99. «Mi comienzo y mi final»

Un año después...

—¿Estás seguro de ponerle eso? —insistió HoSeok—. Si le pones mucho parecerá una puta...

—Tranquilo, no quiero que se parezca a ti —respondió JiMin, mordiendo el interior de su mejilla para volver a concentrarse, pasando olímpicamente de HoSeok, quien viró los ojos ante su comentario.

—Dios, JungKook, tu cabello es tan liso... —murmuró él, paseando sus manos el cabello largo y lacio del omega en busca del peinado ideal, uno que dejara al descubierto su precioso rostro.

—JungKook, estás quedando muy bien —elogió Suni, observando con una sonrisa.

JungKook le devolvió esa deslumbrante sonrisa, contento, pues no tenía razón para no estarlo.

Porque era el día que se iba a casar con el amor de su vida.

Después de que despertara del accidente, comenzó con su terapia con la increíble ayuda de su antiguo entrenador que ahora trabaja como fisioterapeuta y se ofreció para darle una mano en el proceso.

Le costó mucho hablar, tomar cosas, escribir y mucho más caminar. Todavía, después de un año, necesitaba sostenerse de alguien para caminar mejor.

Pero estaba mejorando, de hecho, estaba mucho mejor, mucho, pues JungKook se lo había propuesto a él mismo para ayudar a TaeHyung a cuidar a JunSang. Además, todos estaban ahí para apoyarlo y motivarlo.

A veces le costaba respirar un poco, pero siempre cuidaba tener consigo un inhalador para cualquier emergencia, las cuales no solían ser graves y ciertamente esporádicos en el tiempo, pero eso no impedía que TaeHyung llevara un inhalador de repuesto.

Lo que no pudo recuperar del todo fue su visión. Veía mal y ahora necesitaba usar lentes para prácticamente todo. A veces los usaba con su montura y otras veces elegía usar los de contacto. Sin embargo, admitía su disgusto con tener algo metido dentro de su ojo, así que acostumbraba usar los de montura para más comodidad.

No obstante, ese día era una ocasión ciertamente especial, así que no le importó tener los de contacto.

De todos modos, ahora sentía que su vida tenía sentido, sin importarle realmente las secuelas de su accidente. Nunca se había sentido tan completo como en este último tiempo. Tenía una familia hermosa con un papá de verdad, un hermano; no, varios; un esposo...

Su hijo, su hermoso hijo.

JunSang era más de lo que alguna vez esperó. Si antes creía saber lo que se sentiría tener un hijo, estaba muy equivocado, pues era un millón de veces mejor de lo que imaginó.

Su hijo ya tenía un añito y era muy apegado a su papá TaeHyung, ¿o era al revés? Disfrutaba tanto de verlos compartir... era lo más hermoso que había visto. Era tanto el apego que TaeHyung se negó por meses a dejar que JunSang durmiera en su cuna. Tuvo que insistirle dentro de lo que su capacidad del habla le permitía hasta que logró que TaeHyung accediera y ahora JunSang no dormía con ellos.

Después de un año estaba preparándose para unirse en matrimonio con TaeHyung, después de ambos decidir que ya había pasado el tiempo suficiente y ya él estaba más recuperado.

Ambos quería algo sencillo, pero sus hermanos se negaron rotundamente, pues querían una buena boda, ¿o fiesta? Ya ni siquiera sabían, pero accedieron de igual forma.

JungKook pudo ver el ceño de JiMin fruncirse mientras seguía aplicándole el maquillaje en su rostro, pero la mente del mayor voló por los cielos, pensando en que más ponerle, echarle o hacerle a su mejor amigo y casi hermano. Básicamente se emocionó solo a tal punto de hacer un movimiento brusco que casi hizo que le metiera la brocha de la sombra en uno de los ojos de JungKook, quien pegó un brinco y abrió los ojos en grande, levantando un poco sus manos e inhalando sonoramente.

—¡Mi ojo, JiMin, casi me metes eso en el puto ojo! —gritó horrorizado.

—¡No te muevas, que no panda el cúnico! —gritó JiMin de vuelta.

—Te dije que la ibas a cagar —señaló HoSeok con desdén.

—Anda a cuidar a tu cría y déjame trabajar —expresó antipáticamente, mostrando una sonrisa.

JiMin fue fulminado con la mirada por HoSeok, quien observó hacia abajo, donde descansaba MinYoung, su pequeña hija, recostada en su pecho gracias al canguro que la sostenía. Ella tenía un adorable chupete en su boca, que no le impidió sonreírle a su padre, quien le devolvió el gesto en una sonrisa de corazón.

SeokJin finalmente terminó con el cabello de JungKook gracias a que Suni lo ayudó. Acto seguido, ambos se separaron de JungKook para verlo desde frente, donde pudieron apreciar su obra. Los dos se miraron entre ellos con una sonrisa y SeokJin abrazó a su mamá por mientras JiMin terminaba con JungKook.

Pocos minutos después, JiMin se enderezó rápidamente y elevó sus brazos.

—¡Ya! —celebró con una sonrisa, la cual no duró mucho pues al dar un paso al lado, terminó tropezando con la mesita a su lado y todo el maquillaje cayó directo en el suelo.

—Te pareces a NamJoon —se burló SeokJin, consiguiendo que JungKook riera abiertamente.

Todos los presentes voltearon a verle, admirando lo hermoso que lucía JungKook. Vestía un traje de un blanco prístino, su camisa estaba dentro de su pantalón de vestir, la cual era fina y grácil. Su saco tenía un detalle peculiar que sin duda lo hacían ver único, un degradado que subían preciosamente por su brazo, deteniéndose al finalizarlo.

Su rostro estaba maquillado sutilmente, algo sencillo pero bonito. Su cabello estaba peinado ligeramente hacia un lado, dejando su frente al descubierto gracias a que los mechones de cabello castaño estaban sostenidos tras una de sus oreja.

Ninguno de ellos había apreciado a JungKook con esa faceta tan delicada, estaba sin duda precioso, y no solo por como lo habían arreglado, sino que se veía feliz y emocionado

Escucharon algunos toques en la puerta y voltearon hacia ella por instinto.

—¡Si es el pene que se va a comer JungKook, no se puede entrar! —exclamó JiMin sin pudor y Suni rió de las ocurrencias de su nuevo mejor amigo y alma gemela.

—Soy Shin —Se limitó a responder el mayor tras la puerta, algo turbado.

—Ahh, el padre —musitó JiMin, y después, HoSeok caminó hacia la puerta y la abrió, recibiendo una sonrisa de parte de su progenitor cuando éste se asomó por la puerta y entró, dejando un beso en la cabeza de su nieta.

JungKook se impulsó en uno de los apoyabrazos de la silla para voltearse hacia la puerta sin levantarse, sonriendo en grande al ver a Shin.

—Ya es hora, JungKook —notificó su padre, no pudiendo contener una sonrisa cuando vio a JungKook colapsar internamente de la emoción.

Suni aplaudió emocionada y dijo: —Vamos todos a sentarnos —habló con una sonrisa. Luego, todos los que habían estado presentes le dieron un abrazo a JungKook antes de dejar a padre e hijo solos en la habitación.

—Luces muy hermoso, JK —halagó su padre y JungKook sonrió, impulsándose nuevamente en la silla, pero esta vez para levantarse.

Shin caminó hasta él y lo tomó del brazo para ayudarlo a no caer. JungKook agradeció con la mirada y luego la desvió, mordisqueando su labio con una pequeña sonrisa que no pudo contener.

—Estoy algo nervioso —confesó JungKook, recibiendo una caricia en la espalda de parte de Shin.

—Yo también, es la primera vez que hago algo como esto —buscó apoyarle, consiguiendo su mirada.

—Nunca pensé que podría llegar a casarme y mucho menos que tuviera a alguien que me entregara en el altar... —murmuró incrédulo y sonriente. Shin le arregló algunos mechones sueltos que comenzaban a tapar su rostro.

—¿Sabes cuándo fue la primera que te vi? —JungKook lo miró con ojos grandes, expectante.

—Tenías seis años, estabas jugando con un perro de la calle por lo que veía. ¿Sabes que fue lo que más me sorprendió de ti? —JungKook no apartó su mirada linda y dulce de él—. Tenías una muy linda sonrisa y me recordaste tanto a HoSeok... —Shin miró al suelo un momento antes de volver a verlo—. Quién diría que ese niño tan brillante terminaría siendo mi hijo —JungKook sonrió conmovido y sensible—. No te crie pero estoy muy orgulloso de ti y para mí es un honor la oportunidad que me has dado, y sé que casado con TaeHyung serás muy feliz, no tengo dudas

JungKook lo abrazó, apoyando su mejilla en el hombro de Shin gracias a la altura, apretujándolo contra sí con mucho cariño.

—Te quiero mucho, pá —susurró lindamente y Shin le dio un beso en la cabeza.

—Yo también, hijo... —lo abrazó con un poco más de efusividad antes de separarse—. ¿Listo? —lo miró y JungKook asintió con una pequeña sonrisa.

SeokJin y TaeHyung estaba juntos viendo a Suni con NamJoon y como ella le arreglaba el lazo del traje, hablando con una sonrisa.

—Ella no me arregló la corbata —refunfuñó TaeHyung con JunSang en brazo, compartiendo la mirada fruncida con SeokJin, la misma que ambos le dedicaban a los otros dos en la lejanía. Celosos.

—Siempre fue el favorito, no hay duda —habló SeokJin y los dos asintieron.

Pocos segundos después, llegó JiMin corriendo hacia donde estaban los dos, está de más decir que alterado, eufórico y chillón.

—¡Ya JungKook viene! —exclamó, arrebatándole a JunSang en brazos—. Dame al muchacho y acomódate

TaeHyung dejó de funcionar por un momento, sintiendo su propio corazón latir a mil por hora., teniendo que parpadear varias veces para volver en sí y así darle un beso en la mejilla a su pequeño bebé somnoliento.

Dio zancadas largas y grandes hasta acomodarse en su lado del altar, donde comenzó a inhalar y exhalar repetidas y rápidas veces, remojándose los labios constantemente por las ansias y el nerviosismo de ese tan especial y esperado momento.

Pudo ver como YoonGi salía corriendo en su dirección para pasarle el rodillo para pelusas por una solapa de su traje. La música empezó a escucharse y TaeHyung empujó a YoonGi hacia un lado, exaltado y el mayor rápidamente se recompuso, dando unos cuantos pasos rápidos para posicionarse junto a NamJoon.

TaeHyung cerró los ojos y volvió a inhalar y exhalar profundamente, volviendo a abrirlos para mirar al fondo del lugar.

En el momento exacto en el que JungKook, su perfecto omega, entraba con un ramo de flores en mano.

Dios, se veía radiante, era como si JungKook fuera lo que iluminara ese lugar. Simplemente precioso.

TaeHyung tuvo que parpadear dos veces más para comprobar si lo que sus bendecidos ojos apreciaban era real, y al abrirlos exhaló una sonrisa y un nudo en la garganta apareció, porque vaya que era real.

Su futuro esposo estaba con él, tenía vida, tan real como él mismo.

Lo veía caminar hacia él con los ojos cristalizados y una sonrisa tímida tras la cual se ocultaba una emoción exorbitante y brillante, una que TaeHyung captó a la perfección, pues sentía eso mismo.

JungKook también observó a su alfa, al hombre de su vida. Lucía bellísimo con ese traje a juego con el suyo, negro al contrario del suyo, con las orillas de las mangas de su traje color blanco y ese lazo adornando el cuello de su camisa. Su cabello negro apartado de su rostro, sus cejas pobladas, sus ojos atigrados y profundos. Perfecto, esa era la palabra que sin duda JungKook usaría para definir a su prometido.

Escuchó y dulce gritito que hizo que volteara a ver hacia su hijo, quién empezó a agitar tiernamente la mano en su dirección y JungKook con una sonrisa elevó la propia y lo saludó.

Volvió a dirigir su mirada hacia el frente. Le faltaban unos pasos nada más. JungKook quería estar ahí ya, quería correr, saltar o volar de ser necesario.

Sus pasos se detuvieron cuando Shin lo hizo y JungKook volteó a verle, momento en el que Shin le dedicó una sonrisa y le abrazó, ayudándolo después a subir el escalón que le faltaba para llegar al altar.

La ceremonia dio inicio, pero para ser francos, ninguno de los dos estaba muy concentrado en ella, pues toda su atención estaba en el contrario, no pudiendo despegar sus miradas ni un microsegundo, ni tampoco borrar las sonrisas que iluminaban hermosamente sus rostros felices y dichosos.

Tan obvia la manera en la que se miraban, amándose y queriéndose con todo de sí, y todo visto y capaz de sentirse con una sola mirada brillosa y sincera. Desbordando cariño.

No tenían ni una sola pequeña duda de que esa era la decisión correcta.

Ambos reaccionaron ansiosos cuando llegó el momento de los votos.

Vieron a JiMin acercarse con JunSang en brazos y una almohadilla que JiMin simulaba que era sostenida por el bebé, quién parecía contento de ser acercado nuevamente a sus dos padres amorosos que tanto quería.

Ambos no pudieron evitar ver a JunSang con una sonrisa y cuando estuvieron lo suficientemente cerca, el cachorro quiso tirarse encima de TaeHyung para recibir su amor, pero JiMin lo apartó, recibiendo un gimoteo de queja de parte del bebé.

JiMin les entregó los anillos y volvió a su lugar junto con JunSang, volviendo a dejarlos solos parados en el altar.

TaeHyung fue el que comenzó.

—JungKook, desde que llegaste a mi vida te convertiste en mi milagro. Eras molesto, pero tenerte detrás de mí todos los días me dio la oportunidad de ver que la vida va mucho más allá de lo que ven mis ojos —JungKook sonrió, escuchándolo con atención—. No sé qué sería de mi si no te tuviera a mi lado, o sin tener a nuestro perfecto bebé, solo sé que quiero seguir despertando a tu lado para ver juntos otro nuevo amanecer. Prometo amarte, honrarte y apreciarte siempre. Prometo permanecer junto a ti en lo bueno y en lo malo. Prometo ser un esposo fiel y amante. Prometo ser el más comprensivo en la enfermedad y la tristeza. Prometo entregarte mi alma, ser tu compañero y tu mejor amigo. Y prometo amarte con toda mi alma y mi corazón por toda la eternidad.

Tomó el anillo con cuidado y levantó la mano de su omega con suavidad, acariciando su blanca y tersa piel entre tanto. Visualizó el anillo de compromiso que decoraba su dedo anular y poco a poco —y con una sonrisa—, deslizó el anillo dorado por el mismo dedo hasta hacerlo reposar brillantemente en él. Y después, alzó la mano de JungKook y depositó un demorado y meloso beso en ella.

JungKook sonrió en grande, brillando.

—Kim TaeHyung, mi impulsivo y tonto alfa —comenzó JungKook, con un tono melódico, dulce y lento, sin ningún apuro—. Hoy me entrego a ti para compartir mi vida contigo. Antes de tenerte en mi vida nada era tan bueno, no estaba muriéndome pero tampoco estaba viviendo, y no lo supe hasta que te conocí, pero ahora estoy viviendo, y de la mejor manera: teniéndote entre mis brazos. Valió la pena todo el tiempo que tuve que pasar para dar contigo, amor mío. Volvería a vivir todo lo que pasé con tal de tener siempre este soñado final. Mi futuro, mi voz, mi aliento, solo quiero ponerlo en tus manos y a medida que pase el tiempo comprendas que te amo. Prometo ser un esposo fiel, compartir y apoyarte en tus esperanzas, sueños y metas. Mi voto estará contigo para siempre. Cuando caigas te levantaré, cuando llores te confortaré, cuando rías compartiré contigo tu gozo. Todo lo que soy y todo lo que tengo es tuyo desde este momento hasta la eternidad

Y esta vez fue JungKook el que le colocó el anillo, consolidando la unión cuando tomó esa mano después de colocarle el anillo y la abrazó con las propias, subiéndola para besarla con amor y ternura.

Ambos sonrieron en grande nuevamente cuando el juez dio sus palabras finales, esas que los declaraban como esposos.

Y les dio paso para el beso que sellaría todo.

TaeHyung dio un pequeño paso hacia adelante y acunó su mejilla, haciendo que las lágrimas que amenazaban con caer de los ojos de su omega resbalaran por sus rosadas mejillas.

Las sonrisas parecían permanentes y resplandecientes. Únicas.

JungKook puso su mano sobre el brazo de su alfa, mientras que la otra descansaba sobre su mejilla y TaeHyung lo sostuvo de la cintura con una suavidad increíble.

Sus cuerpos se juntaron sin despegar sus miradas sonrientes y embobadas, muy felices.

Y sin pensarlo mucho, acercaron sus labios lentamente y se fundieron en un beso, uno que sería el más significativo de todos.

JungKook envolvió el cuello de su ahora esposo con sus brazos y el vitoreo y los aplausos de todos los presentes comenzaron a oírse, además de los gritos bastante reconocibles de JiMin, seguidos del llanto de JunSang porque su tío JiMin lo había asustado con tanto escándalo.

Separaron sus labios un poquito, lo suficiente como para unir sus frentes y reír dulcemente sin siquiera abrir los ojos ni soltarse, susurrándose mutuamente un "te amo" sensitivo.

JungKook dio un pequeño paso y se abrazó a su alfa, quien entusiasmado levantó a su pareja en el aire y dio una vuelta, haciéndolo reír y mostrar su esplendorosa sonrisa.

Y siguieron escuchando el vitoreo de todos sus seres queridos, anunciando que ahora compartirían sus vidas como esposos, en las buenas y en las malas.

Hasta que la muerte los... No, ni siquiera la muerte lograría separarlos.

Ahora la pareja de recién casados se sostenía con firmeza y estima en medio de la pista de baile. JungKook tenía su mentón apoyado en el hombro de su pareja y TaeHyung apoyaba su mejilla en la de él.

Sumergidos en su propia burbuja mágica.

—Te ves tan hermoso, amor —elogió encantadoramente TaeHyung, haciendo una breve pausa—. Kim JungKook... Esposo...

JungKook despegó su mentón de donde estaba apoyado para ver su pareja con ojos brillantes y grandes. Y estaría hechizado viendo el rostro de su alfa si no fuera porque Suni se les acercó con JunSang en brazos y ambos voltearon a verles.

—Creo que ya los extraña —dijo ella e inmediatamente miraron a su cachorro, notando como tenía pequeñas lagrimitas mojando sus largas pestañas, haciendo cada tanto un pequeño gimoteo en busca de atención de sus dos personas favoritas.

TaeHyung sonrió y lo alzó en brazos, inmediatamente recibiendo las manitas de su hijo en su pecho. JungKook le dio un beso en la mejilla carnosa de su bebé, dejando después que JunSang recostara su cabeza en el pecho de su papá alfa, dando inicio a un nuevo baile en el que ahora se mecían los tres. Siempre con sonrisas en sus rostros, esas que no se habían esfumado desde que se casaron.

Suni los observó orgullosa al ver la manera en la que ambos se amaban tanto. Empezó a irse de la pista de baile para darles más espacio y volvió a sentarse al lado de su esposo, dejando que él tomara su mano y entrelazaran sus dedos.

—Te amo, Shin Hwan —le dijo ella, mirándolo.

—Te amo, Shin Suni —respondió él, compartiendo sonrisas antes de darse un corto beso en los labios, pues el amor de ellos siempre tuvo que ser así: puro.

Y ahora nada los volvería a separar otra vez.

A un lado de ellos, estaban también los recién casados JiMin y YoonGi, mirando a los novios en la pista de baile. Ambos disfrutaban de la compañía del otro, y en secreto, de una linda y pequeño ser vivo que los estaría acompañando muy pronto también.

—¿Te hubieras casado conmigo si no fuera por el bebé? —JiMin lo miró, recibiendo segundos después la mirada de su esposo.

—¿Qué dices? —Lo abrazó por los hombros y le dio un beso en la cabellera ahora castaña—. No pudiera pedir un mejor omega y padre para mi futuro hijo más que tú —confesó y JiMin lo miró conmovido, sabiendo que YoonGi no era un hombre que hablara mucho de sus sentimientos. JiMin sonrió con los ojos llorosos.

—Serás un buen papá, no tengas miedo —YoonGi sonrió de lado y asintió.

—Ambos lo seremos, JiMin —Y colocó una mano encima de la más pequeña, calentándola con la propia.

Cerca de ellos, se podían escuchar las risas de HoSeok y de su hija. El papá soltero le hacía cosquillas en el cuello a la pequeña MinYoung, quien reía alto y claro, recibiendo el abrazo efusivo que su padre le dio después, seguido de muchos besitos en su cabeza.

El padre alfa de MinYoung no apoyó a HoSeok con su embarazo ni en las ganas de tener a la niña, pero HoSeok le agradecía a su papá, a Suni y a JungKook, pues ellos le habían brindado su gran y significativo apoyo.

Aprendió con su hija que no necesitaba tener un alfa porque ya consiguió el amor de su vida, y era esa preciosa niña. Solo ella. Y viviría por ella, para hacerla feliz y dichosa.

Un poco más lejos, NamJoon tenía en brazos a SunHee, quien le jugueteaba golpeando con su dedito en los hoyuelos de su padre, quien tenía una sonrisa plantada en el rostro.

SeokJin tomó su hombro y NamJoon volteó a verle.

—Es increíble

—¿Qué cosa? —preguntó NamJoon, acomodando a su hija mejor.

—¿Alguna vez te imaginaste esto? ¿Todos cumpliendo nuestros sueños, todos siendo felices? —habló SeokJin y NamJoon miró hacia donde estaba su hermano mejor y su ahora cuñado con su sobrino.

—Nunca, la verdad —miró a su esposo, inclinándose para darle un beso suave en la frente—. Hace más de dos años nunca me hubiera imaginado estar como estoy ahora —Ahora le dio un beso a su hija—, ni respirar bien era algo seguro para mi...

—Suni aquí, tú y yo siendo esposos, padres de una hermosa hija —miró hacia la pista—. Hasta TaeHyung casándose, me parece irreal. Míralo, se ve tan enamorado. Se convirtió, no, todos nos convertimos en personas libres —arrugó sus cejas un poco, sentimental—. No tengo cómo pagárselo a JungKook, espero que TaeHyung le de la vida que se merece —apretó los labios y respiró profundamente, viéndolos danzar.

—Ellos llegaron a la vida del otro cuando más lo necesitaban, cuando estaban en lo más bajo. Tae consiguió en JungKook el consuelo que no pudo conseguir en nosotros —miró a su esposo con seguridad—. Es indudable lo felices que ambos serán

—JungKook necesitaba alguien que lo acompañara y le diera el cariño que nunca pudo tener, y TaeHyung necesitaba que alguien le hiciera ver que él era mucho mejor de lo que mostraba... —NamJoon asintió de acuerdo y SeokJin tomó su mano—. ¿Y qué hay de nosotros? —preguntó SeokJin, recibiendo una sonrisa hermosa de su esposo.

—Creo que todavía nos falta mucho por vivir, Jinnie —SeokJin asintió y se acercó a NamJoon para darle un beso a su bebé, quien estaba mostrando sus preciosos dientes delanteros. Y SeokJin no se pudo resistir y acabó abrazándolos a los dos.

Las estrellas se veían preciosas y brillantes desde el balcón en el que ahora estaban juntos, sentados, JungKook reposando sobre TaeHyung, dejando que las estrellas se reflejaran en sus propios ojos. TaeHyung acariciaba suavemente su espalda, sacándole suaves suspiros tranquilos, ambos sintiendo sus esencias juntarse en el aire como uno solo.

—Omega —llamó TaeHyung, haciendo que JungKook se volteara y ambos pudieran observarse ahora con los ojos de sus lobos, azul y violetas—. Acércate —Y JungKook lo hizo, recostándose un poco más en él pero sin dejar de verlo, dejando que TaeHyung acariciara su pómulo y luego bajara hasta la barbilla—. Eres mi comienzo y mi final. Quiero continuar a tu lado cuando muestres cada una de las sonrisas que tanto me encantas y quiero verte feliz el resto de nuestros días, justo como te mereces. Amor mío, ninguna vida en la que yo existe, será alguna vez completa sin ti... —TaeHyung lo miró a los ojos—. Desde que te vi con esos ojos, supe que no había otro omega en el mundo que alguna vez supere lo que me haces sentir —lo hizo acercarse un poco más, empujando suavemente su barbilla hacia sí—. ¿Ya te dije que amo esas gemas violetas en tus ojos?

JungKook acunó con sus dos manos la cara de su alfa, acercándose un poco más para restregar dulcemente su nariz contra su mejilla.

—Alfa... —susurró y ocultó su rostro en el cuello de TaeHyung, quien lo abrazó y le acarició la espalda y nuca—. Me gustaría volverte a escuchar decirlo

TaeHyung tomó su rostro con ambas manos para que lo viera a los ojos y le hizo bajar su barbilla para poder darle un beso en la frente, haciendo que JungKook cerrara sus ojos.

—Tienes los ojos más hermosos que he visto en mi vida —susurró él antes de que JungKook pudiera sentir como poco a poco su respiración caliente se acercaba a sus labios, obteniendo un beso que aprisionó lenta y suavemente sus labios.

Solo duró unos segundos, pero dio inicio a otro beso más, este más largo y con un poco más de movimiento de parte de ambos. Lento, motivándolos a sentirse nuevamente tan íntimos. Tenían ya bastante tiempo sin permitirse tener esos contactos tan profundos.

Ambos se levantaron, despacio, sin prisa alguna, pues querían disfrutar esa noche al máximo. Su noche de bodas.

TaeHyung tenía sus dos manos suaves en las mejillas de su esposo, quien las reposaba sobre su pecho. Y así ambos iban hacia la habitación, listos para sentirse nuevamente, esta vez como esposos, empezando juntos un nuevo y mágico ciclo.

Cerca de la cama, se detuvieron, y TaeHyung llevó sus dos manos hacia el borde de la camisa de JungKook, buscando levantarla. Pero las manos de JungKook se posaron sobre las suyas, deteniendo sus acciones.

TaeHyung alzó la vista algo confundido, pero cuando lo vio a los ojos, pudo notar inseguridad y vacilación. Era por todas esas cicatrices que pintaban su cuerpo, TaeHyung lo supo al instante. JungKook no quería que lo viera desnudo por esa razón, porque se sentía acomplejado y odiaba esas cicatrices.

Lo miró con ternura y cariño, y levantó sus manos para volver a acunar su precioso rostro.

—Eres precioso, JungKook, él más bonito para mis ojos —Le hizo saber con seguridad y firmeza—. Ya no habrá más cicatrices, el dolor se fue y no va a volver —Y lo dijo con tanta sinceridad y calidez que JungKook relajó todo su cuerpo tenso y luego de demorar un poco en decidirse, soltó el borde de su camisa.

Y se dejó desnudar. Permitió que TaeHyung elevara su camisa lenta y cuidadosamente, despojándolo de ella totalmente. JungKook se encogió de hombros al sentirse al descubierto, pero TaeHyung le hizo dar unos cuantos pasos hacia atrás mientras le daba pequeños besos en el rostro y lo acostó en la cama.

—Eres lo mejor que pude alguna vez soñar tener —confesó JungKook con una sonrisa, arrugando un poco sus cejas y su barbilla temblando ligeramente—. Mi esposo...

Levantó su rostro para besar nuevamente por los labios de su amado. TaeHyung respondió con efusividad y amor, encargándose de besar cada una de las cicatrices dibujadas en el cuerpo de JungKook. Ese cuerpo que era perfecto para los ojos del alfa.

Así fue como JungKook lo rodeó con sus brazos cálidos y se dejaron llevar nuevamente entre las sábanas de la cama, ambos haciéndose promesas de amor que guardarían por siempre.

JunSang estaba jugando en el jardín de sus abuelos con Yeontan, gateando para perseguir a esa bola de pelos andante entre risas y sonrisas adorables, especialmente para dos personas que ingresaban al jardín en ese momento.

—¿Quién es ese príncipe que veo ahí? —La voz de su padre omega le hizo voltearse al reconocerle, lográndole hacer elevar un chillido agudo antes de intentar gatear rápido en dirección de sus dos padres, quienes estaban de vuelta de su luna de miel.

TaeHyung y JungKook se agacharon para recibir a su bebé, quien ya se acercaba más, gateando con una sonrisa empapada de alegría. Escuchando también los ladridos extasiados de Yeontan, quien salió corriendo hacia ellos también, siendo recibido por TaeHyung, quien lo tomó en sus brazos y lo acarició.

JungKook abrió sus brazos con una sonrisa, esperando a su hermoso hijo. Y sus ojos brillaron cuando JunSang se levantó con ayuda de sus dos pequeñas manos y dio tres pasitos torpes hasta llegar con él y dejarse caer en su pecho para ser abrazado.

Sus primeros pasos.

JungKook lo abrazó efusivamente y TaeHyung le dio un beso sonoro en la cabeza.

—Muy bien, bebé, lo hiciste muy bien —felicitó JungKook, dándole infinidad de besitos rápidos a su hijo, en su cabello tan suave. Soltó lágrimas de felicidad, demasiado orgulloso de su pequeño.

Vaya que ahora JungKook podía agradecer tener una vida, esa vida. Y agradecía haber encontrado esa luz que lo sacó de la oscuridad en la que estaba sumergido.

Porque después de años aprendió que entre tanta oscuridad que lo rodeaba, siempre había un camino que llevaría a lo que deseas, y había tener mucho valor para alcanzarlo. Pero el resultado de ese esfuerzo siempre va a valer la pena, sin excepciones.

Y justo ahora estaba comprobándolo, sintiendo en su cuello la marca que lo unía para toda la vida a su alfa. Esa marca completa que ahora compartía con su esposo y le llenaba de sentimientos únicos y sensaciones nuevas.

Justo como esa que ahora le indicaba que su esposo lo estaba llamando.

Así que volteó a verle y se dio cuenta de que a él también se le habían salido lágrimas de felicidad, pues lo sintió, sintió sus pensamientos, sus emociones, sus deseos, sus logros y la infinidad de posibilidades que ahora se les presentaban.

"Te amo" se dijeron sin necesidad de palabras, la marca hacía ese trabajo a la perfección.

TaeHyung exhaló una sonrisa y se acercó a ambos para envolverlos en un abrazo junto con Yeontan. Besó la mejilla de su esposo y la cabeza de su bebé nuevamente, viendo después como Yeontan lamió la mejilla de JunSang, haciéndolo reír.

JungKook, quien sonreía suavemente, se desconectó del mundo un instante, en el que una ventisca suave abrazó su cuerpo e hizo que los vellos de su nuca se erizaran. Parpadeó algunas veces para volver a sí, lo suficiente para volver a sentir los brazos de su esposo envolverlo y la presencia de su hijo y su mascota acompañarlo.

Ya no se trataba de una pasión prohibida, ahora se trataba de un amor tan profundo que era capaz de atravesar todo tipo de barreras, incluso la vida.

Quizás era tiempo de darle otro significado.

Era su pasión prohibida convertida en el amor más sincero y sublime que trasciende más allá del tiempo.




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