28. «Haz lo tuyo»

Horas más tarde, TaeHyung había despertado. Lo primero que hizo fue entreabrir los ojos para ver el reloj, que marcaba casi el mediodía. Pasó una mano por el rostro y se removió sobre el colchón. Observó a su lado, donde JungKook dormía plácidamente. Se tomo la libertad de acercarse con cuidado, dispuesto a despertarlo, pero se quedó detallando su rostro, específicamente la cicatriz en su pómulo. ¿Cómo se la había hecho?

Lo despertó con cautela, agitando su hombro para evitar asustarle. Pero fue en vano, porque JungKook despertó bruscamente y levantó la espalda, ocasionando que sus dos cabezas colisionaran con fuerza.

TaeHyung siseó con una mueca de dolor y se llevó una mano a la frente. JungKook, quien seguía más dormido que despierto, emitió un claro "Au" y cayó nuevamente de espaldas en la cama, aun con los ojos cerrados.

—TaeHyung, ¿por qué me golpeaste? —se quejó con somnolencia el omega mientras volvía a sentarse en la cama y se sobaba la frente con mala gana.

TaeHyung convirtió sus labios en una línea recta y lo miró con irritación.

—Son casi las doce del mediodía —informó el alfa.

JungKook, medio dormido, abrió los ojos de golpe y en grande, y se levantó de la cama con el objetivo de prepararse para ir a la universidad, pero TaeHyung le observó con el ceño fruncido y añadió:

—Es sábado.

Y como si le hubieran quitado un peso de encima, JungKook volvió a tirarse de espaldas en la cama.

—Hubieras dicho eso antes —dijo a gusto, acomodándose mejor, pero casi inmediatamente se levantó de golpe otra vez.

—¿Ahora qué pasa? —preguntó TaeHyung, extrañado.

—Tengo que salir —dijo mientras se estiraba.

TaeHyung frunció el ceño.

—¿Cómo que va salir? —dijo, algo alterado—. No vas a salir.

JungKook lo ignoró y trotó hacia su habitación con calma. Entró y cerró con pestillo, para después comenzar a vestirse con calma y prepararse para iniciar su día.

Por su parte, TaeHyung bufó y decidió vestirse rápidamente para asegurarse de interceptar al omega antes que se fuera. Salió al pasillo y se detuvo frente a la puerta.

—Ábreme —exigió el alfa, tocando la puerta dos veces.

—Espérate, me estoy cambiando —contestó JungKook desde el otro aldo.

TaeHyung viró los ojos y se alejó un paso de la puerta, cruzándose de brazos y golpeando el suelo con su pie, claramente impaciente. Minutos pasaron hasta que finalmente el omega salió por la puerta mientras terminaba de colocarse su cárdigan. JungKook quiso avanzar hacia el pasillo, pero TaeHyung se puso en medio.

—No vas a salir —repitió el alfa, mirándolo seriamente.

—Ya, no seas obstinado —le dijo, y se inclinó para depositar un pequeño beso en la comisura de sus labios. Vio al alfa mirarlo sorprendido y sonrió—. No haré nada malo —aseguró, avanzando por el pasillo sin trabas.

TaeHyung quedó estático en su lugar unos segundos, pero cuando reaccionó, se apresuró a seguirlo, espantándose cuando el omega resbaló en un escalón y por poco cae por las escaleras, de no ser porque JungKook tuvo reflejos y logró aferrarse al barandal a tiempo.

—Ok, tú no sales solo —sentenció TaeHyung, bajando junto a él.

TaeHyung no iba a dejarlo solo ni un segundo, al menos por ese día que el omega parecía estar más torpe de lo normal, claramente por lo que había consumido anoche. Pronto se le pasaría, pero prefirió prevenir antes que curar.

Cuando JungKook entró a la cocina y divisó a SeokJin y a NamJoon, prácticamente corrió hacia ellos para lanzarse encima.

—Gracias —dijo JungKook y depositó un corto beso en la mejilla de SeokJin—. Gracias. —Repitió lo mismo con NamJoon.

Después se separó del abrazo y los miró con una sonrisa. Ambos estaban algo aturdidos y perdidos por su accionar.

—No prometo dejar de beber, pero sí prometo que ustedes dos se van a casar —añadió con seguridad.

JungKook tomó una rebanada de pan tostado y salió tranquilamente de la cocina de camino a la entrada.

—Espera, ¿no vamos a desayunar? —inquirió TaeHyung antes que el omega saliera por la puerta—. Maldita sea —masculló. También tomó una rebanada de pan tostado para el camino y luego trotó hasta desaparecer de la vista de NamJoon y SeokJin.

Los nombrados observaron todo sin comprender absolutamente nada y luego simplemente volvieron a lo suyo.

TaeHyung condujo todo el trayecto a la casa de JiMin con JungKook de copiloto, como le había pedido el omega. Tocaron el timbre tras estacionarse junto a la vereda. La puerta fue abierta por YoonGi, quien los observó a ambos con extrañeza.

—¿TaeHyung? ¿JungKook?

Unos pasos apresurados se escucharon desde la escalera.

—¡¿Dijiste JungKook?! —JiMin prácticamente empujó al alfa, haciendo acto de presencia en la puerta. Cuando el peligris observó a su mejor amigo frente a él, tomó aire en sus pulmones—. ¡Mira, maldito desgraciado! ¡¿Quién te crees tú para desaparecerte por más de una semana sin siquiera lla-?!

—¡JiMin! —gritó con entusiasmo el omega, cortando toda palabra al momento de abalanzarse sobre su mejor amigo para abrazarlo con fuerza y levantarlo del suelo en el proceso.

JiMin, con la extremidades sueltas cual muñeco de trapo, parpadeó mientas el omega le sonreía.

—Sí que estás feliz —dijo JiMin, cambiando su expresión confundida por una molesta. Le dio un manotazo en el brazo—. ¡¿Por qué no me escribiste, llamaste o algo?!

JungKook sonrió algo abochornado y tomó al omega del brazo, arrastrándolo hasta el piso de arriba para seguir hablando.

Los dos alfas, quienes ya se habían adentrado a la casa, miraron la escalera por unos segundos antes saludarse bien y comenzar a hablar, yendo a la cocina a por algo de tomar.

—¿Tienes nueva información sobre lo de Jeju? —pregunto TaeHyung, dándole un sorbo a su bebida.

YoonGi negó.

—No, todo sigue igual a cómo te lo informé hace tiempo. Ya en unas semanas se inicia oficialmente la construcción de la sede.

TaeHyung asintió y observó a su mejor amigo, quien parecía brillar.

—Te noto distinto —comentó el menor—. Te ves más... alegre.

YoonGi sonrió.

—Es que le pedí a JiMin salir y aceptó...

TaeHyung abrió los ojos en grande.

—Pero... ¿no eran novios ya? —preguntó, desconcertado cuando YoonGi negó—. ¡Pero si incluso casi que vives aquí!

—No éramos novios —recalcó YoonGi, rodando los ojos.

—Aja... —TaeHyung achicó los ojos.

Unos gritos se escucharon de la planta de arriba y TaeHyung se alarmó, dispuesto a ir a ver, pero YoonGi lo detuvo del brazo.

—Cálmate, eso es normal —dijo, acostumbrado—. Ahora respóndeme algo importante... —lo miró, sugestivo—. ¿Qué tienes con JungKook?

TaeHyung bufó y rodó los ojos.

—¡¿Entonces YoonGi te pidió ya ser novios?!

—¡Ajá! —asintió JiMin, alargando la última letra mientras zarandeaba los hombros de su mejor amigo, emocionado.

Ambos rieron un rato más. JiMin fue el primero en calmarse y después se sentó en la cama junto a JungKook.

—¿Qué pasó después de la... exhibición? —preguntó con tacto, preocupado porque sabía que su mejor amigo no la había pasado fácil después de aquello.

JungKook siempre se alejaba cuando sentía que no podía ni consigo mismo. Era como un mecanismo de autopreservación que JiMin ya conocía.

—Nada —respondió JungKook en medio de un suspiro—. Simplemente... necesitaba estar solo —murmuró, sonriendo un poco y tomó aire, acercándose a JiMin para mirarle a los ojos—. JiMin, escucha... Si me llego a apartar mucho de ti, no te enojes conmigo, ¿sí? —JiMin lo miró extrañado—. Si me alejo es porque no quiero hacerte daño...

JiMin arqueó un poco la expresión, temiendo del peso de las palabras del más joven. ¿En qué estaba metido para decir algo como esto?

Llevó una de sus manos a las de JungKook.

—¿Estás bien? —preguntó JiMin, apretando los labios.

—Sí, estoy bien —susurró JungKook, con una mueca parecida a una sonrisa.

Hablaron un rato más y luego bajaron a almorzar los cuatro juntos. YoonGi había comentado algo sobre una fiesta que se realizaría en los próximos días, y había invitado a TaeHyung y JungKook, además de que le avisaran a NamJoon y SeokJin que también estaban invitados.

Horas más tarde, TaeHyung y JungKook partieron de vuelta a la mansión. Ya era de tarde, por lo que JungKook se centró en dedicarle tiempo a sus estudios, cosa que terminó de hacer cuando ya fue una hora cercana a la medianoche.

Optó por despejarse y salir a tomar aire un rato. Estaba caminando por la acera de la calle que estaba frente al gran terreno de la mansión cuando su teléfono repicó. Un número desconocido. ¿Qué hacía un desconocido llamándolo tan tarde?

—¿Sí? —dijo, apenas respondió y colocó el celular en su oreja.

—JungKook, soy el profesor Wang —habló aquel alfa al otro lado de la llamada.

JungKook frunció el ceño.

—¿Qué quiere? —espetó con molestia.

—Seré directo, JungKook —dijo él—. Estás expulsado de la academia.

JungKook detuvo su andar en seco.

—¿Cómo dijo? —inquirió con voz aguda de la incredulidad—. ¿Usted no tiene vergüenza? Después de lo que su hijo y usted me hicieron... Qué descaro.

—No hay por donde ver esto, JungKook, desperdiciaste tu oportunidad. Que no seas capaz de proteger lo que es tuvo es culpa tuya y solo tuya.

JungKook bufó, riéndose.

—¿Mi culpa? ¿Con qué huevos me dice eso? ¡Fue su maldito hijo quien me saboteó, destrozó mis pinturas y luego dobló mi tobillo! Sé perfectamente aceptar cuando la culpa es mía y esto no lo fue —masculló, apretando su puño libre.

—Es muy triste que no puedas aceptar que nosotros tenemos la razón —continuó el hombre con una tranquilidad cínica. JungKook frunció el ceño, incrédulo—. Siempre has sido menos que nosotros, JungKook. Creí que mi hijo te lo había dejado claro hace años. Ahora veo que no es así. Los omegas como tú no llegan lejos, son desgracias andantes y no están siquiera capacitados para ser más de lo que son: escorias inservibles —dijo con desprecio—. La academia no seguirá financiándote más.

—Sinceramente me da mucha pena, usted y su hijo —rio JungKook, irritado—. ¿Por qué no tiene los huevos de decirme la verdad antes de buscar excusas estúpidas? Estoy seguro que mi padre le ha dado mucho dinero... Mejor dicho, seguro le dio hasta la puta academia entera. Usted y su hijo son unos miserables —dijo—. Que le vaya excelente en su cínica vida, señor Wang.

JungKook colgó, dejando ir un bufido a los cuatro vientos. Estuvo a nada de estrellar teléfono contra el pavimento producto de la rabia e impotencia, pero se contuvo y lo guardó en su bolsillo. Sus dedos temblaban de cólera pura y un gran nudo se había formado en su garganta. ¿Quién se creía ese alfa? Dando excusas tan bajas como tachar a los omega de inútiles. Sabía que ese alfa siempre tuvo algo contra los omegas, especialmente los omegas varones.

Quería jalarse el cabello, pensando: ¿qué haría con la beca? No podía perderla.

Su cara estaba roja y sus manos hechas puños, parado bajo un árbol que no dejaba de soltar hojas otoñales a sus pies.

La pintura era su vida, su escape al rechazo de los que lo rodeaban. Era su única manera de demostrar que no era un omega que se dejaba pisotear por todos. Que no era un omega inútil que no valía nada.

Por supuesto que valía, y estaba dispuesto a lograr grandes cosas.

Si JungKook se ponía a observar su vida desde hace unos meses para acá, solo notaba que las cosas iban de mal en peor. Todo iba en picada, como un paracaidista tirándose a la nada pura. Y no, nada había empezado con el compromiso arreglado con NamJoon, ni lo que eso abarcaba, no.

Había comenzado desde hace muchos años atrás, desde su infancia.

Y se estaba hundiendo, él lo sabía muy bien.

Destensó ligeramente sus hombros, volviendo a la realidad. Necesitaba algún medio para desahogarse, y rápido. No sabía que era capaz de hacer con tantos sentimientos negativos aglomerados en su interior.

Los nervios no estaban ayudando, tenía el corazón a mil en este momento. Pensó rápidamente, maquinando algún lugar para ir a pintar en paz, pero eran las once de la noche y seguramente todos los establecimientos estarían cerrados. Ya había caminado unas cuadras desde la mansión de los Kim y se planteó volver, pero sinceramente no quería entrar allí nuevamente.

Exhaló con frustración y rabia, con la mandíbula apretada. Quizás después de todo, si era débil como la mayoría decía. Pensó que podía ser fuerte ante todo pronóstico, de verdad creyó que podría, pero las cosas poco a poco rozaban su límite y no estaba seguro de cómo afrontar lo que sentía.

Quizás se trataba de una condena para el acto atroz que había cometido. Quizás este era su castigo y penitencia.

Las palabras de su padre volvieron a su mente, también las de las demás personas. ¿Y si eran verdad? Quizás debería rendirme de una buena vez. Quizás debería volver a intentar...

JungKook jadeó, pestañeando varias veces. ¿En qué demonios estaba pensando?

—Yo no soy así —murmuró con rabia y recompuso la postura.

Pero al recobrarla, se percató de que había alguien atrás de él, y cuando ese alguien lo tomó del brazo, no pudo hacer más que voltearse bruscamente e intentar zafarse.

—¡Wow! Tranquilo, fiera.

TaeHyung alzó las manos como signo de rendición y lo miró con una ceja alzada.

Las facciones de JungKook se relajaron al percatarse de quien era, pero una ola de fastidio se hizo presente al tratarse de TaeHyung.

—¿Qué haces aquí?

—¿Tengo que tener una razón para dar un paseo nocturno?

—No, pero... —Hizo una pausa—. Agh, como sea, adiós —dijo con fastidio, dándose media vuelta para alejarse del alfa, pero este lo tomó del brazo.

JungKook se dio la vuelta y se zafó de su agarre, mirándolo con el ceño fruncido.

—¿Qué mierda estás haciendo? —preguntó molesto, más TaeHyung se limitó a tomarlo del brazo nuevamente y comenzó a arrastrarlo hasta quien sabía dónde—. Suéltame —exigió, más fue ignorado y TaeHyung siguió arrastrándolo hasta su auto—. ¡TaeHyung! —exclamó cuando el alfa abrió la puerta del copiloto y lo empujó dentro de ella, cerrándola después.

TaeHyung le dio la vuelta al auto y se subió en el asiento del conductor sin decir palabra. JungKook gruñó de pura frustración al no poder abrir las puertas. Dejó de intentarlo cuando el vehículo arrancó.

—¿A dónde se supone que me llevas? ¡Esto es secuestro!

—¡No es secuestro, por Dios!

—¡Sí lo es! ¡Me acabas de meter a tu auto en contra de mi voluntad y ahora estas empezando a conducir a quien sabe dónde! —exclamó exasperado JungKook.

—¡Dios, JungKook! ¿Podrías por una vez en tu vida hacer silencio y esperar a que lleguemos?

El omega bufó molesto y apoyó su brazo en la puerta, sobándose la cabeza que no había dejado de punzarle desde la llamada. Prefirió hacer silencio, pero no porque TaeHyung se lo pedía, sino que el dolor estaba incrementando y decidió intentar calmarse en vez de seguir discutiendo.

No tenía idea de a donde lo estaba llevando el alfa, pero de todos los lugares, esperaba que no fuera de vuelta a la mansión porque, sinceramente, no estaba de ánimos para soportar todo ese teatro ahora mismo.

Cuando ya llevaban diez minutos de trayecto, TaeHyung estacionó y JungKook habló nuevamente.

—Mira, TaeHyung —dijo con cansancio—. No estoy de ánimos para nada de esto, ¿sí? Mi noche ha sido una mierda así que puedes, por favor, dejar...

Se calló al percatarse donde se habían estacionado.

TaeHyung lo había llevado a una academia de arte.

Frunció el ceño, confundido. TaeHyung se bajó del vehículo y abrió la puerta del copiloto, tirando del brazo de JungKook para que saliera del auto. El omega simplemente se dejó hacer debido a la confusión.

—¿Qué hacemos aquí? —preguntó entonces, pero TaeHyung solo le puso el seguro al auto y lo tomó de la muñeca, comenzando a caminar hacia la entrada de la academia.

TaeHyung sacó unas llaves de su bolsillo y abrió las puertas. A JungKook le extrañó aquello, más no dijo palabra. Al entrar, la mayoría de luces estaban apagadas, por lo que TaeHyung las encendió y avanzó por el pasillo, dándose la vuelta cuando notó que JungKook no había movido un dedo desde que pisaron el establecimiento.

—¿No vas a venir? —preguntó TaeHyung con una ceja alzada antes de darse la vuelta para seguir avanzando.

JungKook, confundido, avanzó hacia el pasillo donde estaba TaeHyung. ¿A qué se debía esto?

Caminaron hasta que TaeHyung se detuvo en una de las puertas y la abrió, dejando ver un gran salón con varios caballetes espaciados.

—¿Qué es esto?

Eso fue todo lo que el omega pudo decir, entrando en la habitación junto con TaeHyung.

—Un salón para pintores —respondió con obviedad.

JungKook bufó.

—Déjame formular mejor mi pregunta: ¿por qué?

—Estoy seguro de que quieres relajarte después de haber tenido esa conversación tan agitada por teléfono —respondió con simpleza, sentando en una de las sillas al fondo del lugar.

—¿Escuchaste mi conversación? —TaeHyung asintió como si nada y a JungKook le hirvió la sangre—. ¿Desde cuándo?

—Desde que empezaste a despotricar la falta de huevos de parte de tu profesor, quizás un poco antes de eso... —dijo con tranquilidad. La respiración de JungKook se desestabilizó y lo miró con furia—. Pobre teléfono, casi muere...

—¿Quién te crees para meterte en mi vida? ¡¿Con que derecho vienes y escuchas conversaciones ajenas?! —explotó JungKook, dejándose llevar tanto por el estrés que no se dio cuenta de la estupidez que había soltado.

—Puedes poner usar la pintura que desees, allá están las brochas —indicó TaeHyung, ignorándolo con serenidad mientras señalaba un estante al otro lado de la habitación.

JungKook miró a donde señalaba y soltó una carcajada al aire, indignado. Se acercó al estante mientras negaba con la cabeza. Procedió a abrir los frascos de pintura, viendo de soslayo a TaeHyung, quien estaba nuevamente sentado en uno de los asientos. Parecía despreocupado, muy entretenido revisando su teléfono.

—Anda, haz lo tuyo —incitó TaeHyung de repente, haciendo que JungKook se sobresaltara.

Al parecer no se había percatado de que se había quedado observando de soslayo a TaeHyung por bastante tiempo.

Finalmente fue a sentarse frente al caballete y dio inicio a la danza de pinceladas. Comenzó a realizar sus movimientos, al ritmo que la frustración le dictaba y buscando descargar toda la impotencia que tenía guardada en cada uno de los movimientos que su mano realizaba.

Se olvidó de todo su alrededor a medida que su cuerpo se iba fusionado con la brocha. Se olvidó de que TaeHyung estaba presente, de sus errores, de sus demonios, refugiándose en los trazos, con el cuerpo y el alma.

Sin darse cuenta, estaba realizando los mismos trazos de uno de sus cuadros que había usado en la exposición comenzaron a aparecer en el lienzo. Perteneciente a la misma colección que se había matado por hacer a la perfección. En la misma que fracasó.

Y aquello había desencadenado que ahora lo echaran de su academia. Probablemente perdería su beca... ¿qué haría ahora?

No fue suficiente y eso le hacía hervir de furia.

De un momento a otro, JungKook estaba tirando los frascos de pintura sin querer e hizo caer el lienzo también. Fue la gota que derramó el vaso, explotando todas las emociones reprimidas.

—¡Maldición! —exclamó JungKook, sentándose recto y tapándose la cara, puesto que lágrimas de impotencia y cólera se estaban derramando de sus ojos.

Estaba tan agotado, cansado de todo y de todos, incluso cansado de sí mismo.

TaeHyung bajó su teléfono cuando escuchó el ruido sordo de las cosas golpeándose contra el suelo, seguido del grito furioso del omega. Se levantó enseguida, preocupado.

JungKook limpió sus lágrimas con brusquedad, intentado borrar todo rastro de ellas y manchándose el rostro de pintura en el proceso. Sintió como la tela de su chaqueta raspaba sus mejillas, pero no le importó.

—Detente, te estás lastimando —pronunció TaeHyung, acercándose.

—Aléjate, no te quiero ver —susurró con la voz comprimida mientras las lágrimas no paraban de derramarse de sus ojos. Se las apartó con más rabia, haciéndose daño.

—No hagas eso —espetó TaeHyung, tomando las muñecas de JungKook para alejárselas del rostro. El omega intentó forcejear con él para zafarse, pero afincó su agarre, sin dañarle—. Ya, ya —dijo con lentitud, pero el omega siguió forcejeando. TaeHyung lo agarró de los antebrazos—. Ya fue suficiente, ya fue... —dijo esta vez más fuerte.

JungKook sollozó con impotencia y conectó su mirada con TaeHyung, que lo observaba fijamente con fijeza, solemnidad y preocupación a la vez. Respiró con dificultad y sorbió su nariz.

Quizá TaeHyung tenía algo en su mirada acaramelada que actuaba como calmante e imán, porque para JungKook fue inevitable no sentirse hipnotizado por su rostro y su cercanía, que poco a poco se hacía cada vez más escasa. JungKook disfrutó su aroma a menta y tierra mojada cuando sus narices rozaron y sus ojos cayeron sobre los labios ajenos bajo la mirada atenta de TaeHyung. De pronto, el agarre en sus brazos dejó de existir y JungKook llevó su tacto a los hombros del alfa.

Ambos acercaron flemáticamente sus labios entreabiertos, sin poder despegar la mirada de los contrarios. Cuando sus labios estuvieron a nada de rozar, JungKook arrastró su mano hasta el rostro ajeno y le acarició con lentitud los labios.

Miró a TaeHyung a los ojos y este lo miró igual.

—Hazlo...

Y bajo ese permiso, JungKook inhaló y rompió toda la distancia que existía, dando inicio a un beso lento.

TaeHyung tomó su rostro, degustando sus labios y profundizando el contacto. JungKook dejó ir un sonido de gusto por lo exquisito del beso cuando TaeHyung rozó su lengua con la suya.

Se separaron momentos después, cuando TaeHyung mordisqueó su labio inferior. Soltando un jadeo, JungKook chocó miradas con TaeHyung, ambos con las respiraciones algo agitadas y tan cerca que parecían no haberse separado del beso.

Siquiera dudaron en volver a besarse, esta vez con más ímpetu, en busca de la saciedad que por tanto tiempo habían anhelado. La sensación era tan satisfactorio y ansiosa que, conforme pasaban los segundos, se hacía cada vez más y más grande.

TaeHyung, sin poder resistirse mucho más, acostó al omega en el suelo y se posicionó sobre él, haciéndose espacio entre sus piernas. A ninguno de los dos le importó estarse embarrando de la pintura que había en las manos de JungKook y en el suelo.

Sus cuerpos rozaron, hirviendo.

JungKook entrelazó sus dedos en el cabello de TaeHyung, jalándolo levemente mientras movían sus labios al compás, con más desesperación.

Era húmedo y rápido, con lenguas de por medio, recorriéndose y probándose profundamente. Los jadeos no podían faltar y se intensificaron cuando TaeHyung recorrió con deseo el cuerpo de JungKook, desde la cintura y cadera, hasta detenerse sobre su muslo, inmiscuyendo la mano en la parte de atrás de él para levantarlo con el fin de que hubiera más contacto fogoso.

Los chasquidos húmedos eran continuos, haciendo alusión a la ferviente sensación de sus labios devorándose con frenesí y hambre. Con necesidad y sed del otro.

TaeHyung le dio un apretón a su muslo, sacándole un gemido a JungKook, que fue ahogado por su lengua. JungKook jaló el cabello de TaeHyung para atraerlo más a él mientras se retorcía bajo su tacto y su beso.

El alfa recorrió con su mano la parte trasera de su muslo, hasta posar su mano en el trasero del omega, dándole un fuerte apretón acompañado de otro gemido ahogado por parte de JungKook.

El calor comenzó a aumentar, pero ambos comenzaban a perder el control. Sus cuerpos queriendo más con tacto, más roces y más del contrario.

JungKook rápidamente empujó a TaeHyung, haciendo que cayera al suelo de espaldas a su lado. Sus respiraciones estaban agitadas y sus cuerpos calientes. JungKook se pasó la mano por el cabello, tomando aire antes de formular palabra mientras intentaba aplacar la excitación.

—Vámonos —murmuró, levantándose del suelo para salir de la sala, dejando a un TaeHyung desconcertado en el suelo con un gran problema en sus pantalones.

JungKook abrió las puertas del establecimiento y se dirigió al auto, esperando a que el alfa saliera del lugar mientras la brisa helada de la noche impactaba en su rostro. Inhaló profundo, preguntándose qué era lo que había pasado ahí dentro. Caminó de un lado a otro por quién sabía cuánto, hasta que, algo frustrado, se detuvo a un lado del auto y estampó su cabeza contra el vidrio de una de las puertas.

—Deberías dejar de estrellarte la cabeza con lo primero que tengas al frente —habló TaeHyung, quien apenas salía cuando había presenciado la escena.

JungKook lo miró con recelo y TaeHyung cerró las puertas del establecimiento con llave, para después ir al auto.

Una vez ambos subieron y el auto arrancó, no se pronunció ni una palabra en todo el camino hacia la mansión. Al llegar, bajaron y entraron si más. JungKook comenzó a caminar hacia la escalera, pero la voz del alfa lo frenó.

—JungKook —llamó.

El omega se detuvo en seco y giró levemente la cabeza hacia un lado.

—Lo de hoy fue un impulso —dijo, mordiendo el interior de su mejilla—. Buenas noches... —Se encaminó hacia las escaleras.

TaeHyung apretó los puños.

—¿Un impulso? —vociferó el alfa. JungKook detuvo su andar, mas no volteó—. Todo este maldito tiempo has estado insinuándote conmigo, provocándome... ¿Y ahora resulta que esto es un impulso? ¿Me estás jodiendo? —dijo, irritado.

JungKook se giró, apretando los labios.

—TaeHyung, escucha-

—¡No! Tú escucha —vociferó, caminando hacia él—. Has estado seduciéndome por meses, no te atrevas a decir que esto fue un impulso, JungKook, porque-

JungKook tomó su rostro, estampando sus labios en un nuevo beso con las cejas fruncidas. TaeHyung tardó unos segundos en responder, pero cuando lo hizo, apretó la cintura ajena con ambas manos.

Era un beso pasional, más profundo, que rápido.

TaeHyung fue empujando a JungKook hasta que el omega cayó sobre uno de los sofás, y TaeHyung no dudó ni un segundo en ponerse encima para seguir besándolo. Metió las manos por debajo de la camisa de JungKook, quien sintió escalofríos al sentir la mano fría recorrer su abdomen.

JungKook gimió cuando TaeHyung mordió su labio y bajó los besos húmedos a su cuello, donde mordisqueó y chupó. Jaló el cabello oscuro del alfa, recorriendo su nuca hasta llegar a sus hombros. Tomó su rostro después, haciéndolo alejarse de su cuello para volver a besarlo con fervor.

Pero aquello no podía durar para siempre, puesto que unos pasos inminentes se escucharon desde el pasillo. JungKook abrió los ojos en grande y empujó a TaeHyung, consiguiendo, sin querer, que éste cayera de bruces contra el suelo, soltando un siseo de dolor.

JungKook se sentó en el sofá, acomodó su cabello y limpió sus labios de la saliva excedente.

NamJoon entró segundos después, deteniéndose en seco al ver a su hermano tirado en el piso.

—¿Qué haces en el piso?

—Se cayó, pobrecito... —contestó JungKook con "pena", logrando que TaeHyung lo mirara mal. El omega contuvo una carcajada.

NamJoon asintió y salió por la puerta, mirando algo extraño a TaeHyung, quien no se había levantado del suelo.

Por suerte, la oscuridad había ocultado los despojos de pintura seca en sus atuendos y piel.

Cuando el mayor de los Kim salió de la habitación, TaeHyung pegó un brinco, levantándose y sentándose junto a JungKook para tomar su rostro y volver a atacar sus labios, más esta vez, JungKook empujó su pecho y se levantó.

—Buenas noches —se despidió con sorna, retirándose de la habitación agitando las caderas, dejando a TaeHyung en trance, sin poder procesar bien todo.

—Tentador —dijo para sus adentros, soltando una risa.

JungKook sonrió al escucharlo desde el pasillo y continuó su camino, espantando ese temor repentino que lo hizo alejar a TaeHyung. Uno que le hacía temer tener algo bueno y perderlo, por obra de su padre.

Temía construir algo bonito y que fuera destruido, de nuevo.




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