Capítulo 41. Compañeros de billar.

Ha pasado una semana que ha sido tan productiva, que ha pasado increíblemente rápido.

Para empezar, Gathy contactó con Jimmy para avisar de que el perfume My First Wish, sale a finales de esta misma semana, por lo tanto, acabo de realizar una sesión de fotos en solitario, que servirán como promoción del perfume en cuanto este salga al mercado.  Y, aunque no conseguí convencer a Gathy y Jimmy de que cancelaran el anuncio de televisión porque era algo que formaba parte del contrato, al menos, conseguí convencerlos de que, si querían un anuncio, tendría que ser corto y donde yo a penas hablara.

Entre otras novedades, está el hecho de que Jimmy está tan ocupado con el tema de la promoción del perfume  y otros asuntos de Fame, que ha contado con la ayuda de Kelly para algunos asuntos relacionados con el marketing de la agencia de modelos. Y, aunque en realidad Kelly no tiene ni idea del asunto, parece que su creatividad, está ayudando bastante a Jimmy.

Y ahora, dejando el trabajo a parte... Las cosas con Zack van de maravilla. Se puede decir que a penas nos hemos despegado en toda la semana y nuestra conexión avanza de forma estratosférica. Por las mañanas ha estado viniendo cada día a recogerme al estudio para así poder pasar el resto de las tardes juntos e ir a comer o hacer picnics bajo en sol, salir al cine, ver atardeceres, conocer lugares nuevos, besarnos en cada esquina y... 

¡Eve, deja de pensar en eso o te vas a echar a sudar! —Me reprocho a mí misma, suspirando y volviendo a mirar por la ventana del coche que me trae de vuelta al hotel, después de la sesión de fotos para la promoción del perfume.

Cuando miro mi teléfono, encuentro un nuevo mensaje de Kelly, preguntando si me queda mucho para llegar. Ella y yo, hemos quedado con Zack, Zeta, Luna y Michelle, porque ellos han organizado un plan en la casa de la colina, esa donde estuvieron viviendo los cuatro juntos durante sus primeros años en Los Ángeles.

Yo le respondo que estoy a punto de llegar y cuando lo hago, Kelly y yo comemos juntas en el restaurante del hotel y nos preparamos antes de que Zack venga a recogernos.

—¡Vamos, Kelly! —exclamo, agarrándola del brazo para salir de la habitación—. ¡Zack nos está esperando abajo!

—¡Espera, joder! No encuentro mi maldito pintalabios permanente y sin él, estoy perdida.

—¿Y no es más fácil no llevar pintalabios?

—¡No! —responde en indignación—. A Zeta le gusta besar mi pintalabios permanente con olor a piruleta —dice, con sonrisa pillina, antes de encontrar el pintalabios dentro de un neceser—. ¡Oh, aquí está!

Yo suspiro, aliviada y por fin salimos de la habitación para encontrarnos con Zack.

—Perdón la tardanza —dice Kelly—. Nos ha surgido un pequeño problema de última hora.

—Tan pequeño como su pintalabios permanente con olor a piruleta... —digo, rodando los ojos y Zack comienza a reírse.

—No os preocupéis, no llevo mucho esperando y probablemente Luna y Michelle tarden un poco más en llegar porque les ha surgido también un imprevisto.

—¿Y Zeta? —pregunto, extrañada.

—Su coche se ha averiado —explica él—. Por eso tenemos que pasar ahora a recogerle... —Zack me mira y me regala una preciosa sonrisa—. Por cierto, no te he saludado como se debe —susurra, inclinándose para dejar un suave beso sobre mis labios que me hace estremecer.

—¡Por favor! —exclama Kelly, entrando en la parte trasera del coche de Zack—. ¡No me hagáis ser la sujeta velas hasta que recojamos a Zeta!

Zack y yo empezamos a reír y subimos también al coche para ir en busca del querido novio de la quijica mi amiga.

—¿Esto es una especie de quedada de parejas? —pregunta Kelly, cuando ya nos hemos puesto en marcha—. ¿O solo nos habéis invitado porque no podéis vivir sin nosotras? —bromea ella, haciendo reír a Zack.

—Esa es una de las razones, pero no, no es una quedada de parejas. Sobre todo porque Dominic, el novio de mi hermana, ha tenido que quedarse en el estudio, terminando de grabar una canción. 

—¿Y Michelle? —pregunto, curiosa—. ¿No tiene novio?

—Bueno... Michelle estuvo saliendo con un chico el año pasado. Se llamaba Román Cruz y era de nacionalidad mexicana. A todos nos caía genial, pero su relación no duró mucho por culpa de la fama... Pero cuando los fans del grupo descubrieron quien era «el novio de la famosa Michelle Bowe de The Last Wish», empezaron a investigarlo y él no soportó la presión de que tanta gente hablara de él y acabó dejándola.

—Vaya... —musitó Kelly—. Pobre chico y pobre Michelle. No quiero imaginar que pasará cuando la gente se entere de que Zeta está saliendo conmigo...

—Eso si no lo saben ya... A veces me da la sensación de que muchos fans forman parte del FBI —bromea él—. Pero tú tranquila, Kelly. El pobre Román no aguantó la presión de la fama y de que la gente se metiera en su vida, pero eso no tiene porque pasaros a vosotras —dijo, poniendo una mano sobre la mía y yo torcí los labios, pensativa.

De hecho, de mí habían hablado ya... Cuando se filtraron las fotos con Zack, todo fue una completa locura y desde entonces, vivo con el miedo de que algo así pueda volver a pasar. Y, aunque de alguna forma estoy empezando a ser conocida como modelo, el miedo de lo que la gente pueda pensar sobre mi relación con Zack, por lo famoso que él es, me da cada día más miedo y no sé si seré capaz de vivir con ello.

—Bueno, y entonces que pasa con Michelle —pregunto, para cambiar de tema—. ¿Es que no ha vuelto a gustarle nadie después de ese chico?

—A decir verdad, no tengo ni idea. Ella es muy reservada con ese tipo de cosas y no sé si es que no ha superado a Román o le gusta alguien de quien no nos ha hablado... Pero estoy seguro de que, sea lo que sea, mi hermana debe tener esa información.

Zack, Kelly y yo nos pasamos el resto del camino hablando sobre más cosas, hasta que unos minutos después, pasamos a por Zeta y tras eso, continuamos conversando hasta que, largo rato después, llegamos a la casa de la colina.

—¿Luna? —dice Zack, cuando nos encontramos con su hermana nada más aparecer en la sala de la casa—. ¿Qué haces aquí? ¿No se supone que os había surgido un imprevisto?

—Nos surgió un imprevisto, pero como veis, al final nos ha dado tiempo a llegar —explica ella.

—¿Y cuál era ese imprevisto? —pregunta Zeta—. Si se puede saber.

Michelle, que acaba de salir por la puerta de la cocina, aparece a nuestro lado y contesta:

—Estábamos comprando algunas cosas en un centro comercial y de repente nos hemos cruzado con un grupo de chicas que eran fans. Como imaginaréis, hemos tenido que pararnos con ellas, hacernos fotos y firmar autógrafos.

—Claro, es comprensible —dice Zeta.

—Los fans están por encima de todo —comenta Zack.

—Obvio, es nuestro código de grupo, ¿no?

—¿Ese es el código del grupo? —pregunta Kelly, alzando una ceja.

—Por supuesto que sí —responde Zack—. Desde siempre hemos tenido claro que, si estamos donde estamos, es gracias al apoyo de nuestros fans. Sin ellos no seríamos lo que somos. Así que ellos siempre están por encima de todo.

Yo miro a Kelly y ambas intercambiamos una sonrisa. A pesar de la fama, ellos no dejan de ser tan humildes, que dan ganas de abrazarlos y no soltarlos jamás. Y nosotras somos más afortunadas de lo que nunca pudimos imaginar.

—Bueno —dice Luna, soltando su vaso de limonada sobre la mesa—. ¿Jugamos al billar?

—Oh, chicas... —susurra Zeta—. Veo que tenéis ganas de hacer el ridículo. —Él suelta una carcajada y Luna rueda los ojos.

—¡He estado practicando! —exclama ella—. Cuando estuve en el hospital me descargué un juego de billar en el teléfono para matar el tiempo...

Creo que nadie pudo evitar reír después de eso.

—Perdón... —dice Michelle—. Pero ¿es en serio, Luna? Obviamente no es lo mismo un juego de móvil que jugar de verdad. 

—Veo que los dos estáis contra mí, ¿eh? —dice ella, en tono desafiante—. ¡Pues yo quiero estar del equipo de Eve y mi hermano!

—¿Es que los equipos son de tres personas? —pregunto yo, que no tengo ni idea de billar.

—En este caso sí, porque somos seis y en el billar solo hay dos tipos de bolas. Y como imagino que vosotros iréis juntos y Kelly y Zeta también, pues yo me uno a vuestro equipo.

Yo no puedo evitar soltar una risa ante eso.

—Esta bien —digo, asintiendo con la cabeza.

—¡Al menos nosotros tenemos a Michelle que juega mejor que tú! —exclama Zeta, en tono de broma y Luna le saca la lengua, Kelly se ríe y Michelle se encoge de hombros.

—Vamos, dejad la rivalidad para cuando empiece la partida —dice Zack, negando con la cabeza y haciendo un gesto para que le sigamos a la terraza de fuera, justo donde se encuentra la mesa de billar.

Las luces decorativas alumbran la terraza, al igual que la noche de la fiesta y las otras pocas veces que he estado aquí con Zack. Pero nunca antes habíamos jugado al billar. De hecho, tal y como le dije la noche que fuimos a Cosmos, yo nunca he jugado.

—Eve, ¿alguna vez has jugado? —Me pregunta Zeta.

—Lo cierto es que no —respondo.

—Mejor será que lo expliques. Yo jugué con vosotros en Cosmos hace no mucho —dice Kelly—. Pero a penas recuerde como se juega.

—A ver, es sencillo —comienza diciendo Zeta, mientras nos pasa los palos para jugar, que después descubrí que realmente se llaman «tacos»—. Decidiremos a suertes que equipo empieza. El primero que meta una bola, decidirá que clase de bolas juega cada equipo. Por ejemplo, si yo meto una rayada, nuestro equipo jugará con las bolas rayadas... El juego consiste en meter todas las bolas del equipo menos la negra, que debe ser la última. Quien meta la bola blanca pierde turno y en caso de que ambos equipos hayan metido todas las bolas, gana quien finalmente meta la negra.

Tras la explicación de Zeta, Kelly y yo parecemos haberlo entendido bastante bien, por lo tanto empezamos a jugar.

En un principio, Luna no consigue meter ninguna bola, Kelly tampoco y Zack mete la primera, cosa que hace que el equipo de él, Luna y yo, tengamos las bolas lisas y ellos la rayadas. 

—Me toca —dice Zeta, agarrando el taco y con concentración, es capaz de meter una bola para su equipo. Luego le choca una mano a Kelly y la otra a Michelle.

—Eve, es tu turno —comenta Luna—. ¡Sé que puedes destrozarlos!

—Yo no estoy tan segura —respondo, riendo y trato de centrarme en una de las bolas, pero se me hace demasiado complicado porque siento que ni si quiera estoy agarrando bien el taco, a pesar de haber intentado fijarme en como lo cogen los demás.

—A ver —dice Zack, acercándose a mí y tomando su mano sobre la mía para ayudarme a agarrarlo—. ¿Mejor? —pregunta en un susurro cerca de mi oído, haciendo que se me escape un suspiro que no ayuda a mi concentración.

—Gracias —respondo en un susurro y él, que tiene su cara justo al lado de la mía, me dedica una sonrisa y me guiña un ojo.

Cuando intento darle a una bola, esta choca con unas cinco bolas más y hace que una de las nuestras, entre de forma completamente aleatoria.

—¡Vamos! —exclama Luna, chocando mi mano y dando un salto. 

—¡Así se hace! —dice Zack, chocando mi mano también.

Después de una media hora, la partida está a punto de terminar, pero hace rato que todas las bolas están dentro. Solo queda la bola negra y desde hace un largo rato nadie ha conseguido meterla. Hasta que finalmente, la encargada de conseguirlo, es Kelly.

—¡Vamos! —exclama ella—. ¡Por fin!

—¡Hemos ganado! —Zeta la agarra en brazos y comienza a dar vueltas—. ¡Hemos ganado gracias a ti! —Zeta besa a Kelly de forma apasionada delante de todos.

Zack rueda los ojos y suelta el taco a un lado.

—Al menos lo hemos intentado —dice él, encogiéndose de hombros.

—¡Ha sido cuestión de suerte! —responde Luna, pero cuando está a punto de soltar su taco al lado del de su hermano, Michelle suspira y con cara extraña desaparece de repente de forma brusca, huyendo de allí.

Zack y Luna intercambian una mirada confusa y ella sale detrás de su amiga.

—¿Pero qué...? —pregunta Zeta, cuando se da cuenta de eso—. ¿A dónde han ido?

—No tengo ni idea... —responde Zack—. Michelle ha salido pitando y Luna detrás de ella.

—¿Tal vez se haya encontrado mal? —pregunto, a modo de suposición—. No sé, puede que haya ido al baño o algo.

—Es posible... —dice Zack, pero no parece muy convencido.

—¿Por qué no vas a ver si escuchas algo, Eve? —pregunta Zeta.

—¿Cómo? —exclamo, mirándole rápidamente—. ¿Me estás diciendo que vaya a espiar?

—Sí... Bueno, en realidad no sería espiar. Solo obtener información.

—¿Obtener información no es lo mismo que espiar? —pregunta Kelly, cruzando los brazos sobre su pecho.

—No... —murmura Zeta.

—Puede que no sea espiar... Solo, comprobar si todo está bien —dice Zack, apoyando la idea de su amigo.

—Pero vamos a ver, ¿entonces lo estáis diciendo en serio? —pregunto, sorprendida.

—Vamos, Eve... A ti no te van a mandar a la mierda si te pillan —responde, soltando una risa que enloquece todo dentro de mí.

—¡No hagas eso! —exclamo, suspirando.

—¿Hacer qué? —pregunta Zack, frunciendo el ceño.

—¡Sonreír así! ¡Eso hace que no pueda centrarme en pensar bien las cosas!

—¡Esta bien! —Zack alza las manos en señal de paz—. Pero por favor, solo tienes que ir, comprobar que todo esté bien y volver.

—E informaros de lo que sea que vea, presencie o escuche —digo de forma irónica, cruzando los brazos.

—¡Claro, no vas a ir por gusto! —Zeta bufa.

—Puedo ir yo misma si queréis... —murmura Kelly.

—¡Oh, no! —exclamo en un largo suspiro. Kelly podría llegar a ser mucho más descarada que yo y lo último que necesitamos es que la pillen y la echen de aquí—. Esta bien, ¡ya voy yo!

Zeta y Zack intercambian una mirada y yo entro en la casa de nuevo, guiada por las voces que escucho provenientes de... ¿El baño? No lo sé, pero aún así, decido seguir las voces y cuando estoy justo detrás de la puerta de lo que creo que es una habitación, me paro y comienzo a escuchar a Luna junto a la voz de Michelle, que suena un tanto emocional.

—¡Perdona, pero no soy capaz de creer que no te pasa nada! Te conozco demasiado bien, Michelle. ¿Recuerdas que soy tu mejor amiga? ¿Esa a la que puedes contárselo todo? ¿Qué es eso que estás tratando de ocultar que yo no pueda saber?

—No es que no puedas saberlo, pero me da... Vergüenza.

—¿Qué te da vergüenza? Es que no entiendo porque no me lo cuentas si sabes que no te voy a juzgar.

A través del pequeño hueco de la puerta, soy capaz de ver como Michelle eleva una ceja y pregunta:

—¿Es en serio? ¡Pero si tú lo juzgas todo!

—Bueno, puede ser. ¡Pero lo hago con cariño!

Michelle suspira y parece pensar un momento.

—Lo cierto es que... —Ella se muerde el labio con fuerza y cierra sus ojos, soltando un suspiro, dudando, pero finalmente, lo suelta rápidamente—. Me gusta Zeta. 

—¡¿Qué?! —exclama Luna, abriendo los ojos y llevándose las manos a la cabeza—. ¿Pero cómo es posible? ¿Y desde cuando es eso? 

—¿Tú te acuerdas de... Lo que pasó en mi cumpleaños?

Luna asiente con la cabeza y responde:

—Claro, recuerdo que los dos bebisteis tanto que... Pasaron cosas entre vosotros —dice, con cara de asco.

—Pues todo viene de ese día. —Michelle parece un tomate de lo roja que se ha puesto—. Y creo que no solo me gusta... Me parece que en este tiempo me he enamorado de él. ¡Y es lo último que quería que pasara. Lo juro! Pero, ha pasado...

—¡Pero vamos a ver Michelle! —Luna no se lo puede creer y se lleva ambas manos a la cara, tratando de procesar la información—. ¿Es que lo que pasó esa noche es suficiente para enamorarte de alguien?

—No es solo por lo que pasó. Es que con él sentí una química que jamás había sentido con nadie. ¡Ni si quiera pude imaginar jamás que pudiera pasarme con él! Pero desgraciadamente ha pasado y llevo todos estos meses viviendo esta mierda en silencio...

—¡Porque te ha dado la gana! ¡Desde febrero has tenido bastante tiempo de contármelo!

—¡Ya te he dicho que me daba vergüenza! Y pensaba que era una tontería y que se me acabaría pasando... Desde que empezó a salir con Kelly pensaba que lo superaría antes, pero ese beso que se han dado... Me ha revuelto de la peor manera.

Luna le contesta algo que no llego a escuchar bien porque decido dejar de escuchar en ese momento. Es una fuerte información que procesar y siento que el corazón se me va a salir por mi labor de espía y por haberme enterado de algo que no sé si debería contarles a los demás... Pero finalmente, lo termino haciendo porque, aunque intento disimular delante de ellos, Kelly me conoce lo suficiente como para saber que estoy ocultando algo y Zack es capaz de notar mi nerviosismo.

—¡Vamos, suéltalo! —dice Kelly, apoyando los codos sobre la mesa de billar y su cabeza sobre una mano.

—No estoy segura de si debería deciros esto. Es personal de Michelle y ni si quiera se lo había contado a Luna...

—Entonces debe ser algo fuerte —menciona Zack.

—No sé, pero...

—¡Vamos, dilo ya, Eve! —Zeta parece desesperado—. Nosotros no diremos nada.

—No estoy segura de si después de saberlo seréis capaces de no decir nada.

—Yo sé guardar secretos, pero si hace falta, ataré a Zeta y lo encerraré en el sótano —bromea Zack y yo le doy una mirada cansada—. Está bien, prometemos no decir nada.

Yo suspiro y dudo una vez más si decirlo o no, pero la mirada insistente de los tres sobre mí, me pone tan nerviosa que lo acabo soltando.

—Michelle siente algo por Zeta desde que se liaron en la fiesta de su cumpleaños.

Zack y Zeta abren los ojos de forma exagerada al mismo tiempo e intercambian una mirada. Y Kelly, abre un poco la boca y su expresión, parece completamente imposible de descifrar.

—¿He oído bien? —le pregunta Zack a Zeta y él asiente con la cabeza, pero ninguno de los dos ha cambiado su expresión de sorpresa—. ¿Estás segura de haber oído bien, Eve?

Yo ruedo los ojos y me vuelvo a centrar en Kelly, quien está mirando al suelo y parece pensativa.

¿Es que le ha sentado tan mal saber que Zeta le gusta a Michelle? ¿O es que acaso puede haber desbloqueado en su mente a una nueva rival?

—¿Kelly? —La llamo, pero ella tarda unos segundos en reaccionar y cuando lo hace, mira a Zeta y le pregunta:

—¿Michelle y tú tuvisteis algo?

Espera, espera... ¿Ella no lo sabía? 

Recuerdo que a mí me lo comentó Zack la primera vez que me trajo a la casa de la colina, pero... Si Kelly no lo sabía, entonces, su reacción tiene todo el sentido del mundo.

—¡No! —exclama Zeta, a modo de respuesta—. Bueno... ¡En realidad solo fue una vez! ¡Fue en su cumpleaños y porque los dos estábamos muy borrachos!

Kelly no cambia su expresión, ella solo tuerce los labios y esta vez, mira a Zack para decir:

—Zack, ¿puedes llevarnos de vuelta al hotel, por favor?

Él simplemente asiente con su cabeza y los tres salimos de allí para volver al coche de Zack.

Y, aunque en cierto modo entiendo la reacción de Kelly, porque después de saber que Zeta le gusta a Michelle, es obvio que se sienta incómoda estando ahí y su primera reacción sea salir huyendo, también entiendo que él no le dijo nada de su lío de una noche con Michelle con tal de no incomodarla. Y yo la he cagado soltándolo así delante de ella, porque esto solo puede crearle más inseguridades...

Y así es como una noche que prometía ser interesante y entretenida, jugando al billar con los integrantes de nuestro grupo favorito, ha acabado fastidiándose por mi culpa.

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