86. «Te sigo amando»

La noche era más oscura que de costumbre y los faroles que estaban junto a las calles eran lo que lograban iluminar su visión, sumándole también la pequeña iluminación que daba uno que otro apartamento con las luces encendidas.

Pero sin duda lo que más iluminaba era la imponente luna que reposaba sobre el manto oscuro del cielo, donde estrellas casi imperceptibles descansaban.

Shin permanecía impaciente mientras estaba sentado en su auto. Lo había estacionado a las afueras de un edificio en particular, esperando a que por fin llegara su momento de actuar.

Se estaba impacientando más de la cuenta porque ya tenía un tiempo esperando y estaba ansioso porque no tenía mucho tiempo, necesitaba volver con JungKook cuanto antes.

Pasados unos minutos, la suerte pareció estar de su lado finalmente, pues vio salir de la puerta del lobby del edificio a un alfa caucásico que vestía un traje que pudo identificar a lo lejos como de mala calidad, cosa que le hizo hacer una mueca casi inconsciente de disgusto, pues según Shin, se tenía que tener muy mal gusto para ponerse algo así.

Vio como el alfa se subía al auto estacionado junto a la acera del otro extremo de la calle, y supo que esa era su oportunidad.

Shin se bajó del auto con rapidez y aceleró el paso después de cerrar la puerta. Necesitaba llegar antes de que el hombre se encerrara en el auto y su oportunidad se desvaneciera, así que no demoró en rodear el auto mientras trotaba y después abrió la puerta del copiloto sin ningún reparo y entró en el auto.

El alfa junto a él lo miró con los ojos más abiertos de lo normal, cosa que los hacía ver más grandes, pues estaba claro que no era coreano. Se notaba que el hombre había sido tomado desprevenido por la acción tan repentina e impredecible de Shin.

Porque después de todo, ¿quién iba a pesar que un hombre irrumpiría en su auto antes de que pudiera arrancar hacia el aeropuerto?

—¿Tú que haces aquí? —habló con su voz gruesa al reconocer al alfa castaño.

Pero no tuvo ni un momento para maniobrar cuando Shin ya le había puesto el cañón de la pistola directamente en su sien, logrando que se quedará inmóvil mirando hacia el frente.

—No tengo tiempo, Taylor —habló Shin, mirándolo seriamente.

—Black —corrigió irritado, pues jamás le había gustado que las personas lo llamaran por su nombre de pila.

—Sé que me diste información falsa a TaeHyung —dijo, ignorando la corrección del alfa, quién volteó a mirarle con las cejas algo fruncidas—. Me vas a decir la verdad —exigió, firme.

JungKook le había comentado sobre la existencia de un detective privado e independiente que TaeHyung había contratado ya hace un tiempo y que poco después había dejado de contactar. Solo que hace tan solo unos días, JungKook le había manifestado sus sospechas sobre que TaeHyung probablemente había recurrido a ese detective para consultarle la veracidad de las fotos que le habían enviado donde supuestamente JungKook le era infiel.

No sabía el nombre del detective hasta hace unos pocos días, donde Shin le había preguntado, recibiendo como respuesta el nombre de Taylor Black.

Ese nombre fue lo único que necesitó para confirmar sus sospechas.

Shin había conocido a Black mientras cursaba abogacía en la universidad, ya que ambos se habían graduado en la carrera de abogacía; solo que Black se había decantado más por el área de investigación, mientras que Shin estaba ceñido a lo más parecido a un bufete de abogados.

Y solo tuvo que pensar unos segundos para recordar perfectamente que Taylor Black trabajaba para Kim DongGun, pues el alfa caucásico no era un detective independiente ni algo parecido.

Entonces supieron que Taylor Black siempre estuvo engañando a TaeHyung y por eso era que MinSoo y DongGun siempre sabían lo que TaeHyung hacía y dejaba de hacer.

Reafirmó su agarre sobre la pistola que apuntaba hacia el alfa a su lado, quién miraba hacia el frente, fastidiado.

—Tengo un avión que tomar, no me hagas perder el tiempo —habló Black, impaciente e irritado.

—Entonces habla ya —ordenó Shin, empujando un poco más la pistola contra la sien del contrario.

Black suspiró pesado, sintiendo como poco a poco la paciencia le iba faltando. Le dio una mirada al reloj en su muñeca y volteó a ver a Shin.

—Bien, le dije al hijo de DongGun que las fotos eran verdaderas porque MinSoo me pagó para ello —confesó al instante, sin pelos en la lengua de admitir sus fechorías; para él lo más importante ahora era no perder su vuelo, así que mientras más rápido salieran de esto, más chance tenía de no perderlo.

—¿Entonces le mentiste a TaeHyung? —Shin decidió seguir escarbando lo más posible en la confesión para que todo quedará más que claro.

—Sí, ¿no escuchas? —rodó los ojos.

—¿Por qué lo hiciste? —Black lo miró con desdén y disgustado.

—Es trabajo, Hwan —dijo con obviedad—. Si le hago caso a MinSoo y a DongGun, mis hijas están a salvo... ¿Qué iba a ganar siéndole fiel a Kim TaeHyung? —bufó, y Shin siguió mirándole a pesar de que Black había vuelto su vista hacia adelante.

—¿Qué otro trabajo has hecho? —presionó Shin.

—Ya te dije lo de TaeHyung, no necesitas saber más

—¡Habla! —vociferó Shin, dejándose llevar por la alteración del momento.

El alfa caucásico le dio unos cuantos golpes al suelo con la planta de su zapato y exhaló.

—MinSoo me pidió que me integrara más con TaeHyung para poder involucrarlo en su lavado de dinero —Shin arrugó las cejas—. El plan era que yo distraía a TaeHyung averiguando la vida del hijo de MinSoo y así él no se daría cuenta de las transacciones que se estaban haciendo desde la computadora de su oficina

—¿Fuiste tú? —inquirió sorprendido.

—Eso es lo que te estoy diciendo —recalcó con algo de odiosidad en su postura y en su tono de voz—. ¿Ya estás satisfecho? ¿Podrías irte ya? —volteó la cabeza con fastidio.

Shin se mantuvo quieto en su lugar solo unos instantes para verlo intensamente. Pero finalmente se decidió y le quitó la pistola de la sien, saliendo del auto sin decir ni una palabra más, no quería perder ni un segundo.

Cerró la puerta del auto y ya estaba cruzando la calle de vuelta a su auto cuando Black volvió a llamarlo desde la ventanilla que había bajado.

—¡Hwan! —no siguió hablando hasta que Shin volteó a verle—. Te recomiendo esconder a tu hijo —Shin lo miró sin entender, frunciendo el ceño—. Ya MinSoo sabe de su existencia —le guiñó un ojo socarronamente y arrancó, conduciendo finalmente hacia el aeropuerto.

Shin se quedó inmóvil, procesando las palabras que había dicho Black hace tan solo unos segundos, y a procesarlas se preocupó en seguida, temiendo por la seguridad de su hijo.

Sin embargo, no permitió que aquello detuviera sus planes urgentes, se dijo a sí mismo que más tarde se encargaría de llamar a HoSeok, pero ahora mismo lo más importante era el bebé de JungKook, quien seguía en peligro.

Entró rápidamente a su auto y no tardó prácticamente nada en arrancar para después comenzar a conducir hacia las empresas Kim, donde se estacionó como bien pudo y se bajó, entrando en la instalación dando zancadas grandes y apuradas.

La recepcionista aún seguía en el lobby de la empresa, pero Shin la ignoró por completo, pasando de largo su presencia hasta subir al ascensor mientras también ignoraba los llamados de dicha mujer.

Presionó el botón que llevaba al piso correspondiente mientras su pie se mecía sobre el suelo, ansioso. Ya había pasado una hora desde que había dejado la casa y no podía dejar de preocuparse y pensar que en cualquier momento le llamarían para informarle de una desgracia.

Cuando las puertas se abrieron, salió del ascensor y miró a ambos lados, decidiéndose por caminar rápidamente hacia al frente mientras observaba velozmente los nombres sobre las puertas de las numerosas oficinas, pues jamás había entrado ahí.

De todas formas, no fue muy difícil identificar cuál era la puerta indicada, pues solo había una en la que se podía ver las luces encendidas por debajo de la puerta siendo ya casi media noche.

Abrió la puerta de golpe, logrando que un TaeHyung con lentes de lectura levantara la vista hacia él con su ceño fruncido en extrañeza y sorpresa, terminando por levantarse de su asiento al ver que se trataba de Shin.

—¿Qué haces aqu-?

Pero se interrumpió a si mismo cuando Shin colocó con fuerza su celular sobre el escritorio de TaeHyung, apoyando su mano sobre el dispositivo mientras veía al menor.

—Te voy a explicar todo y me vas a escuchar —vociferó alto y claro, agitado mientras TaeHyung lo miraba con molestia.

—Estoy ocupado así que por favor vete —habló cansado y exhausto de todo.

—Cállate y escucha esto —no demoró en darle inicio al audio que había grabado mientras estaba con Black.

TaeHyung se ofendió por la manera tan tajante al hablar, y estaba dispuesto a decir algo cuando escuchó unas voces provenir del teléfono de Shin.

Miró el celular confundido y molesto por la presencia de Shin, pero empezó a prestar más atención a las palabras que formulaban esas voces. Logró identificar una como la de Shin y otra como la de... ¿Black?

TaeHyung se extrañó por la presencia de su investigador privado en ese audio e inevitablemente se vio a si mismo queriendo entender y escuchar de que se trataba.

Fue frunciendo el ceño a medida que la grabación iba avanzando, pero aquella expresión se intensificó cuando Black confesó: «Le dije al hijo de DongGun que las fotos eran verdaderas porque MinSoo me pagó para ello». Escuchó a Shin hacer preguntas más específicas para confirmar sus palabras, dejando en un estado transitorio a TaeHyung.

Black siempre lo había engañado.

Apoyó sus manos sobre el escritorio mientras intentaba asimilar y analizar toda la información que fue proporcionada en ese pequeño audio.

La cabeza de TaeHyung se llenó de incógnitas al instante... ¿Por qué JungKook le había dicho que si eran reales? ¿Por qué no lo negó? Si JungKook quería que se separaran, ¿por qué lo hizo de esa manera?

Y como esas preguntas comenzaron a venir muchas más, haciendo que inevitablemente comenzará a dudar de todo lo que JungKook le había dicho esas últimas semanas.

Sentía como las piernas le temblaban y su cuerpo se estremecía ligeramente. Aún no entendía por qué JungKook le mintió de esa forma.

No le importaba el engaño de Black, le importaba JungKook y solo JungKook, como siempre había sido.

JungKook, quién nunca le había sido infiel.

Tembló un poco más al percatarse de ello y sintió una presión en su pecho cuando recordó que él técnicamente si se lo había hecho, le había sido infiel y JungKook había tenido que ver a un omega dentro del apartamento que solían compartir.

Su respiración se irregularizó y sus manos comenzaron a sudar.

A su mente vinieron todas las miradas que JungKook le había dado últimamente, notando esta vez como aquellas expresiones estaban llenas de angustia, tristeza y dolor, tapadas por un fino manto de impasibilidad que él se creyó capaz de identificar anteriormente; pero no lo había hecho.

Recordó cuando le dijo cosas tan hirientes a JungKook en Año Nuevo e incluso antes de eso, y él solo se había mostrado indiferente. Pero eso era lo que la ira y la rabia le hicieron ver, fue lo que quiso ver; la realidad era distinta, muy distinta.

Sintió como su estómago se devolvió, pero aún tenía tantas dudas. No estaba seguro en que creer.

JungKook le mintió... pero, ¿por qué?

—MinSoo amenazó a JungKook con ponerte tras las rejas si no se separaban —TaeHyung se dejó caer sentado sobre la silla, mirando a un punto fijo de la habitación mientras Shin le hablaba—. Por eso JungKook tuvo que dejarte de esa forma, porque sabía que tú jamás ibas a alejarte si te lo decía

Oh, y TaeHyung sabe que es malditamente cierto, tan cierto que puede sentir la bilis en su garganta.

—Lo hizo para protegerte —dijo Shin, siendo la frase clave para que los ojos de TaeHyung se cristalizaran y un instante después comenzarán a soltar lágrimas saladas que corrían por sus mejillas mientras permanecía con la mirada fija y los ojos abiertos.

TaeHyung siempre espero escuchar una explicación así para todo esto, pero ahora que la estaba recibiendo lo sentía más como un sueño que la realidad palpable y dolorosa que estaba frente a sus ojos.

Shin sintió un pequeño puyazo en el pecho al ver a TaeHyung llorar sin poder detenerse, dejando escapar pequeños y ahogados sollozos de sus labios entreabiertos.

TaeHyung apoyó uno de sus codos sobre el escritorio y tapó sutilmente su boca, casi jadeando.

—No vine solo para decirte eso —por más aprensión que le diera ver al alfa llorar, no podía privarse de cumplir con el objetivo de esa visita, así que se dispuso a inhalar y exhalar—. JungKook está en cama muy enfermo, TaeHyung, y no se va a curar hasta que estés con él

TaeHyung volteó a verlo al segundo, frunciendo el ceño y sintiendo como sus lágrimas disminuyeron la velocidad de su caída. Estaba a punto de preguntar, pero nuevamente Shin se le adelantó.

—Por el bebé que lleva dentro; tu hijo

TaeHyung abrió los ojos de par en par y se levantó de la silla casi de golpe.

—¿Qué? —habló casi sin aire.

—JungKook está a punto de perderlo —Shin se acercó a él y lo miró con sus ojos repletos de súplica—. Olvida por un momento lo que pasó, JungKook te necesita. No sé si él pueda soportar perderlo ahora que lo ama tanto...

TaeHyung se quedó quieto, moviendo su mirada sin rumbo fijo mientras se tomaba un momento para asimilar.

—TaeHyung —insistió Shin, inquieto y angustiado.

El menor de ambos tomó unas cuantas respiraciones rápidas antes de impulsarse en una superficie de la mesa para toma su abrigo con una rapidez nerviosa y no tardó ni dos segundos en caminar hacia la salida de su oficina hasta el pasillo, donde Shin caminaba dando zancadas frente a él.

Sin embargo, TaeHyung no tardó en adelantarse, casi corriendo por el pasillo con la respiración agitada y nerviosa. No sabía si llorar o gritar, pero concentró su mente en un solo objetivo: ir con JungKook.

Cada uno subió en sus autos, siguiéndose mutuamente uno detrás del otro.

TaeHyung estaba terriblemente ansioso, y si no fuera porque estaba conduciendo, estaría muy probablemente mordiéndose las uñas. Su respiración era casi errática y sus manos apretaban con fuerza el volante.

Desde hace días sentía a su lobo haciendo acto de presencia con mayor frecuencia; le pasaba desde que había visto a JungKook en el apartamento aquel día en el que el menor portaba esos lentes de sol que cubrían sus ojos.

Pero él no le había prestado atención a ese pequeño gran detalle.

Él no lo había sentido, pero su lobo sí.

Sus lágrimas comenzaron a derramarse de nuevo cuando recordó que los omegas embarazados sufren un cambio de color en sus ojos indicativo de su estado. Lloró, pero se limpiaba constantemente sus lágrimas, negándose a descuidar ni por un segundo el camino frente a él.

JungKook estaba esperando a un hijo, a su hijo... Juntos, los dos esperando a un hijo.

Su cabeza daba vueltas única y exclusivamente en torno a eso. No sabía que pensar con respecto al bebé, se sentía abrumado y sobrepasado por toda la mezcla de emociones que estaba sintiendo.

Estaba preocupado, triste y con ganas de gritar, llorar y golpear cosas, pero también tenía miedo, sentía mucho miedo crecer en su pecho cada vez que pensaba que ambos iban a tener un cachorro.

Cuando TaeHyung se dio cuenta, ya habían llegado a la casa de Shin, y ya ambos se encontraban bajando de sus respectivos autos, cerrando las puertas rápidamente después de salir de cada uno de ellos para poder caminar dando zancadas hasta la puerta principal.

Antes de cruzarla Shin pudo ver cómo los ojos de TaeHyung habían pigmentado a un color azul que le hizo saber que su lobo estaba presente.

Estaba por indicarle a TaeHyung donde estaba la habitación de JungKook una vez estuvieron adentro, pero el menor se movió directamente hacia ella, sin necesidad de indicaciones.

Lo hizo por puro instinto, pues gracias a su lobo —quien estaba principalmente presente—, pudo olfatear el aroma de su omega mezclado casi imperceptiblemente con el suyo, del cual era casi totalmente carente. Pero no era como lo recordaba, ahora el aroma de JungKook era débil y enfermo; ya no olía a cerezas frescas y el chocolate seguía siendo igual de dulce, solo que casi no se notaba.

Oh, pero al abrir la puerta de la habitación a oscuras, había un aroma en particular que hizo a su lobo dar un brinco; un aroma completamente nuevo que permanecía en JungKook.

Olía a malvaviscos, su bebé olía a eso; y era un olor que solo eran capaces de sentir ellos dos, nadie más.

Vio el cuerpo de JungKook reposar inquietamente alrededor de un montón de prendas suyas. Cerró la puerta tras de sí y le pasó el seguro, procurando hacer el menor ruido posible para no turbar de más al omega sobre la cama.

Se acercó unos pasos más hacia él y pudo verlo mejor gracias a la luz de luna que iluminaba la habitación desde el exterior de la ventana junto a la cama.

JungKook dormía muy inquieto; su respiración era inestable y algo acelerada. Pudo ver cómo todo su cuerpo estaba empapado por el sudor y su rostro estaba pálido como una hoja.

Ya no tenía ese color rojizo en los labios que solía adorar, ahora en cambio habían sido reemplazados por los labios rotos, ásperos y maltratados con heridas que incluso parecían recientes.

Tampoco portaba esas mejillas que TaeHyung tanto amaba y su rostro remarcaba con más ímpetu su mandíbula y pómulos.

TaeHyung estaba mordiendo su labio inferior con algo de fuerza para no llorar de nuevo al ver el estado de JungKook, decidiendo por subirse lenta y cuidadosamente a la cama.

El color azul de sus ojos no se había ido en lo absoluto, era como si el brillo de la luna irradiara justo sobre ambos.

Empezó a desabotonar su propia camisa cuando estuvo de rodillas sobre el mullido colchón repleto de prendas propias, y la dejó lo más cercana a JungKook posible, repitiendo la acción con su pantalón.

No sabía exactamente qué era lo que hacía, pero sentía que debía hacerlo de esa forma, y no era momento para privarse y reprimir esos instintos protectores que buscaban resguardar a su omega a toda costa.

Tomó con cuidado los brazos del menor y lo hizo quedar boca arriba. De acuerdo a los movimientos que le hizo hacer TaeHyung y la falta de reacción del menor, no tardó mucho en dilucidar que el omega seguía dormido.

Comenzó a repetir el mismo proceso que hizo consigo mismo y removió suave y lentamente los pantalones de pijama del menor, aprovechando para sentir nuevamente su aroma, por muy débil que fuera.

Al toca la piel de sus caderas sintió algo parecido a una corriente vagando fugazmente por todo su cuerpo y deteniéndose justo en su pecho, a la altura del corazón.

Removió los pantalones de JungKook para dejarlo en ropa interior, tomándose un momento para ver sus piernas; estaban más delgadas de como las recordaba...

Tragó saliva y terminó de sacar el pantalón por los tobillos del omega para después volver a dirigirse a él, tomando el dobladillo de su camisa que estaba vistiendo el menor, para subirla con la misma suavidad y paciencia con la que le quitó el pantalón.

Vio su torso y su pecho de oprimió al darse cuenta de la gravedad de su delgadez. Una sola lágrima furtiva rodó por su mejilla cuando vio como sus costillas se marcaban.

Bajó su vista hasta posarla sobre el vientre de JungKook, donde un pequeño bulto sobresalía apenas un poco, pero lo suficiente para notarlo. Su lobo pedía a gritos tocar la zona, requiriéndolo como necesitaba la presencia de JungKook y su tacto.

Y ya estaba rozando su vientre con una mano cuando escuchó a JungKook soltar un quejido y por mero instinto, vio como el omega acercaba una de sus manos para posarla en su vientre, sintiendo también como alguien más quería tocarlo. JungKook no se sintió reacio al tacto a pesar de que él había sido el único en tocar su vientre desde entonces.

Pero su mano acabó sobre la de TaeHyung, quién se quedó estático en su lugar al presenciar la acción y sintió como su corazón comenzó a latir fuertemente, como si quisiera escaparse de su pecho.

Y en unos segundos, ya estaba volteando un poco su rostro para ver al menor. JungKook estaba mirándolo con el ceño fruncido en extrañeza a través de sus pestañas, pues sus párpados estaban caídos, casi cerrados. Intentaba enfocar mejor comprobar si lo que veían sus cansados ojos era cierto.

Pero lo era, TaeHyung estaba ahí, frente a sus ojos.

El mayor sintió como su cuerpo se estremeció al conectar miradas y su lobo le pedía cercanía, más cercanía.

Sostuvo suavemente la mano de JungKook que estaba sobre la suya y la envolvió con la propia, arrastrándose lo suficiente para recostar su cuerpo de medio lado junto a él.

JungKook sintió su corazón acelerarse junto con un revuelo que removió todo dentro de él al notar como TaeHyung lo miraba. Se estaba poniendo nervioso al sentir como esas preciosas orbes azules lo apreciaban como tanto había esperado que lo volvieran a ver, justo de esa manera que solo TaeHyung es capaz de hacer.

Porque a pesar de lo enfermo o mal que pudiera lucir, TaeHyung era el único que con una sola mirada era capaz de hacerlo sentir la joya más hermosa del planeta.

JungKook parpadeó al sentir como los brazos de TaeHyung lo atraían hacia él y lo abrazaba de tal forma en la que sus propias manos quedaran sobre sus pechos. JungKook quería poner fuerza para empujar su hombro y así evitar el contacto, pero no tenía las fuerzas suficientes por lo débil que se encontraba, y cuando TaeHyung le sostuvo la mano para detener sus acciones JungKook suspiró rendido, dejándose acomodar por TaeHyung.

Durante todo este tiempo, JungKook creía que el día en el que TaeHyung se enteraría de la verdad ya se acercaba pues la mayoría ya lo sabía todo. Pero verlo ahí junto a él, y ahora abrazándolo afectuosamente lo tomaba totalmente por sorpresa; y no sabía si agradecerle o golpear a la persona que le había contado todo.

TaeHyung seguía viéndolo intensamente y retiró los cabellos sudados y adheridos a la frente del menor con la suavidad de sus dedos. A JungKook se le hizo imposible no cerrar los ojos al sentir como el tacto de TaeHyung lo acariciaba desde su cabello hasta la mejilla, donde detuvo su mano y acunó su rostro con tanta delicadeza que a JungKook le costaba un poco sentirlo.

—Omega —lo llamó suave y bajito.

JungKook abrió sus ojos ante el dulce llamado y lo miró con sus ojos grandes y únicos, consiguiendo que a TaeHyung se le cortara la respiración durante unos segundos por ver sus ojos detenidamente; eran lo más hermoso que había visto en su vida

No, JungKook era lo más hermoso.

Sus ojos amatistas brillaban como si fueran dos perfectas estrellas reposando sobre el precioso rostro de JungKook, y ver cómo un poco del color de sus ojos hacía contribución a tal obra de arte le calentó el corazón, haciéndolo casi suspirar.

TaeHyung estaba tan embelesado y encantado con él que no se dio cuenta de que ya estaba acariciando suavemente la mejilla del menor con su pulgar, pero para JungKook fue una dulce acción que no pasó por alto.

—¿Qué haces aquí? —la voz de JungKook salió ronca, baja y débil, pero gracias a la poca distancia que había entre sus rostros TaeHyung pudo oírle a pesar de que su corazón fuera lo que más retumbaba en sus oídos.

—Vengo a cuidarte —respondió con el mismo tono bajo y dulce que usó para llamarlo.

—¿Después de lo que te hice?... —fue lo que salió de los labios resecos del menor, recibiendo después una caricia más notoria del mayor.

—Te sigo amando

—Yo también...

Las cejas de TaeHyung temblaron por una fracción de segundo, sintiendo como esas dos preciosas dos palabras conmovían y extasiaban a su corazón disparado por todas las emociones que le hacía sentir JungKook con su sola presencia.

JungKook elevó una de sus manos y la dejó descansar suavemente sobre su mejilla, viéndolo a los ojos tal y como TaeHyung estaba haciendo con él. Movió ligeramente su pulgar hasta reposarlo sobre el labio inferior del alfa para acariciarlo lentamente.

Mientras sus tersas caricias seguían, TaeHyung se tomó un momento para cortar el contacto visual y así poder mirar hacia su vientre, relamiendo sus labios como ya era costumbre.

—Quería habértelo dicho yo... —murmuró JungKook, captando de vuelta la mirada del mayor—. Vamos a tener un bebé, TaeHyung

Vaya que escucharlo salir de los labios de su omega lo hacía mucho más real. TaeHyung aún no sabía con qué palabras expresarse, así que optó por acercar sus labios a la punta de la nariz de JungKook y depositar un pequeño dulce beso ahí, cerrando sus ojos.

Se separó solo unos centímetros antes de mover su rostro y comenzar a regalarle pequeños besos en todo su rostro; lo primero que besó fueron sus párpados, pasando a sus mejillas, frente, cejas y por último dio un casto beso en su barbilla. Y JungKook, quien había cerrado los ojos por los tan necesitados besos, pensó que TaeHyung se iba a separar, pero cuando ya se dio cuenta, TaeHyung lo había atraído hacia sí para envolverlo en un abrazo un poco más estrecho, haciendo que escondiera su cabeza en el cuello del alfa.

JungKook inhaló temblorosamente y algo tímido el aroma de TaeHyung, no queriendo exhalarlo de inmediato porque no quería arriesgarse a que cuando volviera a inhalar, el olor hubiera desaparecido. Sentía como su lobo le pedía que se apegara más a él para impregnarse su olor.

¿Y quién era JungKook para negarse algo que él también anhelaba?

Restregó suavemente parte de su mejilla y nariz en la curvatura de su cuello, teniendo el valor de exhalar finalmente el aire para volver a inhalar el delicioso y tranquilizador aroma de su alfa.

Sentía como el malestar insoportable que sentía hace unos minutos se marchaba lentamente de su cuerpo. Necesitaba a su alfa, necesitaba a TaeHyung.

TaeHyung dio múltiples besos en su hombro desnudo, haciendo que JungKook casi suspirara ante la tan extrañada sensación de contacto.

Luego de un rato fue que ambos se separaron para verse a los ojos, sin molestarse en formular ninguna palabra durante minutos de cercanía que ambos esperaban que fueran eternos.

—Huele a malvaviscos —TaeHyung rompió el silencio, apartando su vista solo un segundo para ver el vientre de JungKook antes de volver a subir su mirada al omega, quien asintió como pudo, pues él también lo había notado.

—Empezó a oler así desde hace unos días... —inhaló y exhaló temblorosamente por su debilidad, remojando sus labios y contrayendo un poco la expresión de incomodidad que le daba tener los labios tan deshechos—. Leí que cuando el olor es muy dulce, es un omega —dijo lentamente JungKook.

TaeHyung arrugó un poco las cejas y habló:

—JungKook, perdóname —hizo una pausa mínima—. Yo de verdad lo siento, te lastimé muchas veces y nunca me di cuenta... —JungKook tragó dificultosamente por la pesadumbre de su cuerpo y negó la cabeza en un ligero movimiento.

—No quiero hablar de eso ahora —murmuró—. Hay que aprovechar lo que resta de día... —TaeHyung asintió ante su petición, estando de acuerdo con lo demás.

Fue en ese momento que se dieron cuenta de lo cerca que estaban sus rostros; tanto que sus narices rozaron entre sí. Y de segundo a otro, JungKook terminó de acortar la distancia entre sus rostros y unió sus labios en un pequeño beso que los hizo suspirar.

Habían necesitado eso desde hace tanto...

Sus labios se separaron segundos después, pero sus ojos permanecieron cerrados, y como dos imanes en necesidad del contrario, volviendo a unir sus labios en un beso más real.

Había pasado tanto tiempo desde que habían compartido un beso de verdad.

Era lento y pausado; querían alargar lo más posible el momento. TaeHyung podía sentir que a JungKook le costaba seguir el ritmo del beso por la debilidad de su cuerpo, así que decidió no forzarlo y se limitó a seguir el ritmo sosegado e irregular de JungKook.

El omega volvió a colocar su mano sobre la mejilla de TaeHyung mientras ambos seguían juntando sus labios. A TaeHyung no le importó lo magullados y resecos que pudieran estar los labios de JungKook, o los pequeños rasponcitos que dejaban sobre los suyos; solo le importaba seguir compartiendo ese contacto tan preciado.

TaeHyung colocó su mano encima de la del menor y entrelazó sus dedos, aun sin separarse del cálido contacto de sus labios en continuo movimiento.

JungKook no estaba del todo feliz, y en realidad podía decir que seguía estando molesto, pero no tan molesto con TaeHyung sino con él mismo. Tenía claro que ambos se habían lastimado demasiado y las heridas que ellos mismos se habían causado, no estaban cerradas; pero aun así estaban recibiendo sus labios.

Y JungKook si podía admitir que lo necesitaba más que nada en el mundo.

Había caído de nuevo por los encantos de TaeHyung y por el amor que sentía hacia él, pero es que era imposible no hacerlo, y haber caído nuevamente le hacía recordar todo por lo que se había enamorado de él.

Pero JungKook no quería discutir, estaba cansado.

JungKook se separó del beso y abrió los ojos para mirarle, notando como TaeHyung también lo estaba mirando.

—Gracias —susurró bajito, refiriéndose a un "gracias por venir, gracias por salvar al bebé".

Ocultó su cabeza de vuelta en el cuello de TaeHyung y cerró sus ojos, acomodándose mejor en el lugar mientras TaeHyung acariciaba su espalda hasta que sintió como el malestar disminuía lo suficiente como para concebir el sueño.

Y antes de caer dormido, escuchó un susurro de TaeHyung.

Te amo, JungKook...

Shin caminaba de un lado a otro frente a la puerta principal con el teléfono en mano. HoSeok había salido sin avisarle y eso lo tenía de los nervios desde que se enteró que ahora MinSoo sabía de la existencia de su hijo. Estaba muriéndose de la preocupación porque ya iban a dar la una y quince de la madrugada y HoSeok no aparecía.

Pero sintió que el alma le volvió al cuerpo cuando escuchó el portón de la casa abrirse, exhalando de alivio esperando a que HoSeok entrara.

Y cuando lo vio cruzar la puerta y cerrarla tras de sí, no tardó ni dos segundos en hablar.

—¿Dónde estabas? —usó su tono de regaño, haciendo que HoSeok volteara para verle.

—Fui a comprar pan —respondió HoSeok con una sonrisa; pero Shin no era estúpido.

—¿A la una de la madrugada, HoSeok? —lo miró con desdén, pero alzó una ceja cuando detectó el aroma de un alfa en HoSeok—. ¿Por qué hueles a alfa? —vio como todo el cuerpo de HoSeok se tensaba a pesar de que la sonrisa delatadora de su rostro no se iba; ya conocía muy bien a su hijo.

—Ah, eso... —se rió nerviosamente—. Bueno, el que me atendió allá en la tiend... —bajó el tono de voz hasta permanecer en silencio ante la expresión imperdurable de su padre—. No me crees, ¿verdad? —Shin volvió a alzar una ceja con más intensidad, haciendo que HoSeok extendiera su sonrisa nerviosa y mirara a ambos lados antes de responder—. Andaba con un amigo

—¿Amigo?

—Amigo —afirmó, más la intensa mirada de su padre seguía plantada en él. Cuando se formó un silencio incómodo para HoSeok, comenzó a reír forzadamente—. ¿Quieres pan? Yo sí, ¿no es rico el pan? ¿Sí, verdad? —siguió riendo robóticamente, logrando que Shin volteara los ojos y elevara sus brazos en busca de paciencia.

Comenzó a caminar hacia el comedor mientras negaba sutilmente con la cabeza: —No entiendo por qué eres tan promiscuo

—Papá —dijo en voz alta, con una mezcla de pudor, consternación e indignación.

—Ven, quiero hablar contigo —le indicó, y poco después ambos entraron al comedor, donde se sentaron.

—¿Cómo sigue JungKook? —preguntó HoSeok.

—Está con TaeHyung —respondió, viendo la expresión de asombro de su hijo—. Están en la habitación de JungKook, no te vayas a acercar por ahí porque JK hizo un nido —lo miró con advertencia; y HoSeok bufó una risita.

—¿De qué querías hablar? —HoSeok se acomodó un poco mejor sobre la silla.

—MinSoo ya sabe de ti —fue al grano—. Quiero saber cómo lo supo

—¿Insinúas que yo tuve la culpa? —lo miró con sorpresa y shock.

—Yo no te he dicho eso, pero te conozco y siempre quieres estar en todo —HoSeok hizo una línea con sus labios.

—Bueno, de todas maneras no esperé que lograra ocultarte algo por mucho tiempo —murmuró, dejando caer sus hombros.

—HoSeok que hiciste —lo miró con severidad, pero HoSeok mostró una enorme sonrisa de inocencia.

—Llevo meses investigando a MinSoo y DongGun para conseguir pruebas y poder ayudarte —mostró sus dientes y Shin lo miró con seriedad; HoSeok sabía que estaba molesto.

—¿Cómo que investigando, HoSeok?

—Me metí en la empresa de DongGun para poder observar todo mejor —soltó unas cuantas risas forzadas sin menguar su sonrisa.

—Ah, ¿entonces no fue porque querías ese trabajo? —alzó las cejas con severidad.

—Papá, ni siquiera me gusta trabajar —le respondió, viéndolo.

Shin exhaló lenta y pesadamente antes de llevarse dos dedos al puente de la nariz para masajear la zona.

—Pero hey —sonrió—, conseguí información: MinSoo quiere apoderarse de las empresas Kim y sacar a TaeHyung y a NamJoon de ahí

—Qué gran información, HoSeok —casi usó sarcasmo, pero su tono salió más bien como una reprimenda—. ¿Y te arriesgaste solo para obtener esa información que podría haber sido obtenida de otra manera?

—No obtuve más porque me la pasaba haciendo otras... cosas —miró a ambos lados. Shin apretó la mandíbula.

—¿Por qué eres así después de todo lo que hago para que estés a salvo? —elevó su tono de voz—. Tú vida puede estar en riesgo, ¿no lo entiendes? —HoSeok bajó la cabeza, apretando los labios ante el regaño—. Siempre que te digo o hago algo por tu bien, terminas regándolo todo. Tienes veinticinco años y no es posible que yo siga detrás de ti como si todavía fueras un niño

Aquello último no era un regaño solo para HoSeok, sino para sí mismo porque lo sobreprotegía, pero es que nunca tuvo más hijos y su principal atención siempre estaba sobre HoSeok; no quería que nada malo le pasara.

Shin apoyó sus codos sobre la mesa y tomó su rostro, frustrado.

—A partir de ahora no vas a salir sin decírmelo antes —le dijo, no pudiendo evitar protegerlo a pesar de que hace unos segundos se estaba recriminando por ello—. MinSoo puede ir por ti, es peligroso

HoSeok vio a su padre tan turbado y no dudó en levantarse de la silla para abrazarlo.

—Lo siento —se disculpó, sintiendo como su padre correspondía el abrazo—. Te voy a hacer caso; también dejaré mi trabajo si quieres

—Lamento si te estaba gustando trabajar ahí

—Con o sin trabajo nunca me voy a morir de hambre —Shin haló un mechón de cabello de HoSeok, haciéndolo soltar una pequeña queja.

—Debes dejar de ser tan arrogante —volvió a envolverlo con sus brazos—, y malcriado

HoSeok soltó unas cuantas risas ante su comentario y apretujó más a Shin.

—Te amo, papá —le dijo y Shin bufó una sonrisa.

—Yo también te amo, Hobi —acarició su cabello con suavidad—. Eres mi esperanza, no lo olvides...

Shin estaba mucho más tranquilo ahora que tenía a HoSeok junto a él y que TaeHyung estaba cuidado de JungKook. Ahora todo parecía tener una salida, una luz al final del túnel, y con Suni ahí estaba seguro de que encontraría por fin una manera de librarse de todos los males.




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