72. Felicidad temporal
Había pasado aproximadamente una semana y media de lo ocurrió y ahora Shin se hallaba caminando jubilosamente por los pasillos de la mansión hasta llegar a la puerta que daba con el patio trasero. Esta estaba abierta, así que movió sus pies hasta que sus zapatos tocaron la nieve blanca que hacía contraste con la grama verde que poco a poco se iba tapando por la misma nieve.
Su vista captó a TaeHyung y a JungKook, estando este último en medio de la piscina algo congelada por el frio mientras que TaeHyung buscaba alcanzarlo a toda costa, preocupado por que el hielo fuera a romperse.
El omega volteó hacia Shin al captar movimiento de reojo, sonriendo en grande mientras que Shin seguía acercándose.
—¡Shin! Andabas desaparecido —exclamó el omega y poco después, el hielo crujió, haciendo que TaeHyung pegara un pequeño alarido ahogado e intentaba alcanzar al menor con más ímpetu.
Pero para la suerte de ambos, JungKook se distrajo con la llegada de Shin lo suficiente como para que TaeHyung pudiera tomar su brazo y jalarlo hacia sí antes de que se rompiera el hielo. JungKook lo abrazó con una sonrisa mientras miraba a Shin, y TaeHyung pudo respirar tranquilo ahora que el omega ya no estaba haciendo ninguna tontería.
—Estaba atendiendo unos asuntos —sonrió Shin.
—Debieron ser asuntos muy buenos por la sonrisa que cargas —sonrió a la par, abrazando un poco más a TaeHyung antes de separarse y tomarse de las manos, permaneciendo bastante juntos pero ahora mirando ambos en dirección a Shin.
TaeHyung y Shin se saludaron con un asentimiento antes de que JungKook inquiriera con esa sonrisa suya: —¿Pasó algo? —refiriéndose al motivo de su visita.
—Ya el CINC recibieron los videos que enviamos —informó Shin y JungKook alzó un poco las cejas. TaeHyung achicó un poco los ojos, intentando comprender
—Por fin una buena noticia —habló JungKook—. ¿Van a hacer algo?
—Estoy seguro que sí —contestó Shin con una pequeña sonrisa.
—¿Hablan de los videos que habían en el disco duro? —inquirió TaeHyung y JungKook asintió—. ¿Y los videos que se llevó DongGun?
—Antes de que nos acostáramos, le dije a Shin que guardara los videos y se los enviara a uno de sus contactos de confianza —explicó el omega—. El disco duro que se llevó tu padre estaba vacío
Shin golpeó suavemente los costados de su cuerpo, apretando los labios en una sonrisa poco antes de volver a hablar.
—Bueno, venia nada más a decirles eso.
—Hubieras solo llamado, Shin —bromeó JungKook y Shin mantuvo su sonrisa.
—Bueno, también quería saber cómo estaban.
TaeHyung y JungKook se miraron de reojo, bastante extrañados con la actitud tan alegre y enérgica de Shin.
Shin suspiró alegre, ignorando las caras de extrañeza de ambos.
—Tengo algunas cosas que hacer, así que pronto tengo que irme —avisó antes de darse la vuelta y comenzar a caminar hasta la puerta que daba hacia el interior de la mansión.
JungKook observó a Shin, mientras que TaeHyung lo miró a él, sonriendo poquito al verlo tan alegre.
TaeHyung se acercó un poco más a él y murmuró:
—Te amo —antes de darle un sonoro beso en el pómulo.
Shin elevó una de sus comisuras en una sonrisa después de escuchar a sus espaldas esas dos palabras. Se dio la vuelta antes de pasar por la puerta y de despidió alegremente de ambos, quienes modularon un "adiós", permaneciendo extrañados.
Estacionó su auto frente a Vista Walkerhill Seoul, esperando unos instantes antes de bajarse de él casi al mismo tiempo que Suni salía del hotel. Ambos se vieron y Shin solo pudo suspirar, aun no asimilando que todo esto realmente estuviera pasando y fuera real a pesar de que Suni ya le había contado toda su historia a detalle.
Ahí estaba ella, vistiendo con un pantalón negro y un suéter blanco con cuello de tortuga que estaba cubierto por un abrigo de color azul rey. Su atuendo era acompañado por unos guantes negros de cuero y una cartera del mismo color.
Ambos se quedaron mirando un rato y rieron, sintiéndose nuevamente jóvenes con mil mariposas en el estómago.
Suni se acercó a él y Shin tomó una de sus manos, agachándose un poco para depositar un beso en el dorso de ella a pesar de portar guantes. Suni sonrió por ello, y la sonrisa permaneció en su rostro cuando Shin le abrió la puerta del copiloto para que entrara en el auto.
Cuando Shin se subió, Suni lo miró y preguntó:
—¿A dónde me vas a llevar? —con voz entusiasmada.
—Te quiero mostrar algo antes de que vayamos a cenar —habló Shin, comenzando a conducir.
La quería llevar a un lugar en particular que ayudaría a cambiar su perspectiva de las cosas, porque recuerda bien las conversaciones pasadas que tuvieron en las que pudo notar que JungKook no era de su agrado.
En el camino, ambos estuvieron conversando de trivialidades, y Shin no podía estar más fascinado con la personalidad de Suni. No había cambiado casi nada, solo que ahora tenía más carácter. Ella se la pasaba alegre la mayoría del tiempo y seguía desprendiendo aquella luz con que siempre la recordó.
También le gustaba hablar mucho, y eso entretenía mucho a Shin, quien era más de escuchar que de hablar. Suni era de las personas con las que nunca te aburres al hablar con ellas porque siempre tenía que contar.
Cuando llegaron, Shin estacionó junto a la acera y Suni pudo ver por la ventanilla que se trataba de un parque que ya estaba algo cubierto de nieve.
—¿Por qué me trajiste aquí? —preguntó con curiosidad la omega, mirando a Shin—. No es que no esté bonito el parque, pero pensaba algo más de mi edad —comentó y Shin alzó una ceja, sonriendo poquito.
—¿Un parque no es de tu edad, Suni?
Esa pregunta fue lo único que necesitó Suni para comenzar a hablar hasta por los codos.
Y eso hizo hasta que Shin la interrumpió, indicándole que mirara hacia adelante.
Suni abrió un poco más los ojos y sintió su corazón a mil por hora, teniendo que acercarse al cristal para comprobar que aquello que captaba su vista era cierto.
Se trataba de NamJoon y SeokJin, caminando uno al lado del otro.
Sintió sus manos temblar por el nerviosismo y la impresión, por lo que Shin estiró una de sus manos para cubrir las de la omega y darle un poco más de soporte. Aún no lograba procesar lo que venían sus ojos, pero no podía despegar la vista de ambos, así como tampoco pudo evitar compararlos con los recuerdos que almacenaban su mente.
Ya se habían convertido en unos hombres, y a pesar de haber visto fotos de cómo estaban actualmente, no se comparaba en nada a verlos en persona, aunque fuera a través de la ventanilla del auto. Sintió como un nudo de formaba en su garganta, impidiéndole siquiera hablar.
NamJoon y SeokJin se vieron mutuamente con cariño y se agarraron de la mano, caminando lentamente mientras observaban el parque. Luego, ambos volvieron a verse y como imanes se acercaron, dándose un pequeño beso.
Suni abrió un poco la boca, tragando después el nudo que se había formado en su garganta antes de hablar, algo choqueada: —Ese es un afecto entre hermanos o...
—Son novios —informó Shin, y Suni se ahogó, tosiendo después mientras golpeaba su pecho.
—A la mierda —carraspeó Suni cuando se recuperó, volviendo a mirar a sus hijos.
Pudo notarlos más a detalle, cosa que le hizo suspirar. NamJoon se había puesto mucho más guapo, pero seguía manteniendo esos hoyuelos que tanto amaba y que se formaban en sus mejillas al sonreír.
—NamJoon es el que tiene el mejor corazón de los tres —comentó a contarle Shin mientras ella lo veía—. Al ser tan bueno, SeokJin y TaeHyung tienen que cuidarlo, porque pueden hacerle daño.
Suni escuchó atentamente, pasando ahora sus ojos brillantes e ilusionados hacia SeokJin, quien se había puesto unas diez veces más hermoso de lo que lo recordaba. Incluso lucía radiante y muy sonriente en comparación a cuando era tan solo un niño.
—SeokJin estudia administración de empresas por una beca —contó el alfa—. Es el más correcto y centrado de los tres. A veces es estricto, pero detrás de todo eso, adora y cuida a sus hermanos —Suni miró fascinada al omega—. Hace poco hablé con él y me dejó en claro que nunca dejó de amarte y de estarte agradecido —Suni sonrió con los ojos aguados. Shin sonrió poquito, acariciando las manos de la omega—. Aun siendo adultos siguen haciendo travesuras como las que me contabas que hacían de niños.
Shin recordó cuando le hicieron aquella travesura.
Suni pudo ver como dos personas aparecían en escena con churros. Una de ellas, caminaba en muletas, mientras la otra permanecía a su lado para ayudarlo y acompañarlo. La otra persona llamó a NamJoon y a SeokJin, quienes detuvieron su andar para esperar a que ambos se acercaran a ellos.
Apoyó una sus manos en el cristal y se acercó más, abriendo sus ojos brillosos al reconocer a uno de ellos.
—Ese... ¿Ese es TaeHyung? —preguntó en un murmullo, volteando un momento a ver a Shin, quien asintió. Suni se contrajo un poco y sus ojos se aguaron más. Se volteó para seguir observando, forzándose a sí misma a no llorar para que las lágrimas no nublaran su vista y así poder verlo mejor.
TaeHyung era quien en definitiva cambió más físicamente, convirtiéndose en alguien más varonil y que desprendía belleza por todos lados. Ya era todo un alfa.
Cuando el alfa le sonrió a sus hermanos, Suni sonrió en grande al ver que seguía teniendo esa sonrisa cuadrada que siempre le llenaba el corazón de felicidad.
—TaeHyung es el más odioso —comenzó Shin, logrando que Suni captara su atención—. Es muy grosero, le caigo mal porque piensa que tengo interés en JK —volteó hacia él.
—¿Y lo tienes? —alzó una ceja, mirándolo fijamente.
—No, no, es menor que mi hijo —arrugó la nariz, algo horrorizado. Suni asintió y volvió a voltearse para observar a TaeHyung.
—Debes tener algo bueno que decir de él...
—Él es el verdadero hermano mayor, el que hace todo para que sus hermanos sean felices —habló Shin, mirándolo—. Es muy servicial, independientemente de su mal genio —volteó a mirarla bonito—. Cada uno tiene un poco de ti.
Una lágrima corrió por la mejilla de Suni, pero se la limpió rápidamente, moviendo su mirada hacia la persona que TaeHyung rodeaba con su brazo.
—¿Ese es el hijo de Jeon? —inquirió la omega, a lo que Shin asintió con una sonrisa.
—Sí, él es JungKook —miró su reacción, viendo que la cara de Suni se había enseriado un poco—. Que sea un Jeon no significa que sea como sus padres —apretó los labios.
—Por lo que he visto, se parece mucho a ellos...
—Ese rencor no es bueno, Suni —le dijo Shin, volviendo a mirar por la ventanilla a JungKook—. Él no se merece pagar por las cosas que han hecho sus padres
—No era lo que esperaba para mi hijo —Shin suspiró.
—Creo que todos en un principio creíamos que JK era una mala persona, hasta el mismo TaeHyung —contestó Shin—. Es un chico muy introvertido, pero con las personas que son cercanas a él, es muy solidario —siguió viendo como los cuatro caminaban tranquilamente entre risas y charlas—. Y si hay alguien que quiera mucho a TaeHyung, es él —Shin miró a ambos, quienes no paraban de sonreír, pero Suni se volteó a mirarlo a él—. He notado que piensa más en el bienestar de TaeHyung y de los demás que en el suyo propio. No somos muchos los que tenemos la oportunidad de conocer ese lado de JK —Suni ignoró las palabras de Shin y permaneció viendo encantada a sus hijos a través de las ventanillas opacas del auto. Todos sonreían mientras se acercaban a paso casual y relajado.
Uno de los brazos de TaeHyung estaba por sobre los hombros de JungKook, quien a su vez, reposaba su cabeza en el cuello de TaeHyung mientras andaban despacio gracias a las muletas.
Y eso hacían antes de que ambos cruzaran miradas y se detuvieran lentamente antes de que TaeHyung tomara suavemente su cara con ambas manos y lo besara. JungKook correspondió el beso, soltando las muletas y dejando que cayeran al piso para luego colocar sus manos sobre los hombros de TaeHyung.
—Ay, ¿Qué es eso? —murmuró Suni con una cara de horror, viendo como ambos menores se besaban sin importarle el mundo.
NamJoon y SeokJin se vieron, estando algo acostumbrados a los repentinos besos intensos de los menores, y se acercaron traviesamente hasta tomar las muletas de JungKook, riendo cómplices.
Cuando JungKook y TaeHyung se separaron y vieron que las muletas ya no estaban, JungKook alzó una ceja hacia NamJoon y SeokJin, optando por caminar con normalidad hacia ellos.
Los tres quedaron algo choqueados por el caminar tan normal del menor, pero TaeHyung fue el primero en preguntar:
—¿Ya estabas curado?
JungKook lo miró.
—Te lo dije hace dos días, pero no me prestaste atención y me dijiste que las siguiera usando por seguridad.
TaeHyung lo miró con cariño y se acercó a él solo para cargarlo en su espalda, cosa que hizo reír a JungKook ya que TaeHyung era muy sobreprotector.
Los cuatro siguieron caminando, hasta que estuvieron junto al auto, donde inevitablemente tuvieron que detenerse al momento en el que NamJoon empujó el hombro de SeokJin, haciéndolo tropezar. SeokJin se apoyó en el vidrio de la ventana para no caer y Suni pegó un saltito, alejándose de la ventanilla e incluso pensó que se le iba a salir el corazón de lo acelerado que estaba.
—Ay, ay, ay, ay, ay —SeokJin se hizo el dolido y NamJoon se acercó rápidamente a él, viéndolo con preocupación y arrepentimiento.
—¿Estás bien? —lo sostuvo de los hombros.
—Me partiste el pie —dramatizó.
—¿Cuál de los dos?
—El que te voy a meter por el culo —ambos explotaron en carcajadas, seguidos por TaeHyung y JungKook, mientras que Suni permaneció con una cara de consternación leve.
JungKook observó el auto, fijándose insistentemente en la matrícula del mismo, y ladeo la cabeza, preguntando en voz alta: —¿Ese no es el auto de Shin? —Shin y Suni se tensaron dentro del vehículo, mirándose mutuamente.
—No creo —negó TaeHyung, pero JungKook insistió.
—Estoy seguro de que si, esa es su placa —señaló, y Shin no pudo evitar turbarse un poco.
—Se nota que es un Jeon —susurró Suni, permaneciendo quieta.
TaeHyung alzó la vista y volteó un poco la cabeza hacia un lado para intentar ver a JungKook con unas sonrisita antes de decirle: —Eres un peligro
Luego de aquel extraño encuentro, los cuatro siguieron caminando hasta llegar a la camioneta donde habían venido y se fueron del lugar, quedando solamente Shin y Suni ahí.
Suni volteó a verlo, sonriendo de labios cerrados para él: —Gracias, Shinnie —se inclinó para darle un corto beso en los labios. Shin sonrió y encendió el auto, comenzando a conducir hacia casa.
En ese tiempo, Suni observó el paisaje por la ventanilla, dejándose llevar por sus pensamientos.
Ella esperaba ver sus hijos no exactamente a través de una ventanilla, sino frente a frente para poder abrazarlos. Deseaba con todo su ser contarles lo que verdaderamente había pasado y que pudieran entenderla.
Que sepan que ella jamás dejó de amarlos y que cada día que pasaba, los extrañaba una infinidad más.
—Te mereces mucho más que solo esto, Suni —le dijo Shin, mirándola tan sumida en sus pensamientos, conociéndola demasiado como para saber cuáles eran sus pensamientos.
Suni sonrió con melancolía, teniendo esperanza de que las cosas fueran a mejor para todos a partir de ahora.
Suni estaba sentada en la mesa del comedor de la casa de Shin, la cual el mayor había decorado para que tuvieran una hermosa cena en conjunto.
El alfa no tardó en llegar con ambos platos en una mano como los expertos, y en la otra sosteniendo una botella de Coca-Cola, alzándola un poco mientras caminaba hacia ella.
—Te compré Coca-Cola —Suni no se privó de bufar una sonrisa levantándose para ayudarlo y conmoviéndole que siguiera recordando sus gustos.
Luego de eso, ambos se sentaron y Suni empezó a hablar trivialidades y a contar historias como de costumbre mientras comían la lasaña que Shin había preparado con dedicación.
La cena transcurrió en pequeñas sonrisas compartidas, cubiertos sonando suavemente contra los platos y de la melodiosa voz de la omega.
Pero Shin seguía teniendo una duda que no salía de su cabeza y le hacía fruncir ligeramente el ceño, así que finalmente decidió preguntarla, tomándose un momento para colocar sus cubiertos sobre la mesa antes de hablar.
—Suni —llamó suavemente el alfa, y Suni le prestó total atención.
—¿Sí?
Shin respiró un momento, buscando las palabras adecuadas con las que preguntar.
—Conseguimos una autopsia donde indicaba que estabas... embarazada —susurró Shin. Suni enderezó su espalda sobre el asiento—. ¿Eso si era cierto?
Suni se le quedó viendo unos segundos que se le hicieron eternos, pero prefirió optar por reír nerviosamente.
—Eso ya no es importante —evadió el tema.
—Suni... —Shin estiró su mano hasta tomar delicadamente la contraria, acción que la omega observó detenidamente, teniendo que apretar los labios cuando sus ojos se aguaron.
Bajó la cabeza un segundo, controlándose para después volverla a levantar y mirar a Shin.
—Sí, lo estaba —afirmó—. Me había enterado ese mismo día —comentó, inhalando y exhalado—. No tuve tiempo de encariñarme demasiado pero... —bufó lentamente, intentando sacar el malestar que sintió al recordarlo—. Estaba muy feliz —su expresión se rompió un poco mientras lo miraba directamente a los ojos—. Porque... porque estoy segura de que... —tragó saliva y su barbilla tembló—. Estoy segura de que ese bebé era tuyo —Shin arqueó las cejas hacia arriba, abriendo ligeramente la boca—. Tenía planeado exigirle a DongGun el divorcio y darle todo el dinero que él quería, pero se me adelantó —contó mientras su voz se rompía—. Estaba tan feliz con el hecho de tener un hijo tuyo —sonrió temblorosamente—. Incluso me había imaginado que después del divorcio, podríamos tener una vida juntos, una en la que oficialmente fuéramos nosotros, y que mis hijos tuvieran un hermano pequeño —Shin apretó sus labios, arqueando un poco más las cejas hacia arriba—. Pero nada de eso pudo ser, ni una vida normal, ni nuestra relación de manera oficial, ni nuestro... hijo —exhaló—. Ni siquiera... —volvió a bufar temblorosamente—. Era tan chiquito —su voz terminó de romperse y comenzó a llorar, teniendo que taparse la cara con ambas manos mientras su espalda de encorvaba.
Shin se levantó, rodeando la mesa para arrodillarse a un lado de ella mientras le tomaba suavemente las manos y se las quitaba de la cara. Suni se volteó un poco para que ambos quedaran frente a frente mientras las lágrimas seguían derramándose de sus ojos.
Acarició sus manos con dulzura, levantándolas un poco para besarlas castamente y luego limpiarle las lágrimas de sus mejillas. Shin se levantó sin soltar sus manos y Suni hizo lo mismo, dejándose envolver por los brazos de Shin y cerrando los ojos al sentir el beso que depositó sobre su cabello, relajándose un poco con el aroma de Shin.
—Siento tanto que hayas tenido que pasar por todo esto tu sola —la abrazó un poco mejor, doliéndole el alma—. Daría lo que fuera para haber estado contigo en esos momentos...
—Lo sé, Shinnie... —murmuró con voz gangosa, apoyando su mejilla sobre el pecho del alfa.
Se quedaron así un buen rato, en el que Suni pudo disfrutar de la seguridad que le daba estar entre los brazos del alfa, una seguridad que no había sentido en muy largo tiempo.
Si tuviera la opción de cambiar cosas de su pasado, lo había sin dudarlo, pero ahora junto a él, sentía como si esos problemas nunca hubieran existido y todo el dolor que tuvo que pasar para sobrevivir, desaparecía lentamente.
Ambos sabían que esa paz y felicidad no iba a durar mucho tiempo, porque en el fondo estaban esperando nerviosamente el nuevo movimiento que daría MinSoo.
Pero hay veces en las que al enemigo hay que dejarle subir, para después volverlo a bajar...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top