TaeHyung los miró con los ojos achicados, caminando unos cuantos pasos más cerca.
—¿Trabajo? —inquirió, agachándose frente a ellos—. HyoIn, dame tu mano —dijo, tomándole la muñeca a su hijo y viendo como había varias monedas y billetes arrugados en ella, casi cayéndose de su pequeña manita.
Los miró a ambos, ceñudo.
—Esto no se hace, ustedes no necesitan esto —regañó. Ambos niños bajaron sus cabezas, abultando sus labios casi al mismo tiempo—. Devuelve esto a los niños, nos vamos —le dijo a HyoIn—. Papi Kook se va a molestar —añadió, causando que sus dos hijos levantaran la cabeza y abrieran sus ojos grandes con miedo, pero TaeHyung solo se levantó y se cruzó de brazos hacia ellos, para que ambos vieran que hablaba en serio.
Ambos, casi en pucheros acongojados, devolvieron el dinero que tenían y, por supuesto, TaeHyung fue a disculparse con la maestra. Al volver, ambos mellizos se pusieron uno a cada lado de su padre y le agarraron las manos para comenzar a caminar junto a él.
Por otro lado de la institución estaba JungKook, que continuaba la búsqueda por su hijo mayor. Tenía su mano en su panza como siempre, en dirección a la biblioteca, que poseía una puerta de cristal que daba al interior. Se asomó para ver si dentro conseguía a su bebé, que, aunque ya fuera más mayorcito, siempre seguiría siendo un bebé a los ojos de JungKook.
Para su alivio, pudo ver a JunSang sentado en una de las sillas de la biblioteca, ocultando su carita en sus brazos sobre la mesa, en posición de descanso. JungKook podía sentir la tristeza de su hijo en su propio pecho.
JungKook no dudó en abrir la puerta que los separaba, sin rapidez, más bien cuidando su lentitud para no espantarlo, y cuando llegó tras él, lo que hizo fue acariciar sus mechoncitos castaños oscuros, livianos y sedosos.
—JunSang —lo llamó con suavidad, logrando que su pequeño levantara la cabeza para verlo, con los ojos aguados desde el instante en el que pudo sentir la esencia y las caricias de su padre.
—Perdón —murmuró bajito, acción que hizo que JungKook arqueara las cejas.
—¿Por qué pides perdón? —preguntó dulce, sentándose en la silla junto a él. JunSang se movió en la silla para quedar frente a él, mirando hacia el suelo.
—Le pegué y siempre me dicen que no debo pegar —habló bajito, triste, pero más reconfortado cuando su padre acarició su mejilla colorada—. Pero dijo cosas feas de papá...
JungKook ladeó la cabeza.
—¿De papá TaeHyung?
Pero JunSang negó, con sus ojos grandes y rojos clavados en el piso.
—De ti —JungKook alzó las cejas levemente—. Dijeron que parecías una vaca y se rieron porque no puedes ver sin tus lentes —balbuceó entrecortadamente, frunciendo el ceño al recordar, casi hipando. JungKook no se privó de darle otra nueva caricia.
—No estoy molesto contigo, JunSang —aseguró. Su hijo alzó la mirada hacia él a punto de llegar, y JungKook lo miró con las cejas algo dobladas y una pequeña sonrisa reconfortante—. Sé que ellos se burlan de ti porque eres sensible, pero eso está bien, prefiero mil veces que seas como eres antes que seas como ellos.
JungKook, a diferencia de cómo habían sido con él, le hablaba con completa sinceridad a sus hijos, porque quería que ellos entendieran el porqué de las cosas, y le ha servido porque sus bebés tenían cuatro y tres años y eran muy inteligentes.
JunSang no se resistió y lo abrazó, y su padre lo envolvió de una vez, porque jamás les iba a negar un abrazo ni una muestra de afecto a las razones de su alegría. Él quería mostrarse agradecido para que sus bellos hijos no tengan miedo de expresarse y apoyarse en él.
Acarició la pequeña espalda de su hijo.
—Nunca me voy a poner molesto si haces cosas para defender a tu familia, todo está bien —susurró contra su cabello antes de que el pequeño alzara la vista y le sonriera de labios cerrados, maravillándose una vez más con los ojos violetas y cerúleos de su padre a través de la montura de sus lentes.
JungKook elevó las cejas antes de agregar: —Pero no puedes pegar siempre, es mejor que no les respondas, siempre te vas a encontrar con personas como ellos, ¿ok?
JunSang asintió, no muy feliz con la idea de encontrar más personas que dijeran cosas malas de las personas que quería.
—Creo que mejor nos vamos, ¿no crees? —propuso con una sonrisa de lado. JunSang lo miró sorprendido, con su boca en forma de círculo.
—¿Y las clases?
—Vamos a escaparnos —susurró cómplice, no pudiendo evitar sonreír al ver el brillo reemplazar la humedad en los ojos de su hijo.
La pareja de casados estaba sentada en la cama matrimonial de su habitación esa noche. TaeHyung trabajaba con su laptop sacando las cuentas para la empresa con sus lentes de lectura, prestándole muy poca atención a su esposo hablaba por teléfono con su papá en su lado de la cama.
—JunSang lloró cuando lo llevamos a almorzar —contó JungKook en un suspiro y luego asintió tras las palabras de Shin, riendo en unas pocas carcajadas suaves después—. Los mellizos se reían de él, tuve que regañarlos y terminaron llorando también —continuó, permaneciendo el silencio mientras escuchaba los consejos de su padre.
TaeHyung sonrió ladino, escuchando apenas y recordando que, tras oír el llanto de todos sus hijos, JungKook también tuvo ganas de llorar y le tocó a él consolarlos a todos.
—Sí, hoy lo llevamos a que se divirtiera un rato, luego cuando llegamos, TaeHyung y yo hablamos con los tres sobre el bullying —arrugó las cejas—. ¿Puedes creer que HyoIn y SunHye de tres años estaban sobornando a los otros niños? —bufó y negó incrédulo.
—Me pregunto a quién habrán salido —comentó TaeHyung entre dientes, sonriendo en una ladina y bromista sonrisa. JungKook lo miró con los labios en forma de línea y le puso una mano en el hombro que posteriormente TaeHyung tomó para besar el dorso de ella.
—Nos vemos mañana, Pá —se despidió, a punto de trancar cuando se acordó de algo más—. Y saluda a Suni y a HoSeok con su bastardita.
—JungKook —lo miró con advertencia, pero con una sonrisa. JungKook rodó los ojos, tapando el micrófono del teléfono para contestarle.
—Ella sabe que es mi sobrina favorita.
TaeHyung negó sonriendo y JungKook trancó tras una última despedida, soltando un sonoro suspiro. Recostó su cabeza en el espaldar de la cama y miró la ventana a su costado antes de cerrar los ojos y los apretó al sentir un leve pinchazo en su espalda, pero era normal, cosas del embarazo.
Su esposo lo miró atento al sentir su acongojo a través, no solo de la marca que los unía, sino de las acciones de su esposo que ya sabía leer perfectamente.
—¿Estás bien? —preguntó. JungKook abrió los ojos y asintió.
—Sí, no es nada.
TaeHyung apagó la laptop y la dejó en la mesa de noche, con sus lentes encima para acercarse más a JungKook.
—¿De verdad? —inquirió de nuevo, muy suave, y le tomó la mano para cubrirla con las dos propias. Sabía que su omega estaba preocupado y triste. Le dio un beso luego de hacer un espacio entre sus dos manos para llegar a la piel de JungKook, quien lo miró mordiéndose el labio con una sonrisa pequeña.
—Te odio.
TaeHyung rio, dándole otro beso, pero esta vez en los labios. JungKook suspiró después, mirando sus manos unidas.
—Es por JunSang, se veía muy triste...
—Hoy los hicimos felices a todos, fue un buen día a pesar de todo y nuestros hijos rieron mucho, ¿no los viste? —buscó animarle, pues era cierto ya que habían salido a jugar todos al jardín botánico, lugar que visitaban con frecuencia.
—Sí, pero mañana deben volver a esa escuela y esos niños seguirán molestando a JunSang —respondió JungKook, mirándole—. Hoy logramos estar juntos y hablar con los tres, pero no sabemos después porque vivimos trabajando... —TaeHyung apretó los labios, sabiendo que era cierto—. Solo no quiero que sigan burlándose de él porque una persona no se recupera de eso fácilmente —miró hacia abajo, y fue ahí cuando TaeHyung comprendió que JungKook se veía reflejado en su hijo mayor.
TaeHyung apretó sus manos juntas.
—JunSang no va a pasar por lo mismo, amor, él nos tiene a nosotros, a sus abuelos y a todos sus tíos —JungKook volvió a mirarle con sus ojos coloridos, ojos que TaeHyung jamás se cansaría de ver—. Si se meten con JunSang, le enseñaremos a defenderse y ya verás que en unos años nos reiremos.
JungKook exhaló.
—Te amo.
TaeHyung le dio otro beso, seguido de otro.
—¿Sabes que amo yo? —dijo, mirándolo con picardía. JungKook explayó sus ojos, agarrándole la cara para que se detuviera.
—Estás demente, no me puedo ni parar bien.
—No necesitas pararte —continuó, con la misma picardía e intento de acercamiento. JungKook negó, con los ojos igual de abiertos cuando ya TaeHyung había empezado a descender su mano por su cadera.
—La última vez fue un desastre —le dijo y TaeHyung rio recordando su intento fallido de tener relaciones por la exuberante panza de JungKook.
Solo que mientras ambos reían, las puertas de la habitación se abrieron de golpe, trayendo consigo a tres enanitos entrando despavoridos entre gritos que decían "¡Cucaracha!" hasta la cama, donde se subieron con una rapidez digna de Flash.
—¿Qué vie-? —JungKook se cortó cuando vieron a una cucaracha volando entrar. Escuchó una exclamación a su lado—. TaeHyung, anda a matarla —dijo, pero al no ver movimiento, se giró.
Y vio a los niños gritando y llorando porque TaeHyung se había escondido dentro de ella, dejando a los niños por fuera.
—¡TaeHyung! —regañó, viendo como los niños jalaban la manta, pero TaeHyung no daba su brazo a torcer. JungKook viró los ojos y gruñó un poco—. SunHye, pásame la escoba —La niña explayó los ojos y negó—. SunHye, pásame la escoba —repitió, sonriendo tenebrosamente.
La pequeña no tuvo más opción que bajarse de la cama y correr hasta donde estaba la escoba mientras gritaba porque la cucaracha estaba volando cerca de ahí. Le entregó la escoba a su padre y se subió otra vez, uniéndose a los gritos de sus hermanos para que su padre alfa los tapara también, pero TaeHyung no soltaba la manta por nada del mundo.
JungKook se levantó, con su terrible dolor de espalda, y caminó hacia la cucaracha, subiendo la escoba sobre su cuerpo para intentar darle.
—Ven acá, maldita —masculló, pero la cucaracha volaba y volaba, y JungKook intentaba golpearla, dándole en el proceso a la lámpara del techo, al tocador y por poco al espejo.
Los mellizos olvidaron momentáneamente su lloriqueo por su padre alfa egoísta y se pusieron a vitorear a su papá Kook. Pero eso le duraba hasta que la cucaracha se acercaba y volvían a gritar, pegándole a su papá TaeHyung para que los ayudara.
Al final, JungKook después de tanto intentar e intentar, logró que la cucaracha se pusiera cerca de la pared, aprovechó el momento y le pegó un escobazo que la explotó contra la blanca pintura.
Los niños aplaudieron emocionados y TaeHyung sacó su cabeza. JungKook sonrió mientras la aplastaba definitivamente contra el suelo. Ya cansado, apoyó la escoba en el suelo y su codo en ella mientras inhalaba y exhalaba, viendo a su familia con una sonrisa.
Hasta que un dolor se hizo presente en su panza.
Frunció las cejas y se tocó con una mano en la parte baja de su abdomen y la otra en su espalda, soltando un quejido.
TaeHyung se levantó con rapidez hacia él.
—¿Qué pasó? —preguntó, preocupado. JungKook volvió a soltar un quejido y se aferró al brazo de su esposo cuando este se acercó más.
JungKook abrió los ojos, analizando rápidamente que aquellos dolores ya los había vivido antes con los mellizos. Ya había sentido ese dolor cuando...
Miró a su alfa, que parecía estar entrando en pánico.
—Llama a todos que la bebé va a nacer.
TaeHyung le mostraba la mejor de sus sonrisas a la pequeña ShinHye recién nacida por ya ni siquiera sabe cuál vez en el día. Era hermosa, y era la única de todos sus hijos que podía decir libremente que se parecía a él.
Esta vez sus genes si habían servido, como le dijeron todos, o JiMin, que fue más explícito al decirle que su pene si servía.
La pequeña tenía el mismo lunar en la punta de su nariz y sus mismas pestañas y cejas.
—Es bellísima, ¿verdad, bebés? —preguntó JungKook con una gran sonrisa, con sus tres hijos a su lado en la camilla del hospital. Los tres pequeños asintieron, embelesados mientras veían a su papá cargar a su pequeña hermana—. Tenemos tres omegas y un alfa —dijo con voz brillante.
—Los dioses me tengan misericordia —sonrió bromista, casi cerrando los ojos cuando su omega le acarició la mejilla.
JungKook estaba algo adolorido por la cirugía, siempre terminaba con dolores un poco más fuertes de los usuales, pero era normal por el tema de su accidente.
TaeHyung se inclinó para entregarle un cariñoso beso a su esposo y los niños se taparon los ojos.
—¿También quieren besos? —preguntó JungKook tras separarse de su alfa para mirarles. Ignoró el cansancio de su cuerpo y los atrajo contra él a los tres para abrazarlos y darles besos en sus cabezas.
Su lobo estaba incluso más emocional que cuando tuvo a los mellizos. No sabía por qué, pero se sentía nostálgico. Lo sentía en su lobo, como si quisiera llorar. No entendía el raro sentimiento.
Miró a TaeHyung, que seguía mirando a su hija, pero dirigió su vista hacia él cuando su omega lo hizo, y vio los ojos del alfa destellar de azul... zarco. Eso fue suficiente para saber que TaeHyung sentía lo mismo que él.
Sus lobos se regocijaban internamente murmurando varios "lo logramos", como si hubieran pasado miles de años para cumplir el deseo tan anhelado que se les presentaba hoy en día, con ahora cuatro hijos formando su gran y amorosa familia.
—Lo logramos —dijo TaeHyung, no pudiendo reprimir la euforia de su lobo y JungKook sonrió gigantescamente, con sus ojos violetas resplandeciendo como nunca antes para después asentir con un nudo formándose en su garganta.
Ambos se inclinaron para darse un beso que los hizo sentir completos, realizados por primera vez en muchísimo tiempo.
Ahora, los seis comenzaban otra etapa más de sus vidas que marcaría los innumerables años de felicidad que los esperaban.
Nota:
Deos, amo esta historia con mi alma. Esperamos que hayan disfrutado el extra y fdvsdfj probablemente estaremos subiendo un extra más en un futuro, así que estén atentos y no saquen la historia de sus bibliotecas, porque aún hay varias anécdotas por contar <3
Aprovecho también para decir que vayan a seguirme en Instagram, ahí se estarán avisando cositas sobre las nuevas historias venideras.
Ahora, MOMENTO DE PRESENTAR A LOS MELLIZOS MAFIOSOS JAJAJAJA Conozcan las vibes de HyoIn y SunHye, ellos son un peligro y apenas tienen tres añitos JAJAJ
Sin mucho más que decir, esperamos seguir leyendo sus comentarios en un futuro y... BESITOS EN LAS NALGASJFKV O3O
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