Capítulo 38. Aparición sorpresa.

Han pasado dos semanas.

Dos semanas en las que no he dejado de llorar por las noches, en las que han tenido que maquillarme de mil maneras las ojeras en el estudio para poder salir de forma decente en las fotos de la revista y dos semanas, en las que he pasado la mayor parte de mis tardes metida en la cama.

¿El motivo? Zack no ha vuelto a ponerse en contacto conmigo, desde nuestra última conversación.

No me ha escrito, no me ha llamado y no me ha buscado para nada... Y lo peor de todo, es que no sé de que me extraño, si yo sabía que esto iba a pasar y por eso mismo me siento súper estúpida; porque una parte de mí, sabía que era obvio que después de todo, él prefiera estar con Valeria, antes que conmigo. 

Lo único bueno que ha pasado estos días, es que se ha publicado la segunda revista Loweld del verano, protagonizada por Hunter y por mí. Y esta vez, se han duplicado las ventas a diferencia del mes pasado, por lo tanto, he vuelto a subir un par de miles de seguidores en redes: aunque eso para mí es lo de menos, a decir verdad.

Lo cierto, es que, aunque todo a mi alrededor parece perfecto, yo no me siento así. 

Me parece increíble la capacidad que tenemos los humanos de enfocarnos en una única cosa mala, que opaca el resto de cosas buenas que tenemos alrededor. Pero mi vida cambió tanto desde que llegué aquí, que parecía perfecta. Y entre todo lo bueno, siempre tiene que haber algo malo a destacar, que lo compense todo: así es como funciona la vida, supongo.

—¡Madre mía! —exclama Kelly, nada más entrar por la puerta de la habitación. Está empapada de agua, a pesar del paraguas que lleva en sus manos—. ¡No sabes la que está cayendo, Eve! 

El tiempo lleva unos días nublado con probabilidades de lluvia y hoy ha caído una buena. Supongo que está muy a corde con mi estado de ánimo.

—Ahora que nos habíamos empezado a acostumbrar a los días soleados, después de todas las lluvias de nuestra querida Inglaterra —dice ella, suspirando—. Bueno, ¿tú qué tal estás?

Yo no respondo, solo me encojo de hombros.

—¡Vamos, Eve! ¡Tienes que animarte!

—Ni si quiera el tiempo me ayuda con eso. Hoy precisamente quería ir con Marlin a ver un observatorio muy famoso que hay en la ciudad, pero...

—¡Pues si querías, ir, coge un paraguas y ve con Marlin al maldito observatorio! ¡No hagas como si la lluvia fuera una excusa!

Es que lo es. Es una buena excusa, sobre todo porque, aunque tenía muchas ganas de ir a ese observatorio desde que lo hablé con Marlin hace unos días, el tiempo me ha quitado las ganas de todo.

—Por cierto, en recepción me han dado esto para ti.

Desde que entró, me fijé en el paquete que dejó sobre mi cama antes de cerrar el paraguas, pero no le tomé mucha importancia. Pensaba que tal vez era un regalo que Zeta le había hecho.

—¿Para mí? —pregunto, alzando una ceja—. ¿Y de quién es?

—Eso no lo sabrás hasta que lo abras. A lo mejor... Son noticias de Zack.

Yo suelto un gran suspiro.

—No digas tonterías, Kelly.

Pero lo cierto es que la simple posibilidad de que lo que haya en el paquete, pueda ser algo que me manda Zack, acelera de forma estúpida mi corazón.

—Vale, lo siento —responde ella—. ¿Es que no vas a abrirlo?

Yo agarro la caja del paquete y cuando lo abro, la sorpresa me invade y no puedo evitar sonreír.

—¡Es mi perfume, Kelly! ¡Es My First Wish!

—¡AAAH! —grita ella—. ¡Pero qué alegría, Eve! 

Yo saco la caja de perfume y la abro para sacar el precioso frasco iridiscente. Kelly se queda mirándolo, fascinada.

—Es preciso... —murmuro, con una lágrima de emoción cayendo sobre mi mejilla.

—¡Preciso se le queda corto! ¿Pero cómo huele? 

—Toma, prueba tú misma. —Le paso el frasco y ella prueba el olor. Me da la sensación de que le gusta, por la sonrisa en su cara y como cierra los ojos al olerlo.

—¡Es increíble! No me extraña que en Loweld se hayan quedado fascinados contigo. ¡Este es el mejor perfume que han sacado en toda su historia!

Yo me río ante eso.

—No sé si es el mejor, pero espero que le guste a la gente.

—La gente va a ir a comprarlo como loca, ya verás. De momento, ¡sabemos que le encantas a todo el mundo, por lo bien que se está vendiendo la revista! 

—Sí, eso es genial —respondo, tratando de sonreír.

Aunque siento que en parte, la revista se está vendiendo tan bien porque la gente de alguna forma me sigue asociando con Zack, después de la filtración de aquellas fotos.

Agacho mi cabeza, para darme cuenta de que, dentro de la caja del paquete en la que venía el perfume, hay una carta de Gathy. La abro para leerla y en ella dice:

«¡Buenas tardes, Eve!

Espero que estés pasando unas semanas increíbles, y si no es así, aquí estoy yo para alegrarte. 

Te informo de que tu perfume, My First Wish, de Fame x Loweld, ¡saldrá al mercado en las próximas semanas! 

¿No es una noticia increíble, cariño?

Como ya os dije, en Loweld somos rápidos, experimentados y sobre todo, efectivos. Y, este perfume tiene que salir lo más pronto posible, porque, estoy segura de que, después de la buena acogida que están teniendo las revistas de este verano gracias a ti, el perfume acabará arrasando, tanto en las tiendas físicas, como en la página web.

Pronto te mantendré informada de más novedades, pero de momento, te mando una muestra de tu perfume para que puedas disfrutarlo y promocionarlo en tus redes. 

Seguro que la gente querrá comprarlo desde el momento en el que lo vean.

Te mando muchos besos, querida.

Atentamente: Agatha Mary Villin Loweld».

—¿Eve? —pregunta Kelly, cuando me ve la cara de emoción y como me llevo una mano a la boca por la sorpresa—. ¡¿Qué pasa, Eve?!

—¡Mi perfume sale en las próximas semanas, Kelly!

Ella grita y yo hago exactamente lo mismo, levantándome de la cama para abrazarla y saltar juntas por la habitación.

Al final, Kelly me convence de que vaya con Marlin al observatorio, con tal de no quedarme toda la tarde amargada en la habitación, después de la alegría que nos hemos llevado por lo del perfume.

Llamo a Marlin para decirle que he decidido continuar con el plan, a pesar de la lluvia y él me informa de que Hunter se ha unido. Eso hace que Kelly se apunte también, con tal de investigar la relación de ambos.

A decir verdad, me alegro de haberle hecho caso a Kelly y haber continuado con el plan, porque entre la risa que nos dimos en el coche, los increíbles vídeos que nos pusieron en la visita al observatorio y la simple compañía de mis amigos, siento que ha sido una buena tarde, que podría haber desperdiciado por culpa de mi estupidez.

—¡No me puedo creer que hayáis engañado al guarda de seguridad para no pagar el aparcamiento! —exclamo, riendo, después de que Marlin y Hunter nos confiesen la jugada que le hicieron al guarda del aparcamiento, después de dejarnos a Kelly y a mí en la entrada del observatorio mientras ellos aparcaban. Y es que, al parecer, el aparcamiento del observatorio no es gratis, por lo que necesitaban pagar un ticket para poder dejar el coche del padre de Marlin ahí. Sin embargo, ellos tuvieron la suerte de pillar despistado al guarda, quien después de pedirles el ticket de acceso, no se dio cuenta de que, lo que ellos le dieron, era el ticket de unos aparcamientos donde Madison dejó el coche una semana atrás.

Kelly y yo no dejamos de reír ante eso y por un momento, me paro a pensar en lo increíble que me parece que, el simple hecho de reír con amigos, puede hacernos salir, aunque sea por un ratito, de todo el caos que creemos llevar dentro.

—¡Sois unos caraduras! —responde Kelly, entre carcajadas.

—Solo somos ingeniosos, chicas —dice Hunter.

—Pero que muy ingeniosos. Y unos suertudos, también.

—Eso siempre. —Marlin se ríe—. Chicas, ¿os dejo en el hotel o queréis que vayamos a cenar a algún sitio? 

—¿Sabes si Madison ha acabado ya con la colección que tenía pendiente para entregar hoy? —Le pregunta Kelly a Marlin.

—No tengo ni idea —responde él—. ¿Por qué?

—Porque estoy pensando, que sería muy buena idea que vengáis con nosotras al hotel. Podemos pedir pizzas para cenar y pasar una noche entretenida.

—A mí me parece buena idea —asiente Hunter.

—Entonces no se diga más —digo yo, sonriendo—. ¿Avisas tú a Madison o la aviso yo? —le pregunto a Kelly.

—Ya la estoy llamando —responde, con una risa y sacándome la lengua.

Por desgracia para todos, cerca del hotel casi nunca hay sitios donde aparcar, pero ese no es precisamente el problema, sino más bien, la intensa lluvia que no ha dejado de caer en toda la tarde y que todavía sigue.

—Vale... —Marlin suspira, después de haber aparcado y apagado el coche. Luego pregunta—: ¿Estáis listos para correr bajo la lluvia?

—Eso parece una típica frase de libro —dice Kelly, riendo.

—Puede que tengas razón, pero en este caso es literalmente.

—Lo peor de todo, es que es verdad —dice Hunter, mirando como una gran cantidad de gotas caen por segundo, chocando contra el cristal de su lado del coche.

—Yo creo que lo mejor es no pensarlo mucho —sugiero—. ¿A la de tres salimos corriendo en dirección al hotel? 

—Me parece buena idea... —susurra Marlin.

—Está bien, chicos, preparados, listos, ya. —Kelly suspira—. Uno.

—Dos... —Hunter dice, lentamente.

—¡Tres! —exclamo yo, haciendo que los cuatro salgamos del coche lo más rápido que podemos, para pegar una gran carrera bajo la lluvia en dirección al hotel.

Una vez que llegamos, entramos riéndonos a carcajada y con las chaquetas sobre nuestras cabezas, que tenían la intención de mojarnos lo menos posible.

¿Quién me iba a decir que correr bajo la lluvia con amigos, sería una sensación tan liberadora?

—¡Hemos llegado! —exclama Kelly, agitando su cabeza, para expulsar agua de su cabello mojado.

Los cuatro restregamos los zapatos en la alfombra que han puesto en la entrada para no mojar el suelo del hotel. 

—¡Hey, Joel! —Kelly saluda al recepcionista—. ¿Cómo va la noche?

—No me puedo quejar, chicas. —Se ríe él—. La lluvia hace que venga menos gente, así que, me da la sensación de que va a ser una noche tranquila.

—Sí, eso parece —respondo, viendo que es cierto. No hay mucha gente en recepción, a pesar de que hay varias familias viendo las instalaciones de la recepción.

—Ojalá siga así —dice Kelly—. ¡Buenas noches, Joel!

—¡Igualmente! ¡Pasad buena noche, pandilla! —dice, dirigiéndose a los cuatro en general. Pero, cuando estamos a punto de dirigirnos al ascensor para subir a la habitación, algo nos interrumpe.

O mejor dicho: alguien.

—¡Eve! 

Zack Valley, está completamente empapado por la lluvia, al igual que nosotros. Y está aquí, en el hotel, gritando mi nombre delante de todo el mundo, después de casi más de dos semanas sin vernos.

—¿Pero qué? —murmuro, con el corazón corriendo como loco—. Qué... —Estoy tan sorprendida, que ni si quiera soy capaz de formular la pregunta—. ¿Qué haces aquí, Zack? —digo, finalmente.

—He dejado a Valeria.

—¡¿Quééé?! —exclamamos Kelly y yo al mismo tiempo e intercambiamos una mirada sorpresiva.

—La he dejado, Eve... —Zack habla en un tono de voz claro y sincero, poniendo a prueba de nuevo mi corazón—. Ya no puedo seguir negando lo que es evidente, Eve. Y es que, de quien estoy enamorado realmente, es de ti. —Él lo dice con toda la naturalidad del mundo, en medio de la recepción del hotel, sin ni si quiera importarle la gente que hay y que no nos quitan la vista de encima.

Pero a mí nada de eso me importa, ya que, estoy tan hipnotizada por él y por sus palabras, que ni si quiera sé que decir. Solo estoy ahí, parada, mirándole, con las mejillas sonrosadas y el corazón revuelto.

—Eve... —murmura Kelly, dándome un sutil codazo—. Espabila...

Marlin y Hunter están tan sorprendidos como nosotras. Ellos están con la boca abierta, intercambiando miradas el uno con el otro.

—Yo... —murmuro—. Yo... —Ladeo la cabeza, en confusión.

—Chicos —dice Kelly—. Creo que... Deberíamos ir a otro sitio. Tal vez ellos tengan que hablar... A solas.

—Sí, sí, claro, por supuesto —dice Marlin, que no cambia su cara de sorpresa—. Vámonos a cenar a otro sitio.

—¿Hunter? —pregunta Kelly, mirándole.

—Claro, vamos —dice él.

Ellos tres se dirigen de nuevo a la puerta con las chaquetas sobre sus cabezas. Se están arriesgando a volver bajo esa lluvia intensa con tal de dejarme sola con Zack, y yo no puedo estarles más agradecida.

—Suerte —susurra Kelly, guiñándome un ojo, antes de marcharse.

—Emn... —digo, todavía algo confundida, luego miro a Zack, quien tiene todo el cabello negro mojado y tapa parte de su rostro, pero igualmente, le hace ver tan sexy que no sé si seré capaz de apartar mi vista de encima suya—. ¿Vamos? —le pregunto, señalando el ascensor.

Él asiente con la cabeza y los dos entramos al ascensor.

A decir verdad, me siento un poco incómoda con que todo esto me haya pillado por sorpresa, pero ¿qué puedo decir? Pensaba que lo nuestro estaba definitivamente acabado. Ya me imaginaba el resto de mis días llorando por Zack Valley; el amor platónico con el que tuve un romance fugaz, que no llegó a ser como me habría gustado, porque habría sido demasiado perfecto incluso para una telenovela.

Seguramente sería la típica historia que una le cuenta a sus hijos y nietos en un futuro, pero al mismo tiempo, una historia que ni ellos mismos son capaces de creer, por lo surrealista del asunto.

—¿Cómo has estado? —pregunto, incómoda, cuando vamos por la mitad del recorrido del ascensor.

Zack suspira.

—Han sido unas semanas difíciles... 

Yo río, de forma irónica.

—No te imaginas como de difíciles han sido para mí... —susurro, para mí misma, de forma estúpida.

—Pero no... —Él cierra los ojos y suelta un suspiro—. No pienses que no he pensado en ti. Lo he hecho cada día, pero no he podido buscarte porque... —Él traga y siento como sus ojos se vuelven llorosos. Y no puedo evitar acercarme a él y tomar sus mejillas para hacerle mirarme a mí directamente.

—Hey, Zack... —susurro, de forma suave—. ¿Estás bien?

—Como ya te he dicho... Han sido unas semanas difíciles. 

—¿Pero qué ha pasado? Sabes que puedes desahogarte conmigo.

—Ha sido Luna —suelta, en un suspiro.

—¿Qué le ha pasado? ¿Está bien? —pregunto, preocupada.

—Sí, ahora sí, pero.. —Él toma una respiración profunda, antes de continuar—: La noche de la actuación en la Sala Sun, le echaron algo en la bebida. Algo que su cuerpo no supo gestionar bien y sufrió una intoxicación muy fuerte. —Las manos de Zack comienzan a temblar y yo las agarro, abriendo los ojos por la sorpresa de lo que me está contando—. Ha estado estas dos semanas ingresada en el hospital, Eve... Y yo, he estado con ella, a su lado, esperando que se recuperase. Incluso nuestros padres han venido de Londres, así que imagínate...

—¡No me lo puedo creer! —exclamo, abrazándolo—. Lo siento, Zack. Imagino que no ha tenido que ser nada fácil... —murmuro, apretando mi cabeza contra su pecho.

Y yo pensando que él no quería volver a saber de mí... Cuando en realidad, lo estaba pasando fatal con su hermana en el hospital...

—No. —Él niega con la cabeza—. Han sido las peores dos semanas de mi vida. Y te prometo que además de todo esto, no dejaba de pensar en ti, pero, en medio de esta situación, no podía centrarme en dejar a Valeria. Y no quería agobiarte o preocuparte a ti. Mucho menos, sabiendo lo claro que me dejaste que no volviera a buscarte, hasta resolver las cosas con ella.

 —¡Calla! No te preocupes por eso ahora, joder —susurro, con una lágrima escapando de mi mejilla.

—Eve —Él toma mi cara entre sus manos, mirándome a los ojos—. Ahora somos libres de estar juntos, por fin. —Zack sonríe, con lágrimas traviesas escapando de sus ojos.

Y yo no puedo contener mis ganas de besarle, pero él tampoco de corresponder mi beso. Y antes de llegar a nuestro piso, ambos estamos sonrojados, agitados y sin poder separarnos el uno del otro.

Zack me agarra en brazos, cargándome para enrollar mis piernas alrededor de su cintura y llevarme en brazos a la habitación. Una vez delante de la puerta, mi espalda queda contra la pared y Zack me besa de nuevo, mientras yo tomo sus mejillas con desesperación, sintiendo todas mis emociones revueltas ante la sensación de volver a estar con él, después de estas dos semanas que se me han hecho eternas.

Cuando nos separamos con suavidad, nuestras respiraciones están agitadas y, suspirando, apoyo mi frente sobre la suya y susurro:

—Creo que deberías ducharte. Estás empapado y no quiero que pilles un resfriado.

—Tú también te has mojado bajo la lluvia —dice, riendo.

—Lo sé, pero tú más —respondo, bajando de nuevo al suelo para abrir la puerta de la habitación.

Zack entra a la ducha mientras yo me cambio de ropa, para ponerme algo más cómodo: una camiseta que es larga y ancha y parece un vestido.

Yo me quedo sentada en la cama, procesando toda la información.

 Zack ha dejado a Valeria, ha venido a confesarme que me quiere, y estas semanas no ha dado señales de vida porque su hermana ha estado ingresada en el hospital...

Es tan surrealista todo, que hace que mi cabeza explote. Pero, a pesar de que siento mucho todo por lo que han tenido que pasar Zack y su familia estas últimas semanas, (la pobre Luna sobre todo), ahora mismo no puedo evitar estar feliz de que ella esté bien y de que por fin, Zack y yo podamos estar juntos...

Siento que el tiempo no ha pasado mientras me he quedado en trance sentada en mi cama, procesando toda la información, cuando entonces, Zack me llama.

—¡Eve! 

—¿Sí? —pregunto, levantándome.

—¿Me puedes pasar una toalla? —pregunta, extrañándome.

¿Es que no le he dado toalla antes de entrar a la ducha? ¿Tan despistada estoy?

—¡Voy! —digo, dirigiéndome al baño. 

Cuando entro, me doy cuenta de que la toalla está encima del lavabo y cuando estoy a punto de lanzarla por encima de la mampara de la ducha para que él la agarre, Zack abre la puerta de la mampara, pillándome completamente desprevenida.

—Zack, ¿pero qué... —comienzo diciendo, pero mi respiración se corta ante su cuerpo completamente desnudo.

¿Es que es esto una provocación? 

¡Claro que sí! ¡Completamente!

—¿Eve? —me llama él, riendo.

—Emn... —murmuro. No soy capaz de encontrar las palabras y mi mirada se va de forma inconsciente a su... 

Pienso «¡Dios, pero que barbaridad es esta!» y nerviosa, vuelvo a dirigir mi vista rápidamente a sus ojos.

No estaba preparada para una situación así, esa en la verdad.

Es cierto que ya había visto a Adam desnudo alguna que otra vez, a pesar de que no llegamos a profundizar en nuestras relaciones sexuales. Pero Adam era mi novio. Las veces que le vi así, ni si quiera me pilló por sorpresa, como ahora con Zack.

Imagino que debo de estar más roja que cualquier otra cosa ahora mismo y mi respiración no funciona con normalidad, por lo que no quiero parecer ridícula.

—Me voy —digo, nerviosa, dándome la vuelta para salir del baño.

—No, espera...

—¿Dime? —pregunto, girándome de nuevo, pero intentando no apartar la vista de su cara. Imagino que así, me pondré menos nerviosa, ¿no?

No, ni con esas puedo concentrarme, porque es tan guapo que me consume...

—¿Estás bien? —pregunta, ladeando la cabeza.

—Sí... —respondo, con mi voz sonando nerviosa.

Él suelta una risa pícara, que me provoca mucho más.

—No es eso lo que me parece a mí...

—¿Ah, no? —pregunto, tratando de sonar convincente—. ¿Y eso por qué?

Él se encoge de hombros, riéndose y yo niego con la cabeza, para darme cuenta de que he dejado otra toalla sobre el lavabos.

—La toalla para el pelo. —Se la paso y él la agarra, pero antes de que me de tiempo a soltarla, Zack tira de la toalla, acercándome a él.

—Zack... 

—¿Estás nerviosa? —susurra, acercándose a mis labios.

Y cuando estamos tan cerca, que las ganas de besarle vuelven a invadirme, me sale de forma automática el negar con la cabeza.

—No —murmuro—. Ya no...

Entonces, Zack pasa su mano mojada por mi mentón para acariciarlo con suavidad y se inclina de forma lenta para besarme. 

De repente todos mis nervios han desaparecido y la desesperación por volver a besarle vuelve, haciendo que nos unamos en un beso cargado de pasión, que murmura un intenso: «joder, por fin estás aquí, de nuevo». Pero no puedo ignorar el hecho de que él está completamente desnudo y eso lo incendia todo dentro de mí de forma exagerada.

Zack pasa a besar mi cuello y yo suelto un gemido inesperado, que hace que el calor en mis mejillas aumente. Él se ríe sobre mi cuello, haciendo cosquillas en esa zona y todo dentro de mí, es un completo caos, cuando él me mete en la ducha y agarra mi camiseta para quitármela y dejarme solo en ropa interior.

Suelto un gran suspiro, antes de volver a encontrar sus labios, y por unos segundos, ni si quiera estoy pensando en nada, solo quiero dejarme llevar por mis emociones; solo quiero dejarme llevar con él.

—¿Estás segura de que quieres hacer esto? —susurra de forma suave.

—Jamás había estado tan segura de algo antes.

—No quiero que hagas algo de lo que luego te puedas arrepentir.

—Zack, —murmuro, tomando sus mejillas—. Estuve a punto de hacerlo muchas veces con una persona de la que después me di cuenta de que no estaba enamorada y siempre había cosas que se interpusieron para que no pasara con Adam. Pero ahora... Créeme cuando te digo que jamás me voy a arrepentir de lo que sea que vaya a pasar ahora entre nosotros.

Zack sonríe abiertamente, sus mejillas rojas y sus labios de nuevo sobre los míos, mientras comienza a explorar mi cuerpo.

Él pone sus manos calientes y húmedas sobre mi cintura. El vapor del agua, el aroma del champú y gel de baño, ayudando a que esta situación sea aún más cálida y, su respiración sobre mi cuello, hace que mi mente se deje llevar por completo, haciéndome ver cual es la situación:

Yo quiero estar con él y él quiere estar conmigo.

—Zack —murmuro, entre respiraciones amplias, sintiendo como sus labios bajan por mi cuello. Las gotas de agua de su pelo empapando, mojan mi piel seca, haciéndome cosquillas, mientras caen entre mis pechos y salen por debajo de mi sujetador. Mi cuerpo se acerca más al suyo, buscando ese contacto que tanto necesitaba. Sus manos se mueven hacia arriba desde mi cintura para ir al cierre de mi sujetador.

—Déjame ayudarte con esto... —susurra en mi oído de manera suave, mientras yo me aferro a sus hombros.

Puedo sentir que, con cada contacto, algo se va apretando en mi dirección. Algo palpitante, que me obliga a mirar hacia abajo para finalmente ver lo que era. Mis mejillas se sonrojan nuevamente, al tiempo que siento como mi mente entra en un estado de embriaguez con todo esto.

—Dios... Como te deseo... —dice él, de forma dominante, pero su voz tiene pinceladas de cariño y, todo el conjunto de esa frase, me hace estremecer entre sus brazos.

—Yo también te deseo, Zack —contesto, mirándole a los ojos con decisión—. Quiero ser tuya.

Quería y nada me lo iba a impedir. No esta vez.

Nuestros labios se unen una vez más. Nuestras lenguas se entrelazan mientras él sale de la ducha. Su cuerpo aún mojado, el mío solo húmedo por las áreas de donde él me ha acariciado. El sujetador retirado de mi cuerpo, cae abandonado encima de la toalla, exponiendo mis pechos. El cambio de temperatura se siente en nuestras pieles, cuando nos movemos hacia la habitación para seguir por donde lo habíamos dejado.

Su espalda choca contra el quicio de la puerta, mientras me coge entre sus brazos. Una risa sale de sus labios: esos labios que saben a gloria.

—No te has hecho daño, ¿verdad? —pregunto, un poco preocupada. Pero él niega con la cabeza, aún sonriendo.

Su lengua empieza a correr por mi cuello, mientras siento como su músculo hace cosquillas contra mi piel. Un gemido involuntario sale de mi garganta, haciéndome cerrar los ojos.

Puedo sentir como la cama esta cada vez más cerca y, cuando él empieza a soltarme sobre ella con delicadeza, puedo ver como sus ojos van mirando cada trozo de mi piel, mientras sus manos exploran cada zona que no había tocado antes.

No hacen falta palabras en este momento para decir «te quiero», pues nuestros gestos lo dicen todo. Sus manos exploraron mis pechos, mientras las mías acarician todo su cálido abdomen. Su piel se siente cálida, suave y su aroma me vuelve loca. 

Zack baja el roce de sus manos por mi estómago hasta mi ombligo, mirándome con decisión mientras que yo trago, nerviosa, asintiendo con mi cabeza, dándole permiso para mover sus manos hacia abajo, dejando que su dedo anular y su índice toquen mi conjunto de nervios, que aún está cubierto por la tela de mi ropa interior.

Sus dedos se mueven en círculos con delicadeza, haciéndome soltar un gemido, y mientras tanto, su otra mano agarra mis bragas para bajarlas lentamente. Mis caderas se levantan, impulsándome con mis pies para ayudarle a quitar del todo esa última prenda. Mis manos se agarran en su cintura, bajando hacia su cadera y finalmente su pene erecto, donde comienzo a moverlas de forma firme de abajo a arriba.

Él suelta un gran gemido que me vuelve loca, mientras se mueve para ponerse sobre mí. Sus manos acarician mi vagina con cuidado, mientras mi espalda se encorvar por el placer. Mis piernas tiemblan con cada movimiento que sus dedos hacen sobre mi piel. Mis manos se aferran a su pene, viendo como su cuerpo sucumbe también al placer.

Estábamos los dos sucumbiendo al placer que nos dábamos mutuamente y un mar de sensaciones desconocidas recorren todo mi cuerpo, haciéndome sentir como jamás pensé que podría hacerlo.

Sus brazos se mueven desde mi vagina a mis laterales, enjaulándome, mientras mis ojos se encuentran de nuevo con los suyos, haciéndome soltar un largo suspiro que le hace sonreír.

Su cintura se acerca a la mía y lentamente empieza a penetrar con cuidado. Mis ojos se cierran, un gemido sale de mis labios y mis manos van directamente a sus hombros para agarrarlo con fuerza en un abrazo, mientras nuestros cuerpos se funden en uno, en un acto de pasión.

—¿Te hago daño? —pregunta, en un susurro— ¿Estás bien?

—Estoy bien... —murmuro, con la respiración hecha un caos—. No...—Suspiro—. No te preocupes.

Él sonríe de nuevo, al tiempo que empieza a mover sus caderas contra las mías. Cada movimiento más profundo que el anterior.

Mi cuerpo se mueve al mismo ritmo que el suyo, haciendo que el placer llegue a límites que desconocía. Mis uñas se clavan contra su piel, mientras que nuestros cuerpos se juntan más y más, hasta que no aguantamos más. Sus gruñidos de placer son lo único en lo que puedo pensar, mientras que mis gemidos son la contraparte de nuestros sonidos.

Puedo sentir como ambos estamos cerca de nuestro clímax, hasta que al final, un gruñido fuerte sale de sus labios. Ambos suspiramos al mismo tiempo, terminando los dos juntos, cuando nuestros ojos se encuentran una vez más. Entonces, nuestros labios se funden en un profundo beso y finalmente, su cuerpo se separa del mío para recostarse a mi lado, disfrutando de la compañía el uno del otro.

Nada más importa ahora. Nada más existe. Excepto nosotros dos.

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