✿Final✿

:・* Jazmín*:

Yoongi sentía su cuerpo doler en demasía, definitivamente necesitaba dormir unas veinte horas para recomponerse, pero esa idea no era una opción en ese momento, ya que tenía cosas más importantes que hacer.

El jardín de su madre seguía siendo igual después de veinte años, la casa seguía teniendo esa hermosura como la tuvo aquellos primeros días, sabía que todo era gracias a su progenitora.

Ese día era especial, por lo que quería hacer una visita rápida a su madre para comentarle lo que pasaría y también quería pedirle unas flores.

Su aventura de niños no había terminado después del beso que Jimin le había dado a Yoongi, pero las flores se volvieron algo más semanal, ya que la madre de Yoongi temía que su jardín quedara en ruinas por su hijo, por lo que acordaron el darle un ramo a la semana.

Contrario a lo que muchos pensaron, incluso sus propios padres, los dos pequeños no se alejaron ni rompieron la amistad por distancia o algún otro factor. Incluso, se habían vuelto pareja oficial a los dieciséis años, quince de Jimin.

Tuvieron sus peleas y pequeñas separaciones, pero nada fue lo suficientemente capaz de separarlos de forma permanente, ya que ambos mantenían esa chispa que desde pequeños habían creado, volviéndose más intensa cada día.

Por lo que sí, diez años de noviazgo eran algo de lo que alardear, en especial cuando llevas ese tiempo con tu primer amor.

Ninguno había sentido la necesidad de experimentar con otra persona, eran más que suficientes para el otro y eso lo tenían claro, después de varias peleas por inseguridades.

Pero ese día no era como cualquiera, por lo que debía tocar la fibra sensible de su novio para que todo saliera a la perfección y sabía que aquella fibra era su relación en la escuela, cuando dejaba las notitas frente la silla de Jimin.

―Madre, necesito unas tijeras y el guante de cocina―la adulta le miró con una ceja alzada y una enorme sonrisa.

― ¿No te da pena venir a quitarle flores a tu pobre madre? cuando eras pequeño estaba bien, pero ahora eres un anciano―Yoongi soltó una carcajada y miró a su madre con ojos pequeños, ignorando su comentario.

―Yo no soy el de las canas, mamá―la mujer rio fuerte y dejó un golpe en la espalda de su hijo, observando cómo este cortaba de mala forma las flores blancas.

―Ni con tantos años haciendo lo mismo aprendiste a cortarlas bien―Yoongi bufó y cortó como la tijera le permitió, enderezándose, viendo cómo las espinas se clavaban en el guante de cocina.

―Jiminie ama que las corte de esta forma, así que no me molestes―dejando un beso en la mejilla de su madre, entró para cortarle las espinas al tallo, teniendo bastante experiencia con aquella tarea.

― ¿Por qué no se lo pides como otras personas? una cena en un lujoso restaurante o con fuegos artificiales, no sé―Yoongi rodó los ojos con una sonrisa, sabiendo que recibiría esa riña.

―Papá te lo pidió en una gasolinera, no puedes decirme nada―Soora jadeó con una sonrisa, pero cuando iba a negar, la voz de su esposo en la cocina la interrumpió.

― ¡Pero le encantó y dijo que sí!

Cuando el ramo estaba listo, Yoongi tomó su maletín del trabajo y beso la frente de su madre, yendo a la cocina a despedirse de su papá hasta nuevo aviso.

―Suerte, cariño. Verás que aceptará―ambos padres vieron cómo su hijo se subía a su auto y conducía al que era su hogar con el chico de rechonchas mejillas.

Jimin no había cambiado y Yoongi se lo repetía las veces que fueran necesarias, su cara de bebé seguía ahí, igual que hace veinte años, lo cual se le hacía demasiado para su sensible corazón.

Al igual que Yoongi, Jimin no perdía ciertas costumbres, como el besarle cada vez que recibía un regalo, aunque sea algo insignificante, para Jimin era el mejor regalo del mundo. Ahora guardaba los pétalos de las flores que Yoongi le daba, teniendo una enorme caja de pétalos secos en el fondo del armario. Ahora que eran mayores, los besos no eran la única recompensa, pero de acciones privadas eran mejor no ser hablados en ese momento, porque su futuro esposo es todo un ser sentimental.

Sus manos se encontraban nerviosas cuando llegó a la que se volvió su hogar hace tres años, entrando y notando que Jimin aún no había llegado, ya que todo estaba en silencio.

Las patitas del canino se dejaron escuchar al fondo, sabiendo que Holly se había enterado de su llegada a casa.

―Hola Holly, te pido que hoy te quedes en la habitación, no quiero que te comas más flores―el canino fue elevado y alejado de las flores, ya que anteriormente había sido parte de la tragedia de las flores descuartizadas, gracias a la mandíbula de Holly. ―bien, cuando Jimin venga podrás irte a la sala.

Bajó los escalones nuevamente y dejó las flores con la pequeña nota sobre la mesa del comedor, sabiendo que Jimin primero iría a saludarle y luego buscaría el almuerzo que le dejaba preparado.

Encendió la televisión para matar el tiempo, intentando controlar el temblor que sus manos habían adquirido al pensar en lo que iba a suceder.

Una hora más tarde, Jimin llegó a la casa, corriendo inmediatamente a la sala, en donde Yoongi se encontraba.

―Bienvenido, mi amor―el pelinegro rio cuando el menor comenzó a dejar besos en sus mejillas, moviendo el rostro para poder juntar sus labios.

―Estoy que me muero del cansancio, Yoonie―el mayor sonrió al entender, al estar él en el mismo estado.

―Yo también...―abrazó fuertemente la cintura de su pareja y volvió a juntar sus labios, moviéndolos lentamente, siendo correspondido y abrazado por el cuello.

Un chasquido los separó y Jimin sonrió con las mejillas coloradas, pegando su frente a la de su pareja.

―Ve al comedor, te daré tu comida y podremos ir a tomar una larga siesta―Jimin asintió mientras sonreía por los pequeños besos que Yoongi dejaba en sus mejillas, separándose lentamente y caminando hacia el comedor.

Sonrió cuando a lo lejos vio las flores en la mesa, pensando en que jamás se cansaría de recibir aquellos detalle se Yoongi. Vio los Jazmín mal cortados y rio, oliendo las flores y suspirando, tomando la nota con su otra mano.

Al igual que aquel día, veinte años atrás, Jimin se mostró totalmente sorprendido al leer la nota, ya que al igual que hace años, no decía la misma frase de siempre.

"Para Jiminie.

¿Te quieres casar conmigo?

Con amor, Min Yoongi"

Cuando el asombro le permitió dar media vuelta, se encontró con su pareja arrodillado frente a él, mostrando una cajita negra con un hermoso anillo adentro.

― ¿Te gustó? ―Jimin sintió sus ojos llenarse de lágrimas, dejando las flores en la mesa y saltando hacia los brazos de su pareja, quien se había levantado para recibir a su tembloroso novio.

― ¡Claro que quiero!

Porque a pesar de ser algo que podría considerarse cliché, para Jimin era la mejor forma de dar otro paso con el que es el amor de su vida. Con quien experimentó las mejores partes de su vida y con quien terminaría su vida hasta que ya no pudiera más.

―Para Yoonie. Con amor, Jiminie―dijo el menor cuando se separaron del efusivo beso que compartían, retomando cuando nuevas lágrimas de felicidad brotaron de los ojos del menor.

mxyoongx.

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