#1002 Estupidez
Entraron al departamento de Yuuri con un sutil sonrojo alcoholizado en el rostro.
El lugar siempre se encontraba frío para Victor. Realmente su cabeza no comprendía del todo como es que alguien como Yuuri podría vivir en un lugar tan... vacío. Y no, no vacío de objetos, su lado japonés siempre lo llevó a tener muchos objetos simbólicos dentro de su departamento, pero aún así, todo era tan frío, tan solitario.
Nunca se atrevió a sacar un tema así con él, porque sentía que su propia mente no daría a basto para una conversación demasiado profunda. Se sabía estúpido y no quería demostrarlo.
De todas formas, siempre era más fácil, barato y bonito hacer reír a Yuuri con sus ocurrencias. Justo como ahora.
Su mejor amigo japonés había desaparecido en su propia cocina, y su olfato le tentó a ir por él. Sonrió cuando vio a Yuuri intentando llenar la tetera, con las manos temblorosas y sin lograr su cometido, probablemente, por estar sin lentes, o quizá, el alcohol.
Sin estar en un mejor estado, tomó la muñeca de Yuuri para ayudarle por fin a vertir el agua correctamente en la tetera.
Yuuri le miró desde abajo, por alguna razón se veía pequeño y aquello le hizo reír. Su amigo le miró extrañado, pero de igual forma sonrió.
—Oye —habló Victor con un inconsciente tono de voz pesado y algo bruto. Realmente no sabía que decirle, pero estar en silencio le aburría.
—¿Qué?
—Ya lo olvidé.
Yuuri le miró con el ceño fruncido unos segundos, para comenzar a reír a carcajadas.
—Casi olvido que estás drogado como la mierda. —dijo entre risas y acariciando su abdomen mientras buscaba un paquete de fideos en la alacena.
Victor se quedó mirando desde el marco de la puerta como Yuuri cocinaba. Con la cabeza y mirada pesada. No era satisfactorio comenzar a tener tanto sueño cuando quieres permanecer despierto. Mucho menos si quería alegrarle la noche a su amigo.
Yuuri parecía estar por acabar con la comida cuando notó que Victor se estaba derritiendo en la puerta, sus piernas incluso se habían doblado y por alguna razón terminó en forma diagonal. Su cabeza apoyándose de una parte más alta del marco.
No quería reírse, pero era precisamente lo que iba a hacer.
Logró exaltar a Victor con tanto éxito que tuvo que dar pasos largos para evitar que se fuera de boca al suelo.
Victor riendo contra el hombro de Yuuri, y este imitándolo con sus brazos rodeándole la cintura.
—Te amo, pero mis brazos están comenzando a temblar de sólo sostenerte. —murmuró Yuuri con un deje de preocupación en su voz al verse tan debilitado.
Al ver que Victor no reaccionaba, se las arregló para dejarlo sentado en el suelo, donde este le sonrió con una mirada adormilada.
El corazón de Yuuri burbujeando por la más pura ternura.
El japonés se encargó de llenar dos platos grandes con comida, algo contundente y suficiente para atacar el hambre de su amigo.
Ambos terminaron comiendo en el piso y en silencio. Sólo el sonido de los tenedores contra la porcelana era audible. Pero no era incómodo. Era acogedor, divertido.
—Lamento arruinar tu noche... —susurró Victor de pronto.
Yuuri ladeó el rostro con curiosidad.
—Sabía que llevabas un par de meses sin divertirte con alguien y arruiné tu oportunidad con Otabek.
Las mejillas de Yuuri hicieron presencia con un alegre tono rojizo.
—Créeme que no, él ya lo había arruinado antes de que llegaras —respondió de vuelta, a la vez que apoyaba su espalda contra un mueble de cocina. También abrazando sus piernas sin mucho ánimo—. Creo que tendré que ir al dentista para que extraigan el sabor de mierda que me dejó en la boca.
—¿Cigarros baratos? —preguntó Victor con una sonrisa divertida.
Cuando Yuuri asintió algo rendido por confesar algo tan deprimente, Victor se acercó rápido y se atrevió a sentarse sobre Yuuri, acomodando sus piernas a cada lado de su amigo.
Se miraron largos minutos. La mirada de Yuuri brillaba tanto y a Victor le asustaba.
Las manos del azabache se acomodaron en la parte baja de la espalda de Victor, acariciándolo con naturalidad. Mientras que el contrario jugaba con el borde del suéter negro de Yuuri. Parecía un niño aburrido.
—¿Qué se supone que haces? —preguntó Yuuri con una sonrisa ladina en su rostro. Un deje de voz auténticamente curioso.
—Perdón —sonrió—, me puse nervioso.
Después de ese largo lapsus, volvieron a mirarse. Yuuri ya no parecía al borde del llanto, aquello había sido reemplazado por una sonrisa demasiado sincera para su poca estabilidad mental.
—Victor Nikiforov —comenzó Yuuri—. Mentiroso profesional, persuador por naturaleza, coqueto por genética. Ladrón de botellas de vodka en el supermercado, capaz de correr una maratón por no ser atrapado por la policía. Rebelde de corazón y llorón por las injusticias. Victor Nikiforov, aquel que tiene por lema que está bien robarle a las grandes empresas, ¿nervioso? ¿tú? —Yuuri comenzó a reír, afianzando el agarre en las caderas del contrario.
—Olvidaste algo.
Yuuri formuló un sonido curioso, esperando una respuesta.
—Soy débil ante una sonrisa como la tuya. —susurró, dejando que su largo flequillo le protegiera un poco.
Estaba esperando una carcajada por parte de Yuuri, o que quizá se preocupara por ir a buscar un termómetro que meterle por el trasero si era necesario para saber si tenía fiebre. Cualquier opción hubiera estado bien antes que sentir que era empujado hacia el cuerpo del contrario, en busca de más contacto.
Ambos sintieron la acción como demasiado acalorada para ser normal, pero se dejaron estar. Era cómodo. Era agradable.
Yuuri se atrevió a salir de su sorpresa por la anterior confesión por parte de su amigo para dedicarle una sonrisa tentativa.
Esperó tener las manos tibias para poder acariciar el rostro de Victor y retirarle el flequillo con lentitud.
—Mierda, Yuuri —susurró con la voz ronca y baja—, esto es demasiado romántico para mi gusto.
Yuuri bufó divertido e inevitablemente rodó los ojos.
—¿Entonces qué quieres? ¡Estás aquí, sobre mí, con una expresión tan dulce que no puedo evitar tratarte como una chica!
—Bésame, tócame, no sé, ¡haz algo, estúpido de mierda!
Se regalaron una mirada con un deje de odio antes de que Yuuri -secretamente enojado por haber sido llamado de forma insultante-, estirara su cuello para alcanzar los dañados labios de Victor.
Ah, mierda...
Por alguna razón, Yuuri sentía que había estado esperando esta estancia por mucho tiempo, o al menos aquella vez que escuchó a Victor contarle su primera experiencia sexual con una chica algo experimentada, lo sintió.
Por su cabeza pasó la imagen de los labios de Victor hinchados y con un coágulo pequeño de sangre interno en estos. Ella había sido una salvaje.
Por otra parte, Victor no estaba sorprendido por la suavidad del contacto. Pero sí le asustaba lo mucho que le gustaba. Por primera vez no era alguien que deseaba arrancarle los labios. Sentía que había hecho lo correcto.
De alguna manera, habían logrado abrir una puerta que parecía sin llave dentro de sus mentes.
🖤🖤🖤
Veeeerga, hace mil que no escribía fluff y por alguna razón terminé muy feliz por hacerlo♡.
No hay mucho que decir, saben lo que viene a continuación.
¡Gracias por leer!
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