Capítulo 45. Despedidas a medias.

Estoy bien...

Todo va a estar bien.

Tomo una respiración profunda y cierro mis ojos, tratando de calmarme.

No, nada está bien...

Estoy con Jimmy, Madison, Marlin y todas las personas del equipo de Fame que han formado parte de la campaña. Estamos todos en el aeropuerto, esperando. Y, aunque dentro de mí, tengo la buena sensación de volver a casa y reencontrarme con los míos, también estoy angustiada y ansiosa, porque, aunque le pedí a Zeta que le diera mi nota de despedida a Zack una vez acabada su actuación en el festival, al mismo tiempo, una especie de sensación extraña me da la esperanza de que él aparezca aquí para despedirse.

Necesito verle... Necesito verle una última vez...

«¡Basta, Eve!» —me regaño a mí misma. No me merece la pena el sufrimiento, cuando sé que esto es lo mejor para él. Después de todo, lo mejor es que The Last Wish actúe por fin en ese festival y, aunque no fuera así, aunque ellos no hubieran tenido hoy esa actuación, no estoy segura de que él fuera a dejarme irme tan fácilmente, ni estoy segura de que yo pudiera hacerlo.

Esto es lo mejor...

—Eve. —Madison me llama, haciendo que dirija mi vista hacia ella—. ¿Estás bien? —pregunta, ladeando la cabeza.

—Claro... ¿Por qué no iba a estarlo? —Me rio, nerviosa, intentando disimular mi nerviosismo.

—Estás muy distante, Eve —advierte Marlin—. Desde que hemos llegado, no has dejado de mirar la entrada.

—Nah... Serán paranoias vuestras —digo, riendo y ellos intercambian una mirada confundida, pero a pesar de eso, no insisten mucho más.

—¡Nuestro avión sale en diez minutos! —avisa Jimmy, que acaba de llegar de realizar las últimas gestiones, antes de que podamos marcharnos finalmente.

Vuelvo a respirar profundamente.

Solo quedan diez minutos...

Sé que esto es lo mejor, pero Dios, nadie sabe como necesito verle antes de marcharme, porque de otro modo, sentiré que le estoy traicionando; porque después de todo lo que hemos vivido, irme sin despedirme, sin ni si quiera haberle avisado, duele demasiado. Es como darle a entender que nada de lo que hemos pasado juntos me ha importado en lo más mínimo. Pero no es así, no lo es para nada y espero poder demostrárselo en la nota que le he dejado, la cual, espero que llegue a sus manos después de la actuación en el festival que tanto estaban esperando.

Cierro mis ojos, soltando todo el aire acumulado. Tengo que calmarme y alejar estos pensamientos, porque estoy segura de que, como no los pare ahora, soy capaz de salir corriendo de aquí y coger un taxi y plantarme en ese festival para poder decirle que me voy y que da igual lo lejos que esté de él; que nunca voy a dejar de quererle...

Pero los pensamientos son inevitables y de esa misma forma, aparece en mi cabeza mi última conversación con Zack la noche pasada... La última vez que le vi y, probablemente, la última en mucho tiempo.


Zack y yo, salimos juntos para ir a cenar. Yo he pasado toda la noche muy nostálgica y él lo ha notado, pero no le ha dado importancia. ¿Cómo va a hacerlo? Si después de todo, si me fuera, ya lo sabría, ¿no?

Una lágrima escapa por mi mejilla cuando llegamos al enorme edificio donde él vive. Suelto su mano, parándome en seco en la cera antes de llegar y él se gira, confundido.

—Eve... —Él toma mis mejillas con sus manos con suavidad—. ¿Qué pasa? ¿Estás bien?

Yo solo asiento con la cabeza.

—Sí, tranquilo —digo, limpiando mis mejillas, intentando parecer calmada—. Solo... Me ha dado un pequeño bajón. Pronto vuelvo a casa y... —Miro al suelo y mi corazón se encoge, haciendo que mi cara se empape de nuevo—. Solo quiero que sepas cuanto te voy a echar de menos... —murmuro, apoyando mi frente sobre la suya.

Él suspira y de forma tranquila, susurra:

—Sé que pronto tendremos que decir «adiós»... Pero no me gusta pensar en eso, ¿sabes? —Él deja un beso suave sobre mi nariz, antes de decir—: Ahora solo quiero disfrutar al máximo del tiempo que nos quede juntos.

Yo le abrazo, desconsolada, mientras él acaricia mi cabeza y deja un beso sobre la misma, dándome consuelo. Un consuelo que no me merezco, después de estar mintiéndole; después de saber que mañana me marcho, pero él no tiene ni idea.


Cuando vuelvo a la realidad, ya estoy dentro del avión, justo en el lado de la ventana, con Marlin sentado a mi lado en el asiento de en medio y Madison al otro lado de su hermano.

—Bueno... —digo, dando un suspiro—. Supongo que aquí acaba todo.

—Sí... —susurra Marlin, de forma nostálgica—. No sé que es peor, si eso o que tengamos diez horas de vuelo por delante.

Eso es cierto... Nos quedan muchas horas de avión y, según nos ha informado Jimmy, aunque aquí aún no son ni las cuatro y media de la tarde, cuando lleguemos a Londres, allí serán las diez de la mañana del día siguiente. Y cuando lleguemos a Rye, serán casi las doce del medio día.

—Tranquilos, el vuelo será rápido —dice Madison—, cuando menos lo esperemos, estaremos rondando de nuevo las preciosas calles de Rye.

—Sí... —susurro, mirando un punto fijo.

—Eve, ¿seguro que estás bien? —pregunto Marlin, agarrando mi mano con cara de preocupación.

—Sí, claro —respondo, con una lágrima rebelde escapando y recorriendo mi rostro—. Pero ya sabéis... Voy a echar mucho de menos esto. Y también voy a echar muchísimo de menos a... Zack.

Hasta decir su nombre me duele. El sentimiento de culpa después de irme sin despedirme de él, es desgarrador.

—Te entiendo muy bien... —murmura Marlin, pero después parece recapacitar—. Yo voy a echar de menos a toda la gente que hemos conocido... —dice, riendo de forma nerviosa—. Y a nuestro padre —le dice a Madison, quien le mira torciendo los labios, pensativa.

—¿A quién pretendes engañar, Marlin? —le dice ella, con los ojos entrecerrados—. Las dos sabemos perfectamente que te refieres a Hunter.

—Sí —digo, tratando de reír. Al final, hablar con ellos, siempre me ayuda a despejarme—. Por más que disimules, todos sabemos que estabas colado por Hunter.

—Y que sentimos mucho que vuestra relación solo se haya quedado en amistad —bromea Madison, metiéndose con su hermano.

—¿Y quién dice que solo haya quedado en eso? —dice, de forma tan natural y espontánea, que hace que Madison y yo intercambiemos una mirada alucinada. Hay algo que Marlin no nos ha contado, pero ella no va a permitir que esto quede así.

—¿¡Cómo!? —pregunta ella, zarandeando el brazo de Marlin, esperando una explicación—. ¡Habla ya, si no quieres sufrir mi interrogatorio durante las diez horas que dura el vuelo!

Madison acaba presionando tanto a Marlin, que por más que él quisiera guardarselo para sí mismo, al final nos acaba contando lo que pasó entre Hunter y él un par de noches atrás, cuando quedaron a solas para tomar unas copas, a modo de despedida y terminaron en el apartamento de Hunter, tomando la copa final y vete tú a saber que más.

—Espera, pero entonces, ¿Hunter sí es bisexual? —pregunto, intrigada.

—Según él, es «heterocurioso» —dice, riendo—. Pero después de lo que pasó, sí que os puedo confirmar que es bisexual. Al fin y al cabo, si los heterocuriosos tienen la curiosidad de probar, será por algo, ¿no?

—En eso tienes razón —dice Madison—. ¿Pero quién te iba a decir, que ibas a ser tú quien ayudara al famoso modelo internacional Hunter Myles a descubrir su bisexualidad, hermanito?

—Cállate, Mad —dice él, rodando los ojos.

Los tres pasamos hablando tanto tiempo, que las horas pasan volando. En este caso literalmente. Pero cuando creo que han pasado como unas cinco horas, Madison y Marlin se quedan dormidos viendo una película y yo, como la gran masoquista que soy, decido escuchar música. Y, aunque pongo una lista de reproducción en aleatorio, a los pocos minutos, aparece una canción de The Last Wish y las lágrimas vuelven a invadirme.

El resto de horas del viaje, los paso sufriendo por dentro y por fuera. Llorando y escuchando The Last Wish con mis pensamientos atormentándome, hasta que finalmente, el avión despega en Londres y ahí, cogemos un autobús que nos lleva finalmente a Rye.

—¡No me puedo creer que ya estemos aquí! —exclama Madison, con emoción.

—Y el día parece estar muy soleado —dice Marlin, sonriendo mientras mira por la ventana del autobús.

—Sí, es extraño que este soleado, pero hace un día precioso —digo yo, sonriendo también, porque no me puedo creer que esté aquí, de nuevo. Y estoy emocionada por volver a reencontrare con mis padres y mis hermanos, quienes me están esperando en la puerta de la agencia Fame cuando llegamos allí por fin.

—¡Eve! —exclama mi hermano pequeño George, cuando me ve bajar del bus. Entonces, él corre hacia mí y yo lo agarro en brazos para abrazarlo.

—Te he echado muchísimo de menos, peque —digo, sin dejar de abrazarlo. De nuevo las lágrimas llegando a mí.

—Y yo a ti —dice, apretándome fuerte.

—Eve —dice mi madre, cuando ella, mi padre y Jessie se acercan a mí. Pero no están ellos solos, también han venido Kelly y Adam y no yo puedo estar más feliz de volver a verles.

Por fin estoy en casa... Y jamás pensé que pudiera estar tan feliz de estar de vuelta.

Mi madre se acerca y me abraza de forma inesperada. Ella nunca ha sido muy expresiva, al revés.

—Estoy muy orgullosa de ti —dice, sorprendiéndome.

—Pensaba que después de esto no me dejarías volver a poner un pie en casa... —digo, riendo, recordando el día que les dije que me iba y se puso como una fiera.

Escucho reír a Jessie ante eso.

—No sé de que te sorprendes, Eve. Ya sabes como son las madres. Mucho amenazar, pero luego... —dice ella, haciendo que mamá le regale una mirada fulminante y ella ría nerviosa y se acerque a mí para exclamar—: ¡Bienvenida de vuelta a casa, hermana!

—Gracias, Jess —digo, abrazándola.

—¡Estás más rellenita que cuando te fuiste, Eve! —dice mamá—. ¡Y eso sería bueno, si no fuera porque seguro que solo has estado alimentándote de porquerías!

—Mamá... —digo, rodando los ojos.

—No le hagas caso, hija —dice papá, abrazándome de lado—. Estás guapísima como siempre. —Él deja un beso sobre mi cabeza y yo sonrío.

Y entonces, me acerco a la persona que estoy segura, de que no es la misma que era hace unos meses, cuando decidimos irnos de aquí.

—¡Kelly! —exclamo y ella me abraza con fuerza.

Solo hace unos días que no nos vemos, pero por la forma de abrazarnos, es como si hubieran pasado años. Y me emociona demasiado pensar que estamos juntas de nuevo en nuestro pueblo.

—Te va a parecer que soy estúpida —comienza diciendo—. ¡Pero te he echado de menos!

—Y yo a ti, amiga —respondo, y cuando me separo, ella limpia las lágrimas de mi cara—. Tú y yo tenemos unas cuantas cosas de las que hablar más tarde, ¿vale? —le informo, recordando la conversación que tuve con Zeta unos días atrás.

Ella frunce el ceño y pregunta:

—¿Me va a gustar?

—No lo sé, pero es necesario que lo hablemos, ¿de acuerdo?

Ella asiente con la cabeza y finalmente, me acerco a la última persona que me queda por saludar.

—Adam... —murmuro, abrazándole fuerte.

—Mi chispita —susurra él, haciéndome reír, a pesar de que las lágrimas no dejan de correr por mi cara.

—Siento mucho todo el daño que te he hecho —susurro cerca de su oído, para que nadie más pueda escucharlo.

Él me aprieta más fuerte, escondiendo su cara en mi hombro, antes de responder:

—Lo único que quiero es que seas feliz, Eve.

Yo me río de forma irónica.

—No sé como voy a conseguir eso ahora —digo, recordando que ahora estoy aquí y que, por más que me duela en el alma, he dejado atrás a Zack—, pero saldré adelante. Los dos lo haremos —le aseguro.

—Bueno, estarás cansada del viaje, ¿no? —pregunta papá y yo asiento con mi cabeza, separándome de Adam, pero con él abrazándome por los hombros—. Será mejor que vayamos a casa.

Así que aquí estoy, por fin rodeada de toda la gente que quiero. Y después de todo lo que ha pasado, vuelvo a casa con ellos, sintiéndome extraña después de haber dejando atrás todo lo vivido estos últimos meses.


12 HORAS ANTES.

ZACK VALLEY.

No me puedo creer que por fin, después de tres años, nos hayan llamado para actuar en el Mermaid Music Festival. Esta es una oportunidad increíble para nosotros como banda, ya que a este festival vienen personas de todo el mundo, por lo que, tocar aquí, rodeados de los increíbles artistas que aquí actúan, es perfecto para darnos a conocer mucho más. Y desde luego, estar rodeados de cantantes y grupos tan fantásticos, es un privilegio.

Estoy probándome ropa, pero nada me convence. Luna siempre me regaña por no dejar la ropa de los conciertos preparada y siempre dejarla para el último momento, pero sinceramente, siento que a la gente lo que menos le importa es como vayamos vestidos. Ellos solo quieren vernos, escuchar nuestra música, sentirla y vibrar con nuestras canciones, al igual que lo hacemos nosotros. Así que, finalmente me decido por un traje no muy formal que me regaló mi hermana por mi cumpleaños. Ahora me doy cuenta de porque lo hizo.

—¡Zack! —Luna aparece detrás de mí, mientras me termino de arreglar—. Veo que ya estás casi listo —dice, sonriendo.

—Sí... He captado tu indirecta. A partir de ahora, me pondré esto en todos los conciertos de la gira —bromeo y ella rueda los ojos.

—¡No suenes como un cerdo! Sabes que no puedes salir a todos los conciertos vestido igual. La gente va a pensar que no te cambias nunca de ropa.

—Luna, por favor, sabes que estoy de broma. Deja de enfurruñarte tanto —digo, riendo, mientras termino de arreglarme el cuello de la camisa.

—Estás divino —dice ella, guiñándome el ojo—. Nos vemos en un rato en el escenario —dice, antes de volver a salir fuera. Imagino que Zeta y Michelle también están por ahí fuera, mientras la gente de la organización del festival, les hace entrevistas para luego subirlas a redes y que así, los vea mucha más gente en internet.

Pero cuando termino de vestirme y me paso la mano por el cabello despeinado para tratar de arreglarlo, antes de salir, me parece escuchar voces en el pasillo del back stage y me asomo a través de la cortina que nos separa.

—Vamos, Michelle... —No sé si es cosa mía, pero la voz de Zeta, suena un poco inquieta—. Hazme ese favor.

—Pero, Zeta, ella te pidió que fueras tú quien le hiciera llegar la nota... —responde Michelle—. Además, ¿no quería que lo hicieras después de la actuación?

—Sí, me lo pidió a mí, y sí, me pidió que se la diera después de la actuación... Pero, joder, Michelle, no puedo hacer esto. No soy capaz de saber que la chica de mi mejor amigo se va sin despedirse y no hacer nada para impedirlo. Hazme el favor de dársela por mí, solo te pido eso.

Espera un momento... ¿He oído bien?

Mi corazón empieza a correr como desesperado en mi pecho y el aire se marcha de repente de mis pulmones.

¿Es que están hablando de Eve?

No... No puede ser, ¿verdad? Si ella se fuera, me lo habría dicho.

No puede ser.

—Sabes igual de bien que yo que esto puede arruinar nuestra actuación de hoy... —dice Michelle, mirando a Zeta a los ojos con decisión. Él asiente con la cabeza—. Pero está bien, le daré la nota a Zack en cuanto le vea.

Yo salgo directamente al pasillo y me enfrento a ellos, porque no estoy entendiendo nada, pero necesito saber lo que está pasando.

—¿Qué nota? —pregunto, con voz seria—. ¿De qué estáis hablando? ¿Qué nota es esa que me tenéis que dar?

—Zack, verás... —Zeta intenta explicarse, pero yo estoy demasiado nervioso, porque después de lo que he escuchado, solo puedo temerme lo peor.

—¿¡Qué nota, Zeta!?

Michelle extiende su mano, pasándome un papel de color morado y yo lo abro rápidamente, con mi respiración agitada. Y cuando leo lo que pone, caigo de rodillas al suelo.


«Zack, mi amor, espero que para cuando leas esto, ya hayáis hecho la mejor actuación de vuestras vidas hasta el momento en el mejor festival de música de Los Ángeles. Para entonces, yo ya habré cogido un avión de vuelta a casa...

Sé que irme de aquí sin despedirme, es lo peor que he podido hacer, pero no me odies, por favor. Lo último que quería era arruinarte el día y la actuación y aunque pueda sonar a excusa, te juro que no lo es. Haría cualquier cosa por ti, aunque eso implique tomar esta decisión que te juro que me duele en lo más profundo.

Te quiero con todo mi corazón, Zack Valley. En estos meses me has hecho la chica más feliz del jodido universo y no sé como agradecerte todo el amor y cariño que me has demostrado y que, también, me has enseñado a dar. He roto con todo lo que siempre he conocido y me has enseñado cosas increíbles. Me he enamorado de ti y de tu locura y lo volvería a hacer una y mil veces más.

Sé que algún día nos volveremos a encontrar y espero que sea más pronto que tarde. Yo te prometo soñar con ese reencuentro todas las noches antes de dormir y todos los días, antes de despertar.

Hasta entonces, espero que no me olvides, por favor.

Firmado: Eveline Harvey».


—No... —murmuro, cuando mis piernas caen al suelo. Zeta y Michelle se ponen a cada uno de mis lados para levantarme—. No, no... —Niego de nuevo. No puedo creer que esto sea verdad, pero al mismo tiempo, mis ojos se cristalizan—. Esto... Esto... Tiene que ser una broma. ¡Dime que es una broma, Zeta! —exclamo, agarrando el cuello de su camisa—. Michelle, me estáis tomando el pelo, ¿verdad?

—No, Zack... —responde Zeta—. Eve... —Él suspira y con dificultad, dice—: Eve se ha ido, Zack.

—No, no, no... —Yo no puedo dejar de negar con la cabeza y me pongo de pie con rapidez—. No se puede haber ido. ¡Ella me lo habría dicho! ¡Se habría despedido! Ella... —murmuro eso último, derrotado, porque por mucho que trate de negármelo a mí mismo... La letra de esa nota, no es de Zeta y tampoco de Michelle y por más que me cueste aceptarlo, se parece bastante a la de Eve—. No puede ser... —Niego con la cabeza y con decisión, salgo corriendo de allí.

—¡Zack! —exclama Michelle, corriendo detrás de mí—. ¿Dónde vas? ¡Tenemos una actuación dentro de un rato! ¡Zack!

Zeta y ella corren detrás de mí y cuando llego a mi coche y me subo en él para marcharme, Michelle se pone justo delante de él, impidiendo que me vaya.

—¡Zack! ¡Estás loco si crees que te vas a ir sin nosotros!

—¿Qué? ¡Michelle quita de ahí, por favor! —exclamo, tocando el claxon del coche.

—¡No! ¡No pienso moverme!

—¡El tío de la organización del evento dice que solo nos podemos retrasar una hora! —informa Zeta tras salir de allí y meterse en el asiento del copiloto.

—¿Pero se puede saber que estáis haciendo? —pregunto, confundido.

—¡Vamos contigo, Zack! No vamos a dejarte solo —dice Michelle, corriendo para entrar en los asientos traseros del coche.

—Tío, no sé que estás tramando pero vamos a ir contigo. Tenemos una hora para volver. Luna se ha quedado para convencerlo de que nos de más tiempo en caso de que nos retrasemos.

—¿Pero qué decís? ¿Estáis locos?

—¡Sí! ¡Ahora arranca!

Yo doy un largo suspiro y arranco el coche en dirección al hotel donde Eve se ha estado alojando estos meses, y cuando llegamos allí, me acerco al chico de la recepción.

—¡Joel! —grito su nombre y él me mira, sorprendido—. ¿Sabes si Eveline Harvey sigue alojada en la habitación L96? —pregunto, exaltado.

Él me mira raro y tras tocar algunas teclas del ordenador, me informa:

—No, la señorita Eveline Rosella Harvey ha dejado la habitación L96 del piso número 12 esta misma mañana.

Es entonces cuando pierdo el sentido y todo a mi alrededor, parece dar vueltas...

—No... —musito, con la respiración entre cortada. Siento como mis manos tiemblan y mi cuerpo se tambalea.

—Zack, ¿estás bien? —pregunta Michelle, agarrándome por la espalda.

—No... —Niego, tratando respirar con normalidad, pero con las lágrimas cayendo por mi cara sin que sea capaz de aguantarlas.

Siento como si me quemaran una parte de mi alma, porque Eve se ha ido... Ella se ha marchado sin ni si quiera avisar... Ella... No...

Pero esto no va a quedar así. No puede quedar así, me niego a que eso pase.

Limpio corriendo mis mejillas y me giro para enfrentar a Zeta y Michelle.

—Tenéis que volver al festival —les aviso, tratando de sonar convincente.

—¿Qué? —pregunta Michelle, ladeando la cabeza—. ¿Cómo que «tenemos»? ¿Y qué pasa contigo?

—Hacedme caso, por favor. Yo... Iré en cuanto pueda, pero no perdáis vosotros la oportunidad de tocar en el Mermaid.

—Pero, ¿cómo pretendes que actuemos sin ti, Zack? —pregunta Zeta, con la cara descuadrada—. ¿Estás loco?

—Podéis decir que estoy enfermo o... ¡Inventaros cualquier cosa!

—¡Pero, Zack! —exclama Michelle—. ¡Los fans están por encima de todo! ¿Es que no recuerdas eso, joder?

—Claro que lo recuerdo, pero...

Pero ahora mismo, Eve es lo más importante para mí... No puedo perderla así como así. Eso sí que no me lo perdonaría jamás.

—¿Pero qué? —pregunta Zeta, esperando una explicación.

Pero yo no contesto y antes de que ellos puedan reaccionar, salgo corriendo y vuelvo a entrar en el coche y esta vez, no me van a parar.

Tengo que recuperar a Eve, sea como sea y me cueste lo que me cueste.

Y si para eso tengo que faltar al festival que tanto tiempo llevábamos esperando, pienso hacerlo porque al final, ella es lo que más me importa.

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