62. Desolados
Habían pasado aproximadamente dos semanas y media, en las que JungKook se la había pasado cuidado de TaeHyung exclusivamente. Se estaban quedando en el apartamento que en parte ahora consideraban como su lugar, y cuando TaeHyung estuvo mejor y podía moverse, no tardó mucho en querer acostarse con JungKook, y mentirían si dijeran que hubo algún rincón del apartamento que no hayan usado para eso.
Ambos rebosaban felicidad y bienestar, todo porque estaban juntos.
Pasados pocos días después del incidente en Myeongdong, Shin había ido a visitarles para que le contaran a detalle todo lo que había pasado, y ciertamente al irse terminó sin teléfono, puesto que JungKook había descubierto que también habían hackeado su teléfono, así que no dudó en tirarlo a la licuadora, dejando estupefacto y consternado a Shin.
Luego de eso, los días transcurrieron alegremente. JungKook ya no quería pensar en nada referente al matrimonio, solo quería centrarse en disfrutar el tiempo con TaeHyung, esos hermosos y cómodos momentos que habían estado compartiendo.
¿Y para qué mentir? Desde que se volvieron novios, todo entre ellos había mejorado al mil por ciento. La convivencia era hermosa y todos los que la habían presenciado lo sabían de sobra.
La marca ya había desaparecido, pero eso no evitó que siguieran igual de unidos de cómo lo estaban antes de que se fuera.
El día de hoy iba comenzando y los rayos de sol ya estaban ingresando al apartamento por los numerosos ventanales que poseía. TaeHyung abrió los ojos con lentitud, frunciendo el ceño al ver que la luz del sol le molestaba. Extendió su mano hacia la mesa de noche a su lado, tanteando en busca del control que se encargaría de tapar las ventanas, y cuando dio con él, no esperó mucho y lo activó, haciendo que las ventanas se cubrieran de negro y el sol dejara de molestar en su rostro.
Y hubiera seguido durmiendo si no fuera porque al estirar su mano al otro lado de la cama, no notó a JungKook. Abrió un ojo primero, enfocando en la oscuridad para darse cuenta que efectivamente, no estaba.
Se apoyó sobre sus codos y luego sobre sus manos, levantando su espalda de la cama, aun algo adormilado. Se levantó de la cama de la cama, frotando sus ojos mientras comenzaba a caminar fuera de la habitación.
Y al salir, le costó un poco acostumbrarse al sol que iluminaba el salón, pero cuando lo hizo, pudo divisar a JungKook en la cocina.
El omega traía una de sus camisas con los dos primeros botones desabrochados, y un bóxer, el cual solo se veía hasta la mitad gracias a la camisa.
Sonrió poquito al escuchar como JungKook tarareaba una canción mientras cocinaba bastante concentrado. Inclinó la cabeza hacia un lado y se le quedó viendo un rato antes de acercarse lentamente hacia él, admitiendo para sus adentros su pequeña preocupación al verlo frente a una cocina, conociendo sus anteriores encuentros con ella.
JungKook no tardó en sentir su presencia gracias al olor y sonrió cuando TaeHyung tomó su cintura y luego lo abrazó, apoyando su mentón en su hombro.
Depositó pequeños besos en su cuello que hicieron sonreír más a JungKook.
—Buenos días —musitó suavemente JungKook, abrazando los brazos que rodeaban su cintura.
—Buenos días —contestó el contrario, volviendo a apoyar su cabeza en el hombro de JungKook—. ¿Qué preparas?
—Waffles —dijo, volviendo a ver hacia la máquina de waffles—. Acabo de ver como se hacen por un tutorial, espero que hayan quedado bien
—Adivino —sonrió—. ¿Con fresas? —dijo burlón, haciendo reír a JungKook.
—Con fresas, arándanos, moras y frambuesas —sonrió en grande—. Ah, y con crema y si quieres le echas sirope.
TaeHyung sonrió y le dio un pequeño beso en la mejilla, soltándolo para que pudiera servir los waffles en dos platos. Caminó hasta la nevera para sacar la crema chantillí, pero antes de poder llegar, TaeHyung lo jaló del brazo y luego lo subió a la encimera, cerca de las hornillas.
JungKook vio aquello e inmediatamente miró a TaeHyung.
—TaeHyung, casi me quemas el culo —reprendió y TaeHyung rió, mirándolo mientras apoyaba sus manos en las caderas del omega.
—Dame un beso —exigió suavemente, y JungKook sonrió suave, tomando una de sus mejillas y acariciándola con su pulgar antes de inclinarse un poco para besar sus labios por un rato. Y si no fuera porque JungKook estaba cocinando más waffles, hubieran continuado
—¡Se queman! —dijo, y apurado empujó a TaeHyung y se bajó de la encimera para acomodar los waffles—. Anda a cepillarte, mientras yo acomodo la mesa.
TaeHyung sonrió, decidiendo acatar aquello, pero no sin antes darle una nalgada a JungKook, haciendo que el omega diera un respingo.
—Te ves ardiente con mi camisa.
JungKook se carcajeó, viendo como el alfa se daba la vuelta hacia la habitación para cepillarse. Mientras tanto, JungKook acomodó todo en la mesa, logrando que cuando TaeHyung volviera, pudiera ver las numerosas frutas sobre la mesa, llegando poco antes de que JungKook comenzara a servir definitivamente los waffles sobre sus platos.
—¿Quieres jugo de naranja? —TaeHyung asintió con una sonrisa, sentándose en una de las sillas de la mesa. JungKook se levantó, caminando hasta la nevera para sacar el jugo. Mientras, TaeHyung observó nuevamente la comida, alzando una ceja hacia JungKook, burlón.
—Esta vez no se te quemó nada.
El omega achicó los ojos y se acercó con el jugo, inclinándose suavemente hacia él.
—Casi —y colocó el vaso de jugo en la mesa, dispuesto a caminar a su silla para sentarse y comenzar a comer, pero TaeHyung lo tomó de la muñeca y lo sentó en sus piernas. JungKook exhaló una risa—. ¿No me vas a dejar comer? —dijo, sonriendo.
—Puedes comer sentado en las piernas de tu alfa —dijo, mirándolo atentamente para captar su reacción, la cual fue sonrojarse, logrando que TaeHyung sonriera.
JungKook miró hacia el frente, lo suficientemente avergonzado para no poder mirarle a la cara.
Mientras el omega tenía una batalla interna para calmar la vergüenza, TaeHyung se llevó un mordisco de waffle con sirope de chocolate a la boca, poniéndole antes un trozo de frambuesa encima.
JungKook observó eso, pero se quedó un rato en la misma posición a esperar su reacción, pero cuando esta no llegó, volteó a verle.
—Si no te gustó, me los como yo —dijo rápidamente, pero TaeHyung lo miró, sonriente.
—Está delicioso, JungKook —dijo luego de saborear la comida, impresionado—. Pensé que no te gustaba cocinar.
—Puedo aprender —levantó los hombros—. Si te gusta, puedo aprender —sonrió suavemente.
TaeHyung sonrió también y luego ambos comenzaron a comer todo el desayuno mientras, de vez en cuando, acariciaba el muslo de JungKook. Al terminar de comer, ambos se levantaron y comenzaron a recoger todo.
El mayor caminó hasta la nevera para guardar las frutas sobrantes, pero su vista viajó a las gavetas transparentes de la nevera, viendo que estaba repleta de fresas.
—JungKook, ¿es en serio? —Volteó a mirarle.
El menor volteó en su dirección también, viendo a lo que se refería.
—Es para no comprar más la semana que viene —se limitó a decir.
Y fue ahí cuando TaeHyung cayó en cuenta de algo.
—JungKook... —miró la cocina, viendo como ollas, platos, sartenes y demás utensilios y víveres llenaban la cocina—. ¿Cómo compraste todo esto? —porque claro, JungKook ya no tenía dinero.
Apenas había caído en cuenta de ello, y JungKook no pudo evitar reír por ello.
—Con tu tarjeta.
TaeHyung lo miró con horror.
—¿Cómo te sabes los datos?
—Te he visto pasarla varias veces, ya me la aprendí —alzó los hombros, pero TaeHyung lo miró con algo de reproche.
—Kook, eso está mal —dijo—. Me la puedes pedir, si quieres, pero no eso, está mal.
—Sí, sí —dijo JungKook, acercándose a la nevera para guardar algunas cosas también.
—Mi dinero —lloriqueó TaeHyung, volviendo a ver el interior de la nevera.
—Tienes mucho —dijo JungKook, mirándolo con ojos achicados por la exageración.
—¿Cómo sabes? —volvió a preguntar, turbado.
—Porque revisé —dijo, como si fuera lo más normal del mundo.
TaeHyung lo miró con reproche por un momento, pero después JungKook abrió la gaveta de las fresas y sacó una para llevársela a la boca, solo que TaeHyung le impidió aquello, tomando la fresa que tenía en la mano.
JungKook lo miró, confundido, pero poco después TaeHyung volvió a alzar la fresa y la llevó a la boca del menor, quién tardó unos segundos en reaccionar y entreabrir la boca mientras se miraban a los ojos.
Sintió como la fresa chocaba con sus labios y luego se introducía hasta la mitad en su boca. Luego, TaeHyung se acercó a él, tomando cintura con una mano y viéndole para finalmente juntar sus labios con la fresa de por medio.
Y se besaron así, con el sabor de la fresa llenando sus paladares y sus labios chocando continuamente. JungKook no podía estar más maravillado.
Separaron sus labios, pero aun así JungKook aún no abría los ojos hasta que una sonrisa surcó su rostro y los abrió, abrazando a TaeHyung después.
El mayor correspondió, tomándose un momento para oler su cuello. Luego levantó traviesamente su mano, dándole una nalgada al menor.
—Dame otra —pidió poco después, haciendo que TaeHyung se carcajeara y le diera otra, seguida de la risa de ambos.
Se quedaron un rato así, abrazados y disfrutando del calor y olor ajeno.
—Tae —habló el omega contra su cuello.
—¿Mhm?
—Quiero ir a visitarla... ¿puedes acompañarme?
TaeHyung se separó un poco del abrazo y tomó suavemente su rostro, asintiendo cerca de él, completando su gesto con un suave beso esquimal.
—Gracias —sonrió el omega, separándose ahora totalmente de él, caminando rápidamente a la habitación para comenzar a vestirse. TaeHyung lo siguió segundos después, también para prepararse y vestirse.
Ya estaban yéndose del cementerio, puesto que ya JungKook había podido visitar a su madre, dejándole algunas de sus flores favoritas sobre su tumba: los lirios. Luego de aquello, se habían quedado un tiempo necesario cerca de la tumba, pero ya era tiempo de irse, por lo que ahora por mera curiosidad, se habían puesto a leer los nombres de las lápidas mientras caminaban de regreso al auto.
Pero JungKook, quien seguía leyendo los nombres, notó que ya TaeHyung no estaba a su lado. Se volteó sobre su propio eje, pudiendo captar a TaeHyung inmóvil, con los ojos más abiertos de lo normal, viendo fijamente una de las lápidas.
Aquello confundió a JungKook, y no dudó en acercarse nuevamente hacia el alfa, mirándole.
—¿Qué pasa? —más TaeHyung lo ignoró, demasiado choqueado como para prestar atención a algo que no fuera la lápida. JungKook dio algunos pasos más hacia él, aún muy confundido y algo preocupado por la creciente angustia que plasmaba el rostro del mayor—. ¿Tae? —TaeHyung se arrodilló en el suelo, algo más parecido a dejarse caer sobre él—. Bebé —llamó JungKook, acercándose hasta él.
JungKook observó la lápida, totalmente preocupado, y quedó totalmente paralizado al leer lo que decía.
«Kim Suni
15.06.1972 a 24.04.2004»
El omega sudó frío, volviendo a ver a TaeHyung, quien lucía igual de afectado que hasta hace un momento.
—Podría no ser ella —dijo, ni siquiera estando seguro de sus palabras.
—Es el mismo día en el que nació... —dijo en un hilo de voz—. Y también en el que desapareció —hizo una pausa, sus ojos cristalizándose—. Es ella —su voz se rompió totalmente, dando paso a un llanto desconsolado de desolación.
JungKook comprimió la expresión y lo abrazó por detrás, desesperando por brindar algo de confort al alfa. Comenzó a darle pequeños besos en la cabeza, queriendo animarlo y que su llanto no fuera tan fuerte, pero su pecho dio un vuelco al ver que aquello no funcionaba.
—Lo averiguaremos —aseguró dulcemente el menor, queriendo calmarlo.
Siguieron en el lugar por un buen rato, donde después de unos largos minutos, JungKook propuso irse, más TaeHyung no parecía prestar mucha atención, por lo que le dio algo de tiempo antes de volver a insistir, solo que esta vez TaeHyung si reaccionó, asintiendo y levantándose con ayuda del menor.
TaeHyung fue el que condujo, y para JungKook fue imposible no sentir el desasosiego que estaba consumiéndolo. A los minutos de doloroso silencio, TaeHyung estacionó en el estacionamiento de la mansión, bajándose del auto sin decir palabra.
Y cuando JungKook estaba bajando, TaeHyung simplemente caminó hacia la puerta de la mansión, dejándolo atrás. JungKook dejó caer sus hombros suavemente, sentándole mal aquello.
Pero miró atentamente cuando TaeHyung se dio la vuelta, caminando de vuelta hacia él para darle un beso lento que correspondió al instante. Luego el mayor se separó, dándole un suave beso en su frente antes de tomar su fría mano y comenzar a caminar juntos hacia la mansión.
Cuando cruzaron la puerta, se detuvieron en el salón, al pie de la escalera, y TaeHyung tuvo que tomar aire de donde no lo tenía para llamarlos.
—¡NamJoon! ¡SeokJin! —exclamó con voz ahogada, queriendo que lo escucharan en donde sea que estuvieran.
Todo el cuerpo de TaeHyung estaba tenso, demasiado afectado como para formular palabra alguna por el momento. Por ello es que justo ahí, JungKook alzó sus manos unidas y depositó un suave beso de apoyo en el dorso de la del mayor, para luego bajarla y cubrirla con su otra mano, deseando que sintiera su apoyo en esto.
Al poco rato, NamJoon y SeokJin bajaron por las escaleras, con sus rostros pintados en confusión al ver la escena. Ambos notaron las manos unidas de ambos menores, pero no comentaron nada puesto que el aspecto de TaeHyung era mucho más relevante, y ciertamente preocupante.
—¿Qué pasa? —preguntó NamJoon una vez ambos estuvieron abajo, intercalando su mirada entre el omega y el alfa a su lado.
—¿Qué pasó ahora? —preguntó SeokJin, afligido por el estado de TaeHyung.
—Encontré a mamá... —dijo TaeHyung con voz ahogada, causando que los cuerpos de SeokJin y NamJoon se estremecieran ante aquellas tres palabras.
—¿Dónde...? —preguntó SeokJin, su voz temblando a causa del nerviosismo que repentinamente lo había azotado.
TaeHyung tomó aire por unos instantes, preparándose para responder aquella punzante pregunta. Mientras, NamJoon y SeokJin lo miraban atentos, sabiendo que por el estado en el que estaba TaeHyung, no serían buenas noticias.
—En una lápida... —dijo a modo de exhalación—. Está muerta —dijo con tristeza y amargura de tener que pronunciar esas palabras tan desgarradoras.
SeokJin comenzó a respirar irregularmente de un momento a otro, mientras una presión en el pecho comenzaba a desgarrarlo. Tapó su boca, demasiado conmocionado como para hacer algo más, y poco a poco sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas.
NamJoon quedó estático en su lugar, sin saber que hacer o qué decir más que negar, incrédulo y choqueado.
—No... —dijo NamJoon a un volumen casi inaudible.
JungKook soltó la mano de TaeHyung y se apartó de ellos, viéndolos con aflicción y sus ojos cristalizándose.
Se sintió fatal. Sentía que solo comprendía una parte de perder a una madre, ya que el a pesar de haberla perdido, lo había hecho cuando era muy pequeño y de un momento a otro. Sin tener esperanzas de volverla a ver, abrazar y besar con cariño. Mientras que ellos tres siempre había mantenido la esperanza de que ella volviera.
Tener que lidiar con la realidad de que no los había abandonado era tan duramente desgarradora que JungKook sentía que siquiera podía saber que se sentía. Después de todo, ella no los había abandonado, había... Muerto.
Había muerto y ellos ni siquiera lo sabían.
JungKook pudo ver cómo los tres rompían en un llanto desconsolado, como si les hubieran quitado parte de su alma, de su vida.
TaeHyung era el menor de todos, el que nunca perdió la esperanza de volver a verla, el que siempre soñó con ese momento en el que podría volver a dejarse abrazar por los reconfortantes brazos de su madre.
SeokJin, quien a pesar de no ser su hijo de sangre la había amado con todo su corazón. Siempre la recordaba y siempre la esperó, deseando recibirla con tanto cariño como ella lo hizo con él años atrás, cuando era tan solo un indefenso niño con falta de cariño y cuidado. Ella había sido la que lo sacó de la calle y lo llenó de amor y ternura. Había sido su salvadora.
NamJoon le guardo rencor toda la vida que recuerda después de que no la volvieron a ver, pensando que ella los había abandonado a manos de aquel monstruo. Pero a pesar de todo ese rencor, la seguía amando con todo su ser, anhelado prohibidamente que volviera a él. Se sentía fatal por haberle guardado aquel rencor, cuando ella...
Y ahora... Ahora ella no estaba, y eso ardía más que el corte de un cuchillo.
Los tres estaban destrozándose ahí mismo, ahora que sabían la verdad.
Ella había sido la mujer que los crio distintos a lo que es su padre, la que los crío para ser mejores personas... Esa persona ahora estaba muerta, y ellos simplemente no podían digerirlo.
SeokJin se recostó en NamJoon, demasiado turbado como para mantenerse de pie adecuadamente a causa del llanto y la debilidad en su cuerpo a causa de los mareos que estaban azotándolo. NamJoon lo envolvió con sus brazos, atrayendo a TaeHyung hacia sí para que el menor también lo abrazara, formando así un abrazo de tres, en el que continuaron derramando lágrimas.
Ahí fue cuando JungKook decidió darles su espacio, subiendo escalera arriba y entrando a su habitación, dejándose caer agotado sobre la cama luego de cerrar la puerta tras de sí al entrar.
Suspiró y sacó su teléfono del bolsillo, marcando a la única persona que podía aconsejarle en un momento con este.
—¿JiMin? —dijo el menor una vez la luna fue descolgada—. ¿Puedes... hablar ahora?
—Claro, ¿qué sucede?
Le contó todo, desde cómo habían llegado al cementerio hasta luego de ver la lápida cuando TaeHyung habló con sus hermanos. JungKook no sabía qué hacer, no sabía cómo actuar ante una situación así.
Siempre había sido él el que pasaba por eso, pero no podía evitar seguir pensando que esto no se comparaba en nada a lo que el había vivido. Los tres Kim debían estarlo pasando fatal, y JungKook quería y sentía que debía hacer algo por ellos.
Pero no sabía qué hacer.
JiMin se tomó unos instantes para procesar toda la información, impactándole el hecho de recibir una noticia así. Suspiró y acomodó su teléfono mejor en su oreja.
—Me está costando digerir todo esto, no me imagino como se sentirán ellos —comento, triste—. Lo máximo que puedes hacer ahora es darles su espacio, Kook. Tienes que dejar que ellos mismos se consuelen, ya que comparten el mismo dolor —aconsejó—. Permanece cerca de ellos por si necesitan algo. Si no te cuentan nada ellos mismo, no te pongas metiche —dijo eso último para intentar subirle un poco el ánimo a su amigo.
JungKook rio suave y triste, asintiendo a pesar de no poder ser visto.
—Gracias, JiMin...
—Me estás informando.
—Bien —dijo en medio de una exaltación antes de que ambos se despidieran y colgaran.
JungKook soltó un suspiro, dejando caer la mano que sostenía el teléfono sobre su regazo.
Los tres Kim estaban sentados en el sofá, totalmente desganados. Sus lágrimas ya habían cesado, pero con ellas no se fueron esas expresiones de melancolía, tristeza e incluso arrepentimiento.
Las horas habían pasado, y ya estaba oscureciendo. Lo único que se escuchaba en el lugar era chimenea que seguía encendida gracias a que SeokJin y NamJoon le habían colocado la suficiente leña antes de que ambos menores llegaran a la mansión. La mayoría de ellos no había comido casi nada en el día, y aquello tenía ansioso a JungKook.
—¿Quieren comer algo? —habló JungKook, quién estaban está ahí desde hace unos escasos instantes. Estaba deseando que aceptaran, pero en el fondo sabía que la mayoría no lo haría.
—SeokJin si, se siente mal —hablo NamJoon, logrando que la atención de JungKook fuera hacia SeokJin, quien lucía más pálido de lo normal.
JungKook asintió, mirando después a TaeHyung en espera de una positiva, pero el alfa estaba simplemente mirando al suelo, afligido.
Se le acercó, deteniéndose una vez estuvo de pie a su lado, alzando su mano para acariciarle suavemente la cabeza, descendiendo hasta acariciar su mejilla.
TaeHyung alzó la vista para verle poco después.
—No quiero comer... —se limitó a decir, volviendo a mirar al suelo.
JungKook apretó suavemente los labios, bajando la cabeza.
Miró a SeokJin, quién se levantó del sofá para que después ambos caminaran a la cocina.
—¿Que tienes? —le preguntó JungKook cuando estuvieron en la comida y SeokJin estuvo sentando en uno de los taburetes de la barra.
—Desde que TaeHyung nos dijo estoy muy mareado —dijo, apoyando sus codos sobre la encimera—. JungKook...
El menor, quién ya estaba preparando todo para hacer una ensalada ligera, volteó a verle.
—¿Sí?
SeokJin se tomó unos segundos en continuar.
—¿Cómo fue que vieron la lápida...?
JungKook dejó lo que estaba haciendo para concentrar su atención nuevamente en él.
—Le pedí a TaeHyung que me acompañara a visitar a mi mamá al cementerio. Fue de regreso que nos pusimos a leer los nombres de las lápidas y... Ahí estaba el de ella.
A SeokJin se le hizo un nudo en la garganta, asintiendo mientras volvía su vista a la encimera.
JungKook se volteó para seguir cocinado, y cuando ya tuvo la ensalada lista, se la sirvió a SeokJin, guardando el resto de la ensalada para los hermanos Kim.
SeokJin comenzó a comer desganado el plato frente a él, intentando que las náuseas se mitigaran aunque fuera un poco. Y pasaron unos minutos hasta que SeokJin volviera a hablar.
—Ya no quiero más... —dijo, haciendo que JungKook mirará su plato, el cual el mayor había dejado a la mitad. JungKook hizo una sonrisa corta y tomó el plato.
—Tranquilo... —dijo, levantándose para guardar el plato en la nevera, haciendo una mueca cuando el otro omega no pudo ver sus expresiones, pensando que no le había gustado.
Pero SeokJin ya lo conocía bastante, así que lo notó.
—Si estaba bueno, solo que me siento mal —le aclaró, haciendo que el menor se volteara después de limpiar la ensalada.
—Está bien... —dijo, sonriéndole poquito.
Ambos se dirigieron nuevamente al salón después de aquello, y al entrar NamJoon posó su vista en SeokJin.
—¿Comiste? —preguntó mientras el omega se acercaba a él, sentándose a su lado mientras asentía.
—Les dejé algo de ensalada en la nevera para cuando tengan hambre —dijo el menor, viendo después como TaeHyung se levantaba de su asiento y caminaba hacia él, tomando su mano y jalándolo suavemente de vuelta al sofá para que se sentara a su lado.
Hubo un silencio breve antes de que TaeHyung comenzara a hablar, mirando a JungKook.
—Ella mandó a construir la casa del árbol porque a DongGun no le gustaba que jugásemos en la casa porque siempre terminábamos haciendo desastres... —comenzó a relatar—. La mandó a construir en una zona más apartada de la mansión para que DongGun no se apareciera por ahí —sorbió por la nariz—. Ahora ya entiendo por qué... —bajó la vista—. Ella nunca quería que pasáramos mucho tiempo con DongGun, incluso a veces intentaba hacernos desconocer la mala relación que llevaba con él para que estuviéramos más tranquilos, y a pesar de lo que pudo haber hecho DongGun, ella nunca nos dejó... Nunca —su voz se rompió un poco—. Y ahora sabemos eso —JungKook sobó suavemente su espalda, abrazándolo un poco con su cuerpo.
Ahora fue el turno de SeokJin de hablar.
—Suni siempre velaba por mí, y siempre los regañaba a ambos cuando me hacían enfadar —contó, y TaeHyung lo miró con recelo.
—Te enfadabas por todo, no te hagas la víctima —contraatacó, haciendo que JungKook soltara una suave risa.
—Cuando Suni se enfadaba, ella se ponía el cabello detrás de las orejas y cerraba los ojos —siguió SeokJin—. Si eso pasaba, era momento de correr por nuestras vidas —rio suavemente, bajando la cabeza—. Ella siempre dormía con nosotros en vez de con DongGun. Siempre se quejaba de que NamJoon la pateaba mucho al dormir —se mofó suavemente.
—Pero yo se lo compensaba —se apresuró a aclarar el mayor. TaeHyung miró a JungKook a su lado.
—Él arrancaba las flores del jardín y se las daba en un vasito de plástico cada mañana —dijo, sonriendo suavemente poco después y logrando que JungKook también sonriera enternecido.
—Cuando no queríamos dormir nos decía que nos iba a enviar al matadero —continuó NamJoon.
—¿Quieres saber cuál era el matadero? —dijo TaeHyung mirando a JungKook.
El omega lo miró también, curioso.
—Ir con DongGun —contestó NamJoon, riendo un poco—. Estaba loca —rió un poco más, pero luego volvió a bajar la cabeza y su sonrisa se convirtió en una mueca amarga—. Todos estos años pensé que de verdad no había abandonado... Cuando en realidad... —exhaló aire entrecortadamente mientras SeokJin tomaba su mano—. En los juegos de nuestro colegio, ella siempre se ponía a competir en contra de los demás papás alfas a pesar de ella ser omega, y siempre les ganaba —sonrió melancólicamente—. Ella hizo todo para hacernos felices. Y todos estos años no hicimos nada por ella, ni siquiera un funeral —su voz tembló—. Ni siquiera una despedida...
A los tres Kim se les hizo un nudo en la garganta, manteniéndose en silencio por unos instantes.
—Vamos a averiguar que le ocurrió —dijo TaeHyung con seguridad, haciendo que ambos hermanos alzaran la vista y lo vieran, y luego asintieran también con seguridad.
No dejarían pasar esto, averiguarían que fue lo que le ocurrió a su madre a toda costa.
—Vamos a comer, Nam —dijo SeokJin, levantándose y haciéndolo levantarse también debido a que sus manos estaban agarradas.
—Está bien... —dijo, abrazando a SeokJin y dejándose llevar por el omega hasta salir de la habitación y entrar a la cocina.
Los dos menores se quedaron solos en el salón, y TaeHyung volteó a ver al omega, quien también hizo lo mismo, permitiendo que sus ojos se conectaran por unos instantes. TaeHyung juntó suavemente sus frentes, y cuando sus pieles hicieron contacto con la contraria, no pudieron hacer otra cosa que cerrar los ojos.
Solo podían escuchar la respiración ajena y el reconfortante sonido de la leña que encendía la chimenea. El color rojizo que irradiaba la misma, iluminaba sus pieles como si fueran un lienzo de colores refulgentes y cobrizos, trazando los sentimientos que no podían expresar con palabras.
TaeHyung sintió que parte del peso que encorvaba sus hombros se esfumaba, dando paso a un sentimiento pleno de paz y tranquilidad que solo podía obtener estando con JungKook. El olor, la compañía y la presencia de JungKook eran las únicas capaces de lograr ese efecto en él.
No tenía necesidad de decir lo que realmente quería, puesto que JungKook ya sabía que no quería que lo dejara solo. Quería que él estuviera ahí, apoyándolo. Y es que TaeHyung no creía poder afrontar toda la verdad sin su apoyo.
Sus narices rozaban de tanto en tanto, y TaeHyung se permitió abrir los ojos, observando momentáneamente al menor frente a él, a su hermosa presencia. Poco después, JungKook abrió los ojos también, y sus ojos brillantes chocaron con los suyos como una danza de emociones.
TaeHyung bajó su vista a los labios del contrario, entreabriendo ligeramente los suyos y luego subiendo nuevamente la vista hacia sus grandes ojos marrón oscuro. Justo así, viéndose, TaeHyung bajó ligeramente la cabeza, buscando sus labios, pero consiguiendo solamente chocar suavemente sus narices.
JungKook respiró pausadamente y alzó poquito la cabeza, quedando ambos frente a frente, con sus rostros tan cerca que parecían un reflejo. TaeHyung finalmente cerró los ojos justo en el instante que movió su cabeza lo suficiente como para buscar nuevamente sus labios, esta vez pudiendo besarlos con libertad.
El choque de sus labios no era ni muy lento, ni muy rápido. Era la velocidad justa que necesitaban para expresarse mutuamente que estaban juntos, unidos y apoyándose con todas las de ganar. JungKook subió sus dos manos hacia el rostro de TaeHyung, tomándolo con suavidad mientras ladeaba ligeramente su cabeza hacia un lado para continuar con el beso.
TaeHyung fue el que añadió el movimiento de sus lenguas y JungKook se limitó a abrir suavemente sus labios, permitiendo que sus lenguas se encontraran y rozaran varias veces, como si fueran caricias. TaeHyung subió también sus manos, acunando el rostro del menor para continuar besándolo mientras también ladeaba su cabeza hacia un lado.
JungKook puso sus manos en las muñecas de TaeHyung con suavidad cuando sus labios inevitablemente tuvieron que separarse. Y TaeHyung acarició brevemente la mejilla del menor con su dedo pulgar, permitiendo que segundos después, ambos abrieran los ojos y se vieran intensamente.
TaeHyung dejó de acunar su rostro solo para tomar sus manos. Vio la cicatriz que descansaba sobre una de sus palmas y no dudó en volver a besarla con cariño, y luego unió las manos del omega con las propias, volviendo a subir su mirada hacia los ojos de él.
—Vamos a comer —musitó JungKook en un tono de voz bajo y dulce—. No has comido nada desde el desayuno, y ya oscureció... —dijo, acariciando las manos del alfa.
El mayor suspiró y asintió, más JungKook aun lo notaba muy triste, por lo que optó por decirle algo que probablemente lo animaría aunque fuera solo un poco más.
—Es una ensalada con pollo —dijo, mostrando una tenue sonrisa.
—Esas son las que me gustan —contestó el alfa, y JungKook notó que sus ojos se iluminaron un poco.
—Por eso la hice... —confesó, sacándole una pequeña sonrisa al alfa.
Luego de eso, lo acompañó a la cocina para servirle algo de ensalada de la cual estaban sirviéndose NamJoon y SeokJin. Ni siquiera le importó no comer con tal de que TaeHyung pudiera comer lo suficiente para mantenerse sano. Se quedó ahí para acompañarlo, y varios pensamientos surcaron por su mente.
Uno de ellos era que estaba realmente enfadado. Le habían hecho daño a TaeHyung, al igual que a SeokJin y a NamJoon. JungKook sabía que eso había sido obra de MinSoo y DongGun, y aquello solo hizo que su enfado aumentara, teniendo que apretar los puños debajo de la mesa para no ser visto.
Ahora quería destruirlos con más ahínco, y vaya que se esforzaría en hacer ese deseo realidad.
«Les falta poco, hijos de perra...»
TaeHyung salió del baño elevando un grito travieso, seguido de una risa risueña.
—¡Atrápame si puedes! —exclamó, corriendo sin un atisbo de vergüenza a pesar de no portar ninguna prenda encima.
—¡TaeHyung! —exclamó Suni, saliendo del baño para comenzar a correr tras el con una toalla en mano.
TaeHyung chilló y siguió corriendo hasta salir de la habitación y continuar corriendo por los pasillos de la casa. Se le ocurrió voltear, dándose cuenta de que su mamá corría tras él, y eso lo llenó de tanta euforia que no pudo evitar reír hermosamente.
Bajó las escaleras a toda velocidad, llegando tan rápido abajo que Suni tuvo que deslizarse por la baranda para alcanzarlo, y seguirlo luego en el piso de abajo.
NamJoon, quien había observado desde arriba aquello, no se le ocurrió mejor idea que imitarla, como un hijo curioso e inventor haría.
Solo que para él no resultó tan bien como para su madre, pues al terminar de descender, cayó al suelo, golpeándose directo en el trasero. Y SeokJin solo pudo observar al niño con cara fastidiada.
Suni logró atrapar a TaeHyung, haciendo que este gritara cuando lo envolvió entre la toalla como un rollo de sushi. Luego, lo cargó sobre su hombro como un costal de papas, causándole más risas al pequeño.
La omega rio y comenzó a caminar nuevamente hacia la escalera, pero se topó con que su hijo mayor estaba sentando en el piso, con una cara de estar a punto de llorar ríos. Ladeó la cabeza y le sonrió, logrando que las lágrimas salieran de los ojos del menor y quisiera que lo consolara.
Y ella simplemente no dudó en hacerlo, cargándolo también con un brazo. Subió las escaleras mientras las risas risueñas de TaeHyung retumbaban por la mansión.
—¡Mami! —no dejaba de reír, mientras que NamJoon estaba a punto de volver a echarse a llorar.
Cuando terminó de subir las escaleras con una sonrisa, sintió que una tercera personita se abrazaba a su cadera, viendo hacia abajo para notar que se trataba de SeokJin, quien la miraba con cariño.
Aquello causó que su risa comenzaba a salir, contagiando a los tres menores poco después cuando avanzó corriendo hacia la habitación con los tres pegados a su cuerpo.
Una vez ahí, se acostó en la cama, e inmediatamente los tres se subieron y se acurrucaron junto a ella. TaeHyung se colocó donde siempre, a uno de sus lados. SeokJin se colocó al lado contrario, y NamJoon se abrazó a sus piernas como un koala, cerrando los ojos.
Cuando los tres niños cayeron dormidos en el mundo de los sueños, se levantó con lentitud y cuidando no despertar a ninguno. Se paró a un lado del borde de la cama y los observó con adoración, acercándose nuevamente para besar sus frentes con mucho cariño.
Suni salió de la habitación luego de eso, cerrando la puerta en silencio para luego voltearse. Se congeló cuando vio a DongGun viéndola desde cerca de la escalera. Su piel se erizó, porque al verlo pudo notarlo distinto. Sus ojos estaban oscurecidos y vacíos, y la veían con un sentimiento que no pudo descifrar.
Y fue cuando tuvo un muy mal presentimiento...
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