Capítulo 43. Aclarar las ideas.
Mi cara está empapada en lágrimas y me cuesta respirar con normalidad, pero intento volver a sentarme y justo entonces, mi vista se dirige rápidamente a la puerta al escuchar a alguien entrar.
—Eve, ¿qué le pasa a Zack? Me acabo de cruzar con él por el pasillo y parecía muy serio. —Kelly, que acaba de entrar por la puerta, me mira y corre hacia mí—. ¡Eve! ¿Se puede saber que ha pasado?
—He dejado a Zack... —digo, haciendo que las palabras que digo, provoquen un llanto aún más fuerte.
—¡¡¿Qué?!! —exclama ella—. ¡¿Pero por qué?! ¿Es que estás locas?
—Es lo mejor para todos, Kelly...
—¿Lo mejor para todos? ¡Veo que sí que estás loca! ¿Cómo va a ser lo mejor para todos que renuncies a Zack Valley? ¿Qué motivos puedes tener para hacer una cosa así? ¡Y luego me regañas a mí por pasar unos días sin hablar con Zeta!
—No sé si puedo explicarte los motivos ahora, pero...
Lloro más fuerte, al recordar lo que Zack dijo antes de irse; él quería mantener una relación a distancia a pesar de todo y yo es algo que ni si quiera llegué a pensar en ningún momento. Creía que lo nuestro simplemente acabaría después de todo esto y cada uno intentaría seguir con su vida tratando de no pensar en el otro... Aunque en mi caso hubiera sido prácticamente imposible, teniendo en cuenta que no puedo vivir sin la música que ellos hacen y que la mayoría de gente en mi pueblo es fan de The Last Wish, por no contar el resto del mundo.
Trato de recomponerme, porque lo último que quiero es que sea Kelly quien tenga que consolarme, sabiendo que ella tampoco está pasando por su mejor momento en su relación con Zeta.
—¿Tú cómo estás? —pregunto, limpiando las lágrimas de mis mejillas—. ¿Has hablado con Zeta?
Ella solo niega con la cabeza, con rostro triste.
—No he tenido valor...
—¿Pero por qué?
—Ya sabes... —Ella se ríe, de forma triste—. El miedo.
—Somos estúpidas... —murmuro, aún tratando de respirar con normalidad.
—Y que lo digas... Hemos sido las personas más afortunadas del mundo y las dos lo hemos estropeado al mismo tiempo.
—Tú no has estropeado nada, Kelly. —Pongo mi mano sobre la suya, mientras intento controlar el llanto—. Pero la situación es... Complicada.
—Da igual si la situación es complicada. Está claro que cuando una está bien, la otra está mal y viceversa... O las dos estamos mal con ellos al mismo tiempo. Pero el mundo se empeña en que nunca podamos ser felices a la vez.
Yo asiento con la cabeza. Ella tiene toda la razón. Kelly toma mi mano y niega con la cabeza, sin poder contener más las lágrimas, que comienzan a caer solas por sus mejillas sin que ella pueda controlarlas. Nos abrazamos y, llorando juntas, nos damos cuenta de lo estúpidas que somos.
Pasado un rato, cuando ambas estamos más tranquilas, Kelly dice que va a ducharse para ver si así logra despejarse y yo decido salir a dar una vuelta. Quiero perderme y me da igual si nadie es capaz de encontrarme. Así que cojo el primer bus que veo y me subo en él. Me siento en el lado de la ventana y mirando la ciudad a través de ella, intento dejar de pensar en todo lo que me atormenta, para centrarme en lo bonita que es la ciudad y la suerte que tengo que poder estar ahí.
Pasado un rato, soy capaz de ver el famoso letrero de HOLLYWOOD, situado en lo alto del monte que todos conocemos. No puedo evitar sonreír al darme cuenta, ya que, a pesar del tiempo que llevo aquí, no había pasado antes por ahí desde tan cerca y me emociona poder verlo finalmente, antes de marchar de vuelta.
Agarro mi móvil para hacerle una foto y subirla a una historia de Instagram, y como no es algo que suela hacer muy a menudo, me sorprende ver que, en a penas unos segundos, ya la han visto miles de personas.
A los pocos minutos de subir la foto, me extraña encontrar una respuesta de Zeta, que dice:
«¿Cómo estás, Eve?»
Yo no puedo evitar reír de forma triste y le respondo:
«¿Es qué ya has hablado con Zack?»
Siento que la pregunta es estúpida, porque la respuesta es evidente.
«Sí. Me ha llamado hace un rato. Está destrozado por tu decisión, Eve...»
Una lágrima gruesa cae sobre la pantalla de mi teléfono y limpio mi cara con el dorso de mi mano, intentando controlar mi respiración.
«Lo siento tanto...»
Apago la pantalla del teléfono, porque no quiero seguir hablando de esto. Pero de repente, la pantalla se ilumina de nuevo, alertando de una llamada de Zeta.
—¿Eve? —Zeta me llama, en tono suave.
—¿Sí? —pregunto, volviendo a limpiar mi cara con mi mano.
Le escucho suspirar y seguidamente, dice:
—Sé que no soy el más indicado para decirte esto, pero has tomado una decisión ridícula.
—Lo sé... —respondo en un suspiro.
—Espera, ¿qué? ¿Lo sabes?
—Sí... Sé que he tomado una decisión precipitada pero tengo mis motivos.
—¡A la mierda los motivos, Eve! Estás arruinando tu propia felicidad. ¡Te estás saboteando a ti misma y a Zack!
—No sé si me estoy saboteando a mí misma pero tengo mucho miedo de todo lo que pueda pasar si se descubre que Zack y yo realmente estamos juntos. Tengo miedo de muchas cosas y no sé como explicar todo lo que siento dentro ahora mismo.
—Pues yo te lo voy a explicar; le tienes miedo a la fama de Zack y del grupo y a como eso podría afectar a tu vida. Pero si de verdad quieres a Zack, tienes que entender que no te va a quedar otra que acostumbrarte a ello, porque de lo contrario, te vas a arrepentir durante toda tu vida de no haberlo intentado. —No puedo evitar sonreír ante eso, y tomo una respiración profunda. Zeta hace una pausa y, con voz calmada y un tanto melancólica, dice—: Eve, todo lo que he vivido con Kelly estos meses, me ha hecho darme cuenta de lo muchísimo que duele que la persona que quieres con toda tu alma se aleje de ti de forma repentina. No hagas que Zack tenga que pasar por eso, por favor...
Las palabras de Zeta me llegan al corazón. Y ver cuanto se preocupa por su mejor amigo, hace que las lágrimas vuelvan a salir por mi mejilla de forma automática.
—Gracias, Zeta —digo, limpiando mi cara de nuevo. Me siento una maldita sensible de mierda, pero me doy cuanta de toda la razón que tiene y me hace sentir mal, porque yo sabía a lo que me enfrentaba cuando decidí empezar con Zack y de repente, le he dejado «de un día para otro», como él ha dicho antes de marcharse. Al final, la más egoísta de los dos, he sido yo y me siento culpable por eso. No puedo haber hecho las cosas peor y la necesidad de arreglarlo me consume, e imaginar a Zack pasándolo mal por mi culpa, hace que mi alma se desespere y se muera de ganas de volver a verle, abrazarle, besarle y pedirle perdón por haber sido tan estúpida.
—No tienes nada que agradecerme, Eve. Tú hiciste lo mismo conmigo. Me abriste los ojos respecto a lo que tenía que hacer con Kelly, porque al final, los amigos son lo más valioso que tenemos y verlos felices, nos hace felices a nosotros también.
Y otra vez, vuelve a tener razón...
—Y verlos tristes, nos deprime también... —digo, suspirando y tragando con dificultad.
—Sí, por eso no puedo ver a Zack así... Sé que tú me entiendes.
—Te entiendo... Te entiendo muy bien. —Hago una pausa, dudando si preguntar o no, pero teniendo en cuenta que, tal vez Kelly no lo ha hecho todavía y no sé si será capaz de reunir el valor para hacerlo, al final, lo pregunto yo—: Zeta... ¿Cómo estás con respecto a Michelle... Después de lo del otro día?
Le escucho suspirar de nuevo, antes de contestar:
—Lo cierto es que ahora no sé como actuar delante de ella. Intento hacerlo con normalidad, pero me da miedo hacer cualquier tipo de broma de las habituales, porque ahora que sé lo que siente por mí, me da miedo que cualquier tontería que diga pueda hacerle daño.
—Ya... Es comprensible.
—Y en lo que a sentimientos se refiere... Me da lástima saber que no le correspondo los sentimientos a mi mejor amiga —dice, con una risa un tanto sarcástica—. Pero no puedo obligarme a mí mismo a sentir algo por ella, mucho menos cuando ni si quiera puedo sacarme a Kelly de la cabeza...
Lo siento tanto por Michelle... Pero al mismo tiempo, no puedo evitar alegrarme por Kelly. Y esto, demuestra que, finalmente, sus preocupaciones eran una tontería.
Pasado un rato, Zeta tiene que colgar el teléfono y yo siento que el sueño me empieza a invadir. Tal vez por haber madrugado, tal vez por la tranquilidad del viaje en bus, pero decido cerrar mis ojos un momento. Pero ese momento, se convierte en horas, cuando sin quererlo, me quedo dormida en el autobús.
—Chica... —Entre sueños, escucho una voz femenina, al tiempo que noto a alguien zarandeando mi hombro con cuidado—. ¿Muchacha? Hemos llegado al final del trayecto del autobús.
Abro mis ojos lentamente, llevando mis manos a ellos para frotarlos. Entonces, me doy cuenta de que sigo en el autobús y fuera, ya es de noche.
¿Se puede saber cuántas horas han pasado?
—¿Dónde estamos? —pregunto, mirando a la conductora de autobús, que me acaba de despertar.
Ella ladea la cabeza y me mira en confusión.
—Estamos en San Diego. ¿Es que te has confundido de bus?
—¿Cómo en San Diego? —pregunto, levantándome con rapidez. Todo el sueño ha desaparecido de repente.
—Sí, esto es un autobús de viajes, no de los que circulan por la ciudad.
—Mierda... —murmuro, llevándome las manos a la cara.
¡Eso explica porque me costó más caro! ¡Lo que no sé, es que demonios voy a hacer en San Diego, sola, durante toda la noche!
—Y... ¿usted podría indicarme dónde coger un bus de vuelta a Los Ángeles?
Ella niega con la cabeza.
—Lo siento, pero a estas horas ya no hay más autobuses. Mucho menos de larga distancia. Tendrás que esperar a mañana. A primera hora, a eso de las seis de la madrugada, sale el primero de vuelta a Los Ángeles, en esta misma parada. —Ella señala fuera del autobús y yo suspiro, temiéndome lo peor.
No me va a quedar otra que pasar la noche en San Diego...
—Siento parecer pesada, pero, ¿sabría decirme dónde hay algún hostal para pasar la noche?
La mujer asiente con la cabeza y me acompaña fuera del autobús, para indicarme el lugar donde se encuentra el hostal más cercano.
De camino allí, llamo a Kelly para informarla de la situación y ella me regaña por despistada y propone avisar a Madison para que vengan juntas a recogerme, pero son casi las doce de la noche y, según he visto en internet, de Los Ángeles a San Diego hay como tres horas de viaje y entre la ida y la vuelta, acabaríamos llegando a Los Ángeles casi a la hora a la que sale el primer autobús por la mañana y no veo necesidad de molestarlas cuando solo tengo que llegar al hostal, pasar la noche y esperar a que se haga de día.
Por la mañana temprano, me tomo un café que me ayuda a despejar lo mal que he dormido, cojo el primer autobús y llego de vuelta a Los Ángeles a las nueve de la mañana. Y, como mi sesión de fotos no comienza hasta las once, me veo en la necesidad de hacer una parada, antes de coger un taxi que me lleve al estudio.
Me paro delante del enorme edificio, tomo una respiración profunda y entro. Tomo el ascensor y cuando estoy en la parte más alta, toco a la puerta. Cuando esta se abre y Zack me ve, su cara es de pura sorpresa.
—Eve... —murmura cuando me ve.
—¿Estás solo? —pregunto, porque sé que Valeria aún está recogiendo algunas de sus cosas de la casa, por lo que se pasa de vez en cuando por allí a terminar de llevárselo todo.
—Sí... Valeria acaba de marchar... —Él comienza diciendo, pero ese «sí» era lo único que necesitaba oír, y antes de que él acabe la frase, doy un paso hacia él, me pongo de puntillas y agarrando su cara con decisión, estampo mis labios sobre los suyos con desesperación.
Zack no tarda en agarrarme por la cintura, pegándome más a él y siguiendo el beso con todo el deseo del mundo. Y yo, solo espero que esto le haga ver que me he dado cuenta de lo estúpida que he sido y de que a pesar de mis miedos, ya me he dado cuenta de que no quiero y no puedo renunciar a él. Aunque irónicamente, haya sido Zeta quien me haya hecho darme cuenta de eso.
Cuando nos separamos, ninguno de los dos es capaz de respirar con normalidad, Zack sonríe sobre mis labios y me da un beso corto y suave, acariciando mi mejilla y colocando un mechón de cabello detrás de mi oreja.
—Lo siento... —susurro, pero él no dice nada, solo se me queda mirando, mordiendo su labio inferior. Sus ojos azules brillan con la luz del sol y me hacen suspirar.
—Te quiero, Eve —dice, haciendo saltar mi corazón, por un momento siento que incluso me voy a caer de espaldas, pero él me está sujetando—. Te quiero, joder. Te quiero —repite, antes de volver a besarme. Zack me carga en brazos, enrollando mis piernas a través de su cintura. Y sin dejar de besarnos, entra conmigo en la casa.
Él y yo pasamos juntos la mañana hasta que tengo que ir al estudio. Y mientras estamos tumbados sobre la cama, yo con mi cabeza sobre su pecho y él acariciando mi cabello, me cuenta sobre un concierto que tienen precisamente el día que tengo que volver a Rye.
Es irónico que justo sea el mismo día... Eso hace que al final, ni si quiera vayamos a poder despedirnos. Pero eso él no lo sabe, porque hasta hace unos días no sabía con exactitud el día de mi vuelta y aún no se lo he dicho a él. Pero, teniendo en cuenta las circunstancias, tal vez lo mejor será que no lo sepa.
Cuando me doy cuenta de la hora, salgo corriendo de su casa, aunque me cuesta liberarme de él, ya que Zack no puede dejar de besarme una y otra vez. Pero cuando lo hago, cojo el primer taxi que veo y llamo a Kelly para decirle que ya voy al estudio.
—¡Eve! ¿Se puede saber dónde estás? —pregunta Kelly, una vez descuelga el teléfono—. Jimmy está preguntando por ti.
—¡Lo siento, tenía algo que solucionar!
—¿Qué puede ser más importante que llegar al estudio temprano en una de las últimas sesiones de la campaña?
—Ahora te cuento.
Le cuelgo el teléfono y, una vez terminada la sesión de fotos, la mañana y después de ir a comer y volver al hotel, Kelly se tumba en su cama mirando el techo y suspira.
—Dios... Estoy demasiado cansada. Acompañar a Jimmy a convencer a las cadenas de televisión para que compren el anuncio, está acabando conmigo.
—Pero se te da bien. Creo haberlo escuchado decir que, «gracias a tu labia, estáis logrando de forma más favorecedora el objetivo impuesto de vender el anuncio a las cadenas televisivas» —repito, exactamente, las palabras que ha dicho Jimmy.
—Es posible... —Ella me mira y ladea la cabeza—. ¿Y tú?
—¿Yo qué?
—¿Puedo saber por qué llevas toda la mañana tan contenta? ¿Es que has arreglado las cosas con Zack? Imagino que era eso lo que tenías que hacer esta mañana.
—Pues... ¿Sabes que ayer estuve hablando con Zeta?
—Sobre mí, imagino... —dice, suspirando y dejando caer su cabeza sobre la almohada, volviendo a dirigir su vista al techo.
—Extrañamente no... La conversación fue sobre Zack y sobre mí. Pero, ¿sabes qué? Me ayudó mucho... Porque me hizo darme cuenta de algo muy importante.
Ella gira la cabeza para mirarme.
—¿De que no merece la pena el pena el sufrimiento que estamos pasando?
—No... Y no es sufrimiento, Kelly. Son obstáculos que necesitamos pasar si lo que realmente queremos es estar con ellos, porque, a pesar de todo, el amor es algo por lo que merece la pena luchar.
Tras eso, la reacción de Kelly, es la que menos espero. Ella suelta una risa sarcástica y, volviendo a mirar al techo con una expresión de tristeza, murmura:
—Pues yo ya me he cansado de luchar, Eve...
—¿Qué? —pregunto, frunciendo el ceño.
Ella cierra los ojos y toma una respiración profunda, luego vuelve a abrirlos y sin ni si quiera mirarme, dice:
—He conseguido un billete de avión para volver lo antes posible. —Luego vuelve a girar su cabeza y me mira para decir—. Mañana mismo, vuelvo a Rye.
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