Capítulo 37. Ultimátum.
Kelly y yo nos dirigimos a la Avenida Galaxy, donde quedamos con Madison y Marlin para ver la inauguración. El sitio está lleno de gente y un grupo de personas muy trajeadas, esperan en medio de una plaza junto a algo que está tapado con una gran tela de color rojo.
—¡Ya estamos aquí! —Los dos hermanos aparecen al lado nuestra, después de que Kelly les indicara por teléfono el lugar exacto en el que estamos, para que pudieran encontrarnos entre tanta gente.
—¿Ha empezado ya? —pregunta Marlin.
—Que va —responde Kelly—, la inauguración es a las 9:00 y aún quedan unos minutos.
Cuando pasan esos minutos, un hombre y una mujer con vestido morado, dan un discurso, al que no, la verdad, no le prestamos mucha atención. Después de eso, dan por inaugurada la Avenida Galaxy, destapando el cartel con el nombre de la misma, situado en medio de la plaza.
Todo el mundo aplaude ante eso. La gente hace fotos y vitorea en alegría. Y cuando todo parece despejarse un poco, nosotros nos acercamos a la calle Vía Láctea, en busca de la Sala Sun: la más grande e importante de todos los locales de esa misma calle, los cuales, tienen nombres de planetas y satélites del nuestro sistema solar.
La cola para entrar es super larga, pero por suerte, la gente entra rápido y cuando nos toca a nosotros, solo tenemos que entregar las entradas para que nos dejen pasar.
Una vez dentro, nos encontramos en un local enorme, lleno de gente bailando bajo las luces amarillas y anaranjadas. Al fondo, puedo ver el escenario, donde The Last Wish actuará en un rato y cerca de este, la barra del bar, con una escalera con acceso a cuatro pisos más.
—Buenas noches, muchachos, ¿qué os apetece tomar? —pregunta un chico joven y energético, que no deja de darle vueltas a una coctelera.
—¿Qué nos recomiendas? —pregunta Madison.
—Tenemos muchos cócteles que estoy seguro que os sorprenderán: para empezar, está el cóctel «estrella fugaz», con pizcas de un intenso sabor a piña colada. Luego está el cóctel «meteorito», a base de lima y arándanos. Luego tenemos el «black hole» que es el más fuerte de todos y el que más solicitado está siendo esta noche de inauguración.
Madison nos mira a Marlin, Kelly y a mí y los tres asentimos.
—Que sean cuatro Blak Hole, por favor.
El chico, termina lo que está haciendo y en un pis pas, mezcla un montón de ingredientes en la coctelera y los sirve en cuatro vasos, los decora con un polvo muy brillante que parece purpurina y algunos detalles más. Luego nos los pasa.
—Muchas gracias —dice Kelly, mientras paga los cócteles.
Nos acercamos a unos asientos que extrañamente, encontramos libres cerca del escenario.
—¡Que bueno está esto! —exclama Kelly—. No sé a qué sabe exactamente, pero es delicioso.
—Parece una mezcla de frutas... —murmuro.
—Con un fuerte sabor a alcohol —dice también Marlin—. Pero creo que es lo mejor que he probado.
—A mí me gustaría probar también al chico de los cócteles... —dice Madison, con la mirada perdida en el chico tras la barra.
—Uy, pillina... —dice Kelly, riendo—. Creo que alguien puede encontrar el amor esta noche.
—Amor no sé, pero que guapo es... —dice ella, suspirando.
—Es gay —dice Marlin, haciendo que las tres lo miremos.
—¿Qué? —pregunta su hermana—. ¿Pero qué dices?
—No lo digo yo, lo dice su forma de mirar al chico que está atendiendo en este momento.
Las tres dirigimos la vista rápida hasta el muchacho de los cócteles y efectivamente, mira al chico al que atiende, de la misma manera que Madison a él segundos antes.
—¡Oh, mierda! Ni en una discoteca llena de gente puede una encontrar el amor.
Marlin, Kelly y yo nos reímos, mientras ella suspira y bebe de su cóctel.
Pasamos un rato hablando, esperando a que empiece la actuación, cuando de repente, aparece un hombre alto y trajeado, acercándose a nosotros.
—¿Eveline Harvey, Kelly Jhons, Madison Miracle y Marlin Miracle? —pregunta, haciéndonos intercambiar miradas dudosas entre nosotros. Esto de que aparezca un hombre trajeado preguntando por nosotros, era un tanto extraño.
—Somos nosotros —dice Kelly, indecisa—. ¿Quién nos busca?
—Tienen una mesa reservada a sus nombres en la zona VIP.
—¿Qué? —pregunto, sorprendida—. ¿Cómo es eso posible?
—Cae a cuenta de Zack Valley y Zeta Shay.
—Oh —dice Madison, levantándose—. ¡Pero que enrollados! —Luego mira al hombre trajeado y pregunta—: ¿Dónde está nuestra mesa?
—Por aquí, por favor. —El hombre nos hace un gesto para que le sigamos.
Atravesamos gente bailando borracha en la pista de baile hasta llegar a las escaleras y subimos hasta el segundo piso, dónde hay una especie de palco, con mejores vistas al escenario. Solo que, en vez de tener asientos pegados unos con otros, hay mesas con sillas modernas y camareros alrededor, sirviendo copas a una gente muy elegante.
—Esta es la mesa —dice el hombre trajeado, señalando una mesa con nuestros nombres y una botella de champagne, justo en el centro.
—Muchas gracias —asiento—. Por cierto —digo, antes de que el hombre se vaya—. ¿Podría decirme donde queda la puerta trasera de la Sala Sun?
—¿Usted es Eveline Harvey? —pregunta y yo asiento con la cabeza—. Cuando acabe la actuación, búsqueme en la barra. Tengo indicaciones de llevarla yo mismo a la puerta trasera —dice finalmente, antes de marcharse.
Kelly se me queda mirando, extrañada y dice:
—¿Cómo que la puerta trasera? ¿Quién es ese tío?
—No tengo ni idea de quién es —confieso, pero imagino que si dice «tener indicaciones», ya habrá hablado con Zack.
Kelly niega con la cabeza, pero no dice nada más.
—No me puedo creer que estemos en la zona VIP —murmura Marlin.
—Ni yo tampoco. ¡Que novio más enrollado tengo! —exclama Kelly.
—No lo digas muy alto —advierto—. No vaya a ser que se entere alguna fan loca que quiera arrancarte los pelos —bromeo, haciendo que ella ruede los ojos.
Un momento después, cuando ellos suben al escenario y comienzan a preparar los instrumentos, veo como Zeta busca a Kelly con la mirada, directamente en la zona VIP. Cuando la encuentra, le lanza besos en el aire que ella le devuelve con sonrisa embobada.
Cuando Zack nota la dirección en la que mira su amigo, nos encuentra sentados en los sofás de cerca del escenario y cuando me ve, me dedica una sonrisa que me estremece el alma.
—¡Buenas noches, Sala Sun! —exclama Luna a través del micrófono, haciendo gritar como locos a todos los que allí se encuentran—. ¿Estáis listos para The Last Wish?
—¡Sííí! —grita al unisono una gran cantidad de gente. Kelly y yo incluidas.
La actuación empieza y como no es de esperar, la gente canta como loca cada una de las canciones. Cuando miro abajo, veo como el local entero está repleto de gente, como un concierto que es. Está claro que los fans del grupo han aprovechado el evento de inauguración para arrasar en la Sala Sun.
Kelly y yo nos dejamos la garganta cantando cada canción y para mí, no hay mejor terapia que esa para cualquier tipo de mal existente.
The Last Wish canta un buen repertorio de sus canciones, entre las que se encuentran: Dancing With The Devil, Love Paradise, Luz De Luna y Odio Amarte. Y cuando el concierto está a punto de acabar, Zack sorprende a sus amigos con una propuesta inesperada.
—¿Cómo va la noche, Sala Sun? —pregunta él, haciendo que todo el mundo grite lo genial que se lo está pasando—. Me alegra saber que estáis disfrutando. Por eso, no quiero irme sin ofrecer, al menos, el adelanto de una canción que llevo unos días componiendo —dice, haciendo que Michelle y Luna intercambien una mirada confundida. Y es eso lo que me hace darme cuenta, de que esto es cosa suya—. ¿Qué os parece, grupo? —pregunta, girándose para mirar a Luna, Michelle y Zeta. Ellos simplemente asienten con la cabeza—. Muy bien. A decir verdad, esta canción la subí hace unos días a mi perfil de Instagram, sin embargo, nunca está de más, probar a ver como suena en directo, ¿no creéis? —pregunta, haciendo que la gente grite de nuevo y mi corazón se descontrole como loco en mi pecho, porque eso que ha dicho, me hace pensar que la canción en especifico, no es nada más y nada menos, que París.
—Eve —me llama Kelly, cuando ve mi cara de sorpresa—. ¿Estás bien?
Yo solo asiento con la cabeza, esperando a que Zack empiece a cantar.
Él agarra su guitarra y efectivamente, los acordes son los mismos de la canción que he escuchado en bucle durante todo el día, aunque solo hayan sido unos segundos, que es lo que dura el vídeo de Instagram.
Zack canta la canción, que suena lenta y hace que la gente saque los teléfonos y comiencen a moverlos de un lado a otro con las linternas puestas. Yo siento mi corazón al borde del colapso, mientras una lágrima cae por mi mejilla, mientras Zack canta la canción al tiempo que intercambia una mirada conmigo.
Este es uno de esos momentos de la vida, que desearía que se quede en mi memoria para siempre. Ese tipo de momentos que desearías poder repetir una y otra vez, porque sabes que es tan perfecto, que no lo cambiarías por nada del mundo: esos momentos que te hacen feliz.
Cuando la canción termina, limpio las lágrimas de mis mejillas.
—Eve. —Kelly me llama de nuevo—. ¿De verdad que estás bien?
—Que sí, Kelly, tranquila —digo, emocionada—. Ahora tengo que irme.
—¡¿Qué?! —exclama—. ¿Dónde pretendes ir?
—Solo voy al baño, tranquila.
Como es obvio, no voy al baño, ya que espero encontrarme con Zack en el lugar que él me ha indicado. Pero no puedo decirle eso a Kelly, porque me interrogaría a preguntas. Así como tampoco puedo decirle que el motivo de mi emoción es la canción de Zack, la cual, yo misma le pedí que escribiera por una estúpida apuesta, que acabó siendo nuestro secreto.
Bajo las escaleras para encontrarme con un sin fin de personas gritando, aplaudiendo y silbando, algunas, incluso llorando. Me meto en el montón de gente, con la esperanza de llegar a la barra del bar y después de unos minutos donde he recibido un par de empujones y codazos, consigo llegar y encontrarme con el hombre trajeado.
—Aquí estoy —digo cuando le veo.
—Vamos. —Él se levanta y, volviendo a atravesar todo ese montón interminable de gente, me guía hasta llegar a una puerta, la traspasamos y llegamos a una zona del local, donde hay gente trabajando en las instalaciones y tras pasar un par de pasillos más, llegamos a la puerta trasera de la Sala Sun. El hombre la abre y cuando salimos, nos encontramos en un callejón muy estrecho, donde lo único que se encuentran son enormes cubos de basura—. Me tengo ir. Si necesita cualquier cosa, puede preguntar por mí en la barra. Soy Matthew Reyes, el de seguridad.
—Entendido, muchas gracias, señor Matthew.
Él asiente con la cabeza, antes de volver dentro, pero cuando lo hace, veo el solitario callejón y por un momento, el miedo recorre mi cuerpo.
¿Y si aparece alguien extraño con intenciones de robarme o cualquier otra cosa peor?
Lo único que puedo escuchar es la música de la Sala Sun, justo detrás de mí, pero también música proveniente del Mini Bar Mercury, que está justo delante de mí
Pasados unos minutos que se me hacen eternos, la puerta a mis espaldas se abre de nuevo. Y esta vez, Zack aparece delante de mí.
—Eve —dice en un suspiro cuando me ve.
—Zack... —respondo yo de igual forma.
Ambos nos quedamos mirándonos el uno al otro durante unos segundos sin decir nada, cuando de repente, él se me acerca corriendo, toma mi mejilla y me besa. Nuestros labios se conocen tan bien que el ritmo es perfecto y millones de sensaciones recorren todo mi cuerpo en milesimas de segundo.
Pero entonces, él se separa repentinamente.
—Lo siento... —Suspira—. Debes de estar pasándolo fatal después de tu ruptura y he sido de lo más egoís...
Él no termina, cuando yo me acerco a él y de nuevo, vuelvo a besarle, retomando el beso tal y por donde lo dejamos, hasta que decido separarme también.
—Lo siento...
—¿Por qué? —pregunta él en un susurro.
—No lo sé. —Yo niego con la cabeza y él vuelve a tomar mis mejillas, continuando el beso nuevamente. Cuando los dos estamos tan agotados que nos cuesta respirar, me separo y apoyando mi frente sobre la suya, susurro—: Me ha encantado el concierto.
Él sonríe y se muerde el labio inferior.
—A mí me encanta que te haya encantado —dice, con voz atontada, acariciando mi mejilla con su pulgar—. Quiero llevarte a cenar esta noche, Eve.
—¿A cenar? —pregunto, extrañada—. Pero no podemos arriesgarnos a que nos vuelvan a ver juntos, Zack...
—Lo sé, tranquila. Por eso... He pensado en prepararte una cena yo mismo, en mi casa.
—¿En tu casa? —pregunto de nuevo, más extrañada todavía—. ¿Y qué pasa con Valeria?
—No está. Se ha ido de viaje con unos amigos y no vuelve hasta dentro de unos días.
Yo suspiro, aliviada.
—Entonces sí —digo, sonriendo—, será todo un placer cenar contigo esta noche, Zack Valley.
—Y para mí será todo un placer preparar tu cena esta noche, Eveline Harvey.
Zack y yo, nos dirigimos en coche a su casa, donde Electra aparece nada más entrar por la puerta. La casa está solitaria y no soy capaz de explicar lo feliz que me hace volver a estar a solas con él, sin absolutamente nadie de por medio.
—El Chef Valley tiene que hacer su trabajo en la cocina —dice en tono de broma y yo no puedo evitar reír—. Pero si te apetece, puedes venir a ver como cocino.
—Eso está hecho —respondo, sonriendo.
Ambos nos dirigimos a la cocina, donde mantenemos una conversación, mientras él cocina.
—Me encanta París... —murmuro.
—A mí también me encantas —responde, haciendo que sienta como mis mejillas se calientan.
—Ahora hablando en serio —digo, riendo—. La canción... Es preciosa.
—Yo estoy hablando totalmente en serio. —Él se me queda mirando y sonríe de nuevo—. Es preciosa, como tú, porque esa canción es toda tuya, Eve. Tal y como te prometí.
—Lo sé —respondo, asintiendo con la cabeza y con una lágrima a punto de resbalar de nuevo por mi mejilla.
Zack no me quita la vista de encima, hasta que de repente un quejido sale de sus labios y cuando veo su dedo lleno de sangre, me doy cuenta de que se ha cortado con el cuchillo.
—¡Aw, joder! —se queja él.
—Mierda —digo, levantándome y agarrando servilletas para limpiarle la sangre—. ¿Te duele mucho?
—Solo un poco —responde, tratando de hacerse el duro, a pesar de que la herida sangra bastante.
—Creo que no es nada, pero estos cortes son muy escandalosos.
—Lo sé...
—¿Tienes algo para desinfectar la herida? —pregunto.
—No tengo ni idea de donde tiene Valeria esas cosas.
—Bueno, quédate aquí mientras yo lo busco.
Voy al salón, a ver si con suerte consigo encontrar algo que me ayude a desinfectar el corte de Zack, pero no encuentro nada.
Sin embargo, cuando abro un cajón del mueble de debajo del televisor, encuentro algo que me llama la atención: una especie de papel doblado, se encuentra pegado con cinta junto debajo del cajón, como si estuviera escondido.
No pretendo ser ninguna cotilla, de hecho, nunca lo he sido, pero no puedo evitar que eso me llame la atención.
¿Y si le echo un vistazo rápido y luego lo vuelvo a dejar en su sitio?
Sé que me estoy arriesgando, porque Zack puede salir de la cocina en cualquier momento, pero la curiosidad mató al gato, ¿no?
Agarro el papel, despegándolo de debajo del cajón y cuando lo abro, veo que es una canción. Una canción con fecha de hace unos días, ya que, desde que ayudé a Zack con aquella canción hace unas semanas, sé que él tiene la costumbre de ponerle la fecha a las canciones que escribe.
«¿Cómo le explico al destino que ya no siento lo mismo? Que cuando estoy contigo, la vida ya no tiene sentido y cuando estoy con ella, todo vale la pena, me tiemblan las manos y el corazón se me acelera. Lo siento tanto que mi mundo se desvanece, pero mi alma necesita correr a donde pertenece».
Mi corazón se para un instante, cuando me doy cuenta de que describe absolutamente todos mis sentimientos de los últimos meses: esa encrucijada en la que me encontraba entre Adam y Zack.
Al parecer, a Zack le pasa exactamente lo mismo y eso me hace plantearme muchas cosas; estoy enamorada de él y él parece sentir algo muy parecido por mí, pero todavía hay alguien en mitad de esta historia, y esa es Valeria.
Adam ya ha sufrido mucho por lo nuestro y no sé si estoy dispuesta a que ella también lo haga por mi culpa.
Nunca me he considerado una mala persona, y hacer sufrir a personas por un bien propio, es de ser egoísta y yo no quiero ser así.
Doblo de nuevo la hoja y vuelvo a esconderla en el sitio en el que estaba y cuando me dirijo de nuevo a la cocina, Zack parece haberselas apañado por su cuenta.
—¡Eve! ¿Qué te parece cómo está quedando la cena?
Él se ha envuelto una servilleta en su dedo para que deje de sangrar y ha limpiado el resto de sangre de la encimera para poder seguir cocinando.
—Creo que tengo que irme, Zack.
—¿Qué? —Su cara cambia repentinamente—. ¿Por qué? —pregunta, acercándose a mí—. ¿Estás bien?
—No quiero que lo que tú y yo tenemos sea a costa de arruinar la felicidad de alguien más, Zack.
—¿A qué te refieres? —pregunta de nuevo, ladeando la cabeza.
—¡A Valeria! ¿A quién si no?
—Ah, claro... —Él suspira, negando con la cabeza—. Valeria.
—Ya le he hecho mucho daño a Adam y no estoy dispuesta a que ella tenga que pasar por lo mismo. No quiero que nadie más sufra por mi culpa.
Él se queda pensando unos segundos con la mirada gacha.
—Sí, creo que tienes razón... Pero entiéndeme, Eve... No puedo controlar lo que siento por ti y ella ahora mismo no está aquí. Aprovechemos este momento en el que podemos estar juntos, por favor.
—Lo entiendo, Zack, pero...
—Nada de «peros» —dice, interrumpiéndome—. Tienes que probar esto.
Él agarra una cuchara y me da a probar lo que está cocinando.
Es tan tierno y tiene tanta ilusión en lo que está preparando para que cenemos juntos, que no puedo decirle que no, simplemente no puedo.
Esa noche, Zack y yo cenamos juntos, hablando de como ha ido la última semana que a penas nos hemos visto. Cuando terminamos de cenar, recogemos los platos y los fregamos los dos juntos en la cocina, haciendo los tontos mientras nos lanzamos agua el uno al otro. Con la tontería, al final los dos acabamos empapados de agua y riendo a carcajadas.
—Quédate a dormir conmigo por favor —susurra, después de haber visto una peli, acurrucados en el sofá. Yo me levanto para mirarle.
—¿Qué?
—Quiero que durmamos juntos esta noche, Eve. He estado echando eso de menos desde la última vez que dormimos juntos en tu habitación del hotel, hace una semana.
—Pero Zack...
—Por favor —susurra, en tono suave y yo suspiro.
Esta noche me está complicando mucho el decirle que no, sobre todo porque yo soy la primera que quiere estar con él, a pesar de todas mi dudas.
Así que como es de esperar, esa noche dormimos juntos.
Después de todo lo pasado aquel día, puedo decir que esa fue una noche mágica, después de la actuación de The Last Wish en la Sala Sun, la cena con Zack y finalmente, haber dormido con él.
Pero lo que nadie esperaba, era la repentina aparición de Valeria a la mañana siguiente.
—¡Eve! —Zack me despierta, entre susurros—. ¡Eve, despierta!
Yo abro los ojos, para encontrarlo, algo alterado.
—Uhm... —murmuro, adormilada—. ¿Qué hora es?
—Valeria ha llegado.
—¿¡Qué?! —pregunto, levantándome de forma brusca—. ¿Pero no estaba de viaje?
De repente todo el sueño que tenía, ha desaparecido.
—Al parecer ella y sus amigos han pasado toda la noche esperando el avión, pero por un problema han cancelado su vuelo.
—¡No puede ser! ¡Me tengo que esconder!
—¿Qué? —pregunta él, alzando una ceja—. Pero si no hemos hecho nada. Le puedo decir que... has venido a visitarme para traerme algo.
—No, Zack. Ya te dije anoche que esto va a ser muy complicado. No podemos vivir así. Yo no estoy dispuesta a esto.
—Estás diciendo que... ¿No quieres estar conmigo?
—¡Te estoy diciendo que no quiero estar contigo de esta manera, Zack!
No sabía que era posible discutir entre susurros, hasta ese momento.
—¡Zack! —Ambos escuchamos como Valeria le llama desde el salón—. ¡Voy a bajar a comprar pan y café para desayunar!
—¡Vale! —responde él y luego me mira—. Eve...
—No vas a conseguir convencerme, Zack. Esta vez no.
Cuando escucho la puerta de la casa cerrarse, agarro mi bolso del día anterior, dispuesta a marcharme de allí.
Aquella mañana estoy inquieta y todo el mundo en el estudio lo nota, pero a pesar de todo, creen que es por mi ruptura con Adam y no puedo negar que ese es uno de los motivos. Pero también estoy mal por haberle dicho a Zack que no quiero estar con él, si eso conlleva que siga siéndole infiel a Valeria.
Pero después de todo, él no parece tan dispuesto a dejarla, ¿no? Y esa sería la única solución que le veo a este gran problema.
Yo sabía que esto iba a pasar...
Intento despejarme tomando algo en la cafetería del estudio con Hunter y Marlin. Con ellos siempre me río y me ayudan a despejar la cabeza un rato, pero mi teléfono se ilumina sobre la mesa, indicando un mensaje nuevo de Zack:
«Eve, te espero esta tarde en el Moonlight a las 6:00. No faltes, por favor, necesito hablar contigo para aclarar las cosas».
Yo ni si quiera le respondo. Una parte de mí, piensa que lo mejor es dejarle allí esperando, para que vea que voy en serio, cuando le digo que no quiero seguir estando con él de esta manera, pero finalmente, el corazón siempre le gana a la cabeza, ¿verdad?
—Quiero que sepas que mi primer instinto, era el de dejarte plantado —digo, nada más aparecer.
—Pero estás aquí —responde, con una sonrisa ladeada.
—Ojalá no lo estuviera. Pensaba que esta mañana te había quedado claro lo que te he dicho.
—No quieres que nadie más sufra. Lo entiendo y yo quiero exactamente lo mismo.
—Pues parece que no te importa, Zack. ¿Tan poco te importa lo que pueda sufrir Valeria con toda esta historia?
—No es eso, Eve... Pero no es fácil. Sé que tu cabeza ahora mismo debe de estar hecha un lío. Debes estar pensando que estoy jugando contigo, pero no es así. Me gustas, Eve. Me gustas mucho. Lo suficiente como para haber hecho que me replanteé mi vida entera y me cuestione cada día lo mal que estoy haciendo las cosas, porque sé que no te mereces todo esto.
—Yo tampoco lo he hecho bien... Le he destrozado la vida a Adam y me duele en el alma. Por eso, ahora mismo prefiero que me dejes ir, a que juntos le hagamos daño a alguien más.
Nada más decir eso, siento mi corazón romperse, porque le estoy diciendo claramente que no quiero esto. Es una forma de hacerle decidir y aunque en mis prioridades, ya le he dejado claro que él estaba por encima de nadie, en las suyas... Aún no tengo claro que me escoja a mí sobre ella...
Porque sí, vale, me está demostrando que le gusto, que me quiere... E incluso en la canción que encontré anoche, dice claro lo que siente. Pero no es lo mismo, tener que decidir entre una persona que conoces de solo hace unos meses, a otra, con la que llevas años.
—No puedo dejarte ir, Eve —dice él, mirándome con los ojos medio llorosos y eso me destroza—. No puedo porque me he enamorado de ti de una forma que jamás pensé que sería capaz de hacerlo. Desde que has llegado a mi vida, siento que no puedo vivir sin ti. —Y tras eso, mi corazón empieza a correr descontrolado, mi estómago se desestabiliza y yo, me siento al borde del colapso—. Y sé que tú en el fondo tampoco quieres que te deje ir. El otro día me dijiste que esto no estaba tan mal, ¿no? Lo de vivir un amor secreto.
Trato de recuperar la compostura emocional, para decir:
—Zack, eso lo dije antes de saber que Adam era consciente de lo nuestro. Y sí, lo pensaba. Pero ahora me he dado cuenta de como son las cosas. No quiero más heridos.
Siento que me estoy volviendo muy repetitiva y lo único que puedo sacar de esta conversación es hacerme más daño a mí misma. Así que, intentando tomar el control de mis emociones, digo finalmente, antes de levantarme:
—Y ahora mismo me da igual lo mucho que esto me este costando, pero ya te he dicho esta mañana que esta vez no pienso dejarme convencer, Zack. Así que si no tienes nada más que decir yo me voy...
Estoy dispuesta a irme, cuando él toma mi muñeca y mirándome directamente a los ojos, susurra:
—Dime que puedo hacer para convencerte.
Solo hay una sola cosa que puede hacer para convencerme. Pero yo no soy nadie para pedirle que lo haga. Aún así, dudo por un segundo y, después de cerrar los ojos y dar un largo suspiro, le digo:
—Sé que no soy nadie para pedirte que hagas algo así. También sé lo difícil que es, porque ni si quiera yo fue capaz de dejar a Adam. Pero es ella o yo, Zack. Si no dejas a Valeria, no vas a volveremos a vernos.
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