11. «Cúlpenme»
—SeokJin. ¿dónde está JungKook?
NamJoon había detenido a SeokJin en la cocina, acompañado de TaeHyung, quien estaba entretenido en su plato de comida.
—No lo sé —respondió el omega, apoyándose en la pared a su lado.
NamJoon formó una línea en los labios.
—No me mientas —dijo con reproche.
—Agh —se quejó SeokJin con fastidio—. Ok, ok... Está en mi habitación.
Justo en ese momento, un JungKook medio muerto entró a la cocina. Tenía el cabello despeinado y unos lentes de sol para tapar sus ojeras. Su camisa estaba mal abotonada, haciendo que quedara chueca y sus pantalones estaban abiertos, incluso se veía el bóxer en la abertura del cierre.
NamJoon al ver al omega menor en ese estado, no pudo más que poner una cara de una mezcla de horror y sorpresa. SeokJin miró a JungKook mientras suspiraba.
Pero TaeHyung, por su parte, se comenzó a carcajear fuertemente al ver el estado del menor.
—No digan nada —dijo JungKook monótonamente, somnoliento, alzando la mano hacia ellos mientras arrastraba los pies hasta los taburetes del mesón, donde se casi se cae al dejarse caer en el asiento.
TaeHyung casi se ahogó cuando aquello ocurrió, no pudiendo contener la risa. Tuvo que secarse una lágrima traicionera que se había escapado debido a las carcajadas.
SeokJin soltó una risita y se acercó a una de las gavetas de la cocina, sacando de ella una pastilla para luego servir un vaso de agua y colocar ambas cosas frente al omega.
—Menos mal que hoy es sábado y no tienes que ir a la universidad.
JungKook se metió la pastilla a la boca y tomó un buche de agua, el cual tragó, ahogándose en el proceso y casi escupiendo toda el agua.
NamJoon se carcajeó en ese momento y negó con la cabeza.
—Hiciste lo que yo nunca me atreví a hacer. —Palmeó su hombro y se retiró de la cocina.
JungKook giró la cabeza hacia el pasillo, apenas reaccionado por lo ocurrido.
TaeHyung se levantó de la silla y le pasó por al lado a JungKook.
—Bueno, tengo cosas que hacer. —Se detuvo junto a JungKook y lo miró—. Por cierto, lindo bóxer —dijo con burla.
—Maldito —dijo JungKook con odio.
TaeHyung se carcajeó, alejando por el pasillo.
Los hermanos Kim estaban hablando en el ascensor amenamente mientras se dirigían a sus respectivas oficinas. TaeHyung se burlando de JungKook por todo lo ocurrido ayer en la noche.
—Por lo menos él tiene más bolas que tú —se burló NamJoon, carcajeándose de nuevo cuando TaeHyung golpeó su hombro—. Hey, ¿escuchaste eso de que le dijeron asesino a JungKook?
La expresión de TaeHyung se contrajo en seriedad.
—Sí, lo escuché...
—¿Por qué será?
—No lo sé, pero lo único que sí sé es que su madre ya no está.
—¿Y crees que JungKook tiene algo que ver en eso? —inquirió NamJoon, experimentando un corto escalofrío de solo pensarlo.
El ascensor se abrió y ambos salieron de él en ese momento.
—Uno no sabe que esperar de los demás...
Aquello era siniestro. NamJoon prefirió no seguir con el tema y despedirse.
—Bueno, nos vemos después.
Ambos se despidieron, tomando direcciones contrarias hacia sus oficinas.
JungKook estaba sentado en uno de los primeros escalones de la escalera principal de la mansión leyendo un libro que tomó de la biblioteca. Estaba ansioso porque luego de muchos capítulos, finalmente iban a matar a la antagonista del libro. No acostumbraba leer con mucha frecuencia a pesar que lo disfrutaba en demasía, ya que solía enfrascarse con gran facilidad y eso le hacía perder la noción de tiempo.
Justo como en ese momento.
—¿Estarás allí todo el día? Estorbas —espetó TaeHyung con semblante algo odioso, incluso con una ceja egocéntrica alzada.
JungKook alzó la mirada llena de monotonía antes de volver a concentrarse en su lectura. TaeHyung bufó y le arrebató el libro de las manos en un movimiento repentino. JungKook lo miró con el ceño fruncido.
—¡Hey! ¿cuál es tu problema? —bramó JungKook, levantándose de un tirón del escalón con el ceño fruncido.
—Tengo que hablar contigo —contestó, serio.
JungKook rodó los ojos.
—Ahora no, todavía me duele la cabeza —dijo con fastidio. Le quitó le libro y comenzó a subir las escaleras.
—Sé lo que estás haciendo —reprochó TaeHyung con molestia, causando que JungKook detuviera sus pasos y se volteara a verlo extrañado desde arriba. TaeHyung avanzó los escalones necesarios hasta quedar a la misma altura—. Sé que solo quieres usarnos —acusó, apuntándole el pecho con su dedo índice—. Estás utilizando este matrimonio para beneficiarte junto con tu padre y créeme cuando te digo que no lo permitiré.
JungKook soltó una carcajeada al aire.
—Ahora si te descerebraste —dijo JungKook con incredulidad y se dio la vuelta pasa seguir con su camino.
—No me evadas el tema, JungKook —espetó TaeHyung con tono amenazante.
JungKook se volteó con el ceño fruncido, verdaderamente molesto. Aquello era lo más ridículo que le habían dicho nunca. Estaba preparado para rebatirlo con todas las de la ley, pero la voz de Kim DongGun se escuchó desde abajo.
—¡TaeHyung!
JungKook se espantó al escuchar aquella voz y, temiendo por su seguridad, intentó huir a su habitación para no toparse con ese alfa, pero TaeHyung lo tomó del brazo en un movimiento y lo arrastró al interior del cuarto de limpieza del piso superior.
—¿Qué se supone que haces? —gruñó JungKook, viéndolo cerrar la puerta—. ¿Por qué me metes aquí?
TaeHyung dio un paso hacia adelante, acercándose a JungKook con el semblante serio.
—Estoy cansado de tu falsedad —masculló, consiguiendo una mirada atónita y molesta por parte del omega—. Yo sé que quieren aprovecharse de nuestro dinero y posición —dijo con desprecio—. Tú y tu padre son lo mismo, aunque intentes aparentar que no.
El omega dio un paso hacia adelante, encarándolo con la mirada nublada de furia.
—¿Qué dijiste? repítelo, ¡repítelo!
—Lo que escuchaste —respondió TaeHyung, altaneramente, mientras daba otro paso hacia el omega—. ¿Crees que no sé lo que planeas? Ni tu ni tu padre me inspiran buena espina. Viste que NamJoon está con SeokJin, por lo que ahora buscar meterte conmigo.
—Eso no es cierto, ¿qué dices? —dijo JungKook, extrañado y con el ceño muy fruncido.
TaeHyung dio un paso al frente y acercó su cara a la ajena con sorna y seducción.
—Ayer me dijiste que me tenías ganas. —Alzó una ceja y estiró una sonrisa de medio lado.
JungKook parpadeó, mudo y confundido por los instantes que tardó en recordar el evento.
TaeHyung alzó una ceja y se enderezó, alejando su cara del omega para mirarlo con altiveza.
—Pero por lo que veo son puras ganas de cogerme y aprovecharte —dijo, directo—. Seguro que ya lo has intentando con NamJoon, ¿cierto? Pero como no has podido, vienes e intentas insinuarte conmigo —señaló, acusadoramente.
—Es tu problema lo que pienses de mí —dijo JungKook entre dientes, casi gritando—. Me da igual si crees que lo único que quiero es dinero o posición, no te debo explicaciones a ti ni a nadie, así que, ¿por qué en vez de hablar estupideces no vas y averiguas un poco sobre mi vida a ver si realmente soy tan "falso" como tú dices?
—Y si no lo hago, ¿qué? —respondió TaeHyung, con la barbilla en alto. Una pizca de malicia cruzó sus ojos al momento de continuar—. ¿Me vas a matar? Porque, según escuché, tienes fama de asesino.
La garganta de JungKook se cerró al instante. Apretó los puños y lo miró con furia.
—Cuando veas más allá de lo que la gente dice o simplemente de lo que tienes en frente, te darás cuenta de que no sabes nada sobre mí, imbécil —masculló con la mandíbula tensa y la voz fluctuante.
JungKook empujó al alfa para conseguir paso hacia la puerta. Pero TaeHyung quiso evitarlo, volviendo a tomarlo del brazo. Estuvieron a nada de un forcejeo que no terminaría nada bien, pero entonces, una mujer de servicio entró al cuarto de limpieza donde estaban.
La beta se detuvo en seco, con los ojos abiertos al verlos ahí dentro, tan juntos y solos. Se aclaró la garganta y, nerviosa, desvió la mirada.
—Em... Señor TaeHyung, el señor Kim lo está buscando —informó antes de retirarse del lugar con rapidez.
JungKook se zafó del agarre del alfa con molestia y se dirigió hacia la puerta abierta, deteniéndose en el umbral.
—Tú no sabes nada, Kim TaeHyung —dijo con la mandíbula tensa, saliendo finalmente del lugar, comenzando a caminar por el pasillo, perdiéndose por él.
Un sentimiento que conocía muy bien comenzó a oprimirle el pecho con cada simple paso que daba, como si un dolor incorregible hiciera bombear su corazón con más y más fuerza. Siguió avanzando sin detenerse, recordando la fiesta.
Sus ojos comenzaron a cristalizarse.
«¡¿Cómo es posible tanta humillación?!¿Y aun así quieres que asistamos a la boda? ¿De un asesino?»
Abrumado y abatido, bajó la mirada y apretó los puños, cada vez más apático. Entonces recordó las miradas de desprecio, odio, decepción e incluso burla con la que lo miraron después de ese comentario, cosa que quizá no había notado por la borrachera. Esas miradas eran idénticas las que le habían dedicado hace años atrás y JungKook no pudo evitar recordar por qué jamás se atrevió a enfrentarse a su padre.
«¿Me vas a matar? Porque, según escuché, tienes fama de asesino.»
Sin poder controlarlo, solitarias lágrimas comenzaron a derramarse de sus ojos. Un sentimiento de culpa y tristeza estaba desgarrando poco a poco su interior, como si lo estuvieran troceando con un alfiler.
Recordó cada palabra, cada gesto, cada acción de todas esas personas que ahora lo odiaban. Todos sus comentarios dolorosos y ciertos... tan ciertos. Todas las que habían sido dichas por su padre...
«¡Tú mismo te buscaste todo esto hace años, no vengas a culparme a mí por tu gran error!»; «JungKook, ¿qué hiciste?... Asesino... ¡Asesino!»; «Desearía nunca haberte dejado nacer»; «¡Tú hiciste esto! ¡Tú la mataste! Todo es tu maldita culpa.»
Entró a la habitación que compartía con NamJoon y cerró la puerta tras de sí. Acto seguido, sollozó. Sollozó con dolor, con pesar y con culpa. Sobó su brazo y su estómago se contrajo, haciendo que su espalda se recostara contra la puerta, llorando sin parar. Su espalda fue deslizándose por la fría madera de la puerta y cayó sentado en el suelo. Abrazó sus piernas mientras los sollozos azotaban su cuerpo.
El rostro sereno y delicado que tanto amaba comenzó a aparecer en su mente. Su pelo, castaño y largo, siempre bien peinado, como si se hubiera pasado el cepillo durante horas. Su perfilado rostro, poseyente de ojos grandes y cálidos como el verano. Sus labios finos, delicados, y su hermosa sonrisa que le encantaba ver todos los días al levantarse. Siempre elegante. Buena, dulce y cariñosa como ninguna otra persona que había conocido en su vida.
Cálida.
—Te extraño, mamá... —Sollozó con fuerza, ocultando su rostro entre sus piernas—. Lo siento, lo siento, lo siento...
TaeHyung bajó las escaleras, dirigiéndose a la sala de estar de la mansión, donde se encontraban su hermano junto con su padre y Jeon MinSoo. Había varias maletas siendo transportadas por los empleados hasta la camioneta en la que los mayores se irían al aeropuerto.
—Hasta que al fin apareces, se nos hace tarde —bufó el DongGun, comenzando a caminar hacia la entrada, seguido por MinSoo. DongGun miró a NamJoon—. ¿Y JungKook? —preguntó con desdén.
—No lo sé —respondió el mayor, encogiéndose de hombros.
El Sr. Kim bufó.
—Cuida de ese omega —dijo de una manera bastante fea.
NamJoon bufó imperceptiblemente y asintió a regañadientes, en desacuerdo.
Todos salieron de la mansión, siguiendo a los señores hasta la camioneta, donde NamJoon y TaeHyung se detuvieron.
—MinSoo y yo no aceptaremos otro escándalo el de ayer, cuando aparezca dale lo que se merece —dijo con molestia.
—Si ese niño te causa muchos problemas, házmelo saber y yo me encargaré de él —añadió el Sr. Jeon con tono corrosivo.
Ni para NamJoon ni para TaeHyung pasó desapercibido la manera tan desapegada con la que Jeon MinSoo se refería a su hijo.
Las maletas fueron finalmente subidas en el maletero de la camioneta, y ahora solamente quedaba que los señores se subieran en ella para partir.
—La sucursal quedará a tu cargo, Nam. Hagan las cosas bien.
Sin más, ambos mayores subieron al vehículo y los hermanos se quedaron ahí hasta que salieron de la mansión. NamJoon al fin pudo exhalar aire en paz y dejar caer los hombros. TaeHyung por su parte, se dio la vuelta, molesto por haber sido ignorado y excluido. Sin decir palabra, ingresó nuevamente a la mansión.
Pero paró en seco al observar hacia las escaleras.
JungKook estaba bajando las escaleras con algunas maletas y una mochila en sus hombros.
—¿Qué haces? —preguntó SeokJin, quien recién entraba al salón.
—Me voy —respondió sin más, terminando de descender las escaleras.
TaeHyung observó al menor con desconcierto. Desconcierto que se transformó en sorpresa al notar como los ojos de JungKook estaban hinchados y rojos, al igual que su nariz y mejillas.
Era evidente que había estado llorando y TaeHyung se pasmó en su lugar.
—¿Por qué te vas a ir? —preguntó NamJoon, turbado.
—El señor Kim y el señor Jeon ya se fueron, no hay necesidad de fingir más —respondió monótonamente, comenzando a avanzar hacia la salida, pero su camino se vio obstaculizado por TaeHyung.
—¿Y a donde se supone que vas a ir? —preguntó algo alterado.
JungKook frunció el ceño, con antipatía en sus ojos.
—¿Qué te importa? ¿Primero me quieres lejos y ahora me detienes? —espetó—. Es mejor para ti, ya no tendrás que convivir con un asesino —soltó, apretando la mandíbula y avanzó, chocando con el hombro de TaeHyung apropósito.
—¿Asesino? ¿qué? —preguntó NamJoon, desconcertado, desviando su atención a TaeHyung con una clara expresión de "¿qué hiciste?"
TaeHyung no tuvo tiempo de responder nada cuando ya el omega se había dado la vuelta para mirarlos.
—Ah, sí. ¿No sabías? Maté a mi madre —soltó y los miró a todos, quienes quedaron en blanco ante la declaración—. Adelante, tírenme toda la mierda que quieran, como todos los demás —dijo con voz forzada pero solemne. Sus ojos se aguaron al instante—. Cúlpenme, adelante. Culpen a un niño de seis años que sólo quería buscar su puta pelota en la carretera —apretó los puños y su barbilla tembló—. Culpen a un niño que no se dio cuenta de que venía un puto camión —su voz se rompió.
Los ojos de SeokJin estaban húmedos cuando JungKook lo enfocó con dolor. NamJoon tenía los ojos bien abiertos en horror y aflicción.
Pero TaeHyung... TaeHyung se sentía la peor mierda del mundo.
—Culpen a un niño porque su madre le salvó la vida y se atravesó, muriendo ella y no él —sollozó de impotencia, resultándole imposible controlar tantos sentimientos mezclados.
Estaba desahogando tantos sentimientos guardados desde hace años en este momento, toda la impotencia, el dolor y la culpa. JungKook no sabía por qué estaba rompiéndose en frente de esas tres personas que apenas conocía, siendo una de ellas una de las que lo dañó.
—Ya lo saben, prefiero que lo sepan de mí antes que de alguien más. Mi padre seguro se iba a encargar de eso —Exhaló aire, buscando poder seguir hablando—. No quiero su lástima ni quiero su caridad —dijo un poco más bajo, indicando tristeza—. Voy a hacer todo lo posible para acabar con este matrimonio, no sólo por mí, sino por ti, Nam. Tú amas a SeokJin y él te ama a ti, y no voy a permitir otra vez que por mi culpa se separen dos personas que se aman, como mi papá y mi mamá.
Tragó el nudo en su garganta y sonrió, bajando la cabeza dispuesto a irse. Pero, cuando dio la vuelta, unos cálidos brazos lo rodearon desde atrás.
SeokJin lo estaba abrazando.
JungKook jadeó y sollozó, aferrándose a los antebrazos de SeokJin. Fue como un detonante para sus lágrimas. Dejó que sus piernas cedieran y ambos terminaron sentados en el piso, abrazados. JungKook se desahogó, lloró sin contener ni una sola de sus lágrimas, ni un solo de sus lamentos y sollozos.
—No estás solo, ya no más —dijo SeokJin con voz gangosa, afianzado el abrazo con más ímpetu—. Te vamos a ayudar, nos ayudaremos todos...
NamJoon se acercó y se agachó para quedar a la altura de JungKook.
—Quédate, ¿sí? —pidió con una sonrisa de labios cerrados.
TaeHyung fue el único en mantenerse al margen, sintiéndose pésimo. Tan culpable por haber juzgado sin ver las consecuencias de sus actos o qué tanto pudo haber herido el corazón de ese omega.
Una lágrima quiso derramarse de sus ojos mieles, pero la limpió con el corazón arrugado al ver el daño que había causado de forma casi inconsciente.
Salió de ahí lo más rápido que pudo, no soportando lo que había hecho por esa predisposición a la defensiva que se activaba al ver como sus seres queridos eran dañados por alguien más.
Por su padre.
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