7. ᎷᎪᏞᎪᏟᎻᏆᎢᎬ ᎬXᏢᎬᎡᏆᎬNᏟᎬᏚ



Rezando como un tonto
que ha estado prófugo.
El corazón todavía está latiendo,
pero no funciona.
Estiro el brazo intentado amar,
pero no siento nada.
Sí, mi corazón está entumecido
pero contigo, vuelvo a sentir.

Feel again, One Republic.


—Necesito que te alejes de Thalia.

Esa fue la primera frase que Jason Grace me dirigió directamente en un mes. Me quedé tan estupefacto que solo atiné a responder un «¿Qué?», casi balbuceando.

—Que te alejes de Thalia.

—Sí, sí te escuché —mascullé, irritado y sacudiendo la cabeza—. ¿Pero por qué? ¿Y por qué me lo dices ahora?

—Solo necesito que lo hagas.

—No lo haré, menos si no sé la razón. —Jason estaba consiguiendo cabrearme. ¿Quién se creía que era para delimitarme? Que yo sepa, nunca antes había adoptado esa actitud. Thalia ya era mayor de edad y yo era libre de tomar mis decisiones y estar con quien se me diera la regalada gana. Además, yo no era quien estaba ocultándole cosas importantes, como que mi padre inspector de policía investigaba junto conmigo el caso de muerte de su familia que creía cerrado desde los doce años.

—Nico, no lo entiendes...

—Capisco che sei uno stronzo. Vaffanculo. ¹

Jason prefirió no preguntar qué le había dicho. Suspiró, y continuó hablando en mi oído en voz baja. Como era clase de Física, se sentaba detrás; nuestros pupitres ubicados en la parte posterior del aula. Estoy acostumbrado a sentarme allí aunque soy uno de los mejores alumnos. Los de adelante reciben demasiada atención para mi gusto, pero sobre todo quiero evitar a las chicas a las que «fleché» y sus miradas.

—Thalia está muy interesada en ti repentinamente. Papá me contó que te encontró con ella el lunes pasado y mamá que ella te llevó a casa el sábado. Luego se vieron algunos días seguidos estas últimas dos semanas estando yo ahí. Ha estado distraída, saliendo mucho sin decir a dónde y encerrada en su habitación. Lo ha hecho contigo allí.

—Lamento que tenga una familia tan desconfiada y controladora.

—Estoy preocupado.

—Pues no tengo ningún interés romántico en ella, así que no tienes de qué preocuparte. Ahora, si me disculpas, tengo una cita con Emmy Noether. ²

Se demoró al menos un minuto en volver a hablar.

—Nico, ¿sabes sobre DA0013?

—¿Qué? —respondí, con tan solo un segundo de conturbación—. ¿Por qué?

—Nada. —Escuché que se reclinaba hacia atrás—. Tienes razón. No hace mucho conocí a Thalia y quisiera recuperar todo el tiempo que perdimos, pero hostigándola no es la manera.

Así comprobé que Jason quería evitar que me inmiscuyera. La pregunta era por qué. Pero eso, al parecer, no se lo podía preguntar directamente. Tampoco podía pedirle a Thalia que averiguara o sospecharían de nosotros. Estábamos metiéndonos en territorio hostil y debíamos ir con cuidado.

—Me alegra que lo entiendas. —Torcí la comisura izquierda de mis labios, deseando que Jason pudiera percibirlo—. Hoy nos veremos de nuevo.

No volvimos a intercambiar palabra a pesar de que estuvimos en otras clases juntos, pero lo observé y supe que Jason sintió la presión tácita de mis ojos. Percibí su nerviosismo y su ansiedad. Evitó confrontaciones directas y fue incapaz de sostener mi mirada por más de dos segundos.

Es extraño que alguien me mantenga la mirada. Mis amigos la suelen describir como «mirada fantasmal» porque «intimida e incomoda hasta los cojones». Hasta ahora, el único que ha logrado que sea yo el que la desvíe ha sido Will, y por motivos adjuntos. Tiene que ver con que soy observador y no dejo escapar los detalles.

Me preguntaba por qué tanto misterio. Thalia y yo hemos intentado seguir la pista del posible asesino, pero no ha vuelto a hacer un movimiento. James está siendo custodiado por la policía, así que en parte es entendible que no intente matarlo.

Si las aguas siguieran tranquilas por una cantidad considerable de tiempo, ya no podrían suponer que los asesinatos estuvieron conectados y que fueron perpetrados por una sola persona. O al menos, las posibilidades decrecerían hasta ser casi nulas.

Realmente esperaba eso. Esperaba que hubiera otro motivo tras los asesinatos acaecidos, distinto a querer acabar con adolescentes varones que comparten rasgos, o algo por el estilo. Por James y los chicos con caras similares a nosotros, que debían constituir un porcentaje estadístico considerable en Moonstone. También por mí. No quiero tener que aceptar que el caso de muerte de mi familia sigue abierto y su perpetradora suelta y haciendo de las suyas. No quiero que me interroguen y me obliguen hablar de ese día.

Leo se vio en la obligación de salir del hogar de los Benson, y como no tenía a dónde más ir, le dije que podía quedarse en mi departamento. Ha montado un improvisado taller de mecánica en el cuarto de huéspedes. Si bien hace ruido, puedo bloquearlo con orejeras y rara vez sale a husmear por el departamento. Solo hablamos a la hora de las comidas y cuando salimos y regresamos juntos al instituto en mi Camaro.

Me ha ayudado a hacerle algunos ajustes, como el kit de admisión directa que añadió al carburador. Aseguró que la baja restricción de paso de aire que produce hacia el motor mejora considerablemente su respuesta, incrementando la potencia y posibilitando una reducción del consumo de combustible, además de una vida ilimitada, ya que el kit es lavable.

También me ha enseñado a darle mantenimiento, antes me tocaba pagarlo a un mecánico automotriz. Nos hemos hecho la costumbre de examinar el auto cada fin de semana o pasando una semana.

En nuestro tiempo de caridad juntos, Leo ha demostrado morriña por su tierra y su familia. La ama tanto que escucharlo hablar de ella, con ese tono de voz y ese brillo en los ojos, me oprime el pecho. Leo no es consciente, pero es tan afortunado de tener una familia a la cual regresar.

He estado distraído todo el día, algo que se había hecho rutinario después de mi crisis nerviosa. Los maestros lo han notado y son condescendientes conmigo, pero puedo percibir que estoy llegando a sus límites, derrengando mi suerte.

Estoy demasiado obcecado por los sueños como para empeñarme en los estudios y ahora también por el asunto de los asesinatos y el caso DA0013. Veo a James y siento el apremio de hablarle, pero no sé qué podría decirle y no quiero entrometerme en lo que no me compete como los estudiantes que se acercaban a darle el pésame para luego hablar mierdas de su situación a sus espaldas. La hipocresía es abundante y va de la mano con la cobardía.

Estoy aprovechando el retraso del maestro de mi clase actual para escribir esto, frustrado. Ya tenía suficiente con el enigma de mis sueños como para también añadirlo a mi vida cotidiana.

En cuanto a Will, siguió mostrándome, encantado, sus poderes y su mundo. Me dijo que si bien podía cambiar el entorno a su antojo, su ambiente predilecto era el que conocí al que principio, el campo bordeado por bosques y montañas verdes en contraste con el cielo veraniego. El lugar no tenía límites exactos, pero en una ocasión en la que caminaba hacia las montañas sin Will, me encontré regresando en mis pasos en vez de avanzando. En cambio cuando andaba con Will, siempre podíamos llegar más allá, en cualquier dirección que nos encaminásemos.

Will se ensañó en darme un tour, mostrándome sus lugares favoritos, como un lago con su pequeño muelle cerca de las montañas del norte, y un parque rústico construido con madera de roble en un claro situado en medio del bosque occidental. Nos mecimos en los columpios atados a una rama de un árbol que Will me presentó como Samanea Saman y saltamos por las rocas que sobresalían del riachuelo que serpenteaba por el bosque tropical. Will también me llevó a un invernadero con paneles de cristal en forma de octaedro, donde conservaba flores exóticas, como la flor murciélago, la linterna china y la flor de porcelana.

Hasta ahora todos los sueños han seguido una sucesión más o menos exacta. O Will me espera en el lugar donde quedó por última vez, o lo encuentro en uno distinto, pero recordando siempre nuestro último encuentro. El tiempo es ambiguo. Pasara el tiempo aparente que pasara soñando, lo que se sienten como minutos o eternidades con Will, el despertador de mi celular me levanta a la hora de ir al instituto. En los fines de semana, si no hago que algo me despierte, puedo pasar días enteros durmiendo (ya me pasó), y estos seguirán sintiéndose como minutos con Will.

Aparecía con la ropa con que me acostaba a dormir, y descubrí que no podía fijarme mucho en el detalle de la ropa de Will, una de las únicas cosas que al despertar estaban borrosas en mi memoria. Cuando intentaba pensar en la ropa que Will llevaba, solo conseguía recordar su rostro aristocrático rociado por toques sobrios de la cualidad salvaje de la naturaleza. Tan solo tengo la descripción del primer registro, donde sí pude captar su indumentaria a tiempo.

De igual manera, descubrí que estando soñando no podía hacerle preguntas personales a Will, o curiosear acerca de lo que me dice, simplemente por más que me recordara hacerlo antes de dormir cuando soñaba no lo recordaba y nunca sucedía. Hice un listado de las preguntas que planeaba hacerle, pero al momento de estar a su lado se me olvidaron por completo, solo para recordarlas en el momento de despertar. Intenté llevándolas por escrito en el bolsillo de mi pantalón, pero a la hora de estar allá olvidé que había llevado esa hoja. Y sí, lo intenté por más de un día antes de descartarlo como posibilidad.

Probé la cualidad de trascendencia también (una vez pasado el tiempo considerable que me tomó aceptar y digerir por completo que esta era real), llevándome cosas sencillas como una flor o un pedazo de pasto, y entrando cosas como facturas, llaveros y monedas en el bolsillo. Revisé el cajón donde guardé las vendas que Will había utilizado en mí y solo encontré cenizas. Todo lo que me llevaba de los sueños después de cuatro días se convertía en cenizas. Todo objeto que hacía entrar desaparecía si permitía que se perdiera en el mundo de Will. Si dejaba las cosas que llevaba adentro del sueño en lugares específicos en los que me concentraba después de despertar y antes de volver a dormir, y conseguía recordar buscar una vez que regresara, podía encontrarlas y regresarlas de vuelta al mundo real.

Pero nada de lo que hacía me daba una respuesta concreta de por qué soñaba lo que soñaba y por qué había creado a Will, alguien que maneja mis propios sueños, y su conexión con la realidad, y eso me resulta exasperante en exceso.

Formulé la teoría de que lo había creado para no tener que ser yo quien controlara directamente mis sueños. Es posible que él represente a mi inconsciente a manera de una personificación y que contenga información que me serviría para entenderme a mí mismo mejor. Que Will fuese una parte reprimida de mí mismo, un engaño de mi cerebro para quitarme el peso de lo que soy, o mantener el de lo que creo ser.

En una ocasión, aprovechando una de las inconsistencias en la continuidad de los sueños, inspeccioné la casa de Will. Hurgué en su cajón de velador y estaba extrayendo un cuadernillo de pasta negra de cuero donde estaba pegado un membrete que decía «Propiedad de Will», cuando alguien carraspeó a mis espaldas.

Hasta el momento jamás había imaginado a Will enfadado. Era como pensar en Britney Spears en un convento, vestida con un hábito. Simplemente no cuadraba. Así que me comencé a reír.

Will no le encontró la gracia. Me arranchó la libreta de las manos y desapareció en el bosque.

Sentí el extraño impulso de seguirlo. Lo encontré en un árbol, sentado en el punto de bifurcación del tronco a una rama primaria baja. Él me habló antes de que yo pudiera abrir mi boca.

—¿Te gustaría que husmeara en tus cosas más privadas?

Pensé en esta libreta terapéutica. Negué con la cabeza.

—Lo siento.

Will tomó una honda respiración con los ojos cerrados y luego la dejó ir, abriendo los ojos al final. Entonces balanceó una pierna y su sandalia se desprendió de su pie para chocar contra mi nuca. Solté un quejido demasiado agudo para mi gusto y Will sonrió.

—Disculpas aceptadas.

Cosas similares se repitieron el resto de días. Poco a poco, a pasos recelosos, iba acercándome a Will.

—Entonces, señor amargado.

—Escucho, rubio bipolar.

Will empujó mi mejilla con su mano. Estábamos tan cerca el uno del otro que nuestros hombros rozaban. Nuestros cuerpos estaban apoyados de espaldas contra una cerca que dividía los sembríos de trigo de un campo floral. Will se convirtió en la segunda persona en no aplicar a mi regla de no contacto físico.

—Es irónico todo el tiempo que llevas aquí y no me has dicho tu nombre.

Fruncí el ceño.

—¿No lo he hecho?

—No.

—Ah, pues —sonreí con malicia— quédate con las ganas.

Me hizo caer de un empellón, pero aún así lo dejé sufrir por varios encuentros más. ¿A que no me divierto, Thalia?

—Me llamo Nico —admití, el día que Will derramó lágrimas de frustración—. No tienes que ponerte así.

Él sonrió triunfal y secó las gotas de sus mejillas con los antebrazos.

—Gracias, pero creo que comenzaré a ponerme así más seguido. Se llama ingenio y gotas de agua de río. —Me lanzó una ráfaga de gotas con sus manos húmedas a la cara. 

Me limpié con diversión para luego negar con la cabeza. Me había pillado una vez más.

—Así que eres sensible en el fondo, quién lo diría.

Entrecerré los ojos.

—Y tú eres cruel debajo de tu cara inocente.

—Gracias. —Asintió, como si fuera un cumplido—. Con que Nico, ¿eh? ¿Tanto esfuerzo tuve que hacer para averiguar un nombre de cuatro letras?

Me encogí de hombros. Las cejas rubias de Will se inclinaron hasta que quedaron fruncidas.

—Un momento. —Me señaló acusadoramente con el dedo índice—. «Nico» no es un nombre en sí. ¿Acaso es un diminutivo de Nicolás?

—Es un nombre «en sí» ahora y respondiendo a tu pregunta, no —espeté, súbitamente fastidiado; siempre enfrentaba comentarios similares—. Me llamo Nico y punto. Ni más ni menos.

Will se mantuvo callado por algunos segundos antes de volver a hablar.

—Me alegro. —Consiguió que mis ojos se encontraran con los suyos, en los cuales había un brillo campante—. Así me gusta más. Mi nombre también es así. Will a secas.

Will me hacía sentir diferente y no estaba seguro de cómo tomarlo.

Sí, me insuflaba jovialidad y lograba hacerme exteriorizar cualidades que creía obsoletas. Pero, estando con Will, no me reconocía a mí mismo. No podía darme el lujo de derrumbar tan fácilmente la barrera que me significó tanto esfuerzo construir y que me había mantenido firme y seguro por todos estos años. Will parecía tener el poder de abrirse camino entre la roca sin tener siquiera la intención. Cada mañana despierto con una sonrisa que se borra al ver que estoy en mi cuarto.

Encariñarte de algo que no existe, por muy real que parezca, no puede ser bueno.

Aunque, debo confesar algo preocupante y desquiciado. Cada vez me cabe menos en la cabeza que yo haya creado a Will, como si mis sueños estuvieran más conectados con la realidad de lo que se esperaría. No he seguido esa hipótesis porque es ridícula, pero eso no significa que ella no insista en que la tome en cuenta y la desarrolle. Que hayan tantas posibilidades y pocas respuestas me está volviendo loco.

Tarde, caí en cuenta que tras haber metido las manos al fuego no sólo me había quemado, me había carbonizado.



¹ «Entiendo que eres un bastardo. Jódete.»

² Emmy Noether es una eminente física teórica. El teorema que lleva su nombre, teorema de Noether, formulado por ella misma, explica la conexión fundamental entre la simetría en física y las leyes de conservación.

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