26. La exhibición

JungKook bostezó y poco a poco abrió los ojos. No tuvo tiempo de respirar cuando los recuerdos de la noche anterior hicieron presencia en su mente. Tanteó a su lado, percatándose del vacío al otro lado de la cama. Levantó la espalda con somnolencia y abrió los ojos, comprobando que, efectivamente, TaeHyung ya no estaba ahí.

Se puso de pie de mala gana y sacó algunas prendas para vestirse. Sin embargo, cuando se quitó la camisa y se vio al espejo, jadeó. Tenía múltiples chupetones leves en el cuello.

JungKook suspiró, al parecer tendría que ponerse cuellos de tortuga los próximos días.

Una vez vestido, bajó sin cuidado por las escaleras, llegando hasta la cocina, donde estaban SeokJin y NamJoon.

Solo ellos.

«¿Dónde está TaeHyung?», se preguntó mentalmente, más decidió por adentrarse en la cocina.

—Buenos días —saludó JungKook a sus dos mayores mientras tomaba asiento.

—Buenos días, ¿listo? —preguntó SeokJin con una sonrisa.

Inmediatamente su cuerpo se tensó en nerviosismo y su pierna comenzó a martillear sutilmente contra el suelo.

—¿JungKook?

—¿Ah? —El aludido los miró a ambos, quienes esperaban su respuesta—. Sí, creo...

—Eres increíble, lo harás genial —animó SeokJin apenas notó su nerviosismo.

—Muchas gracias —agradeció JungKook, soltando una pequeña risa suave.

SeokJin dejó tres platos sobre la mesa, uno para el omega, otro para NamJoon y el propio. Se sentó junto al alfa, que observó la mesa con el ceño fruncido con la sensación de que algo faltaba.

—Aquí falta TaeHyung —dilucidó, desconcertado, y miró a su pareja.

JungKook levantó la mirada hacia SeokJin, también interesado en su respuesta.

—Se fue a trabajar temprano, hasta se despidió tuyo, Nam —indicó SeokJin, casi rodando por los ojos.

—Ah, es cierto... —contestó NamJoon, acordándose.

JungKook rio por lo perdido que podía llegar a ser NamJoon, especialmente por las mañanas.

—¿A qué hora es la exhibición, Kook? —preguntó SeokJin.

—A la misma hora de siempre, las tres de la tarde —sonrió el menor.

—Ya quiero ver tu exposición —dijo NamJoon, entusiasmado.

JungKook sonrió en grande, totalmente emocionado por ver sus obras ahí.

Decir que TaeHyung estaba distraído era poco. No podía sacarse de la cabeza la excitante melodía de los gemidos de JungKook la noche anterior. Misma melodía que había generado en él la necesidad de volver a hacerlo gemir de esa manera.

—¿TaeHyung?

TaeHyung salió de sus pensamientos cuando la voz de HoSeok se hizo presente.

—¿Ah? ¿Qué? —preguntó algo desconcertado.

—¿Estás bien?

HoSeok lo miró, preocupado.

—Sí, sí, estoy perfecto —respondió TaeHyung, carraspeando para luego acomodarse mejor en su silla.

—Ayer me quedé hasta tarde y encontré unas transacciones que ninguno de los dos hemos aprobado, Tae. El dinero fue dirigido a una cuenta extranjera, específicamente en Qatar...

—¿Qué? ¿Qatar? —Se acomodó mejor en su silla y frunció el ceño—. A ver.

HoSeok le entregó los papeles y pudo corroborar que lo dicho era cierto.

—También vi transacciones a una cuenta de un desconocido. Revisé todos los nombres de las personas que están asociadas a la empresa y ninguno de ellos coincidió. —HoSeok se sentó, viendo la expresión pensativa y fruncida del alfa—. TaeHyung, ¿sabes que esto puede significar lavado de dinero?

—Sí —respondió con la mandíbula tensa, estresándose—. Hay que investigar esto mejor, y tú me vas a ayudar...

NamJoon, SeokJin y JungKook ya habían partido de la mansión hacia la gran Galería Kukje. Apenas llegaron, JungKook se fue trotando al gran salón donde sería su exhibición. SeokJin y NamJoon esperaron en el lobby, junto a bastantes personas que también esperaban por lo mismo.

—Wow, este lugar es impresionante, mucho más grande de lo que imaginaba... —comentó el omega, maravillado.

—¿Qué es grande? —Una tercera voz se escuchó, haciendo que ambos se voltearan al ver al duelo de esta.

Se trataba de JiMin, acompañado por YoonGi.

—La galería —recalcó SeokJin, más JiMin lo miró sugestivamente.

—Sí, claro —dijo con una sonrisita, dándole un codazo que lo hizo reír.

—¿TaeHyung no viene esta vez? —preguntó NamJoon, mirando hacia YoonGi.

—Me dijo que iba a llegar tarde —dijo YoonGi.

Los cuatro caminaron sin rumbo definido, haciendo tiempo para cuando la exhibición finalmente abriera al público.

JungKook terminaba de revisar que las descripciones de sus cuadros estuvieran correctamente. Estaba más que entusiasmado y feliz.

Exhaló, intentando hacer bajar sus nervios y su emoción.

Cuando todo estuvo listo, según su parecer, regresó sobre sus pasos y le dio una ojeada a todo el salón. Contuvo las ganas de llevarse las manos al pecho por la sensación tan increíble que estaba experimentando. Esta era una oportunidad única y JungKook se encontraba tan agradecido y orgulloso porque, sinceramente, nunca esperó que algo así le deparara el destino. Era como un sueño cumplido para aquella parte de su infancia que jamás fue elogiada o felicitada. Quizás esta era la forma en la que la vida le estaba diciendo que estaba valiendo la pena su esfuerzo.

Tragó, con la mirada en aquella gran puerta que se abriría al público dentro de escasos minutos. Exhaló con nerviosismo y se dirigió a la puerta del personal para mentalizarse.

Sin embargo, cuando apenas iba a entrar al camerino para artistas, se topó de lleno con TaeHyung. Sorprendido, alzó las cejas.

—¿TaeHyung? ¿Cómo entraste? —preguntó el omega, mirando a ambos lados, ya que estaban en un área de la galería donde solamente se permitía el acceso a los trabajadores y artistas.

—Me hice pasar por un trabajador —sonrió de lado, bufando en medio de una risita.

JungKook lo miró divertido y ambos ingresaron al camerino.

—¿Qué haces aquí? —preguntó el omega, caminando hacia el espejo del lugar, viendo al mayor a través de él.

—A desearte suerte —contestó TaeHyung, acercándoselo lo suficiente para tomarlo de la cintura y esconder su rostro en el cuello ajeno, olisqueando su aroma.

—No estabas esta mañana —recriminó calmadamente el omega, haciendo que TaeHyung levantara su mirada para observar la expresión ligeramente ofuscada del omega a través del espejo.

TaeHyung sonrió de lado y volvió a su cuello.

—Después de lo que hicimos ayer, me volví loco y quede con ganas de más, así que, si no me iba, acabaría follándote contra el colchón esa mañana... —confesó con voz ronca.

Vio como JungKook sonreía mordiéndose el labio. El omega echó su cuerpo hacia atrás con el objetivo de que su espalda estuviera totalmente pegada al pecho del alfa.

—A la próxima, quédate —provocó con voz ronca, haciendo a TaeHyung sonreír con algo de malicia. JungKook decidió jugar un poco más con fuego—. Me gusta que mis amantes se queden conmigo...

La expresión de TaeHyung se transformó a un ceño fruncido, denotando molestia.

—¿Eso quiere decir que has tenido muchos? —preguntó TaeHyung, con una ceja alzada.

El aludido rio al notar el tono irritado del alfa.

—No como tú... —aseguró, quizá motivando un poco al alfa a pesar que realmente él no había tenido más de uno o dos a lo mucho.

TaeHyung sonrió con suficiencia, y ocultó su nariz en el cuello del omega nuevamente. JungKook se dejó hacer.

—Pronto tendré que presentarme, tengo que terminar de arreglarme...

JungKook intentó alejarse, mas TaeHyung afianzó el agarre de su cintura y ambos se miraron en el espejo. Sin despegar el contacto visual a través del cristal, TaeHyung depositó un beso en su cuello antes de distanciarse para divisar el corsé que faltaba en la vestimenta del omega.

Lo tomó y caminó de vuelta hacia el omega. Esta vez de frente. Se miraron a los ojos, JungKook expectante ante toda acción del alfa.

TaeHyung dio unos pasos más hasta quedar a centímetros y comenzó a colocarle el corsé. Empezó con la parte delantera, en su vientre, y luego fue moviendo sus manos con lentitud y sensualidad.

Sus ojos echaban llamas ardientes que competían en candencia.

TaeHyung acarició sus caderas a medida que sus brazos fueron pasando por debajo de los del omega, hasta la parte de atrás, momento en el cual dio un paso hacia adelante. Sus narices rozaron y sus pechos hicieron contacto. El alfa movió su nariz hasta la mejilla del omega, respirando sobre ella y terminó de cerrar el corsé, depositando un beso detrás de su oreja.

—Lúcete —murmuró con la voz dos tonos más abajo y su respiración chocando con la oreja de JungKook.

El alfa se distanció, dirigiéndose hacia la puerta. Compartieron una última mirada antes que TaeHyung finalmente saliera de camino a reunirse con los demás.

JungKook, con una sonrisa resiliente en los labios, inhaló y exhaló, concentrándose de nuevo en la exhibición.

Se dispuso a salir al pasillo e ir hacia donde estaban sus obras de arte para finalmente dar el gran paso y abrir las puertas. Sin embargo, al volver, vio que la puerta del personal que daba con el salón estaba entreabierta.

Frunció el ceño, pues no recordaba haberla dejado de esa manera.

Cuando terminó de abrirla, sus piernas flaquearon.

Todas sus pinturas estaban rasgadas y manchadas de pintura. Todas y cada una de ellas. Arruinadas. Su trabajo de meses, todas las noches sin dormir...

Su sueño.

JungKook se llevó las manos a la boca, con la respiración atascada y un nudo en la boca del estómago.

No podía ser. No. Por favor, no.

Caminó a paso tembloroso. Sus ojos quisieron aguarse, viendo con incredulidad todo.

—No, por favor, no...

Entonces, escuchó un ruido provenir de la puerta del personal que estaba del otro lado del salón.

No lo pensó cuando caminó hacia ella sin dudarlo, viendo como los baldes de pintura estaban desparramados sobre el suelo. Apretó los puños, sintiendo una rabia y un desasosiego asfixiante.

Respiró dificultosamente y se secó las lágrimas que amagaron por salir.

Entró tan rápido que pudo ver la espalda de alguien retirándose apresuradamente por el pasillo.

—¡HEY! —gritó y corrió en su dirección, dominado por la impotencia y la herida emocional—. ¡No huyas, hijo de puta!

Corrió con todas las fuerzas que las emociones negativas le permitieron, hasta llegar a la parte de atrás de la galería, donde numerosos estantes con diferentes insumos de todo tipo se encontraban. Fue ahí donde JungKook pudo alcanzarlo, tomándolo rudeza por la manga de la chaqueta y jalándolo para que se detuviera.

Entonces, pudo reconocerlo y la furia incrementó. Eran Jackson.

—¡Eres un maldito! —vociferó JungKook, empujándolo—. ¡¿Por qué me hiciste esto?! —gritó, volviendo a empujarlo.

Jackson le tomó de las muñecas y lo empujó de vuelta para sacárselo de encima, pero JungKook puso resistencia y comenzó un forcejeo agresivo que tenía a JungKook a punto de lagrimear.

—¡¿Qué mierda fue lo que te hice?! ¡¿Eh?! —volvió a gritar JungKook, con el rostro rojo.

El alfa gruñó cuando JungKook rasguñó su mejilla en medio del forcejeo. Ya harto, apretó las muñecas ajenas con una fuerza que lo hizo sisear, pero no rendirse. Se acercó al rostro del omega con el ceño fruncido.

—¿Qué tan miserable tienes que ser para que tu padre te odie tanto? —dijo Jackson, con un tono de voz irritante que rozaba la burla.

JungKook respiró pesado y gruñó, intentando liberarse, pero Jackson lo apresó de nuevo. El omega arrugó la expresión, desencadenando un forcejeo mucho más intenso en el que acabó estando en desventaja, pues Jackson era un alfa y contaba con más fuerza física que él. Jackson no dudó en usarla, lo empujó y logró que trastabillara con brusquedad.

Y solo faltó un movimiento en falso para que sintiese un dolor agudo punzar en su tobillo, similar a un fuego abrasador que lo hizo jadear en alto y caer sentado en el suelo.

—Cúlpame a mí, si te hace sentir mejor —masculló Jackson, molesto y fastidiado—. Pero es tu padre quien te envía saludos.

JungKook sollozó de dolor, llevándose las manos al tobillo que se había doblado. Las lágrimas se derramaron por sus mejillas con rudeza

—Te odio —masculló desde lo profundo de su ser, su garganta ardió y jadeó.

Siquiera notó cuando Jackson se fue de ahí. Solo se quedó ahí, sentado contra una pared. Se hundió en un huracán de negatividad, no solo por el dolor de su tobillo que no menguaba, sino porque todo su trabajo de meses estaba deshecho y quizá la más grande oportunidad de su vida estaba perdida.

Cerró sus ojos llorosos y pensó que sí, realmente era miserable.

TaeHyung estaba esperando la apertura junto a los demás, ansioso y secretamente emocionado. Faltaban escasos segundos para que finalmente diera la hora pautada y todos estaban a la expectativa. Podía escuchar a SeokJin charlar con JiMin sobre las pinturas de JungKook, intentando dilucidar cuáles serían finalmente mostradas. NamJoon aportaba algún comentario siempre que podía y YoonGi escuchaba con interés.

Sin embargo, TaeHyung fue el primero en confundirse cuando los segundos pasaron y se convirtieron en minutos. No había siquiera indicios de sonido tras esas puertas. Pasaron alrededor de quince minutos cuando uno de los empleados fue a ver qué ocurría. TaeHyung esperaba impaciente, con el ceño fruncido porque había visto al omega hace poco y todo parecía ir bien.

Pero supo que no era de esa forma cuando ese empleado volvió con expresión azorada. TaeHyung caminó hacia ellos en busca de respuestas.

—¿Qué es? ¿Por qué no ha abierto?

—Las pinturas están...

—Abran —pidió TaeHyung con algo de alteración, pues el empleado siquiera había podido terminar de formular su frase.

Los empleados acataron y abrieron. Entonces, los múltiples jadeos de todos los espectadores comenzaron a escucharse a sus espaldas. Pero TaeHyung solo podía observar el salón totalmente estupefacto. Todo estaba destruido, hecho un reguero de pintura.

Sabía que JungKook no sería capaz de hacer

—Dioses... —jadeó SeokJin, llevándose las manos a la boca. Una expresión muy parecida a la que tenían JiMin, NamJoon y YoonGi—. ¿Qué pasó?...

TaeHyung miró a todos lados, en busca de JungKook, pero cuando no lo vió ahí, tuvo un mal presentimiento. Rápidamente se dio cuenta de pisadas de pintura en el suelo que se dirigían hacia una de las puertas del personal.

Importándole poco si estaba permitido o no, atravesó el salón directo a ella. Estando dentro, se dio cuenta que su hermano mayor lo había seguido hasta ahí.

—Por allá —indicó NamJoon, viendo las mismas pisadas.

Ambos caminaron por el pasillo a paso apresurado. A medida que se acercaba, las huellas comenzaron a desaparecer y poco a poco escuchó ruidos al fondo.

Entonces TaeHyung lo vio. JungKook estaba sollozando con una mano alrededor de su tobillo con la mejilla casi apoyada en sus rodillas flexionadas.

—JungKook —jadeó, acercándose con rapidez para agacharse a su altura—. ¿Qué pasó? —preguntó, con las cejas arqueadas.

JungKook solo lloró entre quejas, por lo que TaeHyung mismo tuvo que comprobar su bienestar. Acercó su mano con suavidad hacia el tobillo que el omega se sostenía con ímpetu, pero este soltó un quejido apenas TaeHyung puso su mano sobre la propia.

—¿Puedes caminar? —preguntó NamJoon.

El omega negó entre llanto. NamJoon y TaeHyung lo ayudaron a ponerse de pie con mucho cuidado. TaeHyung exhaló pesado al escuchar los numerosos quejidos del omega con cada movimiento, solo pudiendo pensar en quién pudo haberle hecho aquello.

—¿Cómo pasó esto, JungKook? —preguntó TaeHyung, una vez el brazo del omega estuvo sobre los hombros de ambos.

—Fue él —pronunció JungKook entre el llanto.

La vena del cuello de TaeHyung se intensificó, enrojeciendo.

—¿Quién fue? —preguntó el alfa, más JungKook no pudo formular palabras—. ¿Quién fue? —vociferó esta vez.

—Jackson... —logró responder el omega.

La mirada de TaeHyung se tornó roja de la impotencia. Sintió como le hervía la sangre y sus músculos se tensaban. TaeHyung sacó con cuidado el brazo de JungKook de su hombro y dirigió hacia su hermano mayor.

—Sostenlo bien y llévalo.

—TaeHyung, ¿qué haces? —preguntó NamJoon, sosteniendo mejor a JungKook.

Pero TaeHyung no respondió, alejándose de ahí dando zancadas.

—¡TaeHyung! —llamó NamJoon, pero fue nuevamente ignorado.

TaeHyung caminó por los pasillos hasta afuera del establecimiento por la parte de atrás, pensando solo en hacer una cosa. Y oh, pobre de Jackson cuando lo encontró tirando una colilla de cigarro al suelo antes de intentar subir a su auto para irse de la escena con toda la tranquilidad del mundo. Como si no hubiera hecho tal barbaridad.

Ni siquiera le dio tiempo a reaccionar cuando lo estaba tomando de la chaqueta y lo estampó contra el auto.

—¡Hey, ¿qué demonios te pasa?! —exclamó un Jackson molesto y desconcertado.

TaeHyung siquiera pensó antes de estampar un pesado puñetazo en la mejilla ajena, siguiéndole otro golpe en el estómago que le sacó el aire a Jackson. Y otro golpe más, esta vez en la nariz, tan fuerte que el alfa contrario sangró.

Jackson reaccionó entonces, devolviéndole el puñetazo en la mandíbula. TaeHyung gruñó, pasándose la mano por el labio y viendo como este sangraba. Más enfurecido, tomó al alfa de su camisa y lo estampó de nuestro contra el auto.

—¡Estás acabado, Jackson Wang! —vociferó TaeHyung—. Voy a destruir toda tu miserable carrera —dijo en voz gruesa y rasposa, volviendo a empujarlo—. ¡Te lo advertí antes, hijo de puta!

Estaba dispuesto a pegarle otra tanda de golpes, pero sus brazos fueron retenidos por SeokJin y YoonGi, quienes lograron alejarlo de Jackson.

—¡Suéltenme! —exclamó TaeHyung, zarandeándose.

—¡TaeHyung, cálmate de una vez! —exclamó SeokJin, también enfadado.

—¡Que me suelten! —Ignoró a SeokJin y continuó su forcejeo, viendo a Jackson apenas comenzando a recuperarse de los golpe y la falta de aire—. ¡Maldita sea!

—¡TaeHyung cálmate, maldición! —vociferó YoonGi—. ¡Reacciona!

TaeHyung hizo oídos sordos por un momento, buscando volver a abalanzarse hacia adelante para golpear a Jackson, pero poco a poco fue calmándose, intentando controlar sus impulsos.

Quizá pasó un minuto en TaeHyung asesinando con los ojos a ese alfa que apenas estaba comenzando a recuperarse de los golpes y la falta de aire. Respiró profundo y, sintiendo sus impulsos un como más controlados, destensó su cuerpo.

—No haré nada —aseguró TaeHyung, más controlado.

Ambos mayores esperaron unos instantes para asegurarse antes de soltarlo. Acto seguido, TaeHyung se acercó amenazante al alfa, apuntándole con un dedo. Seokjin intentó tomarlo del brazo, pero TaeHyung se zafó bruscamente, mirando con ira al alfa, quien aún estaba muy adolorido como para moverse demasiado.

—Te voy a destruir, desearas no haberle puesto una sola puta mano encima, maldito imbécil. Te dije que recordaras mi nombre —rugió—. Lamentarás esto.

TaeHyung se dio la vuelta, yéndose del lugar. SeokJin y YoonGi se vieron mutuamente antes de ir tras él de vuelta al interior del lugar.

Ahora TaeHyung se dirigía al camerino de JungKook. SeokJin y YoonGi ya habían logrado alcanzarlo, por lo que los tres, al llegar a la puerta, se vieron obligado detenerse al ver como NamJoon y JiMin salían de la habitación.

—¿Cómo está? —pregunto TaeHyung.

Al verlos impacientes —en especial a ese de ojos mieles—, JiMin respondió, diciendo:

—Tiene un esguince de primer grado y ligeros moretones en sus muñecas. Por suerte pudieron tratarlo a tiempo, porque su tobillo podría haber empeorado más de lo que ya está —suspiró el peligris—. Nos acaba pedir que saliéramos, quiere estar solo...

Más TaeHyung no prestó atención a lo último, caminado hacían la puerta. La mano de NamJoon en su pecho lo detuvo.

—TaeHyung...

Pero fue ignorado y entró de todos modos, cerrando la puerta con pestillo una vez estuvo dentro.

TaeHyung se volteó, observando al omega. JungKook estaba sentado en la camilla, mirando hacia abajo, claramente decaído. Ya había dejado de llorar, pero desprendía tristeza que acongojaba el corazón de TaeHyung.

JungKook había ignorado la presencia de JiMin y NamJoon incluso. Sinceramente no tenía ánimos de nada. Había perdido la gran oportunidad de cumplir lo que creía su sueño, pero ¿aquel era su sueño? Ya ni siquiera lo sabía.

Pero no podía dejar de pensar en que su padre había orquestado todo esto.

TaeHyung se acercó a él tras haberlo llamado unas tres veces, siendo la ultima la que logró escuchar. JungKook levantó la cabeza, viendo como el alfa lo observaba con una mirada que no supo descifrar. Lo vio sentarse a un lado en la camilla y fue entonces que se alarmó, percatándose de labio roto del alfa.

—¿Qué te pasó? —preguntó preocupado, acercándose para mirar la herida mejor y levantar la mano hacia ella sin tocarla.

JungKook tomó el botiquín que habían dejado los de primeros auxilios en el lugar y sacó algo de algodón y agua oxigenada. Empapó el algodón de líquido y levantó la mano para limpiar la herida del alfa, pero éste detuvo su muñeca antes de que el objeto esponjoso hiciera contacto con sus labios.

—No tienes que hacer esto, tú eres el herido —murmuró TaeHyung, sin soltar su muñeca, aflojando un poco el tacto al darse cuenta del maltrato en ellas.

—Ya a mí me curaron, a ti no —habló bajito el omega, dispuesto a curar al alfa, pero éste habló nuevamente.

—Sabes que eso no es cierto...

Sus ojos conectaron y TaeHyung pudo presenciar el momento exacto en el que sus ojos se rompían y su barbilla temblaba, dando paso a un sollozo. JungKook dejó caer la mano con el algodón sobre su regazo, bajando la cabeza.

—Estoy bien —dijo con voz rota, limpiándose las lágrimas para buscar estabilizarse nuevamente—. Puedes ir con los demás, dile a una enfermera que te cure...

—No me iré —sentenció TaeHyung, consiguiendo la mirada fija del omega.

TaeHyung se recostó en silencio en la camisa y el omega, habiéndose quedado mirando unos instantes su accionar, lo imitó después. Acostados el uno junto al otro, mirando al techo.

—No importa lo que digan, tu arte era hermoso.

JungKook exhaló y negó.

—Ya no sé...

TaeHyung lo miró entonces.

—Lo es, no lo dudes. Estoy seguro que todos allá afuera; JiMin, NamJoon, SeokJin; que presenciaron la creación de esas obras opinan lo mismo que yo. Además, ¿sabes el mérito que tiene haber conseguido presentarte en esta galería? ¿Sabes cuantas personas lo han logrado?

—¿Cuántas...? —cuestionó el omega en un hilo de voz, mirando con ojos grandes y fijos al alfa.

—Cinco de los ocho billones de personas que hay en el mundo —sonrió TaeHyung, buscando darle calma.

Y lo logró un poco, pues JungKook rio con suavidad y los ojos de ambos volvieron al techo.

—¿Qué haré ahora? —preguntó JungKook, exteriorizando sus inseguridades.

—¿Ya no vas a pintar más?

—Sí, quiero seguir haciéndolo...

—Entonces ahí tienes tu respuesta. —Ambos se miraron—. Sigue esforzándote y a la próxima lo volverás a intentar —dijo TaeHyung con tanta seguridad en sus palabras que JungKook se sintió tranquilo.

Pero las emociones volvieron a traicionar al omega, cuya barbilla tembló y dio paso una lágrima traicionera que se resbaló mientras ambos se miraban.

—Agh, detesto que siempre me veas en este estado —exhaló JungKook medio riendo, quitándose las lágrimas del rostro mientras se sentaba.

TaeHyung levantó su espalda para también sentarse y lo observó continuar quitándose las lágrimas que se escapaban en contra de su voluntad.

—JungKook —lo llamó entonces.

—Dime —dijo el omega, volteando a verlo.

—Te tengo ganas —dijo TaeHyung, mirándolo con una sonrisa.

JungKook rio melosamente, siendo acompañado por la risa reconfortante del alfa.

—Yo ahorita no —imitó el menor, sonriendo suavemente.

Sus ojos permanecieron conectados, compartiendo una intensidad fogosa extrañamente sosegada. Fue inevitable que sus miradas cayeran en los labios ajenos durante un largo momento. Inconscientemente sus rostros se fueron acercando, hasta que pudieron sentir sus respiraciones enlazándose y sus narices rozándose.

Entonces, ambos cerraron sus párpados y unieron sus labios en un suave e inocente roce.

No fue un beso extenso, pues después que TaeHyung movió apenas sus labios para apresar el labio inferior del omega, se separaron con lentitud y abrieron los ojos para verse.

Empalagados con sus aromas, apenas duraron así unos segundos, pues luego cerraron los ojos y volvieron a acercarse, dispuesto a besarse de nuevo.

Pero la puerta fue tocada, rompiendo con el momento. Ambos se detuvieron y parpadearon, alejándose con lentitud.

—Chicos, tenemos que irnos ya... —llamó NamJoon del otro lado de la puerta.

—Ya vamos —contestó alto TaeHyung—. Vamos, yo te ayudo —le habló a JungKook mientras bajaba de la camilla.

Se puso de espaldas al omega, quien esta vez supo sus intenciones desde un primer momento y se aferró a él. TaeHyung lo cargó en su espalda y JungKook se permitió reposar, como la vez pasada. La única diferencia era que ahora estaba en todos sus sentidos, pudiendo disfrutar al máximo su delicioso aroma y su cercanía.

JungKook se acurrucó en su espalda, refugiándose en él con la excusa de que era producto de su dolor de tobillo. Cerró los ojos y se relajó, ocultando la verdadera razón de su comodidad.

—¿No hay muletas? —preguntó TaeHyung una vez salieron de la habitación.

—No, hay que comprarlas —respondió NamJoon.

—Qué mal servicio —se quejó TaeHyung.

Todos subieron a sus autos, los omegas decidieron ir en el auto de TaeHyung, donde el alfa había subido al omega castaño.

JungKook estaba muy agradecido con todos y cada uno, pues habían intentado hacer feliz, contándole bromas y chistes malos mezclados con halagos y sonrisas. Se sentía mejor, siendo el principal causante ese alfa de cabello oscuro rizado y ojos almendrados.

Miró el perfil de alfa y sonrió, volviendo a concentrarse en sus amigos.

Amigos.

Sí, por primera vez en su vida podía decirlo con certeza.

Pero su padre no dejó su mente en ningún momento. Jamás olvidaría que él fue el causante de todo aquello. Jamás.




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