Capítulo 44. Planes de vuelta.

La última sesión de fotos de la campaña de verano para la revista Loweld, en colaboración con las agencias de modelos Fame y Metropolitan High Fashion, acaba de finalizar. Y en este momento, nos encontramos en el estudio todas las personas que hemos formado parte de ella; Marlin, nuestro fotógrafo principal y Nicolas, el fotógrafo independiente de Hunter. Madison, que está charlando con Ronaldo, el diseñador personal de Hunter, quien diseña y confecciona todos los trajes que él luce en sesiones de fotos, pases de modelos, etc. Luego estamos Hunter y yo, sentados en unas sillas, mientras todos esperamos la llegada de Jimmy y el señor Noe Lennox.

—Bueno, supongo que este sí es el verdadero final... —murmuro, con voz emotiva.

—No... —Hunter niega con la cabeza—. Esto es solo el comienzo de algo muy importante para ti, Eve. Tal vez, el año que viene, te vuelvan a contratar para algo incluso más grande.

Yo me río, pero niego con mi cabeza con una sonrisa de boca cerrada.

—Lo dudo mucho, Hunter. Esta oportunidad ha sido única y es algo que solo pasa una vez en la vida. Si llegara a pasar dos... Sería un milagro.

—No sé si «milagro» sería la palabra correcta. Yo lo llamaría «trabajo duro». Como ya te he dicho, esto es solo el comienzo, Eve. Te acabas de dar a conocer como modelo, solo es cuestión de tiempo que te vuelvan a contratar por algo más grande que una simple campaña de fotos para una revista de temporada.

—Oh, así que, ¿una simple campaña? —digo, riendo.

—¡No me malinterpretes! Sé que esto ha significado mucho para ti.

—Pero a ti se te queda corto, no te preocupes, lo entiendo. Has hecho muchos más trabajos como modelo durante toda tu vida, y has desfilado en pasarelas de todo el mundo. Es normal que pienses así.

—En realidad solo soy un simple chico que está cumpliendo sus sueños de la infancia —dice, haciendo que los dos sonriamos.

Justo en ese momento, aparecen Jimmy y Lennox, con un par de personas más, y tras intercambiar un par de palabras con ellos, las personas que los acompañabas se marchan y ellos se ponen en la parte central de la habitación, captando la atención de todos.

Nadie dice nada y por un instante, la sala se queda en completo silencio mientras, Marlin, Madison, Nicolas, Ronaldo, Hunter y yo, esperamos a que alguno de ellos, hable y, tras intercambiar una mirada cómplice, Jimmy y Lennox, exclaman al mismo tiempo:

—¡La campaña de verano de Loweld, ha finalizado! 

Marlin da un gran silbido que hace que todos comencemos a aplaudir y vitorear a la vez. A Madison incluso se le escapa una sutil lágrima de emoción y al verla, no puedo evitar emocionarme también.

—¡Habéis hecho entre todos un trabajo estupendo! —dice el señor Lennox—. Así que, tenemos una pequeña sorpresa.

—¿Qué sorpresa? —pregunta Hunter, frunciendo el ceño.

—La de alguien, que quiere agradeceros en persona todo el trabajo y dedicación que le habéis puesto a esta campaña —dice Jimmy, antes de mirar al ascensor que lleva al estudio fotográfico y cuando la puerta de este se abre, la mismísima Agatha Loweld entra en la sala, dejándolos a todos boquiabiertos.

—¡No me lo puedo creer! —exclama Madison, abriendo sus ojos por la sorpresa y llevándose sus manos a la boca con emoción—. ¡Es Agatha Mary Villin Loweld! 

Recuerdo que Madison es muy fan de Perfumes y Cosméticos Loweld, y tiene muchos de sus perfumes y también de sus revistas. Y entonces, entiendo su nerviosismo.

—Por favor, querida, llámame Gathy —responde ella de forma tan natural, que hace que Madison se sorprenda aún más.

—¡Por favor, adoro a esta mujer! —exclama Madison, sentándose sin poder dejar de mirarla.

Gathy le dedica una sonrisa y le guiña un ojo y, colocándose en medio de Jimmy y Lennox, nos mira de uno en uno y luego dice:

—Como ya han dicho estos dos hombres maravillosos, está campaña, ha llegado a su fin. ¡Y yo no puedo estar más contenta con el resultado! Las revistas de estos últimos meses se han vendido estupendamente, haciendo que tuviéramos que pedir nuevas tiradas a la imprenta cada vez que nos quedábamos sin stock en la tienda online. Como veis, ¡ha sido una completa locura! —dice, uniendo sus manos y haciendo un gesto de reverencia—. Por eso, quiero agradecer a los modistas, por crear esas prendas maravillosas que lucían en cada foto mejor que la anterior. Os habéis superado con creces y habéis demostrado que valéis para esto. Y yo, como fan de la moda que soy, os agradezco que forméis parte activa de este sector maravilloso al que adoro. —Gathy se dirige directamente a Madison y Ronaldo, haciendo que ambos sonrían alegremente—. Para continuar, debo agradecer el trabajo de los fotógrafos. Sin ellos, esto no hubiera sido posible. Habéis realizado un trabajo exquisito en cada fotografía, captando lo fundamental y sabiendo sacar lo mejor de cada uno de los modelos. ¡Gracias por eso, chicos! —exclama, dirigiéndose a Marlin y Nicolas, haciendo que ellos le devuelvan la reverencia—. Para continuar, tengo que dirigirme ¡a nuestros preciados modelos! Hunter Myles, la cara más preciada de la moda joven estadounidensa, no podía decepcionarme y como era de esperar, no solo no lo ha hecho, sino que además, se ha superado. ¡Este chico vale oro puro! 

—Muchísimas gracias, señora Loweld —dice Hunter, mostrando su preciosa sonrisa—. Conocerla por fin, es todo un placer para mí.

—El placer es todo mío, cariño. Ya tenía ganas de ver en persona a la estrella del modelaje juvenil —responde ella, asintiendo con la cabeza y devolviéndola la sonrisa a Hunter—. Y por favor, llámame Gathy —le recuerda, antes de dirigirse a mí—. Y bueno... Mi querida y apreciada Eve. La chica revelación de este año. Mi querida niña, que me ha regalado el perfume más exitoso de los últimos años.

El perfume My First Wish, salió a la venta esta misma mañana y ya ha tenido miles de ventas, tanto en la página web como en las tiendas físicas. A Gathy le sorprendió bastante que se comenzara a vender tan rápido, antes incluso de que hayan emitido el anuncio en televisión; anuncio que yo pensaba que tardaría más en llegar a todas partes del mundo y, sin embargo, ya me han escrito varios amigos de mi pueblo para decirme que ya lo han visto en televisión.

—Muchas gracias, Gathy —digo, sonriendo—. Ha sido todo un placer.

—Eres un diamante, Eve. No desaproveches la luz que desprendes —dice ella finalmente, antes de dirigirse finalmente a Jimmy y Lennox. Y no puedo evitar que sus palabras me recuerden a las de Zack, el día que me ayudó a elegir la forma del frasco—. ¡Jimmy Parker y Noe Lennox, gracias! —exclama ella—. Habéis puesto lo mejor de vosotros en que esta campaña sea todo un éxito. Tenéis unos equipos de trabajo increíbles y no puedo agradeceros más que me hayáis hecho tan fácil esta campaña. Sois personas comprensivas y habéis dado lo mejor de vosotros en todo momento. Solo por eso, miles de gracias. 

Jimmy y Lennox asienten con la cabeza y le agradecen a Gathy su agradecimiento. Y cuando ella se marcha, finalmente, la campaña de Loweld, ha finalizado.

—Te voy a echar mucho de menos, Hunter —murmuro, mientras nos damos el último abrazo.

—Yo a ti también, Eve. Ha sido genial conocerte y poder hacer esta campaña contigo —reconoce, dando un suspiro—. Me habría encantado poder despedirme también de Kelly.

—Lo sé... —respondo en un susurro—. Se lo diré de tu parte cuando vuelva a verla.

Tal y como me informó ayer, Kelly se ha marchado esta misma mañana... No hubo forma de convencerla de lo contrario y, sinceramente, tenía motivos de sobra para querer volver antes de tiempo.


—¿Cómo que vuelves mañana? —pregunto, con cara de sorpresa, pensando que está bromeando.

—Lo siento, Eve... Pero necesito hacerlo. No espero que lo comprendas, pero sí que no te enfades, por favor.

—Pero, Kelly... Quedan solo unos pocos días para volver, ¿es que no puedes esperar a que pasen estos días?

Ella se levanta de la cama para quedar sentada y niega con la cabeza.

—No puedo, Eve. Quiero y necesito volver ya. No soporto más la situación con Zeta y necesito poner distancia. Distancia real... Además, echo mucho de menos a mi madre, Eve y tengo algo importante que hacer, si todavía estoy a tiempo...

—¿Y qué es eso tan importante? —pregunto, frunciendo el ceño y sentándome a su lado en su cama.

—Jimmy me ha convencido para que entre a una nueva carrera. 

—¿Cómo? —pregunto, sorprendida. 

—Sí... Tú siempre has sabido que entré en medicina porque no encontraba ninguna otra carrera que me convenciera y entré en la misma que la tuya, con la esperanza de poder adaptarme a algún sector de la medicina... Pero ahora, gracias a Jimmy, he encontrado mi vocación, Eve; voy a estudiar marketing y relaciones públicas.

—¡Pero eso es genial, Kelly! —exclamo, abrazándola—. Me alegro de que por fin hayas encontrado algo que te gusta.

—Muchísimas gracias, amiga —dice ella, sin separarse de nuestro abrazo—. No sé si me podré cambiar de carrera a estas alturas, pero tengo que intentarlo —explica, cuando se separa—. Además, Jimmy me ha hecho una carta de recomendación, donde explica que él puede ofrecerme las prácticas de empresa en Fame, cada vez que sea necesario.

—Dios, no sabes cuando me alegro —digo, sinceramente, tomando sus manos.

—Sabía que lo entenderías —responde ella, sonriendo—. Tal vez, no me haya ido muy bien en el amor, pero ahora, solo puedo pensar en lo que quiero y necesito para mi futuro. Lo único que me fastidia es... Dejarte aquí sola estos últimos días.

Eso en ese momento, me parece lo de menos. Kelly se va a marchar, unos días antes, pero convencida de lo que quiere y sobre todo, feliz. Y eso hace que todo lo demás, deje de importar,  porque, tal y como hablé con Zeta el día anterior: los amigos son lo más valioso que tenemos y verlos felices, nos hace felices a nosotros también.

—No te preocupes por mí, tonta —digo, abrazándola de nuevo—. Yo me las apañaré y, cuando menos te lo esperes, en unos días estaremos juntas de nuevo.


Suspiro ante el recuerdo, pero no es un recuerdo de tristeza, sino de emoción. Ahora Kelly está en un avión de vuelta a Rye y a mí solo me quedan unos días aquí, que tendré que pasar sin ella, pero que pasarán rápido, porque después de todo, solo queda , recoger, despedirse y volver.

Y, aunque en cierto modo, tengo ganas de volver y reunirme con todas personas que quiero y tanto he echado de menos estos meses, también estoy preocupada, precisamente, por la persona que me espera a la salida del estudio para ir a comer juntos.

—¡Zack! —Salgo corriendo y me dirijo hacia él. Y cuando estamos frente a frente, salto para que él me agarre en brazos y enrollo mis piernas alrededor de su cintura, besandole. Quiero aprovechar cada momento que me queda con él antes de volver. Necesito dejarle claro lo que siento y que, aunque vayamos a separarnos, jamás voy a dejar de quererle. Nunca, en mi vida.

Aunque todavía hay algo que me preocupa. Y es que, mi vuelo de vuelta, sale el mismo día que The Last Wish actúa por primera vez en un famoso festival de música que al parecer se celebra en la ciudad cada año. Un festival en el que ellos siempre habían querido participar; el Mermaid Music Festival, donde actúan artistas como Rose Bon (la prima de Michelle), Dominic Waas (el novio de Luna) y Golden Hour (el grupo por el que Zeta, Michelle y Frederick, el amigo de ellos del instituto, se escaparon de la fiesta de cumpleaños de Zack y el aniversario del grupo y fueron arrestados una noche en el calabozo). Y, aunque quiero contarle a Zack que ese día vuelvo, para poder tener una despedida como Dios manda, al mismo tiempo, no quiero arruinarle el día, teniendo que hacerle llegar tarde al festival el día que por fin han conseguido actuar allí.

Cuando él se separa, sonríe y pregunta:

—¿Vamos a comer, preciosa? —Yo sonrío y asiento con la cabeza y cuando entramos a su coche, Zack me informa de algo—: Eve... ¿Te importa si Zeta viene con nosotros?

—No, no tengo problema.

—Es que... No quiero dejarlo solo. Está bastante deprimido, desde que se ha enterado de la vuelta de Kelly.

—Lo entiendo... Entonces es mejor que venga y se distraiga.

—Gracias —dice él, sonriéndome de forma tierna, haciendo que mi corazón se vuelva loco y mis pulmones se queden sin aire por un segundo.

Zack pasa por la casa de Zeta y después de pasar un rato discutiendo a través del portero automático, finalmente, consigue convencerlo para que venga a comer con nosotros. Así que tras eso, los tres nos dirigimos a comer a un McDonald's. Sitio de comida rápida y fácil, para no tener que esperar, ya que los tres nos morimos de hambre. Y cuando terminamos de comer y salimos de allí, vamos al Thousand Sunny.

—¡Ron! —exclama Zeta cuando entramos por la puerta, chocando la mano del chico de cabello azul oscuro—. ¡Qué alegría verte, colega! 

—Lo mismo digo, Zeta. —Ron sale de detrás del mostrador para abrazar a Zeta—. ¡Hace tiempo que no te pasas por aquí! El único fiel, es Zack —dice, guiándole un ojo a Zack y él se ríe—. Bueno, ¿qué queréis tomar?

Ellos piden un café cada uno y yo un batido y los tres nos sentamos a tomar algo.

—Así que vienes a menudo a visitar a tu ex cuñado —bromea Zeta y Zack rueda los ojos.

—Ya sabes que Ron y yo siempre nos hemos llevado bien. Independientemente de lo que haya pasado en su relación con Luna, él sigue siendo buen tío y me cae bien —explica Zack.

—Y su hermano conduce aviones privados —digo yo, a modo de broma y Zack suelta una carcajada.

—No voy a negar que eso es un buen punto a favor —dice, chocando mi puño con el suyo.

—Ahora hablando en serio —dice Zeta, y aunque dice «querer hablar en serio», su tono de voz, demuestra todo lo contrario—. ¿Quién te cae mejor para tu hermana? ¿Ron o Dominic?

Zack niega con la cabeza.

—Quien sea que haga feliz a mi hermana, me parecerá bien...

—Pero... —dice Zeta, riéndose.

Zack suspira y tras pensarlo unos segundos, al final, confiesa su respuesta a la pregunta de Zeta.

—Vale, sí, Ron me cae mejor, ¿estás ya contento? —responde finalmente, rodando los ojos. Es entonces cuando su teléfono comienza a sonar y extrañado, lo saca del bolsillo—. Tengo que cogerlo. Es mi madre y está... Un poco agobiada planeando la vuelta a Londres.

Es cierto que los padres de Zack y Luna también vuelven estos días. Por lo que él me ha contado, su madre le tiene bastante miedo a los aviones, por eso está agobiada con el viaje de vuelta a Londres.

Zack se levanta de la silla y sale fuera para hablar con su madre. Ron trae los cafés y el batido y los deja sobre la mesa.

—Muchas gracias, colega —le dice Zeta y Ron le pasa la mano por la cabeza, despeinándolo y haciendo que Zeta le de un manotazo en el brazo, antes de marcharse riendo tras el mostrador. Luego Zeta me mira y dice—: Hablando de vueltas... —Él suspiro y hace una pequeña pausa, antes de preguntar—: ¿Cómo es que Kelly ha vuelto antes que tú?

—Pues... Estaba cansada de estar aquí, echaba de menos el pueblo, a su madre y quiere comenzar a poner en marcha los trámites para cambiarse de carrera. 

—Ni si quiera se ha despedido... —dice en un murmuro, mirando su café sobre la mesa.

—Lo sé... Y lo siento. Ella estaba muy agobiada estos últimos días. Pero no creo que con eso quisiera hacerte daño ni nada por el estilo. —Zeta no dice nada, solo se queda escuchándome, sin apartar la vista del café—. El tema de Kelly con las relaciones amorosas es... Complicado.

—¿Complicado? —pregunta, en una risa irónica.

Yo dudo por un momento sobre si contárselo o no, pero al final, termino haciéndolo, porque no quiero que finalmente y después de todo lo que ha pasado, Zeta se lleve una mala imagen de Kelly o piense que solo ha estado con él por la fama y el dinero o vete tú a saber, la de cosas que deben estar pasando por su cabeza.

—Sí. Digamos que Kelly tiene un pequeño trauma de la infancia, que es el responsable de que haya estado huyendo de las relaciones románticas durante toda su vida. Ha tenido muchos ligues, pero con ninguno ha querido nada serio... Hasta que te conoció a ti. —Zeta levanta la cabeza para mirarme y frunce el ceño, esperando a que siga hablando. Yo doy un largo suspiro, antes de comenzar con la historia—: Cuando Kelly nació, Miriam, su madre, tuvo lo que podría llamarse «la vida soñada de muchas personas». Tenía un marido que la quería, una hija preciosa y una vida perfecta... Pero todo eso se truncó a los pocos años de nacer Kelly, ya que fue cuando descubrió la primera infidelidad de su marido. A raíz de esto, Kelly creció viendo a una madre en una depresión de la que no fue capaz de salir durante mucho tiempo, mientras veía como su marido la engañaba año tras año, con una mujer tras otra... Hasta que, Kelly cumplió diez años y su padre se cansó de jugar a fingir ser la familia perfecta que aparentaban desde fuera y... Las abandonó para irse con una de las tantas amantes... 

Zeta no dice nada, solo se muerde el labio inferior, pensativo y vuele a mirar hacia abajo, soltando un leve suspiro.

—Eso explica muchas cosas... —dice en un susurro, llevándose las manos a la cara.

—Sí... Explica porque Kelly le tiene tanto miedo al amor. Ella solo teme que le pueda pasar lo mismo que a su madre. Por eso lo ha pasado tan mal las veces que Marcy ha intentado volver a tu vida. Y por eso se ha agobiado tanto, después de que todos descubriéramos lo que Michelle siente por ti... Tiene miedo a sentirse sustituida y no tiene nada que ver contigo, simplemente... 

—Es algo que no puede controlar —acaba por mí, apoyando sus codos sobre la mesa, con su vista perdida en algún punto de la cafetería, como si estuviera tratando de procesar la información.

—Exacto... 

—Lo entiendo mejor de lo que puedas imaginarte, Eve...

—¿Qué? —pregunto, ladeando la cabeza.

—En mi casa viví una situación muy parecida cuando era niño... Puede que no hubieran infidelidades de por medio, pero sí mucho miedo y violencia. 

—No tienes que contármelo si no quieres, Zeta —digo, cuando veo que sus ojos se comienzan a cristalizar.

—No, es que... —Da un suspiro, antes de continuar—. Necesito que, cuando vuelvas a ver a Kelly, la hagas saber que la entiendo y que yo jamás sería capaz de hacerla infeliz de ninguna manera.

—Está bien —asiento con mi cabeza, prometiéndoselo, antes de que él comience a contar la historia.

—Cuando era pequeño... Mis padres no se llevaban muy bien. Tenían una relación un tanto difícil de llevar y pensaban que teniendo otro hijo, la relación mejoraría. Pero, cuando nació mi hermana, la cosa fue a peor. Cada día, discutían para que el otro se hiciera cargo de ella, porque mientras mi madre no podía más, mi padre empezó a salir a beber y cuando volvía, lo pagaba todo con nosotros tres. —Las lágrimas están a punto de recorrer la cara de Zeta, pero él hace o posible por mantenerlas—. Nos insultó y maltrató física y psicologicamente durante años... Veía la angustia en la cara de mi madre cada día. Y la cosa fue a peor cuando nació mi hermano pequeño. A partir de ahí, pensé que aquello jamás acabaría. Pero a los pocos meses de mi hermana cumplir cinco años... Mi padre sufrió un accidente y... —Él hace una pausa y aprovecha para limpiar sus mejillas. Por un momento, incluso creo que no va a terminar la frase—. Y ahí acabó nuestra tortura.

—Madre mía... —digo en un suspiro—. No sabes cuanto lo siento, Zeta... —Una lágrima escapa de uno de mis ojos por culpa de esa historia.

—Es mi pasado y de alguna forma tengo que enfrentarlo. Aunque no pueda hacerlo en el día a día, porque desde bien pequeño, ya decidí renunciar incluso a mi propio nombre, que es el mismo que el de él.

Es cierto que Zeta nunca ha desvelado su nombre real. Hay muchas especulaciones de los fans sobre cual podría ser su verdadero nombre, pero eso, es algo que imagino que solo sabe la gente de su círculo cercano.

—Y... —Dudo sobre si preguntarlo o no, pero la curiosidad, me invade—. ¿Cual es tu nombre real, Zeta?

Él suspiro y se lleva una mano a la cara.

—Max Ethan Davies. —Rueda los ojos—. Incluso decirlo en voz alta me resulta ridículo. Parece que estuviera nombrando a mi padre, en lugar de a mí. 

Me resulta irónico que se llame de primer nombre «Max», porque los dos chicos que iban detrás de Kelly antes de venir aquí, eran Mark y Matt... Y el nombre de Max, también se parece bastante al de ellos.

—Y entonces, ¿por qué te dicen Zeta?

—Porque desde pequeño ya aborrecía el nombre de Max. Y... Cuando conocí a Zack en la guardería, le resultaba muy complicado pronunciar mi segundo nombre y a un enano de tres años, que lo único que sabía decir era pipí y caca, en lugar de «Ethan», le salía «Zeta». Y fue a partir de ahí, que todo el mundo comenzó a llamarme así. Se podría decir que llevo ese apodo desde la cuna. —Él intenta reír, pero su sonrisa aún parece un tanto triste—. Así que, cuando comenzamos a hacernos conocidos gracias al grupo, decidí cambiarme el apellido por el de mi madre, para que en mí no quedara nada del nombre de mi padre.

—Lo entiendo... —digo, torciendo los labios—. De verdad que no sabes cuanto siento todo lo que has pasado y te prometo que le haré saber a Kelly todo esto en cuanto la vea. 

—Muchas gracias, Eve... Me habría encantado al menos poder despedirme de ella, pero... Entiendo que ella no haya aguantado más esto. —Él echa la cabeza sobre la mesa, demostrando cansancio. Y cuando vuelve a levantarla, intenta simular que está más animado—. ¿Y tú cuando vuelves?

Mierda, ha tocado justo el tema del que no quiero hablar...

—¿Eve? —pregunta, al ver mi cara de sorpresa y nerviosismo—. ¿Todo bien?

—Sí... —Intento disimular, pero sé que no voy a poder ocultarle mi vuelta a todo el mundo, así que aprovecho este momento para ver si Zeta puede servirme de ayuda. Miro a la puerta del Thousand Sunny y, al ver que Zack sigue pegado al teléfono, respondo—: Yo... Vuelvo el viernes.

—Ah, ya, ¿el viernes de la semana que viene? —pregunta, bebiendo café.

—No —niego—. Este viernes... —respondo, haciendo que Zeta escupa el café que estaba bebiendo.

—¿Cómo que este viernes? ¡Pero si estamos a martes, Eve!

—Shhh, cállate —digo, mirando a la puerta, pero Zack parece seguir hablando con su madre, ajeno a nuestra conversación. Y cuando Zeta se da cuenta de esto, me mira, alucinado y señala a Zack con el dedo pulgar.

—¿Es que él no lo sabe? —pregunta y yo niego con la cabeza—. ¿Pero por qué?

—El viernes actuáis en el Mermaid Music Festival, ¿no es así?

—Sí ¿y eso que tiene que ver?

—Pues... —Me llevo ambas manos a la cabeza en frustración—. ¡Que mi avión sale a las cuatro de la tarde y vosotros actuáis a las cuatro y media! Y según me ha dicho Zack, el festival se celebra a las afueras de la ciudad. Ni de coña le daría tiempo a despedirse y llegar justo a tiempo para vuestra actuación.

Zeta no deja de mirarme con sorpresa y suspira en indignación.

—¿Y qué piensas hacer? ¿Irte sin despedirte de él? ¿Es que no puedes atrasar el vuelo?

—Si pudiera, créeme que lo haría, pero no es cosa mía. Va todo a cuenta de la agencia Fame y no puedo volver por mi cuenta sin ellos. 

—Maldita sea. —Zeta le da una patada a la silla de enfrente, en frustración—. Pues tenemos que hacer algo para solucionar esto, Eve.

—Yo... —Estoy a punto de decirle lo que he pensado, pero estoy segura de que le va a parecer una idea horrible—. He pensado en dejarle una nota de despedida. Obviamente no va a ser lo mismo. Pero, joder, Zeta, no quiero arruinaros la actuación. Sé que lleváis años deseando estar en ese festival y hay muchísimos fans que habrán comprado entradas precisamente para veros a vosotros. Y yo, como fan vuestra que soy, no puedo permitir que Zack tarde o ni si quiera se presente, porque sé que sería capaz de cualquier cosa si se entera de que me voy ese día.

La otra idea que se me ocurre, es despedirme de él por la mañana, horas antes de la actuación y de la salida de mi vuelo, pero no sé si sería capaz si quiera de despedirme de él. Estoy segura de que sería el momento más jodidamente difícil de mi vida y no podría enfrentarme a él. Por eso, mi egoísmo se vuelve a poner por delante, con la excusa de que existe el riesgo de que él pueda faltar al concierto con tal de verme antes de marcharme. Por eso se me ocurrió la idea de la nota; es solo una despedida mucho más fácil, más fría... Pero sin lágrimas, ni sentimientos que puedan destrozarme el corazón al saber que tal vez, no vuelva a verle jamás...

—En eso tienes razón... —murmura, pensativo—. Este loco es capaz incluso de secuestrarte para que te quedes aquí —trata de bromear, rodando los ojos.

—Entonces, ¿vas a ayudarme? —pregunto—. ¿Vas a dejarle a Zack mi nota de despedida?

Zeta parece dudar, dándome a entender que no le parece buena idea, pero finalmente después de pensarlo por un momento, niega con la cabeza y tras suspirar, dice:

—Está bien. Si no hay otra opción que esa, te ayudaré. 

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