71. ¿Shin Hwan?
TaeHyung estaba sentado en las sillas junto a la mesa donde desayunaban todos los días, pero realmente hoy no habían tenido tiempo siquiera de hacer eso, ya que no podían concentrarse después de tanto agite.
Bajo sus ojos cansados reposaban unas grandes ojeras, haciendo que semblante se viera aún más preocupado y decaído. Su pecho seguía apretándole constantemente al recordar la noche anterior, una noche que sin que él se hubiera dado cuenta a tiempo, podría haber marcado su vida para siempre por la simple acción de apretar un gatillo y apuntar mejor.
Solo pensar en que podría haber perdido a su hermano y a su novio no había dejado de agobiarlo pasadas las horas, y ni siquiera podía ocultar su angustia frente a su mejor amigo, quien estaba sentando a su lado y sin duda no había pasado por alto el estado de su amigo.
—Hey —lo llamó YoonGi, colocando una de sus manos sobre el hombro ajeno—. ¿Estás bien? —TaeHyung volteó hacia él, con el rostro demacrado y agotado.
—¿No me ves? —inquirió el menor—. Parezco un personaje de El cadáver de la novia —bufó, pasándose una mano por la cara. YoonGi suspiró, volviendo a colocar su mano sobre la mesa.
—Esto me parece muy raro —recargó su espalda sobre la silla—. Si tu papá solo quería buscar esos videos que dices... ¿Por qué casi asesina a JungKook? ¿Y por qué se puso a disparar como un maniático? Tu padre se altera cuando lo provocan, siempre ha sido así —lo miró, pensativo—. Dices que el abogado consiguió a tu padre peleando con JungKook, ¿cierto?
TaeHyung frunció el ceño, mirándolo.
—¿Qué insinúas?
YoonGi lo miró con el semblante serio.
—Que JungKook fue el que causó que tu padre perdiera el control —dijo YoonGi. TaeHyung intensificó su expresión—. No dejes que tus sentimientos por él te cieguen, TaeHyung. He visto con mis propios ojos que JungKook no es solo lo que les muestra a ustedes...
TaeHyung abrió la boca, dispuesto a preguntar qué quiso decir con eso, pero en ese preciso instante entraron SeokJin y Shin a la cocina. TaeHyung enderezó su espalda y miró a SeokJin, quien entendió de inmediato que era lo que querían preguntarle.
—NamJoon está bien, sigue dormido —avisó, y TaeHyung se permitió recostar su espalda sobre la silla—. Por suerte sus heridas no fueron tan profundas como la de JungKook... —TaeHyung se angustió nuevamente—. Shin me estaba contando que nuestra madre le enseñó como suturar una herida —contó algo ilusionado—. También le enseñó todas esas cosas de medicina que me enseñó a mí.
Shin asintió, corroborando sus palabras.
—¿Conocía a la señora Suni? —inquirió YoonGi, algo sorprendido, pero Shin solo pudo sonreír, algo incómodo.
—Eran pareja —respondió TaeHyung, y YoonGi abrió la boca, procesando la información.
—Qué fuerte... —se tomó unos momentos antes de volver a hablar—. Tengo hambre —y se impulsó con ayuda de sus manos para levantarse y caminar hacia la nevera. Pero al abrirla, soltó un jadeo de sorpresa y cayó sentado en el suelo—. ¿¡Qué mierda es eso!? —exclamó, echándose para atrás con ayuda de sus manos.
Shin frunció el ceño y caminó hacia la nevera, soltando una arcada mientras se tapaba la nariz y miraba hacia otro lado para después apoyarse sobre una de las encimeras, horrorizado y asqueado.
TaeHyung se levantó y junto con SeokJin, caminaron a hacia la nevera para revisar el porqué de tanto revuelto, y ambos pusieron cara de horror al ver la causa.
Era una cabeza humana, la del ex-chofer, específicamente.
—Voy a vomitar —expresó SeokJin, teniendo que llevarse las manos a la boca y otra a la nariz.
—Mierda... —habló TaeHyung, con una mueca asqueada mientras observaba la cabeza—. ¿Quién la saca?
—¿Por qué tanto ruido?
JungKook llegó a la cocina después de haber bajado las escaleras en muletas, las cuales TaeHyung había dejado junto a su cama más temprano. Conocía lo suficiente al menor como para saber que no se quedaría acostado todo el tiempo, por mucho que se lo pidiera.
Por eso TaeHyung se volteó a verle con desaprobación, pero ya el menor se encontraba andando con sus muletas hacia ellos.
—Tú no sabes lo que es reposar, ¿Verdad? —le reprochó TaeHyung, más como era de esperarse, JungKook lo ignoró, llegando hacia donde estaban ellos.
—¿Por qué tienen esas caras? —volteó hacia los demás—. Ah, hola YoonGi —volvió a voltearse hacia la nevera, abriéndose paso entre TaeHyung y SeokJin para ver en su interior—. Oh vaya, pero si nos dejó almuerzo y todo —comentó al ver la cabeza dentro—. Pásenme una bolsa negra —pidió, más ninguno se movió—. Aja, pero espabilen
SeokJin fue el que se movió, rebuscando entre los cajones de la cocina hasta encontrarla.
TaeHyung observó al menor, viendo también como SeokJin abría la bolsa negra y se acercaba a ellos, hablando después:
—Si quieres te busco guantes para que la-
Pero JungKook tomó la cabeza por el cabello, logrando que Shin soltara otra arcada. No prestó atención y en cambio, inclinó la cabeza hacia adelante, queriendo verla por debajo por mera curiosidad.
—Siempre quise saber si la garganta por dentro se veía igual que en las películas...
—Qué asco, JungKook —habló SeokJin, haciendo una mueca de asco.
JungKook ignoró aquello, y acomodó sus muletas por debajo de sus brazos, para poder agarrar la cabeza con ambas manos y luego lanzarla hacia arriba para volverla a atajar.
—¡JungKook! —exclamó TaeHyung a modo de riña.
—Pesa más que una pelota... —comentó, viéndola.
—No hay duda de que es hijo de MinSoo —habló Shin, mirando la escena e intentando no soltar otra arcada.
SeokJin miró con asco las acciones de JungKook, mientras que YoonGi veía todo con una ceja alzada, ya no sorprendiéndole nada que viniera de parte de JungKook. Se volteó hacia SeokJin y metió la cabeza dentro de la bolsa, la cual fue cerrada con asco por SeokJin segundos después.
—Es mejor que la quemes porque se puede pudrir —recalcó JungKook como si nada, y se movió hacia el lavaplatos para lavarse las manos.
Shin llegó a su lado, abriendo la manilla y echándole jabón líquido en las manos. Mucho jabón líquido, tanto, que empezaba a rebosar la mano de JungKook. Cuando el mayor terminó, JungKook finalmente pudo lavarse las manos.
El lugar había quedado en silencio y todos estaban observando a JungKook algo perturbados. Cuando JungKook se volteó, los miró con desdén.
—Ay ya dejen de mirarme raro —pidió con fastidio—. Si ya saben cómo soy, ¿para qué me invitan?
—Se me fue el hambre, yo mejor voy al trabajo —expresó YoonGi, quien ya se había levantado del suelo.
—Voy contigo —expresó TaeHyung y Shin fue el que habló después.
—Gracias por todo, hoy no puedo faltar al trabajo —dijo todavía asqueado por el suceso.
Todos se despidieron de él y salió de la mansión, seguido de YoonGi, quien antes de salir habló mirando a TaeHyung, sin siquiera despedirse de JungKook.
—Te espero en el auto.
SeokJin se despidió de TaeHyung y subió para ir a la habitación, donde estaba NamJoon, así que ahora solo se encontraban JungKook y TaeHyung en la cocina.
JungKook observó a TaeHyung, notando esas ojeras bajo sus ojos, su mirada decaída y su cara demacrada. Se reafirmó en sus muletas y se acercó a él, dejándolas apoyadas sobre una de las encimeras. Descansó sus manos sobre los hombros ajenos para sostenerse, y poco después TaeHyung sostuvo su cintura para darle más estabilidad.
—Te ves cansado, no dormiste nada... —murmuró, tocando suavemente las ojeras con su dedo índice. TaeHyung permaneció en silencio, viéndole—. ¿Qué tienes? —inquirió, notándolo raro—. Si es por la cabeza, pues alguien tenía que sacarla... —habló suavemente.
—No, no es por la cabeza... —aclaró TaeHyung, y JungKook lo miró interrogante.
—¿Entonces? —apretó los labios—. Yo me siento bien y NamJoon va a mejorar, lo fui a ver antes de bajar —quiso tranquilizar, pero la expresión de TaeHyung permaneció.
—Después del trabajo hablamos... —suspiró—. Voy a llegar tarde.
JungKook se acercó un poco más, subiendo sus manos hasta la curvatura de su cuello para acariciar ahí. TaeHyung suspiró, no pudiéndose resistir a JungKook. Por lo mismo, correspondió cuando JungKook se acercó más hasta besar sus labios, moviéndolos en un vaivén lento y suavemente.
Al verse a los ojos una vez terminó el beso, JungKook permaneció angustiado porque la mirada decaída permanecía en el alfa, pero se limitó a acariciarle la mejilla y decirle suavemente:
—Ten suerte hoy, amor.
TaeHyung depositó un beso en su mejilla.
—No te muevas mucho, ¿sí? Quédate en la cama.
Luego de eso, TaeHyung lo cargó mientras JungKook sostenía las muletas, y lo subió de vuelta a la habitación, recordándolo sobre la cama antes de irse al trabajo.
MinSoo estaba sentado frente a su escritorio, con esa sonrisa macabra que lo caracterizaba.
Y sonreía por una razón, y esa razón es que recordaba aquella majestuosa jugada...
Ingresó a hurtadillas por la puerta trasera de la mansión y caminó por los pasillos hasta toparse con el recibidor, donde pudo ver como DongGun entraba a la sala, seguido de JungKook, quien se quedó unos instantes en el umbral antes de darse la vuelta.
Se aseguró de no ser visto y subió las escaleras al segundo piso, dirigiéndose a la habitación de JungKook. Una vez ahí, comenzó a rebuscar por las gavetas, la memoria de su laptop y demás lugares, pero no encontró nada a la vista.
Repentinamente, algo crujió bajo uno de sus pies después de dar un paso hacia adelante. Una de sus sonrisas ladinas apareció en su rostro, agachándose lentamente para observar los tablones de madera. Golpeó con sus nudillos los que estaban cercanos, deteniéndose en uno en particular que sonaba hueco.
Hizo palanca, y logró despegarlo del suelo, bufando una risa al ver un USB ahí.
Lo guardó en uno de los bolsillos de su saco, levantándose del suelo para observar mejor la habitación, teniendo el presentimiento de que habría más.
Vio como debajo de la alfombra había un bulto, así que tampoco dudó en acercarse ahí, tomando otro USB diferente.
—Maldito bastardo... —murmuró, guardándolo también en su bolsillo.
Revisó las gavetas mejor, rebuscando en la zona superior de ellos, sintiendo con sus dedos un USB pegado con cinta ahí. Encontró otro dentro de una de las lámparas de la habitación, en sus cuadernos, bajo una de las almohadas e incluso dentro del colchón y otro pegado bajo la superficie de la de las mesitas de noche, al igual que unos cuantos lugares más.
Pero cuando estaba por seguir buscando, se empezaron a oír disparos desde la planta inferior, y aquello hizo a MinSoo gruñir.
—Maldito DongGun —murmuró entre dientes, dándole una última mirada a la habitación para abrir la puerta y salir.
Sólo que antes de poder hacerlo, vio por el pasillo pasar a SeokJin, teniendo que esconderse hasta verlo bajar las escaleras, seguido de TaeHyung, quién bajo poco después también.
Una vez que el pasillo estuvo desocupado, caminó hacia las escaleras, cerciorándose de que SeokJin y TaeHyung estuvieran distraídos para poder escabullirse y salir.
Ya no había tiempo. Había contado las balas de la pistola que le había dado a DongGun en caso de emergencias, y ya se habían acabado.
Para su suerte, esto fue fácil ya que ambos estaban muy ocupados en intentar parar el sangrado de NamJoon, quién estaba tirado en el suelo soltando quejidos de dolor.
Y finalmente pudo salir por el mismo lugar por donde entró.
Introdujo el primer USB en su computadora mientras fumaba uno de sus cigarrillos. Se abrió una carpeta que tenía tres videos con el mismo nombre que los que tenía guardados en su disco duro. Presionó el primero con su mirada oscurecida, pero su ceño frunció al leer en él un "Eres". Cerró ese y abrió el de al lado, leyendo esta vez un "un", y al repetir el proceso, leyó "imbécil".
Y juntos formaban: "Eres un imbécil".
MinSoo sintió su sangre hervir y sacó el USB, introduciendo el otro. Pero para su mala suerte, este también tenía un truco, mostrando la frase: "¿Te la creíste?".
Gruñó abriendo el siguiente: "¿De verdad creíste que sería tan ingenuo? Idiota".
De la rabia, destrozó su cigarrillo con sus propias manos, para después jalarse el cabello en medio de un gruñido. Golpeó la mesa y apretó los labios, mirando la pila de USB que había encontrado.
Tenía que planear algo nuevo, algo que JungKook no se espere, porque ya estaba claro que se había aprendido el tipo de estrategias que solía usar. Ya JungKook lo había molestado lo suficiente, y ya MinSoo no estaba dispuesto a esperar a que DongGun muriera para actuar. Tenía que apurarse, porque de hacer algo, lo haría.
Ya que si algo era seguro, es que MinSoo no era de las personas que se quedaban con los brazos cruzados cuando se metían con él, y menos humillándolo de esa manera.
JungKook estaba recostado en la cama viendo televisión tranquilamente cuando la puerta fue tocada y posteriormente abierta por TaeHyung, quien traía una bandeja con comida sobre una mesita reclinable.
—Ya llegaste del trabajo —habló JungKook con una sonrisa, tomando el control para apagar la televisión.
Miró atentamente como TaeHyung caminaba hacia él y dejaba la bandeja frente a él con cuidado de no botar nada antes de tomar su mejilla con suavidad y darle un beso en la frente.
—Solo vine a ver como estaban... —comentó TaeHyung, sentándose frente a él, al otro lado de la bandeja.
JungKook le dio una mordida al pan con mermelada que le había traído, masticando tranquilamente. Pero TaeHyung estaba lo opuesto a tranquilo, puesto que su vista se había posado sobre las marcas en su cuello, consecuencia de que había sido ahorcado por su padre.
—JungKook —llamó, y el menor alzó su vista del pan hacia TaeHyung, angustiándose al verlo serio. Dejó su pan sobre el plato para escuchar lo que buscaba decirle el alfa—. ¿Estás consciente de lo que pasó esta madrugada?
—Claro que sí, tu padre intentó matarme y lastimó a NamJoon —TaeHyung suspiró.
—Sí, pero ¿Realmente eres consciente de lo que pudo haber pasado? —añadió—. Te conozco y creo conocer a mi padre. Tuviste que haber hecho algo que lo molestara y perdiera el control.
JungKook frunció el ceño.
—¿Entonces estás insinuando que es mi culpa lo que pasó?
—JungKook, no empieces —habló TaeHyung con desdén, no diciendo que realmente si pensaba que había sido su culpa, porque sabía que si se lo comentaba, se iba a alterar—. Estas cosas no pueden pasar, JungKook, a NamJoon le pegaron dos disparos que pudieron haber llegado a peor y tú tienes una herida en la pierna, y ni hablar de cómo tienes el cuello —señaló su cuello con angustia—. Si Shin no hubiera llegado, ahora estarías muerto... —suspiró—. Pudiste haber muerto y yo ni siquiera me hubiera enterado a tiempo, ni siquiera hubiera podido hacer nada para evitarlo.
JungKook estiró su mano hacia tomar la suya para intentar calmar su aflicción y habló suavemente: —Pero no pasó... —suspiró después de eso, apretando los labios—. Lo provoqué, tienes razón —asintió—. Le dije que MinSoo lo manipulaba y que estaba tan ciego que no se daba cuenta de cómo lo manejaba tal y como a una marioneta. Lo admito, lo hice alterar.
—¿No era más fácil dejar que se llevaran los videos y ya? —recriminó TaeHyung con desaprobación.
JungKook negó, hablando después.
—Ya sabes como soy, no me puedo quedar quieto —mordisqueó su labio inferior.
TaeHyung suspiró, frustrado.
—Cosas así no se pueden repetir, JungKook —insistió—. Podrían llegar a peor y lo sabes. No sé qué hubiera hecho si algo les pasaba... si algo te pasara —negó suavemente—. No tienes idea lo que sentí cuando te vi en el suelo de la sala con la pierna malherida.
JungKook estiró una de sus manos para acariciar su mejilla con suavidad antes de hablar: —No fue tan grave para mí... —arqueó las cejas hacia arriba.
—Pero puedo haberlo sido, pudo haberlo sido —apretó los labios—. Hace poco me enteré que perdí a mi mamá, y no estoy dispuesto a perderte a ti o a NamJoon... —lo miró—. No lo soportaría
TaeHyung se quedó viéndolo un poco antes de mover la bandeja hacia un lado de la cama y se acercara a JungKook, quien abrió las piernas para que se sentara ahí. TaeHyung rio suave y se sentó con las piernas cruzadas, rodeando el torso de JungKook con sus brazos y ocultado su cabeza en el cuello del menor para sentir su aroma.
JungKook también lo abrazó, acariciando su nuca y enredando suavemente sus dedos en los cortos cabellos de esa zona.
—Lo siento... —murmuró, dejando que TaeHyung se aferrara un poco más a su torso.
Se quedaron un rato sin decir nada, solo abrazándose mientras JungKook le proporcionaba suaves caricias. Pero el pecho de JungKook se contrajo cuando escuchó una inhalación entrecortada de parte de TaeHyung, que logró que su cuerpo se moviera cortamente, y señalando que estaba llorando.
JungKook se sintió muy mal, y sabiendo que él también había sido en parte el causante de lo que pasó, lo hacía sentir peor porque TaeHyung era una de las pocas cosas que podían hacerlo sonreír, y verlo así lo afectaba también.
Lo atrajo un poco más hacia sí y besó suavemente su hombro, dándole paso a las palabras que TaeHyung había querido decir hace rato si no fuera por el nudo en su garganta:
—Yo sé que por mucho que te lo pida no te vas a quedar quieto, pero se más cuidadoso, por favor... —pidió en voz baja, separándose un poco del abrazo para poder verse a los ojos.
JungKook acunó su mejilla, limpiando la lágrima furtiva que corría por la mejilla de TaeHyung. Ambos se acercaron el uno hacia el otro, cerrando lentamente sus ojos hasta que sus labios estuvieron unidos, comenzando un beso lento en el cual fueron acelerando el ritmo a medida que se iba dando, pero sin llegar a ser muy rápido.
Se separaron, alejando un poco sus rostros solo para unir sus miradas brillantes.
—TaeHyung... —murmuró JungKook, logrando que el mayor le prestara entera atención—. Te a-
—¡Cerrando noviembre y ya te intentaron matar otra vez! —JiMin ingresó a la habitación con un grito, deteniéndose en seco al ver la escena—. Uy, ¿Interrumpo?
—No, ya me iba... —dijo TaeHyung, separándose del abrazo de JungKook para tomar su mejilla y bajar su cabeza, dándole un beso en la frente antes de levantarse de la cama—. Voy a llegar tarde —avisó antes de cruzar el umbral de la puerta.
JungKook no pudo evitar seguirlo con la mirada hasta que ya no estuvo a su vista, suspirando después.
JiMin tomó la silla de su escritorio y la colocó junto a la cama, sentando en ella antes de soltar uno de sus comentarios: —Llegué yo, por quien llorabas —le guiñó un ojo—. Cuéntame, ¿¡Cómo es eso de que le disparaste a tu suegro!?
JungKook lo miró con desdén.
—Yo también quiero saber. —SeokJin ingresó a la habitación, sentándose en la cama.
—Deberían tatuarse en la frente "chismosos" —bufó JungKook, soltando una risita después—. No recuerdo muy bien, solo sé que le di en el hombro. Luego, el maldito de mi padre lo sacó de ahí y a saber a dónde se habrán ido
—Ush, no sabes las veces que me provocó pegarle un tiro en todos estos años en los que tuve que convivir con él —habló SeokJin—. Eres mi héroe —JungKook rió ante aquello, y JiMin no tardó en hablar.
—Tener novio lo tiene así —asintió, alzando una ceja con una sonrisita.
SeokJin cambió su expresión a una desconcertada.
—Espera... —miró a JiMin—. ¿Cómo que novio?
—¿No le has dicho? —JiMin alzó ambas cejas, viendo con desaprobación cómplice a JungKook, a lo que JungKook negó—. ¡Es mi momento de brillar! —se acomodó sobre la silla y aclaró su garganta, volteando a ver a SeokJin, quien esperaba atento—. TaeHyung y JungKook son novios oficiales desde hace un mes —sonrió en grande. SeokJin los miró a ambos con cara de shock y JiMin soltó un pequeño chillido de emoción—. Me senté aquí solo para hacer esto.
Acto seguido, se tiró de la silla, cayendo de bruces al suelo.
Los otros presentes rieron ante la escena, y luego JiMin se levantó, echándose viento con ambas manos.
—Hace calor —caminó hacia la ventana más cercana y la abrió, sintiendo inmediatamente un olor a parrilla provenir de afuera—. Jin —volteó a ver a SeokJin—. ¿Estás haciendo parrilla? Huele divino.
JungKook volteó a ver a SeokJin.
—¿Estás quemando la cabeza en la parrilla?
—Estaba en crisis, entiéndeme —dijo, moviendo las manos para darle más énfasis a su crisis.
JungKook contuvo la risa y volteó a ver a JiMin.
—El suegro nos dejó una cabeza en la nevera.
JiMin puso cara de asco y luego cambió a una de asco mezclada con shock.
—Brutal —murmuró con la misma cara, cerrando la ventana y tapándola con la cortina para después sentarse en la cama—. Ahora, vamos a lo importante —volvió a hablar, explayando los ojos—. ¡Cuéntanos todo lo que ha pasado con TaeHyung!
SeokJin asintió varias veces, también abriendo los ojos.
Y JungKook solo pudo reír suavemente antes de comenzar a relatar todo.
Las ramas de los árboles se mecían, generando un sonido armonioso que acompañaba a aquella brisa invernal que daba paso finalmente a la estación más fría del año. La época en la que la luz solar duraba menos finalmente había llegado y ahora poco a poco el atardecer se posaba sobre el manto azul al que se le llama cielo.
Justo ahí, agachado frente a la lápida bien cuidada de Kim Suni, estaba Shin, depositando un ramo de hermosos tulipanes de diversos colores vibrantes y acogedores.
Una sonrisa nostálgica se dibujó en sus labios mientras acariciaba la lápida con la yema de sus dedos. En su interior aun había muchas dudas que necesitaban respuestas porque sentía que había algo que le evitaba asimilarlo todo, algo que impedía que pudiera tomar su duelo correctamente.
Se impulsó sobre sus muslos para ponerse de pie sobre la fina capa de nieve que se comenzaba a formar sobre la superficie de la tierra que pisaba, pintando la lápida de un blanco impoluto.
Mientras su mirada estaba la lápida con aquel nombre grabado, esperaba que algún día pudiera saber todo lo que había detrás, pero solo esperaba una cosa.
Que donde sea que esté, desea que permanezca en paz.
—¿Shinnie?
Los músculos de todo su cuerpo se tensaron y un escalofrió se coló por debajo de sus ropas de invierno. Frunció el ceño, más se movió ni un ápice, creyendo y temiendo que aquella dulce voz que había captado nuevamente sus oídos era tan solo producto de su imaginación dándole una mala pasada.
—¿Shin Hwan? —volvió a escuchar la misma voz, esta vez más baja—. Déjame verte, Shin... —Shin exhaló vaho gracias al frio, respirando entrecortadamente—. No estoy en esa lápida, estoy justo detrás de ti —su voz se rompió.
Pero Shin solo pudo mantener su rostro deformado en una mueca de conmoción, lo suficientemente petrificado como para aterrarle voltearse. Respiró con fuerza, apretando sus puños antes de cerrar los ojos y tomar fuerzas de donde no las tenía para poco a poco girar sus pies sobre la nieve.
Sintió los segundos eternos, quedándose totalmente quieto cuando su cuerpo se volteó por completo. Abrió los ojos con miedo y lentitud, suspirando entrecortado mientras sus ojos se abrían más y más, llegando a un momento en el que su boca también se abrió ligeramente y sus cejas se arquearon hacia arriba.
Frente a él estaba la persona que tanto esperó volver a ver, la persona a la que extrañó por esos largos años... A la cual le pertenecía su corazón.
Ella tenía los ojos llorosos y su rostro estaba decorado con un rubor en sus mejillas y nariz gracias al frio de invierno. Nunca creyó verla más hermosa que ahora, vistiendo aquel abrigo vino tinto junto con esa camiseta blanca y esos pantalones negros que combinaban con sus botines de tacón.
Su cabello estaba más corto de cómo lo recordaba, ahora llegaba un poco por encima de sus hombros, de aquel color castaño claro natural que tanto amaba.
Suni exhaló una pequeña sonrisa que hizo que sus ojos se cerraran un poco, haciendo que sus ojos se empañaran a causa de las lágrimas que se aglomeraban ahí.
Se le aguaron automáticamente los ojos, no pudiéndose creer lo que su vista captaba, totalmente choqueado. Avanzó a pequeños pasos con ese desasosiego que perduraba en su corazón.
—¿Suni? —inquirió con voz rota, continuando sus pasos.
La omega asintió y su labio tembló antes de poder contestar: —Sí, soy yo —afirmó con voz gangosa mientras asentía y sonreía.
Shin jadeo, acercándose un poco más a ella mientras a Suni se le derramaban dos lágrimas. Le tomó la cara delicadamente con ambas manos y cuando sus dedos hicieron contacto con las mejillas de ella, la realidad lo golpeó como una cachetada, logrando que una lágrima se deslizara por una de sus mejillas.
—Tienes las manos heladas... —murmuró ella antes de elevar una de sus manos y pasar el dorso sobre su mejilla para limpiar la lágrima.
Suni rió risueñamente antes de envolverle el cuello con ambos brazos y atraerlo hacia sí en el abrazo que ambos habían esperado por tantos años. Shin dejó que las comisuras de sus labios se elevaran, mostrando una sonrisa reluciente antes de también envolverla en un abrazo, colocando una de sus manos sobre su cabeza y quizás despeinando un poco sus cabellos por el entusiasmo.
Shin se inclinó para apoyar su frente en su hombro, inhalando notoriamente y respirando entrecortado cuando sintió ese aroma que había extrañado y anhelado tanto tiempo, toronja y menta...
La abrazó efusivamente, levantándola del suelo para girar con ella, permitiendo que una risa más fuerte saliera de los labios de Suni, dándole dicha y paz.
Era ella, y él lo sabía.
Volverla a sentir en sus brazos era algo que había deseado desde hace años, pero ahora que estaba pasando, sentía como si flotara, superando todas y cada una de las expectativas que tenía de este momento.
En ese momento tan especial, parecía como si los años jamás hubieran pasado, como si en un abrir y cerrar de ojos volvieran a estar juntos. Olvidó todo el tiempo que la estuvo esperando con ese anhelado sobrecogedor que lo acompañaba cada segundo del día.
Suni se separó del abrazo y Shin habló, colocando una mano en su mejilla.
—Estás aquí —susurró suavemente Shin—. Conmigo...
Suni rio, mirándolo con cariño.
—No te ha salido ni una sola cana, no envejeces.
Shin sonrió, viéndola como si se tratara de la más hermosa obra de arte.
—Y tú... —la vio con ojos grandes—. Y tú estás hermosa.
Suni sonrió más grande y se acercó un poco más a él.
—Salúdame como es, Shin Hwan. —Con los brazos enroscados en su cuello, lo atrajo hacia sí para darle un beso hermosamente dulce que los llenó de buenos recuerdos y experiencias. Cuando se separaron, apenas se distanciaron, viéndose a los ojos—. Tengo tanto que contarte...
Shin la miró maravillado.
—Tengo todo el tiempo del mundo para eso, ahora... —suspiró suavemente—. Quedémonos así.
Suni asintió, mirando de reojo hacia sus lados.
—Estos muertos deben estarse muriendo otra vez de la envidia.
Sus risas se mezclaron al igual que sus miradas rozaron como una caricia, llevándolos a una felicidad que nunca creyeron volver a experimentar.
Nota:
¡MEME TIME!
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