Capítulo 3
Tras la petición del forastero, Kim Taehyung aceptó hacerlo pasar del todo a la antigua casa de su antepasado casi de manera reverencial. Era la primera vez que alguien llegaba pidiendo algo más que un alojamiento, tampoco le habían preguntado por sus familiares así que de cierta forma era agradable tener a alguien que se preocupara e interesara por personas que llevaban muertas más de un siglo.
Él mismo que era un descendiente directo jamás tuvo interés por saber que fue de su bisabuelo a pesar de que a él sí llegó a verlo cuando era un niño. Mucho menos se preocupó por saber de su tatarabuelo o su hijo pues nunca se habló de él y lo poco que su padre le dijo no fue de relevancia. Que un extranjero llegase a interesarse por su familia le causaba curiosidad.
Bueno, eso y que el sujeto era de lejos lo mejor que había pasado por allí en años. Era indiscutiblemente atractivo, misterioso inclusive y eso llamaba más su atención.
Mirando cada detalle de la casa porque creía que en cualquier sitio podía existir una pista, el castaño fue avanzando despacio. No pasó por alto que habían reformado todo el lugar, carecía de estética e incluso podía decir que era feo pero tenía cierto encanto y sabía que en el arte se guardaban muchos sentimientos, significados e historia.
Camino a la habitación, una de las pinturas de las paredes llamó su atención. Se trataba de una representación de un molinero, el símbolo de la familia Kim. Definitivamente estaba en el lugar correcto, cada poro de su cuerpo se lo gritaba.
Gracias a que la habitación no estaba ocupada, el rubio le permitió visitarla sin problema. Cuando por fin le abrió la puerta, sintió su respiración cortarse al ver delante de él la habitación de Jungkook. Quien lo escoltaba tampoco entendió el extraño escalofrío que lo recorrió, esta vez, más fuertes que las anteriores.
Desde niño, jamás le gustó esa habitación, le daba miedo y jugaba por toda la casa menos ahí. De adolescente su madre quiso darle ese cuarto pero lo rechazó automáticamente se sentía mal, cada vez que entraba allí quería llorar o se ponía de mal humor por lo que la dejaba para los huéspedes y hacía que la señora que lo ayudaba con el mantenimiento se ocupara de ella.
Permaneció en la puerta mirando el lugar, viendo también como el castaño caminaba anonadada dirigiéndose hacia la ventana. Parado en aquel lugar, Jungkook pudo adivinar el lugar de la calle desde el que su antiguo yo pintaba su cuadro. Por inercia levantó su mano como si él fuese el difunto Kim Taehyung despidiéndose de Jungkook, quien acababa de salir de su casa y se giraba para saludarlo con una sonrisa.
Su pecho se apretó cambiando la sonrisa por una mueca volteándose para mirar al dueño del lugar. Hicieron contacto visual, sus miradas se quedaron enganchadas por más de un minuto en el que Jungkook decidió que no se podía ir. Al diablo su tren a Bucarest que salía en un rato. Al demonio sus clases, la universidad, a la mierda todo.
Se apresuró hacia donde el rubio permanecía parado, sorprendiéndolo cuando se detuvo demasiado cerca, casi rozando su rostro. Corrigió su postura y con el corazón bombeando a mil, se alejó un poco tomando una decisión que no podía cambiar.
— Creo que me quedaré a dormir aquí esta noche, de ser posible, me gustaría esta habitación. — No se iba a ir a ninguna parte.
Como si ya sospechara que él le diría eso y terminaría alojándose allí, el rubio sonrió. — Me alegro que hayas decidido quedarte porque tengo algo que enseñarte y vas a necesitar tiempo para examinarlo.
Siguió al propietario hasta una puerta cerrada con llave. Tras ella, había una habitación más austera que el resto de las que había visto de soslayo. Dedujo que no estaba destinada a los huéspedes del hotel con solo ver su aspecto. Habían varios armarios, arcones y muebles de diferentes estilos.
Taehyung abrió uno de los armarios sintiendo como su pulso se descontrolada como el día que descubrió aquello, creando sus ojos fuertemente para calmarse, inhalando y exhalando profundamente. Del mueble sacó una maleta que colocó encima de un arcón.
— Si quieres, puedes examinar su contenido. — Le dijo con cierto nervio haciéndose a un lado sin dejar de mirar aquella maleta que solo una vez abrió por curiosidad.
No le costó mucho a Jungkook comprender la importancia de aquella maleta en mal estado. Al lado de la empuñadura habían dos iniciales que aún se podían ver con claridad. "KT" Kim Taehyung...
Mientras se relamía sus labios y buscaba tranquilizarse, calmar esa ansiedad repentina que estaba sintiendo, Taehyung se mantuvo observándolo con atención. Jungkook no sabía se le divertía o incomodaba que hurgara en el pasado de su familia de esa manera pero realmente eso no jugaba un papel importante en esos momentos.
— ¿Puedo tomarte también una foto? — Al ver la reacción contraria, hizo que el castaño pusiera los pies en la tierra, dándose cuenta de que aquello podía haber sido demasiado.
— No, no, no, no, no, no... — Se negó rotundamente el rubio agitando sus manos retomando la seriedad de un comienzo.
¿Por qué demonios ese hombre quería tirarle fotos? No le interesaba aparecer en cualquiera que fuese esa investigación. El coreano no insistió y eso le dio alivio. Lo veía aún de espaldas contemplando la maleta como si fuera el más valioso tesoro, los restos de un naufragio que las olas hicieron llegar a sus pies en una playa remota.
Ambos desconocían lo que verdaderamente podrían encontrar allí dentro, ¿estarían ahí las respuestas que el castaño había estado buscando?
Cuando el sonido les dejó saber que la maleta finalmente estaba abierta, Taehyung se fue acercando lentamente, viéndolo como tocaba con sutileza las carpetas, papeles u otro pequeño maletín.
— Sinceramente creo que las carpetas son irrelevantes ya que no tienen ningún interés para ti por lo que me has dicho que vienes investigando. En el maletín pequeño del interior está todo lo que necesitas. — Musitó bajo la atenta mirada que se debatía entre él y el contenido de la maleta.
¡Eureka!
¡Fotos! Docenas de fotos de todos los tamaños, temas y épocas. Un montón de momentos inmortalizados en celuloide, caras anónimas, paisajes exóticos, instantáneas familiares... ¡Había absolutamente de todo!
Aparentemente las fotos llevaban años ahí guardadas. Según la información que el propietario le fue dando, Jungkook supo que la mayoría las encontraron cuando reformaron el hotel. Las metieron en el trastero para organizarlas algún día, al final su padres murieron y él no tuvo interés en ello por lo que ese día nunca llegó.
— Estoy seguro de que habrán fotos de principios de siglo, puedes buscarlas.
— ¿No desea verla? — El rubio negó con una sonrisa. — ¿Puedo preguntar por qué?
— Vi alguna superficialmente cuando las encontraron pero por alguna razón todo lo relacionado con mi antepasado me da nostalgia, me entristece o molesta. No sé por qué pero simplemente es así. — Se encogió de hombros mirando perdido hacia la ventana por largos segundos hasta que agitó su cabeza y volvió a observar al castaño que también se había quedado embobado mirándolo.
Rascó su nuca algo nervios y abrumado cuando comenzó a sacar las fotos con temor de no estropearla. Ahí podían haber tranquilamente doscientas o trescientas fotos. Podía pasarse horas examinándolas. Taehyung vio sus expresiones y no pudo evitar reír ganándose una mirada del castaño que mordía su labio algo frustrado pero con evidente entusiasmo en su mirar.
— Cuando te canses, puedes bajar a cenar al restaurante. Serán cuarenta euros por la noche, quince más y se incluye la comida junto al desayuno. — Dicho esto, el rubio se fue pero Jungkook permaneció pensativo durante un tiempo dado que él en ningún momento le pidió su identificación o algún documento.
Se sorprendía por esto pero a su vez le alegraba porque no sabía cómo reaccionaría si le dijera que su nombre era exactamente como el de la tumba. Un temor quizás un poco absurdo pero igual no se arriesgaría. De poder evitarlo lo haría y si no le quedaba más remedio le diría quién era. Mientras tanto, tenía fotos que observar, ya después se encargaría incluso de llamar a sus padres para indagar si algún familiar de ellos vivió en Europa, en Rumania con más exactitud.
Cuando sacó hasta la última foto del maletín, se puso a clasificarlas con detenimiento y antes de darse cuenta, la noche bañaba por completo la ciudad. Parecía un maniaco encerrado en aquella habitación en el centro de Transilvania empeñado en encontrar una historia de amor por eso era lo que sus instintos le decían. Esa tarea le tomo más tiempo de lo esperado pero algo le decía que valdría la pena.
Ya pasaban las diez de la noche cuando apenado bajó al restaurante, encontrándolo a media luz con solo el propietario sentado en una de las mesas comiendo en silencia. Al sentir su presencia, Taehyung levantó la mirada, soltó la carne que sostenía en una mano y se las limpió.
— Creí que no bajarías a cenar, tienes suerte de que todavía esté por aquí. — Comentó mientras le servía.
— Lo siento, perdí la noción del tiempo mientras organizaba las fotos, son muchísimas.
— Fue algo que supuse y esperé cuando te vi tan entusiasmado mirándolo todo. — Dijo c
Era posible que ya no fueran una familia poderosa y que no tuvieran la misma posición y dinero pero el rubio a los ojos de se movía con la gracia y elegancia de alguien de aquella época. Sus facciones también eran únicas, sencillas pero llamativas y atractivas, una belleza inigualable para otro hombre.
Jungkook siempre supo que le atraían tanto hombres como mujeres aunque el gusto no se manifestara del todo. Cuando miraba a las parejas la nostalgia se manifestaba y a veces se preguntaba si él podía llegar a sentir un amor verdadero como los que al comienzo plasmó en sus cuadros. Podía ser también ese el motivo tras su empeño en encontrar algo que evidenciara la relación entre los difuntos que llevaban sus nombres, la idea de que al menos alguien llamado como él haya vivido un amor tan grande como para terminar enterrado junto a la persona amada.
Comieron entre conversaciones triviales que le ayudaron a conocer no solamente el árbol genealógico completo de su aquella familia hasta los abuelos de Seokjin y Taehyung Kim. De alguna forma también supo que el rubio era soltero y que había consagrado su vida a cuidar de ese lugar. Para el momento en que decidieron ir a sus respectivas habitaciones, ya pasaba la media noche. El hecho de que dos extraños cenaran juntos y conversaran por más de dos horas fue algo que ninguno esperó.
Sumido en la oscuridad de su cuarto, Taehyung dio infinitas vueltas procurando conciliar un sueño que se negaba en llegar. Le intrigaba el hombre que se estaba hospedando en su casa en ese invierno donde el turismos siempre era casi nulo. Su llegada, el motivo para esta y todo en él revoloteaba en su cabeza despertando incluso una curiosidad por sus antepasados que murió en su niñez. Su padre le dijo que estaba prohibido hablar del hombre por el cual fue nombrado, a su abuelo no le agradaba cuando salía a relucir el tema por lo que la familia simplemente lo dejó en el olvido como alguien inexistente.
Se levantó buscando sus pantuflas, decidiendo descender para servirse un poco de leche caliente y volver a su cama pero se sorprendió al ver al huésped deambular, observando las pinturas de las paredes con la linterna de su teléfono.
— ¿Qué haces? — Preguntó encendiendo las luces del pasillos, viendo la hombre tensarse por haber sido atrapado infraganti. — No encontrarás nada en estas pinturas, fueron mandadas a hacer por mi abuelo hace bastantes años ya.
— Eso creí pero igual son interesantes. — Contestó guardando su teléfono. — No podía dormir, fue por eso que salí para relajarme un poco porque creo que la ansiedad es lo que prohibe que el sueño llegue a mí.
—Creo que eso es algo que ambos compartimos hoy, el insomnio. — Sonrió el rubio pasando por delante de él. — Voy a prepararme un poco de leche caliente, si deseas puedo hacer para ti también.
— Oh... G-Gracias. — Musitó siguiéndolo de cerca hasta el restaurante.
Los dos encontraban cómoda la compañía del otro aunque estuvieran hundidos en el silencio. Varias veces se encontraron mirándose fijamente, desviando sus miradas poco después para darle un sorbo a sus bebidas pretendiendo que esa extraño atracción no existía para terminar repitiendo el ciclo una y otra vez hasta que no quedaba nada en sus tazas y, aún así, continuaron en silencio durante otro rato.
— ¿Podría ver la foto del cuadro que me mostraste antes? — Taehyung hizo su pregunta con cierto temor pero, cuando el castaño asintió salió de su asiento para ocupar el que se encontraba vacío a su lado. — ¿Puedes creer que no tenía conocimientos sobre este cuadro en donde aparece mi casa? — Sonrió tomando el móvil que le brindaron, tensándose un poco cuando sus dedos se rozaron.
Ambos sintieron esa corriente que su tacto provocó pero ninguno dijo nada, perdiéndose entre los trazos y colores escasos muy cerca del otro. A veces, Jungkook lo miraba de soslayo, conteniendo una sonrisa que era evidente en la forma tan sutil en que sus comisuras se elevaban. Desde ese ángulo, la piel del rubio se veía tersa y una suave aroma lograba invadir sus fosas nasales.
Taehyung también lo observó varias veces, la cercanía que él mismo propició lo ponía nervioso y tranquilizaba a la vez, algo contradictorio a lo que no le dio mucho pensamiento. Permaneció viendo esa pintura con detenimiento hasta que sus lágrimas cayeron sobre la pantalla y al castaño se percató de su llanto mudo.
Sin pedirle permiso y como si no tuviera control sobre sus acciones, llevó su mano izquierda hasta sus mejilla derecha para limpiar con el pulgar esas lágrimas que corrían desinteresadamente. Su toque no fue rechazado, esto solo propició un intercambio de miradas confundidas mientras que Jungkook se volteaba ligeramente para limpiar con su otra mano la otra mejilla, extendiendo ese acto y sus caricias.
Tal vez era porque estaba sensible, porque ese hombre era mortalmente atractivo o porque sus caricias se sentían tan bien como si perteneciesen a su cuerpo pero Taehyung no pudo rechazarlo. Muy por el contrario, se entregó a ese toque sutil. Las manos del huésped parecían témpano de hielo pero a su vez se sentían tibias sobre su piel. Su contacto se sentía correcto, puro y tranquilizante.
Instintivamente se echó hacia adelante sin romper el contacto visual al comienzo pero guiando sus ojos hacia aquellos labios rosáceos que se entreabría como si hicieran una tácita invitación que él aceptó. Decir que una parte de Jungkook e incluso Taehyung se sorprendió, era poco pero ninguno se distanció, por el contrario, permitieron que sus labios se encontraran y poco a poco se saludaran, se conocieran.
¿Estaba mal sentir que ya se conocían desde hacía mucho tiempo cuando no tenían ni veinticuatro horas de haberse visto por primera vez?
Ninguno lo sabía pero tampoco les importaba mucho porque, aún cuando ahora las lágrimas de ambos corrían por sus rostros con una tristeza que los taladraba, no se separaron y solo profundizaron más. Ese beso fue tan diferente a los que ambos habían compartido antes que una vez que se separaron no pudieron evitar rememorar todos sus besos anteriores antes de volver a unirse por unos minutos más.
— C-Creo que deberíamos intentar dormir ya... — Mencionó Jungkook cuando notó que el rubio intensificaba los besos y que estos se volvían más candentes de lo debido.
No lo iba a negar, era tentador poder pasarse toda la noche besando esos labios que parecían estar hechos para él, esos toques que lo elevaban al punto en que todo parecía artificial, un sueño del que no se quería despertar pero algo que no identificaba lo hizo detenerse como si estuviera cometiendo un acto de perjurio, una profanación, un sacrilegio.
Demasiado tímidos para sus edades, personalidades y experiencia, los dos sonrieron y se alejaron para regresar a sus habitaciones, ambos de brazos cruzados y sin mediar palabra.
Esa noche a los dos les costó conciliar el sueño porque lo que el chocolate y leche caliente pudieron haber lograda, lo destrozaron aquellos besos que se repetían en sus memorias. Jungkook se quedó un buen rato mirando la ventana desde la cama, preguntándose cuántas veces habría hecho el difunto Taehyung lo mismo, hacía más de cien años justamente en esa habitación.
Otra parte de él no pudo evitar cuestionarse, qué demonios estaba haciendo él ahí. ¿Había dejado que todo se le fuera de las manos? ¿Dejó de lado su trabajo en la universidad para perseguir un espejismo de su imaginación? ¿Por qué necesitaba saber la verdad de esa historia que ni le iba ni venía?
¿Tanto necesitaba creer en el amor?
Como anuncié en el prólogo, hoy compartiré los 3 primeros capítulos, los otros sietes se irán publicando paulatinamente.
Espero que les guste esta corta pero bonita historia...
Lored
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