AFTERNOON, felipe ramusio mora
✶ AFTERNOON
La placita que quedaba a la vuelta de la guardería de Juan Cruz usualmente siempre estaba desierta cuando su tía solía llevarlo un rato para intentar enseñarle a caminar y sorprender a su hermana mayor cuando llegara a casa y viera a su hijo dando sus primeros pasos.
El año estaba terminando al igual que la primavera se estaba marchando para darle paso a los calurosos días. Larisa preparó un termo con jugo y su juego de mate, metió todo en su mochila con unas galletitas y salió de la casa en dirección a la guardería de su sobrinito.
―¡Tía Lala! ―exclamó con alegría, y algo de dificultad, el niño que comenzaba a hablar de a poco.
La chica se acercó enseguida a Juanchi y lo cargó en brazos para darle un beso en el cachete, tras despedirse de la maestra, tomó las pertenencias del coloradito y salieron de allí encaminados a la plaza.
Juan Cruz daba pasos torpes mientras que con su manito diminuta se sujetaba del dedo pulgar de su tía para no tropezar dando pasos emocionado, Lara sostenía con una mano la tira de la mochila y se agachaba un poco para que con la otra su sobrino se sujetara bien de su dedo.
―Mira, Juanchi, el tío Feli.
El nene miró hacia adelante, ya que estaba concentrado mirando sus pies, y efectivamente delante de él venía caminado el tío Feli con una gran sonrisa al verlo caminando prácticamente solo.
Lara abrió los ojos asustada cuando Juan Cruz se soltó de su agarre para salir a toda prisa hacia su novio Felipe, quien estaba muy encariñado con su sobrino y viceversa. Él le hizo una seña para que se quede tranquila y se adelantó a atrapar al nene antes de que cayera.
Ramusio levantó a Juan Cruz por el aire y le dio una vuelta antes de darle un abrazo y chocar puños con él, como acostumbraban desde hace unos meses.
―Casi me da un infarto cuando se soltó ―dijo Lara cuando se acercó a ambos ―. Hola.
La chica le dio un pico en los labios a Felipe, acostumbrada ya a su clásico bigote que al principio detestaba. Juan Cruz miró a su tía seriamente y se abrazó al cuello de Felipe para marcar territorio.
Tras una reclamación a Felipe porque "acababa de robarle a su sobrino" decidieron buscar un lugar donde poner una manta en el pasto y sentarse para merendar de una vez por todas, Lara sabía lo hambrientos que Felipe y Juan Cruz eran.
―¿Me das un terere, amor? Está medio seca la masa ―dijo Felipe masticando la galletita y golpeándose el pecho.
Eran las galletitas que Lara estuvo haciendo toda la tarde, por las cuales casi llora frustrada de que no le salían e incluso le había mandado audios quejándose a su novio.
Así que sí, lo miro con cara de culo.
―Pedazo de boludo, te comiste cinco galletitas de una, no sé qué esperas.
Felipe soltó una carcajada mientras Larisa le pasaba el mate sin siquiera mirarlo.
―Pedato de boludo.
Ambos voltearon al escuchar aquello salir de la boca de Juan Cruz, que estaba concentrado arrancando unas florecitas que estaban justo al lado de ellos.
―¡No, Juanchi! ―Larisa lo sentó entre sus piernas para que la escuchara bien ―. Eso no se dice, mamá te va a retar...
―Mamá nos va a retar ―recalcó Ramusio comiendo otra galletita, imaginando como Kiara les iba a dar otro discurso para que se comporten frente al nene.
―Si no volvés a repetir eso, el tío Feli te va a llevar a tomar un helado después ¿querés?
Felipe la miró levantando ambas cejas, claramente esa no era idea de él.
―¿Disculpa?
―¡Si! ¡Helado!
Tan solo dos minutos después la atención de Juan Cruz fue llamada por otros nenes que estaban jugando en una especie de arenero a unos metros de distancia, Larisa le dio permiso de ir ya que desde donde estaba podía verlo perfectamente.
―¡No te ensucies, Juanchi!
Tarde, Juan Cruz apenas puso un pie en el arenero se cayó de culo y se ensució el pantalón. Ella se golpeó la frente con la palma de la mano, Kiara la iba a hacer lavar ropa.
―¿Cómo le vas a decir que no se ensucie, amor? ―Felipe colocó una mano en la cintura de ella, que tenía el ceño fruncido, y le dio un beso en la mejilla ―. Tiene un año y medio, todo lo que hace es ensuciarse.
Lara volteó a verlo con el rostro serio, estaban a solo centímetros de distancia.
―Vos seguí llenándote la panza con mis galletitas para bardearlas, y después hablamos.
Otra carcajada salió de los labios de Ramusio mientras se acercaba aún más a su novia que le daba la espalda, esta vez rodeó la cintura de Lara con ambas manos y la atrajo hacia él colocándola en el espacio entre sus piernas.
―Te amo a vos y tus galletitas ―dijo Felipe en el oído ―. Aunque estén medio raras.
La sonrisita del rostro de Lara se desvaneció y cuando se giró para mirarlo y darle otro golpe, Felipe la tomó del cuello y le besó los labios bruscamente. Lara lo apartó con una mano en el pecho.
―Sos un boludo, Ramusio.
―Y así te gusto. ―Se encogió de hombros con una sonrisa mientras la abrazaba.
―Dios, que castigo, me gusta un boludo.
Larisa se tapó la cara con ambas manos mientras se reclinaba hasta apoyar la cabeza en el hombro de su novio y estar recostada sobre su torso. Felipe apoyó ambas manos detrás de su espalda como modo de soporte.
Cinco minutos de paz tuvieron allí mientras hablaban de cómo había estado su día, Felipe estaba trabajando en una obra y Larisa algunos días de la semana ayudaba a su hermana a cuidar a Juan Cruz cuando Esteban no podía.
Un repentino, corto y agudo grito los sacó de su burbuja. Lara enseguida reconoció que ese grito era de Juanchi y se enderezó.
―Yo voy ―dijo Felipe poniéndose de pie y sacudiendo sus manos.
Estaban acostumbrados a esos momentos, Juan Cruz solía tenerles miedo a muchos insectos y siempre gritaba cuando veía uno, así que suponían que era eso.
―¡Te amo!
Larisa se recostó sobre la manta mirando a su novio alejarse y cubriendo sus ojos del sol con una mano.
Ramusio le tiro un beso desde la distancia y luego se enfocó en sus pasos por delante mientras buscaba con la mirada a su sobrinito, enseguida lo encontró al reconocer su cabellera de color zanahoria.
Juan Cruz estaba junto a una nena que parecía un poco más grande que él, supuso que ella fue quien gritó porque el coloradito la estaba molestando.
―¡No!
La rubiecita tenía un carrito color rosa y Felipe la vio justo cuando le dio un golpe en las manos a Juan Cruz para que soltara su juguete.
Así que el nene de apenas un año que caminaba y hablaba a duras penas, se tropezó por la falta de equilibrio y cayó otra vez de culo al piso.
El mayor se acercó rápido y lo levantó.
―¿Estás bien, Juanito? ¿Te golpeaste? ―Su sobrino negó y levantó un pulgar para demostrar que estaba bien, Felipe le sonrío y se volteó a la nena ―. Corazón, no podés hacer eso, él es un bebé.
Felipe Ramusio intentó ser la voz de la razón entre la peleíta entre los dos nenitos, aunque Juan Cruz estaba tranquilo y aferrado a su cuello como acostumbraba.
―¡No quiero que toque mis cosas con las manos sucias! ―Se sorprendió por lo bien y alto que hablaba, por un momento Felipe se sintió intimidado.
―Está bien, pero no se empuja a la gente ―insistió Ramusio con una sonrisa falsa, perdiendo la paciencia.
―¡No quiero que lo toque! ¡No quiero que lo toque! ¡No quiero que lo toque!
Felipe retrocedió un paso con Juan Cruz en brazos, esperando que nadie estuviera atento a la escena que estaba montándole esa nena de menos de cuatro años.
―Pero no grites nena, no pasa nada...
Los gritos de la nena desconocida continuaron mientras los dos varones la miraban confundidos y sin saber qué hacer.
―¿Qué pasa?
Juan Cruz y Felipe voltearon al oír la voz de Larisa, ambos señalaron a la nena a su lado que gritó hasta que se cansó prácticamente. La única mujer la miraba con una ceja elevada.
Felipe se calmó y supo que su novia iba a ser la voz de la razón en ese momento, ya que él no lo logró.
En lugar de eso, Lara no vio mejor solución que levantar el carrito de la nena y caminar al menos tres metros lejos de donde estaban para bajarlo al suelo.
Los dos nenes y el adulto la miraban sin entender, hasta que finalmente Lara volvió a su lado y se agachó para poner una mano en la espalda de la nena.
―¿Sabes qué, amor? ¿Por qué no te vas yendo para allá? ―le dio un empujoncito y cuando la nena se quiso quejar, agregó ―. Me parece que te llaman tus papás, anda, anda.
La empujó una vez más con un poco más de fuerza y la nena se marchó sin antes dedicarle una mirada de odio y sacarle la lengua a Juan Cruz, quien la miró algo confundido.
―Pendeja de mierda.
Se quejó Lara mientras se ponía de pie y se acercaba a los otros dos.
―¡Lara!
Felipe la regañó al oírla decir aquello cerca de Juan Cruz, quien colocó sus manos sobre su boca demostrando sorpresa al escuchar lo que su tía dijo.
―Si Juanchi quiere que el tío Feli lo lleve a tomar helado no va a decir nada ¿o no Juanchi?
El colorado asintió después de unos segundos, Felipe soltó una carcajada.
Más tarde cuando dejaron a Juan Cruz con su mamá Kiara, Felipe llevó en su moto a Larisa hasta el departamento donde vivía.
Se estaban despidiendo con la moto estacionada junto al cordón, Felipe estaba sobre ésta y Lara ya tenía los pies en el piso y su casco declarado con brillos en mano.
―¿Cuándo tengamos hijos los vas a defender así? ―pregunto Feli embobado con lo hermosa que era su novia, imaginar uno o dos pibes con la cara de culo Lara lo hacía feliz.
―Y sí, si el padre se va a quedar tieso sin saber cómo controlar a un nene de cuatro años, me va a tocar defenderlos a mí.
Felipe salió de su burbuja de enamoramiento para comenzar a defenderse de dichas acusaciones.
―Perdón por tratar de evitar una denuncia por maltrato a una criatura.
―Pichi. ―Lara le dijo antes de robarle un beso ―. Sos un cagón, Ramusio, pero bueno, así me gustas.
Él sonrío y le dio otro beso, Larisa colocó sus manos en los cachetes de él para acercarlo más a ella. Era como si les fuera imposible mantenerse alejados por tanto tiempo.
―Nuestros hijos van a tener un papá sano y una mamá loca ―declaró él con ojos enamoradizos cuando se separaron.
―El balance perfecto ―agregó Lara con una sonrisa.
NOTA DE AUTORA ❗❕
nunca viene mal un os medio soft y bonito.
el tío feli y la tía lala en videollamada con juanchi <3
(gracias mi hermosa wonderserendipia por estos gráficos teamo)
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