82. Amatista y cerúleo

Ya era la mañana del día siguiente y JungKook no había salido de la habitación en todo lo que llevaba de mañana, por lo que Suni y Shin decidieron ir a su habitación para buscarlo, pues se acercaba la hora Shin debía llevar al menos la hospital para que le hicieran los exámenes de sangre que Suni había recomendado el día anterior.

Shin abrió un poco la puerta y asomó su cabeza. Las cortinas de la habitación estaban cerradas y todas las luces apagadas; todo estaba en penumbras.

Por suerte, la luz del pasillo ayudó al alfa a poder divisar a JungKook. Pero su corazón sintió una punzada al verlo hecho bolita en la cama, sin siquiera arroparse.

Cuando sus pies pisaron el interior de la habitación, puso sentir el aroma de JungKook, pero no era como el de siempre, era el aroma tristeza de su lobo.

—¿JK? —preguntó suavemente Shin, acercándose lentamente hacia la cama, donde JungKook ni siquiera se había inmutado. El omega solo permaneció con sus ojos llorosos mientras se abrazaba a sí mismo.

Tras él ingresó Suni, quien veía al menos en la cama, también en espera de respuesta. Ahora Shin y Suni se vieron, haciendo gestos de pesar: Shin mordisqueó su labio inferior sin mucha fuerza, mientras que Suni relamió sus labios.

El alfa se acercó a la cama, mientras que Suni caminó a la ventana y abrió las cortinas para que entrara luz y energía en la habitación, cosa que hizo que el menor cerrara los ojos con fuerza, pues estaban sensibles desde que despertó, siendo la razón de la oscuridad en la habitación.

Shin no demoró en sentarse junto a él en la orilla de la cama, y para la suerte de JungKook, la silueta del alfa tapó la hostigadora luz exterior. Shin estiró una de sus manos para acariciar el cabello castaño del omega, quien al sentir el suave tacto relajó la presión en sus ojos, pero siguió manteniéndolos cerrados.

—JungKook, ¿te sientes bien? —le preguntó suavemente el alfa, moviendo lentamente su mano por sus hebras castañas. JungKook entreabrió los ojos por segundos, pero volvió a cerrarlos debido a que aún sentía sensibilidad en ellos. Suni se limita a ver al menor, algo preocupada—. Si quieres llamo para que te hagan el examen aquí —propuso, pero JungKook negó.

—Quiero salir un rato —habló bajito y ronco, ya que no había formulado palabra alguna desde que se despertó. Shin lo observó mejor, y pudo notar que estaba más pálido que ayer.

—No puede comer, pero si sería bueno que bebiera agua —recomendó Suni mientras se acercaba, pues ella también había notado la palidez del omega.

—Ya la voy a buscar —informó Shin, mirando al menor antes de darle una última caricia en el cabello e inclinarse para darle un pequeño beso en la frente.

Suni vio aquello y no pudo evitar sentir ternura al ver la escena. Al poco rato, Shin salió en busca del vaso de agua, dejando a ambos omegas solos en la habitación.

La omega se sentó lentamente en el mismo lugar donde se había sentado Shin, solo que primeramente miró hacia la ventana.

JungKook entreabrió sus ojos sensibles y se le quedó viendo; aún no asimilaba que ella estaba viva. Era algo que le parecía imposible. Sin embargo, ahí estaba, sentada a un costado de él.

Suni sonrió de lado y JungKook no comprendió la razón hasta que la omega habló:

—Soy real, JungKook —y volteó a verlo.

JungKook se puso nervioso y algo abochornado al instante, viéndose en la necesidad de mirar a los lados para huir de su mirada. Suni se acomodó mejor para verlo frente a frente.

—JungKook... —captó su atención, volteando su mirada hacia ella. Suni miró hacia abajo, comenzando a jugar con las mangas de su blusa antes de inhalar—. Quiero que sepas que ya mandé a que tramitaran la anulación de tu matrimonio. Hay pruebas de que fue un fraude y que ambos cónyuges fueron obligados a casarse... contando que tenemos a Shinnie como testigo —agregó, dejando de jugar con sus mangas para mirarlo. JungKook se le quedó viendo con las cejas algo más elevadas de lo usual, sin emitir palabra alguna—. Pero si tienes alguna otra prueba o información que nos ayude a obtener la anulación más rápido, necesito que me digas

JungKook se quedó en un pequeño trance y se colocó boca arriba en la cama con el ceño fruncido, pensando con qué podía ayudar. Pero luego de unos segundos elevó las cejas y abrió un poco más los ojos.

Claro que podía ayudar...

Habían pasado tantas cosas que había olvidado quizás lo más importante, algo que sería clave para anular el matrimonio con éxito.

Se sentó en la cama y rápidamente se levantó en busca de su teléfono, pues hace unas horas lo había dejado lejos porque no quería saber de nada ni de nadie.

Quería golpearse la cabeza contra la pared por haber olvidado algo como eso. Estaba molesto consigo mismo, porque no dejó de pensar en su dolor, cuando él tenía lo más importante.

Un as bajo la manga.

Sacó su celular con un poco de desesperación y lo encendió, yendo directo a la aplicación de sus grabaciones mientras se sentaba nuevamente junto a Suni, reproduciendo una en particular.

JungKook adelantó un poco la grabación, y Suni pudo escuchar varios disparos y cosas cayéndose, pero su ceño se frunció al escuchar la voz de Jeon MinSoo.

Vas a firmar esta mierda, quiero acabar con esto —Suni pudo escuchar como MinSoo vociferaba enfurecido—, y hazlo rápido —exigió, pero Suni supuso que JungKook no se movió—. Firma —MinSoo usó su voz de mando, logrando que Suni se estremeciera un poco al escucharlo someter a JungKook de esa manera, a quien pudo escuchar gimotear en el audio.

Suni presionó el botón de pausa al entender de qué momento databa la información. Abrió los ojos de par en par y miró al menor a su lado.

—¿Esto es...? —JungKook asintió.

—Es de cuando me obligó a firmar el acta matrimonial —confirmó—. Cuando logré escapar del agarre de DongGun, no solo lo hice para buscar un arma y defenderme —Suni lo miró impresionada. JungKook comenzó a hablar mientras agitaba las manos, algo acelerado y nervioso—. Desde que vi la carpeta que tenía MinSoo, tuve la sospecha de lo que pasaría; así que tenía que planear algo rápido con lo que engañarlo y hacerle creer que solo estaba escapando —explicó—. Mientras subía las escaleras encendí la grabadora de mi teléfono y logré obtenerlo todo —antes de continuar, Suni vio como el menor se volvía a apagar lentamente—. Pero cuando me amenazó con hacerle daño a TaeHyung, fue como si todo se me hubiera olvidado —pero tomó a Suni por sorpresa cuando volvió a mirarla y tomó sus manos—. Mi tristeza no me dejó pensar y crear planes para salir de esto, pero aquí está —sonrió levemente, exhalando una sonrisa un poco más grande después—. Aquí está todo

Suni quedó completamente anonadada ante el ingenio de JungKook al haber pensado en esa gran idea de grabarlo en una situación tan crucial como esa.

Una vez más fue sorprendida cuando JungKook la abrazó y volvió a hablar.

—NamJoon podrá casarse con SeokJin y criar tranquilos a su hija —Suni correspondió lentamente el abrazo, colocando suavemente las manos en la espalda del omega más joven—. Y quizás pueda volver a empezar con TaeHyung... —la omega notó como lo último lo había murmurado con algo de ilusión y esperanza. JungKook se separó del abrazo y la miró con ojos grandes y algo brillantes—. Sólo tú puedes darle la protección a TaeHyung para que nada le pase —y volvió a abrazarla, esta vez con un poco más de efusividad—. Me alegra que estés aquí... —habló, mostrando una ligera sonrisa que Suni no pudo ver, pero se notaba en su voz.

Suni estaba algo choqueada, porque JungKook no parecía ser una persona cariñosa cuando lo vio hace tiempo por vídeos y grabaciones, y le sorprendía mucho, pues su cariño era realmente genuino.

Se sentía muy mal por haber pensado mal de él. Ahora se veía reflejada de JungKook, porque ambos fueron maltratados y abusados por las mismas personas, y al final ambos lo único que querían era vivir tranquilos y junto a los alfas que aman.

Shin abrió la puerta con un vaso de agua en mano, pero al parecer ninguno de los dos omegas se percataron de su presencia y siguieron abrazados. Eso hizo a Shin sonreír suavemente, terminando por golpear suavemente la fuerza con los nudillos de su mano libre, llamando la atención de ambos.

—Aquí está el vaso de agua.

Los omegas se separaron y Shin sintió alivio y tranquilidad al ver cómo JungKook se volteaba a verlo con una sonrisa de labios cerrados. De verdad esperaba que con el tiempo JungKook pudiera sentirse mejor y tomar fuerzas de nuevo.

Shin pensó que el único que faltaba ahí era HoSeok, pues él, Suni y JungKook eran su familia.

Suni parecía realmente tímida y no se atrevía del todo a mirar la sonrisa de labios cerrados del omega, quién era ignorante a la idea de que ella había pensado mal de él sin conocerlo.

Shin le entregó el vaso a JungKook, quién le agradeció con un pequeño "gracias" antes de darle unos cuantos sorbos.

Vio la hora en su reloj de muñeca después de eso, y avisó de que ya muy pronto debían partir al hospital.

JungKook se metió a la ducha para darse un baño, cuando la pareja estuvo sola nuevamente, Shin pudo notar que la mirada de Suni estaba clavada en el suelo, avergonzada por sus pensamientos erróneos hacia JungKook.

Shin se sentó a su lado y la abrazó, logrando que Suni exhalara algo de aire antes de hablar.

—Tenías razón... con JungKook —murmuró contra su pecho.

—Lo sé —le contesto, acariciando su cabello.

Pero Suni pellizcó uno de los pezones de Shin y le sacó un siseo de dolor por ello, causando que Suni acabará riendo y Shin terminara acompañándola.

Y se quedaron juntos, esperando a que JungKook terminara de arreglarse para salir.

Era de tarde, y JungKook estaba esperando pacientemente que lo llamaran para entregarle los resultados del examen de sangre.

La sensibilidad de sus ojos no había disminuido en lo más mínimo, pero mientras salía con Shin actuó como si no le ardieran, pues pensaba que sería algo temporal que se quitaría en unas horas.

Esa fue la razón por la que desde que habían vuelto para almorzar, JungKook había permanecido en su habitación con todas las luces apagadas y las cortinas cerradas.

Pero ahora tenía que salir, así que luego de alistarse, se colocó unos lentes de sol para que la luz no le molestara y tomó un bolso negro vacío.

Antes de salir, Shin le entregó las llaves de auto de HoSeok a modo de venganza con su hijo, pues el omega rubio se había llevado su auto.

Así que ahora JungKook se encontraba justo frente a la puerta del apartamento donde solía vivir con TaeHyung.

Había ido para buscar el resto de sus prendas principalmente, aunque no negaría que se moría de ganas por volver a ver a Yeontan.

Aunque estaba nervioso; no sabía cómo iría a reaccionar al ver a TaeHyung nuevamente —si es que se encontraba en el apartamento—, no sabía si iba a poder seguir fingiendo adecuadamente después de aquel día.

Respiró profundo y entrecortado antes de pasar la tarjeta por el sensor de la puerta. Un pequeño pitido se escuchó y acto seguido, la abrió, entrando en el apartamento y cerrando la puerta nuevamente.

Lo primero que vio fue a Yeontan acostado en su pequeña cama. El cachorrito no tardó en mirarlo y levantar su cabeza hacia él antes de salir disparado hacia él mientras movía su cola.

JungKook se agachó cuando el cachorro estuvo frente a él, y su corazón se sintió cálido al ver nuevamente al pequeño animal que era capaz de sacarle unas cuantas sonrisas, justo como ahora. Lo acarició suavemente y Yeontan se arrimó a su tacto.

Pero su cuerpo se tensó y se espantó un poco al escuchar la voz de TaeHyung hablarle.

—¿Qué haces aquí? —habló con voz gruesa.

El omega dejó de acariciar a Yeontan y sintió un escalofrío recorrer su cuerpo antes de enderezarse para pararse correctamente. Cuando los ojos almendrados de TaeHyung conectaron con los suyos bajo los lentes de sol, sintió sus piernas temblar y un vacío en el estómago. Oh, y estaba haciendo fuerza mental para no lanzarse a sus brazos en ese preciso instante. El alfa estaba sentando en uno de los sofás de la sala mientras tomaba algún tipo de alcohol que JungKook no se molestó en identificar, pues su vista vagó hasta posarse sobre su torso desnudo y sus pantalones de pijama.

Solo que JungKook no tuvo tiempo de cuestionarse la razón por la que estaba así cuando vio a un hombre salir del cuarto de huéspedes, en bata.

Y no tardó en identificar el tipo de olor...

Era un omega.

Bastó con mirarlos a ambos para deducir que ocurría, pero cuando lo hizo, sintió una fuerte presión en la boca del estómago, totalmente pasmado.

—¿No vas a contestar? —repitió TaeHyung con voz áspera, consiguiendo que JungKook saliera de su trance y carraspeara.

—Vengo a buscar mis cosas —en la última palabra su voz tembló, pero imploró para que TaeHyung no se hubiera dado cuenta, y para su suerte, no lo hizo.

Aunque no pasó desapercibido para su acompañante, quien lo miró con desconcierto pero disimulando lo mejor posible.

JungKook caminó casi instantáneamente, pasándole por el lado al alfa antes de ingresar a la habitación principal con Yeontan siguiéndolo. Al segundo de ambos estar dentro y haber cerrado la puerta, JungKook se recostó en ella, cerrando los ojos con fuerza y después quitándose los lentes de sol para taparse la cara con ambas manos.

Se tomó unos momentos para respirar, sin destapar su cara ni un solo segundo hasta que logró estabilizarse después de la escena.

Cuando abrió sus ojos, su vista estaba posada al suelo frente a él, donde Yeontan estaba sentado, viéndolo.

Se agachó con una pequeña sonrisa para quedar cercano a su altura y acarició delicadamente su pelaje castaño oscuro.

—Te extrañé —murmuró JungKook, acariciándolo un poco más antes de subir la mirada hacia la habitación.

Entreabrió sus labios al instante, dejando de acariciar inconscientemente a Yeontan para levantarse lentamente mientras su ojos vagaban por todo el lugar.

Sus cosas estaban regadas por todos lados, su almohada, sus libros e incluso había cristales rotos por todo el suelo.

Y su pecho se arrugó en tristeza al identificar uno de ellos.

Tomó a Yeontan entre sus brazos y lo cargó cuidadosamente hacia la cama para que no se hiciera daño con las cosas rotas. También dejó su bolso sobre la cama, pero no apartó la mirada del objeto roto en el suelo en ningún momento.

Se acercó a paso lento hacia él y se agachó con la misma lentitud.

Era el regalo que le había hecho a TaeHyung con tanto amor.

Tomó la diminuta foto entre sus dedos y la vio, exhalando decepcionado. La guardó tras la funda de su teléfono y pasó saliva por su garganta con dificultad, decidiendo volver a levantarse.

Su vista fue a parar al clóset que compartía con TaeHyung y caminó hacia él. Al abrirlo, inmediatamente el aroma mezclado de ambos lo golpeó, haciéndolo casi jadear.

Con sus manos frías tomó una de las prendas de TaeHyung y la acercó hacia sí, apoyando su frente en ella. Cerró sus ojos e inhaló suavemente, sintiendo de lleno el reconfortante aroma de tierra mojada y menta.

Una sonrisa tristona se formó en sus labios y abrió los ojos, viendo la prenda otra vez antes de volverla a dejar en su lugar.

Mordisqueó su labio inferior antes de volver a su lado del clóset y comenzar a sacar todas las prendas de ahí para meterlas en el bolso que había traído. Entre ellas, tomó su cámara luego de recordar que la había metido en el closet hace unas semanas.

Mientras lo hacía, recordó que TaeHyung estaba con otro, en el apartamento que él consideraba suyo. Sus ojos se aguaron e introdujo las últimas prendas en el bolso.

Sus pensamientos lo estaban atormentando mucho, lo que lo llevó a tener que apoyarse en el bolso, bajando la cabeza y suspirando mientras pequeñas lágrimas salían de los costados de sus ojos al imaginarse que clase de cosas habían hecho o harían ellos dos en su hogar.

Y la suerte definitivamente no estaba de su lado, pues otro mareo hizo que su cabeza diera vueltas.

—Mierda... —jadeó, aferrándose con fuerza al bolso y cerrando los ojos con fuerza. Otra vez no...

JungKook ya estaba cansado, vomitaba al menos una vez al día y los mareos eran constantes. Eso lo agotaba y ahora se sentía enfermo siempre.

Salió corriendo torpemente hacia el baño y a los segundos ya estuvo vomitando todo lo que había comido ese día.

Necesitó unos momentos para recomponerse cuando terminó de vomitar y las arcadas se fueron.

Se fue hacia el lavamanos y limpio su boca antes de cepillarse los dientes. Exhaló temblorosamente, pues aún se sentía débil. Abrió el grifo de agua y empapó su cara para espabilar.

Pero cuando subió la vista hacia el espejo, el espanto que pegó directo en su pecho le hizo erguir su espalda enseguida.

Se apartó del espejo, dando pasos hacia atrás mientras veía su reflejo con los ojos abiertos de par en par nerviosamente, aún con el miedo plantado en su pecho.

JungKook no podía creerlo, esa no podía ser la causa de su estado tan enfermo.

Salió del baño con rapidez y caminó hacia la cama, tomando los lentes de sol con sus manos torpes y temblorosas por miedo y se las colocó.

Vio que en la orilla de la cama frente a él estaba Yeontan observándolo acongojado. JungKook apoyó sus rodillas sobre el suelo para quedar a su altura y abrazó al cachorro, ocasionado que la cabeza de Yeontan quedará apoyada sobre su hombro.

—Sigue cuidándolo —le pidió en un susurro tembloroso antes de separarse el abrazo. Yeontan ladró bajito y JungKook le dio una última caricia al cachorro.

Cerró su bolso y lo tomó, al igual que cargó a Yeontan hasta la entrada de la habitación por los vidrios del suelo. Estando ahí, lo bajó para poder abrir la puerta.

Inhaló y abrió la puerta, exhalando cuando la esta estuvo abierta.

Yeontan salió por el pasillo y JungKook hizo lo mismo. Se dio cuenta de que ahora Taehyung estaba sentado en uno de los sillones individuales, aun tomando alcohol.

Esta vez vio que TaeHyung tenía la mirada perdida en uno de los ventanales, negándose a mirarlo a la cara nuevamente.

Pero el acompañante de TaeHyung no tardó en salir nuevamente del cuarto de huéspedes. El omega desconocido pareció notar que JungKook miraba a TaeHyung, más no podía ver su expresión por esos lentes de sol que llevaba. Se hizo el desentendido.

Y cuando el omega cerró la puerta tras de sí, TaeHyung volteó, pero directamente hacia JungKook.

—¿Ya te vas? —preguntó el alfa luego de mantener miradas. Su voz había salido ronca y su tono era seco y tajante.

JungKook realmente no podía formular ni siquiera una palabra, por lo que terminó solo asintiendo.

TaeHyung asintió lentamente y volvió a hablar: —No te vayas sin dejar la tarjeta —su tono seguía siendo el mismo, y eso hizo que el pecho de JungKook volviera a comprimirse.

A pesar de eso, se dio media vuelta y abrió la puerta del apartamento, dejando la tarjeta sobre la mesa a un costado antes de salir.

Yeontan había corrido hacia la puerta, pero cuando llegó JungKook la había cerrado por completo.

El omega caminó apurado por el pasillo que daba hasta el ascensor, cerrando los ojos con fuerza al escuchar a Yeontan ladrar por su partida.

Quería huir, lo necesitaba.

Entró al ascensor y al cerrarse la puerta pegó un brinco al escuchar su celular repicar.

Lo sacó de su bolsillo y contestó. Casi de inmediato una voz femenina le habló, era una de las empleadas del hospital.

—Joven JungKook, los exámenes ya están listos, puede venir a retirarlos ya mismo —le informó y JungKook tembló, respondiendo un simple "ok" antes de trancar.

Las puertas del ascensor de abrieron y subió a su auto rápidamente.

A los minutos ya estuvo ingresando a la sección del hospital donde le entregarían los exámenes. Su ansiedad no estaba ayudando; las manos le temblaban... porque el ya creía saber el resultado.

Estaba tan nervioso que ni siquiera había llamado a Shin para avisarle, solo se identificó con la omega del mostrador, quién rebuscó entre las gavetas de su escritorio antes de entregarle un sobre blanco con su nombre escrito en él.

Agradeció brevemente y subió al auto con el corazón a mil. Respiraba algo lento y pesado. No podía esperar a dárselo a Shin, tenia que quitarse esa duda que lo estaba matando.

Él realmente esperaba que no fuera lo que él pensaba.

Empezó a abrir el sobre con sus manos temblando y el corazón en la garganta. Su respiración aumento un poco cuando escuchó el sonido del papel del sobre despegarse tortuosamente.

Cuando estuvo abierto, sacó el papel de su interior muy lentamente y dejó el sobre en el asiento a su lado.

Sus manos seguían temblando sin parar cuando fue desdoblándolo lentamente. El papel ya estaba totalmente abierto cuando comenzó a bajar su mirada por todas las letras a una velocidad casi desesperante. Pero no enfocaba mucho porque sus ojos iban directo a una parte en específico, una parte que...

Prueba de embarazo: positivo.

Su boca emitió un sollozo al instante, sus hombros cayeron como si estuviera cargando kilos de peso con ellos. Sus manos cayeron en su regazo sin soltar el papel, como si de repente todas las fuerzas que tenía se hubieras esfumado de un segundo a otro.

No lo creía, ambos se habían protegido, ¿cómo es qué...?

Él no podía tener un bebé, ni tampoco quería...

Apretó sus puños, arrugando un poco el papel por la fuerza empleada. Lo soltó de repente, comenzó a darle golpes al volante mientras sus lágrimas caían como si fueran una causa perdida, no podía pararlas con nada del mundo, como tampoco podía detener esa terrible sensación que tenía. Sus sollozos se habían cada vez más audibles.

—¿¡Por qué!? —solo dejó de golpear el volante para soltar un terrible grito desgarrador y fuerte que rasgó sus cuerdas vocales.

A partir de ahí empezó a llorar el voz alta y su frente cayó sobre el volante. Y como si no fuera suficiente tortura enterarse de algo así, recordó que TaeHyung estaba con otro, arrebatándole el pequeño atisbo de apoyo que inconscientemente pidió a gritos recibir.

Con las lágrimas desbordando de sus cristalinos ojos, alzó la mirada hacia el espejo retrovisor, viendo aquello que lo había horrorizado minutos atrás.

Sus ojos estaban pintados de un inmaculado y brillante color amatista. El hermoso tono estaba contorneado por un definido color azul cerúleo que contrastaba de una manera fascinante y armoniosa con su color acompañante. Su mirada estaba lacrimosa, y eso daba un efecto aún más especial, pues sus ojos realmente brillaban como dos hermosas amatistas únicas.

Y tan solo necesitó de ver esos ojos por primera vez para aterrarse, pues estos solo hacían presencia cuando un omega estaba en espera de un cachorro. Incluso se podía ver como el color de ojos de su lobo unía con el color de los ojos de su alfa.

Llorando a lágrima viva arrancó el auto, conduciendo con algo de dificultad pues su mirada se nublaba constantemente por las lágrimas que parecían no tener fin.

Detuvo el auto frente al muro de la mansión de los Kim para introducir un código y así entrar sin avisar a la casa, no quería ver a nadie. Se estacionó dentro y bajó del auto.

Sus pies desolados y solitarios se movieron por la capa de nieve que cubría donde antes había un hermoso color verde. Metió sus manos en los bolsillos de su abrigo y encorvó su espalda, haciendo que la bufanda que llevaba cubriera parte de su barbilla. Las lágrimas congelaban sus mejillas con cada paso que daba y cada suave ventisca helada golpeaba su rostro empapado y rojo.

Caminó a través de los arboles altos y carentes de hojas, rodeo algunas rocas y siguió avanzando.

Hasta que llegó a donde su corazón lo llevó. A ese lugar tan especial para todos los que vivían en esa mansión.

Frente a él estaba la casa de árbol. No pensó demasiado cuando subió, pues sentía toda su cabeza hinchada de tanto llorar y no poder parar era tan angustiante. Sus manos afligidas tocaban constantemente la madera fría por la que subía, y una vez arriba, sus pies tocaron el balcón, donde se sentó, sin creer poder mantenerse más en pie.

El sol ya estaba por esconderse, poco a poco esos colores que lo llenaban de tanto confort comenzaban a colorear el cielo. Pero ahora eso no lo consolaba en lo más mínimo.

No estaba listo para volver a casa de Shin y decirle a la cara que estaba esperando un hijo. No quería hablar con nadie, y menos si ni siquiera él podía asimilarlo aun.

Por primera vez quería quedarse en un lugar y olvidarse de todo. Quería quedarse en ese lugar, donde TaeHyung y él se amaron mucho.

Pero ahora ya no tenía a TaeHyung, ahora tenía una pequeña personita dentro suyo. Una vida que dependía de JungKook.

Entre sollozos e hipidos, calculó que tenía un mes y medio. Un mes y medio con una vida dentro de él sin esperarlo siquiera. Una vida que fue dada gracias a ambos.

Se llevó las manos a la cabeza y contrajo sus rodillas, intentando que esa tristeza y desconsuelo disminuyeran.

Su cabeza no dejaba de pensar en que él jamás tuvo un buen padre, ¿cómo iba él a serlo? Hace unas horas quería morirse, ¿cómo iba a cuidar de un bebé si ni sabía cómo cuidarse a sí mismo? Pudo haber hecho algo para perjudicar esa pequeña vida y no lo hubiera sabido.

Tenía que afrontar la realidad y asumir su responsabilidad.

Estaba esperando un hijo de TaeHyung.

Su mirada estaba perdida en el inmenso paisaje anaranjado que podía verse desde el balcón donde se encontraba, apoyando sus antebrazos en la barandilla que separaba la habitación de huéspedes del apartamento, de la tremenda altura en la que estaba.

El omega azabache caminó hasta a su lado, encendiendo un cigarrillo y dándole una calada mientras apoyaba sus codos sobre la baranda. TaeHyung lo miró de reojo, ambos aun portaban las batas que se había puesto minutos antes, pero ahora a ambos los acompañaban un silencio.

El alfa estaba sumido en sus pensamientos de soledad. Todos los sentimientos tristes y desgarradores volvieron a reiniciarse cuando volvió a ver a JungKook. Con solo verlo, a pesar de portar esos lentes de sol, volvió a caer a sus pies, por eso no quería mantenerle la mirada mucho tiempo; sabía que si seguía mirándolo, terminaría no poder resistir a las terribles ganas de lanzarse a sus dulces labios y besarlos como nunca antes.

No demoró en llegar a la conclusión de que volver a revolcarse con tantos omegas no iba a servir, porque nada iba a hacer que dejara de amar a JungKook, nada.

—Hace pocos meses estaba casado —habló el omega a su lado, logrando captar la mirada de TaeHyung—. Su familia nunca me quiso y gracias a ellos él cree cosas de mi que no son ciertas... —murmuró triste, dándole otra calada al cigarrillo entre sus dedos—. Nos tuvimos que divorciar, y ahora él está con una omega que toda su familia ama, menos él —el azabache volteó a ver a TaeHyung—. Lo tuyo con ese omega es reciente, ¿no?

TaeHyung no respondió, apartando algo irritado la mirada hacia el atardecer. El omega tomó eso como un sí.

—No me interesa saber qué pasó, pero... no dejes que el enojo evite que veas lo que está frente a ti —le aconsejó, apagando el cigarrillo para después tirarlo por el balcón, consiguiendo la mirada desaprobatoria del alfa—. Hasta aquí llegamos tú y yo —dijo decidido y firme—. Tú estás herido y yo igual, y ya no nos podemos ayudar... es inútil —bajó la cabeza un segundo, murmurando las últimas dos palabras—. Fue un gusto, TaeHyung —el omega se dio la vuelta.

—Espero que tu ex-esposo vuelva a estar contigo —habló TaeHyung, mirando el atardecer.

El omega volteó su mirada hacia él antes contestar eso.

—Y yo espero que puedas recuperar lo que perdiste —atravesó el umbral hasta el interior de la habitación y se vistió, tomando el resto de sus prendas hasta detenerse cuando su mano tocó la perilla de la puerta de la habitación—. Espero que para cuando te des cuenta no sea muy tarde...

Y salió de la habitación sin decir más.

Cuando TaeHyung escuchó la puerta principal ser cerrada, las lágrimas comenzaron a correr de sus ojos almendrados sin ánimos de querer detenerse.

Sus ojos captaban el hermoso color anaranjado, rojizo y amarillento del sol ocultándose en el firmamento. Pero el sol estaba tan intenso, que tuvo que taparlo con una mano para seguir viendo con sus ojos llorosos.

Sin saber que lejos de ahí; en la casa del árbol; JungKook se levantaba del frio suelo de madera, abrazándose a sí mismo, y elevaba su mano al igual que él. Y mucho menos, sin saber cómo el omega levantaba su otra mano y acunaba su vientre con suavidad.

Ambos estaban atrozmente devastados. Se necesitaban mutuamente, pero ninguno se tenía.

TaeHyung caminó dando zancadas desesperadas y torpes hasta la habitación principal, donde casi tropieza varias veces con todas las cosas rotas que había por el suelo. Abrió el closet de par en par, buscando instantáneamente el lado de JungKook.

Pero cuando se percató de que estaba vacío, un sollozo estruendoso se escapó de su boca. JungKook sí se había llevado todo.

Se desplomó sentado sobre la cama, notando la ausencia absoluta del olor del omega. Ya no quedaba nada de JungKook ahí, y él había destruido un día atrás todo lo que pudo haber quedado, por más mínimo que fuera.

Odió sentirse culpable por haber estado con otro. Odió sentirse de ese modo cuando él fue el engañado. Se sentía mal por todo lo que le había dicho a JungKook en Año Nuevo, y odiaba eso con toda su alma.

Su amor por JungKook era como un tatuaje, se podía tapar pero jamás borrar...




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