Capítulo 7

— ¿Qué les parece ir a pescar ahora que todo rastro de hielo y mal tiempo desapareció? — Preguntó Yoongi mientras terminaba de darle una última calada a su cigarrillo. — Hace mucho que no nos reunimos fuera del instituto, siempre uno de nosotros tiene algo que hacer o nuestros padres simplemente no nos liberan. Debemos aprovechar este fin de semana que la ciudad está de fiesta y todos querrán participar en el centro.

Tanto Jungkook como Taehyung se observaron disimuladamente ante la pregunta establecida. Claramente no querían desestimar su invitación pero ellos también deseaban aprovechar el tiempo para encontrarse solos y no tener que limitarse por su entorno. Entre las redadas políticas, sus obligaciones familiares, la escuela, el tiempo que tenían para permanecer solo ellos era casi nulo.

— Yo debo ayudar a mis padres este fin de semana, ya sabes que las fiestas son ganancias para ellos y su restaurante pero te dejaré saber si puedo librarme. Seguro tu nana pasará por allá, te mandaré un recado con ella. — Mencionó Jungkook acariciando sutilmente la pierna del rubio.

— Yo deberé acompañar a Seokjin y a mi padre a la fábrica, pronto habrá un convenio estatal con todos aquellos que se dedican a la siderurgia y nosotros como impulsores principales de la reconversión industrial en la zona debemos estar presentes sí o sí. — Agregó Taehyung notando el evidente cambio de semblante en el pelinegro.

Quizás porque ya había escuchado demasiadas frases similares durante el último tiempo pero aquello no lo tomó por sorpresa, tampoco le pareció creíble o se inmutó por ello. Yoongi se limitó a asentir pisoteando la colilla del cigarro, levantándose sin volver a decir algo.

— ¿A dónde vas? — Cuestionó Taehyung temiendo que este se hubiese incomodado. — ¿Estás molesto?

—¿Por qué habría de estarlo? — Enarcando las cejas sacudió el polvo de sus pantalones, acomodó sus tirantes y gorro marrón antes de suspirar mirando hacia el muro que debía brincar para regresar al instituto. — ¿No piensan venir? Pronto sonará la campana, yo aprovecharé para ir al baño antes.

— Iremos contigo. — Afirmó el rubio ignorando la decepción en el rostro de su novio a sabiendas de lo que estuvo pasando por su cabeza en el momento que escuchó de su mejor amigo que este se marcharía antes. — Vamos.

Entre Yoongi y Jungkook ayudaron a subir a Kim, luego el castaño elevó al mayor y brincó para acompañarlos una vez que ambos estuvieron del otro lado. El custodio del centro los divisó, silbando con el silbato para llamarles la atención e indicarles que se detuvieran pero juntos corrieron a gran velocidad. Hubiesen sido atrapados si no fuese por el alma caritativa que los cubrió y ayudó abriéndoles una de las puertas en el área del comedor.

— Gracias. — Musitó Taehyung tratando de recuperar el aliento apoyándose en sus rodillas. — Nos salvaste.

— Gracias. — Agradeció Jungkook.

— Gracias por ayudarnos. — Terminó por decirle Yoongi al chico que miraba por la ventana controlando que no viniese nadie más. — ¿Nos conocemos? — Indagó confundido bajo la atenta y penetrante mirada tímida que le daba ese chico a él.

Ese chico rubio de dulce expresión le resultaba conocido pero no recordaba haberlo visto en el instituto con anterioridad. Miró a su alrededor cerciorándose de que lo observaba solo a él y comprobó que efectivamente era así. Los ojos de ese desconocido estaban únicamente centrados en él.

— Yo sí lo he visto ante, siempre nos cruzamos a la entrada, en el receso y a la hora de salida. — Comunicó Taehyung con una sonrisa ya recompuesto. — Eres del último año como nosotros, cierto?

— Puede ser del grupo de preparación para la universidad como Yoongi y Seokjin. — Interrumpió Jungkook.

— No, soy del último año como ustedes pero del segundo grupo. — Afirmó el otro estudiante desviando constantemente su mirada hacia el pelinegro.

— Bueno, yo me voy. — Avisó el mayor de todos caminando hacia la puerta pero justo antes de cruzarla fue tirado por uno de los tirantes. — ¿Qué demonios te sucede? — Se quejó cuando recobró el equilibrio mirando al apenado chico que aún sostenía uno de sus tirantes, mirándolo estupefacto.

— Lo siento. — Se disculpó liberándolo frente a su molesta mirada. — Mi nombre es Jimin Park. — Se presentó mientras jugaba con sus manos debido al nerviosismo.

Tal vez porque ellos estaban enamorados y veían el amor en todos lados o quizás era porque de cierta forma sabían que era posible el amor entre dos chicos que notaban en aquel rubio de notoria timidez ese sentimiento. En sus ojos se veía el gusto por Min Yoongi y ahora le quedaba claro a Taehyung el porqué de su continua vigilancia a cada momento del día que se cruzaban.

Más de una vez lo había atrapado mirándolos, siguiéndolos o simplemente escondido disimulando pero creyó que aquello no era más que su imaginación pero no. Aquello era el comportamiento de un chico enamorado que no se atrevía a acercarse a la persona que en silencio quería.

— Y me estás diciendo tu nombre porque...

— Porque me gustaría ser tu amigo, Min Yoongi. — Se apresuró a responder, escuchando justo en ese instante la campana que anunciaba el regreso a clases. El pelinegro lo observó algo contrariado porque pese a la imagen tímida que mostraba su osadía al acercársele le había llamado la atención. — ¿Podemos ser amigos?

Yoongi no respondió, solo llamó a sus amigos y se alejó del comedor, dejando allí parado al chic que pese a no obtener respuesta sonreía ampliamente. ¿Por qué sonreía cuando no le había dado una respuesta positiva? Eso era algo que el mayor no comprendía pero es que para Jimin el solo hecho de haber interactuado con él, verlo tan cerca e incluso haber sido capaz de tocar su tirante era motivo de sobra para brincar de feliz luego de tres años observándolo y amándolo en silencio.

A la salida del instituto recordando las palabras de Taehyung, buscó inconscientemente la presencia de la persona que sabía estaría observándolo, encontrándose con su mirada cuando menos lo esperó.

Sus botas carmelitas y medias blancas hasta sus rodillas. Una camisa blanca perfectamente estirada dentro de sus short de algodón azul oscuros, una corta corbata del mismo color y un gorro marrón muy parecido al suyo. Lucía gracioso, lindo incluso. El rubio se escondió rápidamente cuando se notó descubierto y él no pudo evitar sonreír.

— Siempre pareces estar de mal humor y ahora te ríes solo. Eres un sujeto difícil de comprender, Min. — Comentó Seokjin siguiendo su mirada sin encontrar nada. — ¿Qué miras?

— Nada, estoy esperando a tu hermano, ya debería estar aquí.

Como si lo hubieran escuchado, Taehyung y Jungkook aparecieron frente a ellos. Como cada día en la tarde, el castaño los acompañó hasta cerca de la mansión Kim, deteniéndose para obtener sus libros de regreso y devolverle el maletín de cuero que cargaba para él. Con sutileza rosó sus dedos cuando se lo entregó, disfrutando de su rubor.

— Hasta el lunes. — Se despidió alejándose con Yoongi.

— Hasta el lunes. — Correspondió agitando su mano con furor hasta que lo vio perderse en la lejanía y sus ojos entonces divisaron a su hermano. — ¿Por qué me miras así, Jin?

— ¿Sabes que es peligroso navegar en aguas desconocidas? Si no sabes navegar, no te lances a la deriva. — Comentó el mayor adelantándose, dejando a Taehyung completamente confundido.

+++

Pasar toda la mañana visitando los sitios de extracciones de hierro, siguiendo su traslado y proceso junto a su padre y hermano definitivamente no era algo que Taehyung deseó pero como bien decía su padre, esa era su obligación. Después de todo, serían Seokjin y él quienes heredarían toda la siderurgia Kim.

Su ansiedad fue algo que pudo disimular muy bien frente a la afilada mirada de su padre pero no nubló del todo a la de su hermano, quien comenzaba a preocuparse un poco por sus indebidos pensamientos.

Estuvieron de regreso en su mansión entrada la tarde, tomaron una merienda, ayudaron en las tareas y luego su madre les dio el resto del día libre, poniéndoles hora de regreso para la noche. Aunque el mayor deseaba seguir a su hermano y simplemente disfrutar de su tarde, él fue arrastrado hacia la casa de quien hacía pocas noches se había vuelto su prometida. No tuvo voz o voto en ello, al ser el primogénito le correspondía asumir la responsabilidad y por eso fue emparejado con la hija de un general austrohúngaro que le traería no solo descendencia, sino honor a su familia también.

Tan ansioso como había estado todo el día, Taehyung esperaba a la orilla del claro en el bosque que se había vuelto su lugar de encuentro con Jungkook. Partía continuamente diferentes ramas secas hasta que el sonido de varias pisadas a lo lejos lo hizo voltearse, encontrándose con un Jungkook sonriente que sostenía una gran cesta.

Se levantó a toda prisa y corrió hacia él, el castaño dejó caer la cesta para tomarlo entre sus brazos y abrazarlo fuertemente sin contención. Habían extrañado esa cercanía, poder tomarse su tiempo para abrazarlo sin interrupciones o miradas curiosas que podrían meterlos en problemas.

Los segundos fueron pasando convirtiéndose en minutos mientras ambos se perdían en su abrazo, sosteniéndose firmemente. Era tranquilizante sentir la cercanía, sus fragancias corporales, sus respiraciones y la temperatura dude sus pieles como si se ese fuera el lugar al que pertenecieran.

Lentamente, Taehyung fue poniendo distancia entre ellos, observando detalladamente a Jungkook con el uniforme que llevaba, sintiendo una extraña opresión en el pecho como si aquello fuera un mal augurio que desapareció en el instante que sintió el dulzor de sus labios embargando los suyos.

Un superficial beso que ambos permitieron se convirtiera en una profundo y tórrido, menos inocentes que los que compartían meses atrás. Sus lenguas se complementaban tan bien como lo hacían sus corazones y sus personalidades.

No era el beso en sí lo que anhelaban aunque no podían negar que también lo necesitaban, era el deseo de ser solo dos sin nadie más. Como una fuerza equivalente a las leyes físicas hasta el momento desarrolladas, sus sentimientos confirmaban cualquier teoría que del amor hubiesen inventado e incluso, crearon nuevas de las que ellos mismos no tenían conocimiento. No las conocían pero las sentían en cada poro de sus cuerpos como en ese instante.

— ¿Qué es esto? — Preguntó Taehyung tomando la cesta que el casta había recogido y colocado en sus manos. Con una sonrisa ladeada tomando su gorro entre las manos, el pelinegro le indicó tácitamente que la destapara.

¿Por qué aún seguía sorprendiéndose por todos los detalles que Jungkook tenía con él cuando desde que recordaba este siempre estaba haciendo algo para su disfrute, deleite o cubrir sus necesidades?

— Pobres flores, están casi marchitas. — Comentó sonriente tomando las tres flores colocadas sobre los platos preparados personalmente por Jungkook. — Me encantan las rosas alpinas.

Estos ejemplares lila de gran belleza y singularidad que crecían en los míticos Cárpatos y llegaban a soportar temperaturas increíblemente bajas, resaltaban ante el rubio por su aroma y sencilla belleza. Había algo en ese color que le despertaba tanto alegría como tristeza y a su vez amor. Era contradictorio pero las amaba tanto como en ocasiones le entristecía verlas.

— Lo sé, por eso las traje para ti. Tus flores preferidas y tu comida preferida preparada directamente por tu novio. — Dicha esta última palabra, Jungkook se sonrojó y Taehyung no se quedó atrás, asintiendo y volteándose con torpeza hacia la orilla en donde había estado esperando. — ¿Qué es eso?

— Yo también traje algo para ti. — Comentó entregándole una gran caja de cartón que sorprendió al pelinegro que se sentaba a su lado cruzando las piernas.

Como un niño Jungkook sonreía abriendo su presente, no era común recibir regalos de nadie y aunque la sola existencia del rubio para él era un precioso regalo, estaba realmente entusiasmado.

Una vez abierta la caja, lágrimas descendieron por su sonrisa antes de que se volteara para abrazarlo, tumbándolo sobre el césped y las hojas caídas de los árboles. Ambos reían emocionados y envueltos por el momento, compartiendo fortuitos e inesperados besos.

— ¿No piensas decirme si te gustó?

— ¡Me encantó! Con esto tengo para pintar por todo un año, te haré un hermoso retrato y pintaré muchas cosas hermosas que al menos se asemejen a tu belleza. — Comentaba contento incorporándose para observar las acuarelas, lápices, crayones, pinceles y una gran cantidad de hojas que aún olían a imprenta. — Muchas gracias, mil gracias...

— Tienes que pintarme bonito cuando lo hagas para que mi regalo valga la pena.

— Lo prometo.— Corroboró tomando una de las hojas con una tablilla que también había en la caja para apoyar junto a algunos crayones.

— Pero no me pintes a mí ahora, mejor capturemos el paisaje. — Fingió quejarse acomodándose atrás del pelinegro para abrazarlo mientras era testigo de sus manos mágicas en acción trazando y dibujando su entorno.

Amaba la forma en que sus ojos captaban todo, su cabeza y corazón procesaba cada detalle tan puramente que a la hora de plasmarlo sin esfuerzo lograba crear el más glorioso arte. Estaban en una época donde estudiar arte no era lo más adecuado para un hombre con una familia de clase media casi baja. Debía dedicarse a trabajar o prepararse en las milicias, esas eran sus únicas dos opciones pero le hubiera encantado verlo estudiando arte y vivir de ello.

— ¿Qué te parece? — Preguntó Jungkook mostrándole el dibujo recién hecho, elevándolo hasta encima de su hombro para que pudiese ver el rubio sentado a su espalda rodeando su cintura con piernas y brazos como un koala a un árbol.

— Hermoso pero... Si agregas un verde más fuerte aquí y aquí, sería una réplica exacta.

— No quiero una réplica, quiero la esencia que solo se puede sentir y percibir pero no ver del todo. — Contestó echándose hacia atrás, recostando su cabeza a su pecho.— Pero si quieres puedo hacerlo.

— No es necesario, así está perfecto, me encanta. — Elevó su su rostro, sonriendo ampliamente cuando los dedos ajenos juguetearon con su barbilla a su antojo. — Todo aquello que provenga de ti, que toques, que mires como lo haces con tus dibujos o conmigo, es maravilloso de la forma que está porque son hermosos y me encantan.

— ¿Te encantas? No sabía que podías ser un señorito tan ególatra, Kim.

— No es egolatría es la confianza que me da el reflejo de mi persona que veo en tus ojos. A través de ti, he logrado conocer no solo una imagen, sino una parte de mí que no conocía y por eso, te doy gracias. — Comentó en un susurró, inclinándose para depositar un tierno beso que el vibrante cuerpo de Jungkook profundizó.

Sus corazones se habían agitado un poco más de lo que lo hacían constantemente cuando estaban juntos. Era gracioso porque iban de la más grata calma a la más dulce intranquilidad cuando se acompañaban.

Sus besos escalaban y los pensamientos claros se volvieron difusos para esos muchachos que cursaban el último año de preparatoria. ¿Qué lo llevó a lo que ocurrió a continuación?

Taehyung no lo sabía con certeza pero mientras lo besaba y observaba su agitado pecho elevarse y regresar a su posición inicial, no tenía la menor idea de lo que estaba haciendo. A decir verdad, ni siquiera lo analizó correctamente, simplemente dejó su mano recorrer sus mejillas, cuello, pecho y abdomen mientras continuaba entregado a su beso.

En un momento el cuerpo del castaño estaba entre sus brazos, al siguiente él yacía sobre el césped entre los brazos de ese castaño que con amor lo besaba y delicadeza lo acariciaba. Besos que se fueron extendiendo hacia su mandíbula, hacia ese terso cuello enrojecido que lo saludaba feliz.

Envolviéndoles en sensaciones que juntos experimentaban por primera vez porque, aunque como jóvenes curiosos se hubiesen explorado aquí y allá, era su primera experiencia junto a alguien más.

— Kook... — Musitó sin reconocer su propia voz, moviendo sutilmente su cuerpo contra el contrario. — E-Espera...— Logró articular palabra cuando el castaño se alejó para admirar su rostro acariciando sus hebras resplandecientes con los rayos de sol que se colaban entre los árboles. — No me mires así.

—¿Por qué?

— Me da vergüenza cuando en una situación así me miras tan fijamente. — Admitió removiéndose por la incomodidad de su pantalón.

— Lo lamento. — Se disculpó alejándose pero fue atraído nuevamente por una ávidas manos que sostuvieron sus mejillas. — Está oscureciendo y no tenemos linterna o fuego que nos permita guiarnos en la oscuridad para salir de este bosque.

— ¿Ya? — Preguntó desviando su mirado al cielo azul que ya dejaba ver las estrellas y la creciente luna haciendo una mueca de decepción. ¿Por qué el tiempo había transcurrido tan rápido? Según el reloj en su cabeza llevaba ahí aproximadamente una hora aunque en realidad eran tres. — No me quiero ir.

— Todavía nos queda mañana domingo, la avaricia puede ser contraproducente. No perdamos lo que ya hemos alcanzado, si llegas demasiado tarde hoy, no podremos vernos mañana y posiblemente en varios días tampoco.

— Ya sé pero igual no me quiero ir, no quiero caminar. — Se quejó acomodándose nuevamente en el césped y tirando de Jungkook para abrazarlo.

— Así que estás perezoso y no quieres caminar, ¿deseas que te cargue? — Taehyung asintió y él no pudo evitar sonreír.

Recogiendo todos sus regalos y restos de comida, los envolvió en la cesta de madera que enganchó en su cuello con todos los utensilios de pintura adentro para quedar libre de brazos. El rubio brincó a su espalda y entre risas que cesaron dándole paso a un cómodo silencio, se aventuraron con cuidado a salir.

Desde ese lugar, todo se veía más hermoso, es como si estuviera en la torre de un gran castillo viendo toda una nación a sus pies, como si ellos dos fuesen los reyes que lo dejaron en libertad tras independizarlos de un yugo opresor.

— Pesas... —Se quejó Jungkook cuando ya estaban cerca de la civilización. Había comenzado a resentir sus piernas desde mediado de camino en el bosque pero le agradaba tanto tener al rubio cerca de él. — ¿Ya puedes caminar?

— Puedo pero no quiero. — Protestó apoyando su mejilla sobre su coronilla. — No quiero caminar, aquí estoy cómodo.

— Taehyung...

— De acuerdo, bájame. — Accedió vencido, sonriendo cuando brincó y lo abrazó, siendo automáticamente correspondido.

Aún estaban lejos del pueblo como tal y aunque ya estaba prácticamente oscuro, aún había una muy leve claridad que los envolvía cuando el rubio se aventuró a besarlo en medio de su abrazo. Cada despedida era inmensamente triste, mismo si sabía que lo vería al día siguiente, sentía que su tiempo junto no era suficiente, que era muy poco.

— ¿Taehyung? — La voz a sus espaldas los sorprendió haciéndolos separar con rapidez.

En ese instante sus mundos se detuvieron, creando una catástrofe al colisionar uno con otros dejándolos vagando en un universo de miedo e infinitas preguntas acompañadas de respuesta. Para el aludido fue una sorpresa total ver frente a ello a su hermano mayor con un rostro que no podía descifrar.

¿Molestia, perturbación, asco, confusión? No lo sabía pero no veía como era de esperarse, nada positivo en él. Sin medirse, el mayor dirigió su puño hacia el mentón del castaño que aún pudiendo frenarlo o evitarlo no se movió más que para colocar a Taehyung detrás de él.

Estaba acostumbrado a recibir palizas de la vida, lo le importaba recibir una más de parte de Kim Seokjin si con esto defendía lo único que realmente le importaba, al hombre que él amaba. Cuando el segundo golpe llegó, lo único que hizo fue apretar con mayor fuerza la mano que sostenía, escupiendo aquella mezcla de saliva y sangre que se había formado en su boca.

— ¡Detente! — Exclamó Taehyung para detener a su hermano, intentando dar un paso adelante pero le fue impedido porque el castaño no se movió un solo centímetro y no permitió que este lo hiciera.

— Sabía que mezclarte con personas de clase más baja de raras costumbres tarde o temprano te traerían graves consecuencias. ¿Qué se supone que esta aberración, Taehyung?¿Sabes que esto es un pecado a ojos de Dios y todos los creyentes? A ojos del mundo esto es incorrecto en todos los niveles, dos hombres...

— Seokjin... — Interrumpió el menor con terror, estirando sus manos para alcanzarlo pero su hermano dio varios pasos atrás mirándolo con desprecio, asco.

Decir que su corazón dolía mientras recogía sus manos era poco, sin poder evitarlo dejó sus lágrimas correr. Negando con su cabeza totalmente sobrepasado por la imagen contemplada, el mayor de los Kim se alejó de ellos sin mirar atrás. Taehyung se dispuso a seguirlo y aunque el castaño intentó detenerlo, este se liberó y corrió detrás de Seokjin dejándolo con su mano estirada y preocupado.

Miles de hipótesis e ideas por segundo recorrían el cerebro de Kim Taehyung mientras caminaban hacia su casa. Su hermano no le dirigió la palabra y por muchos intentos que hizo en un comienzo por hablar, no logró decir una palabra.

— Jin...— Tiró fuertemente de su camisa justo delante del portón de su casa, necesitaba decir algo, si su hermano hablaba, si le decía a sus padres lo sucedido, no tenía la menor idea de lo terrible que podría ser sus reacciones o las consecuencias de sus actos. — Por f-favor.

— Entremos...

Esa noche, el mayor de los Kim no dijo nada aunque se lo planteó. Sentados todos en la mesa, debatió si debía decir algo o no pero cada vez que desviaba la mirada de su estoico padre a la pequeña cabra asustadiza de su hermano, terminaba con el mismo veredicto. No lo entendía pero tampoco se atrevía a decir nada aún, no podía, debía pensarlo con detenimiento.

Esa noche ninguno se dirigió la palabra y al día siguiente, tampoco. Taehyung optó por mandarle un recado con Yoongi que los fue a visitar. Por suerte, este fue para preguntarle si realmente harían algo pero tras decirle que aún estaba muy ocupado y que se divirtiera con Jungkook, permaneció en la casa sin atreverse a hacer el mínimo movimiento.

Angustiado, preocupado, aterrado, esos eran algunos de los adjetivos que describían cómo se sentía el menor en esos momentos en los que abrazado a la carta enviada por Jungkook, se refugiaba en su cama. Por alguna razón, acostado ahí se sentía levemente refugiado y consolado por sus sábanas aunque lo único que sinceramente deseaba era correr a los brazos de Jungkook y escuchar sus palabras o simplemente, estar junto a él.

En lunes en la escuela, las única palabras que intercambió con el castaño fue durante el receso porque ambos evitaron cruzarse con Seokjin en la mañana por lo que Jungkook llegó mucho antes y lo esperó en su aula. Lo puso al corriente de lo que estaba sucediendo, pidiéndole un poco de tiempo hasta que las cosas se tranquilizara a lo que el castaño accedió, no sin antes dejarle saber que estaban juntos en todo lo que ocurriese.

Esa noche, después de la cena y tras muchos pensamientos que lo mantenían en perenne incertidumbre, Taehyung tomó el riesgo de ir a la habitación de su hermano.

— Vete de aquí. — Habló frío y distante Seokjin manteniendo su mirada en el libro cuando notó la presencia de su hermanito.

No entendía por qué estaba tan molesto con él, de soslayo lo miraba y era él, su hermano menor, seguía luciendo igual, era la misma persona pero luego rememoraba la imagen de dos días atrás y su cabeza se volvía un caos.

— Jin...

— ¿Qué sigues haciendo en mi recámara? Ya te dije que te fueras, largo o voy a gritas, si tienes claro la explicación que le darás a nuestros padres cuando el explique el motivo por el cual no te quiero ver, entonces quédate. ¡Largo! — Exclamó firme y con nuevas lágrimas en sus hinchados ojos, Taehyung asintió, dándose la vuelta para marcharse. — ¿Cómo es posible? — Preguntó antes de que abandonara su habitación.

— ¿Cómo es posible qué?

— Lo que vi...

Sintiendo una leve esperanza por el bajo y tembloroso tono de su voz, el menor cerró la puerta para regresar sobre sus pasos. Ya al lado de su cama, se mantuvo en pie hasta que revoleando sus ojos y exhalando con pesadez, Seokjin recogió sus piernas e hizo lugar para él.

— No sé bien cómo explicarte, simplemente me enamoré y sucedió. Nuestra convivencia diaria, su forma de ser, su físico, sus ojos, su sonrisa... Fue un cúmulo de muchas cosas que no pudiera enumerar jamás. — Confesó sonriendo, notando aún la estupefacción en el rostro contrario.

— ¿Te gustan todos los hombre?

— ¿Te gustan todas las mujeres? — Jin arrugó el entrecejo y murmuró. — Nos gusta una persona, eso es todo. Hasta el momento no me he sentido atraído por nadie más, ni mujer ni hombre. Es Jungkook la primera persona que me llamó la atención de ese modo.

— Esto me tiene confundido, contrariado, Tae. Eso que dices no puedes ser, estás confundiendo amistad con algo más, tiene que serlo. — Debatió rápidamente.

— No lo estoy, no existe confusión en mi sentir, si algo tengo claro es que lo amo con mi vida Seokjin. Realmente te entiendo, y-yo también tuve que pasar por un proceso para admitir y aceptar que me había enamorado del muchacho más maravilloso. Por eso, no te pido nada, solo que no me apartes de ti y no digas nada.

Por un lado estaba el deber y las enseñanzas inculcadas, por el otro, estaba la calidez que esas palabras le transmitían, su amor de hermanos. Sin importar qué fuera, no podía echarlo bajo las ruedas de un carruaje de esa manera. Debatió consigo mismo observando los angustiados ojos contrarios, sintiendo el silencio de su cuarto gritar.

— Por favor, Jin, guárdame este secreto. Te lo suplico.

— Lo haré. — Habló por fin logrando arrancar del menor la mayor de las sorpresas. — De mi boca no saldrá nada pero te dejaré algo claro, Tae. Si en algún momento te descubren y llega a saberse, no tomaré tu lado y me mantendré al margen.

— Mientras que tú no me delates, odies y nos sigamos queriendo como hermanos, no pediré nada más. — Comentó mostrando su amplia sonrisa mientras que Seokjin elevaba las comisuras de su boca. — ¿Puedo abrazarte?

Desde hacía dos noches atrás cuando su hermano lo apartó mostrando repulsión, se sentía morir. Esa imagen en donde era rechazado y repudiado lo azotaba sin contemplación, por eso, poder volver a abrazar a su hermano, que este le correspondiera, le devolvía el oxigene faltante.

— ¿Puedo dormir aquí?

— No abuses... Además, tu cama es más grande.

— Entonces duerme conmigo allá. ¿Hace cuánto no dormimos juntos? — El mayor sopesó la idea unos segundos y, cuando tomó su almohadón, Taehyung sonrió victorioso.

Para su madre fue una sorpresa verlos después de tantos años ir de una habitación a otra pero sonrió y no les dijo nada, solamente los interrumpió para llevarles dos vasos de leche tibia así como para recordarles que lavaran sus dientes antes de irse temprano a la cama porque al día siguiente tenían escuela.

— Te quiero, Jin.

— Todo esto es algo que aún no entiendo pero si realmente eres feliz, yo también me alegro. No dudes que te quiero aunque no comparta tus ideas.

👋🏾
Los he extrañado mucho por eso hice todo lo posible para pasarme por aquí un momento para pese a que realmente estoy muy ocupada.

Quizás muchos no leyeron mi aviso en mi estado porque me han dejado varios comentarios y mensajes pero, he avisado que debido a problemas familiares y personales estaría algo distante y no podría escribir frecuentemente. Hago todo lo posible por no perderme por completo pero pido su comprensión. 🥺

Lamento que deban esperar tanto por mis actualizaciones últimamente pero no puedo hacer más.
Posiblemente hayan notado que este capítulo tiene varios errores pero ni siquiera me ha dado tiempo para revisarlo...😩
Espero que todos estén bien, les envío un beso grande.
LORED
💜💜💜

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