𓏲 Capítulo 27

Mina siguió dando embestidas profundas y certeras, moviéndose rápidamente dentro de la rubia que hacía lo posible por mantenerse estable sobre sus codos, fallando luego de unos segundos más, desplomándose con su espalda contra el colchón, lloriqueando con voz aguda gracias al placer que recorría todo su cuerpo.

Los gemidos de Mina se intensificaron, anunciando su muy cercano orgasmo, se acercó a besar el pecho de Chaeyoung, haciendo un recorrido hasta llegar a su cuello, gimiendo muy cerca de su oído. Chaeyoung se levantó hasta alcanzar los labios de la pelinegra, ahogando sus propios jadeos en su boca. Mina posó su mano sobre la de su novia, entrelazando sus dedos mientras ejercía más fuerza en cada embestida.

— ¿Estás lista para correrte, mi amor? — le dijo con suavidad, Mina, mordiendo levemente su hombro.

Chaeyoung, incapaz de articular palabra alguna, se limitó a asentir con rapidez, desesperada. Mina sonrió ladina y luego de unas cuantas embestidas precisas con aquel strap on, observó como los ojos de Chaeyoung eran cerrados con fuerza indicando que acababa de llegar a su orgasmo con agudos gemidos, gruñó con satisfacción y dejó escapar un fuerte gemido, anunciando también su clímax. Cayó sobre el torso sudoroso de la menor con la respiración pesada, sintiéndola temblar.

— Estoy muy cansada — murmuró Son con su cabeza pegada al colchón — Quiero dormir todo el día.

Mina rió por lo bajo y se levantó, limpió su cuerpo y el de Chaeyoung con mucha delicadeza como siempre solía hacerlo, hizo que se moviera para cambiar las sábanas, escuchándola quejarse por no dejarla dormir tranquila, cosa que solo la hizo sonreír.

— ¿Cuándo fue que mi tierna Mina se convirtió en una máquina insaciable de sexo? — preguntó con diversión la de cabellos amarillos luego de acomodarse de nuevo en la cama, abrazándola con una de sus piernas sobre su abdomen.

— ¿De qué hablas? — rió un poco tímida, sobando con la yema de sus dedos la pierna de la menor — La que siempre quiere sexo eres tú.

— Claro — la empujó levemente, ambas riendo suave — Me refiero a que fue muy intenso, más de lo normal, te atreviste a usar juguetes, Mina — se elevó un poco para mirarla con los ojos entrecerrados — ¿Qué has estado haciendo?

— ¿Por qué me miras así? — frunció levemente el ceño — No he estado haciendo nada.

Chaeyoung la siguió mirando con sospecha — Mhm. ¿Segura que no tienes algún juguete con el practicas o algo así?

— ¡¿Qué?!

— Ay, por favor, Mina, no te alarmes — rió, sosteniéndose sobre su codo para sentirse más cómoda — No sería raro, sería muy caliente.

— Es que no es nada de eso — se sonrojó un poco — Ya deja de verme así, lo digo en serio — puso la palma de su mano sobre los ojos de la rubia, haciéndola reír.

— Bueno, lo siento — quitó la mano de su rostro.

— ¿Tan bien lo hice? — preguntó con voz arrogante luego de un corto silencio — ¿Mi linda Chaeyoungie tuvo un buen sexo hoy?

— Silencio, ya no te diré nada — se recostó de nuevo, ignorando sus preguntas.

— No es necesario, sé que te mueres por mi de todas formas — pasó un brazo atrás de su cabeza, sonriendo — Sé que no puedes sacarme de tu cabeza, Chaengie~.

— Claro que puedo — frunció el ceño, cruzándose de brazos sin mirarla.

— No, no puedes — negó con la cabeza, a punto de decir algo más, pero sus palabras se quedaron para sí misma al sentir a Chaeyoung subiéndose de nuevo a ella, moviéndose sobre el miembro de plástico de manera coqueta — ¿Otra vez?

Chaeyoung asintió con una enorme sonrisa, inclinándose para besarla con gentileza y suavidad, de esa manera en la que podían demostrar lo mucho que se amaban sin necesidad de decirlo, siendo cuidadosas con cada sensación. Las manos de Mina sostuvieron las mejillas de Chaeyoung, profundizando el beso que no parecía cambiar de ritmo, y ambas estaban perfectamente bien con eso.

— Tienes razón, Minari — susurró sobre los labios de la mayor al separarse, viéndola a los ojos — No puedo sacarte de mi cabeza desde hace mucho tiempo — dejó un corto beso.

Mina sonrió de felicidad, sintiéndose plena en ese preciso momento en el que podía compartir tiempo con la chica que tanto amaba, olvidándose por completo de los moretones en su cuerpo, siendo éstos la clara evidencia de lo que podría soportar por Chaeyoung.

El celular de Chaeyoung empezó a sonar con insistencia, rompiendo el romanticismo del momento. Mina se quejó, ejerciendo fuerza con sus manos en la cintura de la menor para que no se apartara de ahí, sugiriendo no responder, sin embargo, el celular siguió sonando sin detenerse. Chaeyoung soltó un sonoro suspiro y se estiró hasta la mesita de noche, sin apartarse del cuerpo de Mina, miró la pantalla del aparato, frunciendo el ceño, preguntándose por qué Momo la llamaba con tanta insistencia si se habían visto esa misma mañana.

— Estoy ocupada, habla rápido.

— Un simple hola te salía más fácil.

— Lo siento — rió — Dime qué pasa.

— ¿No has revisado tu celular, cierto?

— Uhm... No, ¿eras tú la que me estaba bombardeando de mensajes?

— Vamos con Dubu a casa de Nayeon, te esperamos con Mina allá.

— ¿Tan de repente?

— Solo revisa tus mensajes y ven pronto, deja el sexo para después.

— Como eres de molesta — bufó, deteniendo los brazos de Mina que habían empezado a guiar sus caderas para hacer fricción con el miembro — Los veo allá, adiós — colgó antes de recibir una respuesta, dejando escapar un fuerte jadeo.

— ¿Qué quería?

— Espera, suéltame — rió, apartándose rápidamente antes de que se les fuera imposible detenerse — Ve a bañarte, debemos ir donde Nayeon.

— ¿Por? Las vimos esta mañana.

Chaeyoung dejó de prestarle atención a la voz de Mina tan pronto vio en su chat varias fotos de Nayeon demasiado personales, vio la remitente del mensaje, y su sorpresa fue enorme al ver que Jeongyeon se las había enviado con un mensaje que decía ''soy homosexual y me gusta esta chica'', además, habían capturas de pantalla de las conversaciones de ambas.

— Esto es estúpido e ilógico — pensó en voz alta, llamando la atención de Mina.

— ¿El qué? — se acercó a su espalda, viendo el celular de la menor sobre su hombro. Frunció el ceño con clara confusión y sorpresa — ¿Jeongyeon hizo eso?

— No creo, el mensaje es demasiado estúpido, nadie hace ese tipo de cosas, y no creo que Jeongyeon sea tan idiota.

— Tampoco creo que lo haya hecho.

— Vamos, ve a bañarte.

Mina asintió, dirigiéndose hacia el baño de su habitación con un montón de preguntas en su cabeza sobre lo que realmente había pasado, solo esperaba que su amiga estuviera bien y que eso tuviera una muy buena explicación.

Nayeon abrió la puerta por tercera vez en lo que iba del día, deduciendo fácilmente de quien se trataba, porque ya todas estaban ahí, a excepción de Mina y Chaeyoung.

Y efectivamente, eran ellas.

— Así que ustedes también están aquí — sonrió, dejándolas pasar.

— Dime que Jeongyeon no es tan idiota para mandar un mensaje como ese — fue lo primero que Chaeyoung dijo al estar dentro de la casa, mirándola con seriedad.

— Fue su hermano — suspiró, caminando hacia la sala principal en donde ya estaban las demás.

— ¿Por qué él haría algo como eso?

— Siempre han tenido cierta rivalidad, él busca cómo molestarla y hacer que sus padres la regañen — respondió, Mina recordando algunas de las cosas que Jeongyeon le había contado alguna vez en cuanto a sus problemas con su hermano.

— Bueno, eso es una mierda — comentó Chaeyoung, llegando por fin a la sala.

Saludó a sus amigas, incluso a Tzuyu que parecía estar muy diferente, ya no se notaba tan incómoda ante la presencia de Mina frente a ella, lo cual era un gran alivio porque no quería seguir lidiando con algo así.

— Entonces, ¿vinieron todas porque se preocuparon por mí? — Nayeon las miró con cierta emoción, conmovida.

— Queríamos confirmar que estuvieras bien — respondió Momo, asintiendo — Y queríamos saber si debíamos darle una paliza a Jeongyeon.

— Pero yo no hice nada — murmuró la alta, un poco tímida ante la presencia de todas sus amigas gracias a lo sucedido.

— Lo sabemos, no es algo que harías — Sana la tranquilizó.

— Además, incluso para filtrar fotos hay maneras más creíbles, sin ofender, pero ¿qué edad tiene tu hermano? — Chaeyoung la miró curiosa.

— Veinte años — respondió tímida.

— ¿Tiene veinte años y se comporta de esa manera para molestarte?

— Parece que sí.

Nayeon negó con la cabeza, aún sin terminar de creer que una persona podía ser así de cruel. Ella no tenía hermanos, pero sin duda, jamás le haría algo como eso con la simple razón de hacerlo pasar un muy mal momento, no se veía haciendo ese tipo de cosas, incluso si se llevaran mal, porque para todo hay límites, y el hermano de Jeongyeon los había sobrepasado sin motivo alguno.

— ¿Crees que tus padres ya saben sobre eso? — preguntó Tzuyu desde uno de los sillones individuales.

— No lo sé, no quiero pensar en eso ahora, se pondrán como locos y de seguro me darán el sermón más aburrido de toda mi vida.

— En todo caso, Nay, dime cómo diablos te tomaste esas fotos — preguntó, Chaeyoung dándole vueltas a su celular, viendo una de las fotos, curiosa.

Nayeon soltó una fuerte carcajada sin ninguna pizca de vergüenza, al menos no por Chaeyoung o Momo, ya muchas veces la habían visto desnuda, y a pesar de que quería sentirse tranquila, la incomodidad de que incluso las amigas de Jeongyeon lo vieron, la hacía sentir levemente extraña, pero no iba a dejar que eso le afectara, estaba rodeada de sus amigas, personas que nunca la juzgaron — estaba segura de que Chaeyoung y Momo eran incapaces de hacerlo, sin embargo, por parte de las amigas de Mina, no sabía, pero tampoco se iba a estancar pensando en eso, ahora todas eran amigas—, por lo que intentó mantenerse animada, quería cambiar la expresión de culpa en Jeongyeon, la conocía lo suficiente para saber que seguía culpándose al respecto.

Nadie tenía culpa de la mente retorcida de Yoo Wooseok.

Ya que se encontraban todos ahí, en un esfuerzo por mantenerse distraídas, decidieron ver una película. Jeongyeon se sintió agradecida porque el tema no volvió a salir, además de que se sentía aliviada al saber que sus amigas no la creían capaz de dañar a Nayeon de esa manera, y a pesar de todo, estaba cómoda con esas personas que la rodeaban, acompañándolas en esa tensa tarde.

Optaron por una película de acción, las favoritas de Momo, y aunque al principio las demás se quejaron, ahora se encontraban demasiado metidas en la trama, todas en silencio. Habían extendido el sofá cama de la sala y acomodaron dos puffs a un lado para que nadie se quedara en el suelo. Luego de un rato, Chaeyoung se percató que los snacks se habían terminado, agarró el tazón vacío y en silencio, se dirigió a la cocina por más.

Tzuyu miró a Chaeyoung desaparecer en la cocina y la siguió con la excusa de traer más refresco. La mayoría no les prestó atención, a excepción de Sana que, con muchas dudas, se levantó también en silencio. Se sintió como una tonta, pero había una sensación muy incómoda en su pecho al ver que Tzuyu había ido tras Chaeyoung. No quiso darle muchas vueltas, claro que Tzuyu seguía sintiendo cosas por la rubia y eso no debería importarle en lo absoluto, ¿verdad? Lo que tenía con Tzuyu seguía siendo extraño y específica superficial a pesar de que la había invitado a salir, ¿incluso eso significaba algo? Respiró hondo, tratando de relajarse para no cometer un gran error.

— Oh, Tzuyu, ¿vienes por más dulces? Nayeon tiene muchísimos — sonrió, Chaeyoung señalando la gaveta en donde la castaña guardaba toda su comida especial.

— Yo... Uhm, quería saber cómo estás — preguntó un tanto cohibida ante su presencia — Supe que te fuiste unos días con tu familia.

— Ah, sí, regresamos esta mañana de hecho — asintió — Estoy muy bien, ¿y tú?

— También — sonrió, terminando de llenar su vaso con refresco.

— Me alegra — la miró por fin — Así que dime, ¿cómo lograste acercarte tanto a Sana? No sabía que se hablaban, de hecho.

La pregunta tensó completamente a la alta, sintiéndose expuesta. Pensó en negarlo todo, especialmente porque no quería que supiera sobre Sana, no creía correcto ser ella la que debía hablar al respecto, pero no podía ocultar sus propias acciones, tampoco podía controlar sus expresiones.

Chaeyoung sonrió con amabilidad, tomando el tazón entre sus manos.

— No voy a juzgarlas — volvió a hablar, llevando un chocolate a su boca — Hay cosas que no se pueden negar, ¿sabes? Soy muy observadora.

— ¿De qué hablas?

— Sana y tú han estado muy cercanas, ya sabes, las miradas, las sonrisas sutiles, ese tipo de cosas.

Sana empezó a sentirse muy nerviosa mientras seguía escuchando la conversación. Estaba mal, lo sabía, pero no pudo evitarlo. Su estómago se revolvió, ¿dirían algo más sobre ella? Tenía miedo de seguir escuchando, sabía lo que había entre ella y Tzuyu, sin embargo, también sabía sobre la atracción de Tzuyu hacia Chaeyoung, y eso, definitivamente no tenía por qué inquietarla o hacerla sentir desilusionada. Se estaba adelantando, otra vez entrando en ese estúpido conflicto del que ya estaba cansada. Se quedó ahí parada, arriesgándose a escuchar algo que ridículamente la hiciera sentir mal.

— Es complicado.

— Si, siempre lo es — asintió — Pero sé cuidadosa, Sana es una buena chica; creo que no he tenido la oportunidad de convivir tanto tiempo con ella, así como con Jeongyeon y Dahyun, pero sé que no tiene malas intenciones con nada. No quiero suponer cosas, pero tengo un fuerte presentimiento de que no solo es tu amiga.

— No estoy saliendo con ella si es lo que crees — se explicó rápidamente, negando con la cabeza — Ella no estaría dispuesta.

— ¿Entonces tú si?

— N-No — respondió dudosa, acorralada en cuanto a sus propios sentimientos, ¿por qué Chaeyoung tenía que ser así? Tan comprensiva, amable con todos, tan llamativa.

Pero Sana...

Idiota, se dijo a sí misma, Tzuyu, no sabes cómo te sientes y dices puras estupideces.

Sana mordió su labio inferior con fuerza, Tzuyu tenía razón, y no comprendía por qué escucharla decir esas cosas le resultaban un poco dolorosas. Quizás no quería aceptar que la atención de Tzuyu significaba mucho más de lo que creía, no quería aceptar que en esos pocos días hablando con ella se había sentido importante de una manera muy diferente, no como cuando sus amigas le hablaban, porque se sentía distinto cuando de Tzuyu se trataba.

Estaba segura de que se sentía herida de alguna extraña manera, pero Tzuyu no debía saberlo, nadie debía saberlo.

— Diré que te creo porque es lo que quieres escuchar. Si necesitas hablarlo y ser sincera, puedes decirme... Son mis amigas.

Tzuyu asintió, sintiéndose aún más confundida. Sana no podía gustarle, tenían poco tiempo de conocerse, sin embargo, cuando estaba cerca de ella, tenía esa sensación de escucharla hablar sobre cualquier cosa, esa sensación de protegerla, incluso había estado muy emocionada por su salida, ¿eso significaba algo importante? De seguro que sí, pero no comprendía por qué seguía creyendo que Chaeyoung algún día podría cambiar de opinión e irse con ella.

Quizás necesitaba tomarse un tiempo, darse cuenta completamente de su realidad.

— Vamos, las chicas de seguro no notaron que no estamos ahí — rió la rubia, caminando hacia la salida de la cocina siendo seguida por la menor.

Sana se apartó rápidamente y llegó hacia su lugar, haciendo como si nada cuando sintió la presencia de Tzuyu a su lado de nuevo. Vio a Chaeyoung sentarse junto a Mina, ambas sonriéndose con tanto amor que incluso ella podía notarlo. Ellas tenían mucha suerte, Sana deseó por un momento sentirse así también, pero sus propias barreras la seguían limitando, esperando por algo significativo que la hiciera ser feliz como quería.

Pero mientras tanto, solo debía quedarse con lo que ya tenía.

— Debo irme — susurró Tzuyu hacia Sana luego de un par de minutos.

— ¿Por qué? — le respondió de la misma manera, mirándola.

Tzuyu no le respondió, simplemente se levantó y se despidió de todas con la mano, no sin antes darle ánimos a Jeongyeon y Nayeon.

Sana la vio salir por la puerta principal, ¿por qué de repente actuaba de esa manera? Miró a sus amigas que seguían muy pendientes todavía de la película, y sin pensarlo mucho más tiempo, salió tras la menor sin decir nada ante la mirada sorprendida de las demás, a excepción de Chaeyoung quien solo sonrió para sí misma.

Caminó lo más rápido que pudo hasta llegar a su lado, deteniéndola.

— ¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué te vas así?

Tzuyu ladeó la cabeza un poco confundida, en silencio ante la presencia de la mayor, no esperaba que la siguiera.

— Regresa con las demás.

— Puedes decirme, voy a guardar tu secreto, lo sabes — insistió.

La menor agachó la mirada, confundida y aterrorizada. No deseaba dañar a nadie, solo quería sentirse bien, quería que todo se sintiera correcto.

— Chaeyoung, eso es lo que pasa — confesó, tratando de descifrar la expresión de Sana.

— Entiendo, ¿es porque todavía te gusta?

— Yo... No sé, estoy confundida, muy confundida — estaba desesperada, no quería desperdiciar su tiempo con Chaeyoung, ya no estaba segura de qué era lo que estaba sintiendo, menos con Sana frente a ella.

— ¿No sabes si te sigue gustando o algo así? — preguntó, a lo que Tzuyu asintió con timidez — ¿Quieres que te acompañe a casa?

— ¿No debería acompañarte yo a la tuya?

Sana negó con la cabeza, tomando la muñeca de la taiwanesa para hacerla caminar sobre la acera en dirección a su casa. Tzuyu la miró curiosa, sintiendo su pecho agitarse, ¿era posible sentir algo similar por dos personas? Porque si de algo estaba segura, era de que lo que sentía por Chaeyoung, no era como lo que sentía por Sana.

Era tan diferente y similar al mismo tiempo.

— Espera — Tzuyu la detuvo, girándola hasta quedar frente a ella.

La mayor la miró confundida, extrañada ante el silencio que se prolongó durante algunos segundos mientras se seguían viendo. Tzuyu sintió su corazón latir con fuerza al verla con esa tierna expresión en su rostro, odiándose a sí misma por encontrarse en ese enredo del que ya no sabía cómo salir.

Acunó el rostro de Sana entre sus manos, y sin decir palabra alguna, la besó. Sana se sorprendió enormemente ante ese repentino beso; estaban ahí en la calle, un lugar en el que cualquiera pudiera verla, incluyendo a sus amigas, pero por alguna razón, no le importó lo suficiente para apartarla, sino que se aferró a sus brazos, moviendo con lentitud sus labios contra los de la alta, otra vez sintiendo su pecho vibrar de emoción, porque sabía que no era un beso lleno de deseo o pasión, sino que era diferente, se sentía diferente.

— ¿Quieres cenar conmigo y mi abuela en mi casa? Prometo regresarte temprano a casa... O si quieres, mañana — susurró segundos después de separarse, viéndola directamente a los ojos.

Sana asintió lentamente, buscando la manera de que su respiración se estabilizara para no delatar su aparente nerviosismo. Tzuyu sonrió satisfecha y extendió su mano para que la mayor la tomara, Sana la tomó luego de unos segundos, diciéndose a sí misma que podría acostumbrarse a esas sensaciones que no le producían placer, sino que una indescriptible emoción.

Sana
Mamá, me quedaré en casa de Dahyun, regresaré temprano, ¡lo prometo!

La señora Minatozaki leyó el mensaje un poco sorprendida, pero no le tomó mucha importancia, conocía a la señora Kim muy bien, por lo que no tenía nada de qué preocuparse, no era la primera vez que la dejaba quedarse en otro lugar, confiaba en ella, y la dejaría aprovechar sus vacaciones, no hacía falta mucho para que terminaran.

Mamá
Claro, no te desveles mucho.

Sana sonrió y guardó el aparato en su bolsillo, tratando de que la conversación que escuchó en la cocina no le afectara, dejándose llevar nuevamente por la misma chica.

Dejándose llevar por una chica que pensaba en alguien más.

La reunión con sus amigas había funcionado a la perfección para alejar su mente de todo el problema que había surgido ese día, pero al encontrarse frente a la puerta de su casa, todo el nerviosismo llegó de nuevo, causando que su estómago se revolviera hasta el punto de que le doliera. Respiró hondo y exhaló, no tenía más opción que enfrentarlo, mentalizándose que no duraría mucho, que todo iba a mejorar eventualmente, no es como que fuera a durar para siempre. Luego de eso, iría con Nayeon sea como sea.

Al adentrarse a su hogar, todo estaba muy silencioso, caminó hacia la sala principal, encontrándose con su hermano quien sonrió con inocencia cuando la vio.

— ¡Jeong está en casa~! — gritó con la intención de que sus padres lo escucharon.

Los Yoo aparecieron minutos después en la sala con el semblante serio. La señora Yoo se sentó a un lado de Jeongyeon, mirándola con una expresión que no lograba descifrar, no entendía si estaba molesta o triste, y ambas opciones la hacían sentir culpable.

— ¿Por qué tienes fotos de esa chica en tu celular, Jeongyeon? — preguntó su padre con seriedad, siendo directo.

— ¿Por qué las publicaste, Jeong? — preguntó esta vez su madre, mirándola con cierta decepción — ¿Qué significa todo eso que está en tu celular?

Jeongyeon suspiró sonoramente, viendo la sonrisa en el rostro de su hermano.

En serio, ¿qué ganaba él con eso?

— Vamos, explícate — volvió a hablar su padre, viéndose aún más molesto, notándose el esfuerzo que estaba haciendo por no gritarle.

— Nayeon es una chica que conocí hace unos meses...— empezó a hablar, desviando su mirada hacia cualquier lado que no fuera al hombre frente a ella — Y hablamos muy seguido hasta que nos hicimos muy cercanas.

— Demasiado cercanas, diría yo — comentó Wooseok, arqueando una ceja.

— Jeongyeon, ¿te das cuenta de que ese no es el comportamiento de dos amigas?

— Lo sé, papá...— relamió sus labios con nerviosismo, sintiendo sus manos sudar— Ella me gusta — murmuró, casi inaudible.

— No te escuché, ¿qué dijiste? — el señor Yoo esperaba haber escuchado mal, en serio lo deseaba.

La señora Yoo, al lado de Jeongyeon se mantuvo en silencio, totalmente atónita ante las palabras que su hija menor acababa de soltar. No sabía cómo reaccionar al respecto.

— Nayeon me gusta, la chica que vieron en mi celular, me gusta. Yo jamás sería capaz de compartir sus fotos... Wooseok me quitó el celular y él hizo todo lo demás — habló con más fuerza y decisión, viendo como la sonrisa en el rostro de su hermano desaparecía.

— No... A ti no te puede gustar una chica — negó su padre, buscando en los ojos cristalinos de su hija alguna pizca de mentira, pero se veía tan herida y asustada que no le quedó de otra que asumir que hablaba en serio — ¡Es una chica, Jeongyeon!

— ¿Crees que no lo sé? Lo tengo demasiado presente, entiendo que estén enojados, pero antes de que digan algo más, les aseguro que no estoy confundida... No tienen idea lo que es tener que luchar con la manera en la que te sientes, es cansado — limpió sus lágrimas, negándose a levantar la mirada — Sé que las personas van a juzgarme, y a ustedes también... Y lo siento por eso.

— ¿Solo dirás que lo sientes? — el señor Yoo estaba furioso, no pasó tantos años educándola para que saliera con algo así, y se sentía traicionado — Los homosexuales no son perdonados, hija, ¿no tienes miedo de eso?

— Pasé asustada por eso un tiempo... Pero Nayeon es una buena chica, se los prometo.

— Es una cualquiera — dijo Wooseok — Solo mira las cosas que te dice solo por mensajes, además, esas fotos son tan de chica corriente — hizo una mueca de desagrado.

— ¡A ti qué te importa eso! — exclamó, no podía decir eso sobre Nayeon sin conocerla, nadie podía decir nada sobre ella.

— Wooseok, ¿tú publicaste las fotos desde el celular de tu hermana? — la señora Yoo le preguntó, viéndolo seriamente.

— No, fue ella, ¿no lo ven? — respondió con indiferencia.

Jeongyeon lloró con más fuerza, diciéndose a sí misma que jamás le haría algo así a alguien, eso no era correcto, además de que Nayeon le gustaba, no podría publicar fotos de la chica que le gustaba, la hacía sentir muy enojada que otras personas la hayan visto, incluyendo a sus amigas, aunque no lo demostrara, nadie tenía el derecho.

— ¿Por qué haría eso? — murmuró con un sollozo — No quiero hacerle daño... Ella no me ha hecho nada malo a mí tampoco.

La señora Yoo sintió su pecho doler al ver la manera en la que su hija lloraba con tanto sentimiento. Tomó su mano, llamando su atención.

— Sé que no lo hiciste tú — le dijo con voz tranquila, limpiando sus lágrimas con su mano libre. Como su madre, no podía verla sufrir así, y podía notar perfectamente el dolor por el que estaba pasando, defendiéndose tan desesperadamente para que le creyeran.

Ella sí le creía.

Jeongyeon la miró con ilusión, sintiéndose un poco más aliviada, sin embargo, la mirada acusadora de su padre aún la aterrorizaba.

— No quiero verte... Estoy muy decepcionado de ti, no quiero ni que te me acerques — habló el señor Yoo, levantándose del sofá — Y tú, debes conocer tus límites — se dirigió a Wooseok — Vete a tu habitación, los dos me decepcionan.

— Pero, papá — Wooseok se levantó, molesto — Yo no hice nada, siempre es Jeongyeon la que arruina todo.

— Cállate, ya no confío en ti — lo miró y luego se fue escaleras arriba hacia su habitación, escuchándose la puerta cerrarse con fuerza, causando que Jeongyeon se encogiera más en su lugar.

— Wooseok, estás castigado — habló la señora Yoo luego de unos segundos, el chico se giró hacia su madre, muy sorprendido — Lo que hiciste es grave, no sabes las consecuencias que podría traer hacer eso... Estoy muy decepcionada de tu comportamiento, ya eres mayor, no tienes por qué actuar de esa manera tan baja, ¿en serio lo encontraste divertido? — el mayor se limitó a llorar, más que todo por ser descubierto — No entiendo el por qué lo hiciste, pero ahora tu palabra no significa nada para mí, si has mentido con esto, no quiero saber en cuántas ocasiones hiciste lo mismo. Vete de aquí.

Wooseok limpió con brusquedad sus lágrimas y subió a su habitación, molesto porque nada salió como lo había pensado. No quería que sus padres desconfiaran de él, quería que siguieran orgullosos, que lo siguieran premiando por ser mejor que Jeongyeon, quería toda la atención de ellos, así como siempre. Pero luego de eso, sabía que no obtendría nada de eso de nuevo.

— Mamá... Lo siento — agachó la mirada, aún sintiendo la suavidad de su mano sobre la suya — No ha sido fácil para mí, ¿sabes? Sé que en nuestra religión es complicado, pero hay cosas que simplemente no pude evitar, estuve muy confundida durante un tiempo, luchando en contra de lo que sentía, sin saber qué hacer, pero Nayeon...— sonrió de manera inconsciente, sintiendo más ganas de llorar — Me hace sentir muy bien, no me siento triste y olvido por un momento que está mal la manera en la que me siento por una chica, porque créeme que lo entiendo...

— Está bien — asintió la mayor, sonriéndole débilmente. No podía obligarse a estar de acuerdo, no se sentía bien con todo eso, pero era su hija, ¿cómo podía hacerla a un lado? Acostumbrarse sería demasiado difícil — No te preocupes por tu padre, hablaré con él, sabes que te ama a pesar de su reacción.

— Dijo que no quiere tenerme cerca.

— Está molesto, por eso dijo eso — suspiró — Wooseok cometió un grave error, y lamento darme cuenta hasta ahora que muchas de las cosas que él dijo sobre ti, son mentiras.

— Siempre quiere hacerme de menos... Yo nunca me he metido con él.

— Ahora lo sé — acarició su mejilla con cariño — Dime más sobre Nayeon — le dijo, viendo sus ojos iluminarse de repente.

La señora Yoo tendría que hacer su mayor esfuerzo por su hija, hablaría con su esposo para que, a pesar de todo, su familia se mantuviera en paz sin hacer a un lado a Jeongyeon. Sabía que las personas dirían cosas sobre ellos, sobre que no fue bien educada y esas cosas que suelen decir cuando no estaban de acuerdo con algo, así que debían estar listos para cualquier cosa.

Jeongyeon merecía ser feliz, ella estaba consciente de eso.

N/A: Aqui termina la maratón por el cumpleaños de Minari <3. ¿Se esperaban esa reacción por parte de los papás de Jeongyeon?. Los leo <3

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top