Capítulo 2. La entrevista.

Estoy muy nerviosa.

Hace unas horas que hablé por teléfono con aquel hombre del que me habló la señorita Clarck. Y gracias a eso, ahora se dos cosas más sobre él: por teléfono, al menos, parece un hombre joven, pero también serio y responsable. Y lo segundo: su nombre es Jimmy Parker y según he buscado en Google, realmente es dueño de una gran agencia de modelos llamada "Fame" que trabaja con jóvenes modelos de toda Inglaterra, a los que forman una carrera dentro del mundo, para hacerlos crecer en ese ámbito profesional.

Entonces, si ya trabaja con más jóvenes modelos, más experimentados, ¿Por qué quiere que sea yo, quién realice esa campaña tan secreta en Los Ángeles, de la cual apenas me ha comentado?

Lo único que me ha dicho es que quiere que nos veamos en un rato. Necesita entrevistarme y sacarme un par de fotos, ver mis medidas, mis perfiles y tras eso, decidir si soy la indicada para ese gran trabajo, que ocupará los tres meses de verano. Será entonces, cuando me contará sobre que trata realmente la campaña y a que marca va asociada.

Yo no las tengo todas conmigo. 

Principalmente porque la primera impresión es muy importante y me da miedo que no sea la esperada. Además de que contratar a un espíritu libre que lo planifica todo, no sé si entra en los planes del señor Parker, que además, ya tendrá estudiada toda la campaña, el viaje, etc.

—¿Me estás vacilando? ¡El viaje a West Sussex puede esperar! Lo importante es que te van a contratar como modelo para una campaña, que debe de ser de lo más importante, para mantener el secretismo de esa manera.

Kelly y yo hemos estado un tiempo planificando irnos de viaje a West Sussex. Íbamos a pasar las primeras semanas de verano en la casa de unos tíos suyos que viven allí mismo, en mitad del campo. Rodeadas solo por la naturaleza, los sonidos de la brisa, los pajaritos y un pequeño riachuelo que pasa justo al lado de la casa.

Sin embargo, tenía que empezar a pensar que si tenía suerte y esto salía bien, tendríamos que cancelar el viaje.

—Lo sé, solo pretendía informarte de que en caso de que al final el señor Parker decida contratarme, vamos a tener que dejar el viaje para el año que viene.

—Soy muy consciente de eso y créeme cuando te digo que lo que más me importa ahora mismo, es que tu entrevista salga bien. —Su voz suena sincera a través del teléfono y eso me hace suspirar en alivio, porque lo que más me preocupaba de todo esto, era que a ella le desilusionara no poder hacer aquel viaje que llevábamos unos meses planificando—. Y dime, ¿Estás nerviosa?

—¡Mucho! Osea, ¡No te imaginas como me tiemblan las piernas!

Miro como mis piernas temblorosas mueven mi bolso colocado sobre mi regazo, mientras espero ansiosa llegar al lugar de destino. Y cuando por fin bajo del autobús, ando unas pocas manzanas y hasta ver el gran cartel delante de mi. 

"Agencia Metropolitana Fame. Modelos y Publicidad".

—Madre mía... —digo en un susurro—. Creo que me voy a desmayar aquí mismo, Kelly, no sé si estoy preparada para esto.

—Si no estuvieras preparada, el tal Jimmy ese, no se habría interesado en ti, tonta. —Escucho como suspira en frustración—. ¡Así que sólo entra ahí, haz tu entrevista y sal brillando como la estrella en la que te vas a convertir!

—Por supuesto... —suspiro de nuevo y cerrando mis ojos, cuento hasta 3 mentalmente.

—¡Ánimo! ¡Luego me cuentas como ha ido! 

Y con esas, Kelly cuelga la llamada.


De repente, me encuentro sentada en un despacho muy amplio, de paredes blancas y distribución moderna. 

Noto mi móvil vibrar con fuerza dentro de mi bolso y recuerdo que he salido de casa sin decir nada a nadie.

"Mierda, olvidé avisar a mamá de donde iba".

Mis padres están bastante acostumbrados a que siga una rutina habitual. Que se basa en: llegar a casa de la universidad, comer, encerrarme unas horas a estudiar, salir con Kelly, Adamo ambos  a tomar algo y volver a casa para cenar. 

Por eso han debido extrañarse cuando después de comer he ido a mi habitación simplemente para hacer una llamada telefónica y después salir corriendo de casa.

Mis estudios son lo más importante, pero estamos casi acabando el curso, quedan a penas dos semanas para que eso pase. Y he estudiado tan duro durante todo este primer año de carrera, que por escaquearme un día, —cuando estoy segura de que ya están todas las cartas sobre la mesa, en lo que a notas se refiere— no creo que vaya a alterar en nada mi expediente.

Aprovecho que el señor Parker no ha llegado aún, para colgar el teléfono y en lugar de eso, dejarle a mi madre un mensaje de voz, explicándole que le contaré cuando llegue a casa.

No estoy segura de que a ellos les vaya a hacer mucha gracia que entre a una agencia de modelos, sobretodo por el tema del viaje a Estados Unidos y mucho menos, si contamos que todo esto, seguiría ocupando parte de mi tiempo al acabar el verano. Un tiempo que debería de dedicar más al segundo año de universidad, que a mis aficiones personales.

—¡Hola! —saluda la persona que traspasa la puerta transparente frente a mi— ¿Eveline Harvey? 

No puedo evitar hacer una mueca de asombro, al ver lo jodidamente guapo que me parece el hombre que acaba de aparecer frente a mi. 

—Sí, esa soy yo... —respondo con los nervios presentes en mi voz, seguro que he debido de sonrojarme como una estúpida y eso hace que me ponga aún más nerviosa. Yo me levanto y él extiende su mano en modo de saludo. 

Noto que es un poco más alto que yo, aunque tampoco es difícil. Tiene el cabello castaño oscuro y ondulado que cae sobre su frente y orejas, ojos igual de castaños, pecas alrededor de todo su pálido rostro y sus labios son de un tono rojizo. Tengo la sensación de que probablemente, aparenta ser más joven de lo que su actitud y voz grave, me demuestran que realmente es.

—Usted debe de ser el señor Jimmy Parker. —digo en un carraspeo.

Él se ríe. —No soy tan viejo como para que me trates de usted, ¿No te parece? —sonríe y me hace un gesto para que me siente. Le hago caso. Él se sienta en el escritorio frente a mi y posa sus codos sobre la mesa, cruzando sus manos—. Veo que estás un poco nerviosa.

—Sí, eso creo... —murmuro entre risas tímidas.

—No tienes motivos para estarlo, Eveline. Simplemente, imagina que estás teniendo una conversación con un amigo.

Y además de ser guapo, de tener una risa suave y sonrisa encantadora, es agradable y simpático.

"¡Menudo buen gusto tiene la señorita Clarck!"

—Bueno Eveline, Patricia me ha dicho que eres una de sus mejores alumnas, así que supongo que ya tengo un poco de información sobre ti en el ámbito académico. Pero ahora quiero que me cuentes un poco más sobre ti. Tus aficiones, a que dedicas tu tiempo cuando no estás en clase, si has trabajado anteriormente como modelo...

Me paso un buen rato, solamente para contarle a Jimmy sobre todas las aficiones que he tenido en mi vida. Le cuento algunas cosas sobre mi que creo interesantes o de importancia y le hablo de como llegué a crear mi página de Facebook. Después de todo eso, respondo a algunas más de sus preguntas y no sé si es que estoy demasiado nerviosa e insegura, por lo que me parece ver dudas en su expresión.

La verdad es que en nuestra larga conversación, pierdo la noción del tiempo y cuando parece que hemos acabado de hablar, él me dice que tiene que salir un momento para llamar a la modista para que me tome las medidas. También comenta que después de eso, pasaremos a hacer algunas fotos.

Cuando Jimmy vuelve, lo hace con una chica muy guapa, de cabello rubio y unas gafas estilo vintage, que nada más entrar, se coloca en el cuello de su sudadera blanca.

—Eve, ella el Madison, nuestra modista. 

—Encantada.—Le sonrió y ella hace lo mismo, extendiendo su mano a modo de saludo.

—Igualmente, Eveline. ¿Cómo estás?

—Muy bien, gracias. —sonrió de nuevo y noto que en su otra mano, lleva una cinta métrica y una pequeña libreta con un bolígrafo.

—Genial, ¿Estás lista?

—¡Por supuesto! —digo emocionada y ella comienza a darme indicaciones, para tomar mis medidas de forma más cómoda.

"Quédate quita y ponte recta".

"Levanta los brazos".

"Date la vuelta".

Después de esas y muchas indicaciones más, tras las que Madison me tomaba medidas de altura, hombros, pecho, cintura, caderas, piernas, espalda y tanto el contorno como el largo de los brazos, al fina pasamos a las fotos.

El fotógrafo era un chico de unos veinte años, de cabello morado, alocado y risa contagiosa. Marlin, como así se llamaba, tenía una forma muy peculiar de explicar las poses para cada foto.

—¡Bien! —exclama de forma enérgica—. ¡Espalda recta, pierna derecha hacía delante, manos en la caderas, pecho al frente como si fueras a enfrentarte a la vida y una sonrisa que haga que el flash de la cámara parezca insignificante a tu lado! ¿Lista? —Asiento con mi cabeza en respuesta—. ¡Vamos, 1, 2, 3 y acción! 

El potente flash me deslumbra y deja aturdida unos segundos, en los que siento como si todo fuera a cámara lenta, así como si estuviera en una película.

Marlin acaba haciendo unas 15 o 20 fotografías. Su loca energía y forma de ser y expresarse, hacen que se me olviden todos los nervios y me ría a cada rato con algunas de las cosas que dice. Mientras tanto, Jimmy y Madison observan desde detrás de Marlin y murmuran algunas cosas entre ellos. Yo simplemente, intento no mirarlos para no volver a caer en el nerviosismo, pensando en si estarían decidiendo ya que hacer conmigo.

Una vez acabada la sesión fotográfica, volvemos al despacho del principio. Esa segunda vez, me fijo en un tablón de fotos que no noté con anterioridad, en el que pueden verse el resto de Agencias Fame que se encuentran repartidas por el país como una gran franquicia.

Jimmy vuelve a sentarse en la silla frente a mi en el escritorio y a su vez, Madison está en un sofá a nuestra derecha, y creo percibir que está haciendo unos bocetos. Ninguno de los tres dice nada, mientras Jimmy apunta algunas cosas en unos papeles y de vez en cuando, le echa un vistazo al ordenador sobre el escritorio. 

Pasados unos minutos que se me hacen eternos, Marlin entra al despacho.

—Las fotos ya están enviadas al ordenador.

"¿Qué fotos? ¿Mis fotos recién hechas?"

Dios, ni si quiera se si quiero verlas; no es lo mismo hacerme fotos yo misma, de las cuales acabo borrando el 98% para al final acabar subiendo las únicas pocas que me gustan, a tener que enfrentarme a unas fotografías hechas por otra persona, que por muy profesional que sea, tal vez aprecie la belleza de una forma muy distinta a como yo lo hago.

Lo que quiere decir que tal vez me vea bien, en fotos en las que yo me vea espantosa o a la inversa.

—¡Perfecto! —exclama Jimmy—. ¿Quieres verlas, Eve?

—Vale... —susurro por lo bajo y siento mis piernas temblando de nuevo, como lo hacían en el autobús.

Me sorprende darme cuenta de que al final, las fotos no me desagradan tanto como esperaba.

Más bien al contrario. Marlin ha sabido como captar cada ángulo para que saliera de forma artística y tengo que reconocer, que me gustan todas y cada una de sus fotografías.

Pero lo que me altera por dentro, es notar que Jimmy no dice nada, Madeline tampoco. Solo intercambian miradas entre ellos. 

Miradas que no se descifrar.

Y tras coger en sus manos un montón de papeles y golpearlos contra la mesa hasta dejarlos bien ordenados, por fin habla.

—Creo que la decisión está tomada. 

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