83. «Hay que proteger a JungKook»
El sonido de la suela del zapato de Shin impactar repetidas veces contra el suelo era el principal sonido que se escuchaba en la silencio sala, donde Suni y él veían una de las ventanas, ansiosos y preocupados por el paradero de JungKook, que hasta el momento era desconocido.
No habían visto a JungKook desde la tarde del día anterior, y se había ido sin decir a donde iría. Ninguno de los dos tenía idea de dónde podía estar o si estaba bien. Shin estaba tan mortificado por ello que no había podido dormir tranquilo y estaba a nada de llamar a NamJoon y a SeokJin para preguntarles si sabían algo de JungKook.
Estaba por sacar el teléfono de su bolsillo cuando escucharon la puerta principal ser abierta. Shin se volteó al momento, caminando rápidamente hacia el pasillo que daba con la puerta principal mientras era seguido por la omega.
Pero se detuvieron abruptamente al casi chocar con un JungKook cabizbajo que al parecer tampoco esperaba encontrárselos al instante, pues dio algunos pasos hacia atrás, sintiendo el pulso un poco más acelerado. Aun no quería enfrentarlos, al menos no justo al llegar...
—JungKook, ¿dónde estabas? —inquirió el alfa, preocupado. La pareja notó como todo el cuerpo de JungKook se ponía rígido ante el llamado y aun no levantaba la cabeza. Parecía estar a la defensiva, porque cuando Shin dio un pequeño paso hacia él, se tensó más—. ¿Te pasó algo? Nos tenías preocupados —volvió a hablar, y JungKook fue capaz de notar esa preocupación en su voz.
Aun así, JungKook no alzó la cabeza, evitando a toda costa cruzar miradas con Shin o con Suni. Estaba tan avergonzado de sí mismo; se sentía culpable por no haber prevenido una situación como esta. No quería decepcionar a Shin o a Suni con la nueva e inesperada noticia que ahora sabía.
Al notar lo perdido y tenso que parecía JungKook, Shin intentó tomar con suavidad su brazo para captar su atención y que así respondiera, pero JungKook fue más rápido y abrazó su propio brazo, reacio al tacto.
Shin se preocupó más y volvió a hablarle con la misma suavidad: —Dinos que pasó... —solo que esta vez su vista se desvió a la hoja que JungKook tenía en una de sus manos—. ¿Esos son los resultados del examen de sangre? ¿Tienes algo? —preguntó rápidamente, ya muy angustiado.
JungKook, aún tenso, pensó un poco antes de extenderle los resultados, cuestionándose si debía dárselos o no. Respiró profundamente antes de entregárselos a Shin, soltándolos cuando Shin los tomó entre sus manos. El alfa le dio una breve mirada al omega mientras abría el papel. Suni se colocó a su lado, mirando a JungKook antes de dirigir su vista hacia el papel que Shin ya había comenzado a leer.
Pero cuando Shin leyó aquello que tenía tan agobiado a JungKook, se pasmó en su lugar. Suni no tardó en leer lo mismo, cerrando los ojos. Sintió una presión en el pecho al darse cuenta de que sus sospechas anteriores habían sido realmente ciertas.
JungKook estaba embarazado.
La ansiedad de JungKook fue en aumento desde ese instante, sentía su corazón palpitar fuertemente en su pecho y ese sofoco comenzaba a incordiarlo.
Shin y Suni se miraron con una mueca casi imperceptible de pesadumbre.
—Lo siento —habló por primera vez en el día el menor, su voz sonaba ahogada y algo desecha.
—¿Por qué te disculpas? —le preguntó Shin mientras arqueaba las cejas hacia arriba y se acercaba un poco más a él.
—Lo siento, esto es un error mío —alzó su mirada tras los lentes de sol hacia Shin—. De todas formar no quiero tener un hijo, no se preocupen por eso... —Shin negó con la cabeza y le entregó los resultados a Suni.
—Un hijo no es un error —y lo abrazó. JungKook correspondió, exhalando un poco de la angustia que le estaba generando la ansiedad por todo esto—. Está bien, JungKook —intentó darle calma y sobó su espalda, pues JungKook seguía igual de tenso que antes.
Suni, quien no se había querido meter para no parecer entrometida, se quedó viendo a JungKook mientras apretaba los labios, atemorizada y angustiada por la certeza que ahora había de que efectivamente JungKook cargaba a su nieto, al hijo de su hijo dentro.
Tenía miedo porque ella no quería que ninguno de sus hijos sufriera la pérdida de un hijo por culpa de MinSoo y DongGun como le había pasado a ella.
Viendo a JungKook con esa tristeza le hacía saber que el omega pensaba que todo se iba a arruinar por estar esperando un cachorro. Eso ella lo entendía tan desdichadamente bien; y quizás era la única que realmente comprendía su pesar.
Ella se sintió de la misma manera cuando se embarazó por primera vez, pero... al final todo ese dolor se esfumó cuando vio a NamJoon entre sus brazos instantes después de nacer. Ahora JungKook iba a pasar por lo mismo e iba a tener a su primer hijo.
Shin acarició la cabeza del menor antes de hablar otra vez:
—Vamos a sentarnos —dijo con la misma delicadeza, alzando la vista para mirar un segundo a Suni antes de que los tres se dirigieran al sofá.
JungKook secó las pocas lágrimas que se habían escurrido de sus ojos y se sentó, viendo de reojo como Shin y Suni se sentaban a cada lado de él.
—¿Dónde pasaste la noche? —inquirió el alfa, pero rápidamente volvió a hablar—. JungKook, no has comido nada, déjame prepararte algo —e intentó levantarse, pero JungKook tomó su brazo y negó lentamente con la cabeza, haciéndole saber que no quería que se fuera. Shin comprendió y volvió a sentarse, mirándolo atentamente mientras colocaba su mano en la espalda del menor.
JungKook sorbió su nariz antes de contestar la pregunta:
—Pasé la noche en la casita del árbol —respondió con voz gangosa, logrando que Suni abriera los ojos un poco más de lo normal a la par que un nudo se formaba en su garganta.
—¿Todavía la tienen? —preguntó con melancolía resonando en su voz. JungKook asintió con una pequeña sonrisa, dándole una mirada a través del oscuro color de sus lentes de sol.
—TaeHyung solía llevarme mucho para allá —hizo una breve pausa, sin menguar su pequeña sonrisa—. Me contaron muchas cosas lindas de ahí —Suni mostró una mueca parecida a una sonrisa de ilusión y a la vez tristeza.
Se formó un silencio breve en el que JungKook volvió a mirar al frente, o al menos hasta antes de que Shin hablara.
—¿Puedes quitarte los lentes? —le pidió con la misma calma que estaba intentando transmitirle al menor desde que leyó los resultados.
JungKook se puso más nervioso y lo miró brevemente antes mirar hacia abajo nuevamente.
—Que no te de vergüenza, déjanos verte... —esta vez fue Suni la que habló, logrando que JungKook se mordisqueara los labios con nerviosismo y retirara los lentes lentamente de su rostro, aun sin mirar a ninguno de los dos.
Se tomó un instante antes de alzar la cabeza y mirar hacia Suni, quien explayó un poco los ojos de asombro al ver el color azul rodear sus ojos violetas, boqueando un poco.
JungKook volteó a ver a Shin, quien no pudo evitar quedársele viendo, pues esos ojos violeta amatista rodeados de ese azul cerúleo lo hacían lucir realmente precioso.
Más no tuvo que maquinar palabras siquiera, pues Suni tomó el rostro de JungKook con ambas manos y lo hizo mirarla.
—Los ojos de TaeHyung son azules... —fue lo que murmuró, encantada.
Ella no lo sabía, no sabía que el lobo de su hijo tenía el mismo color de sus ojos. Algo dentro suyo sintió regocijo al saber que JungKook iba a tener un hijo. Puede que JungKook incluso consiga esa felicidad que tanto anhela al sentir el amor que un padre siente por un hijo.
—JungKook, tienes que arreglar las cosas con TaeHyung —continuó Suni, soltando suavemente su rostro. JungKook se tensó—. Estar en espera sin la compañía de tu alfa es muy dañino tanto para ti, como para tu bebé —Shin asintió, dándole la razón.
Pero JungKook negó al instante.
—Si le digo la verdad va a querer estar conmigo todo el tiempo y no puedo permitirlo... —miró hacia abajo—. MinSoo se terminará enterando y lo pondrá preso; no soportaría eso... —Suni lo miró, comenzando a hablar después.
—Para eso estoy aquí, Jun-
—No quiero estar con TaeHyung —la interrumpió, mirándola.
Aquella frase desconcertó a Suni y a Shin, quien miraron interrogantes al joven omega, sin comprender.
—TaeHyung llevó a otro omega a nuestro hogar —completó en una exhalación.
Shin se enderezó en el asiento y frunció las cejas en un gesto de molestia e indignación moderada, volteando rígido la mirada hacia un lado. La reacción de Suni fue de sorpresa. Estaba anonadada y un poco molesta, pues eso no se lo esperaba para nada.
—Yo sé que yo provoqué esto al separarnos, pero me ha dicho cosas tan horribles que no quiero que esté conmigo. Tampoco quiero que estemos juntos si no dejo de pensar en todas las veces que me despreció y me deseó lo peor —habló con algo de amargura.
Shin asintió casi imperceptiblemente, entendiendo su punto y estando de acuerdo con él. Suni tampoco dijo nada, pues sabía que JungKook tenía razón.
Ambos tenían que sanar para empezar de nuevo.
JungKook exhaló, volviendo a mirar al frente mientras la duda y la incertidumbre seguían carcomiéndolo por dentro.
—No sé cómo pasó —negó incrédulo—. Yo tomé la pastilla —habló más para sí mismo, intentando encontrar una respuesta dentro de su turbada y agobiada mente—. Yo tomé las pastillas, no entiendo...
—¿Las tomaste todos los días que duró el celo? —le preguntó Suni.
—Sí, yo me las tom- —estaba musitando sus palabras mientras asentía y miraba al suelo, pero de un momento a otro se quedó estático en su lugar.
Cerró los ojos cuando a su mente vino de inmediato el día en el que DongGun le había disparado; él estaba en celo. Recuerda haber estado tan distraído por todo el revuelto que eso causó, tanto que...
Ese día no la tomó.
Se quiso pegar por haber sido tan descuidado y distraído, se estaba torturando internamente por ello. «Tan estúpido», pensó.
—¿JungKook? —volvió a hablar Suni, pero JungKook estaba sumergido tan profundo en sus pensamientos que no prestó atención.
La falta de respuesta de parte del menor les hizo entender a ambos que no se la había tomado, no todos los días al menos.
JungKook se inclinó hacia adelante y apoyó sus codos sobre sus rodillas, juntando sus manos frente a su rostro mientras seguía martirizándose, turbado.
Shin acarició su espalda nuevamente, mirándolo.
—No vas a estar solo, nosotros vamos a quedarnos contigo —le hizo saber el alfa, mirando brevemente a su pareja antes de volverlo a mirar a él—. Ya vas a ver que ese bebé te hará muy feliz —habló con una pequeña sonrisa que JungKook no vio, pero escuchó por su voz.
JungKook suspiró nerviosamente y Shin lo envolvió en un abrazo. Se permitió recostarse un poco en su pecho y Suni tomó una de sus manos, proporcionando caricias en el dorso de ella para darle apoyo que recibió agradecido, pues creía explotar si seguía pensando en eso.
—Tener un hijo es muy hermoso, ya me entenderás —le dijo Suni, sonriéndole de labios cerrados.
El omega suspiró bajito, no muy convencido de las palabras que le estaban diciendo ambos. No sabía qué hacer, se sentía perdido. El futuro era demasiado abrumadoramente incierto para él. Tenía miedo, por tantas cosas a la vez que creía ahogarse. Esperaba volver a retomar el camino y volver a tomar las riendas de todo, pero no se sentía capaz, y tampoco sabía si iba a serlo en algún momento.
Shin y Suni notaron como toda la esperanza que había iluminado el rostro de JungKook el día anterior se había esfumado totalmente, dejando un rostro apagado y demacrado que podría desmoronarse en cualquier momento.
Ya no sabían que más decirle para darle algo de tranquilidad y calmar sus angustias aunque sea un poco. Ambos se tomaron de la mano tras la espalda de JungKook, mirándose mutuamente.
Y se quedaron ahí, siendo un apoyo necesario para JungKook.
TaeHyung se hizo a un lado, dejando pasar a su mejor amigo y a su hermano, quienes lo habían venido a buscar para ir al trabajo. Pero realmente no habían ido solamente para eso, sino para asegurarse de que TaeHyung estuviera bien.
NamJoon también estaba preocupado por JungKook, no se había contactado con él desde la última vez que lo vio en Año Nuevo; recibía noticias de Shin, con el que sí estaba en contacto. Tenía ganas de ir a verlo, pero cada vez que llegaba del trabajo, lo único que quería era estar con SeokJin y su bebé.
Gracias a Shin, estaba enterado de que ya se estaba tramitando la anulación del matrimonio, y no podía sentirse más aliviado. Debía admitir que le sorprendió mucho la noticia, porque en un principio pensó que sería un proceso más lento.
Pero estaba seguro de que eso era producto de los muchos contactos que tenía Shin, ¿verdad?
YoonGi, por otro lado, quería estar con mejor amigo y darle apoyo, pues sabía que no la estaba pasando nada fácil después de lo que ocurrió en Navidad y Año Nuevo. No había tenido tiempo de ir a verlo antes a pesar de que quiso, porque el trabajo lo tenía hasta el tope; pero se había esforzado en hacer mucho para tener al menos este día libre para apoyarlo.
Justo ahora NamJoon estaba frente a su hermano, quien había ido a sentarse en uno de los sofás del salón luego de abrirles perezosamente la puerta. TaeHyung apoyó su codo sobre el apoyabrazos y luego recostó la cabeza en su palma, con la mirada totalmente decaída.
NamJoon debía admitir que TaeHyung se veía horrible; tenía los ojos hinchados, ojeras y ni siquiera se había molestado en afeitarse el bigote.
Miró la mesa junto a TaeHyung y vio una botella de whisky sobre ella. Una mueca se formó en su rostro, pues TaeHyung no era de los que bebían mucho.
YoonGi se le quedó viendo a su mejor amigo, sentándose en uno de los sofás individuales junto a él.
—Pareces muerto en vida —comentó YoonGi, ganándose una mirada matadora de TaeHyung.
—Gracias por darte cuenta y decirme —dijo tosco y sarcástico.
—TaeHyung, de verdad te ves terrible —habló su hermano con los ojos bañados en inquietud. Paseó su vista por todo el resto del salón; todo estaba desordenado, tirado o sucio—. Mira este lugar, es un desastre —empezó a señalar cada cosa mientras iba hablando—. Hay alcohol, cosas tiradas por el suelo; parece como si no hubieras limpiado en semanas y-
Dejó de hablar cuando su vista se posó en un objeto en particular.
—¿Eso es una cajetilla de cigarros? —continuó NamJoon, asombrado.
YoonGi frunció el ceño de inmediato y vio el objeto antes de hablar: —¿Estás fumando? —YoonGi volvió a mirar al menor.
TaeHyung volteó hacia ellos con extrañeza, viendo como NamJoon tenía una cajetilla de cigarros en la mano.
—Está casi vacía —habló, notándose en su voz un poco de enfado creciente. TaeHyung miró impasible el objeto.
—No son míos —dijo nada más. Volvió a posar su mirada en el suelo frente a él y NamJoon se enserió de inmediato.
—¿De quién son? —preguntó, con la cajetilla aún en la mano.
TaeHyung volteó su cabeza para mirar el cielo por el ventanal a su lado.
—TaeHyung, dime de quién son —exigió al ver cómo su hermano lo ignoraba.
—De alguien que traje a la casa... —se limitó a decir, aun sintiéndose mal por eso.
—¿A quién trajiste? —inquirió nuevamente NamJoon, quien ya se estaba molestando mucho a medida que avanzaba la conversación.
TaeHyung rodó los ojos con fastidio y contestó: —A un omega —YoonGi vio a su mejor con una mueca.
NamJoon apretó los labios en una línea, ya muy enfadado, y tiró la cajetilla de cigarros contra el sofá a su lado. YoonGi lo miró con una ceja alzada.
—¿Por qué coño hiciste eso? —bufó, mirándolo con severidad—. ¿Qué pasa si JungKook se entera?
—¿¡Y qué mierda importa si se entera!? ¡Él no es nada mío! —gritó TaeHyung, con la mandíbula tensa mientras miraba a su hermano con enojo—. Además, ya nos vio —dijo un poco más bajo, volviendo a recostar la espalda que había despegado del sofá con el grito.
—¿Cómo que ya los vio? —NamJoon frunció el ceño.
TaeHyung chasqueó la lengua pero con angustia, mordisqueando sus uñas solo un segundos para después cambiar de posición.
—Vino a buscar sus cosas y lo vio a él... —contó TaeHyung, y YoonGi habló, sin dejar de mirar a NamJoon.
—¿Por qué te molestas? TaeHyung ahora está soltero y puede hacer lo que quiera —defendió—. Sí está feo que JungKook haya visto al otro, pero se supone que él le hizo cosas mucho peores, ¿no es cierto? —miró a TaeHyung.
TaeHyung asintió, pero al instante arrugó las cejas. NamJoon supo de inmediato que su hermano iba a llorar, pues arrugar las cejas en esas situaciones era un gesto común en él.
—Uy, ¿fui muy duro? —dijo YoonGi, mirando como su mejor amigo estaba a punto de llorar.
Los ojos de TaeHyung se cristalizaron y volteó a mirar a otro lado, sintiendo como las lágrimas comenzaban a caer por sus mejillas. NamJoon no demoró en acercarse a él, preocupado.
—Yo creo que sí —le contestó NamJoon, sentándose junto a su hermano para atraerlo en un abrazo que TaeHyung no correspondió, pero se dejó.
YoonGi se acercó también, agachándose frente a él y colocando una de sus manos sobre la rodilla de su mejor amigo para darle un poco de apoyo.
Pero TaeHyung no se quedó mucho tiempo en el abrazo, separándose mientras lloraba.
—Todavía no entiendo nada —murmuró con voz gangosa—. Él y yo íbamos muy bien, ya yo le había dicho que lo amaba —sollozó—. JungKook era tan atento —hizo una pequeña pausa para tomar aire—. En navidad lo llevé a la cabaña y le entregué mi corazón ahí; y yo pensaba que él lo había hecho de igual forma —miró a NamJoon con los ojos empapados—. ¿Por qué me hizo esto?
NamJoon lo miró con pesar y lo abrazó nuevamente, solo que esta vez TaeHyung correspondió a pesar de que no encontraba por ningún lado la cura para su dolor; solo aumentaba cada vez más, y eso le desesperaba ya que cada vez se hacía más imparable.
YoonGi nunca había visto a TaeHyung llorar tanto; se notaba lo mucho que amaba a JungKook. Tenía que admitir que estaba muy molesto con JungKook por haberle hecho tan vil y cruel a su mejor amigo, pero ahora solo quería centrarse en darle su apoyo a TaeHyung, como siempre lo había hecho con él.
Un mensaje lo sacó de sus pensamientos, y al sacar su teléfono, alzó la vista hacia los hermanos Kim
—Nos necesitan allá —les informó, levantándose del suelo. NamJoon miró a su hermano y TaeHyung se tomó un momento para asentir, terminando por separarse y levantarse mientras se quitaba los rastros de lágrimas plasmados en su rostro.
Caminó y tomó una pequeña caja que había colocado sobre una mesa cercana y se acercó nuevamente a YoonGi.
—Haz lo que quieras con ellas, yo no soy capaz de tirarlas... —le dijo. YoonGi le dio una mirada rápida a la caja entre las manos del alfa más joven y la tomó.
NamJoon, quien estaba junto a YoonGi, la abrió mientras TaeHyung arreglaba su traje. El mayor de los Kim frunció el ceño al notar que eran un montón de fotos de él y JungKook, todas muy hermosas.
—No creo que debas deshacerte de ellas... —habló NamJoon, intentando ocultar su aflicción.
—Ya no importa —se limitó a contestar TaeHyung, volteándose al espejo para acomodar su corbata.
—Claro, debe ser muy fácil deshacerte de las cosas de la única persona que se atrevió a recibir patadas por ti, ¿o ya se te olvidó? —casi vociferó NamJoon, volviéndose a enojar por la indiferencia que estaba mostrando TaeHyung.
TaeHyung se quedó quieto, mirando a un punto fijo. Era verdad, JungKook había hecho eso por él. Pero aun así no dijo nada, exasperando a NamJoon.
—Los esperaré afuera —habló cortamente, caminando hacia la entrada para terminar de salir al pasillo.
YoonGi se quedó viendo como NamJoon salía, frunciendo el ceño con suspicacia. El comportamiento de NamJoon le hacía sospechar que sabía cosas que TaeHyung no.
Volteó a mirar a TaeHyung, viendo como el menor se había quedado mirando casi perdido por el ventanal al cielo. Suspiró y miró dentro de la caja.
Lo primero que vio fue una foto de TaeHyung boca abajo sobre el césped con JungKook acostado encima de él mientras ambos le sonreían en grande a la cámara.
«Que TaeHyung viva plenamente y con libertad, sea conmigo o sin mí...». Las palabras que JungKook le había dicho el día del secuestro le vinieron a la cabeza. Pero YoonGi solamente cerró la caja, no dándole muchas vueltas al asunto; porque todo lo oculto siempre termina por salir a la luz...
La puerta corrediza de cristal que daba hacia el patio trasero de la casa estaba abierta. La brisa fría de invierno aún seguía en pleno auge, ondeando suavemente las hebras de cabello castaño que cubrían parte de su frente.
Su nariz y mejillas estaban rojas al igual que parte de su rostro por el delicado frío de afuera, pero no le estaba prestando ni la más mínima atención.
JungKook observaba detenidamente el cielo nublado con sus hermosos ojos color amatista. Se estaba abrazando suavemente a sí mismo a la altura del vientre. Sus hombros, espalda y parte de sus brazos estaban cubiertos por una fina manta que le había dado Suni hace unas horas. Era el único objeto que lo cubría medianamente del silencioso frío de esa tarde.
—Te vas a congelar ahí afuera
El omega escuchó la voz de HoSeok a sus espaldas. No respondió, limitándose a despegar la vista del cielo para girar un poco la cabeza a un lado, viendo de reojo como HoSeok se acercaba a él.
—¿Quieres que te traiga algo? —volvió a hablar el omega rubio, afligido y arrepentido; aunque JungKook no notó eso último.
—No, gracias —respondió simplemente.
JungKook salió al patio trasero, inquietando a HoSeok, pues afuera solo había aproximadamente unos -2 grados centígrados.
—JungKook, te vas a congelar —le alertó, pero JungKook no se detuvo.
—Para ti mejor, ¿no? —respondió odiosamente, y HoSeok suspiró frustrado.
HoSeok se quedó viendo como JungKook se asentaba afuera, decidiéndose por sentarse en una de las sillas de ahí. Ya sabía que disculparse con él no iba a ser tan sencillo.
El omega rubio apretó los labios, dudando en si salir con ese frío o no. Pero terminó tomando una cobija que decoraba uno de los sofás de la sala y se cubrió con ella antes de salir y caminar hacia donde estaba el menor, sentándose en una de las sillas junto a él.
HoSeok lo miró, pero JungKook no parecía tener intenciones de mirarlo, pues parecía muy entretenido mirando hacia el cielo, con la cabeza hacia el lado contrario de donde estaba él.
—JungKook —lo llamó, pero JungKook seguía perdido en sus pensamientos—. JungKook, en serio lo siento —no captó la mirada del menor—. Escucha... lo que pasó con TaeHyu-
—No quiero que me digas nada —lo cortó secamente.
—Pero tengo que disculparme —objetó el contrario, más JungKook negó molesto y se levantó, dispuesto a adentrarse nuevamente a la casa. HoSeok se levantó para seguirlo a paso un poco más rápido para alcanzarlo—. JungKook, por favor —le habló, llegando hasta él.
HoSeok lo tomó de los hombros y lo hizo voltearse; pero su rostro se transformó a uno estupefacto al ver sus brillantes ojos amatistas, rodeados por un color azul.
JungKook lo miró con enfado y apartó las manos de sus hombros con algo de rudeza.
—Muchas cosas están pasando en mi vida para que me jodas más de lo que ya lo hiciste —pero HoSeok lo ignoró.
—Tus ojos, JungKook —parpadeó, anonadado—. ¿Estás embarazado?
—Eso ya es obvio, ¿no crees? —respondió con la misma odiosidad.
HoSeok se sintió peor por sus acciones enseguida. Él se besó con TaeHyung estando JungKook embarazado...
JungKook bufó harto y se intentó dar la vuelta, pero antes de lograrlo, HoSeok lo tomó del brazo y lo detuvo para que volvieran a quedar frente a frente. JungKook vio con irritación el brazo de HoSeok sostenerlo.
—Solo será un minuto —insistió el mayor, y JungKook lo miró con fastidio, pero se quedó en su lugar, dispuesto a escucharlo—. Vamos a sentarnos —JungKook rodó los ojos y pasó por un lado de HoSeok para sentarse nuevamente en las sillas del patio.
HoSeok también fue con él, notando como al sentarse, JungKook se cruzó de brazos con el ceño fruncido mientras miraba hacia adelante, mientras que él estaba mirando su perfil en un breve silencio en el que intentaba buscar las palabras.
—No tengo justificación, lo sé —comenzó—. Lo que hice estuvo mal, yo nunca debí seguir insistiendo en tener algo con TaeHyung, cuando él estaba contigo —habló con algo de rapidez—. Tú me dijiste que TaeHyung era tu alfa pero aun así no te escuché —lo miró afligido—. Siento tanto haber arruinado la relación...
—Tú no la arruinaste...
«Fui yo...», pensó JungKook para sus adentros y luego volteó a verle.
—¿Eso es todo lo que ibas a decir?
—No sé qué más decir —murmuró, rascándose la nuca con nerviosismo. JungKook suspiró y miró a otro lado mientras pensaba en si aceptar o no su disculpa; pero terminó asintiendo.
—Acepto tus disculpas —le dijo, mirándolo—. Voy a tener un bebé; no quiero estresarme por cosas que ya pasaron —HoSeok lo observó en silencio—. Pero no quiero que pienses que seremos amigos. Te equivocaste, pero mi alfa también
HoSeok asintió de acuerdo y se acomodó mejor en la silla, haciendo que un pequeño bufido saliera de los labios de JungKook, pues vio que el omega a su lado no tenía planes de moverse.
—¿Vas a volver con él? —HoSeok volteó a verle un segundo, preguntando con curiosidad.
JungKook se enserió.
—No, podrías aprovechar ahora que se anda acostando con extraños otra vez —soltó antipático, sarcástico y tosco. HoSeok volvió a verlo y se irguió en la silla.
—No, no; no lo digo por eso —vio como JungKook tenía los brazos en su inexistente vientre—. Lo digo porque estás en espera...
JungKook chasqueó la lengua.
—No estoy listo para volver con él, además no se puede.
Después de eso, ambos guardaron un mutismo durante un buen rato, en el que un pequeño pájaro voló por encima de ellos, captando la atención de JungKook, quien inmediatamente elevó su cabeza y siguió con la vista al pequeño pájaro que ahora se posaba sobre el delicado nido sobre las ramas de uno de los árboles del jardín. Dentro del nido, pequeños polluelos casi recién nacidos esperaban atentamente la llegada de su madre.
JungKook sonrió poquito y bajó la mirada sin titubear esa sonrisa bonita. Inconscientemente una de sus manos se dirigió a su vientre y acarició sutilmente ahí.
HoSeok también había observado al pequeño pájaro, pero luego posó su vista sobre JungKook. Sus ojos le llamaban mucho la atención, y pudo apreciarlos mejor que antes. Eran brillantes, y sus ojos eran tan grandes que parecían dos gemas.
JungKook inhaló y subió su vista desde su vientre hacia HoSeok, rompiéndose el silencio.
—Ahora que andamos en "confianza" —dijo JungKook, haciendo con sus manos los signos de las comillas mientras pronunciaba la ultima palabra. —, ¿te puedo preguntar por qué tu apellido es Jung y no Shin? —HoSeok lo miró, algo incómodo con la pregunta.
Se removió un poco en la silla. No estaba seguro de contarlo porque todavía era un tema que le costaba, pero quería que JungKook confiara un poco en él, así que decidió hacerlo. Por alguna razón, sentía la necesidad de responderle.
—Cuando era pequeño, mi mamá y mi papá tenían muchos problemas —comenzó, logrando que JungKook lo mirara—. Peleaban y se gritaban todos los días —se detuvo un rato, como si estuviera rememorando todos esos agrios momentos—. ¿Y sabes lo difícil que es que mi papá Shin Hwan se ponga a gritar? —bufó una sonrisa amarga—. Mi mamá nunca fue una mujer muy cariñosa. Poco a poco se notaba que no estaba bien de la cabeza, ¿si me entiendes? —siguió contando—. Un día me metió a un auto y prácticamente se deshizo de mí y me entregó a una familia totalmente extraña en Gwangju, donde nací. Al parecer me dio en adopción después de lograr quitarle la custodia a mi papá —suspiró—. Mi papá me buscó hasta que finalmente me encontró; en la familia donde estaba me querían, así que ellos llegaron a un acuerdo para que yo pudiera tener a mi papá presente en mi vida —sonrió un poco al recordarlo—. Luego cuando crecí, me mudé a Seúl para estudiar y ahora estoy aquí —abrió un poco sus brazos recostándose en la silla y metiendo sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón—. Al adoptarme, mi apellido cambió a Jung y se ha quedado así porque mi papá quiere protegerme del tuyo, y porque quiero quedarme con algo de mi otra familia —miró a JungKook una vez finalizó su relato—, y ya, esa es mi historia
—No tenías por qué contarme todo eso, pero gracias —habló JungKook, y HoSeok lo miró con cara de "¿es en serio?".
—Ahora estamos a mano, ¿no? —ignoró aquello.
—Estaremos a mano cuando tengas un alfa y yo lo bese frente a ti —aclaró antipáticamente, volteando a verlo.
—Es un fastidio hablar contigo —bufó y se levantó para entrar de nuevo a la casa porque ya estaba comenzando a congelarse.
—Adiós, puta
—Adiós, psicópata —le respondió, comenzando a caminar hacia la casa—. Por cierto, felicidades por tu bastardo —y terminó de entrar, ignorando olímpicamente la mirada asesina que clavó JungKook en él.
Permanecía sentada elegantemente, con las piernas cruzadas en una de las esquinas de la gran mesa donde los demás agentes debatían sobre el caso. Estaba escuchando con atención todo lo que aportaban, y a lo largo de la reunión no había formulado palabra alguna.
—Agente Bang, ¿qué sugiere que hagamos ahora? —le habló uno de los agentes, captando la mirada de Suni al instante.
Suni colocó su cabello delicadamente detrás de sus orejas a la par que se inclinaba un poco hacia adelante para despegar su espalda de la respaldo y miraba a la mesa. Todos la estaban mirando, esperando por su respuesta, ya que de por sí estaban bastante extrañados porque era muy raro en ella que no haya dicho palabra en lo va de reunión.
—¿MinSoo retiró el dinero de las cuentas de ahorro? —habló finalmente, despegando su mirada de la mesa para subir la vista hacia los demás.
—No, señora; no ha habido movimientos —informó una alfa.
—¿Nada que indique alguna actividad de MinSoo o DongGun? —dijo frustrada.
—Nada, simplemente desaparecieron —Suni chasqueó la lengua, maldiciendo para sus adentros.
—Sugiero que manden a congelar sus cuentas personales y las de los otros jefes de su negocio ilícito —habló con seriedad. Los agentes se miraron entre sí y luego volvieron a mirarla.
—¿Está segura? Eso podría llegar a la prensa.
Suni miró al agente y respondió: —Cuando se vean sin dinero y sin ninguna manera de retirar esos fondos, tendrán que salir de su escondite. Si logramos dar con ellos, lo haremos cuando se anule el matrimonio entre NamJoon y JungKook —se levantó de la silla, acomodando disimuladamente su vestimenta—. Y con respecto a la prensa, ustedes se encargarán de que nadie se entere
—Ya la oyeron, muévanse —habló uno de los agentes, y poco después, el resto de los presentes salieron de la sala de conferencias para acatar las órdenes.
Una vez estuvo sola, se quedó viendo hacia la puerta algo ansiosa porque esperaba que en esta oportunidad sí pudieran dar con ellos, y que no se cometieran nuevamente los mismos errores. Esperaba que esta vez Kim y Jeon no se salieran con la suya.
Se enderezó y caminó hacia donde había dejado su cartera y sacó una cajetilla de cigarro junto con un encendedor. Caminó tranquilamente hasta una de las ventanas que había en esa sala de conferencias y la abrió. Prendió su cigarrillo y comenzó a fumarlo mientras miraba a un punto fijo desde la ventana.
Jamás pensó que llegaría a ser una fumadora. Al haber estudiado medicina, se había prometido nunca meterse en ese tipo de vicios, pero cuando probó el cigarro sola durante un día en su apartamento de Washington DC, se volvió adicta. Porque ese pequeño rollo de toxicidad era lo único que la acompañaba en esos fríos y largos días de soledad.
Odiaba fumar, pero no podía dejar de hacerlo.
Cerró sus ojos mientras exhalaba para relajarse cuando escuchó que la puerta era tocada, y los abrió cuando sintió el aroma a manzana y chocolate amargo de Shin.
Al voltearse, pudo ver que Shin se acercaba a ella con una ramo de tulipanes de todos los colores entre sus manos.
—¿Ya es tan tarde? —habló Suni con una sonrisa pequeña, alzando la vista hacia los ojos de Shin.
—No, yo vine temprano —respondió, caminando hacia ella.
Cuando Shin terminó de acercarse, le dio un pequeño beso en los labios y le quitó el cigarrillo, apagándolo. Le entregó las flores y fue a botar el cigarrillo en la papelera. Suni se tomó ese pequeño momento para oler las hermosas flores del ramo.
—¿Por qué vienes a esta hora? —le preguntó.
—Renuncié a mi trabajo —le dijo, acercándose nuevamente hacia Suni, quien parecía desconcertada—. Hace un mes más o menos, me ofrecieron un puesto en la directiva de un bufete de abogados —Suni elevó ambas cejas, sorprendida—. No me decidía, pero ya acepté el trabajo. Fue fácil renunciar ahora que no está MinSoo
Suni sonrió mientras lo miraba y lo felicitó:
—Congratulations, Shinnie.
Pero Shin notó que Suni estaba rara, parecía tensa por algo. Se le acercó un poco más.
—¿En qué piensas? —Suni lo miró un momento y luego bajó su vista hacia los preciosos tulipanes, acariciando los pétalos mientras contestaba.
—La vida de JungKook está en peligro —levantó la vista y Shin exhaló preocupado, sabiendo eso—. Siempre lo ha estado, pero ahora es más serio —relamió sus labios—. Al anular el matrimonio, MinSoo se enfadará y temo que como nunca antes. Tenemos que cuidar a JungKook y al bebé que espera —le dijo—. También hay que cuidar a HoSeok y también tengo que cuidarte a ti —dejó los tulipanes sobre la mesa y se acercó a él, acunándole suavemente la mejilla.
—¿Qué tienes planeado? —preguntó con curiosidad e inquietud mientras abrazaba con su mano la delicada de Suni.
—Te lo diré, pero primero necesito que le digas a NamJoon que después de la anulación tiene que esconder a SeokJin en algún lado, o que ponga un nuevo y mejor sistema de seguridad en la mansión —le pidió—. Yo les diré a unos trabajadores de confianza que trabajan en el área de seguridad y computación que instalen toda la seguridad que necesitan. Dile que hay que cuidar a SeokJin; MinSoo al no poder hacerle daño a JungKook, querrá hacerle daño a NamJoon —dijo con amargura—. Haz lo mismo con TaeHyung. Además de un nuevo sistema de seguridad, mandaré a que vigilen el apartamento donde vive. Se lo dirás a mis hijos, ¿ok? Di que es solo para que estén bien —lucía angustiada y turbada, y Shin lo notó enseguida.
El alfa asintió y bajó la mano de Suni, pero no la soltó, acariciándola con el pulgar.
—¿Cómo cuidaremos a JungKook? —le preguntó, pues ese tema lo ponía intranquilo, y le preocupaba mucho el menor.
Suni suspiró y miró sus manos unidas por un rato.
—Creo que no nos podremos ver por un tiempo, Shinnie.
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