Capítulo 26. Desaparecidos.


KELLY.

No veo final entre tantas personas, y de todas ellas, no encuentro a la única que estoy buscando.

—¿La habéis encontrado? —pregunto cuando me reúno con Madison y Marlin en el punto en el que habíamos quedado en media hora.

—No —dice Madison, suspirando y negando con la cabeza.

—Nada —dice Marlin también—. ¿Dónde se habrá metido? 

—¡No entiendo nada! ¿Cómo ha podido desaparecer de esa manera? ¿Y, cómo no nos hemos dado cuenta?

—Creo que estábamos demasiado distraídos...

—¡Maldita sea! —exclamo, nerviosa—. ¿Y si le ha pasado algo malo? 

Estoy comenzando a notar una punzada de angustia en mi pecho y eso no debe ser bueno.

—A ver, por favor. Vamos a intentar calmarnos y pensar un poco. —Madison intenta aportar tranquilidad—. ¿Qué es lo primero que se hace cuando alguien desaparece?

—¿Salir a buscarlo? —responde Marlin.

—¡Llamar a la policía! —digo yo.

—¡No, no, no! —Madison niega—. ¿Acaso habéis mirado si os ha escrito? Tal vez no esté desaparecida y simplemente ha decidido volver al hotel a descansar. 

—¿Eve a descansar? —Alzo una ceja, pensativa. Aunque es cierto que hoy es viernes y no tenemos que preocuparnos porque mañana no hay nada que hacer, es cierto que ella se ha despertado temprano para ir a trabajar.

Madison, Marlin y yo intercambiamos una mirada y sacamos a la vez nuestros teléfonos para mirar los últimos mensajes. Entonces suspiro de alivio al ver que, efectivamente, tengo un mensaje de Eve de hace 2 horas atrás.

—Me escribió haces algunas horas... —digo, riendo nerviosa. 

¿Cómo no se me ocurrió antes mirar el teléfono?

—¿Y bien? —pregunta Madison—. ¿Qué dice?

 —Dice, «he decidido continuar la fiesta por otro lado. No os preocupéis, estoy en buena compañía. Intentaré llegar antes del amanecer».

Los tres compartimos miradas de nuevo y suspiramos al mismo tiempo, aliviados.

Entonces, alguien aparece entre toda la gente de la fiesta y se acerca a nosotros.

—Chicos, que alegría que os encuentro. —Luna Valley, la chica que hace unas horas ha hecho una actuación increíble en el desfile de moda al que todos los de esta fiesta hemos asistido, está delante de nosotros, pero parece algo nerviosa.

—¿Está todo bien? 

Pero ella me mira sorprendida.

—¿Tú estás bien, Kelly? Estás temblando.

—Estoy bien, solo son los nervios. Mi instinto de fanática aún no se acostumbra a teneros tan cerca y de forma tan corriente.

Luna sonríe y toma mi mano.

—Tranquila, ya te acostumbrarás. —Ella nos mira a los tres y luego tuerce los labios—. ¿Y Eve?

—Eso nos gustaría saber a nosotros —responde Marlin.

—¿También ha desaparecido?

—¿Cómo qué «también»? —Ladeo la cabeza.

—Justo venía a preguntaros si habéis visto a mi hermano. Desde que hemos salido del palacio de la moda, no le hemos vuelto a ver el pelo en toda la noche.

Los cuatro nos miramos, sorprendidos y sonreímos, porque eso parece justificar de alguna forma la desaparición de estos dos.

—Supongo que todos estamos pensando lo mismo ¿verdad?

Cuando miro a Luna, ella tiene una amplia sonrisa en su rostro.

—Si Eve y mi hermano han desaparecido al mismo tiempo, eso quiere decir que han desaparecido juntos.


2 HORAS ANTES.

EVE.

Cuando salimos del desfile, toda la entrada del lugar sigue abarrotada de gente, por lo que no es el mejor lugar para realizar una llamada de teléfono. Así que, al ver que Jimmy está intentando llamar a Lennox, atosigado por una ansiosa Madison que quiere conocer a la diseñadora del desfile, y Kelly y Marlin están hablando mientras comparten un cigarrillo, yo aprovecho para alejarme un poco y buscar un lugar apartado.

Ando al rededor del palacio de la moda hasta encontrarme sola en un punto en el que no hay demasiada gente. Me fijo en que está un poco oscuro y justo detrás de mí, hay una puerta cerrada, así que imagino que es la puerta trasera del lugar.

Es entonces cuando saco mi teléfono del bolso y tras realizar una llamada, lo coloco en mi oído.

El teléfono pita un par de veces, y después de eso, escucho mi nombre sonar a través de él.

—Eve. —La voz es suave y suena adormecida y tras escucharla, suspiro y sonrío.

—Hola, cariño.

—Hola, chispita —bromea él y se ríe—. No sabes lo que me alegra oír tu voz.

Yo sonrío algo apenada y me muerdo el labio nerviosa.

—A mí me pasa lo mismo. ¿Te he despertado?

Sé que allí ahora mismo es temprano, pero no quería desaprovechar la oportunidad. Todos los años soy la primera en felicitarle y aunque allí ya es por la mañana, no quiero perder la costumbre.

—No. La verdad es que no he dormido demasiado bien esta noche. ¿Tú cómo estás?

—Algo cansada. Acabo de salir de un desfile muy importante. Pero no quiero aburrirte con mis cosas. 

—No me aburre saber de ti, Eve. Te echo muchísimo de menos. 

Yo también le echo mucho de menos, a pesar de todo.

—Te llamaba para felicitarte. Sé que en Rye probablementees temprano y ya hace algunas horas que es tu cumpleaños, pero aquí son ahora las 12 de la madrugada y aunque tal vez ya llego tarde, quería intentar ser la primera en hacerlo así que... Feliz cumpleaños, Adam. Sé que este año va a ser el más difícil para ambos desde que estamos juntos, pero también sé que...

Y ahí me quedo en blanco. Quería ser la primera en felicitar a Adam para demostrarle que no le olvido y que a pesar de todo, él está siempre en mis pensamientos. Estaba convencida de que sería capaz de darle una felicitación que le hiciera saber que estaremos bien, pero, ¿cómo pretendo hacerle saber que estaremos bien, cuando estoy siendo la primera en ser consciente de que me estoy enamorando de alguien más?

—¿Eve? —Adam me llama, confundido. No entiende por qué me he callado de repente.

Yo trago, nerviosa.

—Perdón... —Empiezo a toser falsamente. Sé que es estúpido, pero es lo primero que se me pasa por la cabeza—. Creo que me estoy resfriando. Aquí hace mucho calor y no dejo de beber cosas frías... —Me río, nerviosa. No soporto tener que mentirle—. Decía que...

—Que aunque esto esté siendo difícil, lo superaremos y nuestra relación se hará más fuerte. —Él acaba por mí. Supongo que la frase que pretendía decir, además de ser una completa mentira por mi parte, también era demasiado obvia.

Yo no digo nada, solo suspiro y me llevo una mano a la cabeza.

—Eve, estoy seguro de eso. Te quiero muchísimo y espero poder pasar toda mi vida contigo. Me ha hecho muy feliz tu llamada, ojalá pudieras estar aquí... —Él hace una pausa—. Pero ahora siento tener que colgar porque me estoy quedando sin batería. —Hace un sonido de queja y se ríe.

—Está bien, no te preocupes. Disfruta mucho y ya me contarás como lo has celebrado, ¿vale?

—De acuerdo —Él se ríe—. Adiós, te quie...

El teléfono empieza a pitar en mi oído antes de que Adam acabe su frase, así que imagino que la batería de su teléfono no ha aguantado.

Me siento en uno de los escalones de la puerta trasera del palacio de moda y cruzo mis brazos al rededor de mis rodillas echando las cabeza sobre ellas. La conversación con Adam me ha dejado peor de lo que pensaba porque no imaginaba que fuera a ser tan incómoda para mí. El hecho de tener que estar mintiéndole por no ser capaz de decirle la verdad, me está matando por dentro y sin pretenderlo, comienzo a llorar en silencio, mojando de lágrimas mi mono rosa y manchandolo de maquillaje.

—¡Oh, mierda! —exclamo, enfadada y comienzo a llorar más por culpa de la frustración—. ¡Lo que me faltaba!

—¿Estás bien? —dice una voz que conozco muy bien y que al no esperarla, acelera mi corazón repentinamente. Cuando veo a Zack delante de mí, me muero de vergüenza por el hecho de que debo tener todo el maquillaje corrido sobre mi rostro, y rápidamente vuelvo a bajar la cabeza hasta mis rodillas con intención de cubrir mi cara. Escucho reír a Zack y acto seguido noto como él se sienta a mi lado—. Eve —me llama y yo le miro desde abajo, girando mi cabeza en mis rodillas. Él aparta el cabello de mi cara y pasa su pulgar sobre mis mejillas para apartar mis lágrimas—. ¿Qué ha pasado? —dice en un susurro.

Yo suspiro, agobiada.

—No soporto tener que mentir —musito.

Él frunce el ceño.

—¿A quién le tienes que mentir?

—A Adam... Yo... yo... no quiero casarme y ya ni si quiera sé si quiero seguir manteniendo la misma relación de pareja con él. Y no soporto mentirle pero tampoco quiero contarle la verdad y hacerle daño. Pero por no hacerle daño a él, me estoy haciendo daño a mí misma...

Zack no dice nada, solo se queda mirándome fijamente, como si estuviera analizándome mientras acaricia mi mejilla con delicadeza. Las suyas están sonrosadas y resaltan con su negro cabello y el azul intenso de sus ojos. Yo estoy viéndolo pasmada y por un segundo, se me olvida que sin venir a cuento le estoy contando mis problemas solo porque ha aparecido de repente.

—Lo siento —susurro, volviendo a dejar la cara sobre las rodillas—. No quería arruinarte la noche con mis cosas.

—Que yo sepa aquí nadie le ha arruinado la noche a nadie. Solo veo a una chica preciosa que necesita desahogarse y yo estoy dispuesto a escucharla el tiempo que haga falta porque siento que vivimos situaciones desgraciadamente muy parecidas.

Me levanto de nuevo, pero esta vez decido apartarme completamente de mis rodillas para sentarme con normalidad y así poder hablar mejor con él. No estoy muy segura de que decir, porque, aunque es cierto que ninguno está del todo conforme con las relaciones que mantenemos por separado, no es justificación para engañar a ni a Adam ni a Valeria. 

—¿Cómo me has encontrado aquí atrás? —pregunto, directamente—. Ni si quiera hay nadie más por aquí cerca. Todos están en la entrada principal.

—Sí, probablemente todos estén yendo ya a la fiesta de Lennox, y yo tengo que confesar que he venido específicamente a buscarte para que vinieras conmigo. Pero había decidido esperar a que acabaras tu llamada de teléfono.

—¿Fiesta? ¿Ir contigo? ¿De qué me estás hablando?

—Cada año después del desfile de moda, Lennox celebra una gran fiesta de lujo en su casa. Algo tranquilo, solo para celebrar el éxito del desfile, donde los periodistas aprovechan para sacar las mejores entrevistas de la noche.

—No sabía nada de esa fiesta y ni si quiera sé si estamos invitados a ella. Pero... ¿cómo pretendes que vaya contigo, a una fiesta que celebra, especialmente, el padre de tu novia?

—Es su padrastro —me corrige él—. Y todos los que están invitados al desfile lo están también a la fiesta. Aunque no te estaba ofreciendo ir a esa fiesta. Como ya te he dicho, es algo tranquila y solo sirve para sacar entrevistas y a mí nada de eso me interesa en lo más mínimo.

—Osea que ¿piensas huir de la fiesta? —pregunto riendo.

—Creo que nos vamos entendiendo, Eve. 

—¿Pero y qué pasa con Valeria? ¿No se va a preocupar de que no estés ahí?

—Ella está demasiado distraída con sus amigos y el éxito de Lennox. Ni si quiera se va a preocupar de que yo no esté.

Yo le miro y niego con la cabeza, riendo. 

Es bien sabido por todos, que una gran cantidad de veces los famosos suelen crear otra personalidad para encajar mejor con su público, por lo que, en la vida real, son realmente distintos a como se muestran ante las cámaras y los medios de comunicación. Pero este no es el caso de Zack, porque conforme lo voy conociendo, me voy dando cuenta de que él está tan loco como siempre me había parecido en las entrevistas que veía con Kelly. Y lo peor de todo, es que esa es una de las cosas que más me gusta y me engancha de él.

—Así que, entonces... —Zack se levanta y extiende su mano frente a mí—. ¿Quieres venir conmigo a crear nuestra propia fiesta?

Sin pensarlo dos veces tomo su mano y él sonríe, me ayuda a levantarme y cuando estamos frente a frente, nos quedamos un momento mirándonos fijamente con una sonrisa. 

—Genial —susurra cerca de mí. Entonces sin soltar mi mano, nos dirigimos hacia su coche.

En todo el rato que estamos en el coche, no soy capaz de sonsacarle a Zack a dónde vamos. Aunque pienso que nuestro destino el es Moonlight, por eso de «continuar la fiesta por otro lado». Pero cuando llegamos a un sitio que no tiene nada que ver con fiestas ni celebraciones, no puedo evitar extrañarme.

—¿Un aeródromo? —pregunto con el ceño fruncido.

—Así es —asiente él—. Aquí es donde empieza nuestra fiesta.

Zack aparca dentro del aeródromo y se quita el cinturón de seguridad, y cuando yo le miro extrañada, me hace una señal para que le siga y sale del coche.

—Espera un momento... —digo cuando salgo también del coche—. ¿¡Es que tenéis un avión privado?! —pregunto boquiabierta cuando veo el gran avión privado de color negro que hay a unos metros de nosotros.

Zack se ríe y niega con la cabeza.

—No, para nada. Aunque no nos vendría nada mal uno para la próxima gira, pero todavía no nos podemos permitir algo así. 

Le vuelvo a mirar confundida porque no entiendo nada y es entonces cuando él se explica.

—Llevo unos meses ahorrando para este momento. Hace como dos años, me di cuenta de que las fiestas de Lennox son un completo coñazo y yo siempre he odiado lo políticamente correcto. Por eso he decidido huir de una fiesta en la que se supone que yo debería estar simplemente por ser el novio de su querida hijastra y por eso llevo meses ahorrando para poder alquilar un avión privado para, aunque sea solo por esta noche, disfrutar de la vida a mi manera. 

—Porque quieres vivir la vida a lo loco y sin límites —recuerdo una de las conversaciones que tuvimos hace unas semanas.

—Exacto —dice con una sonrisa—. Y ¿qué mejor que empezar a vivir sin límites y a mi manera, que huyendo de una fiesta importante con la chica del mono manchado de maquillaje que necesita relajarse y olvidarse de sus problemas esta noche? —Yo le miro y asiento con mi cabeza con una sonrisa porque tiene razón, necesito alejarme de mis pensamientos y esta puede ser una buena forma de hacerlo—. La chica con la que yo necesito estar esta noche —dice repentinamente en un susurro y eso... eso acelera como loco el ritmo de mi corazón.

Zack me sonríe y extiende su mano. Yo la tomo y juntos nos dirigimos al avión.

—Oye. —Me paro en seco cuando caigo en algo—. ¿Tú sabes pilotar un avión? 

Zack se ríe y vuelve a caminar sin soltarme la mano.

—Yo no, pero Henry sí.

—¿Henry? 

—Henry es el hermano de Ron.

—Oh, ¿el chico que trabaja en Thousand Sunny.?

—El mismo. 

Zack y yo entramos en el avión y no puedo creer lo alucinante y lujoso que se ve también por dentro. Tiene asientos de cuero blanco que se ve violeta bajo las luces de ese color que decoran el avión por dentro. Delante de los asientos, hay mesas decoradas con jarrones con flores en las que hay bandejas con teteras de porcelana y tazas para servir. Por otro lado también veo un pequeño carrito transportador con vasos y distintos tipos de licores. 

—¿Quieres tomar algo? —pregunta Zack, agarrando un vaso de cóctel del carro transportador.

—¿Zack? ¿Has llegado? —Un chico musculoso de cabello negro y camiseta del mismo color, aparece a nuestro lado y me mira, sorprendido—. Vaya, veo que traes compañía. 

—Sí, ella es Eve —dice Zack, señalándome—. Eve, él es Henry.

—Encantada —contesto con una sonrisa. La verdad es que, aparentemente Henry y Ron deben tener más o menos la misma edad, pero por lo demás, físicamente no se parecen en absolutamente nada y si no fuera porque me lo ha dicho Zack hace un momento, en la vida habría adivinado que son hermanos.

—El placer el todo mío —responde y luego mira a Zack—. ¿Listos para comenzar el viaje?

—Todo lo listo que se puede estar, querido amigo.

—Entonces... —hablo, mirando a uno y luego al otro—. ¿A dónde vamos?

1 HORA Y 20 MINUTOS DESPUÉS.

Estoy bailando, bebiendo y disfrutando como nunca. No sé exactamente cuanto tiempo ha pasado desde que el avión despegó de la concurrida ciudad de Los Ángeles, pero si sé que venir con Zack ha sido la mejor decisión de esta noche y eso que, aún ninguno de los dos sabemos a dónde nos dirigimos, ya que Zack ha decidido que sea Henry quien decida el destino manteniendo la sorpresa para que así el viaje sea mucho más emocionante.

—Acabo de poner el piloto automático para comunicaros que... —comienza diciendo Henry cuando aparece en la cabina junto a nosotros— ¡Estamos a punto de aterrizar en Las Vegas!

—¡¿Las Vegas?! —exclamo, sorprendida—. ¿Estamos en Las Vegas?

Zack suelta una carcajada y para la música. 

—Veo que has escogido la ciudad de la noche —dice en tono misterioso—. ¿No será que quieres aprovechar para visitar los mejores casinos del mundo?

—Zack, puede que acabe esta noche siendo millonario, ¿sabes lo tentador que es eso?

—A mí me tientan más otras cosas... —dice, pensativo.

—¿Qué tipo de cosas? —pregunta Henry y Zack se encoge de hombros—. En fin, no importa, tomad asiento y colocaos los cinturones de seguridad, ¡estamos a punto de aterrizar!

Le hacemos caso a Henry y pocos minutos después, el avión está en tierra firme y nosotros pisando el suelo bajo nuestros pies.

Una vez que estamos caminando por las calles de la ciudad, siento que estoy alucinando, a pesar de que es tal y como siempre me lo había imaginado. Luces de colores llenan los carteles de los establecimientos allá donde miro, coches circulan de un lugar a otro e incluso hay personas disfrazadas por la calle.

—Esta es mi primera parada de la noche —dice Henry cuando paramos delante de un casino—. Vosotros mirad los lugares que queráis, si os perdéis llamadme y si no os contesto, nos vemos en el aeródromo donde hemos dejado el avión.

—Perfecto, Henry. Disfruta de la noche pero intenta no arruinarte —le dice Zack.

—¡El objetivo es conseguir todo lo contrario! —exclama él, entrando al casino.

—¿Y ahora qué hacemos? —le pregunto a Zack.

—¿Entramos en aquel bar de allí? —Él señala un bar que hay justo en la cera de enfrente llamado «Legendary, Las Vegas». Yo asiento, encogiéndome de hombros y entonces, cruzamos y entramos al establecimiento con luces de colores decorando dentro y fuera del lugar.

—Zack —le llamo una vez que estamos dentro. Él se gira y me mira—. Voy al baño a quitarme el desastre de maquillaje e intentar limpiar el mono.

—De acuerdo, te espero en la barra. ¿Qué quieres tomar?

—Lo mismo que vayas a pedir tú.

Él asiente y se acerca a la barra en lo que yo voy al baño para desmaquillarme y volver a retocarme un poco. Y una vez que termino y estoy a punto de salir, veo algo en el suelo que me llama la atención y me agacho para cogerlo y entonces darme cuenta de que es una especie de tarjeta de invitación a una fiesta exclusiva de inauguración de un casino. El nombre de la calle me parece justo el mismo de la calle en la que nos encontramos y la invitación está dirigida a «el señor y la señora Black».

Cuando salgo, le enseño la tarjeta a Zack, pensando que tal vez a él se le ocurra dejársela al responsable del bar por si aparecen los dueños de la invitación perdida, pero en lugar de eso, la reacción de Zack es otra muy distinta, ya que me doy cuenta de como le brillan los ojos y siento que, en su cabeza, la idea es otra muy distinta.

Entonces, él me mira y dice:

—¿Alguna vez te has imaginado en una fiesta de lujo en un casino?

Yo abro mis ojos de forma exagerada y me río.

—No estás hablando en serio —digo con una risa.

—Oh, me temo que sí —responde, sonriendo ampliamente. Entonces llama al camarero para que se acerque—. ¿Cuánto te debo?

Yo estoy completamente sorprendida, porque no llevamos ni 5 minutos aquí y él ya quiere cometer una locura. Así que cuando salimos del bar, Zack comienza a buscar con la mirada «El gran casino The Island of Jewels». Pero antes de encontrarlo, ambos vemos una enorme tienda de disfraces llamada «Las Vegas Story» y Zack sonríe maliciosamente. Yo solo frunzo el ceño.

—¿Qué tramas? 

—Supongo que no podemos entrar así vestidos a una gran fiesta en un casino, ¿no crees? 

Entonces vuelve a reír, antes de dirigirnos a la tienda de disfraces. 

Ambos estamos un rato mirando la ropa de fiesta que la dueña de la tienda nos enseña amablemente. Y mientras Zack se está probando un smoking, yo miro alucinada un precioso vestido largo rojo de lentejuelas que había visto en el escaparate.

—¿Te gusta, chica? —me pregunta desde atrás la señora de la tienda, haciendome dar un bote por la sorpresa.

—Es precioso —respondo—. Pero no he traído mucho dinero porque...

Caigo en que no puedo contarle a la señora que Zack pretende colarse en una fiesta. Entonces decido improvisar, pero antes de que sea capaz de volver a abrir la boca, la mujer me interrumpe.

—Cógelo, ya está pagado. 

—¿Cómo? —exclamo, sorprendida.

—El chico que viene contigo lo ha pagado hace rato. Es tuyo.

Yo suspiro, porque no puedo creer esto.

—No, no... ¡Zack! —exclamo su nombre cuando lo veo salir del probador. No me puedo creer que me haya comprado el vestido sin consultarme. Pero cuando le veo con el smoking puesto, no soy capaz de terminar la frase.

—¿Cómo estoy? —pregunta él, girando a un lado y luego al otro. E increíble lo guapo que es y con esa ropa, parece un modelo.

—¡Estás fantástico, muchacho! —responde la señora.

—Gracias, Kaitlyn. 

Tiene tanta labia que hasta se ha hecho amigo de la señora de la tienda y ya hasta la trata por su nombre.

—Eve, ¿te has probado el vestido?

—No, Zack, ¡no puedes comprarme el vestido así como así!

—¿Por qué no? He visto que te has fijado en él cuando hemos entrado y es perfecto para la fiesta. 

—Pero... —rechisto, pero él no me deja acabar.

—Nada de peros. Ya quiero verte con él puesto. ¡Vamos a llegar tarde a la fiesta! 

—Yo la acompaño al probador —dice la señora Kaitlyn, agarrando el vestido del maniquí y guiándome con él al probador.

El vestido es una completa locura. Jamás había visto uno parecido ni creo que lo vea. Es completamente brillante, de un rojo intenso, color que recuerdo que es el favorito de Zack. Es largo y ceñido, de hombros al descubierto y una raja en la parte delantera de las piernas que lo hace ver un poco sexy. 

Antes de salir del probador, aprovecho que guardo un pintalabios rojo en el bolso para resaltar mis labios del color del vestido y decido sacudir un poco mi pelo para que se vea mejor. Cuando salgo, veo como Zack me mira sobresaltado, sus mejillas se sonrojan un poco y probablemente las mías también. Él comparte una mirada con Kaitlyn, que me hace querer salir corriendo por los nervios.

—Estás... —comienza él, pero no termina.

—¡Preciosa! —termina Kaitlyn por él—. Parece una princesa. Pero de las de verdad, no como las de los cuentos.

—Muchas gracias —digo, nerviosa.

—¿Nos vamos ya? —pregunta Zack, extendiendo su mano de nuevo frente a mí.

—Sí, por favor, antes de que me de algo.

Tomo su mano y noto que está un poco sudada. No me extraña, también debe estar nervioso porque lo que vamos a hacer es una locura, pero siempre quedará para el recuerdo.

Los dos nos despedimos de Kaitlyn y le agradecemos la ayuda y también que nos guarde la ropa que traíamos en la tienda. Y cuando salimos, me fijo en algo muy extraño y es que... Zack no tiene sus ojos del mismo color que siempre.

—No me lo puedo creer, ¡te has puesto lentillas! —pregunto, riendo.

—Shhh. —Él me manda a callar—. Es para que nadie pueda reconocerme en la fiesta. ¿Te imaginas que alguien me ve? Esta semana saldría en las revistas de cotilleo algo así como: «Zack Valley, detenido en Las Vegas por colarse en una fiesta de un casino» o «El famoso Zack Valley ha sido localizado en Las Vegas con la nueva modelo de Loweld, ¿hay algo entre ellos? ¿Le está siendo infiel a Valeria Norton?»

—Vale... —digo en un suspiro—. Tienes razón, mejor que nadie te reconozca, eso sí que sería una tragedia...

—Por supuesto —dice riendo—. ¡Ahí está el casino! —exclama emocionado cuando por fin somos capaces de localizarlo.

—¿Estás seguro de esto? —le pregunto una vez que estamos a punto de entrar.

—Completamente —responde, justo antes de cruzar las puertas, donde dos hombres vestidos de mayordomos nos reciben, cortándonos el paso.

—¿Están invitados?

Zack saca la tarjeta y se la pasa al que nos ha preguntado.

—Somos los señores Avery y Katherine Black. Estamos invitados —dice con una sonrisa convincente y yo intento disimular lo máximo que puedo.

—¿Están casados? —pregunta el hombre, con una ceja alzada y cara de confusión—. ¿No son... demasiado jóvenes?

Yo trago, nerviosa, pero Zack ya tiene una respuesta preparada.

—Nuestros padres no estaban del todo conformes con nuestra relación... —comienza diciendo en tono dramático—, así que hace unos meses nos casamos para demostrarles que estamos enamorados de verdad. —Él me mira y sonríe—. ¿Verdad, cariño?

—Por supuesto, además... —Yo suspiro y me llevo una mano al vientre para decir también en tono dramático—: Estoy embarazada y ellos no aprobarían una criatura fuera del matrimonio.

El guardaespaldas nos mira, sorprendido y entonces se hace a un lado para dejarnos pasar a la fiesta.

—Bienvenidos al casino The Island of Jewels señores Black.

Zack y yo compartimos una mirada y entramos.

—No me puedo creer que hayamos conseguido pasar —le susurro mientras entramos en el ambiente de la fiesta—. ¿De dónde has sacado esos nombres? —pregunto, riendo.

—De ninguna parte, son los nombres de mis padres —dice y se ríe también. Y entonces caigo. ¿Cómo se me ha podido olvidar? Los padres de Zack y Luna son Avery y Katherine Valley. Él solo ha cambiado el apellido por los de los invitados a la fiesta que aparecían en la invitación—. Pero el que ha dudado por un momento que no nos dejaran pasar he sido yo, porque se me ha debido descuadrar la cara cuando has dicho que estabas embarazada.

—¿Y eso por qué? —Suelto una risa—. En caso de que fuera así, ni si quiera podría ser tuyo.

—Creo que ha sido más bien por la sorpresa de no esperar esa mentira. 

—A mí lo que me ha hecho gracia ha sido lo de que se extrañara de que estuviéramos casados siendo tan jóvenes. Prueba clara de que no estoy loca por no querer casarme ahora, ¿verdad?

Zack toma mis dos manos y me pega a él mientras sisea y me coloca el dedo índice sobre los labios.

—Esta noche era para olvidar —me recuerda en un susurro. Entonces se inclina sobre mí y me besa con delicadeza mientras él coloca ambas manos sobre mi cintura y yo paso mis brazos por detrás de su cuello, dejándome llevar completamente.

—Ya está todo olvidado, señor Avery Black —bromeo, cuando nos separamos—. Y supongo que... lo que pasa en La Vegas, se queda en Las Vegas, ¿no es así?

—Exacto. —Él asiente, riéndose—. Ahora solo nos queda disfrutar del resto de la noche, señora Katherine Black. 

Y esto solo es el principio de una larga noche en la que espero que se me de bien fingir, porque esta noche paso a olvidar por completo los problemas y la vida de Eveline Harvey, para pasar a convertirme en la rica y probablemente inexistente Katherine Black.

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