Capítulo 30. Cosmos.
Zeta conduce de forma rápida a través de la ciudad, haciéndome temer por mi vida en algún que otro momento.
—¿Puedes conducir más lento, por favor? —pregunto, atemorizada, agarrándome de la parte baja del asiento del coche.
—No puedo, Zack me ha dicho que te deje a las 11:00 en el parque de al lado de Thousand Sunny y ya vamos tarde.
—Zeta, por favor. No creo que Zack se vaya a enfadar por llegar unos minutos más tarde.
Él baja un poco la velocidad y yo respiro tranquila.
—Lo sé, pero yo siempre soy muy puntual.
Suspiro, aliviada, porque ahora conduce a una velocidad normal y me pregunto: «si siempre va así de rápido cuando llega tarde, ¿Kelly no teme por la vida de su querido Zeta?»
—¿Por qué no le has dicho a Zack que tu noviecito está aquí? —pregunta de la nada, pillándome desprevenida.
—¿Cómo sabes que no se lo he...
Oh, no...
Si Zeta sabe que no le he contado nada a Zack sobre la aparición de Adam, es que ellos ya han hablado del tema, lo que quiere decir que lo más probable, es que Zack ya lo sepa gracias a Zeta.
—¿Se lo has contado?
—Lo siento, pero pensaba que ya se lo habrías dicho tú.
—No, porque no quería añadirle más preocupaciones. Ya tiene bastante con el hecho de que Valeria le haya echado de casa.
—¿Cómo que Valeria le ha echado de casa? —Zeta pregunta, mirándome exaltado y provocando que se distraiga del volante.
—¡Cuidado! —grito yo, atemorizada, cuando casi chocamos contra otro coche. La persona que conduce el coche con el que casi nos estampamos toca el claxon repetidas veces mientras grita insultos al pasar por nuestro lado.
—¡Lo siento, joder! —refunfuña Zeta y vuelve a prestar atención a la carretera. Luego suspira y niega con la cabeza—. ¿Por qué Zack no me ha dicho nada sobre eso?
—Pensaba que habías estado con él en casa de Luna antes de salir con Kelly.
—Lo estaba. Luna nos citó a Michelle y a mí en su casa para planificar la fiesta de cumpleaños de Zack y el aniversario de la banda, pero los dos nos sorprendimos al encontrarnos con él allí. Se suponía que iba a ser una fiesta sorpresa. Pero ahora lo entiendo todo... supongo que Valeria lo echó de casa y él fue a casa de su hermana. Lo que no entiendo es por qué no me ha contado nada.
—Probablemente para no preocuparte. Por ese mismo motivo tampoco le he hablado a él sobre la aparición de Adam. No quería añadir más leña al fuego.
—Has hecho bien... —dice él y yo ruedo los ojos—. Y yo muy mal en cagarla. Lo siento, ¿vale? pero no soy adivino.
—No te preocupes. Al final todo se ha salido de nuestro control y ni tú ni yo tenemos la culpa de la aparición de Adam ni de la decisión de Valeria.
—Aún así... no soy capaz de comprender como Valeria ha podido hacer algo así... Entiendo que no está del todo bien que Zack se escaqueara anoche de la fiesta de Lennox, pero ¿es motivo para echarlo de casa? No pensaba que ella fuera capaz de hacer algo así...
—Supongo que por mucho que nos empeñemos en creer lo contrario, nunca conocemos del todo a alguien. Hay gente que nunca se llega a mostrar como es realmente y cuando lo hacen, es cuando las relaciones acaban.
Nadie dice nada por unos segundos. Luego Zeta habla de nuevo.
—¿Crees que su relación está acabada?
—Creo que nadie mejor que ellos sabe como está su relación a día de hoy.
—Pero te gustaría creer que está acabada.
—¡Yo no he dicho eso! —exclamo.
—Vale, vale, tranquila —dice él, divertido.
Yo suspiro.
Es entonces cuando enciendo mi móvil para mirar la hora y cuando el reloj marca justo las 11:00, me llega un mensaje de Zack diciendo que me está esperando en la zona de los columpios. Sé que el parque es bastante grande, pero también sé donde está la zona de los columpios, ya que la primera vez que Zack me llevó al Thousand Sunny para tomar café por la noche, pasamos justo por ahí.
—Hemos llegado —dice Zeta, parando el coche.
—Gracias por traerme —le agradezco, antes de salir.
—No tienes que darlas, por mis amigos hago lo que haga falta. —Él me guiña un ojo y yo me río, pero antes de marcharme, le miro a través de la ventana del coche.
—Zeta, ¿podrías hacerme un último favor esta noche?
Él entrecierra los ojos, confundido.
—¿Qué favor es ese?
—¿Podrías llevar a Kelly a dormir contigo esta noche? Tal vez siga con Adam en el hotel en el que él está alojado, podrías ir a buscarla y decirle que en realidad quieres pasar la noche con ella pero estabas esperando a estar a solas para decírselo.
—Por mí encantado, pero, ¿por qué quieres exactamente que me lleve a Kelly esta noche?
—Porque no quiero que vuelva al hotel y descubra que me he ido sin decirle nada. Seguramente me caerá otra bronca por su parte si descubre que he quedado con Zack a escondidas.
—Vale, lo entiendo. No te preocupes. Voy a buscarla ahora mismo.
—Muchas gracias —le sonrío.
—Gracias a ti por dejarme secuestrar a Kelly toda la noche —dice riendo, mientras pone el coche en marcha para irse.
Cuando Zeta se va, me dirijo a la zona de los columpios. En la oscuridad del parque, veo a Zack, cabizbajo, sentado en uno de ellos. Así que, sin decir nada, tomo asiento en el columpio a su lado, provocando que él levante la vista para mirarme y, cuando se da cuenta de que soy yo, sonríe.
—Sabía que vendrías —dice en un susurro.
Yo me río y ruedo los ojos.
—Claro que lo sabías.
Y no solo porque él haya mandado a Zeta a buscarme, sino, porque de una forma u otra por más que yo me negara a mí misma a venir, era inevitable que por encima de todo, quería verle, aunque para ello tuviera que dejar plantado a Adam en su primera noche aquí...
—¿Estás bien? —pregunto, poniendo mi mano sobre la suya en las cuerdas del columpio.
—Ahora que estás aquí, sí —sonríe y de forma sutil, entrelaza sus dedos con los míos.
Y yo me pregunto, «¿cómo es que un gesto tan simple, es capaz de ponerme tan nerviosa y crear tanto revuelo en mi estómago?»
—¿Por que no me habías dicho que él está aquí? —pregunta con voz cabizbaja.
—¿Te refieres a Adam? —pregunto yo esta vez y él asiente suavemente con su cabeza—. No quería preocuparte más... ya tienes bastante con lo que ha pasado. Que por cierto, ¿sabes ya que vas a hacer?
—No tengo ni idea... he pensado en volver a casa en unos días. Tal vez cuando lo haga Valeria esté más calmada y podamos hablar tranquilamente sin volver a tirarnos los trastos a la cabeza o reprocharnos nada.
Pero me refiero a que piensas hacer con tu relación, maldita sea.
Necesito saber si piensas volver con ella o no.
—Entiendo... —digo finalmente y suspiro—. Crees que... —Hago una pausa, pero finalmente pregunto lo que lleva toda la tarde rondándome la cabeza—. ¿Crees que Valeria puede sospechar algo sobre... esto que está pasando entre nosotros?
Él se ríe y niega con la cabeza.
—No, ella no tiene ni idea de nada. Ni si quiera sospecha que anoche estuve contigo. Al parecer Kelly y Luna le dijeron que te fuiste al hotel a descansar, pero mi hermana cree que simplemente es demasiado egocéntrica como para pensar que yo pueda fijarme en nadie más. —Zack se ríe y me mira—. Pero lo cierto es que hace tiempo que no estamos bien, Eve. Las cosas ya no son como al principio y yo... yo nunca le había sido infiel a Valeria. Ni a ella ni a nadie. Yo no soy así. Pero es que has llegado a mi vida y lo has puesto todo patas arriba.
Sus palabras hacen palpitar rápidamente mi corazón y su mano aprieta la mía. Y con mi otra mano no puedo evitar acariciar su mejilla.
—A mí me ha pasado exactamente lo mismo, Zack...
Él sonríe y coloca su frente sobre la mía. Entonces suspira y pregunta:
—¿Cuánto tiempo piensa quedarse... tu prometido?
—Una semana. Lo cierto es que no esperaba para nada su llegada. Ha sido literalmente una sorpresa para mí. Y aunque me he alegrado de verle, también tengo mucho miedo.
—¿Por qué? —pregunta en un susurro.
—Porque yo quiero a Adam, pero al mismo tiempo siento que quiero estar a todas horas contigo. Y hay una fuerza invisible que inevitablemente empuja la balanza hacia ti y sé que al final le voy a acabar haciendo daño a Adam de la peor manera y es lo último que quiero...
—Le quieres, pero no estás enamorada de él, Eve...
—Lo sé, pero no puedo dejarle. Y menos ahora que ha viajado desde tan lejos solo para estar conmigo... —Estoy comenzando a notar mis manos temblar y una lágrima escapa por mi mejilla por la tensión de la situación. Lo que estoy a punto de decir, no me va a resultar fácil porque como ya he dicho, lo único que quiero es estar con él todo el rato—. Creo que lo mejor será que no nos veamos durante esta semana o Adam podría sospechar.
—¿Qué? —Noto cierto dolor en su voz y eso atraviesa mi pecho como una fina daga—. Pero... esta semana es mi cumpleaños. Luna, Zeta y Michelle cuentan con que tú y Kelly estaréis allí. Yo esperaba verte allí... Lo necesito.
Su mano se va directamente a la mía sobre su mejilla y yo me separo un poco para mirarle directamente, aunque con la poca luz del parque, me cuesta incluso distinguir el precioso azul de sus ojos.
—Escúchame, no pienso perderme esa fiesta por nada del mundo, pero prométeme que esta semana mantendremos las distancias. Solo una semana por favor.
Él niega con la cabeza.
—No puedo prometerte nada.
Yo suspiro y niego con la cabeza.
Zack es incontrolable.
Entones, un fuerte trueno sueno en el cielo miro hacía arriba para ver que está nublado sobre nuestras cabezas.
—Creo que deberíamos irnos antes de que empiece a llover —dice Zack.
—¿A dónde quieres ir?
—Tengo pensado el sitio perfecto.
No me puedo creer que me esté liando otra vez para ir quien sabe donde, y tampoco puedo creer que yo me esté dejando de nuevo.
Pero Zack se levanta del columpio y tomando mi mano, me guía hasta su coche mientras la lluvia comienza a hacerse presente y antes de que lleguemos al coche, ya está chispeando, así que cuando estamos de camino a donde sea que él me está llevando, la lluvia comienza a caer mucho más fuerte y a través del cristal delantero, podemos ver como los rayos iluminan la ciudad de Los Ángeles.
—¿Por qué siempre me acabas liando para que vaya contigo a todos lados? —pregunto, riendo.
—Porque me gusta que vengas conmigo a los lugares que me gustan —responde él con una sonrisa de boca cerrada.
Zack conduce tranquilamente por la lluviosa ciudad de Los Ángeles hasta llegar a un lugar en el que no habíamos estado antes y cuando aparca su coche, los dos corremos bajo la lluvia hasta adentrarnos dentro de este.
La música y el ruido invaden el lugar, las conversaciones de la gente y el sonido del billar hacen que a penas se oiga la fuerte lluvia de fuera. Estamos en un bar de paredes rojas y distintas luces de neón por todas partes. El techo está pintado de cuadros blancos y negros. A nuestro lado hay tres dianas para jugar a los dardos y en el otro hay cuadros de diferentes partes del mundo. La barra está llena de gente a rebosar y cuando traspasamos una puerta, nos encontramos en una zona de juegos donde hay futbolín, air hockey, billar, ping pong...
Zack se da la vuelta y sonriendo, me dice:
—Bienvenida a Cosmos.
—¿Cosmos? —pregunto en un susurro, contemplando alucinada la increíble sala de juegos que conecta con otro lado de la barra. El sitio está lleno de gente jugando y tomando algo.
—Este es uno de mis lugares favoritos, que aún no te había enseñado. ¿Te apetece jugar al billar?
—Nunca he jugado al billar —reconozco.
Zack tuerce los labios, pensativo.
—Entonces deberíamos dejarlo para cuando seamos un grupo de más gente. No quiero ser el responsable de hacerte sentir mal por ganarte rápidamente antes de que te lo esperes —bromea y yo me río—. Qué te parece entonces... —Mira la mesa de Air Hockey, la cual está vacía, luego vuelve a dirigir su mirada hacia mí—. ¿Una partida de Air Hockey? —Puedo ver como su cara se transforma de un momento a otro, de estar pensativo a sonreír perversamente. Y no puedo creer que se vea tan sexy con ese simple gesto. Pero estoy segura de que podría morir viéndolo sonreír así—. Si gano yo, me debes un beso que compense toda esta semana que voy a estar sin verte.
Oh, ¿pero qué es eso que estoy sintiendo?
Ah, ya, ¡otra vez mi estúpido corazón acelerándose de forma inesperada!
Zack podría acabar conmigo sin siquiera tener que ponerme un dedo encima.
Yo bufo y sonrío, al tiempo que entrecierro los ojos y mordiéndome el labio, niego con la cabeza.
—¿Y si gano yo? —pregunto, lentamente, mientras me acerco a él—. ¿Entones, qué?
Zack no aparta su mirada de mí y pasando su lengua por su labio inferior y su mano por mi cintura, responde:
—Puedes pedirme lo que quieras.
—Tendrás que dedicarme una canción —digo, sin ni si quiera pensarlo mucho.
Zack suelta una risa.
—Eso ya lo he hecho. Y no solo con la canción que me ayudaste a escribir. Tengo más letras pendientes de componer guardadas en los bolsillos.
—No me refiero a dedicar de esa forma... me refiero a algo más directo. Algo que solo podamos entender tú y yo.
Zack ladea la cabeza, mientras me mira con confusión.
—¿A qué te refieres exactamente?
—Quiero que me menciones en una canción compuesta por ti. No a mí directamente, como es obvio eso sería un escándalo. Pero... podrías decir algo significativo. Algo que solo entendamos nosotros. Para que sea algo así como «nuestro pequeño secreto».
—¿Algo cómo qué? —pregunta con sus ojos entrecerrados, clavados en los míos, llenos de intriga.
—París... —murmuro, con la mirada distante—. Cuando menciones «París» en una canción, sabré que te estás refiriendo a mí.
Zack sonríe abiertamente y mi corazón se acelera exageradamente de nuevo. Entonces extiende su mano.
—Trato hecho. —Sellamos el trato con un apretón de manos y antes de soltar mi mano, pregunta—: ¿Puedo saber por qué «París» exactamente?
—¿Tiene que haber un motivo?
Lo cierto es que no lo había. Es cierto que París es la ciudad de la luz y el amor... pero no es como si lo hubiera pensado mucho o como si tuviera alguna razón especial para haberla elegido como seudónimo. Simplemente me dejé llevar por uno de los cuadros que vi al entrar, donde aparecía la Torre Eiffel brillando en todo su esplendor. Justo da la casualidad de que detrás de Zack hay uno exactamente igual y simplemente lo he sentido como una señal.
—¿No lo hay? —pregunta él, ladeando la cabeza.
—No, pero tal vez espere poder amanecer un día a tu lado desayunando cruasanes en una terraza de París con vistas a la Torre Eiffel —repito una de las frases que recuerdo que él me dijo al principio de conocernos. Luego meto una moneda en la maquina de Air Hockey.
Zack sonríe abiertamente ante eso y acaba la frase.
—E irnos a dormir esa misma noche en Italia, después de haber fingido pedirte matrimonio en la Fontana di Trevi.
—Y asistir al mejor concierto de nuestra vida al día siguiente —termino de decir y Zack asiente con su cabeza—. Tú en el escenario con Luna, Zeta y Michelle. Y yo con Kelly entre la multitud.
—¿Es una promesa?
—No puedo prometerte nada —digo a modo de broma la frase que él dijo rato antes, cuando le sugerí que deberíamos pasar esta semana distanciados. Entonces saco el disco de la maquina y lo coloco sobre la mesa de juego. Pero Zack está tan paralizado mirándome que no me cuesta nada marcar el primer punto a mi favor—. Creo que París está más cerca de lo que esperabas.
Es entones cuando él reacciona, indignado y vuelve a colocar el disco sobre la mesa.
—Eso no cuenta, me has pillado con la guardia baja. —Lanza el disco a mi lado y de un solo golpe vuelvo a marcar.
—Y tan baja —digo, soltando una risa, pero esa pequeña distracción es suficiente para que él vuelva a lanzar el disco a mi lado y esta vez, anote un punto a su marcador.
Ya vamos 01 - 02.
—Deberías estar más atenta, París —bromea él y yo coloco de nuevo el disco en la mesa.
Unos minutos después el marcador está 06 - 07 y cuando uno de los dos marca el siguiente punto, el disco no vuelve a salir de la máquina, lo que significa que...
—¿Eso ha sido un empate? —pregunta, sonriendo maliciosamente.
—De hecho, sí, lo ha sido.
—Lo que quiere decir que...
—Que deberías invitarme a tomar algo. No quieras ir tan rápido —bromeo, refiriéndome al hecho de que le debo un beso.
Zack se ríe y asiente con la cabeza y después de tomar un par de botellines de cerveza, le digo lo que llevo toda la noche pensando.
—¿Sabes dónde vas a quedarte esta noche?
Él deja de beber, para responder.
—Supongo que en casa de mi hermana, ¿por qué lo preguntas?
—Zack, ven a dormir conmigo al hotel.
Él me mira con cara de sorpresa. Creo que eso era lo último que esperaba escuchar.
—¿Estás segura? ¿Y qué pasa con Kelly? ¿No le parecerá extraño? ¿No se lo dirá a Adam?
—He convencido a Zeta para que lleve a Kelly a dormir esta noche con él.
Porque sí, ese ha sido el verdadero motivo por el que le he pedido a Zeta que se llevara a Kelly.
La cara de Zack parece relajarse de repente y toma mi mano sobre la mesa.
—Sé que no debería pedirte algo así, menos aún cuando mi novio acaba de llegar y la tuya te ha echado de casa, pero...
—El sentimiento es incontrolable... —continúa él y yo asiento con mi cabeza—. A mí me pasa lo mismo. Así que... será un placer dormir contigo esta noche, Eve.
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