14 "El cajón prohibido"
Freddy estaba completamente confundido luego de esa batalla contra su amigo peli-morado.
¿Y ahora resulta que su contraparte tiene poderes?
Aún así, no estaba del todo seguro de la veracidad de las palabras del azabache.
Su cabeza estaba en medio de un gran lío.
—Fred. –Lo llamó–
No hubo respuesta.
—¡Fred!
El shadow apareció flotando cerca de él, realmente estaba inquieto porque de seguro su parte de luz querría una buena explicación.
—¿Sí? –Dijo con tranquilidad, tratando de ocultar dicha inquietud–
—¿Qué fue todo eso en la clase? Ya sabes tu canto... Y Bonnie parecía estar hipnotizado ¿Qué le hiciste?
—Ah, eso...
En realidad Fred no disfrutaba de mentirle a Freddy, quería decirle todo, que eran hermanos, que tenían poderes, que extrañaba su buena relación, a su familia, los días de diversión que pasaron juntos... El pasado en general.
Pero no lo haría, primero: Por sensatez y segundo: Por orgullo.
Freddy notó que su compañero se había perdido pensando en quién sabe qué cosas, pues se le veía en los ojos; muchos dicen que los ojos de un shadow son vacíos e inexpresivos, pero es cuestión de saber interpretar bien cada una de esas oscuras miradas, para darse cuenta de que sí puede haber sentimientos tras ellas.
—¡Tierra a Fred! –Dijo el castaño agitado su mano frente al mencionado–
—¿Ah? sí... ¿Qué me decías?
Freddy sólo rodó los ojos al confirmar que efectivamente Fred se había perdido.
—¿Quieres bajar de las nubes y responderme?
—Bueno verás, tú y yo tenemos poderes, tú de luz y yo de sombra, sólo que no lo recuerdas porque te borraron la memoria y mamá te lo ocultó por seguridad. –Dijo todo con tal rapidez que Freddy no logró comprender–
—¡Habla bien!
Él sólo suspiró tratando de convencerse de hablar.
—Bien te lo diré, pero debes prometer que no te enojaras, ni conmigo, ni con mamá, además no creo que vayas a creerme y sobre todo, no hagas más preguntas al respecto.
—Okay...
—Tú y yo somos... Como todos los demás aquí... Tenemos poderes, pero tú no lo recuerdas por... Diversas razones... –Comentó pausadamente, pensando bien lo que decía–
Freddy estalló en carcajadas.
¿Él con poderes? Sin duda el mejor chiste de Fred hasta ahora.
—Te dije que no me creerías, pero ¿Cómo crees que pude ganarle a Bonnie? ¿Por qué crees que mamá te mandó a esta escuela?
El oji-celeste detuvo su risa y analizó todo lo que le habían dicho.
—Supongamos que te creo ¿Por qué me lo ocultaron mamá y tú?
Fred volvió a estar pensativo ¿Qué le diría a Freddy para resolver sus dudas sin intervenir en aquella antigua amenaza?
—Es difícil de explicar pero... Una persona con poderes y malas intenciones atacó a la familia e intentó dañarnos. –No dijo más, pues no le gustaba tener que recordar eso, sin embargo era algo que mantenía grabado en su memoria–
Freddy sólo soltó una leve risa.
—Fred, ni siquiera tiene sentido tu historia, la próxima vez que quieras inventar algo así asegúrate de que al menos suene creíble.
—¡No estoy mintiendo, joder! –Exclamó alterado–
—¿Y cómo pretendes que crea algo así?
Fred se quedó en blanco unos segundos, pero recordó algo que podría ayudarlo.
—¿Recuerdas ese cajón del cuarto de mamá que no te deja revisar?
—Ah ¿Sí?
—Bien, pues la llave está en el joyero de mamá, abrelo y luego dirás si me crees o no.
—No voy a hurgar en las cosas de mamá sólo por una historia tuya.
—Quieres saber lo que pasó en la batalla ¿No? Pues ahí estarán tus respuestas.
El joven ser de luz ignoró el comentario y fue a encontrarse con su banda.
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Mientras tanto con Los Animatrónicos.
Chica esperaba a su compañero castaño, mientras conversaba con Bonnie sobre las batallas anteriores.
—¿Crees que Foxy y Golden estén bien? –Preguntó la de puntas verdes–
—¡Claro! Recuerda que tenemos el Factor de curación.
—Cierto. Y ¿Por qué crees que Freddy haya dicho que no tiene poderes?
—No lo sé, supongo que es de esas personas que no acepta sus habilidades. –Opinó con cierta duda–
—Cuando le hablé el primer día, él no sabía qué era un ser de luz, al menos esa es la impresión que me daba, y unos días después, cuando le pregunté sobre su shadow, dijo que no tenían una buena relación.
El chico con mangas ladeo la cabeza, confundido y luego habló.
—Quizá... También sea como aquellos que niegan a su shadow, he oído casos de seres de luz que los maltratan u olvidan.
—Y yo aquí, queriendo conocer a la mía.
En ese momento, la puerta se abrió, revelando a dos chicos; uno pelirrojo y otro rubio, ambos con leves marcas de su combate.
—¡Ya llegamos! –Anuncio Golden–
—Si no me dices no me doy cuenta. –Soltó sarcástico Foxy–
—Okay, ahora sólo falta Freddy.
Y como si la rubia lo hubiese invocado, el oji-celeste iba llegando a la sala.
El ensayo comenzó, todos estaban atentos a sus acciones, dando lo mejor de sí, disfrutándolo.
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—¡Uno, dos, un, dos, tres! –Dijo Foxy en un último conteo–
El sonido de los instrumentos sincronizado con el canto del rubio resonaba nuevamente por todo el lugar, mientras daban por finalizada aquella canción, y con esta, el ensayo.
Durante todo el tiempo que la banda tocó e incluso antes, los entes de ojos oscuros correspondientes a cuatro de los cinco integrantes, permanecieron escuchando atentamente, listos para interactuar con su respectivo portador.
—¿Es enserio? ¿Tocas un triangulo? ¿Qué podría ser más inútil en una banda? ¡Ja! Patético.
–Se mofó Fox–
—No es que me interese estar todo el día contigo en tus aburridos ensayos, pero admito que no suenas mal. –Comentó sin interés un albino–
—He de aceptar que me alegra verte de nuevo.
Una voz resonó en la mente de la única chica de aquella agrupación ¿Era su shadow?
Volteó ligeramente su cabeza hacia el origen de aquella voz, ahí estaba ella.
—Hola. –Dijo sin rodeos el ser espectral–
Chica sólo se quedó estática, mirándola.
—¿Qué sucede? –Volvió a hablar, esta vez algo incómoda por la mirada fija en sí–
—¿Tú eres mi...? –Preguntó a medias en un hilo de voz–
—¿Shadow? Sí, mi nombre es Chic.
La chica con poderes de luz no lo podía creer, tanto tiempo deseado conocer a su contraparte y al fin estaba allí, justo con ella.
Dejó salir un pequeño chillido en señal de emoción, mientras daba saltos de alegría.
Sus compañeros la voltearon a ver, extrañados.
—¡Es mi shadow! –Trató de explicar–
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El horario escolar ya había llegado a su fin y cierto joven de tez levemente bronceada iba en dirección a su hogar.
A pesar de haber pasado por alto los comentarios anteriores de su compañero de cuerpo, acerca de lo sucedido anteriormente; no podía sacarse la curiosidad de saber qué había realmente en aquel cajón prohibido.
¿Qué podría estar ocultando su madre?
Llegó a su destino luego de pensar durante todo el trayecto, tanto así que ni siquiera se percató cuándo había llegado.
Entró y dejó su mochila a un lado.
—¡Mamá ya llegué!
Sin respuesta, no había otra alma más ahí, aparte de Fred y él.
—Ya que estamos solos ¿Por qué no vas y confirmas lo que te dije?
Freddy lo ignoró y fue a su habitación para ponerse algo más cómodo.
Luego de haber hecho eso y de una buena comida, se dispuso a distraerse de alguna manera.
Sin ninguna entretención y con la curiosidad carcomiendole la cabeza, finalmente aceptó las palabras del azabache.
Se dirigió al aposento de su progenitora tomando la dichosa llave desde el joyero, abriendo lentamente el tan misterioso cajón.
Fijó su mirar en el contenido de este, encontrando lo que a simple vista distinguía como papeles viejos y algunas fotos, además de accesorios para bebé como pijamas, peluches y zapatos.
El mayor de ambos, Fred, miraba igualmente aquellos objetos encerrados en la madera de aquel mueble.
Ridículo era el pensar que aquel ente llegara a sentir pena por ver aquellos objetos, pero para él, era como ver que ocultaban todo rastro de su existencia, y literalmente era así.
Pues la mayoría de esas fotos y objetos pertenecieron alguna vez al "difunto" azabache; con algunas excepciones, como un oso de color oscuro, cuyo dueño era el castaño.
Era como ver toda su vida pasada en unos pocos objetos, todos cargados de un valor sentimental que el shadow jamás admitiría tener.
Por el contrario, Freddy los miraba con un sentimiento curioso, deseando tomar todo para verlo y palparlo.
Quería abstenerse por el hecho de que eran objetos que su madre parecía resguardadar, pero esa curiosidad insistente lo estaba consumiendo.
Tomó entre sus manos un peluche de oso, este tenía un sombrero de copa y un pequeño moño debajo de su cabeza, con ojos parecidos a los de Fred; una textura lisa y muy suave.
El chico acercó su rostro al oso, logrando percibir un ligero aroma a bebé, ese olor tan agradable que caracterizaba a los infantes y recostó levemente su cabeza en el peluche; sintiendo aún más su esponjosidad, cerrando sus ojos por un instante ante el tacto.
Fred espectaba la escena con cierta ternura reflejada brevemente en su expresión, anhelando poder hacer lo mismo que su hermano: Percibir un tacto suave, por primera vez en años.
"Es mejor que todo esto se quede aquí, oculto y olvidado, al igual que yo; así no causará problemas"
Ese fugaz pensamiento le hizo sentir una fuerte punzada en el pecho, algo raro pues no tenía forma física.
Suspiró para, disimuladamente, dejar salir ese dolor y dirigirse a su hermano.
—Ya deja eso y mira los papeles.
Freddy se sobresaltó al escuchar la voz de su contrario.
Miró de nuevo el cajón, tomando el primer papel que vió; un acta de nacimiento.
Omitió casi todo lo escrito hasta llegar al nombre y apellido de la persona registrada.
Frederick Fazbear
Tomó otra hoja parecida a la anterior y volvió a leer el nombre.
Alfred Fazbear
Luego, guardó los papeles en su sitio y se fijó en una fotografía.
En ella aparecía su madre, sosteniendo a dos pequeños, uno era él pero ¿Y el otro? Además aparecía su padre; cuyo rostro no podía ver bien por la baja calidad de la foto.
Trató de observarla con más detalle, percatándose de la felicidad que irradiaba su madre y la tranquilidad en los rostros de ambos bebés.
Ya no quiso hurgar más y se retiró, dejando todo en su lugar, justo a tiempo; pues su madre ya estaba por llegar.
La puerta principal se abrió, dando paso a la mujer.
Dicha oji-ámbar se percató de la ausencia de su hijo en la sala, por lo cual habló para sí misma en voz alta, con tranquilidad.
—Esto de viajar entre mundos, estar al pendiente de mi pueblo, llevar una doble vida y ocultarlo a Freddy es simplemente... ¡Agotador! –Espetó cayendo rendida sobre el sofá–
—"Ya lo creo, madre" –Pensó cierto ente, que se hallaba cerca de ella–
Y es que la peli-castaña había decidido ir al mundo de la luz (ocultando su identidad) para ver como se encontraba su cuñado y el pueblo, aparte de realizar su entrenamiento (que ya le hacía falta).
Y todo eso luego de una larga jornada laboral, por lo cual la mujer se hallaba exhausta.
Luego de unos momentos en los que recobró energías, se dispuso a quitarse una corona en la que llevaba una piedra peculiar.
El vestido blanco que portaba fue remplazado por ropa más común, un cambio casi imperceptible por la larga capucha celeste que la cubría.
Se retiró también la susodicha prenda y con esta envolvió lo único que la distinguía como monarca, para luego llamar a su hijo.
—Freddy, cariño ¿Estás en casa?
—Por supuesto ¿Dónde más podría estar? –Escuchó la mujer desde las escaleras–
Freddy al fin bajaba a recibirla.
—No lo sé, pudiste haber salido con tus amigos.
—Pues no, aquí la verdadera pregunta es ¿Dónde estuviste tú todo este tiempo?
—Trabajando, el dinero no llega solo, jovencito. –Respondió con obviedad ocultando su "pequeño viaje"–
El menor sólo río.
—¿Tienes hambre? –Preguntó él a su madre–
—Ni te imaginas.
—Pues que mal, ya no hay recalentado.
La mujer lo miró con una expresión de "Ya me lo esperaba" y se fue a la cocina, dispuesta a hacerse un sándwich.
Después de eso, la madre subió a su habitación (seguida del castaño) y cayó rendida en su colchón.
Freddy la miró desde el marco de puerta, entró sin hacer ruido y la arropó.
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Mientras tanto en otro lugar:
Tres shadows estaban reunidos en la mente de una sola persona: Foxy.
Dos casi rubios y un peli-negro, discutiendo como volver a su mundo.
—Podemos intentar volver como llegamos, evitando los pegostes. –Sugirió la fémina–
—Ah no, yo por ahí no paso. –Se negó Fox–
—¿Entonces como quieres que volvamos? Has estado rechazando cada propuesta que damos. –Habló por fin la lámpara fundida, digo, Gold–
—Yo que sé ¿Por qué no usas una de tus cosas mágicas y nos llevas de regreso?
—No es tan fácil como suena.
—¿Y si buscamos algún portal a nuestro mundo? Digo, los tres planos: Humano, de luz y sombra; se conectan entre sí a través de estos. –Interrumpió la discusión, Chic–
—Al fin, algo que no suena estúpido. –Halago de cierta forma el más alto–
—No te apresures, Zorro; los portales no aparecen en cualquier momento ni lugar, son impredecibles y en muchos casos imperceptibles, es por eso que ya nadie los usa.
Posteriormente hubo un silencio en el lugar.
—¿Creen que Fred pueda ayudarnos? –Inquirió Fox–
Los restantes lo miraron con expresión esperanzada (atenuada en el caso de Gold) y asintieron; dando fin a su reunión.
Continuará...
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