Capítulo 39. Sentimientos al descubierto.
Zack se tumba a mi lado en la cama y suelta un gran suspiro, luego gira su cabeza para mirarme.
—¿Cómo estás? —pregunta, acariciando mi mejilla con delicadeza.
—Mejor que nunca... —respondo en un suspiro. Con el corazón latiendome a mil y las emociones a flor de piel.
Él sonríe y se gira en la cama y yo hago lo mismo. Zack deja un beso sobre mi nariz y me abraza. Yo apoyo mi cabezo sobre su pecho y los dos nos quedamos en silencio unos segundos, solo disfrutando del momento.
—Siento mucho todo por lo que has tenido que pasar estas últimas semanas... —digo en un susurro, pasado un rato.
—Por suerte, eso ha quedado ya en el pasado... —responde, en un suspiro suave.
—¿Cómo está Luna?
—Le han dado el alta esta mañana en el hospital. Está en su casa y mis padres cuidan de ella ahora, pero por suerte, está mucho mejor.
—Me alegro —murmuro, sonriendo—. Pero... —No quiero ser indiscreta. No sé hasta qué punto él quiere hablar sobre eso, pero tampoco quiero parecer indiferente ante este asunto que le ha tenido tan preocupado—. ¿Cómo fue, Zack?
—Todo comenzó al rato de irnos de la Sala Sun. Michelle me ha contado que; al parecer, un chico intento ligar con Luna, pero ella lo rechazo educadamente. Aún así, él siguió insistiendo y decidió invitarla a una copa. Ella accedió, incómoda, pero veía que esa era la única forma de que la dejara en paz. Y bueno... Después de eso, empezó a encontrarse fatal y Michelle, Zeta y su novio Dominic, la llevaron al hospital, donde estuvieron toda la noche esperando en urgencias... —Zack toma una respiración profunda, apretando los puños—. Y yo no estaba ahí, Eve...
—Hey —murmuro, levantando la cabeza de su pecho para mirarle—. ¿Cómo ibas a saberlo? No eres adivino, Zack.
—Lo sé... Pero si no nos hubiéramos ido de allí...
—Si no nos hubiéramos ido habría pasado exactamente lo mismo, porque la culpa de lo que le ha pasado a tu hermana, no es de nadie más que del desgraciado ese que le echó algo en la copa.
Él no dice nada por un momento, solo suspira y se muerde el labio, pensativo.
—Zeta me llamó al día siguiente por la mañana, justo un rato después de que te marcharas. Me dijo que Luna estaba en el hospital, pero que no me preocupara. Ella estaba vomitando y con dolor de estómago y le estaban haciendo pruebas, pero pensaban que sería un virus y no me llamaron antes con tal de no preocuparme.
—Y no era un virus...
—No... —Él niega con la cabeza—. Estuve todo el día en el hospital, menos el momento que te pedí que habláramos en el Moonlight. Y cuando volví, Luna estaba peor... Lo que sea que le echaron en la copa, le provocó una intoxicación grave y estas dos semanas, han sido toda una pesadilla...
—No me lo puedo ni imaginar —susurro, acariciando su mejilla.
—Pero como te he dicho, eso ha quedado atrás. Ella ahora está mejor, está terminando de recuperase. Y yo estoy aquí, contigo —murmura, regalándome una sonrisa de boca cerrada—. Además... Le he hablado a mi padre sobre ti y dice que quiere conocerte —dice, sonriendo de nuevo.
—¿Qué? —pregunto, sorprendida—. Y... ¿No se ha extrañado de que le hablaras de mí... Y no de Valeria?
Zack niega con su cabeza.
—Lo cierto es que mis padres nunca han llegado a conocer a Valeria.
—¿En serio? —pregunto, ladeando la cabeza, extrañada.
—Sí... Ellos sabían que estaba con una chica, pero nunca llegué a presentarsela. Supongo que una parte de mí, sabía que, al igual que a Luna, a ellos tampoco les caería bien... Sobre todo a mi madre, quien es muy directa a la hora de expresar su opinión. Mucho más que mi hermana.
—Y, ¿cómo estabas tan seguro de que no les caería bien?
—Porque nosotros provenimos de una familia muy humilde, Eve. Sin embargo, Valeria siempre ha sido todo lo contrario... Las veces que le hablé a mis padres de ella, no mostraron tanto entusiasmo como yo esperaba que lo hicieran cuando estaba con ella. Pero eso ahora no importa, porque mi padre me ha visto tan ilusionado, que me ha dicho que «está deseando conocer a la chica que ha conseguido que, este chico cerrado, abra su corazón ante su padre para contarle todo lo que siente por la chica que se ha adueñado de él».
Yo no puedo evitar sonreír. Siento como mis mejillas se sonrosan de nuevo y una lágrima de emoción escapa, antes de inclinarme para dejar un beso suave sobre sus labios. Él acaricia mi rostro y cuando me separo, susurra:
—Quiero llevarte a cenar esta noche, Eve...
—¿Estás seguro de querer exponerte de nuevo a la lluvia?
—Hace rato que no escucho la lluvia caer —responde, riendo y yo dirijo mi vista a la ventana, para darme cuenta de que tiene razón: ha dejado de llover.
Y cuando me levanto de la cama y me pongo algo de ropa para asomarme a la terraza, puedo ver la ciudad mojada, pero el cielo mucho más despejado, con algunas estrellas brillando en lo alto, junto a la enorme luna llena que resplandece en todo su explendor.
Definitivamente, el tiempo no puede estar más acorde con mi estado de ánimo.
Zack aparece detrás mía, abrazándome por la espalda y dejando un beso sobre mi hombro. Yo me giro y él me agarra de la cintura, pegándome a él.
—Vale —susurro, dejando un beso rápido sobre sus labios—. Vamos a cenar.
Zack vuelve a ponerse su ropa anterior, que aunque está húmeda, se ha secado algo, ya que a pesar de la lluvia que ha caído, estamos en verano y sigue haciendo calor.
Yo me pongo algo rápido y agarro una chaqueta de cuero, por si acaso vuelve a llover.
Salimos del hotel y cuando llegamos a donde Zack había aparcado, me extraña ver que, en lugar de su coche, ha venido en moto hasta aquí.
—¿Alguna vez has montado en moto? —pregunta él, sonriendo.
—Lo cierto es que no... —confieso.
—No te preocupes —dice él, subiéndose en la moto y haciéndome un gesto para que suba detrás de él. Y cuando lo hago, me dice—: Solo tienes que agarrarte fuerte a mí.
Cuando Zack arranca, empieza a conducir a través de la nocturna ciudad de Los Ángeles en una noche algo fresca. El aire que nos envuelve mientras nos movemos por la ciudad, me relaja y hace que apoye mi cabeza sobre su espalda, mientras me agarro fuerte de su cintura para estar bien sujeta.
Y, sintiendo la frescura del aire en mi cara y manteniendo mis ojos cerrados, me da por pensar en todo lo que ha pasado... En lo surrealista que ha sido el rumbo que ha dado nuestra situación y el giro inesperado de esta; hace a penas unas semanas, ambos estábamos con otras personas: yo con Adam, aún con una boda de por medio. Y él, con Valeria, pero sabiendo que no era feliz.
Y a pesar de lo mal que ellos lo hayan podido pasar, me da por pensar que, tal vez, lo mejor que hemos podido hacer, ha sido liberarlos de alguna forma; liberarlos de relaciones en las que no iban a ser del todo felices, al no ser reciproco al cien por cien.
Hemos liberado a dos personas que, a pesar de todo nunca vamos a dejar de querer, pero no como al principio. Y ellos, ahora pueden encontrar a alguien más; personas que sí vayan a quererles por encima de todo y que van a hacerles felices pase lo que pase.
Y aunque ahora Zack y yo estamos juntos y siento que estando con él, nada puede pararme, en mi mente también abundan las preocupaciones; y es que solo queda un mes para que acabe todo esto...
Dentro de un mes, acabará el verano y con él, la campaña de Loweld con Fame.
Dentro de un mes tendré que volver a casa, con el miedo de enfrentarme a mi familia y a como se habrán tomado mi ruptura con Adam.
Dentro de un mes, todo volverá a la normalidad... Y este sueño, llegará a su final.
Un escalofrío recorre mi cuerpo ante la posibilidad de no volver a ver a Zack nunca más después de esto y, con una lágrima escapando por mi mejilla, aprieto más fuerte su cintura, para poder sentir que después de todo, esto es real.
Y aunque dentro de unos meses, esté de nuevo viviendo rodeada de todo lo que siempre he conocido, lo que estoy viviendo ahora, por distinto que sea, también es real. Y espero poder recordar cada detalle a la perfección.
ZACK VALLEY.
El fuerte agarre de Eve alrededor de mi cintura, me hace suspirar de alivio.
Por fin, joder. Por fin ella está conmigo de nuevo.
Durante las últimas semanas, pensar en Eve ha sido lo único que aliviaba un poco mi estado de mierda, durante la situación de mi hermana. Pero no podía contar con ella. No cuando ella me dejó las cosas tan claras. Y tampoco quería incomodarla, mucho menos, sabiendo que mis padres estaban allí y aún no había acabado con mi relación con Valeria.
Respecto a todo eso, nada estaba bien, porque aunque mis padres sabían que estaba con Valeria, yo no les hablaba de ella, ni ella iba al hospital a ver a Luna, porque Valeria siempre ha sentido que no le caía bien a mi hermana. Y aunque no sé a ciencia cierta, si su motivo para no ir a verla era por no incomodarla o porque en realidad, mi hermana jamás le ha importado una mierda, lo cierto es que eso ya no importa.
Después de estas dos semanas de hospitales; sin dejar de darle vueltas a la cabeza sobre la salud de mi hermana, deseando salir de esa situación, por fin todo ha vuelto a la normalidad.
Y por fin he sido capaz de reunir las fuerzas suficientes para decirle la verdad a Valeria.
Todo el círculo de estrés en el que estaba metido, ha tenido su fin esta misma mañana.
Mi mañana no ha sido la mejor que digamos.
Estoy sentado en una de las sillas de espera del hospital, esperando, mientras mi madre está acompañando a Luna en lo que les dan los resultados de las últimas pruebas que le han hecho, y mi padre ha ido a buscar otro café, ya que el mío se me ha caído encima, quemándome las manos y manchando mi camiseta blanca.
Lo cierto es que no sé que esperar de esas pruebas, a pesar de que mi hermana lleva estos días mejorando, sigo teniendo el miedo metido en el cuerpo.
—Aquí tienes —dice mi padre, extendiéndome el café y sentándose a mi lado para darle un sorbo al suyo.
—Gracias —respondo, tomándolo y llevándome los dedos al puente de la nariz—. No sé que me ha pasado para que se me cayera el café encima.
—Estás estresado. —Él pone una mano sobre mi hombro y continúa hablando—. Pero es normal, teniendo en cuenta como está tu hermana. Y... Aunque no me lo digas, sé que hay algo más en tu cabeza.
Yo le miro, frunciendo el ceño.
—¿Qué?
—Lo que oyes... —responde mi padre, dándole otro sorbo a su café—. Soy tu padre, ¿pensabas que no me iba a dar cuenta?
Yo no digo nada, solo suspiro y me echo hacia atrás en el asiento incómodo del hospital.
—Tu silencio y tu expresión, no hacen más que darme la razón.
—No puedo negarlo, ¿verdad?
—Ni aunque lo intentes lo creería. —Mi padre se queda mirándome, intentando analizar mi expresión. Luego, dice—: ¿Puedo preguntar que te pasa?
Yo le dedico una sonrisa de boca cerrada.
—Tú puedes preguntar lo que quieras, papá.
—¿Es que las cosas no van bien con tu novia?
Yo niego con la cabeza.
—Hace tiempo que no... —Suspiro de nuevo—. Pero ojalá ese fuera el único problema...
—¿Es que no lo es?
—No... —Vuelvo a negar con mi cabeza, cabizbajo—. Hay... —Doy un suspiro, antes de continuar—. Hay una chica... Que, sin pretenderlo, lo ha complicado todo a niveles inexplicables.
Mi padre no dice nada, solo me mira, esperando a que continúe.
—Ella... —No puedo evitar sonreír, mordiendo mi labio inferior—. Siento que ella es todo lo que siempre he querido, papá.
—Y esa chica, no es Valeria.
—No... —murmuro.
—¿Y qué piensas hacer?
—Ella iba a casarse, ¿sabes? Estaba con su novio... Pero la dejó por mi culpa. Y ahora me siento culpable de eso y de todo, porque ella espera que deje a Valeria, pero no sé como hacerlo para no hacerle daño. Yo... Me siento en una encrucijada de la que no sé como salir.
—Es tan fácil como hacer las cosas bien, Zack. Si quieres a esa chica, lucha por ella. Porque no creo que nadie sea tan importante como la chica que ha conseguido que le abras tu corazón a tu padre por primera vez.
Yo sonrío ante eso, porque tiene toda la razón. Pero...
—Es muy fácil decirlo, pero muy difícil de hacer.
—Solo tienes que ser sincero. Con Valeria, pero sobre todo, contigo mismo.
Sé que mi padre tiene toda la razón. Pero, ¿es que acaso me está diciendo que le cuenta a Valeria que me he enamorado de Eve?
—¡Avery! —Mi madre viene corriendo por el pasillo, gritando el nombre de mi padre—. ¡Avery! ¡Zack! ¡Tengo buenas noticias! ¡Ya le han dado el alta a Luna!
—¿Qué? —preguntamos mi padre y yo, levantándonos de nuestros asientos al mismo tiempo.
—¡Las pruebas han salido mejor de lo esperado y le han dado el alta!
—¡Eso es genial, mamá! —exclamo, abrazándola.
Mi padre suspira de alivio, llevándose las manos a la cabeza.
—No sabes la alegría que siento ahora mismo, Katherine —dice, uniéndose a nuestro abrazo.
—Dentro de un rato podremos llevarla a su casa. El médico tiene que darme una receta con los antibióticos que tendrá que tomar durante estos días y una lista con alimentos que no podrá tomar durante un tiempo para que su estómago se recupere antes.
—Yo mismo iré a la farmacia a por los antibióticos mientras vosotros la lleváis a su casa.
—Estupendo, hijo —dice mi madre—. Avery, ¿puedes bajar a la tienda que hay al lado del hospital a comprarle ropa para que se cambie y podamos llevarla ya a su casa?
—Claro que sí. ¿Vamos Zack?
Yo asiento con la cabeza y mientras mi madre vuelve a buscar al médico para que le de la receta, yo bajo con mi padre a la tienda.
—¿Puedo hacerte una última pregunta? —dice él, mientras bajamos las escaleras. Yo asiento con mi cabeza—. ¿Cómo se llama esa chica tan especial?
Yo no puedo evitar reír.
—Se llama Eve. Y es tan bonita como su nombre. Tiene los ojos más llenos de vida que he visto jamás y un futuro brillante y prometedor, como ella.
—Ay, Zack... —murmura mi padre, dando un suspiro—. Creo que tienes un problema muy grande, hijo.
—Dime algo que no sepa.
—Estoy seguro de que eres capaz de hacer las cosas bien.
—¿Y por qué estás tan seguro de eso?
—Porque estoy deseando conocer a esa chica, que te ha robado el corazón hasta tal punto de verte tan ilusionado, contándose a tu padre. Así que, si no lo haces por ti, hazlo por mí.
Así que al final, reuní todas mis fuerzas y después de comprar los medicamentos de mi hermana y llevárselos a su casa, volví a la mía y armándome de valor, le conté a Valeria toda la verdad; que «no podemos seguir así», «que hace tiempo que no estoy a gusto con lo nuestro...» Y como era de esperar, su reacción ha sido la peor del mundo: se ha puesto como loca, diciéndome que «no puede ser», que «nosotros debemos estar juntos», que «ella me quiere y no puedo hacerle esto». Luego se ha puesto a llorar, a gritar y romper cosas. Y finalmente, se ha dado cuenta de lo que pasaba, que estoy enamorado, pero que he llegado a dudar de si alguna vez lo he estado realmente de ella.
—Si realmente me hubieras querido alguna vez, no me dejarías de esta manera, Zack.
—No hay ninguna forma buena de romper una relación...
—Pero es mucho peor, cuando me dejas porque te has enamorado de otra.
Yo no digo nada, solo miro al suelo, y mi reacción, no hace más que darle la razón.
—¡Eres un maldito estúpido! Me has estado engañando todo este tiempo con ella, ¿verdad? —grita, agarrando una figura del mueble y estampandola contra el suelo hasta hacerla añicos.
Electra, quien está asustada por lo gritos y los golpes, se esconde detrás de mí y yo suspiro.
—Valeria, relájate, por favor, estás asustando a Electra.
—¿Es que eso es más importante que las explicaciones que me debes?
—Ya no te debo nada. Después de esto no tengo porque darte explicaciones.
—¿No me debes nada? ¿No tienes que darme explicaciones, ni si quiera después de haber estado enamorado de mí durante tanto tiempo?
—Es cierto eso que has dicho de que «estoy enamorado». Y ¿sabes qué? Eso me ha hecho darme cuenta de que, en realidad nunca lo he estado de ti, Valeria.
Digamos que su reacción después de eso, fue la más lógica. No esperaba una respuesta así y su cara cambió completamente a una dolida y de sorpresa. Luego se dirigió a la puerta y se marchó dando un portazo.
Cuando llegó a casa por la tarde, ni si quiera me miró a la cara, solo agarró una maleta y empezó a guardar sus cosas. Pero antes de que se fuera, me vi en la necesidad de disculparme, porque no quería hacerle daño y sin embargo, es lo único que he conseguido.
—Valeria —la llamo, cuando ella se encuentra delante de la puerta, dispuesta a marcharse con su maleta—. Siento mucho todo el daño que te he hecho y todo lo que te he dicho esta tarde.
—Que lo sientas no hace que deje de ser real.
—Lo sé... Pero no quería quedarme con esta mala sensación en el cuerpo.
—Supongo que yo no he ayudado. Te he dicho cosas horribles y he destrozado muchas cosas.
—No te preocupes por eso, imagino que es normal que reaccionaras así...
Ella mira al suelo un momento y luego toma una respiración profunda.
—No, no es normal... Pero no quería aceptar que tenías razón. No quería aceptar que llevamos tiempo estando muy mal y pensaba que podíamos arreglarlo porque me daba miedo perderte, pero después de todo lo que has dicho esta tarde... Me he dado cuenta de que, salvar esto, es imposible.
—Lo siento...
—No lo sientas. Espero que seas feliz, Zack. Tal vez yo consiga serlo también algún día.
Cuando Valeria se fue, me sentí aliviado de haber podido acabar esto con palabras buenas y no solo con gritos, insultos y palabras hirientes. Y a pesar de la lluvia, y de no poder coger mi coche porque mis padres lo están usando mientras están aquí, no pude aguantarme más; necesitaba ver a Eve. Y si para poder verla, tenía que empaparme hasta el alma con la lluvia intensa que estaba cayendo, pensaba hacerlo, porque por ella haría cualquier cosa.
Así que, después de todo lo pasado, este día ha terminado de la mejor manera, con ella agarrada a mí mientras conduzco de forma inconsciente hasta las afueras de la ciudad, después de que la noche haya ido mucho mejor de lo que esperaba.
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