88. Un hasta luego
Lo hizo caer de rodillas al suelo, saliéndose con la suya haciendo que el golpe las dejara amoratadas por el impacto contra el material sólido y robusto. No se aplazó un momento más y colocó el cañón de su revolver justo en su frente, jalando su cabello hacia atrás con una mano. El que hombre jadeó asustado; tan aterrado que podía ver con sus ojos marchitos como temblaba a su merced.
—¿Te das cuenta de lo que has hecho, maldito inútil? —vociferó entre dientes y el hombre de rodillas tembló en su lugar—. Solo te pedí una cosa
El hombre siquiera estaba amarrado, amordazado o retenido, porque él sabía muy bien que nadie se atrevería a intentar huir, no cuando él mismo sabía el poder que tenía sobre los demás, ese que le permitía someterlos a su antojo, cosa que sin duda disfrutaba.
—Te dije que le dispararas al abogado, no a la vieja —su mirada reflejaba enojo, frialdad—. Yo quería a ese alfa muerto —habló entre dientes, jalando su cabello con más fuerza; logró escuchar un pequeño quejido—. Te duele, ¿no es así? —aplicó más fuerza, sacándole un quejido mucho más notorio. MinSoo gruñó—. En este trabajo no se aceptan errores —y soltó una risa escalofriante que le puso los pelos de punta al hombre de rodillas ante él—, y tú te has equivocado en gran escala —sus palabras serpenteaban sombríamente mientras se agachaba un poco para quedar frente a frente. El contrario se estremeció cuando sus ojos fueron puestos fijamente en él—. ¿Qué crees que te haré? —una sonrisa tétrica se formó en los labios de MinSoo.
—Por favor, señor, no me mate, no volveré a fallar, se lo juro, voy a cumplir, por favor —suplicó el hombre, temblando de miedo e inquietud.
Esa frase solo hizo que la sonrisa de MinSoo creciera en su rostro, ensombreciéndola aún más cuando paseó su lengua por un costado de sus dientes. El hombre se espantó cuando MinSoo se acercó lentamente a un lado de su rostro mientras todavía le sostenía el cabello con fuerza y con la otra mano portaba el revolver.
—Voy a matarte como la rata inservible que eres —susurró siniestro.
Y el hombre no tuvo chance de hablar y asimilar cuando MinSoo apretó el gatillo justo en el medio de su frente, soltándolo segundos después y viendo como el cuerpo inerte del hombre caía sobre sus espaldas en el suelo.
MinSoo se tomó un momento para ver el cuerpo asesinado a sus pies, sin prestarle mucha atención a las gotas de sangre que habían chispeado en parte de su mejilla por la cercanía con el hombre.
Pero su mirada se desvió perdidamente a un punto fijo frente a él, escrutándolo detenidamente con sus ojos fúnebres.
DongGun, quien era ajeno a todo el alboroto, había escuchado el disparo proveniente de una de las habitaciones de la mansión donde se estaban quedando, y no dudó mucho en caminar hacia allá con un poco de dificultad producto de su salud.
Sin embargo, frunció el ceño al ver la escena frente a él: MinSoo viendo a un punto fijo en el que no había absolutamente nada y un hombre muerto y ensangrentado tirado en el suelo con un disparo directo en la cabeza.
—¿Qué es esto? —no se abstuvo de preguntar, sacando de su trance extraño a MinSoo, quien no demoró mucho en levantarse impasible y caminar a una de las mesas junto a él para tomar un pañuelo y limpiarse la sangre salpicada en su rostro—. ¿Qué hizo? ¿Por qué lo mataste?
—No cumplió una orden —respondió hastiado, limpiando la sangre de su mejilla con el pañuelo.
—¿Qué orden? —indagó con el ceño fruncido, dando unos cuantos pasos más dentro de la habitación.
—Mandé a matar a Hwan —dijo sin más, doblando el pañuelo para usar la zona limpia en su sien. DongGun se quedó un momento en silencio, pensando en que MinSoo no le había comentado nada de aquello. Sin embargo, no dijo nada, no denotó su molestia hacia el tema.
—¿Y por qué no lo hizo? —eligió preguntar esta vez,.
MinSoo se volteó sobre su propio eje hacia donde estaba DongGun, viéndolo con esa impasibilidad y frialdad que lo caracterizaba.
—Al parecer la puntería la falló —respondió roncamente, más DongGun se le quedó viendo unos segundos, serio.
—¿Por qué no me dijiste sobre esto? —se ganó la mirada hosca de MinSoo.
—No es necesario —dijo ahora MinSoo, casi alzando una ceja.
—Ahora que estoy enfermo nada parece ser "necesario" para contarme, por lo veo —habló, más tosco de lo que pretendía, solo consiguiendo que la mirada de MinSoo se posara con más intensidad sobre sus ojos oscuros—. ¿Crees que no me doy cuenta de cómo me estás sacando de tus asuntos?
Pero en el rostro de MinSoo se mostró una sonrisa llena de sadismo y malicia con la que hasta el mismo DongGun se sintió intimidado.
—¿Estás celoso, DongGun-ssi? —preguntó con sorna, limpiando sus manos con meticulosidad.
Comenzó a acercarse a paso lento mientras su aura oscura parecía crecer y crecer cada segundo del trayecto, sosteniendo aun el revolver en una de sus manos.
—Solo quiero que estés bien —continuó MinSoo, transformando su sonrisa a una más cínica y psicópata. Miró la pistola en su mano de reojo, solo para incitar a DongGun a hacer lo mismo, sabiendo que tenía la capacidad de intimidarlo sin necesita de siquiera estar apuntándolo con ella.
DongGun no se movió de su lugar, decidiendo observar detenidamente al alfa con el ceño fruncido en algo de extrañeza.
Se miraban a los ojos mientras seguía avanzando hasta que ambos quedaron a escasos centímetros de distancia y MinSoo jugueteaba con el gatillo, meciendo suavemente el revolver de atrás hacia adelante con su sonrisa, tal y como si en algún momento fuera a levantarla rápidamente y pegarle un disparo mortal.
La tensión era palpable en el aire que compartían casi ferozmente, con sus miradas inmóviles en el contrario.
—Así que deja de quejarte, ¿quieres? —cambió su rostro a uno sombrío y perverso, oscureciendo incluso su tono de voz y el color de sus ojos opacos.
—¿Crees que después de todos estos años te tendré miedo?
MinSoo se carcajeó un poco y estiró su mano hasta la pequeña mesa justo a su lado para colocar el revolver sobre ella, dejando escapar una sonrisa ladina que le pondría los pelos de punta a cualquiera.
Caminó hasta detenerse a su lado y le colocó una mano sobre su hombro.
—Deberías —murmuró oscuro, profundo y siniestro.
DongGun lo miró impasible, chocando miradas con MinSoo. Solo que su impasibilidad se vio casi imperceptiblemente turbada cuando MinSoo comenzó a carcajearse con potencia, como si le hubieran contado el mejor chiste.
Y solo se retiró, sin menguar ni una de sus risas caóticas y perversas, dejando atrás a un DongGun algo impresionado y pensativo.
MinSoo siempre había sido una persona despiadada, oscura; siempre con sed de sangre y ganas de hacer el mal. Una persona que carecía de la palabra remordimiento y culpa en su diccionario. Alguien que siempre había sabido convertirse en la peor pesadilla de sus enemigos. Asesina y hace daño por placer y por su beneficio.
Pero había algo nuevo en él, algo que crecía día tras día, alimentándose del rencor, del odio y de avaricia con cada paso que daba. Algo que DongGun sabía que terminaría explotando en algún momento.
DongGun se preguntaba si ese algo era a causa de que cada día tomaba más fuerza para atacar, o era porque aquel mocoso estaba logrando destruirlo poco a poco.
Shin ya estaba de vuelta en la mansión y le había entregado ropa negra a JungKook para el funeral que se realizaría en breves. Luego de ello, volvió a bajar las escaleras en espera a que JungKook se alistara.
Ahora mismo buscaba a NamJoon con la mirada mientras descendía escalón por escalón, y cuando estuvo abajo, caminó hacia la cocina, donde supuso que estaría el alfa.
Sin embargo, se volteó al escuchar su nombre ser llamado desde atrás.
—Shin —habló NamJoon y Shin se dio la vuelta, chocando su mirada con la del menor—. No sabía que estabas aquí —mostró una sonrisa de labios cerrados que Shin no demoró en corresponder.
NamJoon ya estaba vestido de negro, así que Shin supuso que ya había terminado de arreglarse para el mismo objetivo.
—Llegué hace poco, SeokJin me abrió —respondió levantando una de sus comisuras para sonreír un poco—. Ya tu hija está grande —le dijo, habiendo visto el vientre de SeokJin ya bastante grande como para notarse.
Aquel comentario le sacó una gran sonrisa al futuro padre, hablar de su hija siempre lograba ese resultado: felicidad.
—Decidimos que la llamaremos como mi mamá o un nombre parecido al de ella —sonrió más aplico y Shin no pudo evitar enternecerse por el amor que ambos sentían hacia Suni.
—Se pondrá muy feliz —dijo casi inconscientemente, logrando que NamJoon lo mirara con algo de curiosidad, pues le extrañó que dijera "pondrá" en vez de "pondría". Sin embargo, decidió no prestarle mucha atención a ese detalle.
Shin ahuecó su saco con una mano, mientras que la otra la introducía dentro de él, tanteando hasta tomar el objeto con sus dedos.
—Tengo algo para ti —le dijo al menor y NamJoon lo miró con mucha curiosidad, expectante—. Lo tenía en las cosas que conservo de Suni y quiero dártelo porque creo que ya es el momento para que des ese paso con Jin
Inventó una pequeña historia sobre el origen del objeto como le había pedido Suni, ya que no podía mencionarle por nada del mundo que ella se lo había entregado personalmente para que NamJoon lo tuviera.
Shin esperaba ansioso el momento en el que por fin se enteraran de la verdad, pero lastimosamente no podía ser a bocas de él por mucho que quisiera que la familia se reuniera nuevamente.
Sacó el objeto de su saco; se trataba de una pequeña caja elegante que inmediatamente le entendió al contrario. NamJoon tomó la caja entre sus manos con las cejas algo alzadas, las cuales se alzaron con muchísima más intensidad al abrir la caja y ver el contenido.
Era un anillo, el anillo de su madre, más específicamente.
Estaba hecho de oro con incrustaciones de diamantes en los bordes y un precioso ámbar en el centro, resaltando entre los preciosos colores en contraste.
Al verlo, muchos recuerdos de su niñez vinieron a su cabeza, pero hubo uno en específico que se reprodujo en su mente como un casete de película.
NamJoon era tan solo un pequeño niño sentado en las piernas de su amorosa y querida madre, quien acariciaba suavemente su espalda.
El pequeño niño se quedó observando en anillo que su madre tenía puesto en una de sus manos, cosa que Suni no pasó por alto y le mostró una preciosa sonrisa maternal antes de hablarle suavemente.
—Este era el anillo de mi mamá, ¿te gusta, Nammie? —el pequeño no dudó en asentir, sin apartar su mirada del anillo—. Cuando consigas a la persona con la que te vayas a casar, te lo voy a regalar, ¿te parece?
TaeHyung acostó su cabecita en la pierna desocupada de su mamá, viéndola con ojos grandes y brillantes.
—¿NamJoon se va a casar? —preguntó tal y como pregunta un niño pequeño mientras sus pequeñas cejas se fruncían con inocente extrañeza.
—Sí, y tú también —le sonrió Suni, levantando su mano para acariciar el cabello revuelto y esponjoso de su hijo menor, consiguiendo que Tae se acomodara un poco mejor su mejilla sobre su pierna y cerrara los ojos por el tacto.
—Qué asco, mami —dijo, frunciendo los labios.
—¿Cree que yo también? —preguntó SeokJin, quien estaba sentado en el suelo frente a ellos, viéndola con ojos grandes.
—Claro que sí —le dedicó una preciosa sonrisa al pequeño omega y los miró a los tres—. Mis tres hijos se van a casar y serán muy felices
El flashblack terminó más rápido de lo que le gustaría admitir, pero el sentimiento rebosante y cálido que le dejó no se fue. Una sonrisa melancólica se trazó en su rostro, buscando mantener esos preciados recuerdos plasmados en su mente. Su mirada seguía sobre el anillo, rotándolo levemente entre sus dedos, suspirando.
Alzó la vista hacia Shin, quien abrió los ojos más de la cuenta cuando NamJoon se acercó con una sonrisa de oreja a oreja y lo abrazó.
—Muchas gracias, de verdad —le dijo NamJoon con mucha sinceridad. Shin, sorprendido por la interacción, colocó sus manos en la espalda de NamJoon para corresponder el abrazo.
NamJoon inhaló un poco, frunciendo el ceño al captar un olor demasiado conocido en él, pero el abrazo culminó, dando paso a una sonrisa extrañada de parte de NamJoon. No prestó tanta atención a eso, pues podría tratarse de un fallo de olfato, o el simple recuerdo y añoranza le jugaron una pasada que no estaba seguro si era mala o buena.
—Eres el padre que siempre quise —habló NamJoon mientras ambos compartían sonrisas.
Poco después, NamJoon se fue a revisar si Seokjin ya estaba listo para salir y también, por qué no, para darle amor a su omega y a su hija. Shin se quedó rondando ligeramente por el lugar.
No pasó mucho tiempo para que viera a JungKook bajar las escaleras. Los ojos de Shin reflejaban preocupación cuando chocaron con los del menor, quien en cambio lo vio con alivio.
Al terminar de descender las escaleras, Shin se acercó un poco antes de hablar.
—JungKook, ¿cómo te-
Sin embargo, dejó de hablar cuando JungKook se abalanzó para abrazarlo. Shin alzó las cejas algo sorprendido, pero no tardó ni un instante en corresponder, mostrando una pequeña sonrisa de lado. Shin era de las personas que no acostumbraba recibir abrazos, por eso normalmente demoraba en corresponder con las personas que no eran tan cercanas a él, pero ahora JungKook se había ganado un lugar muy especial en su corazón y podía considerar libremente el hecho de que ahora lo quería mucho y estaba dispuesto a demostrárselo mediante el cariño paternal que poco a poco iba desarrollando hacia el omega.
—¿Cómo te sientes? —preguntó Shin mientras acariciaba suavemente su espalda. JungKook suspiró y apoyó la cabeza en su pecho, cerca del hombro.
—Estoy tomándomelo con más calma de lo que creía —hizo una pausa, bufando luego—. Después de la escenita que hice —habló avergonzado, burlándose amargamente de él mismo—, cuando fue mi culpa... —se recriminó duramente, con la voz ronca. Shin frunció el ceño de inmediato y se separó un poco del abrazo para que JungKook lo mirara.
—Esto no fue tu culpa, JK —le hizo saber aun con el ceño fruncido.
—Pero-
—No fue tu culpa, tú solo querías traerla contigo; no te hagas eso —lo atrajo nuevamente al abrazo —ésta vez más efusivo— y depositó un pequeño beso en la sien del menor, quien exhaló y luego llenó sus pulmones del aroma tranquilizante y protector de Shin: manzana y chocolate amargo.
JungKook cerró los ojos y se tomó un momento para analizar las palabras de Shin. Mientras lo hacía, recordó la escena y no pudo evitar que un escalofrío recorriera su espina dorsal y abajo hacia arriba, así como también recordó que estuvo a nada de perder a Shin, porque JungKook, después de pensar mucho sobre lo ocurrido la noche anterior, supuso que por la dirección del disparo y la altura, la bala iba dirigida hacia Shin y no hacia SangMin, y si no fuera porque Shin se agachó a recoger la cartera de la beta, hubiera impactado en él.
—Me alegra que estés bien... —murmuró, apretándolo un poco más y cerrando sus ojos mejor. Shin mostró una sonrisa y acarició su espalda nuevamente.
Y un instante más tarde, el estómago de JungKook retumbó. El omega se quedó quieto en su lugar, abriendo los ojos, mientras que Shin exhaló una risa suave.
—¿Quieres comer algo en especial? —le preguntó el mayor y JungKook se despegó un poco del abrazo con una sonrisa algo culpable.
—¿Es muy temprano para pedir un tiramisú? —pidió con algo de timidez por el furtivo antojo de un dulce pesado, causando que Shin riera.
—Dudo mucho que en esta casa haya algo así, pero si quieres te compraré uno para más tarde —le propuso y JungKook asintió—. Pero tienes que desayunar, ayer no cenaste —lo condicionó, separándose del abrazo para dirigirlo hacia la cocina de la mansión.
—Todo menos tus huevos revueltos —dijo JungKook entre risas, logrando que Shin lo mirara indignado.
JungKook soltó una carcajada algo estruendosa y Shin no pudo evitar reírse también, feliz de que el menor estuviera de buen humor a pesar de todo.
Shin detuvo el auto el estacionamiento del cementerio y no pasaron muchos minutos para que ya ambos estuvieran caminando hacia ahí, seguidos de los hermanos Kim. Sin embargo, ellos iban bastante más apartados.
La nieve cubría la grama de todo el lugar y el frio era bastante notorio como para que cada exhalación fuera acompañada por el vaho de su aliento. Era lúgubre.
Una de sus manos sostenía un ramo de preciosas rosas blancas y delicadas que estaban listas para el momento. Estaba nervioso y ansioso. Logró sobrellevarlo medianamente bien una noche, pero ahora estaba ahí, justo en ese lugar del que nunca había sido fanático, y es que, ¿a quién le gusta estar en un cementerio?
JungKook nunca pensó que iba a tener que presenciar tan pronto el entierro de la mujer que lo crió. Tomó unas cuantas respiraciones profundas y no detuvo su andar junto a Shin.
Suni lo había llamado la noche anterior para saber cómo estaba y para decirle que organizaría un entierro digno para SangMin. JungKook le agradecía mucho por el gesto. Una de las pocas cosas que le pidió fue que cuidara el área, no quería que nadie más estuviera en peligro. También le pidió que no hubieran personas alrededor, solo quería estar con sus conocidos.
HoSeok también lo había llamado para preguntarle si podía estar presente. JungKook se lo agradeció de corazón pero le dijo que por el momento era mejor evitar cualquier sospecha con respecto a él.
Ni siquiera había empezado cuando ya JungKook quería irse y así poder estar solo con su hijo.
Mordisqueó sus labios cuando ya estuvieron en la zona donde sería enterrada SangMin y no detuvo sus profundas respiraciones.
Cuando entró en el campo de visión de JiMin —quien ya había llegado—, su mejor amigo no tardó en básicamente salir disparado hacia él para abrazarlo con fuerza y confort. JungKook correspondió y colocó su frente en el hombro de JiMin, dejando que su mejor amigo acariciara su espalda con cariño.
Su abrazo culminó luego de un rato y JungKook asintió en una muestra de decir que estaba bien, o que al menos lo estaba aguantando. JiMin no tuvo la necesidad de indagar más en sobre el estado del menor, ya conocía lo suficiente a JungKook como para saber cómo se sentía. También sabía que JungKook quería un momento de soledad, pero acompañado, y la mejor manera era no hablar.
Esa era una de sus cosas favoritas de JiMin, que sabía exactamente lo que necesitaba.
JiMin tomó su mano con suavidad en una muestra de apoyo y presencia, y ahora ambos caminaron hasta que estuvieron de pie junto al agujero en la tumba.
Shin y los Kim no tardaron en aparecer también, acercándose un poco junto con YoonGi. Ninguno quería perturbar aquel momento tan íntimo de JungKook, así que decidieron darle su espacio y mantenerse alejados. TaeHyung era el que estaba más cerca de todos, pero no lo suficiente como para estar junto a JungKook, y la verdad, JungKook no prestó mucha atención a nadie y a nada más que a SangMin en ese ataúd.
Estaba en calma, pero vaya que dolía, como si tuviera una opresión en el pecho. Sin embargo, sus ojos únicos no estaban derramando lágrimas, solo mostraban melancolía.
Veía la tumba bastante ido, sumergido en su mundo de pensamientos. Sabía que todo el proceso que implicaba el entierro se estaba realizando, pero todo su alrededor parecía etéreo y carente de algún sonido que perturbara el recorrido de su mente.
Recordaba los buenos momento que compartió con SangMin con mucha estila, pues ella fue su única compañía cuando era un niño. Recuerda muy buen como ella siempre lo recibía al llegar a casa y pasaban las tardes juntos, compartiendo como si de familia se tratara. Lo ayudaba con sus deberes, leían juntos y compartían momentos agradables a la hora de la merienda.
Eran cosas triviales, pero para alguien como JungKook eran un tesoro apreciado con mucho cariño, porque nadie más le había ofrecido algo así.
Él jamás culparía a SangMin de nada, él la entendía. Después de todo lo que pudo haber pasado, ella solo los tenía a ambos y ese hombre seguía siendo su único hermano. JungKook sabía respetar eso a pesar de que las decisiones que ella tomó no fueron las mejores.
A JungKook le hubiera gustado que ella estuviera junto a él cuando naciera su bebé, pero los tiempo no coincidieron en absoluto.
JungKook siempre le agradecería por nunca permitir que se convirtiera en alguien como MinSoo, y él esperaba que donde sea que esté SangMin ahora, lo siga cuidando como desde el primer día.
«Nunca pensé que este día llegaría. De todas las personas que pude imaginarme no pensé que fueras tú la que está en ese ataúd frente a mí. Me enseñaste a seguir adelante y a no tener miedo. Fuiste mi salvadora muchas veces y gracias a todos esos momentos ahora sigo en pie, asegurándome de jamás olvidarte.
Aunque estos últimos meses no estuvieras a mi lado, siempre estuviste presente en mi corazón. Jamás olvidaré de lo que, sin esperar nada a cambio, me diste. Siempre fuiste así, me cuidaste como si fuera tu propio hijo, aguantaste mis berrinches, mis arranques rebeldes de la adolescencia y mis días tristes. Te recordaré, tenlo por seguro.
Me enteré muy tarde de que tus días ya estaban contados, justo cuando esos días fueron acortados por una muerte tan injusta. Luchaste por mí, ahora es mi turno de luchar por ti y por todas las personas que amo, incluyendo a la bendición dentro de mí.
No pude protegerte en vida, pero puedo asegurarme de que los que te hicieron esto reciban su castigo.
No soy el único que merece un buen final. Porque ya estoy seguro de eso, sé cuál es mi lugar y lo que merezco. Se acabó ese JungKook que se desprestigiaba y despreciaba a sí mismo. Siento que estoy evolucionando, y quiero seguir cambiando para bien, por mi bienestar y el bienestar de mi adorado hijo.
Voy a ser feliz, te lo prometo.
Te amo y te voy a echar de menos, SangMin.»
Los ojos de JungKook estuvieron en cada paso del entierro, mientras que su mente profesaba todos sus pensamientos como si fueran capaces de ser oídos por SangMin.
Los minutos pasaron muy lentos para él, viendo atentamente todo el proceso, y cuando ya estuvo terminado, soltó la mano de JiMin con suavidad y tomó el ramo de rosas blancas con ambas manos antes de caminar lentamente hacia la tumba donde las colocó con delicadeza. Sintió una presión en el pecho y un nudo en la boca del estómago cuando se quedó viendo la tumba con detenimiento.
Estaba perdido con la mirada clavada en la tumba; sentía que esa era la única manera de despedirse correctamente; y por estar tan sumergido en sí mismo, no se dio cuenta cuando todos comenzaron a irse, queriendo darle la privacidad y el espacio que JungKook necesitaba.
JungKook de verdad intentaba tomárselo con calma para procurar no hacerse daño, pero no dejaba de preguntarse el por qué. ¿Por qué de todas las personas involucras tenía que pagar la que menos tenía que ver? Era muy injusto que una persona así hubiera tenido ese trágico final, alguien con obras más buenas que malas.
Suspiró pesado y cerró los ojos, dejando que una pequeña lágrima pesadumbrosa se derramó de sus ojos tristes y no tardó en enfriarse junto a su mejilla gracias a la brisa fría que custodiaba el lugar.
Justo después de que la lágrima que rodaba por su mejilla desapareciera por su mentón, sintió el tacto suave de la mano de Shin en su hombro y se volteó para verlo. El mayor cruzó miradas con él y le expresó a través de ella que lo esperaría en el auto para cuando estuviera listo.
Fue después de que Shin se retiró que decidió voltearse hacia JiMin, quien subió mirada cuando comenzó a acercarse de vuelta hacia él. JiMin lo miraba con una pequeña sonrisa que buscaba transmitirle ánimos.
Pero JungKook sabía que esa sonrisa se iría cuando hablara con él...
TaeHyung seguía ahí. Había algo dentro de él que no quería dejar a solo a JungKook, aunque sabía muy bien que su compañía no era del todo agradable para él.
Nunca lo había querido decir, pero aun cuando ya no había marca alguna que los enlazara, su lobo podía sentir lo que JungKook sentía cuando estaban cerca.
Pero su impulsividad era su mayor enemigo, nunca lo dejaba ver más allá de las cosas y debía culparse por esa distancia que ahora había entre los dos.
Veía a su omega desde una distancia apreciable, y sabía que estaba triste a pesar de que se hacía el fuerte, lo podía sentir retumbando en su pecho, como el latido de otro corazón junto al suyo.
Podía ver como hablaba con JiMin, pero el omega peligris estaba llorando. Vio como JungKook tomó las manos de JiMin y las juntó con las suyas para intentar calmar el llanto que a TaeHyung le preocupó, pues sentía un mal presentimiento. No lograba escuchar bien por la distancia, pero aun así decidió alejarse un poco más para darles más privacidad.
JungKook podía escuchar y ver los suaves sollozos e hipidos que JiMin había comenzado a soltar por sus palabras, acompañados de lágrimas que empapaban sus mejillas regordetas.
—JiMin, estaré bien —le dijo con suavidad, pero JiMin negó, cerrando los ojos y sollozando.
—Yo no siento eso...
JungKook le colocó sus manos en los hombros, cosa que hizo que JiMin abriera sus ojos y los posara sobre los de JungKook, que parecían seguros y decididos.
—No digas eso —mostró una sonrisa pequeña—. Nunca te he dado el reconocimiento que mereces, lo siento por eso —acarició casi imperceptiblemente los hombros de su mejor amigo—. Eres el mejor amigo que la vida me pudo regalar, te quiero mucho, JiMin
Con esas palabras, JiMin no tardó en acortar la cruda distancia que los separaba y lo abrazó con fuerza, y fue correspondido con suavidad por parte de JungKook. Se quedaron un rato así, mientras JiMin calmaba su llanto.
Inmediatamente después de que el abrazo terminó y ambos se miraron a los ojos, JiMin habló más calmado.
—Quiero que sepas que amo al sobrino —sorbió su nariz—. En realidad, me puse a ver videos de revelación de sexo y se me ocurrió hacer el tuyo con una pelea de gallos —soltó aleatoriamente, causando que JungKook se riera y limpiara las lágrimas frían del rostro de JiMin con sus pulgares—. También quiero ser el padrino, no basta con solo ser el tío
—Creo que el padrino será SeokJin —dijo queriendo molestar a JiMin mientras esbozaba una sutil sonrisa ladina. JiMin lo miró indignado.
—Está bien pues, ese pequeño es tu bendición —le dijo con la misma indignación mientras JungKook lo miraba con una sonrisa. JiMin inhaló y exhaló una muy pequeña sonrisa—. Bueno...
JungKook lo vio con cariño, no menguando su sonrisa.
—Nos vemos, JiMinnie —JiMin bajó la mirada a sus manos y tomó una con delicadeza antes de volver a subir la mirada hacia los preciosos ojos violetas de su mejor amigo.
—Adiós, mi precioso JungKookie —y lo atrajo a un abrazo más apretado y efusivo en el que ambos ocultaron sus rostros en el hombro contrario mientras cerraban sus ojos con algo de fuerza.
JiMin respiró hondo antes de separarse del abrazo, y ya estaba por dar el paso hacia atrás para irse, pero inesperadamente se arrodilló frente a él y colocó sus manos a ambos lados de la pequeña protuberancia casi imperceptible de su vientre, sorprendiendo a JungKook.
—Tú también te mereces un beso —y depositó un sonoro beso en la zona, causando que JungKook terminara de explayar sus ojos en demasía, estático. Se sintió incomodo de inmediato, demasiado extrañado porque alguien había besado su vientre.
Oh, y si no fuera JiMin, JungKook se hubiera dejado llevar por el instinto y le hubiera plantado un buen golpe por tocar su vientre sin previo aviso.
JungKook seguía con los ojos bien abiertos cuando JiMin se levantó y le dio un beso en la mejilla antes de hablar: —Te amo, bro —y finalmente se empezó a ir, caminando en reversa sin despegar sus ojos de JungKook en ningún momento.
Fue así hasta que JiMin ya estuvo en el auto y terminó de subirse después de que ambos se despidieran con las manos desde la distancia y con unas pequeñas sonrisas en sus rostros. Poco después, YoonGi y JiMin arrancaron el auto y comenzaron a irse. JungKook simplemente se limitaba a observar el auto en movimiento mientras desaparecía de su vista, dejando un sentimiento de tristeza instaurado en su pecho mientras extrañaba y rememoraba todos los momentos que compartió con JiMin durante casi toda su vida.
—JungKook
Se volteó sobre su propio eje, topándose con que en una cercanía moderada se encontraba aquel alfa dueño de sus pensamientos, latidos y estoicos sentimientos.
—TaeHyung... —murmuró algo sorprendido cuando sus ojos conectaron entre todo el frío y solitario lugar en el que ahora solo se encontraban ellos dos, sobre la suave capa de nieve que cubría el pasto.
JungKook se acercó a él a paso lento y sin cortar en contacto visual. Sus alientos cálidos impactaban con el frío del ambiente y generaban vahos delante de sus rostros algo rozagantes por el mismo frío.
—Hola —saludó en voz baja el menor una vez estuvieron frente a frente.
—Hola —saludó con algo de timidez.
La lejanía de ambos iba más allá de lo físico, pues se encontraban a una distancia cotidiana para entablar una conversación. Esta lejanía palpable era sentimental, y estaba puesta como un muro de separación entre los dos que emanaba tristeza y melancolía para ambos, y para quienes los presenciaran.
Ambos se quedaron viendo un rato mientras un silencio neutro se formaba entre ambos, un silencio que realmente sabía a amargura.
JungKook escuchó el auto de Shin encenderse y arrancar luego de un rato, y no le costó deducir que era para dejarlos solos y darles privacidad.
—Pensaba que te habías ido —JungKook rompió el silencio luego de un rato, diciendo esas palabras con un tono más audible mientras metía sus manos dentro de los bolsillos de su abrigo para resguardarse del frío.
TaeHyung negó suavemente con la cabeza y respondió:—Estaba esperándote; lo siento, no quería dejarte —habló algo avergonzado, pues no estaba seguro de sí su presencia sería bienvenida.
Pero se sorprendió un poco cuando JungKook le colocó su mano en la mejilla mientras lo miraba con tristeza.
—Sé que necesitas estar solo pero no me quise ir y dejarte aquí... —continuó, y JungKook arqueó las cejas.
—TaeHyung... —tomó aire y se mentalizó lo mejor que pude para decir lo que tanto le estaba costando trabajo contar—. Me voy —soltó después de un suspiro pesado, sintiendo una presión en el pecho cuando TaeHyung lo vio con genuina confusión.
—¿Cómo- cómo que te vas? —preguntó inseguro, mirándolo con el ceño ligeramente fruncido.
—Será por un tiempo, es por mi seguridad, TaeHyung —le explicó con suavidad, arqueando las cejas cuando vio que los ojos de TaeHyung se tornaban brillosos y sus cejas de arrugaban sutilmente. Se acercó un por más a él sin soltar su mejilla y lo miró a los ojos—. No te pongas así; ya lo hablamos, necesito un tiempo... —TaeHyung solo lo miraba con sus ojos cristalizados, absteniéndose de decir algo por el momento—. Tú y tus hermanos estarán bien, se los aseguro. No les va a pasar nada a ninguno de ustedes —le garantizó. TaeHyung apretó sus labios tembloroso entre sí, tomando aire antes de preguntar con voz comprimida:
—¿Y cuándo regresarás?
—No lo sé, pero espero que muy pronto —le respondió y TaeHyung bajó la mirada, elevando su mano para envolver la mano de JungKook que permanecía en su mejilla con la propia—. Tengo que volver, TaeHyung, te dije que quiero empezar de nuevo contigo —le respondió con un tono suave y pausado que hizo que TaeHyung asintiera antes de subir la cabeza nuevamente para mirarlo.
—Estamos comprometidos, ¿verdad? —preguntó mirándolo a los ojos; JungKook bufó una pequeña risa.
—Sí, algo así
TaeHyung desvió su mirada lentamente y se quedó así, mirando a un lado. JungKook juraba que el alfa estaba a nada de llorar, así que para que no lo hiciera, decidió intentar aligerar un poco el ambiente triste.
—¿Por qué algo me dice que cuando te vayas de aquí irás a directo a comprar un anillo? —TaeHyung volvió a mirarlo, pero esta vez mostrando una pequeña sonrisa, pues sí que estaba pensando hacerlo. TaeHyung remojó sus labios y volvió a mirarlo a los ojos.
—¿Nada hará que te quedes? —preguntó a pesar de que sabía que JungKook negaría, justo como estaba haciendo en ese instante.
—No TaeHyung, creo que estar un tiempo solo en un lugar apartado es mejor para ambos en este momento —suspiró, desviando su vista momentáneamente al pecho de TaeHyung—. Quiero apartarme de todo lo que tiene que ver con nuestros padres, la mansión, SangMin... —volvió a levantar su mirada hacia él—. Quiero que aprendamos a no depender del otro.
—¿Cómo hago eso? Si no recuerdo cómo era mi vida sin ti —TaeHyung derramó sus primeras lágrimas del día y a JungKook instantáneamente se le aguaron los ojos—. JungKook, lo siento tanto —no pudo suprimir el sollozo tembloroso que salió de sus labios—. No puedo con la culpa —lo miró con mucho arrepentimiento y sus ojos enrojecieron por el llanto que cada vez se hacía más notorio—. No creo poder seguir adelante sabiendo el daño que te he causado. Perdóname, JungKook, por favor
JungKook elevó su otra mano a la su mejilla mientras sus propias lágrimas comenzaban a correr por sus mejillas mientras que TaeHyung lloraba con tanto sentimiento que le partía el corazón. Limpio sus lágrimas de las mejillas de TaeHyung con mucho cuidado.
—Ya te lo dije, te amo —se volvió a sincerar, acunando su rostro con ambas manos—. ¿Cómo no podría perdonar a alguien que amo? —esta vez fue su turno de apretar sus labios temblorosos—. Solo dame tiempo, TaeHyung, entiéndeme. Las cosas para nosotros no salieron como queríamos —miró hacia arriba para intentar controlar el nudo en la garganta que le impedía hablar y que solo quería soltarse para romper en llanto—. Pudo haber sido porque nos adelantamos o porque nos enamoramos en el peor momento —bajó su cabeza para ver a TaeHyung, que intentaba calmar sus hipidos—. Pero ya verás que cuando regrese tendremos una vida mucho mejor de la que teníamos antes de todo esto —le aseguró con firmeza—. Será mejor porque seremos una familia. Seremos tres, TaeHyung, y yo no me puedo sentir más feliz por eso —esbozó una sonrisa temblorosa y se acercó un pequeño paso más hacia él mientras acariciaba sus mejillas.
—Te amo —le dijo TaeHyung para después sollozar—. Si me prometes que me amas... —TaeHyung quiso continuar, pero JungKook lo interrumpió ipso facto.
—Yo también te amo... Yo también
Ambos se acercaron aún más, mientras TaeHyung sollozaba y JungKook portaba una temblorosa sonrisa en sus labios.
Hasta que se besaron con verdadero dolor, con la piel en el presente y la mente en el pasado.
Un beso hecho de tristeza, salado como las lágrimas que caían de sus ojos. Un beso que sabía a hasta luego.
Y al separarse sus labios, la misma amargura perduró en sus corazones. Juntaron sus frentes cuando un pesadumbroso suspiro se escapó de sus bocas.
—TaeHyung... —murmuró JungKook aún con los ojos cerrados, obteniendo como respuesta un pequeño sonido inquisitivo de parte de TaeHyung, que permanecía de la misma manera frente a él—. Te tengo ganas
Ambos no pudieron evitar soltar unas cuantas risas al recordar aquella época tan espontánea. Abrieron sus ojos poco antes de que TaeHyung lo viera mientras su sonrisa quedaba grabada en sus labios.
—Yo ahorita no...
Cuando sus pequeñas risas menguaron, se limitaron a quedarse así, sin saber que decir. O al menos así fue hasta que JungKook mordió suavemente su labio inferior, despertando en TaeHyung unas ganas de volver a besarle.
Y lo hubiera hecho si no fuera porque JungKook se le adelantó, lanzándose nuevamente a un beso más vehemente y explorador a pesar de que ya ambos conocían su perfecto terreno. Manejando adecuadamente sus labios, justo como ambos sabían hacer.
Un beso en donde sus manos se perdieron sobre su nuca y parte de su cabello, mientras que una de las manos se TaeHyung se hizo dueña de su mejilla y el otro brazo de su cintura y espalda baja.
El contacto era necesario, tanto para ellos como para sus lobos que siempre se buscaban; pues ambos se amaban tanto que les era imposible no desear más proximidad. Ambos estaban seguros de que no les alcanzaría el tiempo para expresarse lo mucho que entraron en el corazón del otro.
El enlace de sus labios se rompió más rápidamente que el primer beso, pero ninguno se atrevió a abrir sus párpados aún. TaeHyung viajó hasta una de sus mejillas y la besó con lentitud; y terminaron abrazándose muy efusivamente, JungKook con sus brazos enroscados en el cuello del alfa y escondiendo su rostro en él, TaeHyung abrazando su espalda baja con ambos brazos y ocultando su rostro en la curvatura dulce de JungKook. Inhalaron sin reparos el aroma de ambos y se tomaron un tiempo para sentir la calidez de sus brazos cubriéndose mutuamente, así como la calidez en sus pechos, justo a la altura de sus corazones.
Fue luego de un rato que ambos separaron parte de sus torsos para verse, TaeHyung manteniendo su agarre dulce pero protector alrededor de su espalda baja. Solo se tomó la licencia de acariciarle la tersa mejilla al omega con su pulgar.
—Siempre hallaré una forma de volver a ti —garantizó JungKook con su deleitable y suave tono de voz, bajo la apasionada mirada de TaeHyung—. Pase lo que pase, yo estaré ahí a tu lado, amándote
Ambos escucharon el sonido de un motor de auto cerca, por lo que ambos voltearon y se dieron cuenta de que se trataba de Shin. Eso los llevó a mirarse nuevamente mientras se separaban con lentitud, sin apartar la mirada del otro.
—Hasta luego, TaeHyung —murmuró, y TaeHyung tomó sus manos, besándolas con cariño.
—Hasta luego, JungKook...
Dejó ir las manos de JungKook cuando éste dio algunos pasos suaves hacia atrás antes de —sin dejar de verse—, pasar por el lado de TaeHyung. No se atrevió a voltear y ver a JungKook irse, porque le dolía, mucho.
—¡TaeHyung! —pero escuchó su nombre ser llamado desde la boca de su omega, así que decidió voltearse, notando como ya JungKook se encontraba mucho más lejos—. Te prometo que cuando vuelva estaré más gordo, sé que te gusto más así —mostró una pequeña sonrisa, mientras que TaeHyung se sonrió en grande.
Y así fue como JungKook terminó de caminar hacia el auto y subirse en la parte trasera del mismo. Se dejó caer sobre el asiento y cerró la puerta soltando un suspiro.
Recostó su espalda y cerró sus ojos, soltando un suspiro pesado. Pero el tacto de una mano sobre la suya lo hizo abrirlos de nuevo, volteando hacia su lado, donde estaba HoSeok viéndolo con una sonrisa de apoyo.
JungKook se permitió a sí mismo descansar su cabeza en el hombro del omega a su lado, y HoSeok lo abrazó por los hombros para más comodidad, reconfortándolo un poco.
Miró a su lado, donde estaba la ventanilla desde donde podía a ver a TaeHyung, quién permanecía en la misma posición, viendo el auto.
Su vista cambió momentáneamente hacia el frente cuando sintió el peso de la mirada de Shin a través del retrovisor interno del auto, proporcionándole apoyo y paciencia.
—¿Estás listo, JungKook? —le preguntó el único alfa presente, y JungKook asintió.
—Sí, arranca —le contestó suavemente y volvió a voltear su mirada hacia la ventanilla mientras Shin arrancaba.
Veía a TaeHyung, y podía notar como pequeñas lágrimas se volvieron a derramar de los ojos del alfa por su partida y la culpa de sus acciones. Verlo llorar así le arrugaba un poco el corazón, pero esperaba que así aprendiera la consecuencia de sus acciones y mejorara con esfuerzo.
JungKook no desistiría a sus intenciones de irse, él quería hacerlo y también lo necesitaba por un tiempo que aún no sabía calcular. Sabía que ese viaje sería bueno para él y para la seguridad de todos sus seres queridos. Ahora todo estaría bien porque no estará solo, Shin iba a estar con él, HoSeok igual. Ambos se estaban conociendo mejor, y JungKook tenía que admitir que confiaba en él, le era imposible el hecho de que alguien como HoSeok no le agradará ahora que sabía muchas más cosas de él. Eso no quitaba la rabia que había de por medio, pero no iba a negar que desde que se mudó con ellos, HoSeok lo había tratado bien e incluso se había tomado el tiempo de cuidarlo sin habérselo pedido. Así que quería fijarse más en las cosas buenas que hizo por él.
JungKook perdió de vista a TaeHyung, y su mente se detuvo a pensar... ¿Le debí haber dicho más "Te amo"? ¿Debí demostrarle que lo amaba con más efusividad? Miró hacia abajo mientras pensaba, pero decidió no darle muchas más vueltas al asunto, ya tendría más oportunidades para decírselo en un futuro.
—¿Ya llegamos? —preguntó HoSeok pasado un tiempo, viendo impaciente a su padre tras el volante.
—No —respondió cortamente Shin, logrando que HoSeok hiciera una mueca de disgusto por la negativa.
Por lo que pasaron cinco minutos antes de que HoSeok: —¿Y ahora?
JungKook rió bajito por su actitud infantil, riéndose un poquito más notorio porque vio a Shin rodar los ojos a través del retrovisor.
—No, HoSeok, todavía falta —respondió simple y conciso, sacándole un sonido parecido a un bufido a HoSeok.
JungKook vio hacia las manos de HoSeok que permanecía en sus pantalones. Las estaba secando mientras tamborileaba nerviosamente su pie contra la superficie del auto. JungKook levantó su cabeza y lo miró.
—¿Te dan miedo los aviones? —le pregunto burlonamente con una sonrisa que buscaba transformarse en una risa.
—No, claro que no —respondió HoSeok a la defensiva, frunciendo el ceño—. Soy una persona muy valiente —aseguró, como si también buscara convencerse a sí mismo.
—¿En serio, HoSeok? —lo expuso Shin, causando que HoSeok jadeara ofendido y mirara a su padre con los ojos entrecerrados en recelo.
—Traición —murmuró.
—Te dan miedo los aviones —afirmó JungKook esta vez, con la misma sonrisa burlona en sus finos labios. HoSeok estuvo a nada de chasquear la lengua por haber sido descubierto, pero se limitó a maldecir internamente.
—¿Qué? ¿Nunca has visto los vídeos del ataque a las Torres Gemelas o el caso del avión de Malasia que desapareció? Mi miedo es entendible —se justificó reiteradamente.
JungKook ahuecó sus labios hacia adentro para intentar contener la risa que cada vez parecía más difícil de controlar. HoSeok lo miró con recelo, transmitiéndose un claro "No te atrevas". Pero a JungKook le tembló la barbilla y se terminó riendo a carcajadas que llenaron todo el auto.
Había pasado bastante tiempo en el que no había reído de esa forma...
Shin se asomó hacia ellos por el retrovisor, viendo como JungKook se carcajeaba con fuerza bajo la mirada disgustada y avergonzada de HoSeok, y no pudo evitar reír también.
HoSeok le pegó a JungKook en un brazo y le dijo: —No te burles —pero JungKook solo hizo un "auch" y sintió riéndose. HoSeok no dudó y volvió a golpearle.
—HoSeok, le duele y recuerda que está embarazado —reprendió Shin y JungKook miró con burla a HoSeok antes de mover la cabeza hacia ambos lados. HoSeok miró a su padre después de eso.
—Ah, pero no le dolió cuando TaeHyung se la metió, ¿verdad? —se defendió.
—HoSeok —volvió a reprenderlo, un poco más alterado—. Deja de ser tan ordinario
—Pero mira, a JungKook le sigue dando risa —refunfuñó, señalando a JungKook.
Los dos lo miraron y JungKook sí seguía riéndose mientras se limpiaba una lágrima que se había escapado por la misma risa.
Sí, JungKook está seguro de que le irá bien con ellos...
Ya habían arribado el aeropuerto y habían entregado sus maletas. Los tres estaban listos, solo quedaba esperar a que los llamaran. JungKook estaba feliz porque luego de llegar, Shin le había comprado el tiramisú que le prometió y que se comió con mucho gusto.
Suni había ido para despedirlos, y ahora tenía a JungKook y a HoSeok sentados frente a ella, quien estaba de pie. Escuchaban atentamente las palabras de Suni, quién enumeraba cada cosa con sus finos dedos.
—No salgan sin sus tapabocas porque los pueden descubrir. No me rechacen ninguna llamada —HoSeok levantó la mano para hablar.
—¿Y si estamos en el baño?
—Sea lo que estén haciendo, me tienen que contestar —recalcó, continuado después de la interrupción—. No gasten en exceso. No coman tantas cosas con grasa porque engordarán, se enfermarán y morirán
—Suni —habló Shin con una pizca de reproche al ver las caras de espanto que tenían los dos menores, pero Suni lo ignoró.
—Y por último pero no menos importante, no hagan que a mi pobre Shin le dé un infarto. En especial tú, HoSeok —Suni palmeó suavemente el pecho de Shin a su lado—. Ya está mayor —les dijo, y Shin la miró indignado, pero no pudo decir nada porque Suni volvió a hablar—. Además, lo necesito cuando regresen porque no nos acostamos desde que llegué —aclaró, haciendo sonrojar a Shin, quién abrió los ojos en grande mientras que el par de omegas abrían la boca en forma de círculo.
Los cuatro escucharon el llamado del aeropuerto que indicaba que su vuelo estaba a punto de despegar.
—Creo que mejor nos vamos ya —avisó HoSeok incómodamente y JungKook asintió de acuerdo y con el mismo sentimiento.
Ambos se levantaron y recogieron sus abrigos de las sillas a su lado hasta que ambos escucharon a Suni decir "Te amo" a sus espaldas. Pero al voltearse, vieron como Suni prácticamente le estaba comiendo la boca a Shin, horrorizando a los más jóvenes, quienes no dudaron en agarrarse de uno de sus brazos y caminar robótica mente hasta detenerse frente a una pared blanca y por supuesto, nada interesante.
Todo sea por huir.
—Mira que linda pared —dijo JungKook.
—Sí, me gusta mucho el color
—Es un color muy puro
Ambos asintieron, frunciendo el ceño de concentración mientras observaban la pared como si fuera lo más interesante del lugar.
—Ya nos vamos —escucharon hablar a Shin detrás de ellos, y cuando ambos se voltearon, vieron como el mayor se estaba limpiando el labial rojo que Suni había esparcido por todos sus labios, horrorizándolos un poco más.
Los dos caminaron rígida y rápidamente con sus brazos tomados, huyendo nuevamente, pero esta vez hasta la fila.
—No quiero ver eso —susurró HoSeok, refiriéndose a la escena de hace unos segundos.
—Yo tampoco —concordó JungKook mientras continuaban huyendo.
Su trayecto fue interrumpido cuando Suni los tomó de los brazos y se puso delante de ellos.
—JungKook, come bien y toma tus medicinas —le recordó—. HoSeok, no vayas a fiestas —les dio un beso en la mejilla a ambos—. Ya, váyanse —y ambos se miraron de reojo antes de continuar caminando de la misma manera.
—¿Te das cuenta de que ahora tenemos la saliva de Suni y Shin en nuestras mejillas? —dijo JungKook y HoSeok lo miró un espanto que desembocó entre risas de parte de ambos cuando se adentraron en la fila.
Pasó un rato y ahora ya se encontraban caminando hacia el avión.
Estaba dejando Seúl siendo alguien diferente a quién sería cuando volviera, alguien dispuesto a mejorar. Seguramente su padre lo buscaría hasta por debajo de las piedras, pero eso ya era insignificante para él.
Vio como HoSeok seguís burlándose de Shin por el beso con Suni unos pasos más adelante que él, y en respuesta a sus burlas, Shin le dio un beso en la mejilla y se rió por su expresión de espanto al saber que nuevamente tendría la saliva de ambos ahí.
JungKook sonrió por la escena, pero se detuvo cuando su celular vibró el señal de que había llegado un nuevo mensaje. Se acordó que debía quitarle la línea al teléfono, lo haría después.
Encendió la pantalla y está un segundo después se iluminó con una notificación de un mensaje de TaeHyung.
Tae
Te voy a esperar el tiempo que sea necesario, incluso si es en otra vida, siempre voy a amarte.
Te amo.
JungKook sonrió enamorado y le quitó la funda a su teléfono, donde aún seguía la foto de ambos. La sacó con cuidado y se tomó un momento para verla con esa misma sonrisa.
—¿JK? —escuchó la voz de Shin llamarlo. Elevó la vista hacia ellos, notando que ambos estaban esperándolo para subirse mientras que Shin abrazaba por los hombros a HoSeok.
No dudó en sonreírles y trotar hacia donde ellos, donde Shin lo recibió y lo abrazó con su otro brazos también por los hombros y así terminar de abordar.
Su vida estaba cambiando como los giros de una rueda de la fortuna, pero temía de que esa rueda terminara descarrilándose, haciéndolo sucumbir.
Pero otra parte de él estaba seguro de que no pasaría, porque tenía apoyo de quienes más quería.
Tenía a Shin, que le daba protección y quien le había hecho sentir por primera vez lo que se sentía tener un padre que estuviera dispuesto a dar lo que sea por ti; y tenía a HoSeok, quién poco a poco se volvía su amigo y no se privaba de darle muy buena compañía.
Y por último, pero no menos importante, tenía a su bebé, quién se había convertido en todo su mundo y que ahora lo acompañaba en todo momento y le daba esas ganas de sonreír que tanto necesitaba.
Quería una infancia feliz para su criaturita, e iba a conseguirlo.
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