Capítulo 33. La culpa.

Han pasado tres días desde el altercado con la filtración de las fotos y de mi pelea con Adam. Después de eso, él y yo bajamos a comer y pasamos el resto de la tarde juntos, aunque, a pesar de eso, he de decir que el malestar tardó en irse de mi pecho y mi mente está aún muy confusa con todo lo que ha pasado.

No he vuelto a hablar con Zack desde entonces. Él me ha llamado un par de veces por día, pero simplemente he decidido que lo mejor es esperar a que las cosas se calmen en redes y a que Adam se vaya de vuelta a Rye. Después de todo, no sé si quiera si iré a su fiesta de cumpleaños.

Algo que me ha sorprendido bastante, es que desde que se publicaron esas fotos, he ganado 400 mil seguidores en Instagram. Supongo que es debido a todos los rumores que hay ahora en el aire, que especulan que Zack y Valeria han roto y él está ahora conmigo. Aunque, en realidad, no estoy muy segura de querer saber si él ha roto definitivamente con Valeria después de esas fotos, porque mi curiosidad solo me haría querer saber de él y me daría más ganas de verlo. Y no puedo permitir eso. No puedo hacerle más daño a Adam del que ya le he hecho.

Estoy sentada con Madison, Marlin y Hunter en la cafetería del estudio. Ellos están opinando sobre como creen que debería ser el frasco de perfume Loweld, ya que, con todo esto ocupando mi mente las veinticuatro horas del día, no he sido capaz de pensarlo mucho más.

—Y... ¿Qué tal un frasco en forma de gato? —dice Hunter—. Los gatos son bonitos, clásicos y le gustan a todo el mundo. Además de que puede ser una idea original para un frasco de perfume. ¿Alguna vez habéis visto un frasco en forma de gato?

—Es una idea increíble, Hunter —digo, algo decaída y él parece emocionarse—. Pero se supone que es algo que también tiene que representarme a mí y... Me gustan los gatos, pero no he tenido ninguno en toda mi vida...

—Mierda —dice Hunter por lo bajo, cruzándose de brazos y echándose hacia atrás en su silla, pensativo.

—¿Qué tal un frasco redondo en forma de poción? —Esta vez es Marlin el responsable de opinar—. Puede parecer simple al principio, hasta que te fijes en la etiqueta al rededor del frasco en la que diga algo así como «poción de brujas», «poción para la buena vida» o cualquier cosa así que llame la atención.

Yo estoy con mi barbilla apoyada sobre mis manos, pensativa. 

—Me gusta esa idea... 

—¿Quién iba a decir que el cerebrito debajo del cabello morado iba a servir para algo más que para hacer fotos? —bromeó Madison y Marlin le miró, haciéndose el ofendido.

—Calla, tú ni si quiera eres capaz de pensar una idea original.

—Ya, ya lo sé —responde ella—. Mi cabeza llena de los frascos de perfumes Loweld más populares de los últimos tiempos, solo me lleva a imaginar los más simples que el mundo ha podido conocer... Pero la idea de un frasco en forma de corazón, no es tan mala, ¿verdad?

Lo cierto es que no lo es, pero para poder representarme a mí de alguna forma, tendría que ser un corazón dividido en dos. Y eso, para un frasco de perfume, podría ser algo bastante complicado.

—Creo que ya os he dado demasiado el coñazo con el tema. Lo siento, chicos. Os juro que agradezco mucho vuestra ayuda.

—¡No digas tonterías! —exclama Madison—. Estamos encantados de ayudarte y más aún cuando tienes que estar esta misma tarde en Loweld para presentar la idea del frasco. Has tenido una semana muy mala y necesitas la ayuda de tus amigos —dice ella, tomando mis manos sobre la mesa.

—Soy tan afortunada de poder contar con vosotros —les digo, con una sonrisa sincera.

—¡Nosotros somos los afortunados! —dice Marlin—. Estamos sentados con los modelos de las revistas Loweld.

—¡Y tú eres el responsable de esas fotos tan increíbles! —responde Hunter, poniendo su mano sobre el hombro de Marlin—. Y tu hermana de que nuestra ropa sea fabulosa —dice, riendo y ella hace un gesto de halago con su cara que nos hace reír a todos.

Un rato después, me despido de ellos para volver al hotel. He quedado para comer con Kelly y Adam y no quiero hacerles esperar. Cuando me bajo del taxi y subo el ascensor, escucho unas voces provenientes de una de las habitaciones del pasillo y cuando llego a la habitación, veo que se han dejado la puerta abierta. 

—Tranquila, Kelly, todo se acabará solucionando al final, ya verás —dice Adam, haciéndome ver, que las voces que he estado escuchando desde que salí del ascensor, son las voces de ellos.

Me pregunto, «¿qué es lo que se tiene que solucionar?», pero antes de entrar a la habitación, Kelly le responde.

—Si Eve y tú habéis conseguido solucionar lo que ha pasado... yo seré capaz de solucionar esto.

¿Pero solucionar, qué? ¿Es que a Kelly le ha pasado algo que no me ha contado? ¿Tendré que ir otra vez a liarsela a Zeta?

 —Sobre eso... —comienza diciendo Adam—. No sé si las cosas van a ser como antes a partir de ahora...

—Pero eso es normal. Este tipo de cosas son las que cambian las relaciones. En algunos casos, las hacen madurar.

Adam se rie.

—Hablas como si fuera una experta en relaciones, cuando en realidad eres una experta en huir de ellas.

—Lo sé... pero dime, ¿por qué crees que no están las cosas como antes? Eve te ha demostrado que quiere estar contigo. ¿O no?

—No estoy seguro... Desde antes de llegar, ya notaba las cosas raras con ella. Nuestras conversaciones por teléfono o mensajes eran más frías y a pesar de estar aquí ahora, la sigo notando distante. Desde que estoy aquí he pasado más tiempo contigo que con ella. Tú me has enseñado los sitios que soléis visitar aquí con regularidad y hemos hablado sobre las cosas que nos preocupan mientras Eve ha estado... en su mundo.

—Piensa que nada de esto es fácil para ella, Adam. 

—Sé que no es fácil para ella, pero, ¿qué hay de mí? La sigo queriendo con todo mi corazón y verla tan lejos, solo me hace pensar que lo nuestro no tiene solución.

«Crush...» Ese es el sonido que ha hecho mi corazón al escuchar las palabras de Adam. Las lágrimas comienzan a salir de mis mejillas y, aunque esto no hace más que darle la razón a Adam, no puedo evitar salir corriendo de nuevo para salir de allí.

«Adam no me merece» —Es lo único que puedo pensar, mientras corro calle arriba con las lágrimas saliendo de mis ojos con desesperación—. «Lo único que hago es hacerle daño».

Cuando mis pulmones no pueden más, mis piernas se paran y me agacho apoyando mis manos sobre mis rodillas, tratando de recuperar la respiración. Una vez que consigo recuperar la compostura, me doy cuenta de donde estoy. Me encuentro justo delante del bar de copas donde Zack y yo nos encontramos por primera vez: el Moonlight.

Secándome las lágrimas con mis manos, decido entrar ahí para despejarme, antes de volver al hotel. No puedo permitir que Adam y Kelly me vean así. No quiero. Pero tampoco puedo sentarme sola a beber en un bar de copas, para olvidar mis problemas. Sé que, lo que necesito, es hablar con alguien y desahogarme y ya le he dado demasiado el coñazo a Madison, Marlin y Hunter esta mañana. Pero he estado evitando tanto a la persona con la que necesito hablar ahora mismo, que no sé si seré capaz de aguantar mucho más tiempo estando sin él.

Y ahí vuelven mis pensamientos contradictorios: no quiero hacerle más daño a Adam y el hecho de solo pensarlo, me destroza el corazón. Pero ese mismo corazón está desesperado por volver a escuchar la voz de Zack y le echa tanto de menos que siento como arde dentro de mi pecho.

—¿Zack? —digo, cuando escucho el teléfono descolgarse.

—Eve, ¿estás bien? ¿Dónde estás? ¿Necesitas que vaya? —Su voz se escucha preocupada y no me extraña. Estoy hecha un mar de lágrimas y él ha tenido que notarlo nada más escucharme.

—Zack, esto es un desastre. Todo es un desastre... yo, no puedo más.

—Eve, ¿dónde estás?

—En el Moonligh. He dejado plantados a Kelly y Adam porque no soporto estar delante de Adam sabiendo lo mal que lo está pasando por mi culpa.

—Tranquilízate, Eve, por favor. Voy para allá ahora mismo, ¿vale? No tardo. 

Y con eso, él cuelga el teléfono y yo sigo llorando, dándome cuenta de toda la razón que tengo al pensar que Adam no me merece. Él ni si quiera se ha ido todavía y yo ya estoy dejándole plantado de nuevo, mientras espero a Zack en el bar en el que nos vimos por primera vez. Y luego está Kelly. Según he escuchado, a ella hay algo que la está atormentando y estos días he estado tan distante que ni si quiera ha tenido tiempo de contarme nada. He pasado de ser mala novia a una mala amiga y eso, no sé si me lo voy a poder perdonar fácilmente.

«Kelly, he tenido que quedarme en el estudio esperando a Jimmy porque se ha adelantado la reunión de esta tarde en Loweld. Pero esta noche cenamos los tres juntos sí o sí. Os lo prometo». —Le termino escribiendo eso a Kelly para que no me esperen. Lo único que espero es sentirme mucho mejor cuando llegue la hora de cenar. No quiero dejarlos plantados de nuevo. Y, aunque pueda sonar estúpido, solo necesito dejar de sentirme tan culpable, con la persona que más culpable me hace sentir. 

Zack tuvo razón cuando dijo que no tardaría en llegar. No sé a que velocidad habrá conducido a través de la ciudad o si tal vez no estaba muy lejos de aquí, pero lo cierto es que no ha tardado ni cinco minutos en aparecer.

—¡Eve! —exclama él cuando me ve, sentada, tratando de calmarme. Zack me abraza y luego deja un beso rápido sobre mis labios.

—Pero Zack... —Me aparto rápidamente—. Pueden vernos, está todo demasiado revuelto. ¿Y si vuelven a sacarnos fotos?

—Eve, eso me da absolutamente igual ahora mismo. 

—¡Pues a mí no! Adam lo está pasando fatal con todo esto.

—¿Se ha enterado?

—¡Claro que se ha enterado! Él y Kelly fueron quienes me enseñaron las fotos. No sé si quiera como voy a ser capaz de seguir con él después de haberle confesado lo que siento por ti.

Zack no dice nada, solo me está mirando, con una expresión algo decaída.

—¿Seguís juntos? —pregunta apretando los labios y mirando hacia otro lado.

Yo solo asiento con la cabeza, pero él no dice nada más.

—Adam... estuvo a punto de acabar con todo. Fue entonces cuando le confesé que no quería perderle. Tal vez tenía miedo de... no volver a ver a la persona con la que he pasado tanto tiempo de mi vida. Pero el caso es que eso fue suficiente para que él reconociera que era capaz de perdonarme después de todo.

Zack me está escuchando, sé que lo está haciendo, pero sigue sin decir nada.

—Y... ¿Qué tal con Valeria?

—Valeria... —dice él—, digamos que le ha pasado lo mismo que a Adam. En cuanto vio las fotos, se arrepintió de haberme echado de casa. Al principio pensó que iba a dejarla por ti, pero después pensó que se había dejado llevar por la paranoia de las redes. Ahora solo quiere estar conmigo todo el día y yo lo único que quiero es salir corriendo.

—Pensaba que vuestra relación estaba bien antes de que te echara de casa el otro día —digo, frunciendo el ceño. Aunque, lo que es obvio, es que no podía estar bien del todo, cuando él se ha dejado llevar tanto por lo que dice sentir por mí.

—Eso quería creer yo. Pero lo cierto es que llevamos mal más tiempo del que me gustaría pensar. Solo que, no he sido sincero conmigo mismo durante este tiempo... hasta que has aparecido tú y he sido capaz de darme cuenta de cual es la realidad.

Yo no digo nada, pero una lágrima vuelve a caer por mi mejilla y no puedo evitar abrazarlo. Zack me aprieta fuerte contra él y puedo sentir su calor. Él acaricia mi cabeza por detrás y susurra algo en mi oído.

—No me importa que nos hagan más fotos porque ya no tengo nada que perder y no me importa lo que piense la gente, Eve. Te quiero a ti.

Mi corazón se acelera más de lo normal. Pero, aunque él está seguro de lo que siente, la verdad es que los dos estamos igual que al principio: yo con Adam y él con Valeria. 

Cuando me separo de Zack, él limpia una lágrima de mi mejilla con su dedo índice.

—Creo... —comienzo diciendo—, que no es buena idea que vaya a tu fiesta de cumpleaños. Eso no haría más que alterar las cosas.

—¡Me da igual como estén las cosas, Eve! Ya te he dicho que no e importan los rumores y tú deberías ignorarlos también. Al final acabaran pasando.

—Lo sé, pero Adam... —Suspiro—. Creo que lo único bueno que he sacado de esto es que por fin se ha cancelado esa estúpida boda.

—¿Es en serio? —pregunta él, con una expresión de sorpresa.

Yo asiento con mi cabeza.

—Sí... y como ya te he dicho, no quiero hacer sufrir más a Adam. 

—Lo entiendo pero... ¿No podéis venir a la fiesta con él? Yo te prometo evitarte todo lo que pueda. No voy a agobiarte si no quieres y menos cuando él esté cerca. Pero piensatelo, por favor. —Su tono de voz, es de súplica y no soy capaz de decirle que no.

—Vale, me lo pensaré, pero tengo que hablar con Kelly sobre eso. Quiero saber que piensa ella primero.

Zack tuerce los labios y me mira, pensativo.

—¿Cómo está Kelly? —Esta vez, Zack parece preocupado y eso, me hace recordar la conversación de Adam y ella hace un momento.

—Zack, ¿ha pasado algo con Kelly?

—¿No lo sabes? —pregunta él, desconcertado y yo niego con la cabeza. Entonces, comienza a explicar—: Anoche estuve en Cosmos, jugando al billar con ella, Zeta y Valeria. Todo estuvo bien hasta que... —Zack hace una pausa y yo le presiono para que continúe.

—¿Y qué? ¡Habla por favor!

—Cuando ellos cantaron victoria por habernos ganado a Valeria y a mí, apareció...

—¿Marcy? —No me hace falta ser un genio para adivinarlo. La relación de Zeta con su ex lleva siendo polémica desde hace tiempo.

Zack asiente lentamente con la cabeza, antes de continuar.

—Ella apareció allí por casualidad. Cosmos es un sitio al que Zeta y yo vamos con regularidad. Supongo que pensó que podía encontrarlo allí.

—¿Y qué pasó? —pregunto, alterada.

—Te puedes imaginar... —Él suspira—. Comenzó a rogarle a Zeta que quería volver con él, que le echaba de menos... El problema fue que, en lugar de reaccionar y echarla de allí, Zeta se quedó paralizado. Kelly sin embargo se enfrentó a ella y acabaron gritándose la una a la otra. Al final y como era de esperar, Kelly se fue llorando ante la reacción de Zeta.

—¡Maldita sea! —exclamo, levantándome—. ¡No me ha dicho nada! ¿Cómo es posible?

—¿Es que estáis peleadas?

—¡No! Pero la llegada de Adam... creo que nos ha dividido un poco. Y yo tengo toda la culpa... ¡Si tan solo no hubiera pasado lo de las malditas fotos y no estuviera tan liada con Loweld!

En cierto modo, no podía echarme toda la culpa de no haber pasado con ellos tanto tiempo como me gustaría. El tema del perfume Loweld me tenía la cabeza hecha un lío. Por no hablar de las sesiones incansables de fotos que he tenido que hacer estos días, tanto con Hunter, como sin él. 

Es verdad que he estado muy ajetreada y en parte es por ello por lo que no hemos podido pasar los tres tanto tiempo juntos, pero quedan dos días para que Adam se vaya. Y esos dos días, se los pienso compensar a ambos.

Aunque claro, primero, tengo que ir a Loweld y resolver lo del frasco de perfume...

—¿Eve? —Zack me llama, viéndome perdida en mis pensamientos—. ¿Estás bien?

—Sí, yo...  —Miro la hora, para darme cuenta de que queda una hora para que Jimmy venga a recogerme—. Tengo que irme en un rato a Loweld y aún no sé como demonios quiero que sea el frasco de perfume que represente mi firma. Estoy... desesperada.

Zack me mira, pensativo.

—¿Cómo quieres que sea el frasco? ¿Qué características debe tener?

—Le estoy dando muchas vueltas a todo. Quiero que sea perfecto y estoy trabajando mucho en ello para que así sea... sin embargo, no encuentro una forma para el frasco que pueda ser una mezcla de original, clásica y a la vez moderna. Y además, algo que me caracterice a mí...

—Pues yo lo tengo clarísimo —responde él, rápidamente, haciéndome mirarlo.

—¿En que piensas?

—En un diamante.

—¿Diamante? —pregunto, alzando una ceja. Zack asiente—. ¿Por qué un diamante?

—Es original, clásico y a la vez moderno y... me recuerda a ti. Tú eres como un diamante en bruto, aún sin descubrir pero con un futuro brillante justo delante de tus ojos. Cuando menos te lo esperes, brillarás al igual que el resto de estrellas de Hollywood.

—Mi objetivo no es precisamente destacar en Hollywood... Hay cosas más importantes.

—¿Qué puede haber más importante que ser reconocida por tu trabajo?

—Mi pueblo... —digo en un susurro melancólico—. Allí está mi familia, mis amigos, mi...

—¿Adam? —pregunta él, cabizbajo.

—Mi vida —contesto lo que estaba pensando.

—Tu vida puede ser como tú lo desees, Eve.

Yo no digo nada por un momento, hasta que vuelvo a tomar asiento a su lado y con suavidad, tomo sus mejillas y dejo un beso suave sobre sus labios. Estoy tan agradecida de que a esas horas no haya nadie en el Moonlight que pueda vernos. 

—Gracias —susurro cuando me separo. Él solo me sonríe y asiento con su cabeza—. Tengo que irme. Pero no sabes cuanto te agradezco que te hayas escapado de donde sea que estuvieras para venir a soportarme.

—Ojalá pudiera soportarte todos los días, Eve.

Él besa mi mano y yo le sonrío de nuevo, levantándome para salir de allí y volver al hotel. Cuando paso por la cristalera del hotel que da al comedor desde fuera, busco a Adam y Kelly y cuando los localizo, entro y me acerco corriendo a ellos.

—¡Eve! —exclama Kelly cuando llego a su mesa—. ¿Qué haces aquí?

—He podido escaparme para comer con vosotros antes de ir a Loweld —digo con una sonrisa, sentándome junto a ellos—. Hay cosas más importantes que el trabajo, ¿no?

Adam agarra mi mano y Kelly sonríe abiertamente. Y yo simplemente me siento bien de haber sido capaz de darme cuenta de que,  lo más importante ahora es estar con ellos.

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