93. Condena inevitable

La seriedad, la incomodidad y la incertidumbre pintaban los rostros de Shin y JungKook, quienes caminaban por los largos pasillos del hospital. Ninguno de los dos sabía que decir. Ambos procuraban mantener una distancia prudente entre ambos.

JungKook mordisqueó su labio con insistencia, y le dio paso al impulso que desde hace minutos lo tenía inquieto. Se volteó sobre sus talones, haciendo que Shin detuviera brevemente sus pasos, pues iba un poco más atrás que él. Shin pudo ver como el omega abrió la boca, pero las palabras no salieron de sus labios. JungKook, frustrado, frunció el ceño e inconforme volvió a voltearse para seguir caminando.

Shin continuó siguiéndolo, esta vez con su mirada fija en la espalda del omega y emitió un suspiro profundo. Él escuchó todo lo que MinSoo le dijo a JungKook por el micrófono incorporado, pensó que MinSoo se refería a otra persona cuando empezó a hablar, pero cuando lo escuchó decir su nombre, el estupor que sintió no lo dejó reaccionar y entró en un trance en el que rebobinó el pasado, buscando algún leve recuerdo fuera de lo común que le indicara que sí JungKook podría ser su hijo.

Algo dentro de él le decía que era imposible, que no había forma de que algo así hubiera ocurrido porque jamás en su vida tuvo ese tipo de contactos con Chaeyoung, pero si se ponía a pensar en todo lo que ahora sabe de ella, no le parecía imposible porque Viktoria era capaz de todo y más.

Shin no hubiera tocado el tema si no fuera porque JungKook se acercó a él la noche anterior para preguntarle si de verdad era su padre y si había alguna forma de comprobarlo.

Y ahí estaban ahora, saliendo del laboratorio después de hacerse los respectivos exámenes de paternidad. Tendrían los resultados en veinte días más.

Los dos ya estaban dentro del auto cuando Shin finalmente habló.

—Sabes que siendo o no mi hijo te voy a tener el mismo cariño, ¿verdad? —le aclaró suavemente Shin, logrando que JungKook lo mirara con sus ojos grandes y violetas.

—Gracias —le mostró una pequeña sonrisa.

Shin se le quedó viendo unos pocos segundos antes de exhalar y estirar sus brazos.

—Ven acá —lo atrajo un poco más a sí para abrazarlo y darle un beso en la frente.

Como últimamente solía hacer, JungKook se tomó la libertad de sentir su olor a chocolate amargo. Solo que esta vez, otra incógnita apareció frente a sus ojos. Esperó a que el abrazo terminara para exponerla.

—También hueles a chocolate, como yo... —le dijo, más Shin se quedó viéndolo pensativo al no entender el contexto de su comentario—. Me refiero que TaeHyung huele a menta y NamJoon huele a toronja, y el olor de Suni es menta con toronja... —eso bastó para que Shin entendiera—, y el olor de HoSeok tiene manzana y tú igual. A lo mejor si es verdad lo que dijo MinSoo —dijo con sus ojos abiertos y Shin sonrió.

—Sí, tienes razón —colocó su mano en el hombro y ambos se miraron—. Seas o no seas mi hijo, te seguiré queriendo como uno —sinceró y JungKook le sonrió en grande y hermosamente.

Shin arrancó el auto y JungKook se quedó mirando la ventana mientras avanzaban.

JungKook no quería incomodar a Shin, pero realmente le emocionaba un poco que él fuera su padre porque así no se sentiría tan asqueado al saber que no es hijo de MinSoo ni mucho menos proveniente de un incesto.

En unos minutos ya estuvieron de vuelta en casa y al entrar, Shin llamó a HoSeok para que bajara porque tenían que hablar con él. Esperaron a que el omega bajara y lo invitaron a sentarse bajo la mirada confusa y extrañada de HoSeok. JungKook se sentó a su lado y Shin frente a ambos.

Se tomó unos segundos en los que HoSeok se percató de que JungKook no lo había mirado desde que regresaron y eso sin duda le pareció aún más extraño.

—HoSeok... —comenzó Shin y HoSeok lo miró, pidiéndole con la mirada que continuara porque la incertidumbre lo estaba poniendo nervioso—. JungKook y yo acabamos de ir al laboratorio del hospital.

—¿Para...? —Shin carraspeó ante la pregunta de su hijo.

—Existe una posibilidad de que JungKook y tú sean familia.

HoSeok parpadeó, aun sin comprender.

—¿Ah?

—Shin puede ser mi padre —esta vez fue JungKook el que habló, ganándose la mirada de HoSeok, quien confundido volvió a mirar a su padre para ver si JungKook mentía.

Pero su padre no era de los que hacían bromas, ni mucho menos le estaría contando algo tan serio si de verdad no fuera una posibilidad.

—Ay papá, no me jodas —murmuró HoSeok con perplejidad.

—Sé que es muy fuerte de analizar pero hay que irnos preparando porque la probabilidad es muy grande —habló Shin y HoSeok negó ligeramente, sin poder creerlo aún.

—Pero... ¿cómo?

—No sabemos con certeza pero espero que te sigas llevando bien con JungKook ahora que podría ser tu hermano —le dijo y HoSeok se tapó la cara con las manos, analizando todo.

Shin le dejó su tiempo para pensar pero JungKook aprovechó el silencio para patear suavemente la pierna de HoSeok a su lado para llamar su atención. HoSeok alzó la vista y lo miró con cara de "¿qué quieres". JungKook señaló con los ojos a Shin y HoSeok frunció el ceño, procesando hasta alzar las cejas al comprender.

JungKook se arrimó más a su lado y le susurró:

—Dile —HoSeok se le quedó viendo y Shin los observó con curiosidad.

—¿Qué pasa? —inquirió el mayor, presenciando como HoSeok inhalaba y exhalaba profundamente.

JungKook tomó la mano de HoSeok para que supiera que estaba ahí para darle apoyo y HoSeok finalmente infló el pecho y habló.

—Papá... —carraspeó un poco, Shin lo miraba con preocupación—. Estoy... yo- —intentó decir, nervioso—. Estoy embarazado —dijo tan rápido que Shin casi no entendió. Casi.

—¿Qué? —Shin preguntó, incitando a que repitiera sus palabras y comprobar si había escuchado mal. HoSeok volvió a inhalar un poco.

—Vas a ser abuelo, ¿ok?

Shin llenó sus pulmones de aire y se inclinó hacia adelante para apoyar sus codos sobre sus rodillas y entrelazar sus dedos a la altura de su barbilla.

—Embarazado... —murmuró por lo bajo, procesando la información—. JungKook, ¿me podrías dar un momento con HoSeok, por favor? —pidió lentamente Shin, haciendo que los ojos de HoSeok se expandieran tanto que parecieran salir de sus órbitas.

HoSeok miró con súplica a JungKook mientras negaba con su cabeza, pero JungKook se levantó y le susurró un "suerte" antes de irse, dejando tras él un tenso silencio que llenó toda la sala.

—¿Desde cuándo lo sabes?

HoSeok se estremeció por la voz de su padre, tragando grueso al darse cuenta de que lo miraba serio.

«Me va a matar, me va a matar», pensó HoSeok.

—Hace unos días; papá, estoy pensando en tenerlo —respondió, buscando bajar las aguas un poco.

—¿Tú solo? ¿y el papá? —preguntó Shin, preocupado.

—Por ahora soy solo yo —se quedó en silencio un instante—. Pero estaré bien, no tuve una relación muy profunda con el padre del niño, no me pasará algo como a JungKook.

Shin endureció sus facciones un poco.

—HoSeok-

—Voy a volver a trabajar, NamJoon me dio otra oportunidad —lo interrumpió—. Voy a hacerme responsable —le aseguró, levantándose para acercarse a su padre y se sentarse a su lado—. No te molestes, sé lo que tengo que hacer y estaré bien criándolo yo solo —le aseguró suavemente.

Shin le miró con preocupación.

Shin siempre había tenido el impulso de proteger a su hijo, pero ahora lo sentía el doble, el triple incluso. Solo quería abrazarlo y jamás soltarlo. Shin suspiró y tomó su mano.

—Yo voy a apoyarte en todo lo que quieras —asintió Shin, acariciándole la cabeza con su otra mano. Los ojos de HoSeok se llenaron de ilusión y felicidad—. Tener un hijo solo es fuerte, HoSeok —se tomó un momento para continuar—, pero yo voy a estar ahí para aconsejarte siempre —sonrió de labios cerrados, acariciando con su pulgar el dorso de la mano de HoSeok—. No estoy molesto contigo —HoSeok lo miró asombrado—. Si esa es tu decisión, la voy a respetar, ¿ok? No voy a juzgarte porque me demuestras que estás asumiendo tu responsabilidad.

HoSeok lo abrazó conmovido.

—Muchas gracias, papá, voy a dar lo mejor de mí.

Shin no pudo evitar sonreír lleno de orgullo.

—Yo solo no quiero que te hagan daño —murmuró el mayor, HoSeok lo abrazó con fuerza y le devolvió el abrazo con la misma intensidad.

Y se quedaron un buen rato así, abrazándose, HoSeok sintiendo un peso menos sobre sus hombros.

Pero de repente, sintió como su padre se aferraba fuertemente a su ropa. HoSeok se separó del abrazo para ver como tenía los ojos cerrados muy fuerte y su respiración comenzaba a tornarse irregular.

—¿Papá? —inquirió HoSeok, comenzando a asustarse.

—Me está dando un paro —jadeó el mayor, con la voz rasposa y arrastrada como si le costara hablar.

—Si esto es una venganza por las arcadas es una muy mala broma, papá —lo miró con advertencia y preocupación. Shin fue dejando caer lentamente su espalda sobre el sofá, con la respiración irregular y los ojos cerrados—. ¿¡Papá!? —HoSeok se alteró enseguida.

—Busca... ayuda... —dijo Shin con dificultad, pero HoSeok no tardó en acatar, desesperado.

—¡JungKook! ¡JungKook! —exclamó aterrado.

El nombrado no tardó en hacer aparición con sus mofletes llenos, sosteniendo un bote de helado mientras comía de él. Sus ojos abiertos vagaron por la escena, terminando por angustiarse en seguida, abriendo más de la cuenta sus ojos y tragando el helado que llenaba su boca.

—¡Busca algo para refrescarlo! —le gritó HoSeok, moviéndose desesperado e intentando estabilizar a su padre.

JungKook espantado corrió como podía a la cocina y dejó el bote de helado sobre una encimera para buscar algo de agua, sirviéndola torpemente en un vaso de agua.

—¡Apúrate! —presionó HoSeok.

JungKook corrió con desespero pues HoSeok seguía llamándolo con insistencia. A los segundos estuvo junto a ellos, y al no saber exactamente qué hacer, en un impulso le echó el agua del vaso directo en la cara.

Shin se quedó quieto, con la boca cerrada y los ojos apretados.

—Eres un completo estúpido —espetó HoSeok, viendo a JungKook con el ceño fruncido. JungKook lo miró ofendido—. ¿¡Crees que el agua va a quitarle un infarto!?

—¿¡Refrescarlo con un ventilador hubiera servido!? —exclamó JungKook, posando su mirada molesta sobre el contrario.

—¡Tenías que llamar una ambulancia, no tirarle agua!

—¿¡Y por qué no lo hiciste tú!? ¡No le hiciste ni primeros auxilios!

Shin se sentó en el sofá en silencio, pasándose la mano en la cara para quitarse el agua para observar como ambos menores seguían discutiendo sin siquiera prestarle atención.

—¡No tuviste padres, no sabes nada de ser un hijo!

—¡Tú tienes varios y tampoco sabes!

Pero sus gritos mutuos se detuvieron cuando las carcajadas gruesas de Shin comenzaron a escucharse a su lado. Ambos fruncieron el ceño al mirarlo reírse con tanto entusiasmo. Y dejando más que claro que todo había sido una broma.

—Papá —murmuró indignado su hijo al entender.

—Ustedes... —se carcajeó nuevamente—. Nunca les voy a dejar mi vida en sus manos —continuó riéndose, secándose una lágrima que escapó de uno de sus ojos.

Shin les jaló las muñecas a ambos sin importarle sus rostros llenos de irritación.

—Vengan acá, ustedes dos —los atraía a ambos a su lado y se recostó en el respaldo del sofá, recibiendo a ambas cabezas sobre sus hombros y brazos rodeando su torso.

Ya estaba logrando calmar su risa cuando JungKook le sacó el dedo del medio a HoSeok.

—Rubio Barbie —le insultó antes de recostarse en el pecho de Shin y cerrar los ojos.

—Rata de dos patas —insultó de vuelta, haciendo que JungKook abriera los ojos y viera que él también le sacó el dedo.

JungKook colocó su dedo índice y pulgar formando una "c" y la apuntó hacia él, con el fin de devolverle los malos deseos.

—Ojalá se te devuelva y te lo metas por el culo

—Ya, ya —murmuró Shin antes de darle un beso en la cabeza a cada uno para que se calmaran, acariciando los cabellos de ambos y logrando que finalmente se calmaran.

Shin jamás había reído tanto como lo ha hecho con las locuras de JungKook y HoSeok juntos, le hacía sentir como si hogar se agrandara de una manera muy brillante y resplandeciente. Tenía a la omega que ama a su lado, a su hijo HoSeok y ahora un posible otro hijo, JungKook.

Antes su corazón le pertenecía solo a HoSeok, pero se sentía muy bien darles espacio a más personas ahí dentro, hacía sus días mucho mejores y más cálidos.

La sala de interrogatorio siempre había sido uno de los lugares más fríos e infaustos para Suni, pero ni siquiera las paredes frías y los pequeños rincones un poco más oscuros podían opacar ni en lo más mínimo al sentimiento de triunfo y victoria que llenaba sus pulmones e inflaba su pecho.

Con ayuda de su mechero, encendió un cigarrillo que sacó de la cajetilla algo vacía que guardaba en su bolso y se lo extendió a la persona que tenía al frente.

Quien no era nada más y nada menos que Viktor Petrov, alias, Jeon MinSoo.

MinSoo lo tomó con sus ojos frígidos fijos en ella y se lo llevó a la boca para recibir la descarga de nicotina. Vio como Suni también sacaba uno para ella y le daba una calada profunda.

—La doctora Suni fumando, nunca me esperé eso —expresó ladino, exhalando la pequeña nube de humo lentamente por su boca.

—Una de tantas cosas que he hecho gracias a ti —respondió serena. MinSoo bufó una risa y la miró intensamente por unos instantes, permitiendo que su mente maliciosa soltara aquella frase sin solapar.

—¿Llegaste a tener a tu bastardo? —preguntó sin mucho interés, recibiendo la mirada de odio de Suni. MinSoo rio guturalmente y la miró con burla—. Ups, descanse en paz —dos risitas cortas fue lo que le siguió después de esa frase, haciendo que la sangre de Suni hirviera.

Ella se levantó en un movimiento y jaló con brusquedad el cabello de su nuca para estamparlo sonoramente contra la mesa. MinSoo se quejó en voz agria cuando le soltó, llevándose las manos directamente a la nariz sangrante.

—Zorra —voceó entre dientes, sosteniendo su tabique.

—Yo mando en este lugar y me debes mostrar respeto —siguió fumando, mirándolo desde arriba. MinSoo le mostró una sonrisa y la miró nuevamente—. Otro comentario de esos y apagaré mi cigarrillo en tu pene —amenazó. MinSoo alzó las cejas con una sonrisita socarrona.

—Tan salvaje como siempre —Suni lo miró seria, ignorando su tono insoportable.

—¿Sabes por qué fallaste? —le preguntó ella, consiguiendo una mirada intolerable y curiosa de MinSoo.

—Me muero por saber, preciosa —Suni resistió el grande impulso de impactar su puño directo en su macabro rostro.

—Por esa sonrisita que tienes tatuada como si fuera un payaso —se sentó sobre la mesa—. Hacías llorar a las personas y te reías, lo único que haces es reír como si vinieras de un circo —le dio una calada a su cigarrillo y exhaló el humo—. Esas ganas de querer superar cualquier cosa sin importar nada te terminaron enredando. Esa confianza al hablar, ese gran orgullo que dices poseer, ese hábito de subestimar al otro, ¿a qué te llevó? —su mirada permanecía imperdurable—. ¿A usar un uniforme de preso y pasar tus días en una celda de once metros cuadrados sin posibilidad de ver la luz del sol? —se rió—. Yo fui tu mayor juguete por simplemente amar abiertamente a mis hijos... —se levantó y caminó un poco por los alrededores—, pero ahora tú eres mi mayor juguete por lastimar a mis hijos. ¿Qué ganaste, MinSoo? Años de gloria que se reducirán a una celda donde apenas tendrás espacio para dormir

MinSoo negó lentamente poco después.

—Siento ese odio en ti, ese rencor —la miró con preocupación falsa—. Debes cuidarte el corazón —rió cortamente—. ¿Qué que gané, Suni? —sonrió ladino—. Te he transformado en alguien que nunca pensaste que serías —Suni arrugó las cejas—. Ese odio te ha impulsado a hacer cosas que para ti eran prohibidas —Suni movió la cabeza hacia un lado, comenzando a irritarse más—. Solo tienes que verte, ahora fumas y antes aborrecías a los fumadores —se removió la sangre que descendía por su nariz—. Acabas de romperme el tabique y no te ha importado ni en lo más mínimo cuando antes no tenías ni el valor de matar a un mosquito que te picaba —tiró el cigarrillo al suelo y lo apagó con su zapato antes de volver a mirarla—. ¿Y sabes por qué cambiaste? —se quedó viéndola en silencio—. Por ese odio que fui cultivando en ti. Dime Suni, ¿Por qué ni siquiera llamaste a tus hijos o intentaste contactarlos? Y no me digas que porque no pudiste —soltó una risa que dejó una sonrisa insoportable en su rostro—. ¿Estuviste en los malditos Estados Unidos y no pudiste ni enviar un mensaje? —Suni tensó la mandíbula—. Porque tu odio creció más que ese amor maternal en ti. ¿Qué le dirás a NamJoon cuando sepa que mientras él era abusado física y psicológicamente tantas veces, su madre estaba dándose una vida digna entre putos dólares? —puso una de sus manos esposadas sobre su pecho—. Me das orgullo, porque yo te crie y te hice esta omega fumadora con ese instinto asesino que tienes ahora —MinSoo veía la cara de molestia de Suni—. ¿Ya entiendes? Las emociones transforman a las personas dependiendo de cómodo se las cultiven —acomodó su espalda sobre la silla—. ¿Quieres que te dé más clases, linda?

—Si piensas que me vas a cohibir con tus pensamientos retorcidos de mierda estás muy equivocado —se acercó a él, apoyando una de sus manos sobre la fría mesa—. Dices que me has transformado en alguien llena de odio pero, ¿sabes qué? Te lo agradezco —aplaudió, enderezándose—. En realidad te aplaudo por tu ardua labor de hacerme una persona distinta. Fui traicionada por alguien que consideraba una amiga y ahora sé lo que una verdadera amistad significa —lo miraba con el mentón en alto, mostrando que no era alguien manipulable—. Le entregué mi futuro a un alfa abusador y ahora aprendí que soy mucho más de lo que él vio en mí y sé lo que me merezco. Me pusiste al borde de la muerte y ahora tengo claro lo tan cercanos que estamos todos del peligro. No quiero tus clases, no quiero que me enseñes nada porque de la gentuza como tú ya todo lo aprendí —puso ambas manos sobre la mesa y volvió a inclinarse—. Soy una persona mejor, ¿y sabes que hacen las personas que se vuelven mejores? —sonrió—. Saben cómo triunfar sin levantarle ni un solo pelo a alguien, algo que tú señor 'todopoderoso' no tienes la capacidad de hacer, y ahora estoy aquí en libertad mientras que tú ya no eres propiedad de ti mismo. Ahora si me disculpas, no perderé más de mi tiempo hablando con una pared, buena suerte, MinSoo —dio una última calada a su cigarrillo—. Y esto es por mencionar a mis hijos

En otro movimiento rápido apagó la colilla justo en la herida de su nariz. MinSoo arrugó las cejas y apartó su mano de golpe, cubriendo su herida más magullada. Suni solo lo miró con apatía y tomó su cartera antes de hacer resonar sus tacones sobre el frio suelo firme hasta la salida de la habitación sin siquiera mirar atrás.

Caminó victoriosa de ahí y se dirigió hacia otra sala conjunta que había cerca. Se aproximó a la puerta que estaba custodiada por dos alfas uniformados y armados.

—¿Cómo lo tienen? —inquirió seria.

—Esposado a una silla de manos y pies como usted pidió —le respondió uno de ellos y Suni asintió conforme.

Hacer ese tipo de cosas como torturar a los prisioneros no era de lo más ético, pero a Suni no le importaban todas esas estúpidas reglas, ¿te lo mereces? Entonces lo tendrás.

Los hombres no demoraron en hacerse a un lado y abrir la puerta para darle paso a su superior. Suni ingresó, viendo como Kim DongGun estaba de espaldas sentado y amarrado sobre una silla con ruedas en medio de la habitación vacía.

DongGun escuchó unos tacones acercarse a él hasta detenerse justo en frente. Sus ojos estaban vendados, por lo que no hubiera podido adivinar quien se encontraba ahí ni en un millón de años.

—¿No crees que está mal que la policía me trate de esta manera? Son lo mismo que unos mafiosos al fin y al cabo —expresó con su tono socarrón e irritante que Suni en definitiva no extrañó ni en lo más mínimo.

Bufó una risa baja.

—Pues no soy la policía, soy tu exesposa —DongGun frunció el ceño, pero no pudo siquiera procesar cuando Suni le arrebató la venda de los ojos. El alfa alzó la mirada desde la punta de sus tacones hasta su rostro, abriendo los ojos de par en par y palideciendo al ver ese rostro que tanto odiaba y creía no volver a ver jamás.

Empezó a empujar la silla hacia atrás impulsándose de sus propios pies sobre el suelo.

—¿Por qué te quieres ir ya, querido? —habló con una sonrisa burlona.

—Yo te maté —murmuró incrédulo y alterado. Suni viró los ojos.

—Todos dicen eso 'yo te vi morir' 'vi tu lápida', 'tú estabas muerta', etcétera, etcétera —habló con fastidio mientras se acercaba a él—, pero la verdad es que estoy muy viva y cuerda —tomó el respaldo de la silla de DongGun y comenzó a arrastrarlo sin rumbo definido, simplemente moviéndolo de un lado a otro.

—Yo te apuñalé, te apuñalé cinco veces —la veía con el mismo desespero que se reflejaba en su voz ronca. Suni dejó de moverlo.

—Pues no lo suficiente para matarme —caminó hasta estar frente a él nuevamente y desabotonó los dos botones inferiores de su camisa—. Mira, si soy yo, aquí está tu obra maestra

Ahí se podían ver las cicatrices en el abdomen que la acompañaban hasta día de hoy, marcas de su pasado que sin duda dejaron más atónito a su exesposo.

—Al parecer no eres tan buen asesino en serie como pensabas —se burló con gesto serio, viendo como él apretaba las manos en la silla—. Ay DongGun, solo han pasado unos segundos ¿y ya tendrás tus ataques de rabia? —alzó una ceja—. Así quería que me vieras, quería que vieras mis cicatrices cerradas y totalmente curadas. Quería verte inmovilizado mientras yo te miraba de arriba abajo como la gran porquería que eres —se le acercó más—. He querido verte sufrir, verte pagar por todo el daño que me has hecho a mí y a las personas que amo.

DongGun sonrió torcido por la rabia que reposaba en él.

Suni simplemente lo miró seria e impulsó su puño cerrado hacia su cara.

—¡Por casi diez años de maltrato! —lo golpeó nuevamente—. ¡Por asesinar a mi hijo! —le dio un rodillazo en la entrepierna, sin tomarse ni un minuto para dejarlo respirar—. ¡Por lastimar a NamJoon! —DongGun elevó un grito de dolor y Suni subió su pie hasta apretarlo con algo de fuerza sobre su entrepierna—. ¡Por humillar a SeokJin! ¡Por robarle los sueños a TaeHyung! —aplicó más fuerza y DongGun jadeó. Golpeó con su puño el abdomen a la altura de sus pulmones y DongGun gritó desgarradoramente al sentir el dolor insoportable en la zona—. ¡Por quitarme a mis padres! —se separó con la respiración agitada y vio como DongGun jadeó en busca de aire, haciendo muecas de dolor—. ¡Y te mereces más, te mereces mucho más, maldito maricón! —gritó con voz rota, con ganas de llorar de la impotencia.

La rabia acumulada era evidente, finalmente estaba sacando todo lo que se había guardado por años y años.

—¡Mis hijos no tenían nada que ver, mis hijos eran unos niños! ¡Ellos eran inocentes y solo tenían amor que ofrecer! ¡Mi pobre NamJoon, mi Nammie! —no contuvo el sollozó que escapó de sus labios entreabiertos y temblorosos—. ¡Él sabía lo mierda de alfa que podías ser, pero aun así siempre te mostraba una sonrisa! ¡Mi Tae tenía ocho años y lo abandonaste, le hiciste que dejara lo que él más amaba hacer, tocar el piano! ¡Jin era tan dulce, tan agradecido porque le di un hogar, nunca se entrometió contigo ni te causó problemas y mira lo que le hiciste! ¡Un mayordomo! ¿¡Cómo pudiste caer tan bajo!? —exclamó desgarradoramente, con lágrimas llenando sus ojos—. ¡Yo tuve una esperanza de que al ser tus hijos, tal vez...! —limpió sus lágrimas—. No sé qué esperaba de ti, realmente. Pero ese dolor que sientes se te va a multiplicar cuando te extraditen a los Estados Unidos porque te juro que te haré la vida un infierno como lo hiciste conmigo y con mis hijos —se acercó, mirándolo con tanto odio y desprecio que si las miradas mataran DongGun ya estaría ardiendo en las llamas del infierno mismo—. Eres una basura, una simple marioneta desechable. Tendrás volver a nacer para terminar la condena que te van a dictar en unos días y espero que cuando estés en esas en tu fría celda, veas mi rostro y te arrepientas todos los días de no haberme apuñalado donde debías porque desde ese día te condenaste, puto infeliz

Y sin dejarlo decir más, salió de ahí azotando la puerta en un fuerte golpe.

JungKook descansaba cómodamente acostado en el sofá mientras acariciaba su vientre y escribía mensajes desde su celular. Luego de pasar bastante tiempo ahí, vio por el rabillo del ojo como Shin se estaba acercando a la cocina.

—Shin, ¿me traerías un poco de agua? —pidió suavemente, lo suficientemente alto para ser escuchado. Shin asintió en su dirección y fue a buscar un vaso para servirle el agua.

El menor se sentó en el trayecto que le tomó a Shin llegar a donde estaba él, pero al contrario de lo que pensaba, JungKook lo abrazó efusivamente en vez de tomar el vaso. Quedó estático al principio, pero luego se relajó un poco al reconocer que ya estaba acostumbrado a que JungKook fuera mucho más cariñoso desde su embarazo.

Shin le acarició la cabeza con su mano libre y correspondió el abrazo como la posición se lo permitió, abrazando con su mano la espalda alta del menor, quien reposaba la cabeza a la altura de su estómago.

JungKook se quedó un rato en silencio, sin soltarle o moverse demasiado y Shin tampoco rompió el contacto, enterneciéndole su actitud.

—Espero que sí seas mi padre, me sentiría muy orgulloso —dijo contra su estómago. Shin miró hacia abajo y acarició un poco su espalda.

—Yo espero eso también, JK —correspondió.

JungKook miró hacia arriba y lo soltó para levantarse.

—Muchas gracias por toda la ayuda —le agradeció sinceramente, ganándose una sonrisa de lado de parte de Shin.

—Gracias a ti, JungKook —el nombrado sonrió en grande, mostrando las pequeñas arrugas a los lados de sus ojos y sus dientes delanteros—. ¿Hoy te vas? —preguntó poco después. JungKook asintió con una sonrisa y dejó el vaso sobre la pequeña mesa a su lado.

—No sé si me iré con TaeHyung, pero quiero verlos a todos, los extraño —contestó.

—Sabes que puedes quedarte cuando quieras y visitarnos no está de más —le recordó Shin con una pequeña sonrisa.

—Lo tendré en cuenta, gracias —dijo con una sonrisa y Shin chasqueó la lengua y lo volvió a abrazar.

—Te mereces toda la felicidad, JungKook, no lo olvides —JungKook lo abrazó fuerte y ambos se separaron.

—Gracias por todo —volvió a agradecer antes de tomar el vaso de agua y darle un sorbo.

Después de unos minutos, cuando acabó de tomar el agua, Shin le dijo que podía llevarse el auto de HoSeok por mientras, así que JungKook salió y volvió a despedirse de Shin desde lejos con una gran sonrisa de agradecimiento y cariño que Shin aceptó y respondió de la misma manera, viendo como el menor se subía al auto y desaparecía de su vista.

JungKook sentía muchas emociones juntas, sentía alivio, sentía emoción y también realización. Después de tanto dolor, tantas lágrimas, tanto esfuerzo y dedicación, al fin era libre. Casi lo sentía como un sueño, finalmente podría gozar de esa felicidad que por tantos años anheló, y no tendría que disfrutarla sola, pues ahora tenía a su nueva y verdadera familia.

Todavía sentía que le quedaba una pequeña espina del pasado, algo que le impedía totalmente cerrar el ciclo. Sabía muy bien que era: quería verlo por última vez y así dejar las cuentas claras para poder seguir con su vida en paz.

Decidió no testificar en el juicio ni asistir a él, solo quería estar con los que amaba. Y para su suerte, ya había suficientes pruebas para mandarlos a la cárcel por muchos años y no necesitarían su testimonio. Solo iba a ir y luego regresaría a su hogar, a donde pertenecía.

Ahora mismo estaba llegando a la penitenciaría donde estaba él y un oficial lo acompañó hasta la celda y les dio privacidad, retirándose. JungKook se quedó a una distancia prudencial de los barrotes de la celda, viendo como MinSoo estaba dándole la espalda, mirando por una pequeña ventana del lugar. El lugar era oscuro y ni siquiera tenía una cama.

JungKook se quedó un buen rato viéndolo, sin decir palabra, pues sabía que MinSoo ya estaba al tanto de su presencia ahí.

—Eres astuto, no me esperé que fueras a colaborar con un gobierno, admito eso —la voz distante y grave de MinSoo rebotó en las paredes vacías hasta llegar a sus oídos—. Pero, ¿estás seguro de que eres lo suficientemente astuto como para vencerme por completo? —JungKook frunció el ceño.

—Ya te vencí, no tienes a donde ir —rebatió el menor—. Confiscamos tus cuentas, tus propiedades, están descubriendo todos los lugares donde hacías tus negocios sucios y ahora la mayoría de tus socias están igual o peor que tú —MinSoo jugó momentáneamente con su lengua dentro de su mejilla, pasándola ligeramente por sus labios algo resecos.

—Cuando dices igual o peor que yo, ¿a qué te refieres? ¿a una celda? —indagó, curioso.

—A la miseria en la que vives y vivirás por siempre —aclaró con firmeza y MinSoo asintió.

—Si esto es miseria, ¿Cómo será la verdadera dicha? —preguntó al aire antes de voltearse y mirarle—. Hay algo que no sabes y es que... —hizo una pausa, avanzando hacia él y dejando que sus zapatos resonaran sobre el suelo. JungKook pudo ver su nariz morada y algo hinchada—... yo sigo estando en la cima —clarificó con seguridad—. Te confesaré algo —envolvió con sus manos los barrotes de la celda y se apegó a ellos—. Prefiero morir antes que irme a una cárcel en los Estados Unidos

—Es lo que te toca —dijo JungKook, viendo como después MinSoo rodó los ojos.

—Creo que esa cría tuya te está comiendo el cerebro —JungKook bufó irritado.

—Fue un error venir —dijo entre dientes, mirándole mientras achicaba los ojos.

—Para ti fue un error, pero para mí no —sonrió con esa sonrisa sádica que estremecía. JungKook dio unos cuantos pasos hacia atrás, sintiendo un escalofrío erizar los vellos de su nuca—. Mejor vete antes de que te amargues más —dijo MinSoo, viendo como JungKook fue retrocediendo para irse—. Te deseo una larga vida, JungKook, fue un placer hacer de tu padre —se despidió sombría y siniestramente.

JungKook se dio la vuelta y empezó a salir del lugar con rapidez, dejando a MinSoo en la celda, viendo cómo se iba y se reía con la poca cordura que le quedaba.

La mafia no es un juego de ser vencido y aceptado, es algo más profundo donde un final feliz no es una posibilidad...




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